Partida Rol por web

Con Becky, Leiath y Uweya en el vertedero, y tras haber hecho las compras necesarias (sean cual fuesen), el grupo regresaba  con unos cuantos pergaminos. No lo tenían fácil. En conjunto, y a lo lejos, aparentaban ser un séquito de sirvientes formado por un semidiablo y varias almas caídas convertidas en manes. Pero aún les faltaba la compañía de un demonio para no atraer las miradas de los nativos.

De este modo, se veían obligados a dejar el centro de la calle a los demonios y caminar en fila junto a las paredes de las casa-conchas.

De vez en cuando, algún demonio desaparecía en mitad de la calle por unos cuantos segundos. Según explicó Tybalt, se trataba de demonios convocados, generalmente desde el plano material. En una ocasión, un demonio con forma de ciempiés con cara se abalanzó sobre un mane y lo devoró en la entrada de una especie de taberna. Cuando salió el dueño del mane hubo una pelea entre ambos por el perjuicio ocasionado. En unos minutos de discusión verbal, el mane volvió a materializarse con un cuerpo nuevo, extraído de los elementos caóticos del plano. Aún sin completar, con piernas demasiado atrofiadas para caminar, el dueño alzó a su esclavo con una cola prénsil y ambos demonios se alejaron por calles distintas.

Después salió de la taberna otro demonio, de la altura de un elfo macho o una hembra humana, pero más fornido y con un toráx musculado y espléndido. Caminaba sin mascarilla de respiración, aunque sus garras palmeadas y sus agallas sugerían de él una criatura acuática. El anfibio se tambaleó debido al alcohol de algas, o las drogas, o lo que quiera que consumiera en aquel local, y se metió en un callejón para echar una meada.

Los aventureros se miraron. ¿Sería esta la mejor ocasión para cazar un demonio?

Onfale sabía cómo hacer. Jamás levantar la mirada. Estaba acostumbrado a caminar mirando al suelo y al menos así no te enfrentabas a las atrocidades que tenían lugar en aquel despiadado mundo. Aún tenía fresca en la retina a una mujer siendo devorada por un licántropo y con eso tenía suficiente. Tenía que endurecer su alma o no saldría de allí cuerdo. Al pasar junto a una taberna pudieron ver cómo un tambaleante demonio se metía en el callejón dispuesto a desahogarse. Miradas suspicaces se intercambiaron entre unos y otros. Afortunadamente Leiath no andaba por ahí.

- ¿Qué opináis?- Si tenían que cazar a un demonio puede que no se les presentara una mejor oportunidad.Quizá entre Tremens, Fosco y él mismo pudieran darle un rápido final. El problema era el miedo que tenía el perfumista a que todo desembocara en un total desastre, como en la tienda de los abrianes. Se quedó observando al demonio, tratando de identificarlo y saber sus puntos débiles.

La maga miro al demonio, podía ser tan bueno como otro cualquiera. La maga suspiro y toco la bolsa que llevaba en el cinto, eso le dio algo de confianza. Ahora sabía que era la muerte y no quería volver a caer. 

La mayor parte de los conocimientos sobre el especímen los aporta Alice, curiosamente la persona que los demás no querían resucitar por ser menos útil que Flame. Según Alice, el demonio es un Matarife Acuático. Su cornamenta y sus impresionantes mandíbulas son meramente ornamentales, y no las utiliza para luchar. Se limita a pelear con las garras. Lo preocupante es su resistencia. Aire hará bien en atacarlo con electricidad. Alice puede utilizar sus proyectiles, o como último recurso, sus rayos abrasadores de frío o fuego (aunque serán menos efectivos de lo habitual). Los escupitajos de Flame serán inefectivos en este combate. Y el mayor inconveniente es que su carne presenta una leve resistencia contra las armas que no son de plata, lo que podría prolongar el combate más de lo deseado. Aún así, son seis contra uno.

Tremens se escaquea, y se limita a indicar que vigilará la entrada del callejón mientras los demás se ocupan.

Y allí fue el mediano ante una ceja que se levantaba de Onfale. Igual no significaba nada igual sólo le picaba. Las cosas de Fosco y sus interpretaciones libres. Rápidamente se posicionó detrás del demonio, con su estoque en la mano. Dispuesto a clavarle en su espalda un par de puñaladas certeras. Miró otro segundo a Onfale esperando contestación...

Alice daba mucha información y, aunque Onfale dudaba de su veracidad, no le quedaba otra que fiarse puesto que él apenas conocía nada de ese especímen. En cuanto mentó su debilidad a la plata un argénteo reflejo brilló en las manos del perfumista.

Va por ti Nikeras.

Se acuclilló junto a su fiel lacayo, como hacía siempre que necesitaba atraer su atención. Tomó su cabecita de cabello trigueño entre sus delicadas manos.

- Podemos acercarnos mientras mea y tratar de deshacernos de él de un golpe.- Estaba claro que no se podía confiar en Tremens. En cuanto insinuó que debían acercarse se ofreció voluntario para vigilar. Esperaba que Hala no fuera omnipresente. No tener a Leiath aquí era una ventaja para lo que iban a hacer, pero también se la jugaban sin estar presente la única que curaba a los demás.- Si algo sale mal entrad los demás.¿Bien?- Dijo esperando la aprobación de los otros. Cuando volvió a bajar la mirada Fosco ya no estaba.

Pero...

Encorvado como un gato el mago siguió su lacayo al callejón, cuchillo de plata en mano.

A pesar de dar el pego como una clase de grupo que se podría ver por estas calles, se habían asegurado de no llamar la atención. Tybalt tan solo se ocupaba de dar alguna indicación cuando era pertinente. Por lo demás, el tiflin caminaba mirando al frente tratando de no molestar a algún demonio demasiado susceptible.

Finalmente, tras un rato caminando, llegaron hasta tener a la vista una de las nada recomendables tabernas de la ciudad. Tybalt ya estaba acostumbrado, pero el espectáculo del que fueron testigos revolvería las tripas a más de uno a parte de dejarlo bastante confuso por la resolución del mismo. Pero lo interesante vino después. Un demonio tambaleante salió para ultilizar el callejón más cercano como baño improvisado. El silencioso asentimiento colectivo fue escandaloso al ver una oportunidad tan clara ante sus ojos.

El grupo enseguida tomó posiciones. Tremens tomó posiciones para vigilar el callejón y Onfale y Fosco pronto se dispusieron a emboscar al demosnio. Tybalt asintió a las indicaciones de Onfale y desenvainó lentamente una espada discretamente ornamentada para estar listo para entrar en acción si su presa se resistía.

Flame se quedó esperando a ver qué es lo que pasaba. Quería saber si entre Fosco y Onfale, eran capaces de acabar con aquel tipo. Por si acaso se mantuvo lo más cerca posible, para que el brillo que su escama emitía les brindase con un intenso color amarillo.

La maga asintió ante las indicaciones del perfumista. Si no caía en el primer golpe el proyectil mágico terminaría el trabajo. Rebusco en la bolsa nueva de componente y preparo los componentes entre sus dedos. Si salía de esta tendría que comprar otra bolsa de componentes, esta olía demasiado a azufre. ¿Por qué a los demonios les gustaría tanto el azufre?

Silenciosos como gatos, Onfale y Fosco pegan su espalda a la esquina (todo lo "esquina" que puede ser el contorno curvo de una casa-concha). Saben que no han sido escuchados, porque el chorro de pis sigue oyéndose continuo y sin sobresaltos. También se escucha lo suficientemente cerca como para estar seguros de que cuando doblen la esquina, podrán ensartar al demonio con dar solo dos zancadas. Es ahora o nunca.

Onfale se acercó siguiendo al maestro del silencio que era Fosco. Se puso tan nervioso que no sabía ni qué hacer con el cuchillo de plata de Nikeras. Tener a su adversario meando ingenuamente tampoco ayudaba. No es que tuviera escrúpulos por atacar de forma tan trapera. Lo que le pasaba es que tenía miedo de que al apuñalarlo se diera la vuelta y le manchara con su orina.

Tybalt observó cómo el mediano y el perfumista avanzaban a hurtadillas para asaltar al descuidado demonio mientras orinaba. El tiflin caminó despacio para acercarse a la esquina mientras desenvainaba lentamente una segunda espada corta. Si aquellos dos no conseguían un golpe mortal con la primera estocada, debía darlo todo para finalizar el combate lo más rápido posible. Una pelea encarnizada no haría más que atraer a más demonios curiosos por saber lo que ocurre y particularmente ansiosos de participar si ello implicaba derramar sangre.

Sus manos apretaban con fuerza la empuñadura de sus armas al igual que sus músculos se tensaban preparándose para la inminente refriega. Tybalt se asomó con sumo cuidado mientras veía a los dos sigilosos e improvisados asesinos asestar sendos golpes al demonio. Con mirada seria, estaba esperando el momento para actuar si era necesario.

Flame esperó a sus compañeros, a ver si eran capaces de encajarle un buen golpe por la espalda, y cuando así lo lograsen, ella y Ayash saldrían corriendo para tratar de cercenarle la cabeza. Era más que probable que aquel enemigo contra el que se enfrentaban, y con el brillo dorado que emitía su escama a todos sus compañeros, aquel demonio terminase por morir antes de que pudiera girarse para clavarle las garras.

Nunca hay que ir a mear solo, eso era de primero de "Cómo ser una buena mujer". Por eso Flame, que había estudiado ese manual todo lo que pudo, siempre iba acompañada de Alice.

Con precisión milimétrica, el segundo intento de Onfale se hunde bajo las branquias hasta que el puñal daña el nódulo nervioso. No ha dejado tiempo para que el demonio gritase. Nadie debería interrumpirles por el momento. El perfumista retira su mano ensangrentada y el puñal que sujeta de las entrañas de la criatura, que se desploma en el suelo. El tórax espinoso y demoniaco se infla y se vacía. Todavía respira. Bien. Onfale sabe que para hacer las mejores fragancias, la materia prima tiene que ser fresca...

Comienza la carnicería. El puñal de Nikeras es la única herramienta de la que disponen para la biopsia. La plata permite cortar con precisión, venciendo la dureza de la piel sin necesidad de fuerza bruta y trabajo tosco. Solo arte. Una vez abierto en canal, y soportado el olor a pescado podrido que se libera inicialmente, comienza el debate académico. Alice aporta sus conocimientos para intentar localizar algún órgano secretor en toda la maraña de vísceras. Onfale discrepa de las opiniones de la pelirroja. No existe documentación previa. Los tratados sobre medicina y anatomía demoniaca que se han escrito hasta ahora en el plano material no están lo suficientemente documentados como para servir de referencia. Ambos magos están siendo pioneros.

Al final llegan a un acuerdo. Parece bastante intuitivo que, en tema de olores, los demonios deberían funcionar como las criaturas del plano material. Buscan hormonas sexuales. Localizan las gónadas con facilidad: son órganos que están conectados a los genitales exteriores. Onfale pincha con el puñal. Error. Un chorro de orina sale del saco visceral y le rocía la cara. Por debajo de aquella vejiga encuentran un nuevo órgano. Ahora sí. Pincha. Introduce un tubo. Repite la operación, y soplando por el segundo tubo logra que el aire empuje una sustancia densa y oscura hasta la probeta.

Ese es solo el líquido en bruto. Con él podría hacer un filtro de amor y acostarse con cualquier demonia que... ah, no. Cierto. El eunuco no podría. Pero en cuanto lo diluya en el vertedero de Uweya con calma, podrá hacer suficientes perfumes que huelan a demonio y enmascaren sus llamativos olores del plano material al olfato de los mastines sombríos.

Onfale recoge sus herramientas. Ocho minutos ha llevado toda la operación. Han tenido suerte de que en ese tiempo ningún otro demonio husmease en este mismo callejón. Sus corazones aún palpitan con fuerza. El del demonio castrado también. Onfale da media vuelta y termina el trabajo, dándole muerte. Nadie sabe mejor que él lo duro que es vivir incompleto.

Así sí, mucho mejor. Sintió el puñal penetrar por el blando tejido que conformaban las branquias, con diferencia el punto más débil en el formidable cuerpo de la criatura demoníaca. Después lo dirigió hacia arriba donde estaría el cerebro. Esta era otra de las situaciones donde el perfumista mostraba su falta de escrúpulos. ¿Por qué iba a tenerlos? Un demonio era una criatura maligna por naturaleza. La necesidad a veces obliga a la gente a hacer cosas que no están en su propia naturaleza. Onfale no mataba por gusto, lo hacía por sobrevivir. No miró al demonio a la cara, ni a sus ojos vidriosos, ni se inmutó por ver el pecho moviéndose cada vez más lento. Tenía que trabajar rápido. 

Se puso un pañuelo cubriendo la nariz y boca para evitar el desagradable olor. Hizo de tripas corazón, aguantando las constantes críticas de la maga de fuego a su trabajo. Cuando finalmente decidieron que lo mejor iba a ser extraer las gónadas, Onfale miró al cielo, cubierto por la cúpula protectora que impedía que el agua les cayera encima.

- Que Hala me perdone.- Unos cuantos y certeros tajos bastaron para extraer el líquido oloroso. ¿Así de fácil? ¿Así  había practicado su Hacedor para llegar a ser un artista? Estaba claro que no era lo mismo que le habían hecho a él, pues él era sólo un crío en ese momento. Gracias a eso había podido sobrevivir bloqueando el recuerdo, el dolor, la impotencia.

Al menos yo evitaré su sufrimiento- Se consolaba así el mago. Era una muestra de piedad acabar con la vida del demonio después de haber cercenado su medio de reproducción. La vida de un eunuco no era fácil y menos aún en este plano. No hubiera durado mucho entre los otros demonios. Le hacía un favor acabando con su vida, así que eso hizo.

- Listo, ya tengo suficiente. Vayámonos de aquí.- Se quitó el pañuelo manchado de orina y lo guardó para lavarlo luego.

La maga preparo los componentes para lanzar el hechizo pero cuando iba a lanzarlos se dio cuenta que no eran esos. ¡Mierda! Puñeteras bolsas de componentes del plano demoniaco lo tiene todo colocado al revés, les costara tanto colocarlas igual que en el plano material.  

Luego la cosa mejoro poco, el perfumista tenia una idea equivocada de la anatomía y fisiología de los demonios y la maga pelirroja tenía que indicarle cada poco que se equivocaba. Eso son las tripas. No eso no. Eso es el ganglio linfático. ¿Eso no sé qué es, y eso tampoco? pero eso es la begi… demasiado tarde el mago ya la había pinchado, gracias que no querían al demonio para hacer un estofado si no la carne se habría echado a perder. Finalmente registró el cuerpo en busca de algún arma o de dinero, pero puso mucho cuidado en ello. Ya habían ofendido a Hala matando al demonio a traición, robarle no supondría un castigo mucho mayor.

Tybalt aguardaba asomado al callejón con sus espadas en mano listo para actuar. Pero se llevó una grata sorpresa al ver el como, tras una certera puñalada de Onfale, el demonio se derrumbaba con todo su peso sobre el suelo. El tiflin se relajó y bajó sus armas y finalmente las guardó cuando vio cómo diseccionaban en vida a su presa. 

Esperó en silencio mientras el perfumista y la maga discutían y trabajaban a partes iguales en la complicada e intuitiva operación. De vez en cuando prestaba atención a la calle principal pero al estar Tremens de centinela observó con curiosidad la macabra escena. -Vaya, ha resultado mucho más fácil de lo que me imaginaba.- Dijo sin poder ocultar del todo la sorpresa por la limpieza del asesinato que acababan de cometer. Onfale ya le había parecido una persona resuelta al escucharlo planificar y ahora había ganado puntos al mostrar su eficacia dando muerte. -Buena puñalada, por cierto.- Dijo finalmente en voz alta al perfumista una vez terminó de recolectar los efluvios del demonio. Una sonrisa se dibujaba en el rostro del semi infernal. Después de todo ahora estaba un paso más cerca de alcanzar su ansiada libertad.

En cuanto Onfale terminó su trabajo, Flame se acercó a Alice. No iba a perder esa oportunidad de rebuscar entre sus pertenencias. A Flame le daba realmente igual que Hala se molestase o no, habían acabado con un demonio y eso debía ser algo que agradecieran todas las criaturas buenas. Así que, no tuvo ningún tipo de problema en hurgar entre sus pertenencias a ver si encontraba algo lo suficientemente interesante como para llevárselo. Total, ya muerto, no lo iba a necesitar.

Dejó a las mujeres registrar el cadáver. Onfale estaba preocupado por su lacayo. Ultimamente su comportamiento era cuanto menos errático. Prueba de ello es que ni siquiera se había lanzado a registrar el cuerpo caído del demonio en busca de chucherías. Se acercó al mediano, al que consideraba un portento en las artes del sigilo, y se interesó por su estado.

- Fosco, ¿estás bien?

Después se puso en marcha de nuevo. Tenían que volver al basurero por mucho que al perfumista le desagradara. Durante el camino charlaba con unos y con otros más animadamente que de costumbre, sobre todo con Fosco. Habían resucitado a Flame y Alice, tenían un plan, ahora sólo quedaba que saliera bien.

La cara que mostraba Onfale cuando hablaba con Fosco delante de los demás denotaba preocupación, pero cuando la pareja se quedaba sola, al margen de miradas indiscretas, tornaba a decepción y cierto enfado.

- ¿Cómo han podido adelantársete?- Se refería a la torpe Alice y la lenta de Flame- Si ese demonio hubiera tenido algo interesante ya no estaría en nuestro poder. Baja de las nubes cabeza hueca.- No podía enfadarse con su lacayo, no cuando dependían tanto de sus habilidades para que el plan fuera bien. Así que dulcificó su tono lo más posible.- Ven a verme luego para que identifique la maldita daga. A ver si de una vez sabemos lo que hace.