Partida Rol por web

Miró al compañero: - ¿200? Preguntó alarmado y le confesó a Ignacio: - Joder como suben las tasas.

- Pues necesitamos que se abra una cuenta para hacer el depósito inicial. Y dispuso el dinero.

Tras eso, y pagar, se puso a rellenar y mientras apuntaba, preguntó: - ¿Qué grado de confidencialidad tendrán los datos del personal que inscriba? Y aclaró: - No el que ponga como representante, que está claro que tiene que ser una "cabeza visible" sino del resto. COMSTAR era el valedor del secreto, de la confidencialidad y de la veracidad. Tenían que confiar en esta entidad, pero si no, uno de los compañeros simplemente se llamaría "MoRa".

Morton puso 25 créditos en la palma de su propia mano, y con ella estrechó la del afable taxista para pasarle el dinero.

Me he quedado con el número de taxi, amigo. La próxima le llamaremos de nuevo. ¡Buen viaje!

Había dudado en si hacer esperar al taxista para hacer con él el viaje de vuelta, o si dejarle ir. Finalmente pensó que para pasar inadvertido no era bueno que el mismo taxista tuviera la información de cuando llegaron y cuando se fueron de las oficinas de Manfed.

Buenos días-saludó a los soldados-. ¿Dónde tienen la mesa de atención al público?

Esperó a que soltasen alguna bordería, o las indicaciones de por dónde entrar y cuántos pasillos torcer. Mejor eso que seguir caminando, ignorarles y violar el perímetro poniendo a los guardias tensos empuñando el arma.

-A menos que cometa un delito de estado, pacte una alianza con los clanes en detrimento de la esfera interior o viole las convenciones de Ares, la confidencialidad está garantizada por parte de Comstar.-

Haciendo honor a lo que se esperaba de él, contestó con voz autoritaria; -No pueden pasar hasta que me digan el motivo de su visita.- Y se quedó esperando contestación sin dar más explicaciones.

—Como suponía, esta gente hace bien su trabajo —le digo a Lortmark con una sonrisa y busco una pantalla de noticias o algo así. —¿Alguna novedad por la galaxia? Supongo que aquí os enterareis de todo antes que nadie. —pregunto sin mirar al chico, como si realmente no esperase respuesta. —Desde chico he admirado vuestro trabajo... ¡es impresionante!

Anotó todos los nombres. Mientras el compañero, zalameramente, alagaba al acólito de la ventanilla, se le escapa una sonrisa. -Ríete tú, con lo herméticos que son, suerte si te dice su nombre.

Y las máquinas las puso como propiedad de la unidad, así, si alguien liaba alguna, no se perdería la máquina. Rakhir Lortmark se puso como Teniente de la unidad, y luego lo tachó. Sabía que ponerlo como teniente sería un menoscabo para la contratación. Además, como el ascenso era coordinado por los compañeros, seguro que le mandarían al carajo y se reirían de él.

- Me tengo que buscar unos galones. Pensó para si, ya que vestía el velcro desnudo, donde se tendría que "pegar" la divisa del empleo.

El acólito se te quedó mirando como si fueses un mono gigante con tres cabezas. -Pues....No. Aparte del atentado de esta mañana...ninguna novedad al respecto, pero siguen investigando la explosión.-

Me acerco al soldado y le digo en tono bajo, pero suficientente claro: 

Mercenarios. Mech propio. Antes del 27.

¿Te suenan esos conceptos?

Sin esperar su respuesta finalizo diciendo:

Pues entonces dinos hacia dónde debemos dirigirnos y deja de hacernos perder el tiempo.

Morton no pudo oír lo que le dijo Maximilian cuando se acercó a la posición del soldado de la Manfed. Lo que sí pudo fue ver cómo cambiaba el gesto del soldado y el ceño se fruncía descompuesto y con signo de evidente ira homicida.

Uy, uy, uy... Yo no quiero saber nada.

Por suerte, seguro que el soldado era un profesional, y no iba a perder los estribos así como así. Las fuerzas y cuerpos de seguridad siempre se caracterizaron por tener mucha mano izquierda.

Evidentemente la respuesta no le sentó nada bien al soldado.

-Pasen al recibidor. Allí deben dejar todos los objetos metálicos en la bandeja y pasar por el arco de seguridad. Luego el cabo Donovan les acompañará hasta la oficina de registro.-

El soldado abrió la barrera dejándoos pasar pero os dais cuenta que no os pierden de vista. En el recibidor, unos metros más allá, se encuentra el arco de seguridad y tres soldados más, ataviados con cascos, pistoleras y veis como parecen estar escuchando la radio. En cuanto avanzáis, veis como se incorporan los tres con cara de pocos amigos.

- ¿Un atentado? Preguntó inocente, como el que no sabe de que está hablando. - ¿Y qué ha pasado? ¿Dónde?

Empezaba a temer que hubiera relación alguna con la noticia de que un conocido, aunque fuera a distancia, le hubiera podido pasar algo.

Pensaba con angustia: - A que se han cargado al coronel.

El detector de metales le hizo dudar. Morton tenía miedo por el comunicador. En su paranoia, temía que si lo dejaba atrás, la Manfed iba a aprovechar la reunión para colocarle un micrófono y hacerle escuchas.

Buenos días... Quisiera saber si después de pasar por el arco se me va a devolver mi comunicador o se va a quedar aquí. Estoy esperando una llamada...

No quería mencionar la Serrek hasta que tuviera una respuesta. Morton aceptaba que el arma se quedase aquí, era algo de lo más normal, por motivos de seguridad. Pero si al final no les dejaban llevarse el comunicador, y uno de ellos tenía que quedarse fuera custodiando las cosas del otro, ese uno no tendría que desvelar la existencia de su arma a los soldados.

-¿No se han enterado?. Desde esta mañana no se habla de otra cosa.- El acólito parecía sorprendido. -Alguien ha atentado contra la vida de la princesa Catherine Steiner-Davion mientras estaba de vacaciones con su prometido, el cual, ha resultado gravemente herido. Ella se libró por muy poco. La bomba estaba colocada en el hotel. Precisamente ahora están llegando más noticias del atentado.-

En una de las pantallas aparece una joven periodista envuelta en una multitud de gente. Policías y otros reporteros aparecen también en pantalla junto a servicios médicos y bomberos.
Por detrás puede apreciarse vagamente los destrozos causados en una de las plantas del hotel, desde donde todavía sale humo.
-...con esta nueva fiebre de moda hay quien afirma que SunTzu Liao es el responsable del atentado y quien ha manejado los hilos desde las sombras. Sin duda la Confederación de Capela fue las más resentida cuando Hans Davion y Melissa Steiner contrajeron matrimonio. Estas teorias no han podido...- veis como la periodista se lleva la mano a la oreja interrumpiendo brevemente el infomativo, para continuar con voz apremiante. -Nos han comunicado que la policía ha hallado grandes cantidades del explosivo llamado termoglicerina. Las autoridades acaban de abrir una investigación que conducirá a los culpables de este crimen atroz y.......- 

Dejáis de oir el resto de lo que dice la joven a pesar de seguir hablando en la pantalla. Un sudor frío recorre vuestra frente y la boca se os queda seca. Tan solo podéis recordarr la etiqueta de esa caja, vislumbrada entre las pasadas de cazas, que apenas se veía en el camión cuando los soldados que asaltaron el "complejo farmaceútico" se la llevaban con mucha prisa hace casi una semana.
 

Ya en el arco, preguntas al soldado si puedes quedarte con el comunicador, el cual te responde sin mucha alegría y con desconfianza.

-Tendremos que inspeccionarlo.- Otro soldado al lado le increpa pidiendo silencio, hay noticias de última hora;

Parece que algo grave ha pasado y el comportamiento de los soldados se ve reflejado en ello. Todos, incluso los que están en la barrera principal unos cinco metros más allá parecen atentos a cualquier noticia que diga la radio que posee el soldado que ha mandado callar.

-...también hay quien afirma que SunTzu Liao es el responsable del atentado y quien ha manejado los hilos desde las sombras. Sin duda la Confederación de Capela fue la más resentida cuando Hans Davion y Melissa Steiner contrajeron matrimonio y no es de extrañar que quisieran hacérselo pagar matando a la princesa Catherine que, por un incidente con su vestido, no fue alcanzada por la eplosión. No así su prometido el cual se encuentra en estado crítico. Estas teorias no han podido comprobarse...- veis como el periodista deja de hablar interrumpiendo brevemente el infomativo, para continuar con voz apremiante. -Nos han comunicado que la policía ha hallado grandes cantidades del explosivo llamado termoglicerina. Las autoridades acaban de abrir una investigación que conducirá a los culpables de este crimen atroz y.......-  Dejáis de oir el resto de lo que dice la radio a pesar de seguir hablando. Un sudor frío recorre vuestra frente y la boca se os queda seca. Tan solo podéis recordar la etiqueta de esa caja, vislumbrada entre las pasadas de cazas, que apenas se veía en el camión cuando los soldados que asaltaron el "complejo farmaceútico" se la llevaban con mucha prisa hace casi una semana.

- ¿Y dónde fue lo de la Arcontesa? Su voz era de alarma crítica.

Estaba francamente preocupado, pero con los días que habían pasado, en estos momentos, podrían estar incluso en Nueva Ávalon la mecancía "incautada".

- No hemos sido nosotros, no hemos sido nosotros ... Se mentalizaba a si mismo.

Dejo todo lo que tenga metal sin ningún tipo de problema. El que los soldados no sepan pensar más allá del reglamento es algo a lo que no termino de acostumbrarme... aunque después de escuchar lo del atentado, entiendo que se cierren más de lo normal. Sea como sea, hemos venido a hacer una cosa y la haremos pese a las noticias.

Sigo actuando con normalidad. No somos los destinatarios de ese mensaje de radio, por lo que no debemos ponernos nerviosos. Miro a Morton, que ya ha demostrado no poder mantener la compostura delante del soldado, para ver si se comporta raro, y necesita que le tiren un capote.

-En el planeta del juego. Solaris VII.- Respondió sin perder detalle de la pantalla.

Ay, madre... Grandes cantidades de termoglicerina. Grandes... cantidades.

Morton miró de soslayo a Maximiliam. No podía saber si había llegado a las mismas conclusiones que él, pero parecía tranquilo, así que es probable que no. Pegó un discreto codazo a Maximiliam para llamar su atención sobre lo que contaba la radio.

A ver... ¿me devuelven ya mi comunicador?

Lo saben... Y saben que lo sé. Lortmark tenía razón: ese anuncio en la web de Manfed era una trampa para atraernos aquí.

Morton desenfundó su pistola Serrek. Con el puño de la chaqueta secó su frente. Aquello iba a estallar por todas partes.

No puedo dejar que me cojan con vida. ¿Disparo contra ellos? ¿O protejo a Denise y me pego un tiro directo a la sien?

Inspiró haciendo un poco de ruido, en un respingo, y dejó la pistola sobre la bandeja, como si solo la hubiese desenfundado para ponerla allí.

Mi... ¿Mi comunicador?-volvió a preguntar.

El soldado te devuelve el comunicador y os pide que le sigáis. Tras doblar un pasillo subís por una escalera al piso superior donde os pide que espereis en unos asientos dispuestos delante de una puerta. Un letrero indica el rango y el apellido del oficial a quien pertenece el despacho, Sargento Mike Halder.

Tras un breve momento, el cabo os hace pasar al despacho donde un tipo uniformado con galones de sargento os espera detrás de un escritorio.

-Encantado de conocerles, soy el sargento Halder. Si vienen para ofrecerse como unidad mercenaria debo pedirles que rellenen este formulario con los datos de la unidad a la que pertenecen.-