Partida Rol por web

La cabellera roja de Alice flotaba en el agua como los rayos de sol. Su cara estaba pálida, sus ojos dormidos, sus labios relajados en total calma. Sumergida, todos sus problemas habían desaparecido. Y entonces abrió los ojos y exhaló unas burbujas de respiración, y todo pasó a ser desasosiego y pánico. Sus extremidades adormecidas agitaban el agua intentando en vano que su cuerpo desnudo llegase a la superficie, al oxígeno.

Fueron segundos que parecieron horas, con una sensación de estar ahogándose que se interrumpió derrepente, cuando unos brazos la incorporaron en el estanque y el aire empezó a entrar a borbotones, en suspiros breves y violentos, para llenar de nuevo sus pulmones.

Tranquila... Ya pasó... Trata de respirar despacio.

No podía tranquilizarse. La voz que le hablaba era femenina, pero la emitía un humanoide horrendo de piel moteada. Cuando Alice giró la cabeza, asqueada, vió otras dos piscinas paralelas a la suya. De cada una de ellas, los cuerpos también desnudos de Flame y Artho sobresalían del nivel del agua, tosiendo y vomitando desde el borde a las baldosas del suelo.

Me llamo Uweya. Estás a salvo. Estás bien. Estás viva.

No había ni rastro de bárbaros extraplanares, ni de orugas aberrantes con tentáculos, ni de avestruces mercaderes de objetos mágicos. Tampoco Hollín estaba con ella. Trató de localizarlo con la mente, a través del vínculo entre un mago y su mascota, pero fue en vano. Quizás Hollín estuviese muerto.

Entonces le sobrevino la náusea, y el vómito le subió por la garganta como les había pasado a sus otros dos compañeros a medida que se fueron despertando.

Flame abrió los ojos sorprendida. Lo último que recordaba era estar luchando contra un avestruz gigantesca, y haber muerto bajo el ataque de ella y sus polluelos. No podía creerse que sus compañeros hubieran sido tan tontos de haberse dejado matar. Aunque allí solo estaba Alice y el otro hombre con el que aún no había entablado conversación.

Al menos seguía junto a su rescatadora. Había hecho todo lo posible porque no la perdieran, y había tratado de protegerles, pero no hubo forma. Había fracasado, y un fracaso como tal solo significaba eso. La muerte, la más absoluta muerte, aunque aquello no tenía nada que ver con lo que se imaginaba.

No creía en dioses, ni tampoco en un después de la muerte. Quizá había aprendido en los poderes de Hala, ya que había visto los milagros que hacía Leiath, gracias a los dones que le otorgaba. Pero desde luego que lo que no se esperaba era un lugar como ése. Y sin duda, no era el cielo, porque si hubiera sido el paraíso, conservaría su ropa, y especialmente a Ayash. Pero no había nada de sus pertenencias por ningún lado. Después vio que estaba completamente desnuda, pero comprendió que ahora que estaba muerta, todos aquellos tapujos no servían para nada.

Todo era felicidad, ya no había dolor, solo paz y tranquilidad, no tenia que preocuparse de nada. Pero… unas fuerzas empezaron a tirar de sus parpados, no quería abrir los ojos, sabía que si los abría dejaría de sentir “la abrumadora felicidad de la muerte”. Pero abrió los ojos.

La boca se le lleno de “agua” y empezó a boquear como un pez fuera del agua. El dolor volvió a recorrer todo su cuerpo. No recordaba que había pasado, no reconocía donde estaba, solo se acordaba de imágenes sueltas: los viscosos tentáculos, el hacha del bárbaro y una maldición contra una gitana.

Cogió aire y grito, pero su voz sonó ahogada. ¿Dónde estoy? Tuvo que coger aire antes de pronunciar la siguiente frase ¿Quién eres? Dijo mirando a la extraña criatura mientras seguía tratando de mantenerse a flote en la piscina. Hollin....

-Puaj, cof, cof- Su mente se encontraba confusa, el derredor le daba vueltas y su vista no podía fijarse en un punto, pequeños escalofríos estremecían su empapado cuerpo. -¿Flame, Alice?, ¿entonces sobrevivimos?- Nada tenía sentido, la habitación en la que se encontraban era increíblemente rara, cerro lo ojos y echo la cabeza atrás, dio un suspiro y… -Estaban desnudas!- Como un rayo su mente se había aclarado, de inmediato abrió los ojos y observo los bellos cuerpos de la guerrera y la maga, los pollos mágicos gigantes ahora querrían ampliar su negocio y usar a las mujeres como objetos de placer y regresarlo a él a su papel de esclavo y protector. –¡De ninguna forma!-, instintivamente sus manos se dirigieron a donde deberían estar su estoque y su hacha pero… Él también se encontraba desnudo.

Me llamo Uweya-repitió-. Estamos en la ciudad hundida de Li'Huriek, en el plano del abismo. Octogésimo octava capa.

Alice identificó la raza de la humanoide. Era una Githzerai, del plano del limbo, una raza psiónica contemplativa consagrada a la introspección y al culto de cuerpo y mente.

Un sirviente ha ido a por nuevas ropas... Conozco a Leiath, a Onfale y a los demás. Están bien. Vamos a ver si te puedo sacar de ahí, ngh...

Uweya hace un esfuerzo por alzar a Alice y dejarla fuera del agua. Flame y Artho, despiertos con un par de minutos de ventaja, pueden con gran dificultad arrastrarse por sí mismos fuera.

Las piernas están adormiladas. Tratad de mover los dedos de las manos. Luego frotad las piernas para devolverles la circulación y poder andar cuanto antes...-dice, masajeando los muslos de la pelirroja.

Flame repitió los gestos que le indicó, todo lo hizo con mimo y cuidado, como si no se creyera sus palabras. Luego fue mirando a sus dos compañeros, como si no se creyese de verdad lo que estaba pasando.

Así que, para salir de dudas, decidió hablar con la mujer o lo que fuera que tuvieran delante.

Disculpa, ¿de qué los conoces? ¿Como sabes sus nombres? ¿Están bien? ¿Siguen vivos, y nosotros, lo estamos?

Aquello era tan extraño, un momento antes estaban a punto de morir en las patas de una gallina gigante y en un abrir y cerrar de ojos todo era completamente diferente, por instantes y con la mente algo más despejada Artho no pudo evitar llevarse la mano derecha al cuello en busca de, su cuello. –Muy bien y entonces todos se han salvado, ¿supongo?, una suerte después de la situación en la que nos encontrábamos.- Mientras intenta incorporarse y recobrar por completo el uso de sus adormilados miembros, el humano trata de sacar algo de información con medias preguntas y aseveraciones cortas.

La Githzerai le había respondido a sus preguntas, pero todavía quedaban muchas otras por hacer. ¿Por qué les estaba ayudando Githzerai? ¿Dónde estaba Hollín? ¿Dónde estaba su libro y sus objetos? Por el momento se limito a hacer lo que le indicaba tratando de tapar su desnudez con las manos. Tenía la cabeza embotada y el cuerpo le dolía horrores,  nunca se había sentido tan mal. La maga cayó de rodillas mientras seguía tosiendo y vomitando el líquido de la piscina. Por fin se fijo en la habitación y sus ocupantes. ¿Flame? ¿Artho? La lagarta seguía viva, y parecía que sus compañeros también, una gran paz recorrió el cuerpo de Alice, habían sobrevivido.

El Horror Diletante...

Fantasmagórica criatura, insaciable alquimista. Sus experimentos no tienen parangón, ni ética, ni caben en mente cuerda alguna. Tybalt lo sabe bien... Fue comprado cuando solo era un niño, y vendido al sirviente del Horror Diletante. Y en cuanto aquel sirviente llegó con el pequeño Tybalt para su amo... fue "jubilado" y el tiflin ocupó aquel puesto vacante.

Desde entonces, Tybalt ha estado conviviendo con esta criatura, viendo lo que era capaz de ver, y cómo se alimentaba. Estudiando sus puntos fuertes: habla con él en infernal, aunque por el terrible acento se nota que no es un idioma que domine demasiado bien; es inmune a frío, electricidad y daño sónico; es como un fantasma que atraviesa los muros; las armaduras no sirven de nada contra sus tentáculos... En una ocasión vió a una de sus presas volverse incorporal mientras lo sostenía con sus bigotes. El Horror Diletante se hundió con él en el muro y lo soltó dentro de una columna sólida para macerar la carne de su presa. Sobre sus puntos débiles... bueno, Tybalt todavía no ha encontrado ninguno.

Tybalt quisiera huir, pero solo conoce esa falsa sensación de libertad cuando su Amo le manda desde su refugio en las cloacas del muro de Li'Huriek a la ciudad, a hacer recados. La única posibilidad de sentirse a salvo sería viajar a otro plano. Una pequeña esperanza se abrió cuando una pareja Githzerai recurrió a los servicios del Horror Diletante. Se dice que los Githzerai viajan entre los planos. La cosa se torció, y el Horror Diletante devoró el alma del Githzerai macho. Así se alimenta. Ahora Tybalt concentra todas sus esperanzas en la hembra.

Mientras, el Amo sigue con sus negocios. Compra objetos muy por encima de su valor, si a cambio el cliente le permite catar su alma. Muchos no sobreviven durante el pago. Los tesoros del Horror Diletante están ocultos, en cámaras estanco en la muralla o los sótanos de la ciudad. Él se desprende de algún objeto mágico para costear sus experimentos. Los Abrianes son sus habituales compradores, unos mercaderes con aspecto de avestruces con brazos.

Ayer fueron los Abrianes los que vinieron a hacer negocio. Trajeron tres cuerpos, uno entero, otro en dos partes (cabeza y cuerpo) y otro en cinco (torso, dos brazos y dos piernas, pero no cabeza). El Horror Diletante los compró, con el único fin de devolverles a la vida y poder alimentarse de sus almas. Poco a poco... con tomas espaciadas, para no matarlos enseguida. Para que duren en ese sufrimiento meses enteros. Los tres cadáveres quedaron en las piscinas bioregenerativas cuando el Amo le mandó a la ciudad a por ropa.

Tybalt acaba de volver a las cloacas con tres túnicas sencillas. Los tres cuerpos desnudos vuelven a estar vivos y han salido de las piscinas. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando encontró allí a ella, la hembra Githzerai. Su esperanza para viajar hasta dónde el Horror Diletante no pueda perseguirle. Debió venir a reunirse con el Amo mientras Tybalt estaba haciendo los recados.

El Horror Diletante, por contra, no está. Pero puede que esté intangible, en el interior sólido de los muros...

Yo... ¿uh?

Cuando Uweya se disponía a responder, se ve sorprendida porque a su espalda entra por la puerta un ser infernal, un humanoide rojo con cuernos. Otra de las criaturas horribles que habitan en este tipo de planos.

Será mejor que lo hablemos luego...-concluyó la Githzerai.

El humanoide rojo, más alto que la mayoría de los hombres que Flame, Alice o Artho hayan visto en sus vidas, porta en sus brazos tres túnicas dobladas y limpias.

Flame dio por hecho que aquella criatura que se acercaba, traía una túnica para ella. Así que se puso en pie como pudo y extendió el brazo para que le dieran una. No estaba muy claro si estaba viva o muerta, pero por si acaso, sería mejor cubrir sus vergüenzas.

Después se lo quedó mirando, para ver si averiguaba qué tipo de criatura era aquel ser. Y después se quedó observándolo, no entendía porque la Githzerai se había quedado como cortada...

Tybalt regresaba tras haber realizado el sencillo encargo de su amo. Siempre aprovechaba aquellos viajes para disfrutar de una efímera e ilusoria libertad por las cloacas que discurrían bajo la ciudad submarina. Ni siquiera en su fantasía conseguía ser totalmente libre pues los seres como él no eran especialmente bienvenidos en un lugar como este, aunque sí una útiles herramientas por lo que se podía llegar a entender. Dejando a un lado los prejuicios sociales de una ciudad abisal, Tybalt siempre atesoraba aquellos momentos en los que podía poner distancia entre él y su amo. Pero, lamentablemente, esos instantes siempre llegaban a su fin en cuanto cumplía con su cometido.

O eso es a lo que estaba acostumbrado... Cuando el semiinfernal cruzó la puerta de la estancia de las piscinas bioregeneradoras, su rostro mostró una inevitable sorpresa ante la inesperada invitada. No tanto por el controvertido final del último encuentro de la Githzerai y su amo, si no por lo que ella podría suponer para el futuro de Tybalt. Su estupor enseguida se vio interrumpido por una de las personas que habían sido revividas y el esclavo no tardó en comprender lo que le pedía. Entregó las túnicas a los tres revividos y se giró hacia la invitada. -¿Habéis venido para encontraros una vez más con mi amo?- Preguntó a la Githzerai con un tono respetuoso pero inquisitivo. Sin duda aquel no era un lugar habitual donde hacer negocios. Pero quizás aquel detalle fuese lo más interesante de todo...

La maga se apresuro a ponerse la túnica que le tendía el semi-infernal, en condiciones normales nunca hubiera aceptado la prenda. Los demonios, por muy pequeños que sean, siempre piden algo a cambio por lo que hacen. ¡Nunca dan puntada sin hilo los muy cabr…..! Pero Alice solo quería algo para taparse, la situación le recordaba mucho a su periodo de “aprendizaje”: tirada en el suelo, magullada y desnuda.

Luego se arrastro como pudo cerca de Flame, sabía que la lagarta la ayudaría. ¿Una vez mas? Pregunto sorprendida, ¿a qué te refieres con eso? ¿Quién es tu “amo”?  Entonces miro a la Githzerai, ¿sería ella su amo?, pero la maga no recordaba haberla visto nunca antes. Entonces una idea cruzo su mente: Seria Becky, sabía que la maga loca tenía una daga de transmutación….

La espera de Tybalt a la respuesta de la Githzerai se vio interrumpida por la molesta pregunta de la mujer pelirroja. La miró a los ojos, evaluándola. Ignoraba todavía si ella era consciente del destino que les aguardaba, pero decidió responder con un tono seco impregnado de hastío. -Mi amo es quien os ha devuelto a la vida.- Le dijo sin más rodeos. Sin duda, la curiosa mujer había tocado un tema sensible, pues no le resultaba nada cómodo que le recordasen su condición de esclavo.

Haciendo un punto y a parte, el infernal dirigió su mirada a la inesperada visita otra vez. -¿Y bien? No es habitual que nadie acceda a la despensa de mi amo. ¿Acaso alguno de estos seres le es conocido?- Apuntó con un tono más cargado de curiosidad que de molestia por la intrusión. Esta extraña coincidencia podría ser lo que Tybalt llevaba buscando toda su vida, pero no podía dejarse llevar por sus anhelos... todavía no.

Flame contempló sus manos al comprender, por fin, que la habían devuelto a la vida. Sabía que ella no era la diplomacia personificada, por lo que sería mejor quedarse callada y esperar a ver si Alice respondía de una forma más sensata de lo que podría hacer. Aunque había que reconocer que ella aún estaba en shock por lo que había pasado.

Se quedó mirando al esclavo, y a su amo. No llegaba a comprender la razón por la que los habían resucitado, pero estaba claro que sería por algo. Nadie hacía algo en aquel plano sin esperar nada a cambio. Tan solo debían dejar que hablasen para llegar al final a comprenderlo.

Flame identificó ciertos rasgos en los pómulos y la nariz. Aquel sirviente diabólico tiene rasgos humanos, a pesar de su piel roja. Como si fuese un mestizo de un hombre con otra cosa que Flame no puede identificar.

Yo... solo escuché una tos y me acerqué a ver-la Githzerai recula unos pasos para alejarse del gran Tybalt-. Pero tienes razón... Mejor espero en la otra sala.

Un viento sopló, helado, y una criatura enorme y oscura irrumpió en la habitación.

¡NYAAAAAARGH!

El guerrero se toma la túnica y se cubre con ella sin mucho afán, cualesquiera que fuera a ser su destino, aquella habitación y el ente que les dirigía la palabra no hacían sino dejarle claro que ni siquiera la muerte representaba la libertad tan largamente ansiada, su rostro incluso mostraba mucho de ese pesar, la criatura no era sino un esclavo de algún otro ente, esclavitud en todos lados, en todos los planos, no existía nada peor que servir a la voluntad de otros. Su mirada discurría entre la maga y la guerrera, como en toda su vida, las mujeres eran lo único que siempre le acompañaba.

Súbitamente un ente negro y demencial irrumpió en la sala y algo se rompió en la mente del guerrero, un nuevo amo, más mujeres, nuevas torturas. Las imágenes fluyeron en su memoria una a una cual si aquello estuviese durando la eternidad completa, nuevamente vio en sus manos los pies ensangrentados de aquellas que habían intentado huir vistiendo los zapatos de aguijón, aquellas a las que había tenido que romper cada uno de sus huesos en la arandela de tronchar para luego tirarlas cual bultos quejumbrosos en el comedero de los gatos, a las que les había exprimido el cerebro y saltado los ojos con el corsé de molondra, todas desfilaban en su evocación como ante los clientes, su Pathos, sus amores y su sufrimiento…

Tras años de servidumbre, la repentina aparición de su amo no le causó la más mínima agitación. Pero sí le preocupó la violencia con la que irrumpió en la sala. Sus ojos se posaron rápidamente sobre la Githzerai expresando un repentino y fugaz miedo por lo que pudiera ocurrir a continuación. Los otros tres humanos ya tenían su destino sellado desde el mismo instante en que su amo recuperó sus maltrechos cadáveres, pero no así la Githzerai. 

La vacilación con la que respondió a sus preguntas le hizo temer que ella estaba en un lugar en que no debía, por lo que puede que ella tampoco estuviera fuera de peligro... Pero si así era, Tybalt ya nada podía hacer. Incluso aquel podía ser su último instante con vida, pues el apetito de su amo es cuanto menos incontrolable...

Flame se encogió de miedo, Artho quedó paralizado y Alice echó a correr. Tres maneras distintas de enfrentarse al horror. Pero lo que pareció enfurecer más a la bestia fue que Alice escapara. Salió tras ella...

¡ATRICH!

Omuru benya, nairht bagur-dijo la Githzerai, interponiéndose-. Jospe nak eletiu rhiep surugula, perumo rea manckitu ye-araba.

El monstruo fantasmal la atravesó, y la humanoide hincó una rodilla en el suelo, debilitada.

HORUBU LOCKTA MASHAYUR. OMURU BENYA POT NILIPOT MALIJAK.

Uweya vació su mochila en el suelo: pergaminos... varitas... Flame reconoció la tiara de Onfale y los pequeños guantes de Fosco. El monstruo removió el montón con uno de sus bigotes, recogió lo que le interesaba y el resto lo dejó.

BARAM NIOSHA LI GOROAK WERNO PORUCK.

¡Humana! ¡Ve rápido a por la pelirroja y espérame allí dónde la des alcance! Si tardamos demasiado en ir por ella, puede acabar en un sitio peor que este.

La mayoría de la conversación transcurrió en infracomún, y Tybalt no se enteró de nada. Lo único que dijo su amo en infernal fueron dos instrucciones para su sirviente.

Primero, atrich. "Detenla", referido a Alice.

Después, baram niosha li goroak werno poruck. "Acaban de comprar la libertad de los das mujeres". Alice y Flame pueden irse.

Tybalt sabe lo que vendrá después. El Horror Diletante drenará una parte de la energía vital de la Githzerai, como parte del acuerdo. Después se llevará el pago y a Artho para atravesar algún muro de modo que jamás lo vuelvan a ver.