Partida Rol por web

Lo que proponía Clark parecía fácil y redituable, por lo que de realmente serlo lo hubiese hecho él mismo. Mientras le pasaba el dispositivo a Gemma para verificar los créditos sin dejar de mirar a su interlocutor, decidió poner todas las cartas sobre la mesa.

- ¿Y que pasa que no has tomado tu mismo el trabajo, Clark? ¿Ya tienes todo el dinero que necesitas? No, seguro que es que prefieres algo con mas acción -le soltó mientras el otro se alejaba. No esperaba ninguna respuesta sincera. De hecho, no esperaba ninguna respuesta, pero quería que supiera que no era ningún tonto. Sólo un idiota o un arriesgado. O ambas.

Luego lo dejaría ir, sin más complicaciones. La verdad era que necesitaban los créditos, vinieran de donde vinieran. Evitó la mirada de McFadden, no quería que cuestionara sus decisiones y cualquier persona con algo de seso lo haría. El soldado parecía no ser la excepción.

Al regresar se encontró con Milton. Más reparaciones. Si, no podía ser quisquilloso con los trabajos que aceptaba. Ya vería la forma de hacerlo funcionar. Siempre lo hacía. Bueno, casi siempre. Tomó la lista y la sacudió delante de él, asintiendo. 

- Haré lo que pueda -contestó. Evitó decir que lo que podía era bastante poco, pero claro, el ingeniero lo sabía. Conocía las entrañas de Greta mejor que él a esta altura. 

Mientras caminaba se dirigió al navegante.

- Señor Hate, ya escuchó, colonia LV-426. Averigue lo que pueda de ella, las mejores rutas para llegar y lo que pueda averiguar del destino. Gemma lo ayudará si es necesario. Al menos tendríamos que saber dónde vamos a meter las narices.

El sonido que se escuchó al cerrar las compuertas, tras la entrega de las cajas, lo hizo salir de las sombras del hangar.

—¡¡Perfecto!! nunca estuve más de acuerdo con Clark, marchémonos de este vertedero —no pudo evitar apoderarse de la frase, era justo lo que él quería hacer—. ¿Qué sabemos sobre LV-426? —miró al capitán y después a Gemma, arqueando las cejas para recalcar la pregunta.

—Si nos fiamos de la información que nos han dado y no tenemos ninguna avería solo sé que tenemos un largo viaje por delante. No es que me preocupe demasiado que hacen ahí esos colonos, pero no quiero perder mi ojo biónico, por mucho que me martirice, a manos de contrabandistas de implantes —acompañó su comentario con una mueca en su cara, sabia que no todos entendía su humor, pero en ese momento no le importaba.

—Gemma, ¿puedes conectarte al ordenador de a bordo? Busca información: LV-426.

Más tarde se encargaría de las cartas estelares y la ruta más rápida para llegar, pero como decía el capitán necesitaban saber donde se iban a meter y compartir las primeras impresiones sobre ese lugar.

El silencio en la sala de ingeniería, o como a veces te gustaba llamar, tu hogar dulce hogar, hizo que te relajaras. Mientras apretabas las tuercas de aquel revoltijo de trozos de otras naves y tirabas de cables para intentar que todo fuese funcional, por más que no fuera estético, te diste cuenta de que efectivamente, no se trataba de la nave o la compañía, sino del trabajo. Si podías disfrutar con él, significaba que las cosas estaban bien.

Claro que una canita al aire de vez en cuando, tampoco venía nada mal, y aquel Tristan tenía algo que e hacía morderte el labio cuando pensabas en él. 

Después de un rato de ajustes, volviste a poner en marcha el motor, y su fulgor inundó toda la sala, mientras los engranajes chirriaban lo justo para empezar a moverse, y los chillidos se transformaban en dulces ronroneos... bueno, más o menos.

Tu cóctel hacía maravillas. De repente, te sentiste flotar en una nube mágica que se alejaba de todo y de todos. ¿Qué importaba la nave, aquel capitán Clark, el dinero, los peligros... ? Todo te daba igual, porque todo iba maravillosamente bien.

De hecho, el suelo te parecía un lugar genial para tumbarte y descansar, y contemplar las salidas de aire del techo, los cables y el óxido que cubría todo. ¡Qué fantástico era el óxido!

El suelo estaba frío pero tu cuerpo ronroneaba como un gatito. Todo era paz y tranquilidad, y aunque tus párpados no querían cerrarse, tus ojos parecían ver todo cuanto te rodeaba como si marchase a cámara lenta. Una mota de polvo cruzó por delante de ti, iluminada por la luz que provenía de un lateral, y alargaste la mano para atraparla. ¿Podrías conseguirlo? Estaba lejos, muy lejos, pero era fascinante y deseabas tenerla.

¿Podrías conseguirlo? Era tan bonita aquella motita de polvo.

Mi capitán no iba a mostrarse débil cuando no lo era, y eso hacía que estuviese segura de cuanto decidía. Me alargó la tarjeta para comprobar el dinero y yo pasé la mano por encima para usar mi lector automático. Analicé la información que había, mientras permanecía inmóvil y recibía todos los datos.

Una vez los tuve, oí como Hate me preguntaba sobre LV-426, y me volví hacia él.

-Acheron. Nombre oficial: LV-426. Es el segundo de dos satelites naturales que orbitan un planeta anillado llamado Calpamos, del Sistema Zeta II Reticuli. Acheron tiene un diametro de 1200 kilometros, la atmosfera esta compuesta de 10% argon, 85% nitrogeno, 5% neon y mantiene una gravedad de 0.86g. Presenta una colonia humana en su superficie, llamada Hadley's Hope, que está llevando a cabo su terraformación.

Una vez dicha la información, me volví hacia Smith.

-Capitán, le informo que solo hay 7500 créditos en esta tarjeta.

Clark estaba casi en la puerta cuando oyó la voz de Smith.

-No es mi estilo. Lo mío no es el peligro, sino dejar a los profesionales como tú, acabar los trabajos -le dijo a Smith, mientras se abría la puerta que comunicaba con el transbordador.

Entonces, oyó la voz de Gemma informando sobre la tarjeta, y tanto él como sus dos hombres, sacaron sus rifles y se volvieron para apuntaros a todos.

-Lo siento, Smith. Es mi comisión, ya sabes. No es nada personal, solo negocios. ¿Lo entiendes, verdad compañero? -le preguntó con una sonrisa en el rostro y un encogimiento de hombros con el que ya estabais familiarizados.

En ese momento, mientras cada uno de vosotros tenía una cosa diferente en su cabeza, llevando a cabo un negocio de lo más sencillo en el hangar o perdiendo el tiempo en otro lugar de la nave, un temblor sacudió el casco y todos cuantos estabais de pie, perdisteis ligeramente el equilibrio.

¿Había sido un disparo? Desde luego, eso era lo que había parecido.

Y entonces, una voz resonó por todas partes.

-Aquí la guardia fronteriza. Han entrado en un recinto protegido. Apaguen sus motores y esperen a ser abordados. Preparen sus permisos.

Todos sabíais que las patrullas fronterizas siempre retenían las cargas y tenían predilección por unos cuantos gulajs de los cuales nadie salia. Dejarse atrapar no era una opción.

Clark se la había jurado. No obstante, ya no era una opción la de negociar. No ahora que estaban siendo apuntados por los matones de Clark y menos teniendo a la patrulla de la guardia fronteriza encima. Lo que había empezado razonablemente bien, se acababa de torcer en un abrir y cerrar de ojos.

- ¡Joder! - Exclamó McFadden. - ¡Eres un mierda Clark! - Le dijo a aquel contrabandista. Entonces miró a su capitán. - ¡Pero ahora tenemos más problemas que tú! - Dijo enfurecido. - Capitán, no quiero morir en un gulaj, pero usted manda...

Estaba junto al capitán señalando los componentes que necesitábamos con más urgencia mientras este sostenía la lista con media ceja arqueada y asintiendo poco convincentemente, cuando la situación escaló por sorpresa (al menos para mí) en amenaza de violencia y prisas por escapar del desguace. 

El listado voló de las manos del capitán y fue a parar al suelo para ser pisoteado justo después en la estampida hacia nuestros puestos. 

- ¡¡N-no!! ¡¡N-necesitamos co-cosas!!

¿¿Por qué estaba pasando esto??, ¿¿qué necesidad había??

Me cubrí torpemente la cabeza con las manos y me giré semi agachado por si los hombres de Clark abrían fuego, y salí pitando. 

Atravesé la nave a toda prisa y entré en la sala de máquinas frenando con las manos sobre uno de los paneles.  

¡¡Ha-hay que preparar un despegue rápido!! - le dije a Stamets. 

El sitio en el que me recreaba era la nave en la que tantas horas había pasado, pero no era la misma. Sobre todo, porque desaparecía la sensación de ser un lugar cerrado, más bien parecía un espacio inexplorado y cambiante desde el que podría llegarse a cualquier lugar del universo, solo tenía que seguir aquella mota de polvo, las motas de polvo siempre saben a dónde van, y eso era mucho más de lo que yo había sabido nunca.

Entonces el ruido, al mismo tiempo que lo oía podía verlo como un relámpago rasgar el velo de la realidad, que cojones pasaba, todos sus sentidos se sentidos se pusieron en alerta, eso había sido un disparo, ¿de dónde? Parecía fuera de la nave, pero no podía estar seguro, si todo hubiera quedado en silencio hubiera dudado de su imaginación, pero podía sentir el ajetreo dentro de la nave, había voces.

Harry se dio un par de bofetadas y sacó una ampolla de acetona, la inhaló tan hondo como pudo, eso siempre le despejaba la mente, si no se había pasado con la dosis. Tampoco había tiempo de esperar si funcionaba o no, como pudo se orientó y se dirigió a toda prisa hacia el hangar de carga donde deberían estar sus compañeros.

Después de terminar de optimizar el motor, lo arranqué. No es que sonara melodiosamente, pero ya no sonaba como un viejo con bronquitis. Me limpié las manos con el trapo que siempre llevaba encima y me lo colgué del hombro. El mono de trabajo estaba lleno de suciedad y manchas de grasa, todo muy varonil. Escuchaba atento el sonido para captar algún ruido extraño, pero todo iba bien. Tristán se había marchado a la reunión, mientras yo terminaba de poner a punto el motor y alguna cosilla más. Sonreí satisfecho. El trabajo bien hecho me llenaba por dentro.

De repente, un fuerte temblor sacudió el casco de la nave, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de rodillas. Me puse en pie lentamente, preocupado por lo sucedido, y me dirigí a la consola de mandos de la sala de ingeniería para ver qué demonios había pasado. Sonaba como si nos hubieran disparo.

-¿Nos habrán traicionado los de la Aktuh & Melota?

Interrumpió mis divagaciones una voz metálica que resonó por toda la nave.

-"Aquí la guardia fronteriza. Han entrado en un recinto protegido. Apaguen sus motores y esperen a ser abordados. Preparen sus permisos."

-¿Cómo...? Se supone que este sitio es un lugar neutral... ¡Maldita sea!

Rápidamente, sin esperar órdenes del capitán, toqueteé los controles para subir la potencia de los escudos de la nave. Si volvían a disparar, ahora estaríamos más preparados. También desvié más potencia a los motores principales por si John decidía salir pitando en menos de lo que cantaba un gallo.

-¡Hecho!

Ahora pedí al ordenador un resumen de situación y de daños. Ese disparo de aviso, seguramente había dañado algo de esta pobre y anciana tartana de nave. Mientras salía la información y la evaluaba, pulsé el comunicador interno.

-"Aquí Paul, ¿qué cojones está pasando? ¿Órdenes, capitán?"

En ese momento llegó a la carrera Tristán, muy sofocado. Sudaba profusamente y estaba algo pálido. Se acercó a otro de los paneles de control.

-"¡¡Ha-hay que preparar un despegue rápido!!"

 Le miré preocupado. Nunca le había visto así de nervioso.

-"He subido los escudos y desviado más potencia a los motores principales, por si tenemos que salir echando leches. Estoy esperando órdenes del capitán. ¿Qué ha pasado, Tristán?"

Esta mañana parecía que iba a ser un día tranquilo, excepto por el intercambio de mercancía con esos idiotas, pero todo se había truncado. El nerviosismo parecía querer apoderarse de mi, así que tuve que ponerme en mi sitio y respirar hondo. No debía de perder los nervios.

—¿Pero que mier.....? —no dijo ni una palabra más, enseguida entendió que pasaba.

Miró al capitán, esperando ordenes o simplemente un gesto que le diera su visto bueno para ir a toda prisa al puente.

—Gemma, mantén el canal abierto con el puente, quiero estar informado de todo lo que pase aquí. —Rook salió del hangar, no sabían donde se encontraban Doc y el ingeniero Stamets, pero después del disparo era evidente que algo no iba bien, por lo que esperaba que esturdieran en sus puestos o por lo menos en alerta para recibir ordenes.

Respondí con prontitud a la pregunta sobre aquel planetoide, pero cuando oímos y sentimos el disparo, todos los humanos parecieron ponerse demasiado nerviosos.... menos mi capitán. Él permaneció impasible, en mitad del hangar, como si estuviese en una burbuja temporal y a su alrededor, todo fluyese mientras actuaba como un simple espectador.

Tras ver como nuestro ingeniero y el navegante se dirigían hacia su puesto, me acerqué a Smith.

-Capitán, ¿cuáles son sus órdenes? ¿Quiere que vaya a buscar a Clark?

Lo bueno de un androide era que no necesitaba respirar, por lo que podía flotar en el espacio, atravesar la distancia entre las dos naves y quizás, solo quizás, entrar en ella y causar un desastre. Pero a cambio, a lo mejor no tenían tiempo de salir de allí y una patrulla no era algo que debieran pasar por alto.

En la confusión de aquella voz que se extendía por todo el casco y resonaba por todas las salas de la nave, como si viniese de dentro, y de lo que había sucedido en el hangar, Clark y sus hombres entraron en su nave y se despidieron con una sonrisa que no era muy complicada de traducir, generando un sinfín de palabrotas en la mente de todos los que lo visteis desaparecer.

Pero por desgracia, lo más importante era salir de allí como fuera.

Las patrullas tenían la mala costumbre de disparar primero y preguntar... bueno, si es que había supervivientes. Su potencia de disparo era superior a la mayor parte de las naves, sobre todo los cargueros desvencijados como la Greta, pero no siempre eran más rápidas, y eso era lo que podíais aprovechar.

Tristan se fue a toda velocidad hacia la sala de máquinas, en donde estaba seguro que tanto a él como a  Paul, no tardarían en pedirles que exprimiesen todo lo que pudiesen aquel viejo motor. Por su parte, Rook se puso en camino hacia el puente.

Mientras todos se dirigían hacia sus puestos, apareció en el hangar Harry, con pinta de acabarse de despertar después de una noche de juerga, todavía con los párpados a medio abrir, las pupilas dilatadas y una exagerada laxitud en todo el cuerpo, que le hacía parecer un espagueti demasiado cocido.

Por su parte, Gema estaba de pie, junto al capitán, y McFadden, aquel soldado que parecía estar hecho de piedra y no de carne y hueso, y no podía dejar de mirar sorprendida como todos se movían y su capitán parecía dudar entre lo que hacer.

- ¡Capitán, los hombres esperan sus órdenes! - Le recriminó a Smith. - ¡No hay tiempo que perder!

Le parecía increíble que Smith no se moviera. Tenía que ser el quien diera las instrucciones, era él el capitán. No obstante, si no asumía el mando, tendría que ser relevado, al menos circunstancialmente y hasta que recuperara la compostura y demostrara tener algo de sangre en las venas.

- ¡Iré a la torreta y esperaré sus órdenes por si hay que abrir fuego! - Le dijo al capitán. Disparar se le daba bien, aunque dudaba que pudiera hacerle nada a la nave fronteriza con aquel cacharro obsoleto. No obstante, ese era su papel en aquella tripulación. - ¡Reaccione! - Le dijo posando una mano sobre su hombro de modo cómplice, antes de salir camino del puesto de combate.

El maldito Clark se la había jugado. Smith no era de los que olvidaban ese tipo de cosas, hasta aquel momento no había tenido ningún encontronazo como este. Cuando todos sacaron las armas clavó su mirada en el capitán de la Aktuh & Melota. En ese momento Greta se revolvió, como quien despierta de una pesadilla, y la voz de la patrulla resonó en su interior.

Smith se quedó unos momentos observando como se iba aquella rata traicionera por la escotilla, e incluso se quedó unos momentos más de los prudentes imaginando como le sacaba los créditos faltantes a golpes. A su alrededor, su tripulación se ponía nerviosa pero se dirigía a sus puestos. Escuchó a todos ellos como en una nebulosa sonora, mientras de sus ojos parecían salir puñales y culebras que se dirigían hacia Clark. La voz de McFadden lo sacó de su ensueño.

- Señor Hate, sáquenos de aquí -dijo masticando bronca. Porque lo primero era lo primero. Dejarse abordar no era una opción, incluso sin tener en cuenta la carga ilegal que acababan de recibir, dentro de Greta, si rebuscaban con algo de ganas, podían encontrar muchas mas evidencias de las necesarias como para acabar en Fiorina "Fury" 161 o en otro planeta prisión semejante. 

- McFadden, ve si puedes disparar a algo que cubra nuestro escape, Greta está hecha para el amor, y tal vez algún ocasional intercambio comercial, no la guerra.

Escuchó como Stamets había levantado los escudos, pero eso no serviría de nada si recibían un impacto directo, había que huir de ahí a toda prisa.

- Milton, coordinen con Stamets un plan de contingencia por si el disparo provocó daños serios, y preparen los motores para exigirlos en cuanto Hate lo necesite. Vean si hay algo de lo que nos podamos deshacer que sirva para cubrir nuestro escape.

Gemma le había preguntado por Clark y si la androide dejaba la nave para ir tras él era todo ganancia, pero no, le había tomado algo parecido al afecto a la androide, o al menos se había acostumbrado a ella. 

- No, Gemma, lo dejaremos ir. Ayuda a Hate en la navegación como prioridad. Si tienes el tiempo, toma los datos que puedas de la Aktuh & Melota, hackeala si te es posible, quiero tener una charla con ese hijo de perra cuando esto termine.

Luego él mismo se dirigió a toda velocidad hacia el puesto de mando.

- ¡A sus órdenes, señor! - Le dijo con una medida sonrisa.

Por fin el capitán hacía lo que tenía que hacer. No entendía muy bien lo que había dicho sobre la nave y el amor, pero el mensaje en general estaba claro: salir a toda hostia de allí y disparar a todo lo que se moviera con intención de interceptarlos.

Sin perder un instante se dirigió a la torreta. Era armamento antiguo y obsoleto, pero sea lo que tenían y si podía sacarle algún rendimiento lo haría. No había nadie mejor en esa nave las ese trabajo que él y de eso no tenía duda.