Partida Rol por web

Habían pasado dos días desde el regreso de los héroes. Tuvieron que enterrar el jabalí en la nieve para que la carne no se echara a perder, y empezar a comer la carne de caballo cinco veces al día para acabar pronto con ella. La otrora orgullosa tribu de los Mascapájaros se había convertido en una sociedad decadente de kóbolds obesos con una dieta a base de hamburguesas de carne de caballo de una franquicia de comida rápida.

¡Es terrible! Nos hemos convertido en una sociedad decadente de kóbolds obesos con una dieta a base de hamburguesas de carne de caballo de una franquicia de comida rápida. ¡Tenéis que hacer algo, presidentes Cú-cú, Rashud y Smoralek! Hasta que el ogro Papá Picacarne no abandone el valle o muera, los Mascapájaros no podremos volver a cazar los pájaros que conforman nuestra dieta habitual, ni salir a hacer footing.

Y no es que yo os quiera meter prisa... ¡Pero es que lleváis dos días para trazar el plan del asalto a la granja del ogro Papá Picacarne! ¡¿Tan díficil es?! Algunos Mascapájaros empiezan a pensar que la clase política se ha vuelto vaga y vividora, y ya no quiere hacer su trabajo. Han salido nostálgicos del antiguo régimen que dicen que con el jefe Roegorriones se vivía mejor.

¡Y mirad allí!

La Sabia Momia Peleadura señaló a la salida de la cueva. En el exterior se veía a Klucky y a Slorbo. Ambos habían sido expulsados ayer de la cueva, de nuevo tras finalizar su periodo de visado, y ya estaban llenos de hojas, barro y ojeras de no haber dormido nada bien. Miraban con ojos tristes y labio inferior tembloroso, como unos cachorritos recién abandonados listos para apalear con un par de rajaperros.

¿No os dan penita? Son amigos vuestros, y no podrán volver aquí hasta que cambien las leyes, y vosotros no vais a poder cambiar las leyes de los Mascapájaros hasta que ese ogro se vaya de mis tierras... Perdón. Quise decir VUESTRAS tierras. Tengáis o no el plan, debéis partir ya hacia la granja del ogro.

Cú-cú salió de la cueva corriendo hasta Slorbo y klucky - ¿voshotrosh shoish tontosh no? ¿no esh másh fácil poner un pie fuera de la cueva y pedir ashilo de nuevo? - el pequeño kobold no entendía como a dos expertos del gorroneo no se les ocurría algo tan obvio.

Se rascó las posaderas encogiéndose de hombros, hasta él sabía eso, era lo que hubiera hecho el amabilísimo muchas tripas, que siempre preocupado por que algunos kobolds no tuvieran techo, les ponía de techo tapando las goteras de su chabola. Sin duda tenía que cambiar las leyes, los sin techo eran buenos como tejas extra y no entendía que los mascapájaros no vieran lo útiles que podían ser rompiendo techos para lograr su propio agujero tapa goteras.

Tenían que acabar con ese tipo grandote en cuanto antes.

Me siento rechazado! No se que hacer... Estoy lleno de barro, de hojas, no he dormido nada y ellos allí dentro. Aunque esa fuera la solución Cú-cú me siento muy mal con el resto, no formo parte da nada ya...

Klucky después de que se le escapara una lagrima se alejo de Cú-cú y Slorbo sin decir una palabra. Mientras se hacia un porro. Se siente cansado, no ha dormido nada durante la noche y no se mantiene casi en pie.

Rashud tampoco había terminado de dormir bien, esa tarea pendiente, la de terminar con la vida del ogro que hacía imposible la vida de su nueva tribu, y que ya tantos ex-jefes se había cepillado, no le ayudaba a descansar.

-Tenemos trabajo por hacer. Vayamos a fisgonear un poco.

Dijo cargándose la ballesta ligera al hombro y poniéndose en marcha.

¡La Zabia Momia no nos dejó pedir azilo otra vez! ¡Ez muy mala, Cú-cú! Mueve loz hiloz en la zombra, ¡ya reunió una madeja entera! Y azí no quedan mantaz para taparnoz por la noche. ¡Y no podemoz mimir porque ze ezcuchan rugidoz, gruñidoz y eruptoz! Y mira... ¡Me zalió un padraztro! Ez horrible... Zolo quiero echar al ogro cuanto antez, para poder mimir en una cueva zegura.

¿Ein? ¿Qué?

Slorbo vió estupefacto a Cú-cú pasar de él. Cú-cú abrió la mochila de Slorbo y empezó a guardar cosas dentro. Basura inservible, en su mayoría.

Jooooo...-se quejó, resignado.

Y nada, que Smoralek también levantó su reptiliano y presidencial trasero. Y así emprendieron el camino que les llevó hacia el valle. Recorrieron los mismos caminos, las mismas sendas e, incomprensiblemente, las mismas plantaciones salvajes de cactus y silvas, en lugar de dar un sano rodeo.

A medio camino empezaron a ver carteles de se busca, con uve, y torcieron la mirada para que las palabras no les robasen el alma, o su homólogo malvado megalomaniaco kóbold. De refilón sí vieron un dibujo, muy mal hecho y a mano alzada:

Parece que alguien estaba dando una recompensa para aquellos que pudiesen aportar información sobre la desaparición de la Princesa Cortezas, pero eso era solo una conjetura. No podían estar muy seguros de ello sin ver fijamente el cartel y que las palabras les absorvieran tó lo de dentro del coco.

Finalmente llegaron al ocaso a los alrededores del rancho. Es lo que tiene levantarse a las tantas, que no te da tiempo a nada, y eso que el rancho les queda cerquita.

Y hablando de cerquitas: la pequeña valla no presentaba mucho inconveniente para entrar. Tampoco la entrada principal, ni el bote volcado que había junto a la valla. Eso sí... el riachuelo era una trampa mortal. Puede que sus corrientes no fuesen lo suficientemente fuertes como para arrastrar a un kóbold adulto, pero como no te secaras luego, a ver si acababas cogiendo una pulmonía o algo.

Por fin en la granja y cú-cú eufórico por dejar de estar eufórico, ni que estuvieran de excursión,... - que hacemos, que hacemos,... - miraba en todas direcciones como ilusionado, y es que no se visitaba un hogar piernas gigantes cada día, y ya que el picacarne se había zampado a varios kobolds, si se tenía uno que palmar, al menos que disfrutara su última visita turística.

- ¿entoncesh? Shi pateamosh hachta el bote, y echtán buchcando a la ciervabalí, puede que nosh vean a la velocidad que nuechtro grandishimo diosh she tira un pedo, yo entraría cruzaría eshe puente, daría una vuelta turíchtica al río que queda másh lejosh de shu vichta hachta losh gallinerosh y ahí preparamosh todo medio echcondidosh... y shi nosh entra cangueli, que klucky levante algo de fiechtuki para que no nos vean.

Ir hasta los gallineros preparar la trampa de pinchos cuerda y fuego (sin fuego), prender fuego a la casa con un señuelo que se lleve las ganas del ogro de picar carne, mordisquear el puente para ver si antes de la trampa se le rompe y se le quedan tiesos los pies por caer al río,... cualquier cosa que se añadiera a la trampa tras trampa sería bienvenida.

Rashud se empezaba a acojonar ante la amenaza que representaba un ogro cabreado. Pero si quería ascender en su propósito de vida, tocaba dar el callo.

-Los gallineros quedan demasiado cerca de la entrada a la choza, podría vernos de forma casual mientras preparamos las trampas, mejor busquemos un punto ciego. Como el bote. Podemos preparar las trampas allí, y hacer sonidos de cerda para que crea que su princesa ha llegado, a modo de señuelo, y que se vaya comiendo las trampas de camino para allá.- Acariciándose el morro añadió.- Cosas que lo retengan, que le hagan caer mientras lo freímos a distancia, lejos de sus manos grandes y fuertes. Abrojos que le lastimen los pies, cuerdas que le hagan la zancadilla, tierra resbaladiza que le hagan caer, cosas así.

Cú-cú se encogió de hombros - no me fio del bote eshe, me huele a trampa para kobolsh, pero shi inshichtesh, posh pa'lli, yo hubiera hashio lash trampash debajo de la casha, pero bueno, a parte chlorbo dijo que lash gallinas hacían mucho ruido shiempre, pero pa'l bote shin más. Esho shi, yo entro último y cuando hayáish toqueteao todo.

Bordearon la valla hasta el bote volcado y empezaron a subirse encima. El bote disponía de un agujero en su casco, del que empezó a brotar un sonido espeluznante...

¡Oink! ¡Oink! ¡Oink!

Un escalofrío les recorrió el cuerpo. ¿Otra jabalí ciervo con la que luchar? ¿Su hijo lechón buscando venganza? ¿Un gemelo malvado porcino? ¿El fantasma de la Princesa Cortezas tratando de atormentarles? El hocico de cochinillo salió, asomándose desde debajo del bote, olisqueando el aire. Se trataba de un rostro familiar...

¡Oink, oink-oink!

¡Era Nord el Chillón! El entrañable jabalí cerdito al que Cú-cú había tratado de montar en el foso del poblado. Seguramente cuando llegaron los invasores y quemaron el poblado, Nord logró huir y fue encontrado y capturado días más tarde por el ogro Papá Picacarne, que lo trajo hasta la granja.

Nord parece feliz de volver a verles. Se le nota porque el rabo rizo se le puso tieso como el de un perrillo, o todo lo tieso que una cola con esa forma pueden llegar a tener. En el fondo debe de estar pensando que es mejor ser molestado por unos kóbolds traviesos antes que acabar en la barriga de un ogro. El cerdito levantó el cuello, y su rosada naricilla se paseó a la altura de lo alto de la barca para que se la acariciasen.

Cú-cú no se lo creía ¡era norg! Estuvo a punto de saltar y lanzarse sobre el, pero al final ninguna de las dos, no se iaba ni tres pelos de kobold, a lo mejor era el clon malvado, después de todo Norg el chillón, era muy chillón. Solo por si acaso le tiró al suelo la comida en conserva que había viajado con ellos un tiempo y que sin duda estaba en la mochila de Slorbo, no fuera que el clon malvado en vez de cozear, mordiera...

El susto que se llevó Rush ante los gemidos del cerdo fue camuflado en parte por el yelmo de cuero que vestía, tal vez, con suerte, y la comida que le tirara Cú-cú, sería suficiente para que el ogro no prestara atención.

-Permanezcamos atentos, si el gigante asoma la chola, nos largamos, sinó, montamos las trampas.

Oink, oink, oink, oink, oink...

El cristal del tarro hizo skratch y esparció el contenido del potito por el suelo polvoriento. Nord se aproximó al olor de la comida, con su hociquillo juguetón y sus carnes magras, y...

¡GROOINK! ¡GROINK-GROINK!

Aquel jabalí salió de debajo del mismo bote boca abajo que servía de cochiquera para Nord el Chillón. Seguramente le atrajo el mismo olor de compota. Golpeó a Nord al adelantarlo por su izquierda, y el pobre cerdito salió rodando por el suelo. Así, el jabalí hizo sitio para hacerse con la compota, pero al pasar el hocico se clavó con uno de los cristales rotos, y huyó de nuevo al interior del bote.

Oiiiink... oink, oink, oiiiiink...

Las protestas de Nord el Chillón iban dirigidas a lo alto del casco, a todas esas reptilianas caras familiares. Sonaban lastimosas, como pidiendo ayuda. Nord había pasado un calvario. Durante varios días había compartido la cochiquera con la Princesa Cortezas y con su esposo Cerdito, en lo que claramente era una familia porcina disfuncional. Lo que había tenido que sufrir el pobre Nord conviviendo con esos dos jabalíes solo lo sabía él.

Mmmh... Ez peligrozo zeguir por la granja con eze puerco zuelto. Deberíamoz encontrar la forma de tapar el agujero del bote para que no pueda zalir, o matar a eze bicho. Quiero decir... VOZOTROZ deberéiz tapar el agujero o matar al bicho. Yo me voy a quedar aquí a vigilar...

Cú-cú se sorprendió al ver a ese nuevo monstruo, este estaba en los huesos, pero si apartaba sin problemas a Norg, debía ser peligroso, tampoco podían malgastar la trampa con ese puercoespín de huesos gordos. Mirando a Norg, le habló

- el segundo oink no lo he entendido colega, pero tienesh que ayudar, que yo no she idioma puercojabatiano, dile que shi shale corriendo de la granja, y shube por losh shenderosh de nieve, podrá reencontrarshe con la puercaciervachposha shuya, y que echtá reuniendo trufash echploshivash como para parar a cien piernash largash. Y que nosh dijo que quería emanciparshe y echtaba teniendo comida para shu maridito. - claramente el otro puerco le podía oír de sobras, y el joven cú-cú, procuró regalarle la trola del milenio. Aunque estaba claro que eso no se lo creía ni un jabato recién nacido, así que dependía de lo convincente que Norg pudiera ser al respecto.

¿Oink?

Nord el Chillón vaciló. O el plan de Cú-cú no le convencía, o no entendía ni jota de lo que le estaba diciendo. ¡Ya tendría narices que un cerdo comprendiese a Cú-cú más que la vieja Sabia Momia Peleadura!

Nord entró bajo el bote, con trote inseguro...

Oink, oink, oink...

¡GROOOOOOOOOOOINK!

Oiiiink...

¡GROAAAAR GRRRRRR GROINK!

Se empezaron a escuchar ruidos en el interior del bote.

¡Hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...!

¡RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR...!

¡Hiiiiiii... hiiiiii...!

¡BRRRRRRR GROAAAAAR!

Por los ruidos parecía que Nord iba ganando...

¡HIIIIIIIIIIIIIIIIII!

Nord el Chillón salió rodando del interior del bote. Estaba algo cambiado, como si del conflicto hubiese madurado, o como si le hubiesen desgarrado y pisoteado por todas partes. Con lagrimones en los ojos, Nord volvió a alzar el hocico a la tropa kobold.

Oinksnif, oinksnif, oinksnif...

Por como había dejado a Norg, casi agradecía no haber bajado a luchar. Veía a su gran amigo y enemigo del ruedo Norg y pensó que el cerdihuesos ese era muy chungo. Se agarró al bote y saturó la entrada con sus abrojos, tras hacer un gesto al chillón para que se apartara un poco, luego colgado desde arriba, cogió uno de sus dardos y se lo lanzó al cerdohuesitos con todas sus fuerzas.

Al esparcir los clavos en la entrada de la cochiquera, Smoralek y Klucky asintieron como si comprendieran. Cada uno se puso en un lado de la salida: Smoralek blandiendo su rajaperros llameante y Klucky en forma peluda. El plan funcionó. La punta del dardo lanzado por Cú-cú se clavó en el pompis de Cerdito. El jabalí se dió la vuelta y trotó furioso hacia la salida. Cuando Cú-cú se enderezó sobre el bote, las pezuñas del jabalí ya retumbaban en la tierra. Con la vibración, los abrojos saltaban y algunos se clavaban en su piel. Klucky le mordió una oreja y Smoralek le propinó un tajo.

Hasta ahí toda la ventaja táctica. Cerdito se tambaleaba, ensangrentado, demostrando que en comparación con una jabalí violeta con alas de mariposa llamada Princesa Cortezas, Cerdito era un mariquita que no tenía ni medio sopapo. Aún así, aún había chorizos por trinchar. Si no lo mataban pronto, el muy puerco huiría cobardemente, o contraatacaría, o avisaría a Papá Picacarne, o les plantaría una demanda judicial o algo.

Rematadle antez de que zea demaziado tarde...-sugirió Slorbo, que en toda aquella emboscada no llegó a hacer nada útil.

- cú-cúkazeee - dijo cú-cú aprovechando la altura para saltarle encima mazazo en mano.

Al menos la idea no era mala, aunque el pequeño kobold se lo había imaginado de diferente manera, dardo / abrojos / pimpampum / cerdo en bocata de chorizo / ñam ñam / zzzzzz / y a por el picacarne, una lástima que las ideas kobold no sean las más precisas de la historia. Aunque ningún kobold admitiría que su plan no es perfecto, cú-cú no era excepción, estaba tan convencido de que el chorizo se preparaba a base de huesos triturados que sin miedo perderían uno o dos dientes, total, ya volverían a crecer.

Finalmente fue Smoralek el que, con la ayuda de la rajaperros del tesoro de los Mascapájaros, puso fin a la amenaza. Slorbo, que casualmente se había puesto a salvo descolgándose del bote del lado exterior de la granja, regresó para felicitaros.

No dude ni por un zegundo que lo conzeguiríaiz. Ahora a rapi... ehm... a dezhacerze del cadáver.

Puede que Slorbo no sea de ninguna utilidad en la lucha. Tampoco destaca por sus dotes sociales ni habilidades manuales. Y en cuanto a su aseo personal deja mucho que desear. Pero como lacayo, Slorbo es un kóbold muy sufrido. A pesar de ir cargado con la mochila rellenada por Cú-cú, empujó con todas sus fuerzas para llevar a Cerdito de nuevo al interior del bote-cochiquera.

...

A pesar de que el suelo era de barro blando y resbaladizo, Slorbo solo movió el cuerpo del jabalí una pulgada. Los demás kóbolds tuvieron tiempo de sentarse sobre el casco del bote volcado y sacar unos potitos para comer durante el espectáculo. Y un rato después, con la tripita llena, dormían. Cuando volvieron a despertarse, Slorbo ya había arrastrado a Cerdito hasta la entrada. Los morros del porcino habían hecho efecto escoba, arrastrando todos los abrojos que había arrojado Cú-cú, con lo que fueron muy fáciles de recuperar. También recuperó su dardo del pompis de Cerdito.

...

Cuando al fin tuvieron al cerdo bajo el bote, llegó el momento de ponerse de nuevo en movimiento. Ante ellos tenían...

-Un puente que cruzaba el arroyo a la parte norte de la granja.

-Una viga por la que trepar hasta el tejado de la primera planta y el agujero de la pared de la segunda planta.

-La parte trasera de un cobertizo.

-Los cimientos sobre los que se asentaba la plataforma de la casa, embarrados y llenos de paja demasiado húmeda para arder.

Tras dar disciplina al puercohueso, comer y dormir, cú-cú se sentía más capacitado que nunca para luchar, o por lo menos, para evitar que le golpearan, se sentía con ánimos crecidos de hacer una buena trampa, se sentía más perceptivo que nunca, incluso vio al fantasma de slorb en slorbo (snif), pero lo más importante era que se había dado cuenta de que norg el chillón no sabía mentir, y debía explicar mejor sus engaños para que no hubiera duda de una mentira de calidad. Tampoco le gustó mucho no poder montar al puercoseo, si no aprendía rápido a llevarse mejor con los animales, se veía casado con una kobold y sin una montura en la que escapar, eso si que sería una tragedia,...

Armado por el valor del momento, fue sacando partes de la futura trampa, para preparar todo lo posible allí mismo, pues si iban a colocarla luego cerca de la casa, tal como decía smoralek o rashud, no podían perder tiempo, acurrucandose tras la barca, intentando no ser visto, puesto que nunca se sabía cuando un picacarne picaba carne mirando a los puercos, fue preparando los nudos para las trampas de cuerdas y pinchos cristales y lo que hiciera falta, para que a la hora de colocarlo fuera un instante y que no les diera tiempo a verles, todo al silvidito suave de "mi trampa me la robaron" todo un clásico carasapo a la hora de faenar trampitas.