Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 005
 

La posada regentada por Rovis tenía otro estatus. Era refinada, lujosa en comparación con otras de la ciudad. El posadero y dueño, junto a la cocinera y una camarera, se esforzaban por mantener la calidad y el buen servicio.

En la otra mesa, un completo desconocido, observaba a Grimbeorn de cuando en cuando. Era exactamente lo mismo que el propio bosquimano hacía. Querían saber el uno del otro que o a quien buscaban, pero ninguno entablaba una conversación directa. Comió un saludable y delicioso guiso, y al poco de terminar, entro otro extraño hombre.

Aquel individuo, como el animista, tampoco encajaba entre aquellos lujos. Era un tipo rubio, también con trenzas, pero sus ojos eran verdosos y vestía cota de malla bajo un jubón desgastado. Pidió hidromiel y hablaba en alto, casi impertinentemente. Buscaba a alguien, un comerciante que pretendía recuperar cierto objeto robado, al parecer por orientales. Los maldijo entre trago y trago, quería saber si había pasado por aquella posada. Aunque no estaba seguro, supuso que se trataba de Agranil, cosa que le llamó la atención. Después encendió su pipa, y continúo lanzando improperios contra los orientales, hasta que se fijó en Grimbeorn y el hombre de la capa verde. Alzando su jarra de hidromiel, les pregunto directamente.

- ¿Que hay de ustedes amigos? ¿Han oído hablar de... - su mirada se perdió en el horizonte como cuando uno intenta recordar algo que tiene en la punta de la boca -...como era su nombre...Arnil?...err...Adrahil...? - Titubeo como si no recordara el nombre del comerciante.

Apenas había terminado de formular la pregunta, cuando otro tipo más, entró. Su pelo también era rubio y algo largo, lucía un estrecho bigote, y una minúscula perilla del mismo color. Vestía ropajes de lino banco y chaqueta rojiza. Al igual que Grimbeorn, sus ropas estaban desgastadas por el uso.

RESOLUCION TURNO 005
 

La posada regentada por Rovis tenía otro estatus. Era refinada, lujosa en comparación con otras de la ciudad. El posadero y dueño, junto a la cocinera y una camarera, se esforzaban por mantener la calidad y el buen servicio.

En la otra mesa, un completo desconocido, observaba a Ional de cuando en cuando. Era exactamente lo mismo que el propio dunadan hacía. Querían saber el uno del otro que o a quien buscaban, pero ninguno entablaba una conversación directa. Comió un saludable y delicioso guiso, y al poco de terminar, entro otro extraño hombre.

Aquel individuo, como el montaraz, tampoco encajaba entre aquellos lujos. Era un tipo rubio, también con trenzas, pero sus ojos eran verdosos y vestía cota de malla bajo un jubón desgastado. Pidió hidromiel y hablaba en alto, casi impertinentemente. Buscaba a alguien, un comerciante que pretendía recuperar cierto objeto robado, al parecer por orientales. Los maldijo entre trago y trago, quería saber si había pasado por aquella posada. Aunque no estaba seguro, supuso que se trataba de Agranil, cosa que le llamó la atención. Después encendió su pipa, y continúo lanzando improperios contra los orientales, hasta que se fijó en Ional y el hombre de la capa de pieles. Alzando su jarra de hidromiel, les pregunto directamente.

- ¿Qué hay de ustedes amigos? ¿Han oído hablar de... - su mirada se perdió en el horizonte como cuando uno intenta recordar algo que tiene en la punta de la boca -...como era su nombre...Arnil?...err...Adrahil...? - Titubeo como si no recordara el nombre del comerciante.

Apenas había terminado de formular la pregunta, cuando otro tipo más, entró. Su pelo también era rubio y algo largo, lucía un estrecho bigote, y una minúscula perilla del mismo color. Vestía ropajes de lino banco y chaqueta rojiza. Al igual que Ional, sus ropas estaban desgastadas por el uso.

RESOLUCION TURNO 005

Esa posada tenía otro estatus. Era refinada, lujosa en comparación con otras de la ciudad. El posadero y dueño, junto a la cocinera y una camarera, se esforzaban por mantener la calidad y el buen servicio.

Edan tenía el desparpajo y la educación de alguien poco acostumbrado a los lujos, alguien que siempre había vivido del campo. Según entro, pregunto en alto, sin cortarse y directamente. Algo que Wilda no se tomó como algo bueno, y aun sin querer, se sentía algo intimidada. El posadero torció la cara, aquel comportamiento no era adecuado para su local. Evito contestarle, con la esperanza de que se cansara y se mantuviera en silencio.

Entonces se dirigió a los tipos que no encajaban, algo irónico, pues el mismo tampoco tenía el perfil de cliente de aquel lugar. Les pregunto por Agranil, pero fingiendo haber olvidado su nombre.

Apenas había terminado de formular la pregunta, cuando otro tipo más, entró. Su pelo también era rubio y algo largo, lucía un estrecho bigote, y una minúscula perilla del mismo color. Vestía ropajes de lino banco y chaqueta rojiza. Al igual que Ional, sus ropas estaban desgastadas por el uso.

RESOLUCION TURNO 005
 

Esa posada tenía otro estatus. Era refinada, lujosa en comparación con otras de la ciudad. El posadero y dueño, junto a la cocinera y una camarera, se esforzaban por mantener la calidad y el buen servicio.

En cuanto entró, vio a un grupo de gente, bien vestida que probablemente serian ciudadanos acostumbrados a visitar aquel local. Pero otros tres tipos no parecían, al igual que el propio bardo, encajar allí. Cada uno se sentaba en una mesa distinta. Todos se le quedaron mirando por un instante…

Turno 006

Grimbeorn no podía ponerle reparos a la comida. A pesar de que, en alguna que otra ocasión, atisbó por el rabillo del ojo al hombre de tez morena y capa verde mirar inquistivamente en su dirección, no le había prestado mucha más atención mientras tuvo el plato lleno. Fue el "postre" lo que le sorprendió: un sujeto de aspecto norteño irrumpió en el establecimiento, compartiendo sus cuitas en alto. El animista posiblemente le hubiera ignorado de no ser porque sus quejas pronto incluyeron a los orientales en ellas.

Intrigado, Grimbeorn siguió con disimulada atención la perorata del nuevo extraño, mientras degustaba lentamente el vino especiado. En algún punto, las alusiones a un robo, orientales y comerciantes esgarothianos hicieron suponer al norteño que aquel hombre podría estar buscando también a Agranil. Su ceño se frunció ligeramente cuando su mirada se posó en el hombre de la cota de malla y lo estudió unos instantes. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para llegar a conclusiones más allá que le gustase fumar. Pipa en mano, aquel hombre se había fijado tanto en el norteño como en el desconocido de la capa verde y les interpelaba directamente. Preguntaba por alguien, tal vez por Agranil, pero o bien tenía una pésima memoria para los nombres o les estaba poniendo a prueba para que se expusieran.

- Es A... - Grimbeorn decidió arriesgarse, ya que no creía perder mucho y si ganar bastante, cuando la puerta se abrió una vez más y un recien llegado hizo acto de presencia. Con la frase a medias y la boca abierta, el norteño giró su cabeza para observar al hombre de la puerta, quien tampoco terminaba de encajar en el exquisito ambiente de la posada.

Turno 006

La exhuberancia y limpieza del local le dejaron sorprendido por un instante. No era como si no se lo esperase, pero en los últimos años Leofred se había acostumbrado a las posadas del camino y a las habitaciones comunales compartidas con otros viajeros, lugares que no destacaban por sus lujos.

Intentó peinarse los revoltosos cabellos con la mano sin mucho éxito mientras contaba sopesaba mentalmente el contenido de su bolsa, sin duda sería un gasto importante para su escaso contenido, pero nada mejor que el brillo de unas monedas bien empleadas para granjease la amistad, o al menos la colaboración, de un comerciante o tabernero; además, nunca había prestado gran cuidado en mantener su bolsa especialmente llena.

- Buen día. - saludó al posadero para llamar su atención, aprovechando la ocasión para sentarse lo más cerca posible de donde atendía e intentando recordar sus mejores modales. - ¿Tendría la bondad de servirme algo de comer y una jarra de vino para bajarlo? - reforzó sus palabras enseñando un par de monedas de cobre. De momento comería, y ya tendría tiempo para hacer preguntas cuando tuviera la consideración de cliente, y no de intruso.

Turno 006

- Buenas, bienvenido a "La Rosa de los Vientos" - dijo amable el posadero, que limpiaba jarras tras la barra - Mi nombre es Rovis, y creo que esta usted en el sitio adecuado - se presento a Leofred - Pero siéntese - dijo señalando algunas mesas libres. Una de ellas estaba entre la ocupada por el tipo de la capa verde y en la que estaba el de los adornos de colmillo. El resto estaban en la pared contraria, mas pequeñas, donde estaba el tipo de la cota de malla - Enseguida Wilda - supuso que se trataba de la bella joven que servía las mesas - le pondrá un buen plato de nuestro guiso de carne con verduras y una jarra de vino especiado, seguro que será de su agrado.

​El posadero cogio las monedas y se las guardo en una caja de madera que tenia detrás - Sera suficiente, un buen plato y una jarra de vino - añadió contento

Turno 006

Por fin uno de aquellos hombres, el del curioso mostacho y las trenzas, reaccionó a las palabras de Edan. A punto estaba de decir en voz alta el nombre del comerciante, cuando un nuevo cliente entró en la posada, interrumpiendo su respuesta.

El Rohir se giró algo frustrado hacia la puerta para contemplar al recién llegado. Se trataba de un hombre joven, delgado y de buena apariencia. No parecía un cliente habitual, pero sí alguien acostumbrado a moverse en ese tipo de ambientes.

Edan no pasó por alto la diferencia en el trato que el posadero les había dispensado a ambos. Y dio por hecho que el simple gesto de sacar unas cuantas monedas de paseo, había sido el causante de merecer tales cuidados. De modo que tras rebuscar en sus bolsillos, sacó una monedas y las puso sobre la mesa juzgando que serian suficientes para pagar la bebida.

Aparte de imitar aquel apropiado comportamiento, el joven no le dio más importancia al recién llegado y se volvió de nuevo hacia el hombre del mostacho.

Estaba a punto de decirme algo caballero...¿le importa si me siento con usted?

A pesar de hablar todo lo educadamente que pudo, no espero a la respuesta del hombre con ropas de cuero y extraños adornos de motivos animales y se levantó de su silla.
Apuró la jarra de Hidromiel y dio un pequeño golpe en la barra para llamar la atención del posadero.

Cobrese esta y sírvame otra en esa mesa...dijo señalando donde el hombre de las trenzas que habia terminado ya su plato de comida.

La necesidad acuciaba al hombre de La Marca. El día había sido largo y tedioso y el dinero se escurría entre sus manos como un trago de vino por la garganta de un campesino al final de la jornada. Necesitaba que todo aquel esfuerzo comenzase a dar sus frutos y estaba convencido que aquel hombre conocía al comerciante y podía llevarlo hasta él.

Cuando llegó a su mesa, volvió a solicitar permiso para sentarse, pero más como cortesía que otra cosa, pues apenas esperó su respuesta para tomar asiento.

¿puedo invitarle a una Jarra de Hidromiel?...su mano ya se encontraba arriba en un ademan para llamar a la camarera que pasaba a su lado de servir al nuevo cliente.

...Que sean dos!... le dijo en la distancia, para enseguida interpelar al hombre de las trenzas ...¿o quizás prefiere una cerveza?

Turno 006

La intervención de Grimbeorn sin duda había llamado la atención del hombre de la cota de malla, tanto como la razón de su posterior interrupción. Cuando aquel hombre siguió hasta la barra al individuo que entró trás él, el norteño temió por un momento que se organizase una trifulca. Por suerte, el único motivo pareció ser comprar una bebida.

Fue entonces que el hombre con cota de malla finalmente se acercó hasta la mesa que ocupaba el animista, se sentó sin esperar siquiera una respuesta... y se volvió a marchar de vuelta a la barra. Grimbeorn le siguió con la mirada; la impresión que le quedaba era la de un individuo impulsivo, impaciente. Pareciera que tenía prisa por llegar a algún sitio o lograr algo, tal vez reunirse con Agranil si preguntaba por él.

Cuando volvió con una jarra de bebida, sus modales seguían sin haber mejorado mucho ya que, una vez más, se sentó sin apenas dar tiempo al animista a responder. La invitación que le extendió el hombre de la cota de malla hizo sonreir a Grimbeorn, pues no distaba mucho de la táctica que había utilizado anteriormente con varios lugareños.

- Con hidromiel bastará, buen hombre. - Observó a su nuevo compañero de mesa. Su aspecto y modales no le hacían parecer alguien noble o de calidad, pero la cota de malla indicaba que no era un simple campesino. Y su tez y ojos claros, además de su cabello rubio, podían ser distintivos de sangre del norte. - ¿Sería mucha indiscreción saber a quién debo tan generosa invitación? - Por el momento, aunque la espera se había vuelto más entretenida, Grimbeorn no perdía de vista la puerta, a la espera de una persona que suscitaba demasiado interés.

Turno 006

- Aquí tienen - dijo la camarera dejando dos jarras de hidromiel en la mesa. - ¿Algo mas? - pregunto mirando a Edan, era la hora de comer y aunque la mayoría había terminado de hacerlo, el aroma del guiso seguía en el ambiente.

Por alguna razón, seguramente por su charlatanería, Edan no le caía muy bien a la muchacha.

Turno 006

No era propio de Edan actuar de forma precipitada. Pero no existía razon para prolongar una situación que a sus ojos solo presentaba una posible resolución.
Cuando el caso se daba y no albergaba dudas al respecto, el joven Rohir podía transformarse en alguien muy resolutivo.

Mi nombre es Edan, de La Marca. se presentó para no violentar mas la situación.
Mis pasos me han llevado lejos de mi hogar por razones que no vienen al caso ahora...
La camarera los interrumpió para saber si deseaban algo más. Edan se limitó a hacerle saber que no queria nada con un gesto de mano y prosiguió.
...busco a un comerciante Esgarothiano. Me consta que esta reclutando gente para perseguir a un grupo de orientales y estoy interesado... Edan, a quien en su tierra natal también conocian por Sven no solía andarse con rodeos si consideraba que la situacion no los merecía. Algo le decia que aquel hombre podía llevarle hasta el comerciante y no pensaba perder el tiempo entablando mas charlas intrascendentes. A ello habia dedicado toda la mañana...y aquella taberna era el resultado de sus averiguaciones. El fin del trayecto, para bien o para mal.

Me pareció que usted sabia a quien me referia señor...hizo un pequeño parón para evidenciar que no sabia su nombre ...disculpe, no le he preguntado su nombre esperó a que el hombre respondiese y finalizo su requerimiento ¿Es asi? ¿Conoce al hombre del que le hablo?

A intervalos, deslizaba fugitivas miradas al otro comensal que tambien habia mostrado interés en su conversación. Se preguntaba que relación podrian tener con el esgarothiano.

Turno 006

- Grimbeorn, del clan Lothdiuda. - Cabeceó suavemente en reconocimiento a la presentación del rohir. - Aunque me temo que no conozca a Agranil mucho más que tú. También le busco porque he oído que puede tener información sobre los orientales. Y tal vez le interese lo que sé.

Acercó el vaso de hidromiel que Wilda había traido y despidió a la muchacha, no sin antes agradecerle su servicio. Por unos instantes, dudó si preguntar a Edan si había algún problema al notar cómo observaba con disimulo a otro de los comensales, pero optó finalmente por no exponer a su interlocutor. No tenía sentido propiciar un altercado que pusiera en peligro la posibilidad de reunirse con el esgarothiano.

Turno 006

Comprendo... asintió a las aclaraciones de aquel hombre que decia llamarse Grimbeorn.
Todo empezaba a cobrar sentido en la cabeza de Edan. Aquel hombre conocía a Agranil, pero por la misma razón que él. Bueno, no exactamente la misma. Mientras que aquel extraño viajero lo buscaba para obtener información, lo que movía a Edan era simple y llanamente una desesperada necesidad económica. O al menos eso era lo que el sentía. ¿O existía algo más?. En realidad había algo en todo aquel asunto de los orientales que habia despertado un viejo anhelo del Rohirrim. Un deseo enterrado bajo las obligaciones de una vida mediocre y conformista. El corazón de Edan había estado bombeando más fuerte desde aquella conversación con los lugareños en el "Tejon azulado". Si, quizas un poco de todoaquello también tuviese algo que ver, pero sobre todo permanecía la verguenza de regresar a su hogar como un fracasado y sin una moneda en sus bolsillos.

Ajeno al resto de la clientela, continuó hablando con aquel hombre, quien después de todo, se habia mostrado bastante amable aceptando su invitación.

Entonces su busqueda le ha llevado hasta aquí...¿Puedo preguntarle por qué?
Quería averiguar si tenia motivos fundados para pensar que Agranil se hospedaba allí, o sencillamente frecuentaba aquella posada, o si se trataba de una simple conjetura. Un proceso deductivo por eliminación como habia sido en su caso.
los guardias del cuartel me han sugerido esta Posada... aunque empiezo a pensar que tal vez ya haya abandonado la ciudad
No podía evitar que el pesimismo le ganase cada vez que las cosas se torcían. Para él no era más que una de las propiedades del mundo que conocía. Si algo podia salir mal, seguramente lo haría.

Ante la pequeña decepción que supuso darse cuenta que aquel hombre no conocía a Agranil personalmente, su viejo interés en el hombre que se sentana en la mesa contigua recobró renovadas fuerzas.

RESOLUCION TURNO 006
 

Grimbeorn y Edan, el resto había oído claramente sus nombres, se habían sentado juntos y comenzaban una conversación. Se presentaron, Edan invito a Grimbeorn a una jarra de hidromiel y comenzaron a hablar. El rohir declaro sin mucho reparo que buscaba a Agranil, un comerciante de Esgaroth que al parecer trataba de reunir a algunas personas para perseguir a unos orientales.

Un par de mesas más allá el tipo de la capa verde permanecía meditabundo, había terminado de comer y saboreaba lo que quedaba de su vaso de vino mientras no perdía silaba de la conversación. Trataba de disimular cuando lanzaba tímidas miradas a la mesa de los nuevos amigos.

Mientras, en la barra, el rubio de bigote. Había pedido algo de comer y algo de vino para acompañar. Tras pagar por adelantado, se sentó en una mesa al otro lado del salón. Cuando termino de servir las jarras de hidromiel a Grimbeorn y Edan, la muchacha fue a llevarle la jarra de vino, un vaso y le puso un plato vacío. Después se marchó para volver con una buena fuente de guiso, cubiertos y una hogaza de pan caliente.

En ese momento dos clientes más entraron en la posada. Uno era un desarrapado y algo ebrio joven de pelo moreno y tez morena. El otro vestía de manera parecida, tenía barba y una cara igual de morena que su compañero, solo que su pelo era rubio. Si, otro rubio.

RESOLUCION TURNO 006
 

Una muchacha cruzo ante Hallfrid y su acompañante, llevaba una fuente de barro, honda, con un guiso que olía bastante bien. No pudieron fijarse en lo que llevaba dentro, pero seguro que debía estar delicioso.

Cuando cerraron la puerta tras de sí, todos los ojos de la posada se fijaron en ellos por momentos, aunque pronto los ignoraron. Rápidamente el posadero se fijó en Hallfrid y el parroquiano. Y se dirigió hacia ellos.

Turno 007

- Oh no, eso si que no - dijo nervioso el posadero mientras salía de la barra hacia los dos recién llegados - Larrid, sabes que no puedes estar aquí, y menos aun en ese... estado - dijo con algo de desprecio al ver al primero de los hombres que acaban de entrar. 

Turno 007

No le pasó desapercibido el deje de decepción que su compañero de mesa dejó entrever al conocer sus motivaciones para buscar a Agranil. Sin embargo, el rohir no abandonó la mesa y continuaron charlando; al parecer, Edan aun debía de sentir algo de curiosidad por las razones del animista para andar tras el comerciante. A punto estuvo de responder el norteño a la interpelación de Edan cuando éste siguió hablando y expresó cierto pesimismo ante la perspectiva de que el rastro que había seguido hasta la Rosa se hubiera enfriado.

- Es poco probable que haya dejado la ciudad. Estuve preguntando por las tiendas de abastos para saber si los esgarothianos habían adquirido suministros para viajar y no sólo no obtuve respuesta afirmativa, si no que me apuntaron en esta dirección. Y el posadero... - Hizo un gesto con la cabeza, señalando en dirección a Rovis, cuando dos nuevos posibles clientes entraron en el local. Esto le hizo mirar hacia la puerta, con la esperanza de que alguno pudiera ser Agranil. Pero la reacción nerviosa de Rovis indicaba la contrario: al parecer, se trataba de un par de lugareños que, además, debían de venir bebidos. Grimbeorn deseó que aquellos hombres pasaran de largo, sin provocar ningún altercado, pero movió su mano izquierda más cerca del yelmo de apariencia lupina... por si acaso.

Turno 007

El joven campesino procuró contener el asombro que lo invadió al observar aquel lugar por dentro. No recordaba haber visitado un establecimiento de semejante categoría y solo podía imaginar lo que llegaría a costarle una ronda de tragos. Por un momento, un sudor frío recorrió la espalda del muchacho...

Sin embargo, puesto que ya estaban allí, y con todas las miradas clavadas en ellos, un pinchazo de irredomable orgullo herido hizo crecer su determinación.

- Disculpe, buen hombre... - intervino el campesino, hablando serena y pausadamente, procurando controlar su propia modulación todo lo que su estado se lo permitiera - ... solo queremos comer algo. No causaremos problemas.

- Estoy de paso por el pueblo. Y mi amigo Larrid me dijo que no podía abandonar la región sin haber probado primero la cocina de la "Rosa de los Vientos". Dice que vienen gentes de todos lados a conocerla.

Turno 007

Apunto estuvo de replicar el posadero cuando Hallfrid intervino, se le veía alterado con la presencia de Larrid. El halagüeño hombre había sabido tocar la tecla adecuada, pues Rovis se sentía muy orgulloso de su local.

- Le hago a usted responsable de este hombre - dijo algo confundido, quería ser autoritario pero las alabanzas lo descolocaron - Tomen asiento, enseguida les sirvo la comida - añadió bajando la agresividad forzada y señalando una mesa pequeña que había a la izquierda, cerca del tipo rubio del bigote. - Le serviré un poco de vino especiado... - les dijo ya casi en la barra, aunque se dio la vuelta para mirar con cierta desconfianza a Larrid.

Turno 007

Leofred se había entretenido paseando la mirada por los rincones de la lujosa taberna mientras esperaba a que le sirvieran la comida, al menos hasta que escuchó de pasada la conversación de los hombres vestidos con armadura. Estaba lejos para escuchar todo lo que hablaron, pero por el nombre supo que al menos buscaban a la misma persona. Se preguntó si sería adecuado abordarles en ese momento pero cuando le sirvieron lo que había pedido cambió de idea y decidió esperar; si se había reunido más gente allí por el mismo motivo, sin duda Agranil estaría cerca.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por otros recién llegados a la posada, un pobre borracho y su acompañante de aire también humilde. El bardo ambulante se compadeció un poco de la situación del tabernero y el individuo rubio. - No sean tímidos y sientense conmigo. Compartamos una jarra. ¿O dejarán solo a un pobre viajero fatigado? - Les saludo alegremente cuando se sentaron cerca suyo, señalando su propio vino. En cualquier caso ya había bebido antes suficiente para todo el día, y no gustaba de emborracharse hasta perder el sentido.