Partida Rol por web

Kirk sigue perder de vista a Rumhird y sus hombres... salvo que me ordenen lo contrario

Ottar normalmente consideraría las palabras del loco chamán como chaladurías, pero han pasado demasiadas cosas como para ignoralo, así que prepara su enorme arco y saca una flecha con plumas de ganso de su carcaj.

Corramos entonces a por tu hermana Tornbjorg, no me fío de nadie ya...

Dice mirando a los guardias del Eslavo.

Maldito picto, si estas haciendo alguna de las tuyas te meteré una flecha entre los ojos.

La expresión de mi rostro cambia totalmente al oír las palabras sobre Gyda. Con los ojos más abiertos de lo normal, y tornando mi cara a un color más pálido, espero a que finalicen las palabras de Olaf. Entonces, con un mano sobre el hombro, ¡¿GYDA?! ¿Qué le ocurre a Gyda?

Entonces, escucho las palabras de Ottar y, sin dejar que salga palabra alguna de su boca, asiento al cazador Vamos, rápido.

Por lo que parece, nuestra búsqueda ha finalizado... - dice el Oso Rojo, con una expresión de sorpresa en el rostro tras las palabras de Olaf - Volvamos... - añade, haciendo una exagerada señal con las manos.

El grupo vuelve, trayendo de regreso al chamán. Se vigilan mutuamente, la tensión es evidente para cualquier observador. Incluso Ottar ha montado su enorme arco, y camina vigilante con una flecha preparada para ser lanzada.

El Escuálido camina entre la gente escoltado por Tornbjorn, que parece buscar nerviosamente a alguien, con Ottar el Blanco y el enorme Lörky abriéndole camino.

Hakum y el danés, por su parte, se acercan a Rumhird, con quien el Oso Rojo se pone a intercambiar lo que parecen airados susurros.

Ah, gran Jarl! - declama Olaf cuando, tras atravesar la multitud, llega a la entrada de la caverna - Oh, poderosa Godí! He aquí que asuntoss turbiosson  los que me traen, consejos de los espíritus que me han mandado llamar para darme turbias instrucciónes. Si hay mensajes ocultos, otros los tendrán que dessvelar, no yo. Estoy en peligro mortal, princesa, lo mismo que todos vossotros. Se impone actuar con prontitud. Yo hago lo que puedo en vuestro favor, ni más ni menos.

-La princesa Gyda corre peligro, pobre hija del Jarl, debeis sseguir mi consejo, el que hay entrelazado en las palabras que han puesto los Poderes en mi boca. Como podréis apreciar, no he esstado ocioso.

Va desgranando el mensaje... 

Nado en aguass de espíritus inssomnes

Oigo las vocess, ellos me han hablado

Sin tardanza lleva al puerto nevado

El vástago del jefe de piess congelados.

Oye nuestra orden oye la palabra

Sólo irá por poca esscolta acompañado.

Oye nuestra orden, deseo firmado

Cierto, contundente en lágrimass forjado.

Uno será el cielo, uno el abrumado,

Roen los esspíritus del mal embrujado,

Roen el mundo, rabian los penados

Aire, Terremoto, Diluvio en el ssembrado

Ira, Perecer, Melindre y El Astado

Rancio, todos ellos, todos y el Assstado...

Por fin guarda silencio, pidiendo premura con la mirada como si el significado de sus crípticas palabras tuviera que ser del todo evidente para los oyentes.

Al oír mencionar su nombre, la pequeña Gyda abandona sus juegos y se adelanta asustada en busca de la protectora compañía de su hermana. La pequeña Unn y Baraka el Fuerte se encuentran a su lado.

Al ver a la pequeña, me acerco a ella y, con un rodilla en tierra la estrecho entre mis brazos, hundiendo un cabeza en mi pecho. Mientras, alzo la cabeza para mirar a Baraka y Unn ¿Habeís notado algo raro? ¿alguien se ha acercado a Gyda?

Brunhild parece revivir un poco ante las palabras del chamán... por unos instantes, como si despertara de un ensoñamiento, sus ojos parecen buscar algo, hasta que los posa sobre la niña, sobre los compañeros, sobre el enemigo encelado.

Aprieta levemente los labios, parece que va a decir algo... y luego, finalmente, nada.

Al aspecto encorvado de la Godi, como si soportara un peso de años, parecen añadírsele otros pocos más...

Finalmente sus ojos bajan un poco... y vuelven a centrarse en el infinito.

¿Qué ha pasado? - susurra el Eslavo a Hakum. Su tono es el de quien está claramente fuera de si, lo que te permite, a pesar de la distancia, distinguir algunas palabras. - No debe presentarse ante Svala, si le ve podría descubrir...

No pudimos hacer nada... - oyes que responde el Oso Rojo, avergonzado - No sin que corriera la sangre.

Con el rostro desencajado, Rumhird da por concluida la conversación y vuelve su atención a las palabras de Olaf.

No hemos visto nada raro, ¿no es verdad, flaca? - confirma Baraka, preguntando a Unn, aparentemente enfadado por haber tenido que hacer de niñera- La niña juega maldita sea, no es más que una niña...

Unn se limita a asentir, más aburrida que enfadada.

Dando un beso en la frente a Gyda, me levanto y me acerco a Baraka. Con un brazo, atraigo a Unn y, les susurro No sé si será verdad lo que ha dicho Olaf pero es vuestra obligación como Houscarl que sois. Creo que Rumhird planea algo, así que rezad para que Gyda pueda seguir jugando y no haya un baño de sangre. luego, me doy la vuelta y, al pasar por mi hermana me agacho para darle un beso Tranquila pequeña, no pasa nada. Sigue jugando, nosotros debemos de hablar con Svala. digo antes de volver con el resto.

Dejando a Baraka y a Unn con Gyda, me acerco al resto Ya estamos todos, entremos y no hagamos esperar a Svala. digo haciendo un gesto para que entren en la cueva, esperando ser la última en entrar.

Cuando pasa a mi lado Brun, la detengo con la mano ¿Estás bien? no parece que la noche haya servido de mucho contigo. Sé que tu pérdida es grande, pero debes de reponerte y tomar el puesto que por derecho te corresponde. Ahora eres nuestra Godi. la digo antes de comenzar a andar.

La mano cálida de Tornbjorg se posa sobre el brazo de Brunhild, y la hija del Jarl intenta animarla, pero la verdad es que, desde la ceremonia, Brunhild parece un cascarón hueco.

Gracias Torn -musita- no te preocupes, ¿vale?, estoy bien...

Brunhild no necesita encorvarse para entrar en la húmeda cueva de la vidente.

Sveim se apresura a entrar en la cueva ligeramente incómodo, habitualmente el joven scald se precia de saber distinguir las intenciones de la gente, pero desde el día anterior parece que algo está nublando la siempre agil mente del poeta. Tiene la sensación de no estar enterándose de lo que está pasando.

Desde que presté el juramento parace que nada de lo que pasa a mi alrededor capta mi atención, es como si al perder las riendas de mi vida también hubiera perdido el interés.

Ottar miraba la entrada de la cueva como el que contempla las fauces de un enorme leviatán a punto de engullirle. Algo en su interior le sugería que las nuevas que oirían de Svala le cambiarían la vida para siempre.

Pero un verdadero vikingo no teme ni a la muerte, así que respirando hondo, el joven levanta la cabeza con porte orgulloso y se coloca el resplandeciente manto blanco para darle toda la dignidad posible a su entrada.

Poco a poco, vais entrando en la oscura oquedad, iluminada tan solo con una antorcha cuya luz indica el final de un estrecho túnel, que apenas permite el paso de los más voluminosos, de unos quince metros de longitud, hábilmente excavado aprovechando sin duda una caverna natural.

Notáis con inquietud que las paredes parecen tener vida propia. Extraños sonidos, como crujidos de la misma piedra, se propagan por ellas, y, siempre escapando por un instante de vuestra mirada, os parece que se ondulan, contrayéndose y expandiéndose, cambiando de forma en las sombras.

El Jarl sigue a Ottar, en silencio.

Todos pasan al interior de la caverna, cuyo estrecho túnel de acceso no permite más que la marcha en fila india. El último de todos es Guntar Pies Fríos, que entra en silencio, abrumado por el peso de su responsabilidad.

Olaf, permanece a unos pasos de ti. Te mira con intensidad, y después se concentra en la entrada del túnel.

No entraremoss ahí, no ahora... - dice por fin - No podemoss retrassarnoss, ¿verdad, cuervo?. La pequeña ha de ir en dirección al mar, así lo quieren los Espíritus..., iré con tus houscarls..., pronto estaremos de vuelta... - y añade con voz imperiosa, dirigiéndose ahora a Baraka y Unn - Vayamoss..., no hay tiempo que perder...

Sin más, hace ademán de marchar hacia donde Gyda permanece, aferrada a la mano de Unn, que es apenas un poco más alta que ella. Ambos houscarls te miran, esperando una orden.