Partida Rol por web

Cuando el tal Toa Rappa termina de hablar, Lope le lanza una mirada larga y silenciosa, como preguntándose hasta que punto podían fiarse de él. Cuando James le invita a salir, Lope no tarda más que unos instantes en terminar de escrutar al viejo y salir con él. Obviamente, entiende las intenciones del avalonés.

—No sé qué clase brujería practica nuestro amigo, pero no parece un mal hombre —explica a sus compañeros, en torno al fuego—. Por lo demás... ¿Cómo veis nuestras opciones? Yo no creo que podamos hacer un barco sin que ese Dul Motte se entere, y parece un pajarraco de cuidado. —Comprueba la carne y le da la vuelta.— Ya hemos visto cómo se las gastan sus hombres, y la aldea... No creo que nos reciba con los brazos abiertos. Si además es cierto que hace magia negra… —Las ideas bullen en su canosa sesera.— Quizás debamos acercarnos al poblado, esperar al barco y colarnos como polizones... ¿Hm?

De vez en cuando, también lanza miradas hacia la tienda para vigilar tanto a los presos como al negro, pero al decir eso mira brevemente a los ojos de Armando.

-Estoy de acuerdo en que este hombre parece ser buena gente. Estoy de acuerdo contigo, amigo Lope, en que nuestras opciones son escasas. ¿Qué tal si le proponemos ayudarle a liberar a su pueblo con la condición de que nos ayude a que el hacedor de barcos nos ayude o de alguna forma nos haga llegar a tierra firme de nuevo? Seguro que con su magia podría ayudarnos. También habría que ver cuanta gente tiene a su favor el tal Dul Motte. No podemos enfrentarnos a un ejército nosotros solos.

- Creo que la carne ya está hecha, ¿no? Qué hambre.

James se acercó a la fogata para comprobarlo. Con su cuchillo cortó un pequeño trozo y lo probó. Era la primera cosa que comía desde que llegó a la isla y aunque aún le faltaba algo más de fuego, le supo a ambrosía.

Haré lo que vean ustedes conveniente. Creo que este hombre no es malo y no nos ha dado razones para dudar. Ustedes tienen más experiencia en las cosas del mundo. Yo solo pienso en que es lo correcto y siento que deberíamos ayudarlos tomo un trozo de carne y se la llevó o al esclavo.

La propuesta de James -ayudar a Toa, liberar a los esclavos- saca inicialmente un gruñido de escepticismo a Lope, quien sin embargo no interrumpe a su compañero. También escucha las palabras de Armando. Cuando han terminado, y pese a que Armando se larga con comida para el negro, Lope sigue en la discusión.

—Ayudar al anciano… Hm… —Lope se detiene, caviloso. Se rasca la barba, se frota el mentón.— No sé… No sé: es demasiado arriesgado… Demasiado arriesgado. —Pero su cabeza está dándole vueltas, es obvio.— ¿Cómo va a ser esa nueción…?

Brevemente, Lope y James discuten el tema. Como ellos lo ven, hay tres opciones: esperar a que llegue el barco y colarse en él; encontrar al constructor de barcos del que habla Toa Rappa y conseguir su ayuda; y liberar a los esclavos para que tomen el control y les ayuden. Ni Lope ni James, y Armando probablemente tampoco, se plantean unirse a «Delmote», y menos vender al negro. Las tres opciones, sin embargo, son peligrosas: esperar al barco aumenta la probabilidad de que los encuentren -y no saben cuándo vendrá-, el constructor no podrá construirles un barco a espaldas de Dul Motte, y liberar a los esclavos implica jugarse el pellejo. Sin embargo, a falta de otras, una de ellas tres tiene es mejor que las otras dos. Indeciso, Lope acaba concediendo:

—Lo que está claro es que tenemos que acercanos a la «casa de piedra» de Dulmote y ver cómo están la cosan. —Ya ha retirado la carne del fuego.— Mañana podremos seguir hacia allí. Vamos a cenar.

Lope libera unos cuántos trozos de caerne que ya se están enfriando y prueba uno de ellos. Parece satisfecho. 

James y Lope siguen hablando entre ellos cuando Armando se acercó al nativo ofreciéndole un trozo de carne. Este lo aceptó agradecido, y a continuación arrancó un par de mordiscos, masticando lentamente con los pocos dientes que le quedaban.

Se tomó su tiempo para tomar y tragar ese par de bocados. Un rato mas tarde, con una sonrisa serena se dirigió a Armando:

-No puedo hacerte crecer el brazo aunque quisiera, lo siento. La magia de mis antepasados no funciona así.-

A pesar de la falta de expresividad de sus ojos, Armando pudo notar que Toa Rappa se tomaba su tiempo para hablar de este asunto. Parecía que algo le preocupaba. No sabía como soltárselo al joven.

Sin embargo, finalmente decidió hablar: -Muchacho, me cuesta confesarte esto, porque preferiría que lo ignoraras, pero no soy yo quien debe decidir por ti.-

-Dul Motte sabe cosas. Él lo llama ciencia, pero para mi es magia negra. Él no puede hacerte crecer un brazo nuevo, pero si que puede coger el brazo de otro hombre y ponértelo a ti.- Aún ciego, miró a Armando a los ojos, como si lo viera: -Ahora, esa ciencia es terrible. Piensa que otro debe perder su brazo para que tu tengas uno nuevo.-

-Ese hombre, Dul Motte,  es malvado. Tiene un corazón oscuro, y juega a ser el Todopoderoso con las criaturas vivas. Piensa si deseas hacer un trato con él para tener un brazo nuevo. Es vender tu espíritu  Legión, creo yo. Pero eso es cosa tuya.-

 El nativo miró hacia las dos figuras apartadas, Lope de Serralbes y James Lawson, que seguían a sus cosas ignorantes de la conversación entre el viejo y el muchacho: -Esto te lo he dicho en confidencia porque sólo te incumbe a ti.-

-Ahora, tengo que contarte otra cosa. Los espíritus me hablan, y me contaron algo de ti. -

-Sé que tuviste un hermano mayor, la única familia que tenías. Que crecisteis juntos sin padres, y que cuando creció se hizo soldado para manteneros y que llegada la hora marchó a la guerra con otra tribu.-

-También sé que te dieron al noticia de que su posición fue atacada por el enemigo, y que todos los que defendían ese lugar murieron, incluido tu hermano. -

-Los espíritus me han dicho que él no murió. Sigue vivo. La tribu enemiga de tu pueblo lo tomó prisionero.-

Lope y James seguían departiendo.

Vieron a Armando dirigirse a Toa Rappa y ofrecerle comida. El anciano parece estar contándole algo al muchacho, pues se tiró un buen rato hablándole.

James estaba contento de poder haber hablado tranquilamente con Lope y Armando. Escucha lo que dicen y asiente tranquilamente a lo último que dice Lope. Todos los caminos conducen a que tienen que ir a mirar el asentamiento de Dul Motte.

Toma uno de los trozos de carne con dos dedos, aún quemaba y cierra los ojos para degustarla debidamente. Cuando termina mira a Lope

-Venga, ahora vamos a ver que pueden decirnos los prisioneros y si Toa Rappa acepta nuestra proposición de nuestra ayuda a cambio de la suya.

Abrió la lona de la tienda e invitó a Lope a entrar, cosa rara en él, porque siempre solía partir el primero hacia los sitios, signo sin duda del respeto que Lope se estaba ganando.

Armando asimilando todo lo que el negro le dijo se sienta de golpe, observando el vacío de la mirada del ciego. Al principio se sentía triste por el alto precio de volver a tener su brazo derecho, pero después sintió con una vieja cicatriz era abierta con con un cuchillo Mellado, Su hermano aún vivía Mi hermano La tribu enemiga? Cual? Tenemos muchos enemigos! Que mas sabes? las lágrimas se formaban en el rostro del joven mientras le suplicaba al negro.

Escucha como James Abre la carpa y le dice a Lópe que pase. El joven trata de quitarse las lágrimas pero es obvio que algo le afecta.

Antes de entrar en la tienda, Lope detiene a James y le hace bajar la lona.

—No, espera: prometer, lo justo, ¿eh? Sólo ir hasta el asentamiento y ver qué hay ahí. Entonces, veremos. ¿De acuerdo?

Lope cruza ahora la lona, que levanta él mismo y sostiene para el avalonés. Cuando ambos entran en la tienda, Armando parece haber estado hablando con Toa Rappa. Sus ojos están ligeramente enrojecidos aún de llorar. A Lope aquello no le pasa desapercibido. Se detiene. Suspicaz, observa unos instantes a Armando; luego a Toa.

—¿Interrumpo algo? —pregunta mientras clava el florete con la carne en el suelo, junto a ambos, y arranca un pedazo para comérselo. Se gira hacia los prisioneros.— ¿Y vosotros qué? ¿Es cierto lo que dice este anciano? ¿Le estabais llevando ante Dulmot?

-No, Monsieur. Jóven y yo hablamos.- Tomó otro fragmento de carne del florete que lope había clavado cerca de ellos, y siguió comiendo..

Luego, miró al muchacho, confuso por la pregunta de este. Esta vez James y Lope pudieron oír lo que decía al chico: -¿Seguro? Los espíritus me dicen que tu tribu tiene de enemiga a otra tribu, y que ambas guerrean. La otra tribu ha invadido las tierras de tu tribu ¿no es así?. Los espíritus raramente se equivocan.-

Se detiene un segundo a escuchar al viento. A continuación habla de nuevo: -Dicen que fue en Sanjoán**. Allí murieron muchos de los tuyos. Sus almas lloran, pero tu hermano no. Él sigue vivo, en alguna parte, prisionero de vuestros enemigos.- Sigue masticando la carne.

Sólo uno de los dos prisioneros de dentro de la tienda estaba consciente. El de gran mostacho. El otro** seguía grogui debido al golpe en la cabeza.

Resultaba irónico que estuviera preso con los mismos grilletes que usaran con el negro.

Se volvió hacia Lope para decirle: -¡Merde! ¡Que te den, maldito castellano!- Y escupió a un lado. -No pienso decirte nada!.-

A pesar de ello, notaron cierto temblor en su voz.

Mientras, y como quien no quiere al cosa, Hook se acercó a los trozos de carne ensartados en el florete, con la lengua babeante e intenciones aviesas.

Ante la respuesta del monteñés, Lope se gira hacia sus compañeros náufragos, dándole la espalda, los brazos en jarras, le guiña un ojo a sus amigos, y entonces, en un segundo... ¡Se da la vuelta, su rostro una máscara de ira, y se abalanza sobre el preso sacando la daga y poniéndosela en el cuello!

—¡No piensas decirnos nada, ¿eh, p**o montiñoso?! —grita rabioso, apretándole el arma contra la piel—. ¡Entonces dame una p**a razón por la que no debería cortarte el p**o cuello ahora mismo, maldito hideputa!

El tipo tragó saliva y se puso pálido: -¡Está bien! ¡Está bien!- Casi salían lágrimas de sus ojos: -¡Sí, si si si! ¡Es verdad! ¡El señor Jean-Baptiste Gaulle dul Motte insistió mucho en que le lleváramos al negro ciego vivo y coleando! ¡Ha mandado hombres por toda la isla a buscarle y quienes le encontrasen recibirían un Sol** de recompensa cada uno!

¡Ajá! La historia del negro encaja, pero... «¿¡Un sol!? ¡Por las bragas de la madre del Primer Profeta!». Sebastián no es hombre muy viajado, pero sabe que un sol es mucho dinero. Mucho. Tampoco hace falta ser muy listo para entender que «Llanbaptís Gol Dulmote» está loco por tener a Toa Rappa en sus manos. «Vivo y coleando». Si no fuera porque no hace tratos con adoradores del mal -y porque no cree que Dulmote vaya a pagarle nada, pudiendo matarle y capturar al negro igualmente-, el propio Sebastián haría el trabajo.

Por otro lado, aunque el bandido está ahora enfrascado en su particular farsa con el soldado monteñés, no ha pasado por alto las palabras de Toa Rappa y está seguro de que el negro habla de Castilla y Montaigne. ¿Una prueba de sus poderes? Lo duda: «El sacerdote que le enseñó monteñés pudo contárselo... O pudo oírselo a los soldados». También sabe ahora por qué ha llorado Armando. «Espero que no esté jugando con el chico». Por lo demás... ¿Qué pasó en San Juan? ¿Una batalla? ¿Una ejecución de rebeldes? Pero ahora no es momento de pensar en esas cosas. ¡Es momento para el engaño!

James vio atónito lo que hacía Lope, aunque sabía que era un juego para él, se sorprendió de la vehemencia del castellano. No podía casi aguantar la risa, a pesar de lo grave de la situación. Decidió aprovechar para presionar al prisionero un poco más.

-¿Dónde están los otros grupos de búsqueda, perro? ¿Cuántos hombres son? ¿Cómo de defendida está la fortaleza? Dinos todo lo que sepas o no podré sujetar a mi compradre, y te advierto de que le gusta bastante cortar cuellos...

Remarcó su acción dando una patada no demasiado fuerte al que seguía inconsciente. Le miró algo desafiante mientras cogió otro trocito de carne.