Partida Rol por web

El viaje a la ciudad de los muertos no fue difícil para hombres experimentados como aquellos. Desde que habían pisado la tierra que lindaba con la última casa de Bremie, no se habían cruzado con ningún otro ser vivo... ni muerto.

Los cinco hombres caminaban tranquilos, aunque atentos de lo que sucediera a su alrededor. Las ventiscas de nieve cruzaban entre los caminantes, y obligaban a arrebujarse en las capas, mantas y ropa de abrigo que pudieran haber llevado. El sol parecía no estar calentando, como si un velo se interpusiera entre ellos y el Astro Rey. ¿Es que eso era natural o había algo más influyendo en todo esto? Si había muertos vivientes, ¿por qué no algo más influyendo en el clima. Lo cierto era que había frío, mucho frío. Y nieve...

La última visión que habían tenido de los bremienses eran los preparativos y el miedo de éstos ante el posible fracaso de los valientes (o estúpidos) que irían hacia allí.

Llegando la tarde, y habiendo hecho un leve descanso a la vista de las murallas para estar con fuerzas para lo que los esperara, pudieron ver que, a pesar de que la puerta estaba levemente abierta, no parecían haber cruzado los muertos. No había huellas que salieran ni que entraran... al menos era lo que se veía desde donde estaban, a un par de minutos de la muralla.

" Éste viento me cala los huesos. Menos mal que tomé ésta manta en esa taberna, la ropa de abrigo no creo que hubiera sido suficiente. Pero aun conserva un poco de olor a muerto... nada que ya no haya sentido antes"

Mientras más cerca de la muralla, más se siente el hedor de cuerpos putrefactos. Agarro con fuerza mi hacha y su ubicación en mi hombro se hace evidente el deseo de entrar. 

"Escalar es imposible para mi... por lo que se ve, no hay guardias presentes que impidan el paso.. y si los hay, pronto no los habrá.." Me adelanto del grupo, solo unos cuantos pasos lejos de mis compañeros. Mi búsqueda comienza en la puerta y luego ambos lados de la muralla, lo que mis ojos puedan observar.       

"El frío no es natural... que mierda más nos vamos a encontrar ahora."

Nuestro "patrocinador se iba a encontrar con los bolsillos vacíos si llegábamos a volver vivos. Se las iba a cobrar con intereses monstruosos. El tipo de seguro ya sabía lo que era todo esto cuando nos mando en esta misión.

La vista de la muralla me saco de todo mis pensamientos y me devolvió a la realidad. Apreté el puño en la empuñadura de mi gastada espada. Eso siempre me daba tranquilidad antes de una batalla, que era lo que se nos venía encima; una verdadera batalla.

Me gire hacia los demás. -Alguien es bueno en...- No pude terminar de hablar. ¡Rarkan no estaba! Para cuando mi vista lo ubico mi mente solo podía insultarlo sin parar. Se había mandado solo sin preguntarle a nadie... si las cosas le salían mal iba a ser su muerte y encima no teníamos ningún plan aún.

"¡Hijo de puta! Ojala se coman hasta tu pija gladiador estúpido."

No iba a ayudarlo. Si salían a buscarlo los muertos iba a ser un suicidio pelear en la puerta, atrayendo a todas esas criaturas al exterior. Si la cagaba era el fin de la misión.

Arnald evaluaba la situación: el frío antinatural, la falta de muertos ambulantes, la tranquilidad espeluznante.

"Habrá que ser muy sigiloso... Quizás Edward o yo podamos... ¡Por Soid!¡Qué mierda!"

Rarkan se había adelantado, solo, inesperada e impulsivamente. 

Grind apenas alcanzó a hablar:

 -Alguien es bueno en...

Rarkan intentaba acercarse a la puerta...

-Si no lo logra y lo descubren, no se dispersen.

El gladiador se adelantó unos pasos, lo suficiente como para que las voces no llegaran hasta él a menos que se gritara, pero luego se detuvo. Su cabeza demostraba que buscaba encontrar algo en la lejanía, pero si este vio algo, no parecía muy interesado en demostrarlo.

No ves nada que te llame la atención más allá de lo que ya describí.

Unos cuantos pasos adelante no cambiaba el panorama. Volteé la vista hacía atrás y solo vi zancadas fuertes como si las brazas del mismo infierno apuraran el paso del veterano. " ¿y a éste que le pasa? ¿El frío también lo pone de mal humor?... Me pregunto en que situación no está de malas. Bueno, supongo que ésta situación el mal humor nunca sobra.

Volví la vista a lo que realmente importaba, "Un plan es necesario, una cuidad enterar de muertos lista para qué?... solo falta el motivo para que despierte la bestia..."

"¿Será tarde para orinar? Vaaaa, que más daaa.." Clave mi hacha en la tierra, estiré mi espalda y saque mi miembro para saciar esta curiosa necesidad.. ¿Será que estoy viejo ya?   

"¿Esta meando? Jajajaja maldito hijo de puta... Este no le teme a nada o no le importa nada."

Mire al resto con rostro serio y examine sus rostros para ver que opinaban de la situación. Algo me estaba dando mal espina a mi. ¿Por que diablos los muertos no se habían ido al diablo de la ciudad maldita?

-¿Que quieren hacer? ¿Entramos?-

Tanto Eduard como Anton miraron a Rarkan y luego a Grind. Anton, además, miró a Arnald.

-Yo puedo acercarme y ver qué tenemos frente a nosotros, pero nos tendremos que acercar todos un poco más. De trepar ni hablar...- dijo Anton mirando un poco hacia la ciudad y otro poco hacia el grupo que tan poco organizado parecía hasta ahora -¿Tienen alguna otra idea?- preguntó para finalizar mientras ponía sus manos sobre las empuñaduras de sus hojas.

Anton tenía razón. Trepar era una locura. No es que Arnald tuviera miedo -cosa que jamás admitiría de todos modos- pero la idea de tanta tranquilidad le resonaba mucho en su incansable cabeza.

"Debe haber otra forma de entrar"

-¿Por qué no buscamos una entrada más discreta? Quizás tú y Eduard puedan ayudarme a buscar.-dijo dirigiéndose al veterano legionario.

-¿Qué?.... tenías ganas, jajajaja- tomé mi hacha. 

La opción de escalar estaba descartada y realmente no era necesaria. En cambio entrar a escondidas se me hacía más fácil, pero no debíamos prolongar más la tan ansiada batalla contra esas criaturas.

-Propongo entrar-  dije apoyando mi mano en el hombro de Grind. - Ya que no demuestran tener demasiada noción de donde se ubica la puerta principal. Más bien, parecen sin conocimiento que existe tal salida-    

Eliminar toda una ciudad... no iba a ser tarea fácil, eso seguro. Si supusiésemos que son entre 100 y 150 estaríamos hablando de una desventaja de 20 a 1 como mínimo.

-Creo que debemos hacer las dos cosas. Deberíamos ver si las demás entradas están abiertas o cerradas. Luego procuraremos que solo una quede abierta y entraremos por esa, buscando un grupo pequeño para enfrentar y medir nuestras fuerzas, asi podremos ver más o menos contra cuantos de estos malditos a la vez podemos pelear.-

Mire a los demás para ver que opinaban del plan. No era la gran cosa, pero sin saber nada del interior era lo mejor que podíamos hacer.

"Es perdida de tiempo" Volví la mirada a la puerta, la ansiedad me quemaba como fuego de mil infiernos, había que avanzar. -Me parece postergar lo inevitable, pero si es lo que prefieren deberíamos apresurarnos-  

Luego de dar un gran rodeo a todo Nerdua, pudieron comprobar que de las dos puertas que había, sólo por la que llegaron al principio podían salir las criaturas, o entrar los aventureros.

La muralla parecía firme e igual de difícil de trepar en todos sus puntos: o se trepaba o se cruzaba el portalón de ingreso.

-Parece que tendremos que entrar por la puerta. Deberíamos pensar en una formación que nos beneficie para combatir. Podríamos encabezar la formación Rarkan, Grind y yo,  y que Eduard y Anton cubran nuestra retaguardia ¿Alguna alternativa?

Arnald sugirió esta fiormación para aprovechar la fuerza de sus compañeros en el frente. Pero sabía que Grind, viejo experimentado en el combate, quizás podría hacerlo mejor.

-Suena bien. No creo que ir en plan sigiloso sea lo más práctico. Deberíamos formar un bloque compacto y luchar juntos, sin aperturas.-

Soid fuese a saber que nos podía deparar el destino si esas cosas agarraran a alguien separado del grupo por sorpresa. No, lo mejor era ir compactos y en formación, y pelear hasta el cansancio.

Mire a los demás. Al menos que alguien tuviera algo más que decir no quedaba más que empezar.

Tanto Eduard como Anton asintieron en silencio. Sus mentes estaban más ocupadas en quitar los miedos que se avecinaban como las criaturas que tendrían que enfrentar en apenas pocos minutos...

Todas las miradas se posaron sobre el gladiador que se había mantenido en silencio durante el debate estratégico. ¿Sabría qué era la estrategia o sólo esperaba a que la sangre corriera?

-Que así sea! preparen sus armas compañeros, esto se va a poner bueno.- La gloria no se debía hacer esperar. Mis pasos se empezaron a dirigir hacia la entrada. Mi hacha blandida con mis dos manos y el viento en contra solo así más gloriosa la entrada.

Hubiera dado lo que fuera para tener a algunos soldados a mi alrededor. La disciplina del hombre de armas, más aún cuando esta por enfrentarse al enemigo era algo realmente valioso. O al menos asi era en la legión...

Suspire, no era momento de dejarme llevar por esos recuerdos del pasado. Ahora eramos nosotros cinco y nadie más vendría. Era momento de afrontar lo que venía y hacerlo con la espada y el pecho en alto.

-Vamos allí entonces, pero en silencio.-

"Tal vez debería haber dejado que me reclutaran en la guerra..."

En formación compacta, bastante bien para hombres sin ningún tipo de entrenamiento militar, avanzaron en silencio hacia la puerta de Nerdua. Grind, Rarkan y Arnald encabezaban la marcha abriéndose paso por la nieve, mientras que Eduard y Antón los seguían pocos pasos atrás con sus finos aceros desenvainados. El frío y la humedad calaba profundo, no había ropa que resistiera. Pero un frío más profundo aún era el que había en sus corazones. La muerte misma los esperaba detrás de aquella puerta ligeramente abierta y hacia allí se dirigían, resueltos o no, a finiquitar el inicio de algo que podía extenderse vaya uno a saber hasta dónde.

Cuando llegaron ante la puerta, un murmullo llegó hasta ellos. ¿Gemidos? ¿Quejas? No se habían decidido por cuál de todas las posibilidades cuando divisaron levemente en el suelo, cerca del umbral de la puerta huellas que se alejaban de allí. No podrían identificar de cuántas personas, o seres no muertos, pero tenían un tiempo.

Grind se separó del grupo para echar un vistazo por el resquicio de la puerta. Sus ojos vieron una ciudad, pero también a sus ciudadanos caminando erráticamente en pequeños grupos por las calles cubiertas de nieve. El caminar pausado y sin impedimentos había hecho que la nieve se depositara en algunos rostros, además de haber dejado pequeños senderos en la nieve.

Cuando volvió con el grupo, pudieron percibir cómo pasos se acercaban hacia ellos. Las armas prestas en sus manos, la mente repleta de pensamientos sombríos y los corazones añorando tiempos mejores...

Un grupo de cinco otrora hombres con ropajes desgarrados y carnes putrefactas, pero no lo suficiente como para caer inertes en el frío suelo y convertirse en pasto para los gusanos, salió abriendo levemente la puerta. ¿Cómo no los había visto Grind? Tal vez no se había asomado lo suficiente. ¿O habrá sido aquel grupo que deambulaba cerca de la puerta? Todo aquello no importaba ahora. La superviviencia lo era todo...