Partida Rol por web

La expedición para expulsar a los piernas largas del Más Mejor Campo de Trufas del Mundo estaba formada por seis valientes... Como en los viejos tiempos, los gloriosos días de principios de semana, el grupo casi era calcado a los que expulsaron al ogro Papá Picacarne del valle:

-Cú-cú.

-Smoralek.

-Rashud.

-Klucky.

-Nord.

La única variación en la alineación era que ya no contaban con Slorb (tampoco es que hubiera sido de mucha ayuda durante el asalto a la granja). En su lugar contaban con alguien completamente nuevo cuyas aptitudes y pericias eran una incógnita: Slorba.

Avanzaron por las hierbas altas siguiendo a Nord, con su culito rosado y tambaleante meciéndose a izquierda y derecha en cada zancada. Ricos jamones. Pero después de un rato avanzando, casi una hora, Nord se encogió de miedo y dió marcha atrás diez pies, sin atreverse a continuar.

Oh, vamoz... tampoco puede zer tan terrible...

Apartando una cortina de plantas, Slorba encontró un palo. Un palo con uno de los extremos clavado en el suelo. Un palo con el otro de los extremos clavado en una cabeza de kóbold. Slorba se llevó el dorso de la patita a la frente y se desmayó. Y como nadie la cogió, cayó al suelo, y del choque se volvió a despertar y a poner en pie.

Ez algún tipo de advertencia... ¿Qué puede zignificar? Quizáz zea "prohibido loz kóboldz"... Quizáz quieran decirnoz que hay que ezperar doz horaz antez de bañarze... ¿Quién zabe?

La granja de Papá Picacarne también tenía cabezas de kóbolds en palos, en la entrada. Parece ser algún tipo de convención social ampliamente extendida fuera del valle, como la decoración navideña o los adornos del Día de Kurtulmak.

Alzando la mirada, a parte de un molesto sol que no dejaba ver muy bien, había un hilo de humo, pequeño, como el que dejaría una fogata.

- Grrrrrr... – Casi como si de un animal salvaje se tratara, un rugido leve comenzó a surgir de la boca de Smoralek… Apretó la manita garra cerrándola hasta convertirse en un puño.

- Esos malditos patazlargaz… - Su mirada al frente no se apartó de la cabeza de Kobold. – Pagarán por lo que han hecho. – Masculló.

Miró a Cú-cú y Rashud. - ¿Operación kobold-ninja? – Preguntó sin estar muy seguro de qué era eso… Pero seguro que por el buen entendimiento del Triunvirato cada uno sabría hacer su parte del plan. Alzó la garra haciendo un gesto como si fuera un comando y luego se agachó para acercarse un poco más a la granja… aprovechando la vegetación para mantenerse oculto. Quería espiar a esos patazlargaz.

Antes de avanzar más se giró y habló a Klucky:

- Tú, Slorba y Nord… esperad aquí hasta que recibáis nuestra señal. -  ¿Qué señal? Eso no lo dijo el ministro de las cosas pequeñas. Se giró y esperó a ver si Cú-cú y Rashud se mostraban de acuerdo con su plan para encaminarse hacia la granja procurando ocultarse.

Cú-cú vio dos cosas claras, una; que no debían contar con dos kobolds extra para cargar lo rapiñado, y dos; el mensaje de "disculpen señores kobolds si pasan de aquí recuerden no perder la cabeza", a lo mejor los dos que se habían ido con Nord estaban algo locos, en fin, que un piernas largas fuera quien les llamara locos no era muy agradable.

Si tenían que hacer trastadas a esos humanos, tendrían que acercarse, cú-cú miró a Nord - pchpch Nord traeme una trufa exploshia para "incluirla en la comida al fuego de losh piernachlargash", con shuerte no explotará y cuando coman y lesh arda la boca culparan al que no haya tenido tiempo a empezar a comer, y shi explota, nosh cargamosh parte de shu campamento y she pelearan entre ellosh juejuejue - susurraba por seguridad, no da necesario añadir peligro a una misión de espantapiernaslargas, bastante peligroso sería sabotearlos.

Rashud estaba bizqueando al levantar la mirada para discernir los rasgos de la cabeza kóbold empalada. Le escocían los ojos y además sentía la angustia de Mordisquitos, quien descansaba en un zurrón que cargaba el brujo.

-Odio la luz del sol... odio la luz.- Dijo entre dientes.- Pero odio aún más a los no-kóbolds.

Miró a un lado y a otro hasta que dió con el hilillo de humo serpenteante en el cielo.

-Si tienen una hoguera supongo que será por que se han instalado en un campamento. Sugiero ir hacia el campamento con el amparo de la oscuirdad, podremos espiarlos mejor en la oscuridad de la noche mientras están cegados por las llamas del fuego y nosotros permanezcamos en la espesura. Además, suelen holgazanear por la noche, quitarse armaduras y demás.

- Esperemos pues. - Replicó Smoralek intentando lanzar un último vistazo en dirección a la hoguera.

Odiaba a los patazlargaz...

El resto de la tarde transcurrió apacible, tumbados sobre la hierba con las mochilas haciendo de almohada... persiguiendo mariposas, o sus propias colas... tratando de mirar debajo de la falda de Slorba, sin llegar nunca a conseguirlo... Eran tiempos felices. Eran tiempos mejores. La edad de la inocencia, y todas esas mierdas nostálgicas que no se pueden comer ni quemar.

Pzzzt... el viento eztá cambiando. Tenemoz que movernoz, o noz olerán loz perroz.

El consejo del consejero Klucky fue bueno. Rodearon el campamento de los piernas largas y esperaron unos minutos más a que el sol, ¡maldito sol!, se terminase de ocultar. Puesta de sol, otra mierda nostálgica que no se puede comer ni quemar.

No podemoz ezperar máz, o noz perderemoz la cena.

Se acercaron por entre las hierbas altas. "Clack", Slorba pisó una ramita. "Clack", Klucky pisó una ramita. "Clack", Nord pisó una ramita... ¿Qué coño le pasaba a ese campito que tenía ramitas cada dos pulgadas? "Clack". Desde el campamento de los piernas largas se escuchó la voz de uno de ellos hablar en común. Cú-cú y Rashud lo entendieron como un "¿Quién anda ahí?". Smoralek, que no dominaba muy bien el común, lo interpretó como un "Tu madre está gorda, tan gorda que se comió a tu padre después de copular en la charca de apareamiento; además, tu madre es una puta, tan puta que después de comerse a tu padre volvió a la charca de apareamiento". Los piernas largas solo saben provocar.

Era la hora de actuar, pero desde su posición solo podían ver dos carros, con sus dos respectivos caballos de tiro... más un tercer caballo con silla de montar... más tres perros pequeños alrededor de la hoguera... más el humano piernaslargas que les había escuchado (y había insultado a la madre de Smoralek). El resto de piernaslargas debía de estar dentro de los carros.

- maldita shea shon demashiadosh piernashlargash - susurró. Una vez que dieran la alarma, sería imposible evitar que les atacaran en masa,... sabiendo eso solo podía pretender quitarse alguno de encima, con suerte los ronquidos de los de dentro del carromato más cercano cubrirían sus movimientos, al menos lo suficiente como para quitarse ese par de en medio.

- primero aceite, luego chichpa, y el fuego hará que el caballo come koboldsh se ashuchte y huya arrachtrando a dosh piernachlargash en llamash con el - susurrado eso, se movió sigilosamente hacia el carro y se ocultó lo mejor que pudo, impregnándolo lo máximo posible con su último frasco de aceite.

Esperando que el resto supieran esconderse también, o que el guardia le dejara un ligero margen de actuación.

Rashud se acercaba cual sombra hacia el campamento, acechando como el depredador que era, hasta que la incursión falló por las ramitas quebradizas, alertando su presencia en la zona... o la de alguien, por un momento le pasó por la cabeza atraer con un embuste al centinela, imitar el llanto de una niña o algo similar para que se apartara de la hoguera para ir en su busca. Pero entonces sintió las ganas de atacar de sus compañeros, y se percató de la intención de Cú-cú con el aceite... lo cual le recordó un objeto mágico que traía consigo y que le podría ir de perlas para hacer frente a un grupo numeroso de criaturas dormidas y desprevenidas. El collar de cuetas de fuego.

Los ojos del dracónico se dilataron de excitación imaginando el infierno que podía liberar en unos instatnes y escuchar los gritos de pánico de la gente con los sacos, mantas ardiendo y los chuchos en llamas aullando. 

Sin poderlo evitar, ni pretendiéndolo, tomó una de las cuentas y con mirada emocionada la arrojó hacia el centro del campamento. Y la noche se convirtió en infierno en un instante, las llamas se expandieron por los alrededores, engullendo las figuras durmientes e indefensas, prendiendo las telas y demás materiales inflamables. Poder, PODER, ¡PODER!

Smoralek comenzó a avanzar de forma furtiva hacia aquel guardia. La ira recorría su cuerpo tras recordar las cabezas de sus compatriotas kobolds - sí, compatriotas pues eran todos de la misma patria kobold seguro... todos descendientes de Kurtulmak. El caso es que Smoralek sólo tenía ojos para el guardia y para rajar su cuello con su rajaperros flamígero, que igual que rajaba perros podía rajar piernaz largaz.

Tan concentrado iba que no se percató hasta que pisó una enorme rama que se partió con fuerza provocando un sonoro CRACK.

Por suerte para Smoralek, sus compañeros reaccionaron con rapidez, y un infierno en vida se desató en medio de aquel campamento de piernaz largaz. Smoralek vio las lenguas de fuego recorriendo el lugar y se recreó en ellas, rajaperros en mano, esperando su momento. Siguió intentando permanecer oculto entre el follaje para asestar un golpe mortal al primer piernaz largaz que pasara por ahí cerca.

¡BADOOOOOOOOM!

Aquella era una visión hermosa de destrucción y cosas que arden...

Bueh, parece que ya podemoz ir a coger trufaz...

El fuego se disipó. Los tres perritos estaban hechos a la parrilla. Las llamas rompieron las riendas del caballo con silla de montar, que salió corriendo con graves quemaduras. Uno de los caballos de tiro, directamente murió. El tercer caballo de tiro, sujeto al carro que miraba al sur, estaba lo suficientemente lejos como para que las llamas no le alcanzasen. Los dos carros estaban ardiendo por uno de sus laterales, el que daba al centro del campamento.

¿Y el humano que vigilaba?

Su silueta se dibujaba con las llamas de fondo. Permanecía en pie, heroicamente vivo, tras haberse refugiado de la explosión tras el tronco que usaba como asiento. Su rápida evasión le libró de tener ni una sola quemadura. Aquel hombre lo había perdido todo... menos las ganas de venganza. Y esta vez era algo personal...

¡Oh, qué hombre! ¡Hace que te palpite fuertemente el pecho!

Se había ganado la admiración de Slorba, que permaneció en las hierbas altas esperando que el piernaslargas... y qué piernas... derrotase a los kóbolds para poder casarse con ella. O con él sin peluca.

De los carros en llamas salieron otros tres hombres. Se disponían a dormir justo en ese instante, y ni siquiera habían tenido tiempo de quitarse sus armaduras de cuero tachonado, así que estaban perfectamente pertrechados para el combate.

El hombre que había enamorado a Slorba y uno de los que salieron, escucharon ruidos debajo del carro, posiblemente de Cú-cú haciendo pedorretas. Usaron espadas cortas para tantear los bajos del carromato, hasta que uno de ellos logró clavársela a Cú-cú en el lugar en el que la espalda se convierte en cucu.

El tercer hombre, espada corta en mano, aprovechó para coger de su cinto un frasco de algo líquido burbujeante.

Del carro que miraba al este, salió otro hombre con cimitarra, pero como salió por la puertecilla de detrás, solo se dedicó a acercarse. Por supuesto, también con espada corta. Si es que a estos humanos parecen que los hacen con moldes, qué poca originalidad.

Por último actuó el caballo, ya que Smoralek, Nord y Klucky no tuvieron el valor de poner ni una sola patita fuera de las hierbas altas. El carro estaba ardiendo mucho, en parte por la bola de fuego de Rashud, en parte por el aceite arrojado por Cú-cú. Eso le asustaba, no tanto como las arañas o los payasos, pero sí lo suficiente para echar a trotar. Las ruedas del carro giraron, desplazando el vehículo hacia el sur, y desvelando la presencia de Cú-cú.

- AYAYAYAYYY - ¿pero que hacía ese piernas largas? Si se descuida le matan. Que manera era esa de tratar a un trirey de trireyes.

Sujetando con fuerza su pequeña maza intentó arrear a uno de los humanos, pero además de maleducados contra la realeza eran escurridizos. Tras su ataque aprovechó la poca movilidad que creyó que evitaría que le pudieran atacar de nuevo, y se preparó para intentar evadir los próximos ataques.

Si Kurtulmak le veía, esperaba que le ayudara - mierda, echtosh shon hechicerosh como yo, shaben donde pegan, o tienen mucha potra. criticó el kobold sin poder evitar sujetar un instante su herida.

La escena se iluminó por los cálidos tonos de las llamas que devoraban las carretas, mantas y los chuchos. Y en esta escena había más vida de la que había esperado encotnrar Rashud, el centinela que los detectara más todos esos asesinos de kóbolds indefensos. Tendrían que ensuciarse las manos. En fin... lo que tiene que hacer un jefe por sus siervos.

-Smoralek, ayuda a Cú-cú, entretendré a esos garrulos.- Dijo lanzando una rayo mortal al patas largas del medio, antes de ascender prodigiosamente por el tronco de un árbol.

Una deflagración arcana alcanzó el rostro del humano, pero más que dañina fue insolente, insultante, como un azote de guantes en la mejilla para retarlo.

Smoralek se recreó demasiado tiempo en el fuego purificador. Le encantaba que se quemaran cosas, y si eran pataz largaz mejor que mejor.

Pero entonces en medio de aquel precioso caos escuchó un grito. Sus ojos se dirigieron al origen del sonido y vio cómo aquellos asquerosos rodeaban a Cú-cú y le pinchaban con sus armas.

Lanzando un grito salvaje, Smoralek se situó a espaldas de uno de aquellos pataz largaz y le golpeó con todas sus fuerzas con su rajaperros ardiente. Él llevaría más fuego purificador a aquellos enemigos de su tribu.

- ¡Dejadle en paz! – Gritó enfurecido mientras golpeaba.

El ataque a traición por la espalda de Smoralek acabó con el tercer humano. El primero, el humano guay, el que sobrevivió a una bola de fuego como si nada, estaba a punto de ir a rematar a Cú-cú, pero entonces vió algo a las espaldas de Smoralek que le hizo cambiar de idea. Smoralek vió que el cuarto humano se dirigía a su espalda para tratar de flanquearle, y reaccionó bien defendiéndose del primer y el cuarto humano.

En cuanto al humano número dos, había visto la trayectoria del rayo de la muerte que le alcanzó, y había visto a Rashud trepar por un tronco hasta la copa. Así que ni corto ni perezoso, abrió el frasco... le puso un pañuelo... encendió una ramita yesquera... prendió al pañuelo empapado en el alcohol del frasco... y ¡ZAS! Lo arrojó a la copa del árbol. El cóctel molotov alcanzó a Rashud de lleno. El kóbold y todo el árbol en general empezaron a arder. Las salpicaduras llameantes calleron a los pies del árbol, asustando a Klucky.

Uy, uy, uy, uy... la coza eztá que arde. Mejor me doy el piro.

Nord miró fijamente a Slorba, como queriendo decir "Oink, tranquila cariño, yo iré tras él y me ocuparé de que Klucky regrese sano y salvo". El cerdito se fue tras el druida porrero. En cuanto a Slorba, era ligeramente más valiente que Slorb, así que se puso a intentar pinchar con una lanza idéntica a la de Slorb al cuarto humano. Lamentablemente para el bando kóbold, Slorba era ligeramente más inútil que Slorb en combate.

Cú-cú, entre ofendido y agradecido, ofendido por que el humano traidor se fuera a por Smoralek, agradecido de no recibir otro golpetazo como el anterior, pero ahora el que estaba en apuros era su Tricompi, ¿tri por tener tres cuernos o algo así? Y compi porque shinpi"el" no molaría un pelo.

Dio unas zancadas y dispuesto a devolverle el golpe furtivo, golpeó con todas sus fuerzas. Sin duda no iba a permitir, que alguien demostrara ser mejor mago de pillar por la espalda que el. Iba a vengar la muerte de klucky y Nord el chillón, a los que no veía por ningún lado, y con tanto fuego, quedaba claro que se los habían comido, y ¡joder! a que velocidad...

El brujo intentó apagar las llamas que le lamían la piel, pero por instinto lo hizo sin usar las dos manos, para mantener la presa sobre las ramas, a pesar de que podía aferrarse a ellas con las piernas, eso hizo que perdiera el tiempo sin lograr de apagar las llamas antes de que estas le hirieran más.

Smoralek comprobó cómo su distracción hacía que los pataz largaz no se fijaran en Cú-cú, que aprovechó su astucia kobold para apuñalar por la espalda a uno de los patilargoz. Smoralek sonrió, si es que con una cara lagartuna se podía llamar a esa mueca sonreir. Y luego giró para hacer frente a otro de los patilargoz y tratar de golpearle con su rajaperros.

Si lo abatía, ya sólo quedaría el que amenazaba a Rashud. El poder del Triunvirato prevalecería….

- ¡Muhahahahahaha! – La carcajada maligna resonó mientras Smoralek pensaba si se habría reído en voz alta, o si sólo lo había pensado.

Finalmente, las llamas de Rashud se extinguieron. Más que nada porque estaba empezando a sudar como un mamífero, y el agua de sudor apaga el fuego, no porque sus pobres intentos de sofocar el incendio prosperasen. Sin embargo, el árbol no sudaba, y seguía ardiendo, con lo que era conveniente bajarse cuanto antes.

Cuando Cú-cú mató al humano intrépido guay esquiva-bolas-de-fuego, los que quedaban no tenían forma de flanquear a ningún kóbold. En eso tuvo mucho que ver la intervención de Slorba, que aunque fuese tan inútil en combate como Slorb o Slorbo (sin tener nada que ver con ninguno de ellos, por supuesto), se había colocado espalda con espalda con Smoralek, sin dejar hueco para ataques furtivos y traicioneros.

¡Oh, sálvame! ¡Sálvame, poderoso Smoralek!-dijo con una voz más aguda que Slorb o Slorbo, demostrando que no se trataba ni de Slorb ni de Slorbo.

Sin embargo, dada la incapacidad de Slorba en combate, y debido a que los humanos querían el bonito rajaperros de filo flamígero, los bandidos centraron sus ataques en reducir a Smoralek. Concretamente, en reducir su escudo. Por lo que sea, las espadas cortas de los piernaslargas no lograban hacer sangrar el escudo del Ministro de las Cosas Pequeñas.

Los piernas largas tenian las piernas más largas de lo esperado, pero no importaba, corriendo en forma de L pero "parriba" el palo horizontal, o en forma de T, pero sin la parte izquierda del palo igual posicionado que antes, fue a flanquear al segundo humano, que sabía que era el dos porque desde los cielos kurtulmak se lo dijo, o creyó oírlo, quien sabe si era cosa de tener los primeros delirios de dolor, la cosa era que quedaba como más lejos de slorba, que bien podría ser la madre de slorbo, pues se notaba que era Rusia de bote, canosa, aunque no tenía ni idea de lo que eso significaba.

Mamporrazo en forma curva, como si una maza cayera desde arriba, pero eso no estaba bien dirigido, utilizó su maza como si fuera una cachiporra o algo, pues en vez de una caída fuerte, fue una caída suave cita y fácil de esquivar, aunque el diría no querer quitar el protagonismo a sus compañeros, después de todo, no era plan de acaparar piernas largas, que por culpa de no tener cola su maza había pasado entre medio.

- ¿dechde cuando losh pirnachlargash no tienen cola? - a él su mamá le enseñó que vivían en los a árboles y comían unas frutas largas y amarillas, con motitas,... ¿podía un trijefazo equivocarse de raza?

Rashud, viendo la situación complicada lanzó una nueva descarga arcana contra uno de los humanos, más por despacho que por convicción y todo seguido descendió del árbol antes de sufrir más quemaduras.

Malditos Piernaz Largaz, eso no tendría que habér ido así, tendrían que haber caído todos como teas ardientes a la primera...