Partida Rol por web

El viento helado soplaba con suavidad sobre la fría tierra de aquellas colinas yermas donde ahora el clan Lávidr se asentaba. Aquellas colinas sobre el noroeste del valle del cuerno gris, eran su nuevo hogar, un lugar que por duro que fuera, ahora les pertenecía, y sobre el cual habría de asentarse todo su futuro, toda la historia de un clan que apenas daba sus primeros pasos.

La tarde había ya caído tras montar un campamento improvisado en el centro de sus territorios y hacer un reconocimiento general a lo largo de ellos siendo guiados por los hombres que Jerknir les proporcionara. Ahora, los héroes del clan y sus allegados se encontraban reunidos ante una gran fogata, en la primera gran reunión del clan. Y en ella, se habrían de dar los primeros pasos hacia su ascenso, pasos que quizá no serían fáciles de decidir.

Con las estrellas sobre de ellos, el grupo reunido ante aquel fuego bromeaba calidamente mientras recordaban con cierta melancolia los acontecimientos pasados que habían magullado el renombre del clan. Devoraban la carne asada de un venado que recientemente habían cazado en un páramo cercano dentro de sus territorios y a su vez bebían algo de la poca cerveza con la que contaban, aquella noche lo ameritaba. La oscuridad de la noche pronto terminaría, pero a la mañana siguiente se enfrentarían a una dura realidad, la supervivencia. Tenían que domar aquellas tierras y hacerlas verdaderamente suyas, y por ello, las decisiones que tomaran en esta noche, serían fundamentales.

- Hermanos de Lávidr -

Comenzó a hablar Embla, poniéndose de pie, dejando de lado un espetón algo grasoso que había sostenido un trozo abundante de carne asada momentos atrás. Su rostro se lineaba lúgubre y suavemente por la caricia de la lumbre del fuego; sus cabellos perdían el reflejo de las estrellas en un laberinto de trenzas desgreñadas.

La expresión que mostraba ante todos era severa, pero no había tristeza en ella. Después de todas las penurias, ahora era el comienzo de una nueva era en su clan. Mostraba determinación, pues si algo necesitaban ahora era esfuerzo hacia un objetivo claro y común.

- Nuestra tierra es amplia, la hemos conseguido con gran sacrificio, y ahora debemos decidir dónde erigir el punto más importante de reunión - extendió el brazo, para que Bjorn le alcanzase el cuerno con cerveza. Lo tomó de manera firme y tragó los restos de bebida, inclinando la cabeza hacia atrás, como si buscase las estrellas y el amparo de los cielos. Volvió a mirar los rostros cansados de su gran familia - El Gran Salón deberá ser lo primero que construyamos -

- Considero importante pensar en la posibilidad de cultivar la tierra y alimentarnos de ella, dada la ausencia de grandes bosques para la recolección o la cacería. Esto implicaría comenzar la construcción aquí, en estos mismo páramos - dejó el cuerno es manos de su esposo nuevamente y buscó los ojos de quienes ostentaban el liderazgo de las demás familias. Pasó por los enormes y profundos ojos negros de Islab, los ceñudos y espesos ojos de los hermanos Wulfrig y Asbjorn, la mirada afable de Mikklas, el enigmático mender Fridtjof - ¿qué decis? - finalmente se sentó junto a su esposo, el cual estaba seguro tendría su opinión al respecto.

El frío de la noche era intenso, y a pesar de la gran fogata que habían puesto para calentarnos, la frustración por las derrotas no dejaba de golpearme la cabeza.

Con la manta que tenía, me arrebujé un poco en ella, moviendo mi cuerpo para que ésta se acomodara a lo largo de mi cuerpo y así evitar que cualquier ráfaga de viento gélido entrara y golpeara mi cuerpo, ya bastante magullado por las heridas recibidas.

Cuando Embla comenzó a hablar, asentí levemente, mirando a las gentes que me habían seguido, y que yo había traído con promesas de un lugar mejor para vivir, y que habían resultado un total fracaso. Y todo por culpa de ese malparido de Jeknir, mil veces maldito. Ojala se le cerraran las puertas del Valhalla y vagara por el mundo totalmente perdido.

Los pensamientos se me iban de la cabeza, mientras la valiente dirigente del clan seguía hablando. Tenía razón en un cosa, y esa era que debían de construir el gran salón primero. Ese será el núcleo de nuestro asentamiento.

Si me permitís digo levantándome mientras con las manos intento abrazar más la manta que me protege yo creo que deberíamos de plantear la posibilidad de construirlo en el mismo centro. Si bien teneís razón en lo que decís, creo que es igual de necesario estar cerca de las fuentes de agua, y tampoco menos importante estar cerca de una zona fácilmente defendible.

Estando en el centro, tendremos a un buenas distancia, no muy cerca, pero tampoco muy lejos, ni los campos de cultivo, ni las fuentes de agua, ni las montañas que nos puedan servir, en caso de necesidad, para un rápido repliegue táctico y así tomar posiciones defensivas.

Sinceramente creo que esta opción es la que más rápidamente nos permitirá asentarnos y crecer. Tras estas palabras, repaso con la mirada a todos los presentes, acabando finalmente en Embla y Bjorn, y a quienes hago un asentimiento con la cabeza en señal de respeto, antes de volver a sentarme en la piedra.

El tiempo que había permanecido de pie había hecho que nuevamente se enfriara, haciendo que tuviera que mover el culo un par de veces hasta entrar nuevamente en calor, agradeciendo que, al menos, tenía una manta para protegerme.

Las chispas se elevan en el cielo oscuro y se desvanecen rápidamente dejando el paso a las estrellas. Mis ojos miran ese espectáculo acompañado por los ruidos de la madera cuando cruje mientras se quema. Algún que otro corta esos sonidos con su boca para algo más que comer.

La carne del venado es un manjar en estos momentos de tantas penurias y la degusto bocado a bocado. Bebo lentamente la cerveza porque quizás dentro de poco también dejemos de tener. Los tiempos que se vienen van a ser quizás los más duros que tengamos que vivir en nuestras vidas.

Embla toma la palabra y se pronuncia sobre lo que tiene en mente, un gran salón. Centro de todo clan y pilar necesario para el crecimiento de todos nosotros. Su idea es estar en el sur donde cultivar y expone el porque, luego toma la palabra Fridtjof señalando como la mejor opción el centro de todo el terreno.

Miro para un lado y luego al otro, nadie pareciera estar por tomar la palabra y aprovecho el momento para decir lo que pienso. - Se que no nos ha ido bien desde hace un tiempo, hemos sido vencidos en dos oportunidades consecutivamente. - Hago una pausa para que todos puedan ir desmenuzando lo que les voy diciendo antes de proseguir. - Pero ya es hora de salir adelante con todo esto, me gusta ir al frente y ser el primero en pelear, defender a todos y cada uno. - Mi vista recorre a todos los presentes desde lo alto que me encuentro, los humanos parecen un arbusto pequeño al lado de mis piernas y sólo los horseborn se mantienen sobre sus patas aunque algunos me llegan apenas por encima de la cintura.

- No veo mejor lugar para estar que sobre la gran montaña, en una noche oscura o de mucha prisa ir llevando a todo el clan hasta ese lugar tan alejado como las zonas de cultivo e incluso el centro puede ser fatal para muchos. - Hago otra pausa porque ya el cansancio en mis viejos huesos sumado a las heridas que todavía estoy lamiendo pasan factura. - Si alguno no tiene la fuerza de ir a buscar agua porque le cuesta lo haré yo, yo y mis Varls iremos todos los días que haga falta si ninguno de acá puede. - Miro a mis fieles guerreros y reparo en Hjálmarr que está al lado de donde estuve sentado. - Y si se necesita defender algún lugar cercano quizás los horseborn puedan ir rápido para investigar y una ofensiva ligera haciendo tiempo hasta que el resto lleguemos pero siempre sin arriesgarse por el resto. - Ya sin saber que más exponer para algo tan importante como es el lugar donde va a estar radicado el Gran Salón giro sobre mis talones y me vuelvo a sentar. Todo indica que si los votos se siguen dividiendo será una votación reñida.

Asbjorn asiente lentamente a las palabras de su hermano. Como no podía ser de otra manera coincide en el planteamiento y la lógica del razonamiento.

 Tras lanzar a un lado un huesos más limpio que la patena, se limpia la barba y boca con el dorso de una mano enorme, con dedos encallecidos como ramas de roble. Luego se aclara la garganta y habla para apoyar a Wulfrig.

Alzar nuestra aldea en el centro es ofrecer a nuestros enemigos e invasores los cuatro flancos, ¿no es mas lógico emplazarnos en la montaña donde solo debemos preocuparnos de los enemigos que tengamos al frente? Como dice mi hermano, la montaña es la mejor opción. Podemos almacenar agua y grano para aguantar un asedio y mientras sigamos vivos podremos volver a sembrar los campos quemados. Una vez muertos de poco nos servirá vivir junto al agua o a los campos de cultivo. Esa es nuestra postura.

Embla resopló al escuchar las palabras de Wulfrig. Su hermano era capaz de plantear su posición de forma concisa, pero el varl de cabellos castaños no hacía más que ponerse paternalista con el resto del clan.

- Cuida tus palabras Wulfrig - le espetó, mirándolo a los ojos - quieras creelo o no, estos humanos cansados, apesadumbrados y magullados son parte de tu clan, y velarán por tu seguridad cuando tus enormes piernas flaqueen y no te quede más que el orgullo en pie - terminó volviendo a silenciarse. Varias chispas revoloteaban en remolinos llevadas por una suave brisa. La madre de Lávidr, como así le gustaba pensarlo a ella, todavía esperaba que los demás hablasen antes de dar algún veredicto. Le parecía interesante la propuesta del mender, la estaba considerando y le daba curiosidad saber si alguien más le daría su apoyo.
La idea de los varls era lo típico de su pueblo fundado en la guerra, buscar la mejor posición que les diese ventaja ante alguna invasión. Si bien sabía que tarde o temprano tendrían que recurrir a las armas, sabía que lo más necesitaban era fortalecerse y crecer.

Mi hermano me apoya rápidamente en mi decisión, me alegra saber que a pesar de que es un pesado que me saca de mis casillas estamos con la misma idea. Si, defender es lo mejor y después ir para otro lado. Y tampoco se hizo esperar la respuesta de Embla. - Pues si me van a defender, que sea donde sea el mejor lugar. Mi orgullo se mantendrá tan firme como mis piernas si podemos resistir el primer golpe del enemigo. No me fío de los otros clanes, el último en llegar es el doble del nuestro y ese Varl sucio que domina estas tierras puede hacer que nos barran como hojas al viento. - Pienso un segundo antes de seguir porque las ideas con el enojo que me da el no hacer ver al resto mi punto me hace perder el hilo. - Como dijo mi hermano, hacemos almacenes, traemos madera desde donde sea que tengamos que ir. No vi bosques cerca pero por algo se empezará, defendemos nuestro lugar y partimos desde ahí. -

Bjorn se había mantenido en silencio mientras tanto su esposa como el resto de sus hermanos empezaban a dar su opinión sobre donde deberían asentar el Gran Salón en aquella nueva tierra. Las opciones eran varias, cada una con sus propias ventajas, y dada la importancia de la decisión, era mejor pensarlo bien antes de decantarse por una, así que eso hizo… al menos hasta que los ánimos entre Embla y Wulfrig empezaron a calentarse.

Calma- dijo mientras se levantaba y avanzaba hacia el centro –Pelear entre nosotros no nos hará ningún bien- les dijo, dejando unos momentos para que pudiesen calmarse –Esposa mia, tienes razón en que alimentar a los nuestros debe ser nuestra mayor prioridad…- empezó a decir, retornando la conversación al tema del salón para zanjar la discusión –Sin embargo, con la amenaza de Jeknir y de los Økskrig, deberíamos estar preparados en caso que intenten atacarnos y proporcionar un refugio seguro a nuestro pueblo- dijo –Por eso, creo que, como han dicho Asbjörn y Wulfrig, lo mejor sería construir el Gran Salón en la montaña- añadió.

Desde mi posición, sentado al calor del fuego, no puedo más que evitar negar con la cabeza ante las decisiones de los demás

Defendernos, defendernos. Si pensamos en defendernos es que siempre iremos por detrás.

Seamos un poco sensatos ¿quién va a querer atacar esta tierra infértil y gélida? ¿por qué nos han entregado a nosotros estas tierras si no porque hemos sido derrotados? niego nuevamente con la cabeza no, debemos de pensar en avanzar, avanzar y fortalecernos rápidamente para poder sobrevivir al invierno. De nada nos servirá comer y lamer las piedras de la montaña, pues con eso no saciaremos ni el hambre ni la sed.

Se qué sois fuertes, pero por mucha entrega que tengáis digo dirigiéndome a Wulfrig la distancia es algo fundamental en esta carrera contra el inviernos en la que vamos a participar.

Bjorn se expresó apoyando la posición defensiva en las montañas. Embla no se sorprendió mucho, conocía la historia de aquél guerrero, sus penurias, y veia como su intención se manifestaba en evitar que aquello sucediese nuevamente.

Las palabras del mender se le antojaron sensatas y expresaban gran parte de lo que ella sentía.

- Grandes verdades - asintió la arquera antes lo expresado por Fridtjof, con tono solemne.

- Aceptar nuestra derrota nos dará el lugar para crecer - volvió a tomar la palabra - estamos dónde nuestros enemigos quieren, en la última tierra baldía de la región - extendió ambos brazos, con las palmas abiertas.

- Si quisieran nuestras vidas ya las hubiesen tomado, lo que buscaban era despojarnos del derecho de las tierras fértiles y lo lograron - sus pestañas se batieron cual polillas volando cerca de la fogata nocturna.

- No veo sabiduría alguna en escondernos y gastar nuestra energía en construir en el sitio más remoto de este país - se volvió al mender, con quien parecía acordar en varios puntos.

- Si nadie más apoya mi postura, ofrezco negociar por buscar la zona central y tener buen acceso a suministros de agua, zonas fértiles y al mismo tiempo poder refugiarnos de ser necesario -

No tardo mucho en entrar en calor con la discusión, todos hablan pero yo me enervo con demasiada facilidad. Bjorn pone paños fríos y es ahí cuando vuelvo a poder escuchar al resto, me estaba cegando en que me escuchen y no así al resto. Hablan Fridtjof y Embla nuevamente planteando lo mismo pero con un cambio, proponer algo a cambio.

Miro a mi hermano y quizás sea por los dioses que se me ilumina la cabeza. Espero que dejen de hablar para pedir la palabra sin levantarme esta vez sino desde mi fría roca. Miro a Embla y me doy cuenta porqué la elegimos líder, no se lo pienso decir pero me doy cuenta. Terca como ella sola buscando el bien de todos pero no le será fácil conmigo, que para algo soy más viejo y aparte un Varl. - Bueno, dos cosas nos harían falta. Una de mayor medida y es incondicional, la otra puede ser para más adelante. - De nuevo hago una pausa para ver si me están prestando atención. - Nosotros los Varls somos todos guerreros al igual que los Horseborn pero los humanos no. Quiero entrenarlos como milicia para que sepan lo que es agarrar un arma y podamos defendernos todos y cada uno. Quizás no todos pero por lo menos una cantidad significativa. - Con esto les di algo en que pensar y falta lo otro. - Y lo otro es que tengamos una armería para que las armas valgan la pena. - Miro a mi hermano y al resto siendo el primero en tirar la primera propuesta en respuesta a lo dicho por la líder.

El frío calaba en los huesos de los héroes a pesar de la gran hoguera y del calor que el alimento suministraba a sus cuerpos. La noche avanzaba y con ello avanzaba la discusión, y es que había mucho que discutir en aquella noche y si se demoraban tanto ni siquiera podrían descansar antes que llegase la mañana y les anunciase el inicio de un nuevo día, el primer día en el que despertarían en su nuevo hogar.

Era ya finales del verano por lo que solo tenían el otoño para prepararse para el duro invierno en aquellas tierras que ya de por si eran duras. Cada paso que dieran podría llevarlos muy alto o hundirlos aun mas, y por ello debían tomar muy sabías decisiones, sobre todo por que, algunas de ellas, una vez tomadas serían muy difíciles de cambiar, y probablemente solo pagando un muy alto y poco aceptable costo.

Su primera decisión era respecto a su hogar y el debate había estado muy reñido, apenas y había habido un consenso. De hecho para el clímax de la discusión tanto Bjorn como su esposa y líder del clan habían asentado su peso dentro del clan, pero en posiciones distintas, lo que había llevado a un empate de cuatro contra cuatro votos. Fue Islab quien tuvo la ultima voz y votando por montar el gran salón en el centro de las colinas, le dio la razón a Embla y Fridtjof. La decisión aun pudo haber quedado mas cerrada si no fuese por que Mikklas decidió no decir nada. El cazador era nuevo dentro del consejo que lideraba al clan, y quizá ello le hacia sentir incomodo de tomar peso en las decisiones, pero lo cierto era que se le había otorgado voz, y por tanto, podía ejercerla.

Con ello el gran salón del clan habría de asentarse en el centro de sus dominios, que era justo donde estaban ahora. Así, a la mañana siguiente podrían empezar a construirlo a fin de poder terminarlo antes del invierno. Aunque eso ponía un contratiempo, no tenían muchos trabajadores como para repartir en la construcción si necesitaban también alimentos.

La moral del clan se encontraba estable, pero fácilmente podría caer, y los héroes allí reunidos lo sabían bien. Habían caído en batalla dos veces seguidas, y en la ultima, esto había acontecido frente a la mirada de todo un pueblo y otros dos clanes. Para muchos de los miembros del clan su orgullo estaba roto y se pensaban si la vida en aquellas duras colinas era lo que realmente buscaban. Un duro invierno en aquellas duras colinas podría costarles la vida, y eso hacia que la moral cayese rápidamente.

El consejo del clan tendría que tomar las mejores decisiones si no quería que la moral del clan los llevase a que el duro invierno terminase con ellos. Con el gran salón ya definido, lo siguiente era justamente en pensar en como sobrevivir, necesitaban construir ese gran salón para refugiarse del frío, necesitaban alimentos como granos y carne para subsistir, y necesitaban recursos como madera, metales y roca para progresar. Era el momento de decidir que era lo mas importante y como habrían de distribuir sus tareas.

El debate había sido duro, al final, fue la posición de la familia horseborn la que torció la balanza hacia el lado que la mujer del olmo había asentado junto al mender.

La noche era muy fría, pero era de ellos, cruel pero acogedora. Embla se mvió entre los suyos, dando pequeños zancos y apretando la capa de pieles contra su cuerpo. Sintió la tierra firme cuando pisaba junto a Mikklas. Con su presencia ahí le estaba indicando que esperaba que él hablase también.

- Ye hemos definido dónde, ahora necesitamos decidir el cómo - habló otra vez, poniendo la manta del debate entre los miembros del clan.

- Estamos demasiado cerca del invierno para nuestra desgracia, y lejos de los bosques que a muchos nos han acogido; aún así, confío en que podremos salir adelante - espetó con potencia.

- Estas tierras son mayormente yermas, pero tenemos brazos fuertes para abastecernos de recursos útiles de ellas, como minerales y pieles - señaló hacia las montañas que no tenían tan lejos, coronadas ahora de estrellas.

- Os propongo poner nuestro esfuerzo mayor en conseguir estos bienes, secundado por una fuerte cuadrilla de constructores que trabaje en darnos un buen cobijo para no morir cuando llegue el viento blanco - elevó su mano y sus dedos bailaron como dibujando el trayecto de un copo de nieve flotando en el aire.

- Separaremos aparte varias patrullas para que nadie entre a nuestras tierras sin que lo sepamos y podamos actuar en consecuencia. Nuestros mejores exploradores y ojos más aguzados se encargarán de ello. -

- Finalmente quedará el asunto de las vituallas por resolver, creo que nos puede ser de gran beneficio apartar parte de los recursos adquiridos y llevarlos al mercado del pueblo. Con ellos podremos trocar y conseguir granos, carne y leche - se detuvo en el lugar y giró sobre sus talones, enfrentado a todos nuevamente.