Partida Rol por web

John pudo esquivar los dientes que venían hacia él, pero McFadden no fue tan afortunado. Intentó ayudarlo, pateando al bicharraco, pero sintiendo la presencia de la chica-monstruo detrás de ellos. Debían apurarse y salir de ahí lo antes posible.

En ese momento se escuchó la voz del malnacido de Anderson. ¿Qué demonios hace aquí?

De todas formas, no tenía muchas opciones más que responder, prefería malo conocido que bueno por conocer.

Intentó acceder a las comunicaciones para responder al próximamente muerto de Anderson.

- Anderson, que sorpresa que muestres tu cara, o tu voz, mejor dicho, por aquí. Estamos a punto de morir pero antes me daré el gusto de esparcir tus restos por el espacio. Me la jugaste con la patrulla y con el cargamento, ¿tienes algunas últimas palabras?

Anderson no tenía necesariamente que lo de "a punto de morir" era literal y no tenía ninguna posibilidad de esparcir nada que no fueran sus propios restos, y ni siquiera al espacio, tan sólo quedarían esparcidos por la nave, pero no estaba de más desquitarse un poco con el capitán de la Aktuh.

Los bichos no dejaban de atacaros e intentar morderos. McFadden tenía uno enganchado como si fuese una bota vieja, y sus dientes estaban atravesando el traje, la carne y dentro de poco, el hueso. Además, no podía moverse con él a cuestas. Finalmente, se libró de él de una patada, pero seguían viniendo detrás de vosotros.

Al volveros, no visteis a la chica, pero eso no significaba que no estuviese por allí y no había ganas de esperarla, eso sin lugar a dudas.

Así que... tocaba seguir corriendo y saltando.

John esquivaba aquellas bolas salvajes llenas de dientes como podía, haciendo zigzag por el pasillo. Afortunadamente McFadden pudo quitarse de encima al que lo estaba mordiendo, pero aquella herida no pintaba bien. Ya tendrían tiempo de preocuparse por eso si sobrevivían. En su huida iba chequeando si podía tirar paneles, tachos o cables que supiera que no eran vitales para entorpecer el camino de sus perseguidores. Si no encontraba nada, correr como alma que lleva el diablo.

- Vamos McFadden, corre!

- ¡Ya lo intento! - Le recriminó al capitán.

Capitán que le lanzó un cable en su huida, pero no un cable en el sentido de ayuda, sino un cable en el sentido literal. McFadden tropezó con él y se le quedó enredado el tobillo en éste. Una vez en el suelo miró atrás. Aquellas cosas ya venían. ¡Las tenía encima! ¡El maldito Smith se la había jugado!

- ¡Mierda joder! - Exclamó. - ¡Muchas gracias capitán! - Le dijo en tono sarcástico mientras trataba de desliarse el pie del cableado.

La pequeña conversación con el reaparecido de Clark, no pareció distraer a Smith, que estaba a punto de llegar a la zona de la esclusa, dejando atrás a los pequeños bichos. McFadden, en cambio, se quedó detenido en mitad del corredor, con cada vez más de aquellos monstruitos mordisqueándole por todas partes.

Dolía como el infierno y sentía como su carne ardía por dentro.

Ene se momento, además, ambos vieron de reojo la figura de la chica, que estaba saliendo de la sala de hipersueño y se dirigía hacia ellos con paso firme y seguro, desnuda, por supuesto, hacia ellos, o más que nada, hacia McFadden.

McFadden comenzó a patalear, revocalcarse por el suelo, lanzar puñetazos y culatazos con su arma. No tenía muchas esperanzas de que aquellos seres le soltasen, se creía perdido y comenzó a gritar. 

- ¡Nooo, jodeeeer! - Alzaba la voz desesperado. Cada moridisco que se hincaba en su piel era más doloroso que el anterior, una tortura en toda regla. Una de las peores formas de morir que podía imaginar. - ¡Aaaaaah, mierdaaaa! 

Pero finalmente logró, casi de milagro, zafarse de aquellas cosas. Se puso en pie como pudo y comenzó a correr, no son cojear de forma visible, hacia la sala de la esclusa, la cual ya había alcanzado Smith. 

- ¡Espere capitán! - Le gritó a Smith. - ¡Ya llego!

Y así como corría, iba disparando sin apuntar realmente. Se trataba más de disparos disuasorios que de otra cosa, pero es que en aquella situación era imposible pararse a plantar cara al enemigo.

John vio con esperanza que estaba llegando a la esculsa, librandose por el momento de aquellos engendros, pero vio hacia atrás y descubrió que McFadden estaba en problemas, así que frenó su carrera y se dirigió a su compañero para intentar ayudarlo.

Anderson encajó el mensaje sin inmutar el rostro, esperó un tiempo prudencial y respondió a Smith.

-Estábais a punto de morir, estábais- Comenzó -Por suerte he vuelto y he reparado algunas cosas de tu chatarra, así que deja de pasear por ahí fuera y vuelve cagando ostias, así nos pondremos al día de todo, con un mantel de puntos sobre el césped del parque y una merienda para abrir boca-

Soltó el ptt unos segundos, antes de añadir -Así que espabila, tocapelotas- Smith estaba enfadado, lógico, pero eso no era problema suyo, cuando la ley aparecía, cada mochuelo a su olivo. Era un dicho de su tierra.

Smith dio un último tirón de McFadden para terminar de llegar a la zona de la esclusa, pero la chica se dirigía rodeada de aquellos bichos, sin detenerse por nada, hacia donde estaban en aquellos momentos, mientras seguía sonando la voz de 
Clark al otro lado.

McFadden disparó una última vez antes de seguir corriendo, pero la bala no pareció hacerle nada. Le dio de lleno en el vientre y a pesar de todo, no solo no sangró sino que tampoco aminoró el paso.

Los bichos se arremolinaron a su alrededor y adaptaron su paso al de la mujer, como si formasen una especie de pequeño ejército particular, pero a medida que se acercaban... veíais el final mucho más cerca.

- ¡Mi-er-da! - Dijo McFadden de forma entrecortada. - ¿Que carajo hacemos? - Le preguntó al capitán. - ¿Y si abrimoa exclusa y el vacío chupa esos bichos? 

Era solo una propuesta, pero no sabía muy bien como hacerlo, ni tampoco como hacer para no salir succionado también él al espacio exterior. No obstante, no se le ocurría nada más. 

La cosa pintaba fea. Pero fea-fea. En mayúsculas, en tecnicolor y cinerama. John y Mc Fadden corrían y se tomaban de la ropa entre sí mientras huían a la desesperada, y con mucho mas entusiasmo y ahínco, si lo hubiera, después de ver como la bala no le hacía nada a la chica monstruo. Mc Fadden propuso una solución plausible, pero había un par de problemas.

- No es mala idea, pero no tenemos los trajes puestos, se va a despresurizar toda la nave, y también morirán nuestros compañeros. Intentemos cerrar la puerta, disparemos a la cerradura si es necesario, y vayamos al puente, incluso estando del otro lado pueden seguir lloviendo monstruitos pequeños, no nos detengamos.

Poco a poco iba desentrañando los código fuente y desbloqueando los cortafuegos. En muy breve espacio de tiempo, el ordenador sería mío y lo doblegaría a mi voluntad, muahahaha (risa malvada). De momento, algunas funciones de la nave ya estaban en nuestro poder, como por ejemplo las telecomunicaciones.

-"Señor Hate, pruebe a contactar con la Greta ahora. Creo que ya tenemos un canal seguro con la nave, sin interferencias. En un periquete tendrá en su puesto los controles de la nave, que estará cien por cien operativa. ¿Verdad, querido Tristán?"