Partida Rol por web

Abrís los ojos. La habitación está limpia, algo aséptica, y aunque moderna, no oculta el aspecto evidente de clínica. Una clínica cara. Las lámparas están encendidas, aunque por la persiana bajada del único ventanal se filtran rendijas de luz de lo que parece un brillante día.

Hay cinco camas, en las que estáis tumbados todos, seis sillas en círculo en medio de la habitación, un armario, el ventanal del fondo con la persiana prácticamente cerrada y una puerta.

Abrís el tacto. Os estáis despertando, aunque de momento apenas podéis mover los músculos. Os sentís cansados y con la mente nublada. Podéis hablar, pero arrastrando un poco la mandíbula como si estuvierais embriagados.

Abrís el olfato. Es ese olor inconfundible a hospital a limpieza, demasiada limpieza.

Abrís el oído. Unos pasos fuertes llaman vuestra atención al otro lado de la puerta. Alguien manipula la puerta y se oye el tintineo metálico de unas llaves. Después una maldición y los pasos se van por donde vinieron.

Abrís el gusto. Tenéis la boca seca y sed, mucha sed.

¡A... *cof* ...agua!- Dide Jürgen aún demasiado afectado por el anestesiante y rebajando sus temores con instintos básicos.

Despierto acartonado... rígido. La lengua pegada al paladar, los dedos como garfios... ese regusto amargo en el fondo de la garganta...

- Joder... necesito un tiro... Es el colmo de un yonkie, tener lengua de trapo y no vivir el subidón...

- Ni los chistes me salen bien... menuda mierda...

Giro la cabeza, reconociendo el entorno. Veo a mis compañeros. Malditos bastardos. Los conozco bien, he hecho parodias de todos y cada uno de ellos en mi programa... casi puedo hasta imitar sus voces, cuando estoy en plena forma... y colocado.

Escucho el tintineo de las llaves. Alguien quería entrar. Quería darnos agua, comida... un teléfono para llamar a mi camello... ¿Qué coño hago yo desintoxicándome? Aún soy joven para eso. Maniobras publicitarias... Grito con todas mis fuerzas hacia la puerta, aunque sólo sale un susurro desagradable y entrecortado.

- ¡Oiga! ¡No se vaya! ¡Estamos aquí!

Oís la voz de Jürgen como si fuera un viejo agonizando en medio del desierto, pero de alguna forma sabéis que es normal. No, normal no. Habitual.

Boca seca, ojos vidriosos y malestar general. Stuart pensaría que se ha pegado una buena juerga con drogas y alcohol si no viera las frías camas de hospital y las personas que estaban con él. No se pegaría ninguna juerga con casi ninguno de los allí presentes, con algunos había tenido algún encontronazo y con otros ni siquiera deseaba conocerlos nunca. La sed y una sensación de haber olvidado gran parte de su vida, incluyendo qué narices hacía en lo que parecía una clínica de desintoxicación, pateaban su mente.

Oh, Dios, quiero una aspirina y un vaso de agua. No recuerdo ni como puñetas he acabado aquí, que yo recuerde mi agente nunca me convenció para ir a un sitio así.

Los pasos alertaron sus sentidos disminuidos. Alguien llegaba, los pasos lo confirmaban. Quién entraría por esa puerta era un misterio para John, ni siquiera estaba seguro de si la visita tendría buenas intenciones, aunque podría resolver algunas preguntas. Paciente y abatido, John miraba la puerta con sus ojos apagados y legañosos. Pero nadie abre la puerta. Desorientado y con la voz áspera, Stuart Jr se permite decir pocas palabras.

Mierda... estoy jodido

Es lo único que dice antes de vomitar. Estaba muy mareado.

Jurgüen, achacoso y desgastado, mira alrededor, reconoce en las camas de ambos lados a John Stuart Jr. y a Matty Matt. El guionista imbécil y el payaso del vulgo al que le falta una pelota roja en la nariz.

¿Qué hago con estos dos retrasados? Le pedí explicitamente a Jones que me consiguiera una habitación individual. A saber quien habrá en las otras camas.

Al oir la vomitera de John sobre su sábana, se gira.

Vaya, al fin el guionista tiene algo interesante sobre lo que hablar.

Jürgen se da cuenta de que está mucho más mareado de lo que estan aquellos dos individuos, son las cosas de la edad.

Enfermera- dice en un murmullo grutural. -Sáqueme ahora mismo de esta habitación o podré una demanda de la que pueda vivir cien años más.

 Escuchaba muchas voces a mi alrededor, al principio parecían distorsionadas, poco a poco iban aclarándose, una de ellas en particular me sonaba demasiado ¿quien está urgando en mi mente?. Mi visión se va recuperando poco a poco, esta sensación en la boca... me resulta tan familiar ¿esta vez había llegado demasiado lejos?no, eso no era posible, yo no tenía límites, nadie podía ponerme límites. Seguramente mi agente estará contento por verme en una clínica, pero yo sé que esto ha debido ser obra mía pero maldita sea, no recuerdo nada.

- ¿Quien anda ahí? ¿sois mi conciencia? mmmmm lo que daría por un buen vaso de zumo de mango...

En ese instante solo quería paliar mi sed, casi no daba importancia a todo lo que había a mi alrededor. Sé que una persona "normal" habría entrado en pánico pero yo no, me había visto sometido a tantas pruebas surrealistas puestas por mi mismo, que esto no era más que una etapa más de mi vida.

- Maldita sea... ¿donde está mi cámara? seguro que podría representar la quintaesencia del caos en esta situación- Dije esbozando una sonrisa mientras ladeaba la cabeza a causa del peso.

Tras levantarme un poco descolocada... o colocada... en fin...

Menuda jaqueca -dije. ¿Qué son estas voces...? Miré a mi alrededor, podía reconocer a diversos tipos, alguno de ello demasiado excéntrico que me sonaba de algo ¡Cierto...! -pensaba. Ese es...

Tras oir unas voces detrás de la puerta y no hacernos caso, sentí que necesitaba moverme.

Mmmm... es esto una especie de guión? No me importaría relanzarme al estrellato... ¡Que alguien me lo explique!

Me incorporo en la cama sintiendo las articulaciones como engranajes oxidados... y dolorosos. El ansia me puede... ese imparable instinto devorador, totalitario, que no permite muchos pensamientos coherentes. Sólo soy capaz de desear una raya... una inmensa raya que me transporte al mundo de la felicidad dinámica y arrolladora, que me haga sentir un triunfador, un Dios omnisciente y todopoderoso, que me haga crecer hasta ser gigante. Quiero hincharme, ponerme morado, hartarme, bajar el efecto con whisky y meterme más... El grito, esta vez, suena de verdad.

- ¡JODER!

Miro a los otros, con la disculpa escrita en los ojos. Son buitres... aves de rapiña... no dudarán en lanzarse sobre mis restos y convertir mi cuerpo en un reluciente esqueleto si ven el menor signo de debilidad... ¿Qué mierda estoy pensando? Un segundo vistazo me hace comprobar lo patéticos que somos todos. Titanes caídos, dinosaurios de otra era, pagando caro el subidón que nos otorgó nuestra grandeza perdida.

- Esto es un asco... ¿Dónde está mi ropa? Escuchad... sé que estáis aquí porque no va bien, la cosa... quiero decir... porque os habéis pasado cuatro pueblos, y ahora os sangra la nariz sólo de pensarlo pero... ¿Quién viene a un sitio de estos sin provisiones? No me jodáis que de verdad estáis buscando estar limpios... ¿Nadie tiene a mano... nada?

A medida que hablo, mi tono va pasando de chulería acostumbrada a lamentable súplica. Voy siendo consciente de lo triste de mi situación. Si alguien pusiera una cámara y lo emitiera en directo... Joder, esto sí que es cómico. Y sin necesidad de hacer chistes ni ponerse pelucas absurdas.

Volveis a escuchar pasos, no tan pesados, y un nuevo tintineo metálico en la puerta. Esta vez, una llave entra en la cerradura y da dos vueltas. La puerta se abre y entra un enfermero sonriente. Parece irradiar buen humor.

¡Enfermero! ¡Enfermero! *COFF* *COFF* Sáqueme de esta habitación en este mismo instante. - Dice girándose hacia la puerta.

Y borre esa puta sonrisa *cof* de una vez.

- ¡Buenos días! Soy Ross, espero que estéis todos despiertos. Ya veo que el señ...perdón, que Matty Matt está... enérgico

Ross se acerca al gran ventanal pasando delante vuestro y sube la persiana del ventanal. La luz de la mañana inunda la sala y os ciega un poco, pero es reconfortante el calor que desprende.

- ¡Bueno! Hoy os he preparado algo especial... - Ross muestra en su mano cinco pastillas de colores. Os chocan los colores, recordáis que tomáis medicación, pero no de tantos... colores.

Ross os guiña un ojo y sale un momento de la habitación. En apenas unos segundos vuelve con una bandeja con vasos de agua y os va dando uno a cada uno, junto con una pastilla. La de Jürgen parece de café, la de Victor es arcoiris, la de Matt blanca y azul, la de Alexandra amarilla y la de John naranja.

- Tomáosla y comenzaremos la sesión - dice cerrando la puerta.

Después se pone a colocar las sillas del centro de la sala.

- Siempre igual señor Jürgen... pero hoy quizá tenga suerte - Ross se puso serio, aunque parecía contener la risa - Después de la visita del Doctor Van Der Kolk os tengo preparada una sorpresa

Hagamé el favor, enfermero, y limpie a este hombre.-dice mirando a John.- El olor de sus fluidos internos empieza a darme arcadas.-

Ya incorporado en su cama pero con el estómago tan revuelto como la cabeza, mira al enfermero con ojos acusadores y empieza a tomar consciencia de la situación.

- Oh... vaya...

Ross vuelve a ausentarse unos segundos de la sala y vuelve con una fregona y un cubo. Limpia el vómito de John, y después limpia parte de la cama.

- Creo que ya es mejor que nos movamos a las sillas

Coge a John con bastante facilidad en brazos y lo lleva hacia las sillas del medio.