Partida Rol por web

La idea de Paul tenía su sentido. Intentar arreglar la máquina era poco menos que imposible, pero ese era su segundo nombre así que no iba a dejar de intentarlo, mientras los demás procuraban ir sala por sala, en busca de más criaturas. La posibilidad de hallar más en aquella nave no era demasiado elevada, pero por si acaso, eso fue lo que hicisteis, poco a poco.

Las cabinas eran pequeñas y no tardasteis nada de tiempo en registrarlas y el hangar ya estaba cerrado, por lo que en realidad no había nada que ver.

Finalmente, llegasteis a la conclusión de que si había alguna criatura, tenía que estar dentro de vosotros y todos os dirigisteis hacia la enfermería, en donde Paul se afanaba en reparar lo irreparable, como buen mecánico.

La nave estaba limpia, pero... ¿y vosotros?

- ¿Cómo va eso Stamets? - Le preguntó. - Parece que la nave está por fin limpia. Sólo queda saber si estamos limpios también nosotros.

Todo parecía al fin empezar a tranquilizarse. Parecía que el principal peligro había pasado, aunque no estaban del todo a salvo. Si alguno estaba infectado, todo podía volver a empezar e irse al traste fácilmente. Confiaba en que no fuera así y de estar alguno de ellos infectado, poder aislarlo o incluso extirparle al bicho. Todo dependía ahora de Stamets y de que pudiera arreglar la dichosa máquina.

McFadden le quitó el traje con rapidez. El dolor empezó a disminuir mientras que escuchaba a la pilotó jactarse de su puntería. Era de locos,  tenían que digerir que esa mujer tenía mas aplomo que todos ellos. No se alejó mucho de ella mientras se arrastraba a la enfermería. Ahora que sabía lo buena que era con las armas estaba bien tenerla cerca. —Stamets no tenemos mucho tiempo...—miró a la piloto pensando que tal vez supiera más de lo que parecía— ¿no sabrás arreglar eso?—dijo apuntando a la maquinaria donde se encontraba Stamets.

La piloto al fin había resultado ser de utilidad después de tanta queja y tanta siesta. Era hora. 

Ahora debían cerciorarse de que estaban todos bien y ver si podían llegar sanos y salvos a algún lado, sea cual fuese. John no se tiraría a dormir tranquilo aún si cepillaran los ductos, las alcantarillas y los pasillos con un cepillo de dientes. Aquellas criaturas se las venían arreglando bastante bien para reproducirse, seguramente eran cruza con conejos. 

Al menos si Stamets podía reparar la máquina tendrían un panorama más claro de su situación. Que tampoco era mucho, visto lo visto.

Mientras los demás se desperdigaban por la nave, haciendo caso a lo que había planteado, yo me dedicaba a lo que mejor sabía hacer: arreglar cosas. Bueno, el sexo tampoco se me daba mal, era bastante fogosillo cuando estaba en faena. Poco a poco fui desmontando piezas y haciendo puentes, aprovechando todo lo que tenía a mi alcance. Pasados unas horas, o eso pensaba, ya que no me percaté del tiempo que había dedicado a arreglar el aparato, parecía que lo había terminado. Justo a tiempo, pues todos los demás aparecieron de repente por detrás... ¡qué pillines! Me levanté y me limpié las manos de grasa, mientras miraba a los ojos a cada uno. ¿Alguno sería un impostor? ¿Lo sería yo? ¿Quién era ese tipo oriental que venía con ellos? Me limpié los ojos, era una legaña.

-"Bueno, no puedo aseverar que la máquina funcione, era una avería complicada. Le he tenido que cambiar el condensador de fluzo y desviar parte de la potencia del reactor para alimentarlo. El primero que entre probará si soy buen ingeniero o no. ¿Quién quiere entrar?" Dije echándome a un lado y poniéndome al mando de los controles.

Paul había hecho su trabajo lo mejor que fue capaz. Si funcionaría o no la máquina, solo al probarlo lo averiguaríais. Claro que no hubo demasiadas oportunidades de hacerlo. Antes de que alguno de vosotros diese el primer paso, un sonido diferente llamó la atención de McFadden, Hate y el propio Stamets, que se giraron hacia Smith.

El capitán estaba temblando de pies a cabeza, pero no de frío o de miedo. No. Era algo más, mucho más y muchísimo peor. No se trataba únicamente de temblores, sino de profundas contracciones que estaban sucediendo a lo largo de su cuerpo, sin ningún control. Sus ojos estaban desorbitados y la mandíbula, tensa, aunque no por mucho tiempo porque a los pocos segundos, su boca se abrió y deformó en una mueca horrible y antinatural.

En ese momento, visteis lo que estaba sucediendo. Su cuerpo se estaba resquebrajando desde el vientre hasta el cuello, abriéndose en dos mitades que llenaban de sangre sus ropas, antes de romperlas y mostrar que ya no os hacía falta ningún aparato para discernir si uno de vosotros no era quien decía ser.

Una enorme boca horripilante empezó a formarse en esa grita corporal, hasta que el cuerpo de Smith se abrió en dos mitades y con un rugido, el terror sacudió vuestros corazones.

Roger, por primera vez desde hacía mucho tiempo, quizás porque veía cerca la huida o simplemente porque, de alguna forma ya sabía que Smith tenía algo dentro desde hacía tiempo. No sabía porqué, lo sospechaba, una corazonada, pero lo sabía y en ese momento se confirmó tristemente acabando con el capitán.

- ¡Fuego, joder, fuegoooooo! - Gritó mientras empezaba a descargar toda la potencia de su rifle contra aquella criatura que se abría paso ante ellos desgarrando por dentro a Smith.

—¡Mierda! —La cara de espanto de Rook, al ver al capitán, se parecía a la mueca de Smith antes de abrirse en dos. Todos lo sospechaban, pero ninguno lo quería creer y ahora tenían el problema delante de ellos. Sacó su arma y empezó a disparar a lo que estaba saliendo del cuerpo de su compañero.

Según estaba en los mandos esperando que alguno se metiese en la cápsula médica, ocurrió lo que ya sabíamos que ocurriría. El capitán se convirtió en un horrendo monstruo de dos mitades que quería comernos. Desde que la criatura le forzó sexualmente, sabía que algo le había hecho a Smith. La simiente del bicho le había transformado poco a poco. Saqué mi soplete muy despacio, casi paralizado por el terror de ver una cosa tan espantosa, y lo encendí a la primera. ¡A la primera! Pero inconscientemente, ya que estaba paralizado de miedo.

John estaba observando a sus compañeros hablar y hacer las reparaciones, pero sus voces se difuminaban por momentos, transformandose en un eco ininteligible.

Carne

¿En que demonios estaba pensando? Tenía que estar concentrado porque aquellas criaturas podían aparecer del lugar menos esperado.

Devorar. Destruir. Ganado.

Aquellas tiernas bolsas de carne no merecían vivir, eran su presa. ¿Pero que le pasaba? Él era el capitán. ¿O no? ¿Qué era? El siguiente paso de la escala evolutiva. Eso era. Debía destruir a aquellos seres inferiores.

Destruasaaskdfjadsfasdkjf.....

De repente el que antes era John y ahora no necesitaba de un nombre comenzó a temblar y gruñir. Antes de que pudiese reaccionar recibió puntazos del caño de metal del que gritaba, pero su mente estaba enfocada en el otro...   El rubio del traje azul.

El ser superior que ahora era atacó con todos los apéndices de los que fue capaz, introduciéndolos en cada agujero posible de la estructura corporal de Stamets, ingresando más y más profundo, buscandose a si mismo, es decir, a los otros tentáculos que iban ingresando por los distintos orificios. Eso hacía que los agujeros de entrada se ensancharan más, ya que sus nuevas y mejoradas extremidades eran angostas primero y gruesas después. Se concentró en ingresar todo lo posible dentro de su presa, y hacer fuerza para lograr un baño de sangre purificador, así los demás sabrían lo que les esperaba.

El horror de ver a Smith convertido en una "cosa", hizo que la mayoría de los demás reaccionasen con rapidez y por supuesto, agresividad. McFadden no dudó en dispararle, pero los agujeros que causaba en el cuerpo del que había sido su capitán, no parecían tener efecto alguno, más allá de añadir un toque diferente al cada vez más desconocido Smith. Hate tuvo que sacar su arma por lo que para cuando logró disparar, ya había visto que las balas no parecían tener demasiado efecto y el pobre de Stamets había sido ya atravesado por varios tentáculos sangrientos y gelatinosos.

Paul se había quedado paralizado por el terror de lo que había visto y no pudo reaccionar. El dolor tras ser atravesado por aquellos filamentos, era indescriptible, al igual que el comenzó a experimentar a medida que aquel ser succionaba parte de él mismo.

Sentía como si la vida estuviese siéndole extraída.

Pero no terminaste de morir. Algo empezó a sentirse diferente; junto con el dolor, parecía como si estuviese llegando a ti nuevas energías, algo diferente y poderoso que empezó a expandirse por todas partes. A medida que esta energía llegaba, tu humanidad iba desapareciendo progresivamente; seguramente, de haber continuado siendo humano, le habría producido el mayor orgasmo de su vida, más incluso que si se hubiese tirado al pobre de Tristán. Pero ahora simplemente, empezaba a notar una sensación que mezclaba placer, dolor, felicidad... y desprecio por la escoria humana que le rodeaba.