Partida Rol por web

Han pasado dos días. Todavía suenan los coletazos del reencuentro entre Naizer y Natalija, los dos hermanos separados hace más de veinte años por las circunstancias. No fue un encuentro feliz. La viuda Yanoff se abrazaba a Nightshade entre lágrimas, buscando el consuelo por la noticia de la muerte de su hija Katta. La pobre mujer lloró hasta quedar dormida. A la mañana siguiente, Nightshade aprovechó para irse sin despedirse. A él le hubiese gustado seguir con su recién encontrada familia, pero si no acababa con toda esta locura de la Edad del Lobo nadie tendría un futuro.

Acompañando a los dos druidas y al perro Zicko, también caminaba Lord Septow. En condición de máxima autoridad del pueblo (o al menos una de ellas), el Barón superó sus reticencias sobre Nightshade con la intención de firmar la paz entre la Civilización y "esos hippies borrachos y gandules de las afueras", palabras textuales.

Así fue como en el aserradero quedaron Natalija, Ivalic, Ethan y Mojic. Según Nightshade, los lobos no se acercarían porque ese era uno de los puntos que le encargaron vigilar a él. Aún así, Nikola Septow repasó el plan con Ethan y Mojic: en caso de que escucharan aullidos cerca, el grupo debería abandonar el aserradero y dirigirse al viejo hospicio abandonado de Hala, en la falda de la montaña.

El día dieciocho transcurrió sin novedades. Nikeras y Nightshade se dedicaron a recolectar provisiones sobre la marcha, para no ralentizar el paso. Sin embargo, Nightshade no llevaba mochila. No era su estilo. Mientras que Nikeras acumulaba comida por si las moscas, su compañero druida cogía solo lo que necesitaba para alimentarse ese día.

La mañana del diecinueve empezó con un sobresalto. El grupo encontró en el bosque a un lobo muerto. Tenía marcas y cortes como si hubiera sido víctima del espadón de Azaron o el de Flame, o el hacha del Barón Fortich. Alguien había pasado por aquí, y no era muy amigo de los lobos. Al cabo de veinte yardas, encontraron a otro lobo muerto de igual modo. Más allá, el bosque estaba sembrado de cadáveres lupinos por todas partes.

Vaya... si se han quedado sin sus "soldados" parece que podré negociar desde una posición de fuerza.

 El barbudo druida pasó la mayor parte del tiempo tras su regreso de la expedición nocturna en un cómodo segundo plano.

 Tras su llegada al valle muchas cosas habían pasado, el encuentro con los lobos y Cicuta, la escena del trol, el encuentro con los refugiados, la separación con el resto... echaba de menos al parlanchín Fosco, y luego el viaje al aserradero con el encuentro con Nightshade y su serpiente, y la posterior pesadilla con El Que Llama. 

 Por suerte en el viaje al aserradero había tomado suficientes raciones para que duraran algún tiempo. 

 Finalmente cuanto ya estaba recuperado de la fatiga y había pasado lo peor de la infección venenosa de Natalija, Nikeras ya estaba en condiciones de acompañar a Naizer y a Septow hacia el encuentro con el resto de los druidas.

 Durante el viaje a este nuevo destino el canoso druida estaba más pendiente del nudo que sentía en el estómago que en tomar provisiones, a pesar de ello algunas cosas se llevó al zurrón.

 Así evolucionaba el día hasta que llegaron donde estaba el primer cuerpo de lobo partido...

 - Veamos que nos cuenta Madre...- Dijo escuetamente mientras se acercaba al cadáver, estudiando el suelo en busca de rastros que le permitieran hacerse una idea de como había sucedido todo. ¿Cuantos contendientes había? Cuantos lobos, cuantos hombres o humanoides, cómo empezó todo, fue una emboscada o un encuentro fortuito...

Huellas... de un lobo grande. Un lobo grande sobre dos patas... Un solo atacante, pero muy rápido. A no ser que vuelva a tratarse de una de las transformaciones del Gentil que Llama, parece que si hay licántropos en el valle después de todo. Y por algún motivo, ha venido a atacar a la Comunidad Druídica.

Los lobos llevaban en la zona varios días, en virtud de los excrementos hallados. Formaban un cordón de seguridad en pleno bosque, para que los druidas estuviesen a salvo. El híbrido zigzagueaba de este a oeste, siguiendo la linea de enemigos y matando todo lo que se le cruzaba. Su trayectoria se va cerrando, como en una espiral, convergiendo hacia el centro del bosque. Eso significa que seguir sus huellas es una pérdida de tiempo: seguir rumbo al corazón del bosque es la mejor manera de encontrárselo, y puede que también de encontrar la muerte.

¿Y bien? ¿Qué has encontrado? ¿Un ejército de humanos han caído sobre el bosque? Aunque puedan con los lobos, encontrarán la muerte segura si se enfrentan a la magia de los druidas.

 La expresión del barbudo Nikeras se va tornando seria a medida que va analizando las huellas, el atacante no es un humano, eso seguro, un ser humano no tiene garras en los pies, ni es tan grande y ágil como el agresor.

 Tras estudiar los primeros compases de su movimiento, y los cuerpos caídos, todo apunta en una clara dirección el corazón del bosque... la comunidad druida. Tras las reflexiones mira a Naizer y a Septow.

 - Dime Naizer, el otro día, cuando comenté la posibilidad de licántropos no lo descartaste y te mostraste alarmado en parte. Hay algún ejemplar que haya causado problemas en la zona o... cerca? Por que esto es lo único que me parece poder concordar con lo que el rastro me dice. Un ser grande, pesado, con cuartos traseros lobunos, muy ágil y fuerte... y capaz de blandir armas.

 Mirando hacia donde marca la marcha de los rastros añade.

 - Se dirige directamente hacia el corazón del bosque. Como si buscara a alguien en concreto y supiera donde encontrarlo... o encontrarlos.

Ah-ah. No. Nunca he visto a un licántropo en este valle, aunque me han explicado lo que es. El único motivo por el que no lo descartaba era porque cualquier tipo duro puede cruzar las montañas haciendo frente a los monstruos o animales que le puedan surgir al paso. Como hiciste tú. Además, pudiendo mantener su forma de lobo, pasaría desapercibido entre los cientos de lobos a los que llamamos desde las regiones vecinas.

Según las huellas, los lobos salían al paso de su enemigo. Los guardianes tenían especiales órdenes de ser agresivos con los invasores. Eso no quita para que el licántropo buscase aposta este tipo de enfrentamiento.

Empiezo a estar preocupado. Puedo transformarme en pájaro y adelantarme a ver. Vosotros dos no tenéis porqué inmiscuíros si no queréis. Podéis dar media vuelta o esperarme aquí.

El comentario va sobretodo por Nikeras, al que Nightshade presupone el poder de los Altos Druidas de cambiar de forma. Mientras, Septow duda. Él no ha venido aquí a pelear, sino a hablar, pero el bosque se ha convertido en un campo de batalla.

 El barbudo Nikeras asintió ante las observaciones del Naizer, tenía pensado adentrarse más para ver como concluía el tema, pues para intentar encontrar una solución al tema del valle, tenían que llegar al fondo del asunto... pero tampoco es que le hiciera especial gracia encontrarse con el ser que había causado esa matanza.

 Cuando Nightshade comentó que se adelantaría volando para dar un vistazo, el canoso montaraz asintió.

 - Creo firmemente que debemos llegar al fondo de este asunto para mirar de calmar las cosas en este valle. Eso hace que esta situación nos afecte.- Miró a Septow esperando su asentimiento y comentó.- Aguardaremos aquí mientras vas a dar un vistazo volando para ver como está la cosa. Que Madre te cuide.

Nikeras echa a andar, y en cuanto lo hace siente una mano en el hombro. Es Septow, que niega con la cabeza.

Si nos movemos de aquí, tu amigo no nos podrá encontrar.

Y allí quedaron, en un cementerio de lobos, con una mala sensación metida en el cuerpo. No fue tiempo baldío, porque aprovecharon para comer en medio del macabro picnic. Septow, tan voluble como siempre, pasó de burlarse de la muerte de los lobos a estar profundamente callado y con cara de preocupación. Al cabo de un par de horas, el pajarillo vuelve volando y recupera su forma humana.

¡Noooo! ¡No, no, no! ¡No puede ser! Lo he visto. Al híbrido. Todos están muertos. Los Ancianos... los Waelmiar... ¡Anael! ¡Anael estaba con las tripas abiertas, pero su rostro era sereno! Oh, no... Anael...

Deb... debo reunir a los demás. Sí, los demás sabrán qué hacer. Cicuta, Foxglove y el Anciano que queda, Jipswicks. Debo advertirles. Y... no. Ten... tengo que ir con mi hermana y mi sobrino. Debo alejarlos. Lo principal es alej...

Al recordar a su familia, Nightshade hace una pausa para olerse la ropa, la mano, una axila...

No, no puede ser. No... ¡Aaaaagh! Tengo que quitarme el olor. ¡Tengo que quitarme este olor!-exclama lleno de pánico mientras se rasca el cuerpo como si estuviese lleno de pulgas.

¡El olor, Nikeras! ¡El olor! Cuando estuve allí, el híbrido me miró. No lo entendí en su momento. Yo era un pájaro en una rama alta... No tenía sentido que se me quedase mirando... Oooh... qué gran error cometí. Abracé a mi familia anoche. El híbrido vió un pájaro que olía a seres humanos, a civilización, ¡puaj! ¡Apesto a civilización! Él supo que yo no era un animal normal. Y ahora tiene el olor de Natalija. El de Ivalic. Y...

Nightshade vuelve su rostro hacia el norte. Un lobo gigante, de ocho pies de altura hasta la cruz, se acerca corriendo entre los árboles.

...y ahora puede seguirme...

 Hay... la hostia.

 Fue todo lo que alcanzó a pensar Nikeras ante la atropellada declaración de Naizer. No había tenido tiempo de pensar en qué hacer cuando aquella bestia colosal había hecho acto de presencia.

 Ha logrado seguir el ritmo de Nightshide mientras este volaba, será imposible escapar. Ha destrozado a los ancianos, no le podemos plantar cara. Solo nos queda la esperanza de parlamentar.

 Actuando sin pensarlo, pues de lo contrario habría quedado paralizado, el barbudo druida se adelantó unos pasos levantando los brazos hacia delante, con la zurda abierta en gesto de saludo o para llamar a detenerse.

 - Calma. Calma y hablemos. Siempre estamos a tiempo de buscar otros caminos.- Dijo con determinación.- Que haya calma. ¿Quién eres y qué buscas?

En pocos segundos, el lobo gigante recorta la distancia que les separa. Ciento cincuenta pies. El Barón Septow mantiene la posición, pero teniendo en cuenta que Nikeras ha abanzado no se puede decir que sea demasiado valiente. Cien pies. Naizer se pone detrás de Nikeras, que siente cómo un aliento cobarde le llega a la nuca. Setenta y cinco pies. El lobo se transforma, invoca su esencia bípeda. En forma de híbrido es más pequeño, pero aún así sigue siendo el más alto de entre los presentes, por una cabeza de ventaja.

¡Nada de calma, druidas! Vuestros perros han matado a la gente que yo pretendía convertir. Transformaos en osos o en pumas, como los otros con los que luché, y acabemos con esto.

 El gesto de Nikeras se endurece.

 - Nuestros perros. ¿Acaso te refieres a los lobos? Si es así te equivocas. No los he mandado yo... y de hecho mis compañeros y yo íbamos a ver a los druidas para que esto cesara.

 El druida siente como las venas laten con fuerza en sus sienes. En gran parte por la muerte segura que pueda resultar de un enfrentamiento con esa bestia, y en parte, mucho más pequeña, por ser tildado de culpable.

 - Mi nombre es Nikeras, dime, ¿cómo te llamas? y... por qué querías convertir a los habitantes del pueblo... o no son esos a los que te refieres.

¡ESTÁS HABLÁNDOLE AL GRAN YURIS KHAN, CAUDILLO SUPREMO DE LOS TERG, EL UNIFICADOR DE TRIBUS, HIJO DEL DIOS LOBO! ¡ARRODÍLLATE!

El Khan no detiene su marcha. Con un brazo aparta un árbol, tumbándolo y levantando sus raíces del suelo. La Madre llora por este asesinato gratuito contra un indefenso árbol. Por detrás de Nikeras, el Barón Nikola Septow hace un análisis.

Es un guerrero. Su código de conducta le hace buscar un rival digno. Quiere ver vuestras poderosas formas animales para vencer o morir en un duelo de titanes. ¡Hacedlo, muchachos! ¡Transformaos en osos!

Mec. Respuesta incorrecta. Yuris Khan quiere atacar al pueblo, convertir en licántropo al mayor número de personas. Quiere su propio ejército de Hombres-Lobo. Pero a los ancianos no los ha convertido. Los ha matado. Teme el vínculo de los druidas con la mente animal. Si transforma a un druida en licántropo, su poder mental sobre los otros miembros de la manada se vería comprometido. Por eso nos va a matar. No se arriesg...

Sí... puedo subyugar a la mayoría de los conversos. Y según las visiones de los chamanes de los Terg, pronto tendré la oportunidad de reclutar para mis filas a una criatura tan poderosa que me permitirá conquistar allí dónde mi padre fracasó. Barovia será mía. Dorvinia. Falconia. Borca. Gobernaré sobre todo y sobre todos. Pero yo solo no sobreviviré al enfrentamiento. Necesito que cientos... quizás miles de licántropos muerdan a la gran bestia para contagiarla.

¡He dicho que te arrodilles! ¡Arrodillaos todos!-ha llegado junto a Nikeras, y su aliento fétido y caliente resopla en la cara del druida humano.

 La fuerza de aquel ser era abrumadora, la violencia que destilaba por todos sus poros era como la fuerza de un torrente en época de lluvias. Un señor de la guerra.

 Septow, en su ignorancia creía que Naizer o él mismo, transformándose en oso podría plantar cara al ser... Naizer tal vez, pero no él, un pobre novicio.

 Crear un ejército de licántropos... sin duda una aberración, y una fuerza imparable. Y esa bestia, a cual ser referiría, el druida no alcanzaba a imaginar de cual se trataría.

 En cualquier caso el hilo de pensamientos de Nikera se interrumpió ante la proximidad de Yuris Khan. Allí estaba, ordenando que se arrodillara. Por algún motivo que no alcanzaba a imaginar se mantuvo en pie, tal vez el miedo le paralizara. Esforzándose por mantenerse dueño, dijo.

 - Seguro... ¿Quién te asegura que esos que se hacen llamar chamanes están en lo cierto? Supongo que ellos mismo y a los que han embelesado con cuatro trucos. ¿Qué criatura podría plantar cara al Gran Yuris Khan, caudillo supremo de los Terg? ¿Qué criatura sería esa que precisaría de un ejército de licántropos para ser derrotada?

Dije que te arrodilles, druida...

Nikeras nota el soplo del susurro apaisando los pelos de su barba... Le está oliendo. Ya tiene los olores de los dos druidas. Aunque ahora echen a correr en direcciones distintas, el Khan podrá rastrearle siempre que quiera. Nunca estará a salvo. Nunca podrá dormir tranquilo. El simple acto de respirar sobre Nikeras equivale a una sentencia de muerte.

Nota un tacto en su cintura. Nightshade, el druida que nunca lleva armas, desliza la mano hasta robar la daga de su compañero y sacarla fuera de su funda. Por encima del hombro de Nikeras, intenta alcanzar el morro dentado del híbrido. La mano que sostiene el puñal argentado tiembla asustada. Yuris Khan da un paso atrás. La luz del día se filtra entre las ramas de los árboles y se refleja en el filo metálico. Los chamanes le previnieron de ello: ten cuidado con la plata... se puede hundir en tu carne como el acero en la carne de los humildes.

¡No necesito exponerme a esto! Estoy predestinado a hacer cosas grandes. No dejaré que un golpe afortunado de un mequetrefe asustado frustre el brillante futuro que me aguarda.

De pronto un grupo de cadáveres de lobos empiezan a temblar.

¡Alzaos para el Dios Lobo! ¡Alzaos! ¡Devorad a estos blasfemos en mi honor!

Nunca estuvieron muertos. Bueno, muertos sí. Pero como zombis. Aberraciones cometidas ante la Madre. Nikeras los examinó. Se arrodilló ante ellos. Los tocó. En cualquier momento pudieron haberse revuelto y mordido. Si no lo hicieron es porque Yuris Khan les ordenó que, cual perro, "se hiciesen los muertos". El repelús es mayúsculo. El bosque es un cementerio repleto de lobos zombificados. Aunque por suerte, solo se alcen seis de ellos, todos los que Yuris Khan puede controlar a la vez.

El estómago de Nightshade no puede soportarlo más, y empieza a vomitar, aún con la daga de plata en la mano.

 Al druida Nikeras se le puso puso todo el bello de punta ante la cercanía del licántropo. A pesar de que aquella presencia le aterraba, la promesa de la muerta rápida y brutal, no era suficiente para que el druida perdiera su orgullo. Si iba a morir que fuera con libertad, mucho mejor eso que vivir esclavizado por el temor y el miedo.

 Cuando Naizer sacó su propia daga argenta del cinto y la mostró ante el licántropo, este reaccionó de forma inesperada.

 Parece muy supersticioso, tal vez puede ser ese su única debilidad...

 Pensó fugazmente el barbudo druida cuando de repente el grupo se vio rodeado por media docena de lobos... no, de lobos no, sino parodias, títeres sin vida que se enfrentan al ciclo de la vida. Sin lugar a dudas, de todas las aberraciones que suponía Yuris Khan, esa capacidad para levantar no-muertos, era la más aterradora!

 Nikeras sintió como se le encogía el corazón ante la visión espeluznante y sobrenatural de los zombis lobo. A pesar de que parecía estar en una temible pesadilla, si no actuaba pronto, esto sería el fin... 

Las espinas empiezan a brotar en el suelo, hasta formar un extenso arbusto espinoso por el que tres de los lobos avanzan lentamente... mientras las púas de los brezos desgarran su piel poco a poco, dejando atrás trozos de carne pútrida colgando de las plantas.

Nikeras escucha un grito. Se gira a tiempo para ver cómo otro lobo desgarra el muslo del Barón Septow.

Otros dos lobos atacan a Zicko, que se defiende y les gruñe sin atreverse a morder carne de zombi.

Mientras, Nightshade sigue vomitando.

Al volver la vista al brezal, Nikeras cruza la vista con uno de los lobos. Lentamente, pero ellos también se han logrado abrir paso por las espinas, y ya están aquí.

Bien, bien... Debo volver a por mi hacha. No puedo llevarla en forma de lobo, pero necesitaba de la velocidad de mis cuatro patas para seguir al emplumado. Volveré en una hora para deshacerme de la daga. Buen provecho, mis pequeños.

Yuris Khan se transforma de nuevo en lobo y se aleja, aunque aún está visible.

 La situación estaba complicada, rodeados por multitud de lobos zombis, con Naizer, el más capacitado del grupo indispuesto, Septow contra dos adversarios y el pobre Zicko amedrentado... y en el caso de que por algún casual se reagruparan y lograran vencer a los zombis cánidos, el maldito Yuris Khan les perseguiría.

 Céntrate, no lo puedes abarcar todo a la vez. 

 Nikeras se mueve mientras saca el escudo de madera de forma que los lobos que van a por él y cruzan la zona espinosa tengan que recorrer mayor distancia, dando una vuelta y volver a pasar por la zona espinosa con la esperanza de que queden enredados o queden despedazados pro las zarzas. Mientras da la vuelta anima a Zicko a que ataque, a pesar de que pueda ser peligroso, peor sería dejarse destrozar por las criaturas... y que el maldito Yuris regrese para levantarlo como a un títera sin vida.

 - Vamos Zicko, múestrale quien es quien manda aquí, ¡ataca!

 Animado por su compañero humano, Zicko se abalanza sobre el más cercano de los lobos no-muertos, las fauces repletas de colmillos del can se cierran con forecidad sobre la nuca del títere, arrancando carne muerta y piel, mientras lo retuerce para tumbarlo al suelo.

Zicko derriba al lobo zombi de una dentellada. Solo faltaba que el intercambio de fluídos entre la sangre del engendro y la saliva del perro diese como resultado que Zicko se contagiara y terminase convertido en Zombi. También es cierto que con mucho el perro es el más competente del grupo de cuatro, viendo como vomita Nightshade y como el Barón Nikola Septow agita su palo a la desesperada.

 Nikeras, con lanza y escudo, sigue con su treta para que los zombis cánidos queden hechos trizas entre el fuerte y lacerante abrazo de madre, quien reclama la vida que una vez dio. Así que se mueve por el límite del área de la maraña de brezos llamando la atención de los zombis para que estos avancen de forma descerebrada e indolora hasta que ya no quede ninguna parte del cuerpo capaz de moverse.

 Septow continúa con su combate con los dos zombis, llevando la peor parte y Naizer está incapacitado por el momento. El otro miembro capaz del grupo es Zicko, quien tras derribar a su contendiente le lanza una nueva dentellada y se prepara para volverle atacar en cuanto intente levantarse.

Yuris Khan se pierde de vista, corriendo en su forma lupina, sin quedarse a ver el resto del combate. No hay nada reseñable en los combates con zombis: te tratan de morder... te tratas de defender...

Septow está en un toma y daca con uno de los lobos, mientras que el otro que tiene al lado intenta morder a Zicko sin éxito. El lobo derribado ni se molesta en levantarse. Así son los zombis, mientras tengan dónde morder, ¿para qué moverse? Una buena parábola de la actual decadencia de los tiempos modernos, donde los sirvientes invisibles y los arados movidos por magia hacen que la gente se apoltrone. Ya no hay cultura del esfuerzo.

Del lado izquierdo de la refriega, Nikeras es mordido al intentar que los lobos le sigan. Es más, los lobos pasan de él. Uno de los animales antropófagos queda enganchado en las espinas y queda atrapado. El otro, que tiene a Nightshade cerca, simplemente cambia de bocado. ¡Bichos estúpidos! ¡Ni si quiera tienen sesos suficientes como para caer en una nimia trampa!