Partida Rol por web

Anton estaba cambiándose en su habitación de la "Descanso del nocturno". El cinto con la espada y la daga ya habían sido colocados cuando alguien golpeó a la puerta.

-Señor Anton...- dijo una voz levemente apagada por el grosor de la puerta, que no era un ejemplo de regia puerta -¿Se encuentra aquí? Soy Edamir-

Edamir... ese muchacho sí que sabía meterse en problemas. La última vez que se vieron con Anton, estaba siendo perseguido por dos guardias de la caballería ligera.

Al oir el nombre Edamir, aceleré todo proceso de vestidura. Me levanté de la cama y dirigí mis pasos hacia la ventana, abriéndola y echando un vistazo casi rutinario hacia la calle. El control es algo que, lamentablemente, y de forma casi obsesiva, intento ejercer desde el comienzo del día.

Dejé la ventana abierta, y giré sobre mis pies, contemplando la habitación y cerciorándome de no haber dejado ninguna de mis ya pocas pertenencias.

Mano izquierda sobre la daga, mano derecha en puerta. Coloqué un pié a modo de traba y la abrí apenas unos centímetros.

-Edamir...- dije en un tono de voz casi de sorpresa -¿Qué te trae por estos lados?-

Edamir estaba parado, tranquilo, del otro lado. Sabía que su amigo era muy desconfiado, por lo que había mantenido cierta distancia de la puerta para que no se sintiera amenazado.

-Anton- saludó con una sonrisa -¿Puedo pasar? Tengo información que te puede resultar útil...- le dijo abriendo las manos con las palmas hacia arriba.

El muchacho, de unos veinte años, tenía sólo una daga en el cinto. Anton sabía que no era muy adepto por las confrontaciones, sino que intentaba solucionar todo con las palabras... o las monedas.

Sacando el pié, y asomándome al pasillo, le abrí completamente la puerta.

-Claro Edamir, pasa. Disculpame, estoy algo perturbado...-

Cerré la puerta apenas él la flanqueó, y con un gesto le señalé la unica silla de la estancia.

-Siéntate. Dime, ¿cómo estas?, la última vez no pudimos hablar mucho. ¿Qué información es esa de la que hablas?-

Edamir le dio la mano a manera de saludo y tomó asiento mientras daba un vistazo general de la habitación. No era una muy lujosa, más bien todo lo contrario. Tenía una sola ventana, pequeña donde apenas podría pasar un hombre. Un catre y una silla. Nada más ni nada menos. Anton había estado en lugares peores.

-La próxima avísame y te puedo conseguir un lugar donde pasar la noche que no sea en una pocilga- le dijo a su amigo -Creo que algo te vendrá bien... es un trabajo, para Armind Aglazor y que parece que hay buena paga- soltó Edamir con una sonrisa.

Armind Aglazor era un noble con cierta influencia que gobierna sobre una zona cercana a Ávanil. Dicen que es un hombre de negocios y que paga bien. Y algo que le llamó la atención a Anton cuando escuchó hablar sobre él, de boca de Leah, fue que está bastante enemistado con su primo, Simmon Aglazor...

-Aglazor...- dije pensativo -Armind Aglazor-

Casi inconscientemente sopesé mi bolsa de monedas. Apenas quedaban un par dentro, y no de las más valiosas. Necesitaba algo de dinero. *

Di unos pasos por la habitación recordando todo lo que sabía acerca de aquel nombre. No era mucho. Pero tenía la impresión de que podría sacar ventaja del trabajo. Aunque el apellido Aglazor significara para mí, tanto muerte como vida, odio, como amor; tenía que saber a donde me conducía ésto.

-Armind...- repetí -No estoy tan familiarizado con el nombre, más allá del conocimiento popular. Pero Edamir, tu y yo sabemos que eso no es lo más importante a la hora de aceptar un trabajo-

Con un movimiento casi imperceptible volví a tocar mi ya flaca bolsa de monedas.

-Me interesa. Cuentame más...-

La mirada del joven se posaba en el pensativo amigo. No lo quería interrumpir en sus pensamientos, sino que prefería esperar. Notó el gesto ausente de tocar la bolsa, y lo entendía. En su tiempo a él también le sucedía mucho... ahora, hace tiempo que no sufría de escasez.

-Mira... me llegó el dato de que está buscando gente diestra... y discreta para un trabajo muy bien remunerado- dijo Edamir -Mucho más no sé, pero pensé en ti al instante. Debes presentarte en su hacienda, y di que vienes de parte mía- le guiñó un ojo -He hecho un par de trabajos para él y me tiene en estima-

Se levantó de la silla y continuó.

-Yo si fuera tu iría hoy mismo, no fue hace mucho que está buscando gente- dijo extendiéndola la mano -Espero te sirva-

Le tendí mi mano también.

-Entiendo. Si es asi...- dije cerrando la ventana -no tengo tiempo que perder-

Dirigiéndole una sonrisa a Edamir, me apuré en ir hacia la puerta.

-Salgamos, el día no espera a nadie, menos a un Artista con hambre-

Saludando al posadero, salimos ambos por la puerta de la "Descanso del nocturno". La promesa de una mejora en el peso de mi bolsa me había cambiado el humor, pero aún mejor, la posibilidad de encontrarme con Armind Aglazor me podría suponer una ventaja no sólo económica.

Pensaba todo ésto mientras observaba el paisaje general de las calles.

-Edamir, agradezco infinítamente la información que me has facilitado, y agradezco que hayas pensado en mí. Últimamente no estoy del mejor ánimo, pero eso lo has cambiado tú ésta mañana- dije dirigiéndome a mi amigo mientras apoyaba amistósamente mi mano en su brazo -disculpa la hosquedad con la que te he recibido antes. Me marcho inmediátamente a ver a Armind. Si te busco ¿Te encuentro dónde siempre?-

Ante la respuesta positiva de Edamir, esperé a perderlo de vista y entré nuevamente a la posada. Le pedí agua caliente al posadero, y me despojé de un par de lábregas. Sabía que para relacionarse con un noble, y caerle en gracia, mínimamente debería intentar oler como uno.

En media hora ya estaba un poco más limpio, rasurado, y en marcha hacia la residencia de Armind Aglazor.

Edamir sonrió ante la respuesta alegre de su amigo. Hace tiempo que no lo veía así... ¿cuándo había sido la última vez que habían salido de juerga, mujeres y duelos? No lo recordaba realmente.

-Sí, amigo, donde siempre- dijo Edamir -Pero cuidado que he puesto un guardia nuevo- agregó con un guiño -Dile que eres amigo mío... no te dejará pasar pero al menos no te pegará hasta que llegue yo- soltó una carcajada melodiosa -Las puertas de "Rincón del vago" siempre estarán abiertas para ti- saludó y salió de la posada con paso rápido.

"Rincón del vago" era un garito de juegos y prostitutas. Edamir siempre decía que algún día sería el dueño del lugar... pero mientras tanto sólo era un regenteador. Cuando decía que él lo había puesto, en realidad era que el dueño lo había hecho por recomendación suya.

Cuando Anton estuvo lo suficientemente aseado como para no dar lástima, se dirigió al barrio rico de Ávanil. No era un largo trecho, y lo conocía de memoria. Con los ojos podría haber llegado sin problemas, pero no lo habría hecho a la casa que necesita, sino a otra, donde probablemente, a esa hora, hubiera significado una buena paliza como mínimo.

-¿Qué desea?- preguntó el guardia que estaba apostado frente al portón de la casa de Armind Aglazor.

Seguramente, si no hubiera hecho esas tareas de higiene, el matón no hubiera preguntado eso sino se habría limitado a golpearlo con la maza de cabeza de metal que llevaba al cinto.

La hacienda de Armind era una casa lujosa, pero no ostentosa. Un portón con un pequeño muro separaba la vida de cualquier soidiano de a pie con el edificio donde el noble transcurría sus días.

Adoptando una postura erguida nobiliaria que tan poco gusta a las clases bajas, me dirigí al guardia.

-Tenga usted, buen hombre, un muy buen día- dije en tono amable y con una sonrisa, no del todo verdadera en el rostro, pero procurando usar un lenguaje apropiado a la zona. Proseguí -Estoy aquí para entrevistarme con vuestro señor, Armind Aglazor, acerca de un trabajo. ¿Puede hacerle saber que estoy ante su puerta? Dígale también, por favor, que vengo de parte de Edamir- coroné la oración con el nombre de mi amigo, así, tenía más seguridad que el guardia no obviaría ese dato.

Me maldije a mi mismo por no saber nada del trabajo en cuestión, pero lamentablemente esa era la única información con la que contaba. Ahora esperaba que el hombre que tenía al frente supiera de lo que estaba hablando y no hiciese demasiadas preguntas.

El guardia se irguió a su vez enderezando su postura pensando que el muchacho era un noble. Los modales los tenía... hasta que reparó realmente en las ropas. Sonrió de lado y confirmó su sospecha cuando el joven pidió trabajo. Si hubiese sido un noble, y que se precie de ello, no habría buscado trabajo por la puerta principal. Pero dijo un nombre, y cuando había nombres de por medio, no quería equivocarse y recibir una reprimenda que le pudiera costar alguna moneda en absoluto. Los Aglazor eran así, había algo mal hecho, te lo descontaban de la paga.

-De acuerdo, muchacho- respondió tocando la puerta a su espalda.

Ésta se abrió y un hombre había del otro lado.

-¿Qué sucede, Edd?- preguntó el nuevo.

-Quédate un momento, John- respondió el otro y se metió al patio de la casa.

Pocos minutos después, Edd volvió con noticias.

-John, guía al joven a la sala de audiencias del señor- dijo con solemnidad para luego dirigirse a Anton -Él te guiará-

-Dime muchacho, ¿a qué vienes?- le preguntó John con inocencia. No era la pregunta de alguien que quiere sacar información sino la de alguien que desea preguntar algo.

Tardé en responder, no es que quisiera evadir la pregunta, sino más bien que no quería que me formulara otra antes de llegar a la Sala de Audiencias, si bien proyectaba seguridad en mis pasos y cofianza en mi andar, no tenía demasiadas ganas de cometer aglún error en casa de un Aglazor.

Ya habíamos ingresado a un gran salón recibidor que se abria ante nosotros. Aunque no solía usar la puerta principal para entrar a ninguna casa noble, ya conocía la estancia, no ésta en particular, pero los nobles tienen gustos muy parecidos entre ellos. Patéticos.

-Se puede decir que...- estiré la respuesta lo más posible hasta alcanzar las escaleras que conducían a la planta superior -voy a trabajar para el señor Armind-. El uso de su nombre, desprovisto del apellido, no fue en vano.

Ya habíamos llegado a la planta superior, y dejado atrás el lujoso salón recibidor. Ahora las estancias era más cálidas, se notaba que tenía un mayor uso diario. Menos lujos, y más comodidad. 

John, con un gesto incierto, que transmitía duda, me guió hasta una estancia casi al final del pasillo con una gran puerta doble. Tocó dos veces. Luego de un instante (pausa necesaria de todo noble), una voz indicó que pasara.

Se abrió la puerta, del otro lado estaba mi futuro empleador.

Armind Aglazor se encontraba en un estudio con dos guardias en la puerta. Estaban bien armados, mucho mejor de lo que podría aspirar un soldado de la caballería ligera Dormenia... era un noble con dinero, eso estaba claro.

-Pasa, muchacho, pasa- dijo el noble con un gesto de su mano indicando la silla que había enfrente de él. 

John le hizo una leve reverencia con la cabeza y se encaminó a volver a su puesto.

Armind era un hombre que rondaría los cuarenta veranos, con mirada astuta, cuerpo esbelto y muy bien vestido. Rostro cuidado, espada al cinto y mucha seguridad de sí mismo.

Cuando Anton hubo tomado asiento, un sirviente se acercó y le ofreció a ambos una copa de vino especiado.

-Anton Calara... tu fama te precede... en varios sentidos- dijo con una media sonrisa cargada de sentido -Tengo un trabajo que requiere discreción y buen manejo de la espada- continuó -Ambas cosas por las que te he llamado ya que me dijeron que eres espada a sueldo del tipo que necesito-

Entendí que el hombre que tenía al frente estaba bastante informado sobre mi persona, lo cual me dio a pensar si ya sabía de mí antes de que Edamir haya mencionado mi nombre, o si en un cortísimo lapso de tiempo había recabado información. Ambas conjeturas hablaban mal de mi sigilo.

-Veo y admiro, mi señor, su cautela al informarse sobre el hombre que recibe en su casa- le dije, haciendo una reverencia de esas que tanto gustan a los adinerados -Anton Calará para servirle, le han informado bien sobre mi espada y mi discreción, pero no se deje llevar por cotilleos sin sentido- también esbocé media sonrisa para ver como reaccionaba, aparentemente este Aglazor, no era como aquellos Aglazor -cuénteme más acerca del trabajo que mencionó-

Con las manos delante, ahora desprovisto de gesto y ojos atentos, esperé a que Armind Aglazor comenzara a hablar...

-Me alegro escuchar que aceptes...- dijo Armind -El trabajo no debería ser demasiado difícil teniendo en cuenta que eres un joven con experiencia en la calle y además estarás acompañado de hombres casi tan diestros como tú- continuó hablando con voz pausada, tranquila, el ritmo de un hombre que tiene todo el tiempo del mundo por delante -Deben ir con los demás agentes, que pronto se conocerán, a Bremie que es el pueblo más cercano a Nerdua... donde está el problema. Me han llegado rumores de diversa índole y quiero saber qué sucede allí... deben eliminar el problema de raíz-

El noble dejó una pequeña pausa para tomar un sorbo de su vaso.

-La paga será generosa, ya que me gustaría que volvieras a trabajar conmigo más adelante- si sobrevives -ya que creo que ambos podemos salir beneficiados de nuestra amistad... ahora bien, volviendo al trabajo que necesito ahora, serán tres coronas de oro cuando se finalice el trabajo con un informe sobre la situación en Nerdua. Cuando te necesite te mandaré a llamar de nuevo, ¿dónde te puedo buscar?-

El "trabajo", no debía ser lo que se dice legal, ya me lo imaginaba. Lo sabía. Pero ante la poca información que Armind Aglazor me estaba dando, comencé a dudar acerca de la peligrosidad que podría implicar. Pero tres coronas, son tres coronas. Ahora sólo quedaba tratar de negociar, estaba necesitado, pero no era idiota.

Manteniendo mi postura, esperé a que terminara de hablar y le sostuve la mirada en silencio unos segundos.

-Para lo que usted necesite me encontrará donde Edamir, siempre, para mi es todo un gusto trabajar para persona de su importancia- le dije con una sonrisa -Ahora, volviendo al tema del trabajo...-

Hice una pequeña pausa y me adelanté un paso, bajando la voz.

-Comprenderá usted, como diligente señor que es, que no es recomendable afrontar una tarea sin tener al menos, mínimos conocimientos del asunto. Quiero decir, no es lo mismo cazar un ciervo, que cazar un conejo. Por eso lo que le voy a pedir no creo que le suene ajeno y descabellado- otra pausa -Me gustaría saber un poco más sobre la clase de "problemas" que vamos a afrontar en Nerdua. Seré el doble de eficaz si puedo preveer contra que estoy lidiando. Y por otro lado, un adelanto de quince escudos, para prepararme idoneamente para la ocasión-

Creí haber realizado bien el pedido, había que ser directos con estas personas, y endulzarle los oidos, pero sin pasar el limite de lo ridículo. Al frente tenía la mirada severa de Armind Aglazor, me devolvía absolutamente nada mediante sus gestos, pero estaba seguro que comprendería lo que estaba pidiendo.

Armind solamente asintió ante la respuesta de Anton sobre buscarlo en lo de Edamir. Pero cuando habló de lo demás, sonrió una vez más con suficiencia.

-Me alegro que sea tan... diligente- comenzó hablando el noble -El problema es ese mismo, que no sé realmente qué está sucediendo allí y por qué no recibo el tributo que me corresponde como gobernador de dicha región... para eso contrato gente preparada que pueda lidiar con lo que sea, con iniciativa propia y con discreción... ¿entiendes ahora?-

Realmente parecía que Armind deseaba saber qué estaba sucediendo y que la confusión lo embargaba. Anton debía poder imaginar qué era no recibir noticias de un pueblo que debe contribuir a que las arcas de su gobernador se acrecienten aún más... o tal vez no podía imaginárselo.

Luego de un corto silencio, prosiguió.

-Creo que conoces a mi primo... Simmon es su nombre. Este trabajo te sería muy útil para ganarme como un mecenas y quién sabe- hizo un gesto con el rostro imitando la incertidumbre -puede significar protección ante él... y, dependiendo qué tan fiel me seas, hasta una ayuda contra él...- otro silencio retórico -¿Sabes? Últimamente me está significando muchos problemas y a veces a los problemas hay que sacarlos de raíz, ¿me entiendes? Así quiero que se desenvuelvan en Nerdua...-

-Entiendo ahora su malestar. Y también entiendo que hay que resolver los problemas en Nerdua lo antes posible- dije haciendo una reverencia.

Las palabras que Armind le había dedicado a su primo terminaron de convencerme.

-Quedo entonces enteramentente a su disposición- continué al reincorporarme -¿Cuáles son los pasos a seguir, mi señor?-

-Así me gusta muchacho, así me gusta- respondió bebiendo un largo trago con el cual vació su copa y se levantó -Espera instrucciones... pronto te mandaré a llamar para que conozcas a tus compañeros de viaje-

Se acercó al espadachín y le extendió su mano.

-Espero que sea un gusto que trabajes para mí- dijo con una sonrisa...

-¡Ah! Casi me olvidaba... si ve que alguno de los demás se rebela o intenta algo contra mis intereses... puedes matarlo- el tono gélido con el cual pronunció aquellas palabras dejaba en claro que no sólo era muy en serio sino que también estaba dándole un voto de confianza al muchacho.

Los nobles si que saben como hacer sentir cómodo a alguien que necesitan, pensé. Primero nombrando a Simmon, luego haciéndome sentir importante. No debía olvidar nunca, que tanto mis "nuevos compañeros de viaje" como yo, bailábamos para él.

-Siempre un placer señor Armind Aglazor- le devolví el apretón de mano -Y no dude que defenderé sus intereses como si fueran los míos-

Unos minutos más tarde, ya entaba de nuevo en la calle. Solo me restaba esperar.