Partida Rol por web

Escape de la Isla de la Muerte

Escena V: Bandolero in Castilla (Lope de Serralbes)

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01/08/2017, 11:23
Sebastián Montefiel

Sebastián suspira discretamente con alivio al quitarse de encima al loco de Belasco: matar al niño, tratar de matarle a él… A saber qué otra estupidez impulsiva podría hacer en el campo de batalla. También le tranquiliza la conformidad del Paradito, que no parece guardar ningún aprecio especial por el clérigo. Sebastián no puede confiar en el joven bandolero, lo sabe, pero celebra que, al parecer, sus intereses siguen alineados.

Una vez devuelto el sable al Lucrecio, y mientras sus hombres se ocupan de Belasco y del cuerpo del niño -que Theus lo acoja a su vera-, Sebastián permite que la tensión abandone sus viejos músculos. «Por los pelos», se dice, consciente de que sólo un golpe de fortuna le ha permitido imponerse a Belasco. «No te quedan muchas vidas, anciano», añade para sus adentros. Cuando el de Utrera comenta las posibles complicaciones a raíz de la muerte del chaval, el León no tiene que decir nada para que su camarada sepa que está de acuerdo. Son muchos años juntos.

*          *          *

Esa noche, el de Utrera consulta a Sebastián sobre la idoneidad de encender un fuego. Antes de responder, Sebastián observa detenidamente el cielo: la tormenta de aguanieve sin duda ocultará la luna y las estrellas, así que la columna de humo de la fogata será invisible en la noche. Si los hombres pueden encontrar un lugar escondido en las inmediaciones, un lugar oculto a la vista del camino que viene de Vodacce -una cueva, incluso, que les permita guarecerse de la lluvia-, no debería haber problema con hacer una fogata. Así se lo dice al de Utrera para que se lo haga llegar a los hombres.

Pero que hagan guardias. No quiero sustos.

Una vez los hombres se han instalado para pasar parte de la noche, Sebastián se pasea y charla con ellos, compartiendo bromas, recordándoles todos los trabajos compartidos, de los que salieron vivos -y frecuentemente más ricos que antes-, e imaginando con ellos la fortuna que van a conseguir. Animándoles, confraternizando. Nunca está de más cultivar lazos que le pueden a uno salvar la vida. Tampoco se detiene demasiado: poco después, duerme. En pocas horas, será la hora.

Notas de juego

1) No se me ocurre qué más hacer. Estoy un poco espeso.

2) He tratado de pensar como un bandolero sobre el tema de la fogata... pero no soy un bandolero. XD Si crees que Sebastián sabe que no debe dejarles hacer una fogata, o que puede saberlo -previa tirada de Profesión-, avísame.

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08/08/2017, 11:10
NAVEGANTE

Durante la noche la nevada arreció y los hombres se arrebujaron cerca del fuego para ampararse del creciente frío que parecía surgido de las entrañas del mismísimo helado abismo de Legión.

Aunque los creyentes de Théus describían a menudo el Abismo de Legión en general como un lugar ardiente, Sebastián había una vez oído a un sacerdote erudito describirlo como un lugar profundo, oscuro, vacío y frío. La nada absoluta a la que Theus expulso a Legión al inicio de los tiempos. Sintió un escalofrío al pensar en ello.

Los relatos de las andanzas de bandoleros se sucedieron llenos de exageraciones y bravuconadas, pero no durante demasiado tiempo, pues pronto el cansancio del viaje se apoderó de ellos sumiéndoles en el sueño de los... ¿justos?

***** *****

Sebastián fue despertado por uno de los hombres del de "El Paradito". Tenía la sensación de haberse dormido hace tan sólo un segundo, pero no era así. Al asomarse afuera de la grieta que habían buscado como refugio nocturno sintió la cercanía del alba a pesar de que la oscuridad aún dominaba el terreno. La noche se le había pasado en un suspiro. Pero el descanso había dado algo de respiro a sus viejos y cansados huesos.

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08/08/2017, 11:12
Eusebio "El Paradito"

Eusebio “el paradito” estaba fuera contemplando el horizonte, quien sabe hace cuanto tiempo llevaba despierto. Normal, era un hombre más joven y activo. Al ver al “León”, Eusebio lo miró con ojos despiertos e ilusionados: -¡Todo está preparado y los vigías han visto la columna acercarse!- El joven líder bandolero rió acercándose a Sebastián como si fuera un amigo de toda la vida.  Parecía mentira que fueran acérrimos rivales hace tan solo un par de días.-Ja, ja, ja, ja. Esta es la nuestra “Leon de la Sierra”. Vamos a ser ricos muy pronto. - Los ojos de Eusebio brillaban intensos, ambiciosos. Una sonrisa llena de blancos dientes nacarados iluminaba su rostro barbudo. Por un momento Sebastián se vio a si mismo de joven, su propio reflejo en un atemporal espejo.

“El León” se detuvo a contemplar desde lo alto la empinada cuesta por la que subía el camino y en la que realizarían el ataque. A pesar de la falta de luz solar podía distinguir perfectamente la nieve y las placas de hielo en la superficie fruto de la nevada nocturna y de la fría helada mañanera. Aún refrescaba mucho y con cada exhalación se producía una visible vaharada.

A los lados de la dificultosa senda ascendente flanqueaban masas de árboles apretujados. Altos pinos que proyectaban profundas sombras negras bajo ellos entre las cuales ya empezaban a situarse los hombres de Sebastián y Eusebio. También abundaban los árboles a los lados de l camino en en la parte mas baja de la cuesta donde ya esta formaba una explanada, a la cual según el plan harían retroceder la comitiva tras hacerla pasar un infierno a lo largo de la cuesta helada.

-Todo es perfecto, “León”. Ha sido una dura noche pero el clima está de nuestra parte. Esa cuesta es una trampa mortal. Hiciste muy bien en elegir este lugar.- A pesar de ello, Belasco les había informado de que la comitiva estaba formado por soldados avezados, hombres de fe. “El León” temía que se produjera una sangría entre sus propios hombres.

Pero el que algo quiere, algo le cuesta.

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08/08/2017, 11:18
Juan de Utrera

[Asturias - Isaac Albéniz]

 

El de Utrera llegó entonces corriendo ante Eusebio y Sebastián. Estaba sudoroso y acalorado, con mucho nerviosismo. Solo entonces Sebastián se dió cuenta que este no había estado a su lado cuando despertó: -¡León, León! Es el Belasco. ¡Se ha escapado! El hombre que dejamos custodiándolo se había dormido, y encontré solo esto junto al árbol.- El viejo bandolero mostró los restos de una cuerda cortada ante Eusebio “El Paradito” y El León de la Sierra, como prueba de lo ocurrido. -¿Qué hacemos ahora?-

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08/08/2017, 11:19
Eusebio "El Paradito"

-¡Me importa un cojón!- Soltó el Eusebio, furioso. -¡Toy harto ya de retrasos! Vamos a asaltar a esos vodachios y coger el oro pase lo que pase. Si el Belasco sabe lo que le conviene, a estas horas estará ya bien lejos de acá. Y si no se baa llevar una buena “cornáa” en cuanto lo vea.-

Miró a Sebastián. -Es hora que dirijamos el asalto, ¿no crees?.-

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15/08/2017, 22:40
Sebastián Montefiel

Sebastián, siempre listo para salir huyendo en medio de la noche, apenas tarda unos instantes en espabilar y salir de la cueva. En el rato que el de Utrera tarda en llegar con las malas noticias, Sebastián observa en la lejanía el lugar del encuentro. Reconoce el brillo del hielo, y lo celebra. Al Paradito no le falta razón: el tiempo está con ellos. Al escuchar el entusiasmo del Paradito, lleno de energía, el viejo bandido esboza una sonrisa. El chico será un estúpido peligroso, pero su buen humor es contagioso. «Ricos». Quiere creerle: sí, si todo va bien, van a ser ricos... Los que sobrevivan, claro.

La noticia de la fuga de Belasco cae sobre él como un jarro de agua fría. Las protestas del Paradito no tardan en oírse. Sebastián, muy serio, le hace un gesto para tranquilizarle.

Ya no hay marcha atrás —le dice, dejando clara su postura: van a seguir con el trabajo—. Vamos a coger lo que lleven en sus cofres y vamos a hacernos ricos. ¿Verdá, hombres? —exclama sonriente, más que pregunta.

Si había alguien que sin duda no les iba a vender a los vodaccios, ese era Belasco, y eso era bueno. Sin embargo, Sebastián no estaba tan seguro de que fuera la última vez que le iban a ver el pelo. Más bien, al contrario.

Traerme al que vigilaba al Belasco —ordena a continuación el León, cansado y más serio, con un gruñido que esconde un rugir.

Después de dar la orden, Sebastián mira al de Utrera brevemente, como sopesando algo, pero al momento abandona esas reflexiones. No va a sospechar de ese hombre -el único de los presentes que sabe su nombre- sólo porque no estaba a su lado al amanecer.

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21/08/2017, 17:51
Eusebio "El Paradito"

-Me quedaré por aquí arriba. Atacaremos en esta parte primero, como dijiste, para hacerlos retrosedé cuesta bajo hasia vosotros.- Diciendo esto, El Paradito se situó entre los árboles escondido junto a la parte alta del camino al lado de una amalgama de hombres de la banda de El León y de su propia banda. Tal y como Sebastián había ideado.

Juan de Eutrera y Sebastián descendieron por toda la costa hasta situarse en un lugar oculto bajo los árboles junto a la parte baja del camino, donde había ya apostados hombres de El Paradito y del León listos para la llegada de la comitiva vodaccia.

No muy lejos, apartado del camino, estaba el árbol donde habían atado a Belasco, pero no tuvieron que ir hasta allí porque el vigilante que habían asignado a Belasco estaba ya junto a los hombres preparados para la emboscada.

 

Notas de juego

En el post del dia [14/05/2017, 23:58], durante la "preparación del asalto" comentaste que tu personaje estaría abajo durante el asalto junto con Belasco. 

He intentado asimilarla lo maximo posible a tus intenciones. La posición de Eusebio "El Paradito" creo que no estaba definida, y he dado por sentado que estando Sebastián abajo Eusebio podría estar arriba. Pero si quieres cambiar algo me comentas.

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21/08/2017, 18:15
Juan de Utrera

Se dirigió al vigía con paso firme. -Este era.-

Sebastián lo recordó, efectivamente, como el hombre que se puso a afilar la navaja junto al prisionero mientras lo ataban al árbol la noche anterior

- Explícale al "Leon" lo que ha pasado.- Se adelantó Juan de Utrera

El vigilante, que uno de los hombres de avanzada edad que servía al León de la Sierra, miró al susodicho desde abajo, con la cabeza gacha. -Yo... me... dormí.-

La mirada del de Utrera era de apremio. Los vodaccios no tardarían mucho en llegar.

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24/08/2017, 14:00
Sebastián Montefiel

El León ha asentido a las palabras del Paradito.

Cuando la pelea se venga donde nosotros, bajad, pero con cuidao —le ha pedido mientras el joven se escondía. No quiere darle órdenes delante de sus hombres. Tampoco cree que el Paradito vaya a reaccionar bien a una orden, en cualquier caso.— Cuantos más all'abajo, más rápido acabaremos con esto.

No ha esperado una respuesta, y ha bajado con el de Utrera.

Juan, ya sé que te dije que te estuvieras arriba con el Paradito —ha comentado al de Utrera mientras bajaban por la cuesta—, pero sin el Belasco en el ajo, pues' ponerte donde te plazca, conmigo o arriba.

Y a continuación le ha dado una palmada en el hombro y le ha lanzado una sonrisa. El León está de buen humor, tiene buenas vibraciones. El de Utrera sabrá que hacer. Sebastián se fía de su criterio y de su lealtad.

Una vez frente al hombre que había fallado en su cometido -Ramón, al que llaman Mondoñedo-, el viejo bandido no puede evitar sentir un poco de lástima. El viejo se durmió. ¿Lamentable? Sí. ¿Comprensible? También. ¿Tolerable? No.

Mírame a los ojos, Mondoñedo, que se note la raza. —Espera a que el hombre le mire.— Un descuido lo tié cualquiera. —No le mira con dureza.— Pero tiés que compensármelo, ya lo sabes, ¿no? —Le pone una mano en el hombro y con la otra le señala a la cara.— Quiero verte en primera línea, conmigo o incluso más alante. —Sonríe. Hay camaradería.— Vas a tener que matar más vodachos que yo si quieres llevarte toda tu parte. ¿Entendío?

Una última palmada en el hombro y todo listo. A continuación, volviéndose a los hombres que tiene cerca, dice:

¡Sacabó el espetáculo! ¡A los árboles, niñas! ¡Ese oro no va a robarse sólo!

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26/08/2017, 12:34
Soldados de la Iglesia del Vaticinio

1492: Conquest of Paradise • Vangelis

 

Despuntaba el amanecer. La comitiva hizo acto de presencia tras sortear un recoveco alejado del camino. Llamaba la atención ya desde lejos.

Los blancos pendones de la iglesia del Vaticinio rematados con cruces de Théus bordadas en rojo sangre ondeaban en la punta de astas portadas por jinetes de relucientes armaduras.

Estas brillaban plateadas con las primeras luces del amanecer. Eran armaduras completas, reliquias de una era ya olvidada. Los jinetes mostraban un aspecto magnífico enfundados en ellas. Sus yelmos cerrados terminaban coronados en plumones de un rojo tan intenso como el de las cruces de Théus que engalanaran los pendones.

Al verlos, Sebastián se imaginó el sonido de la música interpretada por un coro de ángeles sobre ellos.

No había demasiados jinetes acorazados. Además de las alargadas astas con los pendones en su brazo derecho, cada uno de ellos portaba un enormes escudo con la cruz de Théus en su brazo izquierdo, y una espada larga enfundada en una laboriosa funda colgando de sus cintos aun costado.

Los jinetes encabezaban la comitiva y también la cerraban por la cola. Eran pocos, pero Sebastián los reconoció como las Espadas de Sólomon, la élite de la iglesia Vaticinia. 

Además de las Espadas de Sólomon, un contingente de soldados a pie caminaban en una ordenada columna en filas de cuatro hombres. A diferencia de las Espadas, estos guardias de la iglesia portaban cascos emplumados en rojo, relucientes corazas pectorales y vistosos pantalones bombachos. Como armamento acarreaban pesadas alabardas que se erigían rectas al aire en filas tan ordenadas como los hombres que las portaban. 

Casi al final de la columna, aunque con varias Espadas de Sólomon a caballo cerrando por detrás de la misma, apareció un único carruaje con los pendones de la Iglesia. Una carroza grande y suntuosa de las utilizadas para viajeros ilustres, cuyas cortinillas de tono bermellón no dejaban ver quien viajaría en su interior. Estaba tirada por seis caballos.

Sobre el pescante y el techo de la carroza había cinco soldados de la iglesia armados con ballestas. El que conducía el carruaje también era un soldado. Sebastián contempló también un par de pesados cofre bien amarrados sobre el tacho de la carroza y el distintivo sonido tintineante de las monedas. Amarrados junto a los dos cofres en la parte superior de la carroza había también lo que podría denominarse equipaje.

Sebastián no vio armas de fuego, y estimó que ellos contaban con menos hombres de los que juntaban entre "El Paradito" y él en una proporción aproximada de dos a tres. Esperaba que con el mayor número de hombres y con la sorpresa de la emboscada pudieran aplastar la resistencia rápidamente. 

La comitiva se fue acercando por el camino y al llegar a la altura de El león de la Sierra Sebastián pudo ver los rostros de los hombres a los que estaba a punto de matar. Frente a él se mostró un despliegue de rostros barbudos y lampiños, más jóvenes o más veteranos. Todos ellos hombres de miradas serenas que no se imaginaban lo que pronto les vendría encima.

El veterano bandido recordó entonces las palabras de Belasco en las que describía a todos ellos como hombres de fe que no durarían en dar su vida en nombre de Théus.

Tuvo poco tiempo para pensar en ello pues pronto la columna pasó de largo sin percatarse de la presencia de los hombres emboscados entre los árboles y cuesta arriba camino del lugar donde Eusebio les esperaba. Las pisadas de las botas de los soldados crujían sobre la nieve y escarcha mañaneras.

 

Notas de juego

Para resolver esta emboscada voy a utilizar como guía el sistema de batallas de Séptimo Mar, adaptándolo en lo posible a Hitos.

La tirada que hiciste en su momento de preparativos equivaldría a una tirada de Logística. Tal y como dice el juego "algunas batallas son ganadas o perdidas antes siquiera de empezar"

El resultado de Logística bonifica o penaliza a la posteriores tiradas de Estrategia o Táctica que se realizan durante la batalla. En su momento sacaste un 17, que es un resultado medio-alto (la dificultad media en Hitos es 15). Podría decirse que un 15 equivaldría a un bono de +0 a la siguiente tirada de Táctica.

Dado que en realidad es mas importante la tirada de Táctica que la tirada de Logística, vamos a tomar la diferencia  entre lo que has sacado (17) y ese 15 que he considerado "dificultad media que da bono+0 a la siguiente tirada de táctica". Esto es (17-15=2).

Y luego vamos a utilizar la mitad de esa diferencia anterior (2/2=+1) como bono para tus próximas tiradas de Táctica. Eso quiere decir que tu tirada de Logística y preparativos te concede un +1 a todas tus tiradas de Táctica durante la batalla. Por supuesto, si hubieras sacado por debajo de 15 habrás obtenido penalizador en vez de bono.

 

En la tabla de resultados de Tactica del juego Septimo  la entrada para resultados "dificultad media" de la tabla es un resultado de  sacar 10-11 en Táctica. Para adaptarlo a Hitos, a lo que saques en la tirada de Táctica le restaremos -4 (porque la dificultad media en hitos es 15, y 14-4=11) para hacer una equivalencia más o menos.

Además, en cada entrada de la tabla que vamos a obtener según el resultado de tu tirada hay tres posibiliidades: Que tu tirada de Tactica sea superior que la tirada del "comandante" del otro lado, que sea inferior, o que queden a la par.

Los resultados de la tabla indican: Posibles contusiones y heridas que sufran los PJs durante una fase de la batalla (esto depende poco de las habilidades de combate de tu personaje; y generalmente sólo tiras Aguante contra el daño recibido; hay un montón de gente pegándose ahí, y puedes recibir ostias sin venir a cuento, aunque es menos probable si tu grupo va ganando y sacaste buena tirada), reputación ganada (cosa que no hay en hitos) y oportunidades dramáticas (que son situaciones "específicas" en las que tu personaje puede intervenir pasando la partida a la modalidad de de juego usual, esto es, llevando a tu personaje, para poder mejorar o empeorar el resultado de la batalla para tu bando, como por ejemplo "toma de bandera").

Usaremos (Voluntad + Profesión) como tus tiradas de Táctica (al ser una escaramuza se usa Táctica, en batallas campales se usa Estrategia). Recuerda que vas a tener un +1 a todas tiradas de Táctica durante el combate.

Dado que estáis emboscados, la primera tirada de Táctica obtendrá un +5 adicional (para un +6 en total), que será cuando ataque "El Paradito". Si este consigue hacerlos retroceder hasta tu posición podrás hacer una segunda tirada con ese +6 (el ataque El León de la Sierra con sus propios hombres mas abajo). 

Peor no adelantemos acontecimientos. Haz la primera tirada de (Voluntad + Profesión) con +6 para ver que ocurre en lo alto del camino, y luego ya veremos.

PD: Editado

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29/08/2017, 16:42
Sebastián Montefiel

Ocultando sus propios nervios a sus hombres, Sebastián observa al contingente vodaccio bajo la primera luz del día. «Maldita sea mi estampa», dice una voz en su cabeza. Los paños blancos de los estandartes parecen alas de blancas plumas engalanadas de lazos carmesíes. Las Espadas de Sólomon en sus armaduras relucen como criaturas hechas de plata y oro, y Sebastián recuerda al verles los cuentos que en sus padres y vecinos le contaban sobre las hazañas de esa hermandad. Pero es que incluso los alabarderos que les acompañan le parecen querubines de vivos colores empuñando rayos de sol. En cuanto al lujoso carruaje, no es difícil imaginarse que es un arca en la que la gloria del Todopoderoso viaja velada para no cegar a los pobres mortales que la contemplen. En definitiva, ver esta pequeña hueste avanzando entre las nieves es como ver un puto coro de ángeles y arcángeles de Théus surcando las nubes del cielo. Es impresionante para el León, y el León teme por momentos que sea demasiado impresionante para los hombres que le acompañan.

Pero el León no observa la escena sólo con los ojos del niño que fue, sino también con los del bandido que ha sido casi toda su vida. Los jinetes brillarán como una vajilla de palacio, pero en el fondo dependen de sus caballos para no convertirse en lentas ollas pataleantes. Y puede que las alabardas de los soldados sean imponentes, pero cuando tengan al enemigo a un palmo de la cara, y con un palmo de acero en la mano, de poco les servirán. En cuanto al vehículo, realmente lo único peligroso en él son los ballesteros… pero son muy peligroso. Sebastián confía en el juicio de sus hombres y de los hombres del Paradito para que entiendan cuál debe ser la prioridad del fuego de sus armas: los tiradores y los caballos. Con los primeros vivos, la emboscada está perdida; con los segundos muertos, es la hueste la que está perdida. Durante un instante, el León piensa en pedirle a Théus que les ayude, pero entonces cae en lo ridículo de la situación y sonríe. «Mejor no llamar su atención».

Bandoleros de la sierra —murmura a los hombres, Mondoñedo el más cercano, cuando los de la compañía ya no pueden oírle—, ahí va la fortuna de vuestras vidas. Aprestaos para cogerla.

Cuando el grupo se acerca al escondite del Paradito, Sebastián contiene la respiración.

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09/09/2017, 03:18
NAVEGANTE

Notas de juego

Haz una tirada de [Voluntad + Profesión + 6]

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09/09/2017, 13:34
Sebastián Montefiel
- Tiradas (1)

Motivo: Voluntad + Profesión + 6

Dificultad: 0

Habilidad: 20

Tirada: 2 4 4

Total: 4 +20 = 24 Éxito

Notas de juego

¡Cierto! Disculpa. Resultado: 4+6+8+6 = 24.

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11/09/2017, 13:51
Caballero desconocido
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: (Voluntad 7 + Profesion 8)

Dificultad: 0

Habilidad: 8+7

Tirada: 2 6 10

Total: 6 +8 +7 = 21 Éxito

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11/09/2017, 13:59
NAVEGANTE

Los bandoleros se asomaron entre las rocas cogiendo totalmente desprevenida a la incauta columna. Una lluvia de gruesas piedras cayó sobre los acorazados soldados tirando al suelo a bastante de ellos. Otros resbalaron en el hielo y acabaron en el suelo por su propio pie. Armaduras y yelmos se hundieron bajo el peso de las enormes rocas aplastando cráneos y rompiendo huesos. Los caballos de la carroza se encabritaron asustados. El conductor de la carroza cayó del pescante fruto de una certera piedra y al poco la carroza descendía de vuelta cuesta abajo, de culo y sin carretero. Los jinetes de Solomon que cabalgaban detrás vieron retroceder hacia ellos la carroza. Todos la evitaron hábilmente con sus caballos salvo uno, cuyo caballo le arrojó al suelo para luego ser arrollado salvajemente por la carroza. Alguno de los otros hombres sobre la carreta se afanaba desesperadamente por llegar a las riendas, cosa difícil a medida que esta resbalaba colina abajo. Hubo algunas detonaciones de armas de fuego, y estas abatieron a varios jinetes. Bajo la orden de El Paradito se soltaron troncos que acabaron llevándose por delante a otros tantos alabarderos. Cayeron hombres a mansalva.

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11/09/2017, 14:12
Caballero desconocido

Sin embargo, en el cáos de la batalla, una figura fulgurante brilló con luz propia. El caballero manejaba su caballo con maestría. Estaba herido y sangraba profusamente, y sin embargo, hacía girar a su bestia en círculos buscando algo. Cuando un tronco rodó en su dirección cuesta abajo, hizo al caballo dirigirse hacia él y sobrepasarlo de un salto. Luego, el jinete se avalanzó en solitario colina arriba, al galope directo hasta el lugar en donde "El Paradito" estaba gritando a los hombres. Sobrepasó unas cuantas rocas y a varios bandidos que se encontraban entre él y El Paradito. No le fue difícil, pues la mayoría se apartaron asustados ante el insensato ataque del loco a caballo. El Paradito no se amedrentó y le esperó pistola en mano, recibiéndole con un balazo casi a bocajarro. El caballo resultó herido y se encabritó, pero según descendían de nuevo los cascos el jinete del infierno descargó su espada sobre el Paradito y este cayó tras las rocas, el de Serralbes no sabía bien si herido o muerto. 

La nieve se tornaba roja, y los bandidos no habían sufrido bajas, salvo tal vez El Paradito. Esto pilló un poco por sorpresa a los bandidos sobre la colina, que seguían tirando piedras sin ton ni son ahora que no tenían un claro líder. La cosa se hubiera podido poner peor, pero el jinete veía el percal, y lanzó ordenes a diestro y siniestro: -¡Retrocessione!- A los jinetes y -¡Avanti!- a los alabarderos

Los alabarderos permanecieron para enfrascarse y aguantar el ataque de los bandidos, a pesar de que habían perdido a muchos de los suyos a pie y de que había confusión. Unos pocos huían colina abajo pero los menos. Los que quedaban aguantaban como jabatos el embate de los bandidos y se disponían a contraatacar cuerpo a cuerpo

Los jinetes de Solomon al momento retrocedieron al galope siguiendo la estela de la carroza descendente. Detrás de ellos cabalgaba su retrasado comandante el cual sangraba profusamente tras su heróica hazaña militar.

El de Serralbes veía como su plan funcionaba, mas o menos. El Paradito quizás hubiera caído. La diligencia resbalaba ahora hacia su posición seguida por un contingente de peligrosos jinetes. Ahora, llegaba su turno.

Notas de juego

Misma tirada, (Voluntad + Profesión) pero ahora sólo con un +1.

PD: Miento, con un +4, porque aunque no están tan desprevenidos como antes de que les atacara El Paradito tampoco han visto a tus hombres emboscados al pasar a tu lado.

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11/09/2017, 18:38
Sebastián Montefiel

El León contempla con satisfacción predatoria cómo el plan se desarrolla a la perfección. Los hombres de la zona alta están cumpliendo perfectamente con su parte: las piedras, los jinetes caídos en el suelo, los caballos huyendo presas del pánico, la carroza fuera de control, el fuego de la pólvora, los troncos, el brillo del metal al alba… La batalla -o la violencia, en todo caso, pues Sebastián no es un soldado- no es algo bello de contemplar salvo para los locos, pero para quienes se han acostumbrado a ella tiene su propio aliciente: esa sensación en la nuca que lleva a rugir como un león, que le lleva a uno a defender su vida con uñas y dientes.

Sebastián ya siente esa sensación, pero no puede recrearse en ella, pues tiene varios asuntos de los que hacerse cargo: el vehículo que desciende a toda velocidad hacia ellos y el jinete que va dando órdenes y amenaza con disciplinar a la compañía. Además… ¡El Paradito ha caído! «Utrera, mantenme aguerridos a los hombres», reza el León, que poco más puede hacer con aquel asunto. Los otros le requieren más atención.

¡Apartaos, hombres! ¡Dejad que se estrelle!susurra a gritos a sus bandidos—. ¡Disparad a los caballos cuando veáis la espuma en sus bocas! —ordena luego a los que tienen armas de fuego, y a los otros les dice:— Ocupaos primero de los tiradores que vivan.

Luego, dirigiéndose sólo a Mondoñedo, añade:

¡Que el clérigo viva, Mondoñedo!

Dicho esto, busca al mejor arcabucero de las bandas y le detiene. Es uno de los hombres del Paradito, uno tan joven como lo es (o lo era) el susodicho.

Tú, chico: cuando los demás disparen a los jinetes, tú ve a por el caballo del que está dando órdenes. ¡Y no me falles, por tus muertos!

Con una espada en la diestra, una daga en la siniestra y otra en el cinto, Sebastián permanece al lado del joven. Pretende enfrentarse él mismo a ese «héroe» que puede desbaratarle el negocio, pero ir a por él ahora es un suicidio: necesita que alguien se lo desmonte primero. Luego, todo será coser y apuñalar.

- Tiradas (1)

Motivo: Táctica (Voluntad + Profesión) + 4

Dificultad: 0

Habilidad: 18

Tirada: 1 5 10

Total: 5 +18 = 23 Éxito

Notas de juego

Puede que me haya tomado muchas libertades. Siéntete 100% de tachar y añadir cosas en este mensaje.

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18/09/2017, 23:07
Caballero desconocido

De nuevo los castellanos emboscados hicieron lo suyo y al llegar a su altura la andanada de balas y metralla de los arcabuces junto a unas cuantas piedras de hondas bien lanzadas arrojaron de los caballos a la mitad de los jinetes al menos. Los hombres salieron de entre los arbustos como alimañas cebándose en los caballeros caídos mientras sus compañeros montados contemplaban estupefactos como la manada de alimañas castellanas realizaba su matanza a golpe de navaja y garrote.

Otros dos fueron arrojados del caballo. A uno intentar incorporarse con sus pesadas armadura mientras al menos cinco bandidos se le lanzaban encima le resultaba imposible. Otro de los acorazados tenía el caballo encima, y los bandoleros le golpeaban la cabeza cubierta con el yelmo pero pataleaba y no se moría el hijoputa.

La carroza se detuvo al llegar al llano, y varios de los tiradores de la carroza cayeron. Quedó solo uno encima que quien sabe como no se había caído y disparaba la ballesta a diestro y siniestro.

Cuatro de los jinetes apenas reaccionaron y entre dos a pie y otros dos a caballo que desmontaron, con dos cojones, se pusieron espalda contra espalda, escudo junto a escudo. Cómo se debatían los cabrones a golpe de espada y escudo. Más duros que el Alcoyano, famoso toro al que en le clavaron lo indecible durante toda una tarde antes de caer muerto, que dicen que se murió "cuando le salió de los cojones".

Pues estos igual, y estaban rodeados por... un gentío. Pero ahora tenían espacio donde moverse y se cubrían los unos a los otros con los escudos de manera formidable.

El León buscó al comandante con al mirada y no lo veía entre la confusión. 

Este apareció de la nada, entre el humo de loa arcabuces. Directo hacia Lope y a caballo. Menudo cabrón, vaya visión tactica. El león ya estaba rezando el padrenuestro cuando el pectoral del caballo al galope le golpeó en la cara y calló de espadas con la nariz rota y sangrando. Veía como el jinete le miraba y se disponía a rematarlo. Se oyó un fogonazo y el caballo se encabrito tirando al jinete al suelo. Al mirar a su espalada el muchacho estaba temblando y con el arma de fuego aún humeante en la mano.

Miró y vio al caballero ensangrentado también en el suelo ¡Ostia puta allí estaba! El yelmo se le había caído de la cabeza. 

- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: Tactica (Voluntad 7 + Profesion 8)

Dificultad: 0

Habilidad: 8+7

Tirada: 4 7 10

Total: 7 +8 +7 = 22 Éxito

Motivo: Oportunidad Heróica

Tirada: 1d10

Resultado: 4

Motivo: Daño a Lope

Dificultad: 0

Tirada: 1 5 8

Total: 5 = 5 Éxito

Notas de juego

A ese 23 del Leon de la Sierra (el enemigo ha sacado 22, victoria de Lope por los perlos) le quito 4 para adaptar a las dificultades del sistema de Septimo Mar y miro entrada en la tabla con un 19. 

Entrada 19 de la tabla con Victoria y disposición del personaje "en Combate" indica...

- Sebastián / León/ Lope Recibe dado "C" de heridas

- Gana dos puntos de Drama

- "Oportunidad Heróica". Tirada 1d10 de la tabla "Oportunidad Heróica"... Atravesar la línea enemiga.


Lope pierde 5 puntos de Resistencia. Sin embargo, esto no alcanza a su Aguante (7), por lo que ni sufre penalziadores ni debe hacer tirada de Aguante para mantenerse consciente. 

Un buen topetazo del caballo, pero nada grave.

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27/09/2017, 00:11
Capitana Andrea

Ostia puta. Era una mujer. Los cuatro de sus hombres que aún sobrevivían llegaron hasta ella y la rodeaban de algún modo. La mujer se irguió como pudo. El escudo estaba en el suelo. El brazo que lo sostuviera tenía una postura extraña. Se le había roto bien por varias partes. Con la otra mano aún sostenía la espada de Solomon, empero. Había unas serpientes grabadas en su filo. Dos serpientes gemelas. La espada y la armadura de la mujer estaban cubiertas de la sangre de ella y de sus enemigos.

El León y ella se incorporaron. Los hombres de El León los rodeaban a los cinco por todas partes, dando ostias como panes a los escudos, pero sin atravesar la defensa aún. Eran como cuatro a uno.

Una cuadrilla de El Leon estaba sacando a palos a un hombre orondo de la carroza. Este Vestía de carmesí y muy rimbombante. Con una Cruz de Theus de oro colgando del pecho y un solideo también rojo sobre al cabeza. Era alguien importante de la iglesia seguro. Obispo, cardenal, arzobispo o vete tú a saber. Pero gritaba como un cochino. Los bandidos "sólo" le atizaban con porras o le pateaban, eso sí.

 

Notas de juego

Para llegar a la mujer tendrías que atravesar la "barrera" de cuatro hombres que al rodean. Enfrentarte a uno al menos. O puedes echarte atrás y esperar a que tus hombres acaben con ellos.

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24/10/2017, 20:47
Sebastián Montefiel

¡Bendito hideputa! —exclama Sebastián con la cara ensangrentada, rota y sonriente, mirando hacia el chaval-. ¡Bien hecho, muchacho!

Pero no es momento para detenerse en felicitaciones: sus hombres y los del Paradito cumplen leal y eficazmente con su papel en la escabechina, eliminando a soldados y a jinetes, pero muchos pueden morir aún contra los últimos espadas, que sin duda lucharán como lobos por su vida. Además, no es así como quiere hacer las cosas el León: es osado, inteligente y despiadado de ser necesario, pero no un carnicero.

¡CONTENEOS, CASTELLANOS! —ordena a sus hombres más cercanos, tras incorporarse—. ¿HABLÁIS NUESTRO IDIOMA, VODACHOS? —grita, buscando que le escuchen tanto la dama armada como el presbítero. No avanza demasiado. Escupe un diente y una flema sanguinolienta.— ¡DADNOS EL ORO Y CONSERVAD LA VIDA!

Sebastián confíe en que los caballeros y el hombre entiendan que su situación es desesperada y acepten la rendición. No tendrá problema en dejarles ir por donde vinieron, para que cuenten historias sobre cómo el León de la Sierra pudo con una comitiva de Espadas de Salomón.

Notas de juego

Me apunto yo los daños (-5) y los puntos de drama (+2).