Partida Rol por web

-Buen disparo- dirigiéndome a Jean ante su acierto en el disparo.

No se que me había pasado antes pero desde la distancia en la que me encuentro es difícil que pueda actuar sobre el soldado que queda salvo que sea usando la fuerza. Antes me había fallado pero lo vuelvo a intentar con el fin de lanzar al soldado contra la pared que se encuentra a su izquierda.

Frustrado por mi mala puntería, pruebo lo de la tercera va la vencida. Vuelo a repetir lo de asomarme para disparar a mi objetivo y a continuación volverme a cubrir...

   Al ver que el mandaloriano estaba a punto de estirar la pata había estado tentado a echarle una mano, aquellos imperiales no eran mi problema, pero tampoco los tenía en muy buena estima. Por suerte para él, el santurrón y su amiguita empezaron a responder al fuego y abatieron al primero de ellos, iba a estar gracioso el momento en el que el resto de las autoridades llegasen y vieran aquel caos.

  Acaricie el pomo del machete y traté de observar por encima de la multitud en la lejanía de la estación para asegurar si aquello ocurría antes de lo previsto. Si había suerte y seguía sin haber señales de refuerzos seguiría atento a ver los momentos finales de aquel torpe y entretenido tiroteo de bienvenida.

El disparo de Jean falló al imperial al que apuntaba.

Con un movimiento de su mano, Sand envió una mesa contra el soldado, que logró esquivarla ligeramente perplejo.

El mandaloriano consiguió sin embargo impactar de lleno en el soldado, que cayó hacia atrás.

Al ver lo que hizo Sand, uno de los hombres sospechosos sacó el arma que escodía, le apuntó y disparó (fallando por culpa de los nervios), mientras el otro corría alejándose del tumulto gritando Un Jedi, nos ataca un maldito Jedi

Se voltea a mirar a Sand con cara de enojo.

-Claro, señor jedi, llame aún más la atención, seguro que les pagan más por entregarte a ti que por entregar a la tipa que ayudamos -dispara sin mirar por lo mismo falla.

¡Un Jedi!. Pensaba que los habían exterminado... Claro que eso mismo dijeron una vez de los Mandalorianos. Sin dejarme distraer, apunto y disparo al solado de asalto restante, antes de volver a cubrirme.

El usar la fuerza me había delatado, no había aprendido de los errores del pasado en los que había sido descubierto y perseguido por ello. Si hubiera tenido más tiempo a mi maestra a mi lado, me habría enseñado a contenerme y ser más prudente.
Pero ya era tarde para arrepentimientos, lo importante era terminar con ellos y esconderme nuevamente antes de que llegaran refuerzos.
Avance con decisión empuñando el sable de luz y encendiéndolo, rápidamente note la vibración del haz de luz. Me acerque al hombre que empuñaba el arma y sin dudarlo dos veces le aseste un golpe con la espada de luz.

  Parecía que toda la emoción había terminado ya, o como mínimo la incertidumbre sobre el bando ganador. Por desgracia me había inmerso tanto en la parte de espectador que apenas me había dado cuenta de que ahora era el único y por si fuera poco uno de los que parecían ser secuaces de los imperiales pretendía escaparse para advertir al resto de la presencia del jedi, ahí fue cuando decidí echar mano al cinturón.

  Por muy buena que fuera mi excusa un no humano que momentos antes había cruzado palabras con un jedi, aunque fuera para darle instrucciones de por que orificio podía meterse el sable de luz, iba a traerme problemas y si las cámaras de seguridad no habían retratado ya el momento y puesto en alerta al personal de seguridad solo me quedaba ganar tiempo eliminando testigos problemáticos. Por desgracia para aquel cobarde, ese encabezaba mi lista por lo que eche a correr hacia él dejando a los tres alborotadores despachar al resto de imperiales.

Cuando el eco de los tiros deja de sonar, levantáis la vista para descubrir que el pasillo se encuentra desierto, no hay ni rastro del hombre que huyó gritando, un robusto Nelvaanian pareció intentar perseguirle, pero en cuanto llegó a la primera esquina no supo en qué dirección había ido. 

El trance del momento lo rompen los quejidos de la mujer que acabáis de salvar. Se encuentra en el suelo tras el terminal, y parece que intenta ponerse de pié

 Hago un gesto a la mujer para que se quede inmóvil, antes de levantarme y disparar al soldado que queda en pié...

  Aquel miserable había logrado escabullirse así que ya no quedaba otra, esta mierda me iba a salpicar a mi también y todavía no sabía ni el motivo de fondo por el que aquella andrajosa podía haber merecido la pena. Aleje la mano del machete y regresé furibundo hacia donde se encontraban el santurrón y el resto de agraciados.

  -Asomarme a la cueva del horax me va a salir más caro de lo que pensaba, menuda mierda.- Mire al jedi mientras recortaba los últimos pasos que me alejaban de la zona del tiroteo. -Ese imbécil ha logrado escapar, así que ya hay un testigo que puede meterme en lo que demonios quiera que sea esto, espero que ella al menos lo valga...- Una sonrisa socarrona se dibujo de manera involuntaria en mi rostro. -Cinco minutos en la estación espacial y ya has logrado ser declarado fugitivo del Imperio de nuevo, Santurrón. Decidiros a acabar con los que quedan y movámonos de aquí antes de que vengan más de sus amigos.- Terminé mientras señalaba a uno de los storm troopers caídos.

Jean sólo queda a la espera usando al sospechoso como escudo y a la espera apuntando. Mientras habla a Sand.

-¿Y ahora qué haremos, señor discreción?

Parecía que el peligro había pasado momentáneamente pero Slob-Olk tenía razón, esto en breve estaría lleno de soldados de asalto buscándonos, y más aun después de que hubiera perdido el control y hubiera usado mis poderes.

-¿Y ahora qué haremos, señor discreción?

-Huir una vez más-

 -Cinco minutos en la estación espacial y ya has logrado ser declarado fugitivo del Imperio de nuevo, Santurrón. Decidiros a acabar con los que quedan y movámonos de aquí antes de que vengan más de sus amigos.-

-Los mismos que te han hecho falta a ti para meterte en este fregado- dirigiendo una sonrisa a Slob-Olk –ya te dije que la fuerza uniría nuestros caminos nuevamente-

Mientras apagaba el sable de luz y lo volvía a colocar en mi cinto, me dirijo hacia el mandaloriano y la chica.

-Deberíamos salir de aquí ya, luego tendremos tiempo para hablar que ha pasado aquí-

Con dificultades para mantenerse en pié, se levanta, y comienza a hablar entrecortadamente Acompañadme, Tose, y os parece ver sangre en su saliva se donde podemos escondernos... será mejor que nos movamos antes de que vengan soldados

No digo nada mientras cojo a la chica y la ayudo a ponerse en pié. De todas maneras, a estas alturas, no es que tenga ya muchas alternativas, atrapado en una estación espacial, sin nave propia con la que escapar...

La chica tenía razón no podíamos perder tiempo aquí, no tardarían en llegar más fuerzas de seguridad. No la conocíamos de nada pero decía tener un sitio donde escondernos.

Girándome hacia Jean –Sigámosla y rápido-
 

  De manera involuntaria solté un resoplido mientras entornaba los ojos cuando la chica y el jedi repitieron la obviedad de que teníamos que salir de allí, el maltrecho mandaloriano ya se había puesto en pie antes de que el santurron hablara, pero parecía que la otra chica aún no lo tenía claro.

  -Bueno ¿Pues a que demonios esperamos? Larguémonos ya de aquí, salvo que queráis sacar algo de carroña de los cadáveres cada segundo que pasamos aquí nos aproxima más a nuestra sentencia de muerte, o al menos a meternos en un nuevo tiroteo con los imperiales.- Avancé un paso hacia la chica y el soldado para mostrar que estaba de a cuerdo en alejarme de allí cuanto antes.

Jean sólo le dio una patada a su escudo humano y corrio para incorporarse al resto.

-Debería estar haciendo dinero en vez de ésto.

La joven mecánico os conduce con paso tambaleante, pero decidido por pasillos cada vez más marginales, hasta que finalmente se detiene en una puerta descolorida, saca una tarjeta, que pasa por un lector, y la puerta se abre, ella pasa, y se sienta sobre la cama, con un sonoro suspiro.

Las heridas que tiene parecen graves, y alguna comienza a sangrar, manchando aún más su ropa.

Hola por fin, mi nombre es Maya. Os saluda tras aguantar una mueca de dolor Soy agente de seguridad de Alderaan, y miembro del cuerpo de seguridad del senador Bail Organa, me interceptaron las fuerzas del imperio nada más poner pie en la estación. Al parecer trabajar para alguien que se opone firmemente a al Emperador me ha marcado como alborotadora... y se han propuesto expulsarme de una forma u otra

Tengo una misión aquí, y no puedo irme sin cumplirla, sin embargo no me encuentro en condiciones de llevarla acabo. Al decir esto os muestra las manos llenas de su propia sangre Vosotros habéis demostrado ser más que competentes, si pudiérais ayudarme me encargaré de que seáis ámpliamente recompensados