Partida Rol por web

Grimm observaba la escena sorprendido. ¿Qué pintaba aquella puerta en la mina? Contempló la mano de obra desperdiciada en el suelo pero recordando lo que le había pasado a él en la selva se limitó a informar:

—Tuve que abatir al fugitivo porque me atacó mordiéndome. Es lo mismo que ha pasado aquí por lo que me ha dicho Bauer. El fugitivo llevaba una estatuilla con él..— miró alrededor por si viera algo parecido en la sala —Esto no parece hecho por salvajes. Quizás una civilización anterior, como sucedió en Egipto, estuvo antes aquí...

—Cuando les ordené abrir la puerta atacaron al soldado de ese modo tan salvaje… — dijo el capitán que todavía parecía afectado por la macabra y sangrienta escena de la que había sido testigo. 

Hoffmann miraba la puerta pensativo. El oro del símbolo era demasiado llamativo y ya habían hablado de saquearlo. Aquello no le hacía mucha gracia, pero entendía que a falta de diamantes tenían que llenar los bolsillos con algo. Lo que verdaderamente le importa a él era abrir la maldita puerta y ver que había al otro lado. La llegada de Grimm y el comentario que hizo le devolvió a la realidad. 

—¿Una estatuilla? ¿La ha traído de vuelta?— le preguntó esperando que la mostrara para analizarla. 

Grimm, ¿donde esta esa estatuilla? Muestrasela a los esclavos y que digan de que se trata. Si huia con ella debe ser valiosa. Hoffmann, preguntales por la estatuilla y de que se trata.

Todo este revuelo parecia ser por una simple estatua, pero ¿por que mordian? Parece ser que el que huia tarmbién atacó a Grimm.

¿Por cierto Grimm, como se encuentra?¿está herido? ¿necesitas pasar por enfermería? Espero que estes bien y puedas seguir con nosotros.

La tienda de Müller parecía la del manual del perfecto soldado. Todo estaba ordenador, la ropa doblada, las botas limpias, todos los papeles ordenados. Gracias a eso, tu inspección pudo ser rápida y no te costó encontrar una pequeña carpeta en la que podía verse información de todos los oficiales designados a esta misión.

Informes sobre lo ambicioso y poco fiable que podía ser Hartmann, Los contactos de Hoffmann con Thule, los diferentes informes disciplinarios de Grimm por insubordinación. Y Bauer… te sorprendió. Si lo que ponía era cierto, ese oficial que tan orgulloso parecía resultaba que no era más que un sucio maricón y Müller le estaba extorsionando por ello. Lo que estaba claro es que Müller parecía el típico capaz de pisar a todos por buscar el ascenso. Lo que le sorprendió, sin embargo, fue ver que no tenía información de él, nada sobre Soren Fuchs.

Mientras leía los papeles, algo le hizo levantar la cabeza. Parece que salían más personas de la cueva, pero no decían nada. Arriesgó a mirar por entre la tela y pudo ver Müller y Bauer juntos y parecía que buscaban algo… o a alguien. Les vio dirigirse a su tienda personal. Estaba claro. Lo estaban buscando.

Müller salió de la cueva decidido a encontrar a esa rata perezosa de Soren y cuando el poco sol que se filtraba a través de las palmeras le bañó, hizo una inspección rápida al campamento y pudo confirmar que no estaba a la vista ¿Dónde se había metido? Justo en ese momento, le alcanzó Bauer que le indicó que Hartmann le había ordenado llevar a Soren a la cueva a ayudar con la puerta.

Al no ver al oficial por ningún lado, se dirigieron hacia su tienda personal esperando encontrarle dormido. Sin embargo, cuando corrieron la tela, comprobaron que estaba vacía. ¿Dónde estaba Soren?

Estar cerca de este hijo de puta no te gusta nada. Tanto años de extorsión, tantos años de notar su desfigurado rostro vigilándole. Pero esto no tiene por qué seguir así. Es un momento perfecto, estáis a solas. Sería tan fácil sacar el arma y pegarle un tiro. Hay soldados cerca, pero sería cuestión de apartarle o puede que incluso los soldados callen si se lo ordenas. Tienes la pistola en el costado. Y quieres utilizarla. Este hijo de puta no volverá a reírse de ti.

Mientras hablaban, observaron como los negros trabajaban la roca, dándola con picos e intentando hacer palanca, pero la piedra parecía inamovible. Iba a llevar mucho tiempo romper así la piedra. Incluso desincrustar el oro iba a llevar tiempo. Para colmo, los negros parecían recelosos y solo el miedo a sus armas parecía espolearlos a seguir trabajando.

Cada uno de aquellos oficiales era una caja de sorpresas, realmente. Escondían una multitud de secretos que no tenían mucho que envidiar al que Fuchs escondía.

—Un jodido maricón —susurró al ver la información sobre Bauer. Increíble.

Las cosas habían transcurrido de forma demasiado fácil hasta ese momento. Pero entonces escuchó pasos fuera de la tienda y se acercó a mirar: precisamente, Müller y Bauer estaban allí y se dirigían a su tienda, probablemente buscándolo.

La presencia de esos dos oficiales confirmaba que Hoffmann no la había emprendido a tiros con el resto aún o bien que lo habían matado a él, claro. Como fuera, ahora habían notado su ausencia en la cueva. No se le escapó que Bauer debía desconfiar de él, teniendo en cuenta que no tenía ninguna información suya y que tenía un claro afán por recopilar informes de todos. Así pues, pensó y actuó con velocidad.

Esperó a que Müller y Bauer entraran en su tienda y, en ese preciso instante, él salió de la tienda de Müller, se internó varios pasos rápidamente en la jungla, sacó su pistola, pegó tres tiros al aire y luego gritó muy fuerte, para que se le pudiera escuchar desde lejos:

—¡Negro hijo de puta!

Su intención era simular que había estado persiguiendo a un negro que se le había escapado entre la espesura de la selva. Sabía que no le iba a costar nada sostener esa mentira; era sencilla, nada difícil para su carácter mentiroso, acostumbrado al engaño constante como fruto de su trabajo como espía.

—Maldición... la estatuilla.

Grimm meneó la cabeza.

—Se cayó durante el forcejeo con el salvaje y no le di mayor importancia. Voy a por ella.

Se detuvo un momento antes de añadir:

—Quizás un par de soldados puedan ir a por dinamita para volar esa puerta por los aires.

Müller miraba con desprecio hacia el interior de la tienda de Soren. Aquel hombre le daba mala espina desde el primer momento que lo vio. No sabía porqué, pero así era. No le extrañaba que fuera un escaqueado y esperaba que recibiera el justo castigo cuando lo encontraran. Aunque lo cierto era que no sabía donde podía estar.

- ¿Qué opina Bauer? - Le preguntó a su compañero. - Esa rata de Fuchs nos la está jugando. ¿Ha corrido con el rabo entre las piernas? - Negó con la cabeza. - Pero... ¿A dónde? ¡Estamos en medio de la maldita nada! - Exclamó sorprendido ante la actitud del teniente. Podía llegar a entender que deseara desertar, pero no en un lugar y un momento como ese, pues no tenía a donde ir y menos solo.

El compañero con el que menos esperaba encontrarse a solas era con el hijo de puta de Müller. Bauer sopesó profundamente el sacar la pistola y simplemente volarle la cabeza a ese maldito bastardo. Pero haría mucho ruido y habría muchas preguntas que responder. Los soldados les habían visto dirigirse hacia la tienda de Soren en su busca. No, aún no, habría más oportunidades, estaba seguro. Tal vez en el interior de la mina. Lo que sí tendría que conseguirse era un buen cuchillo. Rápido, efectivo y silencioso.

-Esto no tiene ningún sentido. Como dice, estamos en medio de la nada ¿Es posible que alguno de esos negros le haya matado y ocultado su cuerpo? Deberíamos interrogarlos.

El oficial estaba frustrado. Recorrió la tienda con los brazos en jarras buscando alguna pista.

-¿Y el resto de soldados? ¿Es que nadie ha visto a dónde ha ido?

Rambert asintió con la cabeza. Era hora de interrogar a la tropa. Alguien tenía que haber visto algo, eso lo tenía claro. Si se enteraba de que alguien mentía o no colaboraba... entonces las cosas empezarían a ponerse feas, más aún de lo que ya lo estaban. 

El teniente del rostro desfigurado comenzó a buscar a los soldados, tenía que haber alguno cerca y alguno tenía que saber donde estaba el bastardo de Fuchs. No saber nada de ese teniente le carcomía por dentro, pues si de algo podía fardar aquel hombre de apariencia pavorosa, era de conocer bien con quien trataba y sin embargo, todo lo referente al teniente Soren Fuchs, se le escapaba.

- ¿Alguno a visto al teniente Fuchs? - Preguntó de manera inquisidora. - ¿Dónde está el teniente? ¡Vamos, no tenemos todo el día!

—Lo de la dinamita es buena idea, Grimm— aplaudió el capitán Hoffmann—. Vaya a buscar la estatuilla y traígala de inmediato. Y Grimm, no lo pregone a los cuatro vientos. Preferiría estudiarla personalmente antes de determinar su valor.

Se giró hacia la puerta y la contempló preguntándose si la dinamita sería suficiente para hacerla saltar por los aires sin causar mayores daños al posible tesoro que se escondiera dentro. Miró a su homólogo en el cargo y pareció meditar algo.

—¿Hartmann, cuál de sus hombres es ducho manejando explosivos?

Una vez que ambos capitanes se quedaron a solas, Hoffmann se volvió hacia Hartmann y le habló en voz baja manteniendo cierto recelo hacia los negros que aun quedaban junto a ellos e incluso hacia los soldados que les forzaban a trabajar. En tono de confidencia le lanzó la pregunta al capitán.

—¿Qué opina de todo esto, capitán? ¿Cree que habrá diamantes tras esa puerta?

Esta bien Grimm, vaya  a por ella pero vuelva rapido. Le necesito aquí, esta estatuilla puede que nos de la solución a todo este misterio.

Hoffmann la dinamita la pondrá Fuchs, tendra que ganarse el jornal que lleva todo el dia sin aparecer, asi que el y esta escoria oscura seran los encargados de derribar la puerta con la dinamita. Avise a Bauer que la traigan.

Cada vez tenia mas ganas de abrir esa puerta pero ni los negros ni alguno de mis hombres estaban a la altura, pero haria lo que hiciera falta para conseguir todo lo posible para el régimen. 

No lo se Hoffmann, solo se que tras esa puerta hay algo valioso. Mi intuicion me lo dice, si no es diamante será oro, pero algo de valor para financiar el regimen seguro que hay - susurro a mi compañero tras la pregunta de si habra diamantes o no. La verdad que no se que habra tras la puerta, lo que si se que sea lo que sea hay que descubrirlo y confiscarlo para nuestro cometido. 

—Estoy de acuerdo, capitán. Lo que haya tras esa puerta tiene que ser tan valioso o más que los diamantes.

Hoffmann asintió con la cabeza, sabedor de la trascendencia de aquel hallazgo. Había estudiado sobre civilizaciones antiguas y conocía el mundillo de los museos y la antropología, sabia que algunos marchantes eran capaces de pagar auténticas fortunas. El régimen se beneficiaría de las grandes aportaciones económicas que podría darles aquel hallazgo.

—Pero debemos tener cuidado con la explosión si no queremos estropear algo de valor. Si no le importa supervisaré a Fuchs personalmente para garantizar que no se pase con los explosivos y sepulte toda la cueva.

Perfecto, supervisele y haga que ese mentecato empiece hacer algo por el Régimen y salga de su cabaña que esto no son unas vacaciones pagadas.

Justo cuando los soldados iban a hablar, tres disparos resonaron más allá de los árboles que le rodeaban. Bauer y Müller se giraron rápidamente a tiempo de ver como Soren aparecía entre la maleza con el arma en la mano mientras maldecía en alto.

- ¡Negro hijo de puta! –

Parecía cansado, como si hubiera estado corriendo. Mientras se acercaban a él, de la cueva salió Grimm que se dirigió hacia los soldados y los ordenó llevar dinamita a la cueva, entonces se marchó hacia la selva, al mismo lugar por el que se había ido antes cuando persiguió al negro. A los pocos minutos, apareció el soldado que había quedado abajo con Hartmann y Hoffmann y se acercó a los oficiales, llendo directamente hacia Bauer.

- Señor, el Capitán Hartmann ordena que Soren se encargue de los explosivos para abrir la puerta, señor -