Partida Rol por web

Las pintadas okupas y anarquistas decoraban cada rincón de muro. Sobreponiendo las nuevas a las antiguas. En cada muro existía una pintada que simbolizaba una serpiente con las fauces al descubierto.

El callejón accedía a un local que otrora hubiese podido ser perfectamente un centro comercial de esos con varias plantas. Las condiciones del edificio eran pésimas. La fachada carecía completamente de cristaleras y daba la impresión de una colmena de avispas abandonada. 

La escoria se acumulaba en la calle. Estaba claro de que allí hacía mucho que no vivía nadie... normal. Resultaba incluso demasiado recargado para vosotros. Os preguntabais cuánto tiempo hacía que los de La Estrella no patrullaban aquella zona de Redmond.

El estallido de la granada cogió a todos por sorpresa. Pero ahora los demás pandilleros han desviado su atención hacia la psición de Kierran y Domina. Mientras que una chica asomada del primer piso encañona a Sombra con una pistola de alto calibre.

Sonrió mientras echaba hacia atrás el lanzagranadas recargando el mismo con una nueva y después, disparó contra el grupo de tres pandilleros de nuevo, la joven Sombra no estaba entre ellos, así que no corría peligro de ser alcanzada por la deflagración.

La granada dejó tras de si un reguero de humo que se disipaba mientras la parábola se iba acrecentando. 

Clic, cloc... De nuevo el chasquido precedió a un fuerte estallido. Esa vez no los cogiste por sorpresa, por lo que pudieron saltar a un lado, aunque acompañados por la onda expansiva arrollaron a Sombra que ahora se encontraba debajo de un montón de pandilleros piojosos. 

Escuchasteis unos disparos. 

Paul se lo está pasando pipa con su lanza-granadas, aunque con escaso éxito. Su última granada lanza a los pandilleros a la posición de Sombra, por lo que decido centrarme en la mujer que está asomada por la ventana. Me coloco tras Paul y me concentro. Onma maaaya, ¡gopuof!

De mi mano surge un rayo azulado que pasa por encima del hombro derecho de Paul y se dirige con precisión a mi objetivo.

El rayo centelleó justo antes de estrellarse en la ventana donde había la chica de la pistola. Casi jurarías haber visto su cara unas décimas antes de recibir el impacto del fulgor azulado.

Uno de los pandilleros se arrastraba penosamente dejando tras de sí un reguero de sangre. De hecho sus gemidos eran lo único que rompían el corto silencio que se había apoderado del lugar. 

Un golpe de viento barrió el humo generado por el impacto de las granadas arremolinando el polvo y la escoria. Luego visteis a tres figuras aparecer justo en el portal del centro comercial. Al fondo del callejón. 

-Muy bien, hijos de puta...- Masculló alguno de los tres. Un vistazo más y os disteis cuenta de que se trataba de dos chicos y una chica. Humanos los tres. Uno de ellos era una mole enorme y empuñaba un arma que bien podría ser un cañón de asalto con su giroestabilizador. Los otros dos eran de estatura mas normal, por ser humanos. -... antes de rellenaros de plomo y usar vuestros intestinos para hacer una nueva timba para Rl'Hoor...- De repente aparecioeron multitud de pandilleros que asomaron sus armas por los ventanales y agujeros que había en el edificio. Contasteis al menos cincuenta de ellos. El tipo que hablaba se acercó unos pasos, junto con la otra chica, hasta situarse en medio de la calle. La mole se quedó en el portal. Reconocisteis a Harry gracias al disco de datos que os dieron los de Mitsuhama y a su hermana Igrith gracias al disco de datos de Alice. -...me vais a entregar todos los juguetes que llevéis.-

-Esa zorra es una despertada.- Dijo Igrith señalando a Dómina. -Me ha ido de un pelo ahí arriba...-

Harry arrugó el ceño. -¿Quieres que muera?- 

-No. Aún no...- Contestó con una sádica sonrisa en el rostro. -No te olvides de la otra... Cuando esos amarillos sepan que tenemos a sus perros, aullarán como subnormales.- 

Desde mi posición tras Paul, mascullo: Estamos muy, pero que muy jodidos... Sobretodo yo.

Con una irónica sonrisa, miro con disimulo la alcantarilla de la que acabamos de salir, calculando las posibilidades de saltar dentro sin que me conviertan en un colador.

Mierda, mucha mierda y un monton mas de mierda. Estamos jodidos.

Pienso para mi mientras me sacudo los cuerpos de los pandilleros de encima y me pongo de pie. Con rapides miro a un lado y otro para evaluar la situacion. Ellos dos tienen una salida pero yo estoy completamente vendida.

Eso me pasa por andar con prisas. Tenias que haber investigado las posibles salidas, chequear los movimientos del grupo para evaluar su numero y costumbres, haber pirateao los sistemas de seguridad. Pero las putas prisas de la corp nos han puesto de mierda hasta la orejas.

Perp todavia guardo algo de sentido del humor y me rio para mis adentros cuando oigo el comentario sobre los "amarillos". La corp no le importa un huevo lo que nos pase. Le preocupa su equipo y el dinero que han adelantado nada mas.

Levanto las manos en muestra de rendicion.

Observó a su alrededor apuntando a todas partes con su arma... Joder, había al menos cincuenta tios armados con subfusiles y pistolas pesadas y ningún lugar para parapetarse... Sombra levantó las manos rindiéndose, Dómina parecía pesimista y buscar un modo de huir. Y él, él no sabía muy bien que hacer... Evaluó la situación rápidamente mientras observaba a aquellos dos flipados que se creían la leche, por supuesto con su ejército cubriéndoles, después seguramente suplicasen como niñas por su vida. Si había una salida de aquello, la encontraría.

En aquellos momentos tu cerebro funcionaba a gran velocidad. Podías notar el latir de tu sien mientras calibrabas la situación. 

En el fondo del callejón se levantaba el edificio del centro comercial. Donde se encontraba la mayor parte de pandilleros. Aquellos piojosos mostraban sus armas y sus asquerosas sonrisas. El callejón carecía de cobertura, por lo que un ataque directo sería una sentencia de muerte para ti y tus compañeras. 

Quizá pudieses llegar hasta la boca de la cloaca y arrastrarte entre la mierda para salvar el pellejo. Pero te pasa por la cabeza la mancha que eso supondría a tu reputación. ¿Quién querría contratar a una rata de cloaca capaz de abandonar a su suerte al tecnomante del grupo? En las sombras existían normas no escritas de cómo realizar las incursiones. Cada cual tenía en sus manos cómo llevarlas a cabo. 

Todo esto te estaba pasando por la mente durante aquellas décimas. Cuando de repente viste un pequeño movimiento en una azotea. Más o menos donde había impactado el rayo de Dómina, pudiste ver a un encapuchado caminar por la cornisa sigilosamente. Aquel tipo vestido de negro llevaba algo en la mano. Te miró y descubriste una mirada algo familiar. Una mirada de complicidad. Mostró en su mano una granada de fogonazo flash.

Sonrió de medio lado mientras miraba de reojo a aquella sombra, no sabía quien era, pero si iba a hacer lo que él pensaba, lo aprovecharía, tanto él como sus compañeras - Atentas a las cuatro, - murmuró por el comunicador entre dientes, para que no le viesen hablar - estad preparadas para salir de aquí. - anunció con tono firme y confiado.

De repente una luz cegadora invadió el lugar. El fogonazo dejó sin visión a Dómina. Dejándola totalmente desvalida. Sombra, por su parte, sintió como el amortiguador de fogonazo que tenía instalado en sus ojos absorbía aquel súbito resplandor. Kierran, en cambio, no tuvo necesidad, pues no le sobrevino aquello de sorpresa. 

Sabéis que aquella situación os daba una mínima ventaja y una oportunidad de poner pies en polvorosa. Pero también sabéis que no duraría demasiado. Contando que ninguno de esos piojosos no tuviese amortiguador de fogonazo, todo habría acabado en pocos segundos. 

Tras ver a la elfa totalmente cegada por la granada, decidió que sería mucho mas efectivo llevársela a hombros y fue lo que hizo, girando y casi placando a la joven como si estuviese en un partido de football, echa a correr con la mujer a sobre él hacia la zona por la que habían venido. Solo esperaba que Sombra fuese rápida y llegase hasta allí también.

De repente siento que el lugar se ilumina pero antes de que el destello me dañe el filtro ocular se activa y veo con normalidad como los que están a mi alrededor se tapan la cara para evitar el deslumbramiento. Tarde.

No tengo tiempo de pensar en que ha provocado esta situación así que activo la granada y la meto en un bolsillo de uno de los confusos pandilleros. Le doy una patada para empujarle contra el grupo y salgo corriendo hacia la alcantarilla.

Kierran saltó hacia la boca de la cloaca con Dómina a cuestas. La muchacha no tuvo tiempo de reaccionar a la sensación de ingravidez cuando cayó en un río de líquido hediondo. De nuevo ese hedor que ahora parecía preferible al aire del exterior. 

Sombra, a su vez, cayó unos instantes antes. Un estruendo en el exterior precedió su caída. Hubo gritos y golpes. Así como el sonido de multitud de pies corriendo hacia vuestra posición.

-¡Por aquí! ¡Rápido!- Masculló un pequeño encapuchado. Era uno de los chicos de Volter. Acto seguido se lanzó a la carrera camino a la oscuridad.

Dómina casi no se mantenía en pié a causa del flash que la había dejado ciega. Los efectos de esa granada durarían aunos instantes más aún. 

Siguió al crío por entre las cloacas aun con la elfa a cuestas, la pobre joven no había tenido tiempo de reaccionar y estaba totalmente cegada por la granada, pero no pasaba nada, él estaba allí para protegerla y ayudarla, igual que con Sombra si se diese el caso. Echó la vista atrás unos segundos para ver si les seguían, pero al parecer aun no habían llegado hasta allí, puede que saliesen de una trampa para meterse en otra, pero ya crucarían ese puente cuando llegasen al rio.

Tras caer en el interior de las alcantarillas hecho a correr siguiendo al grupo con el subfusil en las manos. De vez en cuando hecho un vistazo hacia atrás para chequear no nos alcanzan.

Parece que esos pequeños zarrapastrosos nos han librado de una buena. No me gusta reconocerlo pero les debo una.

El pequeño os va guiando a toda prisa por los túneles. Hacía ya un rato que perdisteis la orientación. Simplemente seguíais a duras penas al pequeño encapuchado. 

Al cabo de unos instantes ya teníais los rostros empapados de sudor. Os disteis cuenta de que ya no os estaban siguiendo. Aliviados visteis como el pequeño encapuchado se paraba frente a una entrada ovalada de acero y os miraba. 

-Es aquí- Os dijo mientras accionaba la palanca que abría esa puerta. Acto seguido se oyó un ruido metálico y pudisteis ver el interior. Había más chicos y chicas. Unos veinte mas o menos. Todos os miraban con curiosidad.

De repente oísteis de nuevo pasos en el pasillo. Pero esta vez solo se trataba de una persona. Otro de los chicos de Volter.

-Y puedes cerrar, Marlex.- Le dijo el recién llegado. -Ya estamos todos.-

-Joder, Folt. ¡Un poco más y te pillan allí arriba!- Exclamó el que os había acompañado. 

-Si hermano. Pero tendrías que haber visto sus caretos cuando estalló la granada.- Contestó el chico élfico con una sonrisa de oreja a oreja. -Ahora veremos si valió la pena...- En aquel instante os miraba a vosotros. Dejó unos instantes para que asimiléis la situación.

Tras el estallido de la granada todo se convierte en un caos por el que transcurro totalmente ciega, confundida y desorientada. Alguien me lleva en volandas supongo que Paul, y cuando el nauseabundo olor de las cloacas invade mis fosas nasales, intuyo que hemos vuelto a ellas. El bamboleo de la carrera no hace más que marearme aún más. ¡Joder! Malditas granadas flash, me han dejado más débil que a un gatito.

Tras un rato paramos y, si bien con algo de dificultad aún, consigo mantenerme en pie por mis propios medios, pero no puedo evitar apoyarme en Paul. Ha sido él el que me ha sacado de ahí, le debo una. Observo a mi alrededor y me encuentro rodeado por los huérfanos, han sido ellos los que nos han ayudado, pero nadie hace algo por nada. Me separo de Paul, ya algo recuperada. 

Muy bien Folt, nos has salvado el culo ahí arriba. Ahora, la pregunta es, ¿por qué lo has hecho?. ¿Qué es lo que queréis de nosotros?.

-¿Donde está Volter?- Dijo el chico enano llamado Marlex. -El viejo loco fue tras vuestro cuando la maga y el cachas cruzaron la puerta...- Dijo refiriéndose a Kierran y a Dómina. 

-No ha podido escapar. Esos hijos de puta de pandilleros se lo han llevado justo antes de cruzar la boca de las cloacas...- Gritó gesticulando ámpliamente. -... ¡Ha sido vuestra culpa, y vosotros lo vais a solucionar...!- Dijo ahora Folt con los ojos rojos de ira. -¿Porqué Volter tendría que exponerse de esa forma? ¡Nunca lo hizo antes!-

Había multitud de niños y niñas, y de chicos y chicas adolescentes, de variopintas razas. Aquello parecía una convención interracial de las que en ocasiones se pueden ver en la televisión de aquellos indios emplumados miembros de la tribu. Unos hippies empalagosos.

Todos vestidos de negro y encapuchados. Cada uno de ellos empuñaba alguna arma. Rifles, pistolas... Folt tenía una katana colgada de la espalda y empuñaba una UZI III con mucha solera.