Partida Rol por web

Flame y Alice iban corriendo a la misma altura, pero después de cruzar un par de salas llegaron a un túnel oscuro y tuvieron que reducir la velocidad. Se guiaron poniendo la mano en la pared al avanzar. Pronto fueron alcanzados por Tybalt y Uweya, por lo menos eran sus voces. Con los dos horribles humanoides como lazarillos, no tardaron en encontrar una salida. Se trataba de una boca de alcantarillado que salía de la muralla exterior de Li'Huriek y goteaba agua infecta cerca de una de las plataformas elevadoras.

De nuevo bajo el prisma de las luces mágicas de la ciudad, las dos humanas percibieron en Uweya un baile de san vito cuyo tembleque trató de controlar.

Ahora os voy a llevar a ver a vuestros amigos-dijo a Alice y Flame-. Luego quizás podramos encontrar algo de equiipo para vosotros dos. Tenemos un plan para abandonar este plano, y Tybalt puede que quiera ayudarnos...

Callejearon por entre las casas-concha y llegaron hasta una montaña de basura apoyada en el muro exterior un par de manzanas más a la izquierda. La Githzerai movió un palé que estaba inclinado sobre la cuesta de desperdicios, mostrando un tunel excavado en la mugre, por el que había que gatear. Allí, mientras avanzaban a cuatro patas, escucharon la voz irritante de la sabelotodo Becky...

Por última vez: el conjuro de disfraz solo sirve para uno mismo. Os puedo hacer pergaminos, pero estamos muy escasos de materiales. ¡Flame!-Becky giró la cabeza hacia el túnel bajo el montón de basura para ver a la chica dragón gatear vestida con una humilde túnica-¡Alice!

Cierto. Contra todo pronóstico, tras Flame llegó la pelirroja, a pesar de que Tremens seguía teniendo su cabeza en la mochila. Bueno, la nueva Alice también tenía una cabeza sobre los hombros. Era todo muy extraño.

¿Artho polimorfado?

El humanoide de la tez roja y los cuernos diabólicos entró justo detrás de Alice. Y después, Uweya. Los cuatro buscaron un sitio en el que sentarse, bajo el viejo toldo raído cuyos agujeros filtraban algo de luz. Estaban en un pequeño habitáculo entre las paredes de dos casas-concha, el montón de basura y la pared del muro de la ciudad.

Dentro, todos les miraban: Becky, Aire, el osito de peluche Aristóteles, Fosco, Leiath, Onfale, el camaleón Perezoso, Tremens... pero Alice no ve a Hollín por ninguna parte.

Tremens no pudo evitar dar un respingo al ver aparecer a Alice. Siendo muy consciente de lo que tenía en la mochila. Miró sorprendido como iban entrando, una a una, las chicas y aquel ser de piel roja. Como un resorte el bribón se puso de cuclillas, despegando la espalda de la pared, y con una mano en la empuñadura de su espada.

- ¿Y tú eres?

- ¿Qué está pasando aquí?- Menudo recibimiento se llevaban los recién llegados por parte de sus antiguos compañeros. Si no tuviera la cabeza embotada quizá podría entender qué es lo que sucedía, pero el perfumista no se encontraba en su mejor momento.- ¿Cómo demonios...- Se le entrecortaron las palabras tal era la impresión que se había llevado al ver a Alice. Él mismo le había quitado la bella diadema de su cabeza muerta y recordaba sus ojos inertes de mirada perdida y su pelo rojo  manchad de sangre coagulada. Pero no acababa ahí todo. Un nuevo extraño venía con ellos.- Me alegro de veros pero...

¿Artho polimorfado? Como mucho el verdadero aspecto de Artho diría yo, pero no puede ser. Tiene que ser otro.

¿Hola? Pregunto con cierta incertidumbre la maga, al ver que alguno de sus compañeros la miraban con ojos como platos. ¿Qué ha pasado? Dijo mientras miraba a un lado y a otro tratando de encontrar el origen del miedo de sus compañeros. Alice no se daba cuenta que el origen de su incredulidad era ella, y para colmo de males, su mente no estaba lo suficientemente lucida para explicar que le había pasado aun no se había recuperada del anterior susto.

¿Hollín? Estáis todos menos Hollín, ¿Dónde se ha metido ese asqueroso cuervo? No lo habréis usado para hacer una barbacoa, al ver que yo no regresaba.

Al ver la reacción de la pelirroja... Tremens mira a Uweya con un claro gesto de interrogación en sus ojos. Mientras su mano libre va hacia un bolsillo del morral y tantea algo en su interior.

¿Será posible que me la mangara mientras descansé?

- Por las barbas de mi santa madre! Qué demonios?!

Leiath saltó como por un resorte al ver la comitiva que acompañaba a la esperada Flame. Alice? Otra criatura extraña de ese plano?

Cómo era posible que Alice estuviese viva? Estaba viva?

La bruja no sabía muy bien si alzar su símbolo sagrado y expulsar a aquellos seres salidos de ultratumba o primero asegurarse de que no eran no-muertos. Al final la razón la llevó a hacer lo segundo.

Alice? Eres tú? - se acercó inmediatamente a su amiga y la tomó las constantes vitales.

- No dejéis que vea su propia cabeza.- Les dijo a sus compañeros. Alice no parecí amuy consciente de lo que había pasado. Ver su cabeza amoratada y pálida por la falta de sangre podía suponerle un shock tremendo.Se interpuso en el camino de la maga de fuego.- ¿No lo recuerdas? Nos atacaron unos abrianes.- No hacía falta decir que ellos atacaron primero. Cuanto antes olvidaran su gran metedura de pata mejor.- Pensábamos que habías muerto.- Si alguien tenía que darle la mala noticia no le importaba ser él. Esa mujer casi acababa con su vida dos veces.- Hollín salió volando cuando sucedió. Nunca más regresó. Pero quizás ahora...

Por suerte para Tybalt, Uweya supo ver su utilidad en el plan que tenía pensado llevar a cabo. Por fin, tras una vida de espera, su oportunidad se había presentado y por nada del mundo la desaprovecharía. Irónicamente, su largo periodo de esclavitud y servidumbre sería una herramienta relevante para poder alcanzar su libertad.

Tras reunirse con las dos mujeres, la Githzerai los guió hasta otro grupo que parecían tener alguna relación con ellas. Tybalt observó al grupo de humanos discutir sobre algún asunto que ignoraba. Tampoco prestó mucha atención a las reacciones al confundirlo con el que supuso que sería el otro humano que quedó en la guarida de su amo. Tan solo cuando uno de ellos hizo el ademán de desenvainar su arma fue que el semiinfernal habló. -No cometas ninguna tontería, humano.- Dijo con un tono frío y cargado de desdén. No era nada personal, pero en aquella ciudad casi todo era susceptible de ser usado como mercancía. Y los humanos no eran una excepción. -Aquel con el que me confundís está fuera de toda salvación. Mi amo estará degustando su alma en estos momentos. La Githzerai tan solo pudo comprar la libertad de las dos mujeres, si no hubiesen corrido el mismo destino.- Tybalt estudió con la mirada al variopinto grupo. Por un momento dudó del éxito de su huída, pero confiaba en los conocimientos de Uweya para alcanzar su objetivo. -Mi nombre es Tybalt y soy... era un esclavo del temido Horror Diletante.- Reveló por fin al pintoresco grupo. -Tengo entendido que tenéis la intención de abandonar este plano. Y eso es algo que me interesa y en lo que yo os puedo ser de gran utilidad para no morir en el intento.- Añadió esbozando una sonrisa que acentuaba sus facciones dándole un aire un tanto tétrico en conjunto con su tez roja. Después de mucho tiempo, Tybalt se podía permitir sonreír ante las expectativas. No habían garantías, por supuesto, pero jamás había una oportunidad así.

Aire aplaudió cuando Flame entró. Quiso ir a abrazarla, de hecho hizo el amago... Pero rápidamente retrocedió. Flame le daba un poco de miedo, a pesar de ser tía de Fosco y, por tanto, también era parte de su familia. Abrió más la boca cuando Alice apareció y se quedó señalándola con el dedo.

¡Es una fantasma! ¡AAAAAAH! ¡Viene a comernos y a quitarnos los ojos! ¡Aristóteles, no mirés! ¡Si la miras a los ojos seguro que empieza por tí! ¡AAAAAH!

La muchacha estaba paralizada, pero la parálisis se le pasó al ver a Tybalt. Si Aire tenía un pequeño trastorno, eso no haría otra cosa que empeorarlo

¡Oh, por Hala, por Hala! ¡Y se ha traído un bicho del infierno! Se abrazó las piernas, y empezó a tambalearse de un lado a otro Vamos a morir, vamos a morir, vamos a morir...

Flame miró confusa hacia atrás. No había rastro de Artho, aunque tampoco le importaba. Por alguna razón no había terminado de encajar con aquel hombre, y le recordaba a un antiguo encapuchado que perdieron bajo el ataque de los hombres lobo. Ahora tenían un nuevo compañero, cuya apariencia podría trastornar a muchos de los presentes, aunque saber que parte de él era humano, podría ser un consuelo para todos.

Pero lo que verdaderamente le dejó confusa fue la razón por la que todos se sorprendían al ver a Alice, pero nadie lo hacía al verla a ella. ¿De qué narices estais hablando? Dijo sin comprender. Alice está tan viva, como yo. O tan muerta, no me ha quedado muy claro. Pero por lo último que sé, y por lo que he sentido al ver a aquel horror que se ha debido de llevar a Artho, es que estamos muy vivas. Ahora que os veo me doy cuenta de que todo sigue igual que como lo dejamos, aunque yo me siento mucho más débil. Ya no soy tan poderosa como antes y me he dado cuenta de que no soy tan fuerte como creía. No fui capaz de acabar con esos abrianes, y gracias a esta desconocida, dijo señalando a Uweya, hemos vuelto a la vida los tres, Artho también.

Luego está él, dijo señalando al medio demonio, ¿o medio diablo? él parecía trabajar con Uweya, porque fue quien nos trajo esta andrajosa túnica, luego se dio cuenta de que quizá ellos podrían tener a Ayash. Su corazón empezó a palpitar a gran velocidad pensando en su espadón, su coraza y aquel majestuoso colmillo que había encontrado en el desierto. ¿Alguno fue capaz de recoger a Ayash y parte de mi equipo? ¡Me he quedado sin nada! Y entonces le vino a la mente los objetos de sus amigos que había visto en aquella bolsa. ¿Y por qué le disteis a Uweya parte de vuestro tesoro? Dijo directamente a Fosco y a Onfale. La he visto llevar un montón de cosas vuestras y dárselas al Horror que se llevó a Artho, me hubiera quedado a recuperarlas, pero no quería dejar a Alice sola otra vez, no sabía hacia dónde huía... ¡Si llego a saber que se hubiera reencontrado con vosotros, me hubiera encargado de recuperar la bolsa de Uweya!

Finalmente miró a la extraña mujer,  y al medio demonio ayudante, ¿y por cierto, qué era esa criatura y qué hacíais vosotros con sus objetos? Y sobre todo, ¿por qué parecía que se los estuvierais dando para comer?

Tremens encontró la cabeza justo dónde la dejó. Si se puede resucitar a Alice solo con su cabeza, igualmente se la puede revivir teniendo solo el resto del cuerpo. Uweya, por su parte, temblaba más que cuando se marchó del basurero con el mechón de pelo de Flame. No estaba en condiciones físicas óptimas para soportar otro trato ventajoso con su contacto, con lo que cualquier cosa comprada en tienda a partir de ahora debería lograrse revendiendo equipo a mitad de precio.

Decidle a la chica del osito que no vuelva a gritar, o atraerá el oído de los demonios de la calle-Uweya se quitó la mochila y vació el contenido en tierra-. Las vueltas.

Entre los objetos que no fueron finalmente utilizados para la resurrección estaban la espada de Tremens, la varita de proyectil mágico de Leiath, ciento veintitrés piezas de oro y cuatro pergaminos: el de desviar flechas de Onfale, un pergamino de dormir y dos pergaminos de escudo de Leiath.

Hubo un cambio de planes. Mientras vosotros decidíais qué vida era la más valiosa para resucitar, una bestia compró los cadáveres de vuestros compañeros y los resucitó por su cuenta. El cuerpo de Flame, entero como estaba, solo necesitó de un diamante pequeño para regresar a la vida. No había tiempo para volver a consultaros, así que tuve que decidir entre pagar por otra vida más o volver con Flame y la mayor parte de los objetos que me disteis para el pago. Espero haber interpretado correctamente vuestros deseos. Si tan solo hubiéseis alcanzado los veintidos mil para dos resurrecciones, podría haber traído también a ese Artho vuestro.

Las pupilas de Alice dilataron durante una centésima de segundo. ¿Habían elegido a Flame antes que a ella? ¿Tan poco vale su vida, menos que la insulsa y ordinaria Flame? ¿De verdad Hollín salió volando o se lo han comido?

En cuanto al tiflin... Recordé vuestro debate. Queríais de vuelta a Flame porque necesitábais músculo. Ahora tenemos a Flame y a Tybalt.

Las pupilas de Flame dilataron durante una centésima de segundo. ¿La escogieron por ser un mero saco de músculos? ¿Es que lo que hay en el interior no importa? ¿No existe la amistad? ¿No eran suficientes todas las vivencias y risas que pasaron juntos? Era obvio que no. Esto reafirmaba las tesis del pensamiento filosófico de Flame: lo único que importa es ser fuerte.

La maga permitió que la bruja le tomara las constantes vitales, ¿Qué era lo que estaba pasando? Había muerto y ahora volvía a estar viva, pero sus compañeros no habían querido resucitarla a ella, habían preferido resucitar a Flame.  ¿Entonces sigo viva porque el monstruo decidió comerse a Artho? Menuda desilusión: sus compañeros no la querían resucitar, Hollin la había abandonado, no tenia su libro de conjuros y para colmo de males, un monstruo infernal salido de la más profunda oscuridad prefería comerse a otro humano antes que a ella. Todo ello fue otro golpe más a la moral ya tocada de la maga, que solo pudo sentarse y comenzar a sollozar.

Pero las lágrimas no iban a solucionar nada, en su mente seguía la imagen de la adivina, ella era la causante de todo: ella la había enviado a ese plano infernal donde había muerto y resucitado, donde se había visto obligada a pactar con demonios, donde habían muerto sus dos caballos y Rufus ¡Esa maldita vistani pagara todo lo que me ha hecho! Pero para luchar contra ella tenía que recuperar su libro y aumentar su poder mágico, la adivina había demostrado ser un rival muy duro. ¡Hollin, ven te necesito! Dijo con la voz quebrada por las lágrimas

Onfale se acercó a Alice y le pegó una bofetada. Sus manos delicadas apenas hacían daño pero picaban. Su voz, un leve susurro pero gélido como el hielo, mostraba un hombre con la sangre suficientemente fría como para tomar las riendas de aquella alocada situación.

- No levantéis la voz, joder.- Dijo también mirando a Aire.-¿Crees que nos hace gracia lo que ha pasado? Date con un canto en los dientes por estar viva. Usarás mi libro de conjuros para estudiarlos.- Era una orden. No dejaba lugar a réplica a la maga pelirroja. Suficiente tenía él con que la maga que había intentado matarlo y que, por otro lado, despreciaba su magia, pusiera sus sucias manos en su adorado libro de conjuros. Para que ella estuviera ahí viva había tenido que dar sus preciados objetos. ¿Así se lo agradecían? Recogió los objetos sobrantes de manos de Uweya.- Muchas gracias por todo. - Ahora estaba allí Flame y había que explicarle que todo estaba perdido. -Flame, estas sin nada. Parte del dinero que hemos reunido entre todos será para equiparte. Es lo que hay. Ayash está perdido, como Hollín. - Trató de explicar de nuevo lo que habían tenido que hacer.- Uweya nos salvó al traernos aquí. Nos ofreció la resurrección a cambio de pagar una cantidad bastante ventajosa. Pensábamos que sólo podríamos recuperar a uno. Es una alegría veros a las dos. El trato era que a cambio tendremos que ayudarla a recuperar un medallón. Un medallón que, por cierto, podría sacarnos de aquí.

Tybalt observaba la situación como un observador en segundo plano con una expresión de ligera incredulidad en su rostro. Una de las mujeres que ya estaban allí se puso a gritar nada más verlo aun a riesgo de llamar la atención de algún merodeador. La pelirroja que su amo había revivido no parecía haber comprendido muy bien la situación de la que se había librado para la luego ponerse a gimotear por alguna clase de mascota y ser abofeteada por ello. Y, por último, la otra resucitada, la del punto en la frente, se pensaba que la Githzerai era su ama... El tiflin comenzaba a arrepentirse de la decisión que había tomado, aunque no podía evitar cierta curiosidad por saber qué otras sorpresas aguardaban en aquel grupo de desequilibrados.

Tan solo el hombre que trató de devolver a sus cabales a la pelirroja y la otra mujer del grupo parecían lo suficientemente sensatos. Así que en ese mismo instante decidió que se limitaría a dirigirse a ellos a menos que fuese absolutamente necesario. Quizás el hombre que mostró la precaución de defenderse cuando Tybalt a pareció también debía ser tenido en cuenta, tan solo por el hecho de que su instinto de supervivencia no estaba dañado. Pero todavía tenía que asegurarse.

Entonces, el andrógino humano habló por fin de algo que tenía que ver con la huída de este plano. Tybalt mostró su interés por el tema y escuchó con atención. -¿Y dónde se encuentra ese medallón ahora mismo?- Preguntó a la Githzerai. Recordó la vez anterior que la vio y temió tan solo por la posibilidad de conocer el lugar del que deberían recuperar aquel objeto.

Por la gracia de Hala! Habían conseguido dos por uno!

Pese a la situación extrema en la que se encontraban, la jóven bruja estaba alegre; solo habían perdido a uno de los tres que habían caído.

- Tranquila Alice, Hollín estaba con vida, quizás consigamos encontrarle o él nos encuentre a nosotros. No pierdas la esperanza!

Miró de arriba a abajo al ser con cuernos. No le gustaba nada la pinta que tenía, pero no se podía juzgar un libro por la portada. Habría que darle una oportunidad, como a todos. Como a aquel maldito zombie sarnoso... Ójala se lo volvieran a encontrar, asi podrían darle el descanso eterno que se merecía.

- Bienvenido a nuestro pequeño grupo. Tybalt, verdad? Yo soy Leiath, bruja de la diosa Hala. Encantada.

Aire admiró por unos momentos a Onfale. ¡Había conseguido golpear a un fantasma! Mejor aún, ¡al fantasma de Flame! Pero unas palabras de Aristóteles le avisaron de lo que pasaba. Las habían revivido.

Y, muy lejos de alegrarse, se puso triste. ¡Era mucho más divertido si fuesen fantasmas! Le encantaría haber probado si podían atravesar paredes, flotar...

Pero no, le habían roto la ilusión. Puso morritos y se abrazó de nuevo a Aristóteles.

Oh, pues que rollo... A mi me gustaría que fuérais fantasmas.

Flame abrió los ojos todo lo que pudo. ¿Qué? No estaba enfadado con sus compañeros, eso estaba claro. Flame tenía claro porque estaba allí, y ella sabía porque todos ellos estaban junto a ella. Las vivencias y las supuestas risas nunca serían suficientes. Quizá sintiera algo más hacia Alice, al fin y al cabo le salvó la vida. Y ahora estaría en deuda con ellos por resucitarla, aunque ellos estaban vivos gracias a que ella había hecho frente a los abrianes. El grito de Flame vino por otra razón, no por esa.

La guerrera se llevó instintivamente la mano derecha hacia su cadera izquierda, iba a desenfundar a Ayash para clavárselo a la mentirosa de Uweya. Aquella mujer, o lo que fuera, los había estado engañando a todos. El brillo de su escama se tornó rojizo, reflejándolo sobre la piel de todos sus compañeros, salvo el tiflin del que aún no se fiaba. Pero cuando se dio cuenta de que no tenía ningún arma con la que atacar, simplemente siguió hablando mientras miraba a Uweya con cara de enfado. Si Flame hubiera sido una bárbara, habría entrado en frenesí en ese momento.

¿Qué cojones os ha contado esta cosa? Dijo mirando muy enfadada a Uweya. Para cuando llegó con vuestros objetos, los tres estábamos ya más que vivos, incluído Artho. ¡Los tres! Miró a Alice que estaba como una idiota gimoteando y preocupándose por vanalidades que ahora no venían al caso. Tú, rubia, espabila. ¿No te estás dando cuenta lo que están contando? ¡Os ha engañado! Dijo mientras salía hacia ella para apresarla.

¡Ha usado vuestros objetos para dárselos de comer a un demonio horrible que se nos apareció allí! Alice salió por patas al verlo. Artho se quedó paralizado y yo... bueno, yo fui la única que más o menos mantuve el tipo. Salí en busca de Alice, porque pensaba que estaría en un lugar más peligroso. Es más, dijo mirando a Uweya de nuevo, ella me dijo que la siguiera, que estaría en peligro si no lo hiciera. ¡Nos ha mentido desde el momento en que la vimos!

Es posible que nos haya resucitado de forma altruista, pero si no hubierais pagado, hubiéramos resucitado igual. Creo que nos necesita para algo y ese medallón debe ser parte de todo esto.

¡Habla, joder! Dijo alterada pero sin querer levantar la voz para que no fuera peligroso. ¿Qué es lo que estás tramando? ¡Y deja de engañarnos!

Tybalt esperaba impaciente la respuesta de Uweya. Pero la explosión de Flame lo alarmó por completo en cuanto su discurso, cada vez más encedido, se tornó en violencia física hacia la persona que podría conseguirle la libertad. El Tiflin reaccionó lo más rápido que pudo, pero la mujer ya se había abalanzado sobre la Githzerai exigiéndole una explicación por lo que ella creía una estafa. -¡Humana estúpida! ¿Es que acaso no ves el cruel destino del que os habéis librado tu compañera y tú?- Exclamó furioso a la vez que trataba de apartar a la guerrera de Uweya. No podía permitir que su oportunidad de ser el dueño de su propia vida peligrase.

La expresión de Tybalt mostraba un evidente enfado pero en ningún momento hizo más que forcejear con Flame para quitarla de encima de la Githzerai. -El monstruo que tu mencionas era mi amo y el ser al que pertenecíais antes de que compraran vuestra libertad.- Explicó tratando de calmar los ánimos de la mujer. -Fuera cual fuese el trato que hizo con tus compañeros, la mujer Githzerai ha pagado con algo más que objetos. Ha entregado parte de su alma para cerrar la transacción.- Puntualizó esperando que comprendiesen de una vez por todas lo sucedido. El posicionamiento de Tybalt estaba claro. Uweya suponía libertad para el tiflin. Suponía una vida, un futuro. 

Almenos estaba claro que esa era 'su' Flame. Tan impetuosa como siempre aunque en este caso le iba a meter en un buen lio si seguía haciendo daño a Uweya.

Leiath agarró del antebrazo a la guerrera con toda la fuerza que tenía (que no era mucha). La cara de la bruja expresaba su total enfado.

Flame, suelta a Uweya, ya - intentaba hablar con calma para no subir la voz y no atraer visitantes indeseables, pero se notaba en su tono qque no estaba nada contenta- Esta señora ha cumplido con su parte del trato a la perfección y si no fuese por ella ahora estarías... mejor muerta. Sueltala y cálmate.

Leiath no soltó el brazo de Flame, si alguien tenía que llevarse un golpe de la impetuosa mujer, mejor ella que la Githzerai.