Partida Rol por web

Tras ya mas de tres semanas en su nuevo hogar, el clan empezaba a florecer. Había alimento, había recursos y sobre todo, contaban ya prácticamente con un gran salón. Lo único que aun les atemorizaba era el cercano invierno, el alimento no les duraría para siempre y los tratos con el clan Rotensnö habrían de cerrarse en esos días, incluyendo lo referente al posible intercambio de recursos por alimento.

Con todas aquellas cosas en sus mentes, un grupo reducido del clan, conformado solo por miembros del consejo, partió hacia las fronteras montañosas al noroeste de sus territorio, directamente a la cueva donde hacia ya unos 15 días atrás había sido atacado Hjálmarr. La intensión no era otra que ver por si mismos la posible amenaza que había ante ellos, y quizá con suerte, allí mismo tomar una decisión sobre aquel asunto. El grupo inicio con cierto éxito su expedición, pues en la cueva junto a la pequeña cascada, no encontraron indicio alguno de los montañeses, señal de que al menos no eran tan hozados y probablemente les tenían miedo.

Motivados por el éxito, el grupo decidió ascender las primeras grandes montañas para llegar a ver lo que los otros exploradores habían visto antes, aquellos clanes nómadas que habitaban sobre aquellas grandes montañas. Para su sorpresa, decidiendo tomar una ruta distinta a la que tomaran antes los exploradores liderados por Hjálmarr, se toparon con lo que, para intuición de Mikklas y Gunnar, era un sendero. Lo cual se confirmó, cuando al salir de entre la maleza que imperaba en el lugar y ascender sobre una gran colina, se encontraron con un sendero de rocas pequeñas que recorría la cima de la colina y la conectaba con otras hasta el horizonte, directo a la cuarta montaña mas grande sobre la cordillera donde se asentaba el valle del cuerno gris y la torre del mismo nombre; mnontaña, que hasta donde sabían, no tenía nombre y que a su vez era apenas la mitad de grande que la montaña conocida como Trituradora, la mas pequeña de aquellas tres montañas en forma de afilados dientes que caracterizaban el lugar.

Todo parecía señalarles que los nómadas solían viajar hacia aquella montaña sin nombre, lo cual fue confirmado por Hjálmar, pues el valle entre las montañas que encontraran días atrás quedaba en aquella dirección. Por tanto, la gran montaña sin nombre y aquel asentamiento cerca de ella habrían de tener una conexión entre si y a su vez con los nómadas de las montañas. El grupo detenido allí debatía sobre si seguir o regresar, cuando a la distancia Gunnar observó algo, alertándoles a todos.

Bajo la gran colina y a sus espaldas, adentrándose en su territorio con rumbo a los riachuelos, se podía ver a un grupo de montañeses que marchaban bien armados y a buen ritmo. Eran al menos media docena, y no era claro hacia donde se dirigían exactamente salvo por que su camino directo apuntaba al asentamiento del clan Lávidr. Y fuesen o no intentar llegar hasta allí, era claro para todos que no podían dejarles pasar así como así ni mucho menos deambular por libertad sobre las tierras que tanto les había costado conseguir.

El primer lugar donde fuimos fue la catarata, pateo con fuerza el suelo levantando algo de polvo con la pata que me hirieron. Damos un rodeo Eindride, Gunnar y yo intentando divisar a los vigías pero no había, girando en círculos cada vez más pequeños nos fuimos acercando a la catarata y ni rastros de los montañeses.

Frustrado por no dar rápido con ellos pero también emocionado porque son una presa que se resiste, que evita al cazador. Seguimos avanzando hasta llegar a las montañas pero Mikklas y Gunnar cambian el rumbo, su instinto o algo que no noté les llevaron a torcer el camino y tenían razón. Tras seguir adelante un sendero apareció y el camino hacia la cuarta montaña más alta. Sorprendido por el descubrimiento de los dos exploradores pero sin demostrarlo me doy cuenta que tengo que mejorar y mucho.

Seguimos adelante hasta y atando cabos sobre el actuar de estos nómadas, algo debe haber de espiritual en ellos y no me cierra que sean sólo bandidos. Quizás haya un grupo de bandidos pero no esa gente que se reúnen de diferentes familias. El sol avanza al igual que nosotros hasta que Gunnar nos llama la atención y cuando seguimos la dirección que nos señala vemos a un grupo de gente que no sabemos si son bandidos o montañeses. De igual manera mi pata que fue herida vuelve a golpear el suelo ahora rocoso y ya tengo ganas de ir a combatir un poco. Miro al resto esperando que den la orden de ir a atacar o bien investigar que quieren en nuestras tierras.

Buscando averiguar algo más sobre los clanes que al parecer habitaban en esas montañas, bien fuesen simples nómadas o bandidos, un pequeño grupo del clan partió  en su búsqueda, y aunque normalmente Gunnar no se hubiese ofrecido a algo así, el riesgo que podían suponer para el clan, y por tanto para Bjorn, hizo que formase parte de dicho grupo.

Tras no encontrar nada en la cascada, el grupo puso rumbo a la montaña, ascendiendo no por donde los exploradores habían ido antes, sino por un sendero semioculto entre la maleza que el propio Gunnar, junto con Mikklas descubrieron, un sendero que tras recorrer la cima de una colina, ponía rumbo a una de aquellas montañas, una a la que por lo que pudieron ver durante el camino, los nómadas parecían viajar de manera relativamente frecuente. A pesar de todo, lo cierto es que no habían visto todavía a ninguno, por lo que el grupo se había detenido para ver si seguían o regresaban… a excepción de Gunnar, que como era habitual, en lugar de participar en la conversación, se mantuvo a parte, vigilando los alrededores.

Silencio- les dijo al resto de repente, no un tono incluso más áspero de lo habitual en él -Allí hay algo… montañeses, media docena, tal vez más- les dijo, señalando al grupo que se encontraba bajo la gran colina -Se dirigen a los riachuelos… y van armados- añadió, con un tono peligroso en su voz al tiempo que buscaba cual podía ser el mejor camino para interceptarles.

Para Mikklas los días eran bastante más tranquilos de lo que lo habían sido anteriormente: las conversaciones y murmullos de la gente se limitaban a criticar a otras personas, discutir por los injustos repartimentos y preocuparse por si se sobreviviría al invierno. Hacía tiempo que no tenían unas preocupaciones tan... naturales. ¡Aquella tierra, yerma o no, había sido una bendición para el clan!

No hubo problemas para ninguno de los dos en encontrar un sendero. El gordo explorador se sentía, admitido, algo incómodo ante la idea de que los houseborn vinieran con ellos a las montañas. ¡No por racismo, cuidado! Sino por la horrible sensación de que si uno trajera un caballo a la montaña, el riesgo de que despeñase y se rompiese una pierna sería alto... y no quería imaginarse qué podrían hacer en ese caso. Sabía qué se hacía con un caballo cuando ocurría eso y no quedaba remedio, pero leches, aquellos caballos eran personas. Eran familia. No, no le hacía demasiada gracia la idea, dejando la natural posibilidad de despeñarse y matarse de los demás... pero al menos estaban mejor adaptados para menos despeñarse y matarse. Mikklas tuvo que agradecer que aquella montaña fuese bien transitable y no tuviese sendas tajadas, que los muflones recorren y los hombres deben de avanzar de uno en uno: podía imaginarse mil y un formas en que los salvajes podrían continuar allí eternamente, con semejantes elementos.

"Silencio"

Asintió, tomando el arco lentamente mientras su mirada se dirigía hacia otro lado, buscando más elementos que reforzasen a aquellos. Él también lo había visto.

-Van hacia nuestros lugares. No parecen llevar regalos -musitó mientras terminaba de comprobar la zona con la vista y pasaba a buscar la confirmación de los jefes- ¿Atacamos? ¿O tratamos de cortarles el paso y parlamentar?

Estaba bastante seguro de que la respuesta sería "atacar", porque a nadie le gustaban los bandidos y nadie se fiaba de los bandidos, y siendo honestos ni siquiera alguien como él iba a negar que la gente que llegaba a esa vida eran generalmente pedazos de mierda por una mezcla de necesidad y puro vicio. Pero si eran su propia tribu y no se habían separado de un clan no estaba muy seguro de que fuesen bandidos...

-Yo probaría el segundo. Lejos de sus montañas perderán la ventaja de la zona y no podrán emboscarnos bien. Les darían menos ideas. Menos peligro.

Como fuese, sus armas estaban a mano y estaba preparado. No le gustaba la idea, pero si llegaban las órdenes no le temblaría la mano. No en aquel momento al menos. Uno no se expone a cazar si no está dispuesto a espantar moscones que por lo general se alejan si hay confrontación. En este caso, siendo seis y no mal armados, los únicos por aquellas tierras, no creía que fuese a ser el caso.

Si bien Eindride tenía una evieente necesidad de estallar su mangual contra el cráneo de algún adversario, su necesidad de supervivencia en ese momento podía más... no era un territorio amigable, aquellos que rastreaban podían llevar una buena ventaja, y por sobre todo, Embla había dicho expresamente que debíamos acabar con los bandidos si los encontrábamos, y la verdad es que no podíamos confirmar si aquellos eran bandidos o simplemente los guerreros de un clan similar al suyo.

Las palabras de Mikklas lo despertaron de sus ensueño.

- Concuerdo, maestro cazador... los sigamos para ver qué pretenden hacer en nuestras tierras... y "parlamentar" lejos de estos riscos - respondió en voz baja, mirando hacia todos lados.

No quería demostrarlo, pero todo aquello lo estaba poniendo un poco nervioso, tan lejos de las tierras planas y yermas, con tanta roca horiuzontal se le erizaban las crines.

Finalmente me había tocado salir de caza, a mi, con lo poco que me gustaba ir a cazar. Ya había tenido bastante durante esas semanas que había tenido que subsistir a base de lo que recolectaba del campo. Sea como fuera, allí estaba, apoyando en lo que fuera necesario para el bienestar del clan.

Dentro de mi ser, no podía dejar de pensar que todo esto era culpa mía, por haberlos involucrado en ese conflicto. Si bien podría haber sucedido de todas formas, mi relación con el viejo maestro no favoreció la situación. Así, y a pesar de mis preferencias, siempre estaba dispuesto a ayudar al clan, incluso si eso implicaba trabajar con el maestro nuevamente.

Mientras los expertos exploraban, yo iba sumido en mis pensamientos, en la evolución que había tenido el clan en estas semanas y que, ahora, todo parecía adquirir un tono más cálido.

En esas estaba cuando escuché al grupo hablar de los montañeses y que iban al poblado. En ese momento, intenté escudriñar el horizonte, buscando a esos que se dirigían a nuestro asentamiento.

Yo no le seguiría desde demasiado lejos. Si se dirigen hacia nuestro asentamiento, no creo que sea para nada bueno. No se va a parlamentar armado hasta los dientes

Tampoco esperaba que me hicieran caso, pero al menos sí que extremaran las precauciones y así evitar cualquier otra desgracia

La opinión general era ir tras los invasores montañeses, aunque el tema estaba dividido entre directamente atacar y por otro lado tratar de cortarles el paso y parlamentar. Islab era de los que estaba en la opción de parlamentar pero de forma amenazantes pues a fin de cuentas eran invasores y no parecía ser un grupo diplomático. Por ello la líder de los horseborn del clan opinaba que los mejor sería emboscarlos y forzar el dialogo, a fin de cuentas ya habían atacado a uno de los suyos antes sin darle tiempo de parlamentar.

Asbjörn era el mas radical de todos, aun mas que el propio Fridtjof que sensatamente dejaba entre ver que no era prudente pararse a parlamentar si ellos no parecían buscarlo. Asbjórn iba mas allá al plantear cargar colina abajo y simplemente atacarles sin dejarles hablar a fin de sentar un precedente y levantar el prestigio del clan, pues si dejaban a esos montañeses deambular por sus dominios sin control, que harían los otros clanes cuando se enterarán de ello.

Eindride coincidía plenamente con Islab y así se los hizo saber, confiaba en que podrían adelantarse a ellos y tenderles una emboscada para forzarlos a hablar. No admitiría que la idea de Asbjorn le tentaba, el estruendo de una poderosa carga, una lucha feroz pero corta. Se sonrió al pensarlo, sin embargo apreciaba el hecho de tener en cuenta principalmente su supervivencia: el clan sacaría más provecho de hacerlos hablar que simplemente atropellándolos.

Nuestra gente no está lejos y ellos van armados directamente contra ellos, son muy pocos para hacernos frente a menos que haya otros grupos avanzando desde otros lados y que no vimos hasta ahora. Los grupos que vi eran de pequeñas familias que se reúnen en un determinado lugar y no parecen hostiles, pero estos pueden ser de otro grupo que no tiene que ver con ellos o simplemente gente que viene a parlamentar con el clan.

Algo que no me dieron oportunidad cuando me crucé con ellos, si es que son del mismo grupo. Quizás ellos no sabían que estas tierras tienen nuevo dueño y ver un desconocido no les agradó. Quizás piensan como yo que lo mejor es atacar primero y después preguntarle a los que sobreviven la arremetida.

El grupo en el que estoy por ahora no parece estar de acuerdo con mi idea de atacar sin más y quizás pensarlo más. Dejarlos pasar porque si por las tierras sin demostrar fuerza podría ser un error y se lo planteo al resto pero parece que soy el único que no está de acuerdo, en lugar de eso piensan emboscarlos para hablar o bien atacar. Es una idea intermedia, no me agrada pero aceptaré lo que diga la mayoría, aunque si con lo que digo logro convencerlos demostraremos que no somos alguien para tomar a la ligera.

Gunnar miró a su alrededor, preguntándose a que narices estaban esperando los que le acompañaban para ponerse en marcha, pues incluso si Mikklas había tenido una buena idea, de nada servía esta si se quedaban allí decidiendo que hacer en lugar de actuar de una vez.

Debemos movernos- les dijo a los demás -Ya- añadió, para dar más énfasis a sus palabras -Emboscarles nos dará ventaja...- les dijo, y por su tono se deducía que más que en hablar, pensaba en luchar -Pero hay que moverse ya- volvió a decir, molesto por tener que explicar algo tan básico.

Finalmente parecía que íbamos a pasar a la acción, fuera cual fuera, pero avanzar hacer a ellos.

Vayamos y adelantémosles ora buscar una buena posición. Desde ahí, podremos atacarles o dialogar en función de cómo reaccionen.

Mikklas se había adelantado a los demás... pero no se había movido del sitio, sino que había estado moviéndose y comprobando la zona. De hecho parecía haber estado más preocupado a que hubiese más sorpresas que aquellos guerreros por allí, preocupación que podía ser sensata desde según que visión pero resultó completamente infundada.

-Todos de acuerdo entonces.

"Qué remedio..."

Hizo un gesto con la cabeza para que les siguieran, lejos de la vista de los montañeses. Después de todo Gunnar y Mikklas eran los más duchos en avanzar por aquella zona, dado que los horseborn tenían ciertas... discapacidades naturales para el trayecto por la montaña... y Fridtjof era. Bueno. nadie estaba exactamente seguro de qué era un mender, aparte de un aprendiz de algo secreto, oscuro y poderoso.

La comitiva se puso en marcha con la idea en ciernes. Lo que pasase después de aquello, se vería.

La decisión final fue emboscar a los invasores bajo cualquier condición, ya después habrían de dialogar. Buscaran lo que buscaran en sus tierras, habían entrado sin permiso y de forma sospechosa, por lo que no habrían de tener misericordia con ellos, salvo que sus motivaciones fuesen las apropiadas, y solo con una clara ventaja táctica que reflejara quien gobernaba en aquellas tierras. Así, guiados por Mikklas. Islab y Gunnar, el grupo avanzó a través de las montañas hasta empezar adentrarse en el terreno de las colinas, ya cerca de los riachuelos. Desde allí manteniendo a los horseborn como vigías, lograron fijar el rumbo del enemigo y establecer el mejor sitio para emboscarles, justo sobre un paso en las colinas.

El grupo se preparó adecuadamente posicionándose de forma estratégica para luego atacar cuando fuese oportuno. Así, para cuando el grupo de solo siete motañeses se fue hacercando, estuvieron listos para actuar.

Vienen armados a nuestro territorio y mis compañeros piensan que puede ser con buenas intenciones. Cada paso que doy me hace pensar con más determinación que tienen la idea equivocada, les sigo el paso detrás de Islab que está al frente junto con los dos rastreadores pero mi mente está fija en algo. Si no quieren atacarlos de entrada, tampoco pienso dejarles el paso libre y mucho menos que estén armados en estas tierras.

Terminamos adelantándonos a ellos, los dos guías indican el mejor lugar para emboscarlos y tomo mi posición lo más adelantado para poder cerrar el círculo cuando todo el grupo invasor entre en la trampa. Esas arqueras no tienen que disparar y ya con eso es media batalla ganada. - Dejen al del escudo grande para el final si pasa algo y reduzcamos al resto rápido. - Les digo cuando ya están todos terminando de esconderse en su lugar.

El tiempo apremiaba si queríamos sobrepasarles y tomar una posición ventajosa para la emboscada, por lo que tuvimos que forzar un poco la marcha y correr dando un rodeo.

Una vez en el lugar que habían seleccionado Mikklas y Gunnar, me quedé un rato mirando y evaluando el lugar donde esconder mi culo. Lo cierto es que no sabía mucho de esconderme, era más de correr, por lo que esperé que no se equivocaran con el lugar y pudiéramos sorprenderlos.

No se vosotros, pero esto de jugar al escondite nunca se me dio bien. Espero que hayais calculado bien la ruta para evitar que se choquen con nosotros de frente comento sin dejar de buscar un lugar Cuando estemos en la posición ventajosa, creo que sería conveniente advertirles antes de nada.

Eindride sabía que la intención era dialogar primero, aunque con cierta amenaza, y atacar después con ventaja si las cosas llegaban a ello. Llegarían, musitaba para mi mientras avanzaba cuidadosamente mirando en derredor, cuidando dónde posaba cada uno de sus cascos. La nieve podía tender trampas engañosas que llevasen a pozos escondidos o cosas peores, y Eindride no iba a dejarse llevar y confiarse demasiado.

Avanzando con extremo cuidado, el horseborn susurró a sus compañeros - Yo no hablaré, simplemente me esconderé a la espalda de ellos, no dejaré que crean a sus arcos seguros... - dicho esto comenzó a relentecer el paso, quedando un poco retrasado pero atento a la zona de emboscada marcada por los guías. Le hizo una seña a Gunnar, quizá al barbudo humano le convenía retrasarse con él, especialmente porque no era alguien de palabras fluidas, pero también porque junto a su hacha podrían eliminar rápidamente a las arqueras de la retaguardia. Los dos serían inesperados y rápidos como lluvia de verano.

Por suerte, parecía que el sentido común se había impuesto en el grupo, por lo que marchando a la cabeza y a buen ritmo para no perder la oportunidad, Gunnar se dirigió junto al resto en busca de un lugar donde poder emboscar a los bandidos. Por suerte, logramos no solo adelantar a los bandidos, sino encontrar un sitio donde emboscarle que les facilitaba la tarea de esconderse.

Así pues, tras dar un par de indicaciones cortas y secas a los menos duchos en temas de sigilo, como el mender, procedió a esconderse, algo retrasado respecto a los demás al igual que Eindride.

Que los demás se encarguen de hablar… como intenten algo, pienso incrustar mi hacha en su espalda- pensó

 El grupo se mostraba algo nervioso pero seguros de lo que habrían de hacer. Nadie optó por atacar al enemigo en cuanto estos cayesen en la trampa y de hecho solo Asbjörn mostró la intensión de hacerlo, pero consciente de que no le daban bien las emboscadas y que nadie le apoyaba, decidió también simplemente gritar y amenazarles; aunque era consciente de que si estos les atacaban, habrían perdido gran parte de la ventaja.

El grupo al ver llegar a los montañeses se colocó en sus posiciones y se mantuvieron escondidos y en silencio mientras estos avanzaban justo hacia el paso por las colinas. No paso mucho tiempo antes de que estos llegasen a la cima y se detuviesen un momento a observar los alrededores. Una de ellos tuvo intensiones de subir a unas rocas a su derecha pero sus intenciones fueron rechazadas por quien parecia ser su lider, por tanto la arquera regreso al grupo y continuó la marcha junto a todos los demás.

Fue en ese momento que el combate se desencadeno, pues saliendo de su escondite, Fridtjof y los hombres que le acompañaban bajo su mando les amanezaron con soltar las armas y rendirse. Pero, ya fuese por que los montañeses solo vieron a cuatro de ellos y se sintieron en superioridad o por que simplemente sus intenciones no eran buenas, a un grito de guerra los montañeses se lanzarón al ataque sin dejar que los miembros del clan Lavidr tuvieran tiempo de dialogar o coordinarse entre ellos.

Nadie me hizo caso en la colina y tampoco ahora, cuando saltamos para gritarles que se desarmen, el grupo invasor nos quiere hacer frente en nuestras propias tierras. Teníamos la ventaja y la perdimos otra vez, ahora comprendo un poco la frustración de Wulfrig cuando dice algo y nadie le hace caso.

No pude quedar al frente para tomar a las arqueras por sorpresa y en lugar de ello quedo delante de todos y contra un guerrero solitario que viene a ser la vanguardia. Me encabrito sobre mis patas traseras y amenazo a dicho rival con mi maza.

Gunnar sabía que intentar hablar con el grupo de bandidos y hacer que depusiesen las armas sin luchar no funcionaría, y que la única forma de hablar con ellos sería usando el filo de sus hachas, por lo que cuando respondieron con un grito de guerra a la orden de Fridtjof de soltar las armas y se lanzaron al ataque, no se sorprendió ni decepcionó, sino que simplemente apretó las manos sobre el mango de su hacha y se preparó para acabar con los intrusos.