Armando mira asustado a las puertas dobles: Algo seguramente horrible al otro lado y un montón de montaignes a este lado: —Hook, aqui conmigo. — chilló el muchacho llamando al chucho mientras se ponía contra la pared a un lado de las enormes puertas, al tiempo que otro tremendo golpe batía las mismas. El perro le siguió, tirándose a los brazos del chico.

—¡Es la hora de la venganza! ¡ Los espíritus están enfadados!— El anciano, llevado casi en volandas por el mas joven Etienne,  estaba eufórico.

Etienne por su parte arrastró al anciano en dirección a uno de los grandes huevos cercanos con intención de proteger al anciano de la escabechina que se avecinaba.

Está bien.  Entonces es materia de esperar a que el monstruo del otro lado abra las puertas de golpe.  -lo decía sin ironía.  

Habrá que buscar refugio.  A menos que ...

Buscó la manera de abrir las puertas, de tal forma que, cual toro de Castilla, saliese la bestia embistiendo hacia los Montaigne que les atacaban.  

¿Listos para dejar salir al bravío de la ganadería DulMotte?

Al ver caer a su enemigo, Lope ha soltado un único y seco «¡JA!» de júbilo, pero la alegría le ha durado lo que han tardado los monteñeses en disaparar contra él y los demás. ¡Menos mal que son unos patanes incompetentes incapaces de darle a un buey a tres pasos! Una vez superada la salva de fuego, Lope se echa el mosquete al hombro y desenvaina el florete que le han dado. Mientras se prepara para enfrentar la carga de los secuaces de Dul Motte, Lawson maldice -¡revelando información de gran interés!-, Toa desvaría y Orologgio divaga.

—¡Dejad de parlotear y aprestad los aceros! —indica a sus dos compañeros adultos, mientras se aparta de las grandes puertas y busca que uno de los grandes huevos le proteja el flanco—. ¡Hijo, escóndete con los negros! —añade dirigiéndose a Armando.

Lope está listo para sajar cuando alguno de los de Montaigne ose ponerse a su alcance.

Orologgio comprendió que simplemente había una gran tranca de madera al otro lado de las puertas dobles. Había que abrirla desde el otro lado. Los golpes habían desencajado ligeramente las puertas de las jambas. Quizás metiendo un acero fino por la ahora amplia rendija entre las dos puertas y tirando hacia arriba con mucha fuerza, podría sacar la tranca de su raíl... Aunque no tendría que esperar demasiado para que aquellas puertas se abrieran por si solas, si la cosa seguía como hasta ahora.

La extraña niebla se arremolina en el suelo cubriendo sus pies, el ambiente tiñéndoles de los variados colores de las alienígenas gemas. La puerta doble tras ellos retumba de nuevo desencajándose levemente de sus goznes y mostrando por una zona resquebrajadas el pelaje oscuro de un ser titánico, monstruoso. Los soldados montaigne se arrojan adelante espadas en ristre. James les sale a al paso de frente en un torbellino de espadas. Lope atrae a un par de ellos a un lado hacia los huevos espada en mano. Armando con Hook en brazos ve como otros dos soldados van hacia él y empieza a correr. Orologgio escrutando las puertas a sus espaldas con una aparente calma entre tanto caos. Etienne y Toa Rappa también huyen buscando refugio entre los huevos de otros dos soldados que intentan interceptarlos. Se oyen detonaciones al otro lado de las puertas dobles y el olor a polvora. Un bramido de la criatura. Sangre por los resquicios de las jambas, la furia se desata.

INICIATIVAS

Orologgio no lo pensó dos veces.  Al verse más rápido en reaccionar él que los montainges en cargar contra ellos, se fue decidido a la ahora amplia rendija entre las dos puertas, metiendo un acero fino y tirando hacia arriba con mucha fuerza, para sacar la tranca de su raíl.  Literalmente para liberar a la bestia que llevaban dentro. 

Lo hizo tomando en cuenta el movimiento de los demás, para que Toa y el joven isleño, para que Lope y Lawson, y Armando y Hook estuvieran a buen resguardo, para que toda la carga de pelambre enfurecido se fuera sólo contra los montaignes leales a quien había hecho todo este experimento, dañando a natura de paso. 

Y son tres, tres bravos,  con un gesto les avisó a sus compañeros, y abrió las puertas, corriendo a refugiarse de la trayectoria lógica que tomaría aquel ser encerrado y acosado. 

Viendo que prácticamente le sería imposible mover la tranca, el inventor decidió que mejor sería poner a los atacantes en situación de riesgo, así que los atrajo hacia las puertas. 

¡Eh, maladroits, vení pa'ca!   ¡Atáquenme a ver si son tan machitos!  -Empezó con gestos y trucos a llamarlos para que se situaran justo donde la puerta se vencería ante el peso de la bestia que del otro lado luchaba para defenderse de mosquetes y montañeses, como ellos hacían de este otro lado. 

[SOLDADOS B, D, F y H: No les toca iniciativa - Sólo Descriptivo]

Los insultos de Orologgio hicieron su efecto. Algunos hombres que se dirigían hacia sus otros compañeros se giraron iracundos al oír las diatribas del Vodaccio y espadas en ristre se dieron la vuelta para enfrentarse a él, acercándose peligrosamente a las enormes puertas.

Por desgracia, el inventor no había calculado bien sus movimientos. Intentó alejarse de las puertas, pero pronto se vio rodeado de cuatro montaignenses furiosos y armados que le arrinconaban contra las mismas y no le dejaban escapar.

Ahora se encontraba, literalmente, entre la espada y la pared. Al menos ahora los montaignes corrían tanto peligro de ser arrollados por el engendro del otro lado como él.

[PENEJOTIZADO]

Dado que Orologgio había atraido hacia si a a uno de los hombres contra los que Lawson se enfrentaba, ahora Lawson luchaba a brazo partido en un duelo uno a uno. El hábil corsario avalonés manejó con habilidad los embates del soldado enemigo hasta que este perdió resuello y entonces aprovechó la ocasión para de atravesar con una fulgurante estocada el corazón del enemigo que cayó fulminado al instante.

[SOLDADO C]

Uno de los dos hombres que se lanzaron a por Lope había abandonado su impulso inicial para rodear a Orologgio. Ahora Lope se enfrentaba a un sólo soldado iracundo que le seguía entre los huevos. Lope intentaba usar una de las grandes formaciones como cobertura intermedia y al montaigne le sentaba cada vez pero este juego del gato y el ratón. Se arrojó hacia el dando estocadas alocdas y furiosas en el aire.

Lope retrocedió sudoroso. No estaba tan ágil como en sus tiempos de juventud y una de las estocadas le raspó el costado. Podía ver ahora sus costillas a través del corte en el costado, y ahora había un arañazo sanguinoliento que se extendía desde el sobaco hasta la cadera, peor por suerte no parecía haberle arañado mas que la superficie.

[SOLDADO D]

Uno de los hombres que ahora rodeaba a Orologgio dió un paso adelante y soltó una estocada de lado a lado, intentando segar la cabeza del vodaccio. Orologgio se retiró justo a tiempo de ver la punta del estoque pasar a la altura de sus ojos: Por un pelo.

[PENEJOTIZADO]

Armandó miró hacia sus pies. El suelo estaba cubierto por una densa niebla de un palmo. Sin pensárselo dos veces se zambulló en ella con Hook bajo un brazo. Luego empezó a arrastrarse por el suelo cual lagartija, intentando así ocultarse bajo la niebla y evitar al montaigne que ahora iba tras él.

El anciano corría llevado consigo a Etienne hasta detrás de los huevos.

TURNO DE LOPE

Pese a ser sólo uno, el oponente de Lope ha conseguido burlar su defensa y producirle un feo corte en el torso. ¡Por los pelos ha ido! El rostro del viejo castellano se tiñe de miedo cuando se lleva la mano a la herida y la recupera empapada de sangre. Trata de mantener uno de los grandes huevos siempre a su siniestra mientras rechaza estocadas y nuevos sablazos con la diestra, pero no siempre le es posible. De vez en cuando, mira con el rabillo del ojo en dirección a la puerta, de donde proceden las señales terroríficas. Poco a poco, la determinación se va sobreponiendo al dolor y el terror. En un momento, en el que el monteñés desatiende su guarda, Lope lanza su golpe.

Tras herir levemente al castellano el montaigne se había confiado....demasiado. Eso le costó caro cuando descuidó su defensa y Lope aprovechó la ocasión para ensartarle.

—Merde.— Pronunció el pobre idiota antes de desplomarse cual largo bajo la niebla. Lope extrajo la espada del cuerpo de un rápido movimiento y levantó la mirada para hacerse una idea de lo que estaba ocurriendo mientras tanto a su alrededor.