Partida Rol por web

Oyó los pasos de sus compañeros detrás de él y les esperó para ir con ellos. El perro también les acompañaba. Le gustó mucho el alivio que sintió cuando la sombra de los árboles cayó sobre sus cabezas, aunque la sequedad de la boca no desapareció.

Siguieron andando un tiempo por el camino. Había estado en algunas islas parecidas en su vida de pirata, pero no recordaba ninguna tan frondosa como aquellas. Recordó una en la que tenían un refugio dentro de unas cuevas, en las que era casi imposible rastrearlos. Pensó que quizá en la falda de la montaña que habían visto podría haber alguna oquedad seca para poder dormir. Se iba a volver para planteárselo a sus colegas, cuando en el suelo vio unas huellas que, aunque no lo podría jurar, parecían muy humanas. Había una mucho más grande, que no podía ser humana. De repente, Hook, empezó a ladrar y el enorme gorila apareció ante ellos. Lawnson sintió un hormigueo que recorrió su nuca. Instintivamente, se agachó. 

Contestando a Armando dijo en la voz más baja que pudo:

-Sí, claro que lo veo. Mide más de dos metros...

-Olvídaos del chucho,  retroceded lentamente hacia el lado contrario. Si nos ve, nos hará lo que le ha hecho al otro, estamos muertos...

Dicho ésto, empezó a retroceder lentamente hacia el camino contrario donde se encontraba la bestia.

El cambio de escenario resultaba prometedor pero al poco de avanzar marcas de huellas y sangre (Demasiada sangre..) indicaron lo contrario. Antes de que pudiese comentar algo, el perro comenzó a ladrar nuevamente mientras se internaba en la espesura y Armando nos advirtió sobre un "monstruo" que asechaba justo en el árbol al atraía la atención del chucho y donde conducía el rastro de sangre.

Más por instinto que por otra razón me agaché cuando mis compañeros lo hicieron. Aunque me negaba a aceptar la presencia de algun monstruo tampoco podía negar que la arena aún molestaba y enturbiaba mi vista por lo que seguramente ellos podían ver una amenaza desapercibida por mí.

Me debatí un momento sopesando si debíamos llamar o no al perro. Sin duda era arriesgado atraer atención sobre nuestra ubicación pero al igual que nosotros Hook era un superviviente del naufragio y no lo dejaría allí, así que me uní a los discretos y cuidadosamente bajos llamados de Armando. Esperando que el monstruo no prestase importancia a nuestro ubicación.
-Ven, Hook, ven.

Al ver como transcurría la situación no creía que pudiéramos movernos sin que las bestia nos viera y persiguiera, tal vez lo mejor sea mantenernos ocultos o distraerla.
-Chicos, creo que no nos ha visto Hook lo molesto de alguna manera, no podemos dejarlo ahí, distraere a la Bestia lanzando algo detrás de ella, si funciona necesito que alguien busque y traiga a Hook y corramos al sur de la senda. Que dicen?

Busco en el suelo una roca o algo que pueda lanzar para distraer al monstruo.

Banda sonora: Jurassic Park - The Lost World Soundtrack - The Hunt

Armando arrancó una buena piedra piedra semienterrada del suelo. Casi no cabía en su mano, y estaba cubierta de musgo. Sólo al verla entre sus dedos el chico se dio cuenta de que no era una piedra, si no... ¡una calavera humana!

Sin pérdida de tiempo (y algo de asco), el muchacho la arrojó lo más lejos posible, y con muy buen acierto al parecer, pues pasó por encima del gran árbol tras el que se ocultaba el engendro, golpeando a una roca muy grande situada mucho más atrás del monstruo. ¡COTOCROCK! Al rebotar la calavera también golpeó un tronco caído de otro árbol muerto ¡KACHÚM!.

El engendro, a pesar de los ladridos de Hook, lazó una mirada en la dirección de los fuertes golpes sonidos provocados por la calavera, y se dirigió hacia allí, dándoles la espalda al perro y al trío, a veces gateando, a veces de pie.

Ya fuera de la sombra del enorme árbol tras el que se intentaba ocultar, Lawson y Villalobos pudieron verlo en toda su plenitud.

El engendro era una especie de enorme gorila. Corpulento de dos veces la altura de un hombre, mayor que ninguno existente. Parecía hecho de retazos de diversos gorilas, con diversas costuras recorriendo su cuerpo allí donde las partes se habían unido. ¿¡Qué clase de engendro era ese!?

Asombrosamente, mostraba dos cabezas, una de ellas visiblemente unida al cuello original por una ancha costura. 

Los brazos eran poderosos, y los dientes de ambas mandíbulas mostraban... sangre.

Tambíen había sangre por todo el peludo pecho de la criatura. La sangre emanaba de un brazo, un brazo que el enorme gorila sostenía en su mano, como si fuera el de un muñeco. Un brazo humano... ¡arrancado!

La víctima debía ser un hombre de color. Un nativo, o quizás un tripulante de piel oscura del barco. Difícil saberlo en la distancia.

El engendró se avalanzó hacia el tronco del árbol muerto situado unos metros más allá, se agachó y empezó a alzarlo del suelo con su poderosa fuerza. Le costaba, pero iba arrancando raíces y musgo adheridos al podrido tronco durante años. Arrancaba la tierra según lo izaba.

Aquellas costuras debían haber sido necesariamente obra humana. De algún modo, este engendro era fruto de un profundo conocimiento de  biología, zoología y cirugía.

Villalobos dedujo que podría crearse algo así a base de retazos de varios gorilas... y de oscuros concimientos de los que el carecía.

Un genio de la medicina. Un genio desquiciado, pero un genio sin duda.

-Buen lanzamiento, chaval. - susurró Lawnson a Armando. - Es nuestra oportunidad de salir de aquí vivos. Vamos hacia los acantilados, que algo habrá seguro. A ver si viene de una vez el chucho.

Lawnson estaba bastante espantado con la visión del engendro. En todos sus viajes jamás había visto algo parecido. Se había visto muchas veces en combate y siempre había luchado con valor pese a su débil complexión, pero ese bicho le hacía sentir algo que iba más allá. Sabía que esa cosa no era de la Naturaleza.

Agachado siempre, se mantuvo en posición para ver si el Hook volvía de una santa vez y poder largarse.

Al buscar algo que lanzar para distraer al mamotreto de monstruo, veo un piedra de buen tamaño relativamente enterrada, suelto mi arpón, agarro la piedra y trato de sacarla pero lucho por lo profunda que esta, jalo con todas mis fuerzas y la arranco de cuajo del suelo, al verla mejor y apreciarla a la luz del sol me di cuenta que era un cráneo humano, seco, sucio y viejo, sin pensarlo porque no podía con el asombro lanzo con fuerzas atribuidas a mi determinación de salvar a Hook y mi espanto por el cráneo que tengo en mis manos, veo como pasa por sobre el árbol y se pierde entre el follaje, golpea algo y hace un ruido que me sorprende lo fuerte que resuena, a piedras y troncos como tambores, la mole de Gorilas se mueven a investigar el sonido he ignora todo lo demás, parece no ser muy listo.

Me volteo esperando ver a alguno de los adultos correr a buscar al perro y noto que James se alejo y se escondió mas atrás y el cura simplemente llama al perro. Me preparo para correr y tomar al perro yo mismo, si nadie lo hará.

Le digo a Juan -No pienso perder mas tiempo, agarra mi arpón con la mano que desees y después a ambos Corran yo los alcanzo., comienzo a correr para agarrar al perro rápidamente y cargarlo con mi brazo izquierdo sobre mi hombro y seguir a juan y a james por el camino a los acantilados.

El hábil lanzamiento de Armando nos había dado unos segundos valiosos y lo más sensato hubiese sido huir, pero cada vida era valiosa, sin importar si era un hombre o un perro. Por eso estaba dispuesto a arriesgar la mía para salvar a la de Hook.

-Ven, Hook, ven. Mientras lo llamaba lanzaba miradas al "monstruo" con la intención de comprobar su ubicación y distancia relativa y de pronto algo llamó mi atención. Las marcas en el cuello de la criatura.

El hábil  lanzamiento de Armando nos había dado unos segundos valiosos y lo más sensato hubiese sido huir.

Thomas Bergersen - Immortal (2011)

Juan Villalobos llamó a Hook. Este dejó de ladrar y giró su cabeza para mirar al castellano con la lengua fuera. De algún modo, el médico había llamado la atención del perro del capitán, que corrió en dirección al joven doctor con sus cortas patitas casi como sin tocar el suelo ¡Era formidable la energía que tenía aquel pequeño chucho!

Armando intervino en ese momento, corriendo hacia el chucho y agarrándolo al vuelo con su único brazo. A partir de ese momento los tres, Villalobos, Lawson y Armando empezaron a correr sin saber muy bien hacia donde. Lawson corría hacia el norte por el sendero, así que los tres corrieron hacia allí.

Al poco el muchacho empezó a fatigarse de llevar al perro bajo su único brazo. A pesar de su tamaño, el perro estaba fuertote y pesaba lo suyo. Pero no hizo falta demasiado para que Hook saltara de los brazos del chico de nuevo al suelo para correr junto a ellos siguiéndoles el ritmo al unísono.

Al girarse, los tres compañeros vieron que el engendro de dos cabezas seguía allí, levantando curioso el tronco semi podrido, con una de sus cabezas iracundas mirando por el hueco vacío del árbol muerto, intentando vislumbrar algo en su interior.

La otra cabeza en cambio no parecía hacer mucho caso al tronco, y les seguía con la mirada. Les estaba viendo escapar. Pero de algún modo, su expresión era distinta a la de la cabeza iracunda, más serena. Y el resto del cuerpo, brazos incluidos seguía enfrascado en el tronco al igual que la cabeza iracunda. 

Sea como fuera, pronto perdieron de vista al monstruo entre la vegetación, a medida que les separaba la distancia. 

Lawson se salió del sendero, en vez de seguirlo cuando este giraba hacia la derecha. Corrieron por al jungla, siguiendo a Lawson, y al poco rato salieron de la espesa vegetación de nuevo a la playa. La arena bajo sus pies.

Esta vez, sin embargo, habían salido del bosque por una posición mas al norte que la anterior vez. Frente a los acantilados.

Ya no veían a la criatura, pues la habían perdido entre la espesura. Quién sabe si pronto aparecería tras ellos, siguiéndoles la pista para alcanzaros, o si bien ya no tenía interés en ellos. No había forma de saberlo. 

El acantilado se alzaba ante ellos, No era un pared vertical, empero, si no con una inclinación bastante pronunciada. Podía vislumbrarse sin embargo una zona escarpada por la que ascender hasta la parte superior. Sería difícil pero no imposible.

El problema mas grave, sin embargo, estaba en cómo subirían a Hook.

Al iniciar mi carrera para tomar al Tenaz pulgoso, la voz del cura logra llamar la atención del perro de manera mágica este voltea y se acerca con una cara de yo no fui, que daban ganas de meterle un pescozón. lo tomo como puedo y uso todas mis fuerzas para tomarlo y levantarlo! Mientras corro con el sale entre dientes -Este perro se ve gordo, pero realmente es puro musculo. Al tenerlos en mis brazos una sonrisa se dibujo en mi cara que fue borrada cuando voltee por un segundo al gorila, una cabeza estaba enfocada en el tronco y descubrir de donde provenía el ruido, pero la otra nos veía huir con una mirada que no demostraba ira o sentimiento, simplemente nos veía alejarnos. Esto me provoco mas preocupación que la cabeza furiosa. pienso "la ira es un sentimiento fácil de entender, la incertidumbre es peor, tenemos que huir" 

Viendo la espalda del cura lo sigo sin pensar a donde vamos, dejamos la senda y atravesamos la selva densa después de luchar con hojas, arboles y troncos, salimos a la playa nuevamente pero mucho mas al norte, al lado de los acantilados.

-Bueno esto es mejor que ese gorila de dos cabezas, disculpe Cura me podría devolver mi arpón tengo una mano por la cual compensar. Observo los alrededores de algún camino para discapacitados o algún objeto del naufragio o algo comestible que pueda detectar.

-Subimos, bajamos, vamos a la selva, rodeamos por la playa? o adonde nos movemos? debemos avanzar o buscar refugio. Que se hace cuando un gorila de dos cabezas te sigue?

James Lawnson vio  como el perro por fin  respondía a las llamadas de Villalobos. También le dio tiempo a ver cómo el chico lo cogía con su único brazo y empezaba a correr mientras cogía el arpón. No pudo evitar que una sonrisa se dibujase en su cara a pesar de lo grave de la situación. Todo era bastante cómico.

Siguió corriendo y para evitar que le siguiesen se dirigió directamente a los acantilados.

Contestando a Armando, a la vez que le devolvía su arpón le dijo:

- Si te parece voy a subir yo, miro lo que hay desde arriba y os doy una voz si hay algo interesante, si no lo hay, vuelvo a bajar y os cuento.

Dicho esto, comprobó que sus botas estaban bien ajustadas, guardó su cuchillo en ellas para tener las manos libres e inició la ascensión con un suspiro.

Siempre le había gustado trepar, de hecho subía bastante a menudo a lo alto de los mástiles en su vida de marinero, pero aquello era harina de otro costal.

-Este camino no es viable, al menos no para la mayoría de nosotros. Conocía los límites de mi cuerpo y sabía que no lograría subir. -Debemos encontrar otra ruta. Si, ya sé que puede parecer mejor intentar escalar que luchar contra... eso, pero cada actividad realizada nos desgasta y deshidrata. No duraremos mucho a menos que usemos adecuadamente nuestras energías.

-Dicho eso, subir podría darte una buen perspectiva y ayudarnos si buscas lo correcto: la dirección en la vuelan las aves, claros en la vegetación, humo o... Parecía que divagaba un poco, y tal vez fuese así, mi mente aún analizaba lo que había visto. Sacudí la cabeza para despejar mis ideas.-Disculpen, me esta costando centrarme. Tomé aire.

-El ser que vimos no es natural. Levanté la mano frenando cualquier posible comentario al respecto. -A pesar de no ser frecuentes hay casos documentados de policefalia, por lo que nuestro "amigo" podría haber nacido así. Pero, las marcas en su cuello indican que la segunda cabeza fue implantada. Callé un instante para darles oportunidad de imaginar el alcance de esa información. -Es decir que alguien operó a esa criatura.

El horror y la curiosidad luchaban por imponerse en mi interior.
-No somos los únicos seres inteligentes en esta isla.

al recibir mi arpón río como un crío y pongo una cara seria porque ando con adultos, Mientras veo a james prepararse para escalar y comenzando a agarrarse a la roca, y a Juan a divagar en sus pensamientos comienzo a jugar con mi arpón haciendo movimientos circulares con mi única mano como si fuera un maestro de pelea, al escuchar el comentario de Juan de que le implantaron la cabeza al animal, le pregunto -Me podrían implantar un brazo nuevo? o una cola? quiero una cola, seria mas practico que un brazo Mientras James sube le grito -Ves algo?

Mientras el rato pasa me volteo a la selva y trato de ver si la bestia nos sigue si algún coco estará por ahí.

El ascenso fue duro, pero Lawson no dio su brazo a torcer. Sudó la gota gorda, eso si. Hubo un para de momentos en los que pensó que resbalaría, y al mirar hacia abajo tan sólo veía una pared de rocas abruptas e irregulares dispuesta a romperle los huesos. Al mirar hacia arriba, la pendiente crecía en altura por momentos.

Pero, al fin, llegó arriba. Se detuvo un segundo para coger aire. La vista le sorprendió. Descubrió una exuberante campa de verde hierba extendiéndose hacia el este y el norte. El viento azotaba la descubierta altura, moviendo las briznas de hierba que formaban olas como un mar de vegetación.

Al mirar de nuevo desde el borde hacia la playa vio a un Armando muy pequeñito allí abajo. El joven muchacho daba vueltas mirando a la arena, y rebuscando entre las maderas arrastradas por las olas y otros restos del naufragio encayados en la arena mientras hablaba con el médico castellano. Ninguno de los dos parecía atreverse a realizar el ascenso.

Pudo ver que en un momento dado, Armando encontró algo bajo unos maderos, al lado de un gran roca en forma de colmillo que sobresalía de la arena. El muchacho empezó a apartar las maderas de encima de lo que parecía... ¡Un cuerpo humano!

El individuo, fuera quien fuera, se movía. Parecías seguir vivo. Desde esta distancia sólo distinguía las ropas raídas por las olas y lo que parecía lucir una barba espesa.

Observó de nuevo el lugar al que había llegado. Más hacia el este la pradera se elevaba suavemente (en una suave cuesta) formando colinas brumosas, sus cerros cubiertos de nieblas, que no permitían ver lo que habría más allá. Lo que si distinguió era una arroyo o torrente que descendía a lo lejos por la cara sur de las colina de forma muy abrupta, formando rápidos y cascadas hasta una laguna muy a lo lejos al sureste, en una llanura más allá del bosque.

Al mirar abajo y hacia el bosque, por otro lado, también pudo distinguir el sendero que surcaba el bosque más abajo. El sendero parecía dirigirse hacia el este. Atravesaba el bosque para salir a una llanura en cuyo extremo alejado distinguió una laguna. Una laguna interior. La laguna a la que llegaba el torrente que vió descender pro la colina. Y en el borde más alejado de la laguna, lo que creyó una serie de chozas o construcciones de madera primitivas sobre la costa más alejada desde su punto de vista.

Miró hacia otro punto cardinal. Hacia el sur, el sendero del bosque, que discurría paralelo a la playa pero hacia el sur. Parecía dirigirse al extremo sur de la isla, a las cercanías de lo que parecía ser una especie de túmulo o montículo cubierto de enredaderas.

Pero para ser un montículo tenía una forma demasiado... triangular. Como una pirámide truncada.

Hacía el norte. Bueno, los acantilados continuaban bordeando al costa oeste de la isla, con la pradera a su derecha. Y Lawson distinguió que si seguía hacia el norte bordeando el acantilado la isla terminaba también abruptamente al norte en una costa norte cubierta de acantilados.

Vieron al audaz avalonés ascender poco a poco por el escarpado. Parecía una subida complicada. pero Lawson seguía adelante, un paso después del otro. Lento pero seguro.

De algún modo, quién sabe como, el avalonés llegó arriba, y el doctor y el muchacho le contemplaron atisbar desde lo alto en todas las direcciones, aunque sin poder contemplar lo que Lawson contemplaba desde lo alto.

Mientras tanto Armando y el doctor charlaban. El chico lanzaba de vez en cuando miradas paranoicas al bosque, pero este parecía tranquilo. Aunque sabían que en algún lado acechaba un engendro de dos cabezas.

Armando se tiró un buen rato rebuscando por la playa, ya fuera con su mirada o moviendo restos de madera encayados en la playa junto al agua, en busca de algo útil. En su mayoría, eran fragmentos destrozados del navío sin ningún interés. Restos que no servían para nada. Velamen y cabos totálemnte castigados y desbrozados por la tormenta.

Sin embargo, Armando logró descubrir semienterrada en la arena una buena cuerda bastante intacta. El cabo debía bien medir unos treinta metros, y con un gancho de hierro en forma de anzuelo de una pulgada (dos centímetros y medio) de grosor atado a un extremo.

También creyó ver algo moverse tras unos maderos... Al acercarse, arpón por delante, vió que efectivamente, unto a una gran roca que sobresalía cual colmillo en la playa, había apoyados varios restos de madera del navío. Y bajo ellos... ¡algo se oia respirar!

Con mucho cuidado, retiró algunos maderos usando la punta del arpón. Y allí descubrió ... ¡Un cuerpo humano! 

El tipo estaba tirado sobre la arena. Respiraba a duras penas. Tenía los ojos cerrados. Las ropas raídas y el pelo mojado. Parecía seminconsciente, pues balbuceaba algo en sueños.

Banda sonora Intro: Blackheart - Thomas Bergensen

Recordó la tormenta que arrojó su navío hacia las rocas en la oscuridad. El capitán ignoraba de la presencia de una isla en aquellas aguas. En teoría se encontraban en mar abierto (el Mar de la Espuma) muy lejos de cualquier costa.

Sin embargo, parece que las cartas de navegación habían engañado al capitán esta vez. Una isla que no se encontraba en las cartas junto a una noche oscura y una terrible tormenta era una combinación letal para cualquier marinero.

Notaba que sus huesos estaban doloridos. Aún recordaban el sonido del casco al quebrarse contra las rocas y ser arrojado al turbulento mar cuando el barco practicamente se tumbó de lado. Recordaba nadar a ciegas en la oscuridad contra la furia del mar y las olas gigantes que bajo la intensa lluvia intentaban arrastrarle al fondo.

Pero ahora era de día, y el sol brillaba en su punto más alto. El cielo y el mar estaban en calma, a diferencia de la terrible noche anterior.

O eso creía notar en su semi inconsciencia. Tumbado, notaba una playa de fina arena bajo su cuerpo mojado, húmeda. Sus empapada ropas rasgadas por la furia del mar y las olas acariciándole los pies suavemente. Una playa.

Pero apenas veía nada. Tenia los ojos entrecerrados, y algo sobre él bloqueaba la luz del sol. Un montón de restos de madera se amontonaban sobre su maltrecho y dolorido cuerpo. Apenas tenía fuerza para moverse, como para quitárselos  de encima.

Oyo voces. Voces humanas no muy lejos aproximándose. Y un ladrido.

Pronto, notó sobre sus cerrados párpados entrar más luz, y el sonido de maderas apartándose. La punta de un arpón, y el rostro de un muchacho, apenas un niño sobre él. El rubicando chaval apartaba las maderas con un arpón en su único brazo.

Tras el chico, apareció el rostro de un hombre joven de barba de unas semanas y melena. Dijeron algo uno al otro. No sabía que, pero esa lengua era castellana.

Y junto a este otro jóven, un chucho pulgoso que enseguida reconoció como Hook, el perro del capitán.

Tenía sed y estaba cansado.

Mientras le incorporaban, vio que se encontraba en una playa. 

Hacia el sur, la playa se extendía aparentemente infinita, y hacia el norte, muy cerca de donde estaba, la costa se elevaba y escarpaba abruptamente acabando con la arenosa playa hasta formar acantilados de gran altura. 

Sobre el escarpado, a lo lejos en lo alto, había  un hombre moreno observándoles. Quién sabe cómo había logrado escalar hasta allí arriba.

Más allá de la descubierta playa hacia el interior (el este) se iniciaba una linea de palmeras, y más allá de esta una densa jungla de otros árboles, con un sotobosque no demasiado espeso. Creyó distinguir un camino entre los árboles y la vegetación. Más un sendero animal que una obra humana.

Los restos del navío eran visibles en el horizonte, como a medio kilómetro de la costa, al suroste. El casco se encontraba partido por la mitad, y lo que quedaba de la nave encayada en lo que parecía un atolón que discurría paralelo a la costa. Con su panza abierta y semihundida, el interior de la bodega era visible desde aquella distancia. Las aguas entre la playa y el atolón eran cristalinas y calmadas, como una perfecta piscina.

Divisó los restos de madera esparcidos y semienterrados por toda la playa. Los cuatro (y con el perro, cinco) parecían los únicos supervivientes del naufragio.

Cuando el chico manco y el otro joven apartaron los primeros restos y el sol comenzó a darle directamente en el rostro, el hombre barbudo cerró rápidamente los ojos, dolorido. Poco a poco volvió a abrirlos, titubeante, y entonces examinó los rostros de sus salvadores. Ellos reconocieron su cara barbuda y madura del barco: era un tal Lope, castellano también.

Pronto, los dos jóvenes habían conseguido apartar los suficiente escombros para que el viejo pudiera salir, aunque no sin ayuda. Visiblemente aturdido y agotado aún, se dejó caer en la arena. Una primera palabra se le atragantó en su garganta reseca y sólo tras toser con fuerza fue capaz de pronunciar un ronco gracias. Tumbado de espaldas, con los ojos cerrados, el viejo se palpó rápidamente los brazos, el pecho, las piernas, las articulaciones, como para asegurarse de que seguían allí, en su sitio, funcionando. Por un breve momento, su mano derecha viajó bajo su espalda, a su cintura, donde pareció encontrar lo que buscaba. Entreabrió los ojos y miró a los muchachos.

—Agua, por piedad —pidió entrecortadamente, mientras se obligaba a medio incorporarse con evidente esfuerzo sobre el codo izquierdo.

Entonces, comenzó a observar su entorno: el perro, la playa, la selva, el mar, los restos del naufragio, los acantilados... Y aquel hombre en lo alto, que le mereció un examen especialmente atento. Su respiración era aún entrecortada; su expresión, dolorida y confundida. Su atención volvió finalmente a los muchachos.