Partida Rol por web

Todo estaba sucediendo muy rápido, parecía como una pesadilla y solo podía gritar, primero al ver que del tipo espeluznante salía un líquido amarillo de una herida que se cerraba como por arte de magia y, después, cuando el chico moreno atacó a Ethan.

Reaccioné como pude y tiré el botellín con todas mis fuerzas a la cabeza del moreno para después desatar el mandil y correr hacia Ethan para taponar su herida.

Amber, viendo las intenciones del Shtriga hacia Alice inclinó su cuerpo y alzó la pierna, con la intención de darle una patada en la cara. 

Grité de dolor. Grité lo más alto que pude. Cuando bajé la mirada y vi que tenía la lanza del chico atravesando mi rodilla mi expresión de terror aumentó, pero seguí avanzando como pude, haciendo señas a los coches para que parasen con la intención de subir en uno de ellos y suplicar que me llevasen al hospital mientras yo llamaba a la policía.

Alice viendo las intenciones del Shtriga de hacerle una presa trató de esquivar su mano, pero el hombre fue más hábil y la engañó con una finta agarrándola del brazo y haciéndola trastabillar. 

La joven rubia tiró de su brazo con fuerza liberándose de la presa mientras Amber golpeaba la cara del Shtriga con el pie partiéndole el labio del que brotó de nuevo ese líquido amarillento.

El grito del chico llegó a mis oídos, y di por hecho que eso me daba al menos unos segundos para ocuparme del Shtriga antes de tener que retomar el combate con él. Sin embargo, la chica porculera parecía decidida a hacerme frente con... ¿Una botella? Confiando en la inutilidad propia de los mundanos me decidí a pasar de ella por el momento y me llevé una mano a la cintura para tomar uno de mis cuchillos serafines.

- Habuhiah... - Susurré antes de lanzar el cuchillo directamente al Shtriga. No estaba seguro de lo que iba a hacerle a Alice, pero fuera lo que fuera no me gustaba nada.

Luego esperé a que la chica pasara por mi lado: parecía decidida a ayudar al idiota del paraguas. Cuando estuviera a mi alcance simplemente trataría de barrer sus pies, aprovechando la humedad de la calle para hacerle caer al suelo. Con un poco de suerte todo terminaría en los próximos segundos.

El cuchillo de Émille se iluminó con la misma luz blanca que hacía brillar el que tenía Amber en la mano y antes de que a nadie le diese tiempo a reaccionar a ello lo lanzó hacia el Shtriga, clavándolo en su cuello. 

En cuanto eso sucedió el hombre de piel grisácea empezó a retorcerse y a temblar, mientras un líquido negro y denso brotaba de su boca, hasta que cayó al suelo y su cuerpo se fue convirtiendo poco a poco en una masa maloliente y burbujeante, entre amarilla y negruzca. 

Amber recuperó la verticalidad con una expresión aliviada en su rostro. Sin embargo, Alice fulminó a Émille con la mirada, evidentemente molesta con su intervención.

Ethan trataba de detener alguno de los vehículos que pasaban, pero ninguno parecía tener intención de detenerse a pesar de que le echaron algunas miradas de curiosidad al muchacho y a Nora que lanzó la botella hacia Émille acertándole en el hombro sin que el muchacho pareciese inmutarse por el golpe. 

Nora corrió hacia Ethan, desabrochándose el mandil y cogiéndolo con la mano, pero cuando pasó cerca de Émille, éste se agachó, apoyando las manos en el suelo para hacerle un barrido a la chica, que tropezó con su pierna y cayó al suelo en medio de la carretera, sin hacerse daño.

Mientras corría en dirección a Ethan pude ver como acababan con el tipo espeluznante, la botella no le hizo nada, por Dios que asco de puntería. Cuando pasé a su lado se agachó a acabé en el suelo, aunque no me hice daño me dolió en mi orgullo. Detestaba a ese tio con todas mis ganas. Me levanté recogí el mandil del suelo y le fulminé con la mirada.- Pedazo de gilipollas, ¿quién te crees que eres?

 Me giré de nuevo para continuar hacia Ethan, había que pararle la hemorragia, además parecía que el moreno ya iba a tener bastante con la chica rubia.

Mis ojos suplicaban ayuda, pero nadie parecía escucharme. Nadie parecía querer ayudarme. Putos egoístas. Pensé, al borde del llanto. Daba igual, tenía que salir de allí como fuese. Miré la carretera y salté al carril, calculando la distancia con el primer coche para que le diera tiempo a frenar holgadamente.

Tenía los brazos levantados y los movía para llamar la atención del conductor.

Amber echó a correr hacia la carretera donde se desarrollaba la situación entre Ethan, Nora y Émille. 

Al ver que el cuchillo había surtido el efecto deseado y que ya únicamente quedaban estas dos incógnitas por resolver tomé el otro arma de mi cinto, una hoja de serafín como la que había lanzado. Con determinación pasé un pie al otro lado del torso de la chica, confiando en que Amber sabría qué hacer con el chaval. Me agaché entonces, poniendo el filo del cuchillo en la garganta de la chica, y sólo entonces busqué a Alice, a Amber y al rubito con la mirada.

- Quieta. - Fue lo único que dije, antes de alzar la voz. - Los dos.

Alice adelantó a Amber a la carrera, todavía con la katana en la mano y al pasar junto a Émille lo fulminó con la mirada. - ¿Tenías que montar el numerito para lucirte, no, Lalique? - Dijo en voz baja con rencor en un tono que parecía incluir consecuencias futuras. 

Sin embargo, no se detuvo hasta llegar junto a Ethan. El muchacho rubio, estaba preparándose para saltar delante de un coche que se acercaba, pero sintió una mano agarrando su chaqueta y tirando de él hacia atrás. La hoja de la katana se colocó delante del cuello de Ethan y el chico sintió la voz de la rubia junto a su oído. - Deja de hacer el gilipollas y estate quieto. - Dijo con voz grave y vibrante, haciéndole una presa con el brazo y tirando de él para dirigirlo hacia la acera.

Amber miró a Émille, que seguía sujetando a Nora contra el suelo. - Creo que sería mejor ir a la acera antes de que provoquemos un accidente. - Dijo al muchacho con voz suave. - Y ya de paso hacer algo para que todo el mundo deje de mirar. - Añadió, haciendo un gesto con la cabeza hacia el Starbucks, donde varias personas miraban hacia Nora a través del cristal. 

Sin decir más se acercó a Alice y Ethan, concentrándose para aumentar las habilidades de la rubia. 

No me resistí. La pierna me dolía a horrores. Evitaba mirarla, porque ver aquella lanza atravesando mi rodilla me empezaba a causar mareos, o tal vez fuera que estaba a punto de morir, o la pérdida de sangre. Cojeé hasta la acera y miré con miedo a los tres asaltantes. ¿De dónde habían salido?

Miré anonadado a los clientes del bar. Nadie hacía nada. ¿Porqué no hacían nada? ¿Acaso se iban a quedar mirando mientras nos mataban? tragué saliva y me dispuse a hablar. Tenía que intentarlo o si no...

No tenéis que hacer esto. Tengo dinero. Os daré lo que me pidáis y olvidaré lo que ha pasado. No se lo contaré a nadie. Supliqué. Lo juro.

Lo dije mirando a la pelirroja, que parecía la más maja de los tres. O bueno, la menos psicópata.  Mis ojos, al igual que mis palabras suplicaban por mi vida.

Miré al tio que me sujetaba contra el suelo con ganas de fulminarle, era un bruto.- Sería un detalle que me dejaras levantarme y ayudarle. Además me estoy empapando y no es cómodo.- Después miré a la rubia.- Si se me permite sugerir, podemos entrar al almacén del bar, de todas formas no os ven y, de paso, quitarle eso a Ehtan de la pierna, al paso que va se va a desangrar. Unas pocas respuestas tampoco estarían mal.

En cuanto Alice me rebasó y no pudo verme una media sonrisa se dibujó en mi rostro. No podía evitar que me resultase divertido verla molesta por algo así. Cuando Amber habló la miré durante un par de segundos antes de asentir con la cabeza y dirigir mi vista hacia la acera y el establecimiento, y las palabras del rubito me hicieron negar con la cabeza. ¿Se podía ser más cobarde? La verdad es que se me ocurrían pocas maneras de llegar a su nivel, y ninguna de superarlo.

La otra chica en cambio me cayó mejor. Al menos le echaba un par de huevos al decir esas cosas con un cuchillo en la garganta. Sin decir nada aparté el filo de su cuello y me puse en pie, dejándole espacio para levantarse.

- No te acerques a él, Amber se encargará. - Le dije sin embargo. No sabíamos lo que eran o qué podían hacer, era mucho mejor mantenerlos separados. Busqué los ojos de Alice antes de continuar, esperando una confirmación antes de tomar la iniciativa. Ya le había quitado su presa, si me nombrase a mí mismo líder lo estaría pagando el resto de mi vida. - Y no vamos a ir al almacén, sino al Instituto. - Aseguré antes de hacer que la lanza desapareciese de donde se encontraba y apareciera en mi mano.

- Sólo es un rasguño, no seas nenaza. - Le dije al chico desde mi posición, antes de girarme y hacer un gesto a la porculera para que caminase hacia la acera delante de mí. - Ni que nunca hubiera visto un poco de sangre...

El moreno se apartó para que me pudiera levantar y empezó a dar órdenes, supuse que Amber era la pelirroja, pero cuando dijo de ir a no sé qué sitio me revolví.

-Vaaaaleeee, un momento. Desde que os habéis deshecho de un… tio… cosa… lo que sea que sangraba amarillo, debo suponer que sois los buenos. Aunque con una actitud bastante discutible. – Miré al moreno con cara de pocos amigos.- Pero hasta que no me digáis quiénes sois, qué narices está pasando aquí, qué es eso del instituto, por qué narices solo os vemos nosotros y que era eso, yo no voy a ningún sitio. Además no voy vestida así por gusto, estoy trabajando y ya he perdido bastante el tiempo, no puedo perder mi trabajo. Ah y otra cosa, ¿además de asesinos en potencia tenéis un título en medicina? Porque si no es así, Ethan necesita una ambulancia. Eso no es solo un rasguño, machoman. –Todo salió a toda prisa, estaba nerviosa y un poco asustada, pero también quería respuestas.

No pretendían dejarnos ir. Les daba igual mi dinero. Les daba igual quien era. Les daba igual si perdía la pierna. Las palabras de Nora hicieron que comprendiera que aquello no era del todo normal. A parte de que la lanza había desaparecido por arte de magia, claro. Aquello me dejó sin habla varios segundos.

No había prestado atención a lo que pasaba a mi alrededor, estaba demasiado ocupado intentando huir con una lanza atravesando mi rodilla... Pero estaba claro que ahí pasaba algo raro. Nadie parecía reparar en los tres extraños, solo en nosotros. Perdida ya toda esperanza de salvar mi vida, decidí plantarle cara. No podía escapar y no podía negociar. Era inútil. No iba a permitir que se me insultase.

Dediqué una mirada de desprecio al chico, como si le hubiera pillado cagando en medio de la calle. No todos somos unos putos asesinos psicópatas. Le dije, conteniéndome bastante. Debe ser fácil atacar por la espalda con una lanza a alguien indefenso. Todo valentía. Espeté.

Cargué todo mi peso en la pierna buena, intentando mitigar el dolor y aparté la vista de aquel desagradable rostro. La sangre seguía saliendo y empecé a marearme, no sé si por ver la herida o por la pérdida de sangre. Me tumbé con torpeza y cerré los ojos. Que os jodan, acabadlo ya.

Buenos dice la camarera. Me acaba de atravesar la rodilla con una lanza de 1 metro 80. Corre tú que puedes, estúpida, pide ayuda.

Alice soltó a Ethan al llegar a la acera cuando los demás se unieron a ellos, pero se mantuvo detrás de él con la katana en la mano, como una amenaza muda en caso de que el chico tratase de huir. 

Después de que Amber potenciase sus poderes, sin decir ni una palabra, la rubia cerró durante un instante sus ojos y poco a poco las personas que estaban mirando por el cristal o en la calle, empezaron a volver a sus quehaceres, como si nunca hubieran estado allí y nada hubiera pasado. 

Unos segundos después una chica rubia vestida con el uniforme del Starbucks (Bree) se asomó a la puerta y miró hacia ambos lados frunciendo levemente el ceño para volver a entrar dentro enseguida.

Alice asintió a las palabras de Émille, ignorando por completo a Ethan y Nora. - Sí. Los llevaremos al Instituto y mi padre se encargará de ellos. - Anunció con un tono autoritario, como si no hubiese discusión posible al respecto.

La joven pelirroja se arrodilló junto a Ethan y estiró la mano para apretar su herida. Miró entonces a Nora y alargó la otra mano. - Dame eso, por favor. - Pidió, haciendo un gesto hacia el mandil de la muchacha. - Y haz las preguntas de una en una, no puedo responder a todo a la vez.

Miró a Ethan y le dedicó una pequeña sonrisa. - Oye, y tú tampoco te pongas tan melodramático. Sólo es una herida pequeña, se puede curar. 

Después miró hacia Alice y Émille. - Vale, sí, lo que queráis. Pero este chico no podrá ir andando. Así que ya podéis ir llamando para que vengan a buscarnos en coche. ¿O esperáis que pidamos un taxi?

Hice un gesto dando la razón a Amber cuando les dijo que hicieran las preguntas de una en una. Si por mí fuera realmente no responderíamos a nada hasta llegar al instituto, pero ella siempre había sido más amable que yo.

- Lo que necesita es una buambulancia. - Respondí a la chica mientras me acercaba al quejica. El muy inútil había tenido los santos cojones de tumbarse en la acera. Había que ser gilipollas.

- Es bastante complicado no atacar por la espalda al que huye como un gallina. - Dije mientras me agachaba para levantarle y cogerle sobre mis hombros como un fardo, con las piernas por delante y el cuerpo por detrás. Pesaba poco, puro hueso. Luego hice un gesto a Amber para que me tendiera en mandil y se lo puse en la rodilla. Solucionado. Ahora a caminar. Sólo espero que no me dé el viajecito.

Sin decir nada más empecé a andar en dirección al instituto, contando con que las chicas se encargarían de la de las mechas. Yo que venía a un combate, y ahora tenía que hacer de niñera. Sólo esperaba que al menos aquello tuviera algo de interesante.