Partida Rol por web

En la flor de la vida

Camino a Belmonte

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17/03/2021, 18:36
Director

Camino a Belmonte

Tras la noche de descanso vigorizador en la cabaña de la anciana, abandonaron el lugar rumbo a Belmonte, el pueblo que Ysentrud les había indicado. Esperaban que la guerra no hubiera llegado todavía allí, aunque la memoria de la anciana había demostrado no ser de fiar y muchos temían hallar un pueblo arrasado, ennegrecido por las llamas y con restos de cadáveres colgando todavía de las ramas de los árboles. Por lo que ellos sabían, el frente de batalla todavía quedaba a millas de distancia hacia el sur, pero llevaban tanto tiempo en los bosques sin recibir noticia alguna sobre la guerra que podría ser posible que los ejércitos nilfgaardianos les hubieran adelantado, lo cual les colocaría en una peligrosa posición.

La memoria de Ysentrud no había fallado ni un milímetro con respecto a las indicaciones que les había dado. Era curioso como funcionaba la mente humana, pudiendo olvidar cosas ocurridas el día anterior y manteniendo imperturbables recuerdos antiguos o rutinarios, como conocer el camino o la letra una vieja canción aprendida en la infancia. La anciana les había indicado por donde debían abandonar el claro y les había dado indicaciones valiéndose de las peculiaridades de algunos árboles para salir del bosque y encontrar el camino a Belmonte. Las indicaciones fueron precisas, y pronto llegaron a la bifurcación que Ysentrud le había descrito a Alberich. Para ir a Belmonte, les había dicho Ysentrud, hay dos caminos: el camino que partía hacia el noroeste era más largo, se tardaban aproximadamente siete horas en llegar a Belmonte, rodeaba una montaña boscosa antes de girar hacia el nordeste y dirigirse a Belmonte. Era el que Pyrrha solía tomar, les había dicho. El otro era un atajo que cruzaba un paso entre montañas recortando un par de horas pero volviéndose impracticable en algunos tramos para los caballos, según les había advertido la anciana, siendo necesario remontar empinadas cuestas pedregosas o deslizarse entre peñascos.

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17/03/2021, 22:26
Martem de Bremervoord

La hierba crujía y susurraba en torno a los pies del grupo que avanzaba a buen ritmo por el bosque. La luz del sol ya teñía la mañana con sus colores, anunciando un día más soleado y caluroso que los anteriores, lo que sería un cambio de agradecer. Después de una noche de reparador descanso, Martem caminaba con una ligereza incluso mayor de la acostumbrada, llegando a arrancar a trotar en algunos momentos, como cuando remontaba la cuesta particularmente pronunciada de alguna hondonada o al brincar con viveza sobre las abultadas raíces de algún árbol. Ahora que sabía que más adelante le aguardaba un destino, más allá del incierto caminar y caminar sin más premisa que ir lo más al norte que pudiese, parecía haber recobrado las energías y hasta el ánimo, moviéndose de forma dinámica por el camino, cambiando con frecuencia de un lado a otro del sendero y volviéndose de vez en cuando para ver qué tal les iba a los demás. Su rostro no dejaba asomar ninguna emoción concreta, pero en sus ojos se advertía un brillo que los pasados días no estaba allí.

En cierto momento, el grupo tuvo que detenerse a considerar qué ruta tomarían de entre dos posibilidades: una era más corta pero dificultosa, accidentada y probablemente peligrosa; la otra era bastante más larga, pues daba toda la vuelta a una montaña, pero era más fácil y más segura. Martem se paró justamente en la bifurcación de caminos, mirando a un lado y a otro, como si así pudiese adivinar qué les esperaba más adelante en caso de que decidieran tomar un sendero u otro.

Yo iría por el del noroeste —anunció, levantando el brazo en dirección al camino más largo. No le apetecía arriesgarse más de la cuenta ahora que por fin parecía que estaba cerca de un lugar seguro, al menos si podía fiarse de lo que la vieja Ysentrud les había dicho—. Tardaremos más, pero no tendremos problemas con los caballos. —Se giró para mirar vagamente en dirección a aquellos afortunados que disponían de monturas. Finalmente, sus ojos se posaron sobre el enano—. Ni con quien tenga las patas demasiado cortas.

El tono de su voz y una media sonrisa entre los mechones cobrizos de su barba hacían ver que no había mala intención en las palabras de Martem. El humano solo estaba bromeando; a fin de cuentas, Morkam era el único del grupo más bajo que él mismo. ¿Con quién iba a meterse si no era con el enano?

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19/03/2021, 09:13
Dannar

Abandonaron la casa y, en ella, a la anciana de frágil mente, que pronto les perdería de entre sus recuerdos y seguiría en su particular bucle. Ella no olvidaría tan fácilmente, pero tampoco se dejaba llevar por sentimentalismos y, pronto, sería solo una anécdota más en su camino, por la que no sentiría lástima ni remordimientos, no más que por los huérfanos que pedían en las calles de cualquier ciudad medianamente grande o las mujeres que se veían obligadas a vender su cuerpo por una u otra razón, forzadas a una vida de miserias. Así era la vida y lo entendía.

Dejaron atrás la cabaña y dieron una reacia bienvenida al camino. No había confiado en ello, pero la mujer, pese a estar senil, no se había confundido en una sola indicación al respecto. Seguir el sendero era más sencillo que caminar por el bosque, lo que unido al descanso de la noche anterior y que el día había amanecido soleado y cálido, ayudó a que mantuvieran un ritmo más rápido. En seguida llegaron a una bifurcación y Dannar, por descontado, estuvo de acuerdo con el pelirrojo, que fue el primero en opinar.

Si, parece más seguro —concordó—. Y tenemos tiempo, no tenemos porque correr.

No había peligros a la vista y la guerra parecía no haber llegado tan lejos aún. Tenía sentido, los ejércitos se movían mucho más lentos que un grupo como el suyo, y las patrullas, aunque solían adelantarse, no lo hacían tan lejos del frente. Confiaba en que no encontraran grandes amenazas durante esa jornada, alguna banda de bandidos desarrapados como mucho, nada a lo que no pudieran hacer frente, si es que se atrevían a atacar a un grupo armado y numeroso como el que ellos formaban. Tanto era así que estaba tranquila, y hasta se permitió medio sonreír ante la broma de Martem.

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19/03/2021, 20:18
Rion Aedryn

El grupo se marchó de la cabaña con las energías renovadas y caminando a buen ritmo, hasta que llegado un punto de la mañana tuvieron que detener sus pasos ante las dos bifurcaciones. Rion se paró observando uno y otro sendero mientras Martem daba su opinión. No es que el bardo tuviera muchas dudas. Ya no era solo cuestión de comodidad para las monturas, sus propios músculos agradecerían no tener que verse forzados a atravesar terrenos abruptos, escarpados y de difícil acceso. Cuantos menos esfuerzos tuvieran que realizar, mejor.

Estoy de acuerdo. Un par de horas más de caminata no serán nada viniendo de donde venimos —constató, pues después del descanso de la noche anterior, no sería un problema caminar unas horas más—. Además... y si se me permite añadir una cosa —los miró como esperando una aprobación, a pesar de que iba a continuar hablando igualmente—, si vamos por esa senda, cabe la posibilidad de que nos crucemos con la nieta de la anciana en el remoto, incierto e improbable caso de que continúe con vida y se diera la casualidad de que hoy fuera realmente el día que viene a visitarla —mencionó, sin estar muy convencido de ello. Ysentrud tendría muy buena memoria para recordar las sendas, pero en lo demás había demostrado ser olvidadiza. 

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22/03/2021, 00:35
Jezal

Jezal podía ser un soldado, pero hasta hacía bien poco había sido un soldado en tiempos de paz. Para todo el aspecto de tipo duro que pudiera tener, hasta hacía bien poco había vivido ajeno a la miseria del mundo, conociendo poco más que el lujo de la Ciudad de las Torre de Oro. La idea de dejar atrás a una anciana que a todas luces apenas podía valerse por sí misma le resultaba conflictiva, pero tampoco es que tuvieran otra alternativa. O quizá sí, pero no sin que fuera una carga, y por mucho que pesara la consciencia, el instinto de supervivencia pesaba todavía más.

En cualquier caso, el reposo que les habían brindado los muros de la casa de Ysentrud con el añadido del calor de la chimenea había hecho milagros en el nilfgardiaano. Por primera vez desde que había empezado esa agonía se sentía verdaderamente descansado, como si su alma hubiera podido alcanzar por fin a su cuerpo, y aunque era consciente de que era más posible que tuvieran que volver a su rutina habitual, durmiendo solo bajo el amparo de las estrellas, eso no quitó que estuviera más animado que en muchos días.

Aunque para él, el haber puesto nombre al lugar al que iban no cambiaba demasiado las cosas. Apenas conocía los nombres de las grandes ciudades del norte, como para conocer los de los pueblos más pequeños. Aquí o allá le sonaban exactamente igual, y el día que había escapado a caballo no había planificado lo suficiente como para saber qué iba a ser de su vida. A la práctica, ese camino estaba siendo una penitencia para él.

También tomaría ese camino —se sumó él, refiriéndose al del noroeste. Su caballo estaba siendo demasiado útil como para siquiera plantearse el dejarlo atrás, y no quería arriesgarse tampoco a que le pasara nada. Un poco más de caminata no iba a marcar la diferencia. Por otra parte, él también sonrió ligeramente con la broma de Martem.

Un poco después, giró la cabeza en dirección al bardo, preguntándose para sus adentros cuándo habría sido la última vez que la nieta de Ysentrud habría recorrido ese camino. Su lógica también le decía que debía haber sido hacía mucho tiempo, pero si por algún casual no era así y se la cruzaban, algo sacarían de ello, seguramente.

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24/03/2021, 13:30
Morkam

El semblante del enano se mostraba torcido y hosco. Abandonar a la anciana era algo inevitable, pero una pesada carga se había instaurado en su corazón. Sentía como una parte de él moría al dejarla a su suerte. Durante el camino sus pensamientos siguieron el mismo rumbo, con una dirección sombría destinada al desastre. Si la niña no había regresado, lo más probable es que hubiese muerto hacía varias semanas, puede que meses incluso. 

Cuando llegaron a la bifurcación Morkam dudo. Aunque el camino que rodeaba las montañas era más seguro en términos geográficos, podía ser más peligroso si Belmonte había sido convertido en un campamento por parte de un ejército o un grupo de bandidos. A pesar de sus turbios pensamientos no dijo nada, pues nunca había sido muy atlético y  además temía por la seguridad de su compañero lobuno. 

Ya sabes lo que dicen de los patas cortas, que su miembro llega al suelo. ¿Tú podes  decir eso? —. Preguntó con una sonrisa en sus labios, continuando con la broma—. Tu camina con tus dos piernas que seguro yo con mis tres puedo seguirte el ritmo. A las mozas les encanta, no veas como se ponen.

Tras decir aquellas palabras comenzó a caminar de nuevo, dirigiendo durante unos instantes la marcha por el sendero más largo. Apenas unos segundos más tarde, cuando el resto del grupo le dio alcance, Morkam abrió la boca para contar una pequeña anécdota. 

Aún recuerdo mi primer juguete— dijo algo más relajado que el resto de días—.  Estaba iluzionado. Lo llame “pedra saltarana”, aunque cuando varios niños perdieron alguna que otra muela comenzó a llamarse de manera popular como “el sacamuelas Vildarin”

» ¡Ayyy! Que recuerdos—. Añadió poco después tras un sonoro suspiro de nostalgia—. Aquellos tiempos eran sencillos.   

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24/03/2021, 15:02
Martem de Bremervoord

Martem enarcó una ceja al oír la descarada respuesta del enano. No se lo esperaba; por fin un poco de diversión. Al parecer, Morkam no solo dominaba la lengua norteña lo suficiente como para haber entendido su chanza, sino que incluso le llegaba para replicarle, presumiendo del tamaño de su polla con la misma elegancia que un marinero borracho de la peor taberna de Bremervoord. Incluso tuvo el atrevimiento de preguntarle a él por el tamaño de su polla. «Enanito, enanito, no sabes dónde te metes». El cidario llevaba toda su vida respondiendo a baladronadas como aquella; Morkam estaba muy equivocado si creía que podría dejarlo sin palabras tan fácilmente. El enano apuntaba maneras, pero le faltaba vulgaridad si quería considerarse un auténtico profesional. Martem le enseñaría cómo se hacía.

Nunca se me han quejado. Aunque ahora que lo pienso, es difícil quejarse con la boca llena —dijo con fingida indiferencia, traicionada por un brillo malicioso en los ojos—. Estarías una semana sin poder andar, y no precisamente por la largura de tus piernas. —Y entonces, con una sonrisa rufianesca, el remate final—: ¿Por qué? ¿Acaso quieres verlo?

Victoria. Era fácil sonrojar a los hombres, especialmente a aquellos cuya frágil virilidad podía sentirse amenazada por sugerencias «perversas». Estaba por ver si Morkam sería uno de esos, aunque francamente, a Martem le traía sin cuidado qué conclusiones sacasen los demás o qué opinasen de lo que sus palabras insinuaban; llevaba demasiado tiempo enfrentándose a cosas mucho peores y más importantes que los prejuicios y la estrechez de miras como para empezar a prestarles atención ahora.

Viendo que todos parecían estar de acuerdo con la ruta sugerida, Martem siguió los pasos del enano. La historia de Morkam sobre el primer juguete que fabricó le arrancó una sonrisa incrédula.

No sé si suena más peligroso o más divertido —comentó, negando con la cabeza—. ¿Y no te corrieron a palos después de que la mitad de los críos acabase sin dientes? —Se arrepintió casi inmediatamente de su elección de palabras. El momento de humor le había hecho olvidar que a menudo a los enanos se los corría a palos sin más motivo que por ser enanos—. Lo siento, no quería decir… Da igual, olvídalo.

Aquello hizo que Martem recordase que estaba mejor con la boca cerrada.

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24/03/2021, 19:07
Director

La esperanza de que el frente de batalla estuviera quedando más lejos a cada paso que daban hacia el Norte empezó a soltar los ánimos en el grupo e incluso se escucharon algunas divertidas chanzas entre el enano y el barbirrojo. Hasta se empezaron a contar anécdotas de la vida anterior a la guerra una vez que Morkam abriera la lata relatando la fabricación de su primer juguete y los efectos asociados que tuvo su invento. Días atrás eran un grupo de desconocidos que se juntaban por la necesidad común de seguir con vida, apenas hablaban más allá de gruñidos y frases cortas y se dirigían miradas suspicaces entre ellos. La confianza fue mejorando con el paso de los días, y por alguna razón creció tras la noche en la cabaña de Ysentrud, cuando hasta descubrieron lo bien que se desenvolvía Morkam con las palabras malsonantes del idioma de los norteños. 

Por unanimidad decidieron tomar el camino más largo hacia Belmonte, ya que era el que se encontraba en mejor estado según les había relatado la anciana. No tenían prisa por llegar al pueblo, y un par de horas más o menos en el camino no significaban mucha diferencia. Estaban a apenas una jornada de viaje de, presumiblemente, dar con un lugar más civilizado y tranquilo, donde pudieran dejar atrás tanto la guerra como los bosques. Un primer vistazo a ambos caminos desde la bifurcación les había convencido de que el atajo era un trayecto realmente descartable: estrecho, escarpado y lleno de piedras y vegetación que harían que resultase relativamente fácil perder la senda. El camino del noroeste, el que habían tomado finalmente, tenía mejor aspecto en un comienzo, incluso estaba empedrado en las primeras millas, pero no tardó en convertirse en una senda vieja y en muy mal estado, casi una trocha. El empedrado había ido perdiéndose hasta llegar a desaparecer en la mayor parte de la senda, quedando enterrado bajo la tierra en algunos puntos, presentando socavones en otros puntos o deslizándose ladera abajo en las zonas donde el camino se acercaba a la montaña que bordeaba y tomaba pendiente. También encontraron zonas en las que las piedras faltaban o habían sido arrancadas del camino mucho tiempo atrás. Era difícil imaginar qué tipo de persona se había atrevido a aventurarse hasta aquel lugar para robar la piedra, no por peligroso sino por el hecho de tener que cargar con tanto peso durante toda una jornada de viaje, pero la codicia humana todo lo podía.

Tras una hora de viaje a campo descubierto, el camino comenzaba a tomar una ligera pendiente que no parecía tener fin mientras bordeaba la montaña y se internaba en la densidad de un bosque de frondosos fresnos, altos tilos, e inmensos y antiguos robles. El sotobosque estaba también densamente poblado, con grandes matorrales que crecían en los flancos del camino y densa vegetación de todo tipo.

Notas de juego

Haced una tirada de Supervivencia.

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24/03/2021, 20:02
Morkam

Palabras de Martem provocaron en el enano una sonora carcajada, grave y profunda, nacida desde lo más hondo de su abdomen. Instantes después cuando la risotada llegó a su final en limpio unas pequeñas lágrimas que amenazaban con caer de sus lacrimales. 

Para empezar necesitaría yo unan barba más larga y poblada, es lo mínimo— respondió con una sonrisa en sus labios—. Después me gustah que tiengan pelos gruesos en el ujete, ya sabes para agarrare. 

» Eso si, me gustan las buenas mozas— añadió poco después seguido de un risueño guiño de su ojo izquierdo—. Lo siento por ti princesa. 

El pelirrojo comenzaba a caerle bien. Hacía demasiado tiempo que no reía y era algo que siempre apreciaba. Quizás todos los de allí no merecían ni un gramo de oro a pagar por la bondad de sus corazones, pero ¿qué podía hacer? La solución era clara. Disfrutar mientras respirara. 

Eso ocurrió en mia terra natal. No ocurrió nah. Los niños de allí son de otra pasta— respondió sin prestar atención las implicaciones de las palabras de su interlocutor—. Tiempo después comencé a crearlos con fines militares. Los medianos adoraban sus saltos caóticos al arrojarlas con sus hondas. 

Morkam había intentado mantener atrás el pasado; sin embargo las palabras del pelirrojo habían evocado ciertos recuerdos desagradables. De nuevo el sentimiento ambivalente que sentía hacia los humanos surgió, sacudiendo su mente con incontables dudas surgidas del odio y el miedo. Aunque agradecía que aquel grupo no le tratara a patadas y aunque supiera que no todos los humanos detestaban a su raza, no podía evitar recordar la cruda realidad: sus padres habían puerto apaleados como simples perros.

La felicidad de su mirada se consumió quedando solo una mirada dura, tras la cual podía percibirse la caricia de la tristeza. 

- Tiradas (2)
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24/03/2021, 20:26
Martem de Bremervoord

Desde que el grupo tomó la ruta del noroeste, el viaje discurrió tranquilamente y sin mayores contratiempos, más allá de que el camino estaba en condiciones bastante peores de lo que Ysentrud les había asegurado; después del primer tramo, el empedrado desapareció en su práctica totalidad para dar paso a un sendero serpenteante que discurría entre los matorrales y los altos árboles del bosque en una pendiente que, a ratos, se hacía empinada y costosa. Pero nada de aquello pillaba por sorpresa a los viajeros, que ya habían tenido ocasión de percatarse de que la memoria de su amable anfitriona no era algo de lo que conviniese fiarse demasiado.

Ya llevaban un buen rato caminando cuando Martem se dio cuenta de que el bosque empezaba a cerrarse a su alrededor, y los frecuentes altibajos del camino se habían convertido en una pendiente constante que iba rodeando la montaña. Permaneció atento: aunque por el momento no habían topado con nada que pudiese considerarse peligroso, aquella era la primera vez que pasaban por allí, y un mal paso entre las piedras podía acabar con un tobillo roto.

Y Martem no estaba dispuesto a apostar su cuello a que sus compañeros de viaje cargarían con él si no pudiese caminar.

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26/03/2021, 19:37
Dannar

El intercambio de chanzas entre el enano y el barbirrojo duró un rato más, de una manera cada vez más basta y propia de marineros de la peor calaña que de esos dos, aunque en seguida se dio cuenta de que en realidad no sabía lo que habían sido esos dos antes de que el azar les uniera por el mismo camino. En cualquier caso, aunque no se unió a la conversación, si disfrutó de la charla insustancial, que fue un alivio después de la tensión vivida los días anteriores; era un recordatorio de que, por muy mal que fueran las cosas, había cosas que seguían igual, y que incluso en los peores momentos la gente era capaz de salir de la mierda para formar una amistad. No se incluía, por supuesto, igual que se consideraba una extraña en sociedad, pero tenía ojos y oídos, y por tanto era capaz de apreciarlo.

Como todo, sin embargo, la charla se fue apagando a medida que la calidad del sendero empeoraba, volviéndose poco mejor que por dónde habían transitado jornadas anteriores en medio del bosque. Eso significaba, por supuesto, que lo que fuera que recordaba Ysentrud tenía parte de verdad, pero había pasado hacía mucho, mucho tiempo. Y aún con esas, si eso estaba mal, no quería imaginarse la otra ruta, así que a pesar de todo dio gracias, al menos, hasta que vio como la fronda había conquistado el paso, augurando unas próximas horas tortuosas.

Maldita sea —masculló entre dientes mientras avanzaba pesadamente hacia allí.

- Tiradas (1)
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28/03/2021, 15:56
Rion Aedryn

La peculiar disputa dialéctica entre el enano y el calvo pelirrojo despertó una permanente sonrisa en el rostro del bardo, quien prestaba mucha atención y tomaba nota de cara a futuras historias que pudiera relatar. “Qué falta de clase...” —pensó para sus adentros. Presumir de virilidad entre hombres estaba demasiado visto. Por eso él alardeaba de sus dotes exclusivamente con las mujeres, y en el momento y el entorno propicio. La diferencia de clases y modales. Sí, eso era. Además, habría que ver las mujeres que se prestaban a acostarse con semejantes personajes; probablemente alguna desdentada o con el rostro más feo que un pez anciano del río Yaruga. 

Como fuese, el grupo partió finalmente por el sendero más largo pero accesible. A medida que fueron transcurriendo las horas, empezaba a arrepentirse de dicha elección. ¿Y si la anciana había confundido en su frágil mente un camino con otro? Cabía esa posibilidad y no la descartaba en absoluto. Con el paso de los minutos, el avance se volvió lento, por lo que en un momento dado detuvo sus pasos, observando la pendiente sin fin que desembocaba en un bosque repleto de árboles enormes y muchísima vegetación. Tanta, que era imposible distinguir nada más allá. "Demonios, no soy un explorador que se pierde entre la maleza para que le coman vivo los insectos y los animales salvajes."

¿En serio su nieta viene por este sendero cada semana? Cuesta creerlo... —suspiró, negando con la cabeza—. Me parece que nos hemos equivocado de ruta... —añadió, afanándose por continuar caminando mientras resoplaba con dejadez. Volver atrás no parecía una opción viable a esas alturas del viaje.

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28/03/2021, 16:24
Dannar

A mi me parece que su nieta, o cualquier otro, hace mucho que no viene por aquí. Seguramente en el pasado fue un buen camino, ahora ya no. Pero posiblemente estemos en la buena dirección, aunque nos vaya a costar bastante más de lo esperado —respondió al bardo.

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28/03/2021, 17:26
Director

No le faltaba razón a la bruja en sus suposiciones. Hacía algunos años que ningún viajero ocasional como ellos recorría aquel camino, y probablemente mucho tiempo más que nadie atravesaba aquella senda regularmente. Saltaba a la vista que la trocha estaba abandonada y olvidada, y había signos evidentes de ello: el empedrado abandonado y en ruinas, la vegetación comiéndose el camino, y otros signos de descuido que indicaban que nadie había atravesado el sendero desde mucho tiempo atrás. Pero a pesar de ello, a Ysentrud no le había fallado la cabeza en sus indicaciones, como sugería el bardo. Aquella era la ruta que les había señalado y los rasgos imperturbables del paisaje así lo indicaban. En primer lugar, el camino ascendía para bordear la montaña boscosa de la que les había hablado la anciana, además seguía la dirección noroeste que les había indicado, y el trayecto, a excepción del estado del camino, era que Ysentrud había descrito. Tampoco se parecía a la otra ruta que la anciana les había comentado, aquella a la que había denominado como el atajo. Según ella, el atajo viraba en dirección nordeste y cruzaba un paso entre dos montañas que no parecía existir por la zona que ellos atravesaban.

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28/03/2021, 18:29
Martem de Bremervoord

No, no. Es este camino, seguro. Dannar tiene razón —aseveró Martem cuando escuchó las dudas del trovador—. Fijaos, va bordeando toda la montaña en dirección noroeste, y es idéntico a como nos lo describió Ysentrud, descontando lo viejo y mal mantenido que está. El otro camino que nos dijo pasaba entre esa montaña y otra, y era mucho más empinado y abrupto. —Y, con una sonrisa, añadió—: De momento no has tenido que trepar ni agarrarte a nada con las manos, ¿no? Pues eso es que vamos bien.

A pesar de ello, el cidario tenía que reconocer que el estado del camino era algo desalentador. La mente de Ysentrud se había quedado en algún lugar muy anterior en el tiempo, y nada de lo que les había dicho era fiable. Un poso amargo se asentó en el estómago del hombre cuando pensó en la posibilidad de que Belmonte no fuese más que un montón de cenizas cuando llegasen allí. Sería como volver a empezar el viaje otra vez desde el principio.

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28/03/2021, 20:47
Jezal

El normalmente silencioso y taciturno Jezal carcajeó al escuchar a sus compañeros, aunque no se atrevió ni por un momento a meterse. No podía competir con el desparpajo natural de un enano, y aunque no tenía ni idea de la procedencia de Martem, le parecía que tenía que haberse juntado con compañía de lo más lenguaraz antes de terminar en ese grupo de desesperados. Más o menos como la compañía de la que él había disfrutado en los que habían sido sus mejores y sus peores años, según con qué perspectiva decidiera uno mirarlo.

Pero cuanto más duro se hacía el camino, menos ganas tenía el grupo de seguir hablando. Sin duda alguna era mejor que la alternativa, pero eso no quitaba que incluso los que estaban acostumbrados al ejercicio físico sufrieran aquella subida interminable que se volvía más traicionera por momentos.

La gente de pueblo está hecha de otra madera —opinó Jezal, que había escuchado esa expresión una vez y no había podido dejar pasar la oportunidad de soltarla. Cuando tuvo que usar sus propias palabras, tuvo que ser mucho más escueto—. Dudo que muchos pasen aquí ahora.

Desde luego no había signos de que nadie lo hubiera transitado hacía poco, o seguramente ya se habrían dado cuenta. Fuera como fuera, todo parecía apuntar a que el rumbo era el correcto, así que la única opción era poner buena cara para salvar el orgullo y seguir tirando hacia delante.

Si el enano con esas piernas puede, yo no voy a ser menos.

Había una cosa a la que no podía dejar de darle vueltas, y al final, no se aguantó el preguntarla en voz alta.

Ysentrud. ¿Podría vivir... un mes? ¿Sola? ¿Sin ayuda? —No estaba siendo muy claro, pero lo que no le encajaba era que la ancianita se las hubiera podido apañar si al final resultaba que su hija llevaba tanto tiempo sin visitarla.

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28/03/2021, 21:26
Dannar

Asintió a Martem, agradeciendo que el hombre hubiera dado más explicaciones sobre lo que ella misma había conjeturado. Y como él, seguramente como todos, también pensó en que si el camino había acabado así, Belmonte podía haber desaparecido también, o ser tan solo un pueblo fantasma y ruinoso. ¿Cuánto haría en realidad que la nieta de Ysenturd no pasaba a visitar a su abuela? Era una pregunta que puede que no quisiera responder, pero que a ojos vista debía de ser mucho, muchísimo tiempo. No semanas, sino años. ¿Desde la última guerra tal vez? Cabía esa posibilidad, aunque algo la decía que más aún que eso.

Dannar resopló ligeramente y, apartando aquellas ideas que no ofrecían más que desesperanza, siguió avanzando pesadamente hasta entrar en el sotobosque que había devorado el sendero, otrora pavimentado y ahora nada más que una vereda tan salvaje como el resto de la floresta que ya habían atravesado durante días, y que, se temía, recorrerían durante más jornadas si las cosas no salían como esperaban.

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29/03/2021, 17:51
Director

El bardo se sentía ligeramente desanimado después de que sus esperanzas de que en la cabaña del bosque hubiera una moza de buen ver quedaran desvanecidas tras encontrarse con Ysentrud. La noticia de que la anciana tenía una nieta fue recibida de buen grado por Ryon, que aguardaba la llegada de la joven tanto como la propia anciana. Pero no solo la muchacha no apareció, sino que empezaban a temerse que llevara tiempo sin asomar la cabeza por aquellos lares. Además, parecía que hacia mucho que nadie transitaba aquel camino, por lo que tampoco podía contar con la esperanza de encontrar a algún mercader viajando con sus hijas o algo similar.

La escasez de sexo estaba empezando a afectar a Ryon severamente y su mente se veía continuamente inundada de pensamientos lascivos. Se sorprendía a sí mismo contemplando el trasero de Dannar y las curvas de su anatomía. Aquello era especialmente duro, la única fémina del grupo tenía la habilidad de cercenarle una mano sin siquiera despeinarse ni sentir reparos por ello como osara pasarse de la raya. Y lo peor de todo es que, a excepción de aquel parche en el ojo y su expresión de desagrado continuo hacia el resto, la bruja tenía un cuerpo de lo más apetecible.

Notas de juego

Ponemos en marcha tu adicción. Tienes que tirar 1d10 y sacar igual o menos que tu VOL. Si fallas no podrás pensar en otra cosa y tendrás un penalizador de -5 a todas las acciones no encaminadas directamente a saciar la adicción.

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29/03/2021, 18:08
Director

Jezal sabía que no le faltaba razón a la bruja en sus suposiciones y que Martem estaba acertado en su descripción del entorno. Hacía algunos años que ningún viajero ocasional como ellos recorría aquel camino, y probablemente mucho tiempo más que nadie atravesaba aquella senda regularmente. Saltaba a la vista que la trocha estaba abandonada y olvidada, y había signos evidentes de ello: el empedrado abandonado y en ruinas, la vegetación comiéndose el camino, y otros signos de descuido que indicaban que nadie había atravesado el sendero desde mucho tiempo atrás. Pero a pesar de ello, a Ysentrud no le había fallado la cabeza en sus indicaciones. Como hacía ver Martem, aquella era la ruta que les había señalado la anciana y los rasgos imperturbables del paisaje así lo indicaban. En primer lugar, el camino ascendía para bordear la montaña boscosa de la que les había hablado la venerable mujer, además seguía la dirección noroeste que les había indicado, y el trayecto, a excepción del estado del camino, era el que Ysentrud había descrito. Tampoco se parecía a la otra ruta que la anciana les había comentado, aquella a la que había denominado como el atajo. Según ella, el atajo viraba en dirección nordeste y cruzaba un paso entre dos montañas que no parecía existir por la zona que ellos atravesaban.

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31/03/2021, 19:58
Rion Aedryn

A pesar del cansancio acumulado, del viaje interminable y de un terreno que le producía dolores en todo el cuerpo, Rion seguía teniendo ojos para las mujeres; de eso no le privaría ni la guerra ni nadie. Ese apetito por el sexo femenino y el instinto carnal que le acompañaba desde hacía años se despertaba incluso en los momentos más insospechados e inoportunos. Su mirada se fue, sin remedio, a la única componente femenina del grupo. Se preguntaba cómo sería pasar una noche con ella. Nunca había tenido oportunidad de compartir catre con una mujer con un cuerpo atlético, fuerte y diferente como el suyo. A pesar de tener un aspecto amenazante, hosco y ser parca en palabras, el bardo creía que había cosas que rascar de su carácter, pero aún no había tenido oportunidad de sacarlas a la luz. 

Quizá en una taberna, donde corría la cebada y el vino hasta altas horas de la madrugada, pudiera iniciar un verdadero tanteo. Y, si no había suerte, siempre podría buscarse la gandaya recorriendo el próximo pueblo sin ponerse demasiado exquisito con sus gustos. Únicamente saciar esa imperiosa necesidad bastaría... por poco tiempo. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Telita, por un puñetero punto... Sabía yo que la primera en la frente XD