Partida Rol por web

Por fin una misión donde no viajáis en un maloliente helicóptero, aunque vuestro transporte actual hace que lo echéis en falta. Un Jeep en que con cada bache juráis escuchar como un tornillo sale despedido por las precarias carreteras de la cordillera del Himalaya que estáis atravesando. También es mala suerte que el conductor nativo deba llevar una jaula con gallinas a otro lado después (a casa de su hermano o su primo, no habéis conseguido entenderlo), así que entre plumas, cloqueos y olor a granja repasáis el archivo que Alma Máter os ha entregado en uno de vuestros ordenadores personales.

Todo comienza hace apenas dos semanas, cuando unas demoliciones controladas en la zona del Himalaya que separa Nepal de Bután para construir una vía segura para el transporte de materias primas reveló un acceso a una falda de una montaña donde apareció una escalinata de piedra de dimensiones gigantescas que ascendía hacia la cima hasta perderse entre las permanentes nubes. Contactos de Alma Máter en la zona intercedieron entre todos los escalafones intermedios de la empresa constructora y los gobiernos que promueven las obras y consiguieron concesión de ambas naciones para explorar el lugar a cambio de "ciertas inversiones" en los respectivos países. ¿De dónde sacará Alma Máter tanta influencia y dinero? Bueno, "no es asunto vuestro" os repetís acompañado de un movimiento de cabeza y continuáis la lectura.

Las únicas informaciones que se tienen por ahora es que la antigüedad de la escalinata se remonta a varios miles de años de acuerdo a los análisis comparados de imágenes por satélite, así como la existencia de un microclima propio en la zona en el que destacan numerosos vientos sin patrón conocido alguno.

El objetivo de la misión es hacer un estudio contrarreloj de las ruinas que se puedan encontrar en el lugar antes de devolverle la concesión de la zona a los respectivos gobiernos y el asunto trascienda a los medios.

Vuestros pensamientos basculan entre pensar cuántas escaleras tendréis que subir y si el conductor (Tomshany o algo así, se llama) se daría cuenta si llega con una gallina menos. Además, ahora que está canturreando... "No", os decís. "No sois ladrones por mucha hambre que tengáis. Aunque habría que ver qué pensarían los antiguos habitantes de las ruinas que habéis visitado en otras expediciones..." Una sonrisa se dibuja en vuestro rostro, y la señal por satélite indica que ya casi estáis llegando al sitio.

Sharada venía callada, la mayor parte del viaje.  Muchas cosas habían pasado.   Es como si lo que duele se refresca cuando lo vuelves a vivir, algo te lo recuerda de una manera diferente a la memoria.  ¿Era la compañía?  Pero si los había visto a todos ellos, y al papá de Alwin en varios momentos en los laboratorios, museos y salas de reuniones de Alma Mater con suficiente frecuencia.   Los había visto a todos también en lo personal, en algunas comidas, a veces visitándolos en sus ciudades o paseado juntos.   Pero aún así, esta era su siguiente salida de campo.  

¿Como van todos?  -lo dijo con algo de triste sonrisa saliendo de sus labios. 

Dejen esa gallina.  -los regañó sonriendo-  Mejor se la compramos, varias si quieren, al primo.  Serán buena comida con esos fríos de montaña. 

Así que, ... esperó un rato.  ¿Vamos a Shangri-la?  Ir trabajando la alegría de la compañía ayudaba, siempre ayudaba. 

Estaba a punto de echar por la ventanilla la comida que había tomado antes de subir al Jeep. Los traqueteos mezclados con el olor de los animales de granja estaban poniendo a prueba a su estómago y su entereza.

Espero que la misión valga la pena el viaje. Casi que prefiero los helicópteros cochambrosos de las otras veces.

Intentaba distraerme mirando por la ventanilla el paisaje, aunque no había mucha variedad a observar. Nieve, más nieve, mucha más nieve y detrás más nieve. Esos pensamientos me llevaron a una deducción que la doctora robó de mi mente.

Estaba a punto de decir lo mismo, querida doctora. "Shangri-la", la tierra mítica de "Horizontes perdidos". Uno de los siete "beyul". Doctora, usted debe estar más informada con nosotros al menos por la proximidad geográfica. ¿Que sabe de esos lugares míticos de la mitología tibetana?

Mucho había cambiado mi situación desde la última vez que había trabajado para Alma Máter. Gracias al pago de siete cifras que había obtenido, había pasado todos aquellos meses pudiendo permitirme un nivel de vida más acomodado al que estaba acostumbrado, e incluso había financiado mi propia expedición, en el Congo, junto a mis dos ayudantes. Dos jóvenes de lo más prometedores con sus carreras recién terminadas y con un futuro académico dudoso.

Había resultado agradable volver a encontrarme con la doctora Srinivasan y el señor Threkor Ohrin, embarcados en una nueva misión, así como tener la posibilidad de conocer al hijo de Arcam Romijnsen. Pese a que ya les había visto antes de aquella expedición, el hecho de volver a estar juntos en un nuevo trabajo de campo resultaba excitante.

Durante el viaje, no quitaba los ojos de las gallinas que transportaba el conductor, divertido por la situación, que me recordaba al comienzo de la película Indiana Jones y el Templo Maldito. En él, los personajes principales también viajaban en un jeep en el que había algunas gallinas. Por otra parte, cuando era pequeño, mis padres habían criado gallinas en la granja en la que vivíamos, por lo que esos animalillos me resultaban agradablemente familiares.

-También apuesto porque vamos a visitar "Shangri-La" -aseguré, con una leve sonrisa, ajustándome bien las gafas-. Puede que a ojos de nosotros, los occidentales, señor Ohrin, Shangri-La no sea más que una leyenda, pero en el Himalaya muchos lo consideran una posible realidad. Si no me equivoco, el Dalai Lama considera que Shangri-La existe, aunque no como un lugar físico que podamos visitar, sino como una ciudad más allá de lo terrenal a la que el ser humano únicamente podría acceder si posee las cualidades necesarias para lograrlo.

Hoy iba a ser un gran día. Fue mi pensamiento nada más levantarme. Hoy era el tan ansiado día, el día que comenzaba mi primera expedición con Alma Máter. Si bien no conocía a los compañeros de mi padre, sí que había tenido la ocasión de hablar con ellos por teléfono alguna vez, y él me había hablado bastante bien de ellos. 

El día que mi padre regresó de su expedición casi me llevo un susto de muerte. Pero aunque venía cojo y llenos de rasguños y moratones por todas partes, el brillo que vi en sus ojos me tranquilizó. Ese brillo me decía que, hubiera lo que hubiera pasado, había merecido la pena. Fue ese mismo día en el que me contó su aventura, y desde entonces le he estado presionando para que intercediera por mi ante Alma Máter. Y hoy, hoy por fin, habían decidido darme una oportunidad. 

Alma Máter era una organización tan enorme como desconocida. Daba algo de miedo que una organización con tanto poder y dinero fuera una completa desconocida para la mayor parte del mundo. Pero preocuparnos de la organización no era nuestro trabajo. Nos habían contratado para desentrañar misterios, y eso era precisamente lo que tenía planeado hacer.

Ahora iba en un Jeep junto a mis nuevos compañeros y... un buen número de gallinas. No es que me importara, iban a necesitar más que eso para agriarme el humor en el día de hoy.

-Me parece bastante curioso que tengamos que viajar en estas condiciones viendo lo importante que es Alma Máter -comenté, divertido. Pensaba que al menos nos darían algún Gadget, como un anillo láser o un reloj comunicador, a lo James Bond.

Miré hacia delante mientras seguíamos avanzando en el camino. Mis ojos brillaban de expectación.

-¿Qué creen que vamos a encontrar en nuestro destino? ¿Alguna idea?

El último tramo del camino lo recorréis a menos velocidad. Hay cascotes de piedra y maquinaria pesada utilizada por las obras recientes, ahora pausadas hasta que Alma Máter termina su trabajo. Tomshany conduce a la vez que consulta un plano dibujado a mano, haciendo giros bastante cerrados para serpentear entre todos los obstáculos y atravesar, al fin, una gran masa de roca perforada por las obras y llegar hasta el lado de la montaña que os ocupa.

Las escaleras se pierden en la lejanía, culminando en algún punto imposible de distinguir desde abajo. Mientras Tomshany descarga vuestros escasos bultos y cuenta las gallinas, comprobáis que el estado de los escalones es bastante precario. El paso del tiempo ha moldeado la piedra haciéndola resbaladiza, y algunas zonas más erosionadas han sufrido pequeños desprendimientos. Aunque el ascenso sigue siendo posible, se adivina como una tarea agotadora donde se vuelve más letal cuantos más metros os separan del suelo. Lo que os espera arriba del todo es imposible de vaticinar.

Mientras Tomshany se aleja con su Jeep, vuestra única compañía es el frío y el sonido sibilante del viento al colarse entre el laberinto de piedras que os rodea. Miráis de refilón varias veces al final, que se pierde tras las nubes, y os hace tragar saliva e intercambiar silenciosas miradas entre vosotros. Vuestros dedos están persiendo la sensibilidad, así que de manera instintiva buscáis en vuestros bolsillos las barritas de carbón térmico porque todos lo sabéis: es hora de ponerse manos a la obra.

Arrebujada en su ropa térmica, Sharada guarda las fotos de sus hijos que llevaba enmicadas en su cartera, a las cuales les manda un beso antes de poner en un bolsillo interior.  Luego, sonriendo a la montaña y la luz que se filtra por ella, la arqueóloga se agacha para examinar la primera pista: ¡las escaleras mismas!   Se levanta, ve a lo lejos, se pone los crampones, se mueve un poco arriba y luego abajo, saca la lámpara y así para ver detalles.

Mucho dicen las escalinatas de quienes pasaban por aquí.  Por ejemplo -se voltea a explicarles a sus compañeros- las pirámides mesoamericanas tenían en su exterior amplios peldaños para ir subiendo de forma teatral hasta los espacios ceremoniales de terrazas intermedias o la mera punta.   La mejor muestra de una teocracia, sugeriría. 

El material también sirve para saber.  ¿Es la misma roca de aquí mero?  Lo más fácil de transportar.  -¿O viene de una cantera que conozcamos, o no?   Sirve para imaginarnos las rutas de comercio o tributo.  Y el grado de avance tecnológicode los constructores. 

Mis favoritas son las de los Andes del Tawantisuyo y sus predecesores. ¡Terrazas y terrazas!  Con escalinatas uniéndolas, para tener una agricultura productiva sin erosionar las zonas montañosas que pudiera sostener miles de familias. 

Esto claro, me hace recordar la primera pregunta de Alma Mater, ¿porqué esto es tan más antiguo que lo más antiguo que nos imaginábamos en la zona?  ¿Quienes eran nuestros "shangrilaistas" 

A comenzar a trabajar desde la primera puesta de bota en el piso. 

Había que moverse deprisa o nos congelaríamos allí. El Jeep se había ido sin decir ni una palabra ni nada y nos había dejado allí con el equipo para que nos apañáramos.

Señores. Pongámonos en marcha. No quiero ser objeto de estudio dentro de 200 años para algún explorador que nos encuentre congelados.

Me arrebujé en el anorak, cubriéndome casi toda la cara con el borrego que cubría la capucha.

Podemos ir mirando las paredes circundantes y los escalones mientras subimos. Por lo que veo parece que estaremos bastante rato subiendo. No distingo nada del final de las escaleras.

Me vino a la cabeza la tonada de una canción de Led Zeppelin

"Starway to Heaven" - tarareé mientras me colgaba la mochila al hombro y cogía una de las bolsas con el equipo.

-Estoy de acuerdo, señor Ohrin -le dije a Threkor, dejando escapar algo de vapor por mi boca mientras hablaba, a la vez que comenzaba a dirigirme hacia los escalones-. Mejor que nos movamos cuanto antes. No quiero quedarme aquí convertido en un cubito de hielo.

Iba cubierto con un cálido abrigo azul oscuro para protegerme del frío y con la cabeza cubierta por un gorro de lana negro que había comprado en una expedición en Rusia muchos años atrás. Portaba en todo momento las manos con guantes en los bolsillos, después de notar que comenzaban a helárseme tras bajar del jeep.

Los escalones son desiguales en altura aunque, en general, son altos para subir al mismo tiempo que la montaña. El ascenso se ralentiza por la seguridad con la que debéis pisar algunos peldaños cubiertos de nieve, ya que al poco de comenzar la subida, un pequeño susto os ha recordado que la erosión ha dejado algunas superficies de los mismos rotas o en pendiente descendente, y la nieve impide localizar dichos peligros de un vistazo para no pisar en ellos.

A pesar del silencio que desprende la escalinata, la conversación resulta incómoda pues, aparte de tener que hablar sin veros las caras debido a la estrechez de la subida, el siseo del viento y los gritos de aves lejanas llenan ese vacío sonoro.

El recorrido que toma el camino empieza a zigzaguear para salvar las más empinadas paredes y, tras más de una hora de ascenso, se os encoge el estómago cada vez que miráis hacia abajo para ver sólo un fondo neblinoso. Intentáis calcular de cabeza los escalones que debéis llevar y las cifras se entremezclan en la cabeza. Achacáis la leve confusión al mal de altura que provoca el bajo nivel de oxígeno, que intentáis aplacar con unas simples pastillas de ibuprofeno.

El avance por la escalera es cada vez más complicado. Algunas rocas desprendidas interrumpen el paso y hay que hacer peligrosos rodeos para pasar. Es en uno de estos rodeos cuando os fijáis en un símbolo en el borde de la escalera. Es geométrico constituido por un pentágono y varios círculos concéntricos.

El símbolo no está grabado, sino que se trata de rocas de otra composición incrustadas sobre la superficie del escalón de manera que a pesar de la erosión, la forma de la piedra incrustada se ha mantenido, sirviendo de algún tipo de aviso.

Aprovecháis el hallazgo para tomar aliento un rato.

Me sacudí con energía la parte que me cubría la boca para desprender la nieve que se acumulaba en ella traído por el viento que soplaba a aquella altura.

Extraño símbolo.

Me agacho a investigarlo. No está tallado en la piedra, así que alguien colocó aquello allí expresamente.

No parece un símbolo de nada. Parece un resorte. No está tallado, sino que ha sido preparado con material diferente al de las escaleras. Cuidado de no pisarlo. Podría activar alguna trampa o desprender alguna roca bajo nosotros.

Sin presionar por encima, paso suavemente la mano por los bordes, intentando apartar molestas piedras para ver mejor el perfil.

¿Qué opinan?

La subida era energetizante. Pese a que hacía un frío glacial y que el panorama era de lo más desalentador, la expectación del misterio que nos aguardaba allí arriba era suficiente para empujarme a seguir avanzando. Cuando Threkor se agachó me paré junto a él, asomando la cabeza a su lado para observar aquel extraño símbolo.

-Es curioso que alguien se haya tomado la molestia de poner esto aquí, ¿será algún tipo de aviso o advertencia? 

Fruncí el ceño al pensar que podía ser algún tipo de trampa. ¿Caería una bola a lo Indiana Jones si presionabamos aquello? Por un momento sentí el feroz impulso de apretar aquel pentágono, preso de la curiosidad, y aunque las ganas de comprobar si aquello era algún tipo de interruptor no se fueron, el sentido común se acabó imponiendo. 

Me giré, alejándome de aquella misteriosa tentación, y me puse a examinar las paredes. Si aquello activaba o indicaba algo, las paredes quizás pudieran tener una pista de qué se trataba.

Alwin examina el lugar, pero no detecta ningún otro símbolo por los alrededores, mientras el Sr. Ohrin queda fascinado por el hallazgo. Al deslizar su mano, el tacto que ofrece le insinúa que está fijo y no forma parte de ningún mecanismo o resorte.

-No creo que se trate de una trampa -indiqué, observando el símbolo con detenimiento-. Aunque siempre puedo sacrificar mi mochila para comprobarlo... -Bromeé, haciendo referencia al episodio que había vivido junto a Threkor en una de las salas de los túneles del yacimiento etíope.

Agachado junto al símbolo, lo observé durante unos instantes, intentando saber qué función podría tener o si pretendía transmitir algún tipo de mensaje a los visitantes.

-Diría que se trata de un mandala budista, aunque quizá me equivoque -expliqué, pensativo-. Nunca había visto un mandala con un símbolo de pentagrama en su centro. ¿Qué opina usted, doctora?

Bien bien.  Tomémoslo primero como un símbolo solamente. -dijo Sharada moviéndose para que se generara calor interior que las diversas capas de su ropa atraparan. 

Eso le dió una idea.  A mi me parecen de hecho "capas".    Como si en el centro estuviera una ciudad, o una deidad, la cual fuera rodeada por tres círculos concéntricos, como si fueran etapas o protecciones intermedias.   

La tenía fácil, había muchas religiones en la India que así representaban las capas de esferas de la divinidad, cada vez más puros.  La idea también aparecía en varias representaciones de "cielos intermedios" en religiones del oriente medio y occidente; estaba casi segura.

Lo notable también es que ya sabían geometría.  ¿Cuántos años le calculamos a estas escaleras?  ¿Miles, verdad, dijo Alma Mater?  Lo importante es si son 5 miles o 10 o más.   Lo de Etiopía había cambiado sus escalas de tiempo basadas en civilizaciones conocidas.   Los griegos, mis favoritos geómetras, creo que ya dominaban esa "esfera" jeje, hace 5 mil, ¿cierto, Nathaniel? -le dijo a su colega arqueólogo.

Observando el lugar no pude encontrar ningún otro símbolo. Eso, lejos de decepcionarme, me alegró. Fuera lo que fuera aquel símbolo parecía algo especial, pues si fuera mera decoración podríamos encontrarlo a lo largo de toda la escalera.

-Creo que de momento no tenemos datos suficientes para interpretar su significado, pero viene bien tener los ojos abiertos por si volvemos a verlo en otro peldaño.

Sin esperar un segundo más me puse de nuevo en movimiento, encabezando la marcha. Aunque nuestro destino no fuera a moverse de donde estaba, me encontraba impaciente por llegar.

Sharada continuó subiendo en segundo lugar.  No sabía hasta donde llegarían los peldaños, pero pensó en la civilización que los construyó.  

¿A dónde querían llegar con ellos? 

Iba la arqueóloga dando zancadas, cuidadosas zancadas...   Muy largo cada paso a dar.... mmm...  ¡Ajá!  

¿Son peldaños tamaño humano o tamaño yeti, Sr. Nox?  -dijo en son de broma, o en serio, al serio colega ocultista, oculto en su ropaje de invierno.

Aunque no se viera por debajo de las bufandas, el comentario de la doctora me hizo sonreir.

Después de haber visto ángeles en Etiopía, no creo que me extrañara mucho ver descender un yeti por estas escaleras.

Miré hacia arriba, con la esperanza en el fondo de que fuera cierto y viera una criatura blanca, gigante, llena de pelo aparecer entre la niebla.

Mejor que sigamos. Creo que no podemos sacar en claro nada más de esto. Tomemos nota mental del dibujo para trasladarlo a papel cuando podamos sacarnos los guantes y continuemos subiendo. Estaremos atentos a más símbolos que puedan aparecer.

Resignados, sigue el ascenso tomando nota mental del símbolo. Ahora, ocho ojos rastrean el suelo a medida que avanzan buscando más indicios que pudieran pasarse por alto. Al cabo de casi una hora más de ascenso con alguna breve parada para hidratarse y comer alguna barrita energética, el Sr. Nox encuentra una nueva incrustación en el suelo: