Partida Rol por web

Amber se arrodilló junto a ti y separó con cuidado la tela y la venda para poder llegar hasta tu piel. Con la estela empezó a dibujar sobre ella y en cuanto la punta te tocó sentiste un dolor punzante y candente que te hizo apretar los dientes con fuerza para no emitir un grito. Sentiste perfectamente cómo Amber movía ese cilindro blanco haciendo un dibujo y el calor se fue extendiendo por tu pierna, ardiente y doloroso.

Entonces cerraste los ojos para contenerte y durante un instante algo sucedió y el dolor remitió, pero fue tan sólo un breve segundo, antes de que volviese igual que antes. Soportable, pero constante. Como si te estuvieran haciendo un tatuaje de fuego, era difícil describirlo de otra manera.

Cuando terminó sentiste latir tu piel dolorida, pero de alguna manera el calor que se extendía desde el punto en el que te habían hecho esa marca llegaba a la herida y el dolor en ella remitía. Abriste los ojos y miraste a tu alrededor, para encontrarte con que los tres jóvenes te miraban sorprendidos. Tenías la respiración agitada y la frente perlada de sudor, como si hubieses hecho un tremendo esfuerzo.

Amber se arrodilló junto a Ethan y separó la tela y la venda para poder dibujar la runa sobre su piel. La cara del muchacho reflejó el dolor que esperabas ver en ella, provocándote una malsana satisfacción. Tu amiga parecía estar tomándoselo con calma, tal vez para asegurarse de hacerlo bien, o tal vez para alargar la agonía de Ethan. 

El joven cerró los ojos y apretó los dientes, en un esfuerzo evidente por no gritar de dolor. Y fue entonces cuando sucedió. Durante un breve instante su silueta fluctuó, perdiendo la opacidad. No llegaba a ser invisible a tus ojos y duró apenas un suspiro, antes de volver a la normalidad. 

Amber e Ivy se quedaron mirándolo sorprendidas, haciendo evidente que no te lo habías imaginado. Pero la pelirroja terminó la runa cuanto antes y guardó la estela antes de ponerse en pie, sin llegar a decir nada. Ethan abrió de nuevo los ojos y os miró, con la respiración agitada y la frente perlada de sudor, como si hubiese hecho un tremendo esfuerzo.

El dolor era muy fuerte. Tuve que apretar los dientes para no gritar. No estaba acostumbrado al dolor, no era algo a lo que estuviese expuesto salvo alguna caída de pequeño. Aguanté como pude y, cuando acabó todo, respiraba agitado. En realidad no había sido para tanto. Seguramente me habían metido tanto miedo que me había preparado para lo peor y luego no había sido para tanto. Había sido intenso, sí, pero soportable. Aunque no pensaba repetirlo.

La mirada de los tres jóvenes me sorprendió, ¿había salido algo mal? ¿Qué pasa? Dije, aún con al respiración agitada.

Cuando el gilipollas se sentó y Amber se arrodilló a su lado yo caminé algunos pasos, colocándome frente a él para no perderme ningún detalle. Fue una pena que ella se tomara su tiempo para hacerlo bien, pero por otro lado eso alargaría su dolor.

Una sensación de satisfacción fue creciendo en mi pecho, y al ver cómo la expresión del memo reflejaba más dolor del que probablemente había sentido nunca una suave sonrisa apareció en mi rostro. Ojalá fuera así para siempre.

Sin embargo sucedió algo que no nos esperábamos, y chasqueé la lengua con fastidio, Mis pensamientos se iban directamente a acusaciones directas, y me contuve para no decir en voz alta que había hecho trampa.

- Que estás espabilando. - Le dije con desgana. - Y parece que te ha tocado invisibilidad en el sorteo.

Le dediqué a Milton una sonrisa triste. En realidad no necesitaba convencerme de nada, me encantaría quedarme, pero sería demasiado complicado porque tenía la impresión de que exigían una dedicación del cien por cien y yo no podía dárselo. Quisiera ver más del edificio, pero el cambio de tema me sirvió para lo que yo quería, dejar de hablar de la opción de quedarme.

Observé el gesto de Alice con el ceño ligeramente fruncido, estaba convencida de que probablemente jamás podría llevarme bien con alguien como ella. Caminé junto a Milton hasta la puerta y luego por el pasillo, probablemente en dirección a la misma sala donde estuve al llegar.

-De todas formas si no han acabado aún, tal vez pueda saber que cómo le ha ido a Ethan, o qué esperan de mí. Creo que con lo grande que es este sitio, si me quedara probablemente pasaría una gran cantidad de tiempo perdida por los pasillos. - No pude evitar reírme, me imaginé dando vueltas y me parecía tan patético que solté una carcajada.

Amber pareció salir de su estupor al escuchar a los dos muchachos y sonrió. - Y ya no hay dudas al respecto. - Comenzó, mirando a Ethan antes de hacer un anuncio. - Eres un Nephilim.

Sin embargo, su sonrisa se desvaneció un poco mientras ella arrugaba la nariz. - Y si no aprendes a controlar eso, puedes tener problemas fuera de aquí. - Añadió, encogiéndose de hombros al terminar.

Ivy empezó a sonreír en silencio y su mirada volvió por un instante al anillo antes de volver a mirar a Ethan y soltar una pequeña risita, como si algo que sólo ella supiera fuese gracioso. Finalmente se encogió de hombros ella también. - ¿Y qué otra cosa iba a ser? Tiene el anillo de los Fairchild.

- Oh, te aseguro que a mí me pasaba constantemente cuando llegué. - Respondió Milton acompañando tu risa con la suya, tan suave como su voz o su sonrisa. - Este lugar está lleno de recovecos, ¿sabes? Cuando crees que ya te lo conoces de memoria, te encuentras perdido en medio de un pasillo que nunca habías visto. 

Ibas reconociendo algunos elementos del camino que recorríais, de vuelta hacia la misma sala de antes. - Siempre me ha impresionado la pequeña Jo. Se conoce todos los escondrijos, incluso algunos pasadizos secretos. - Te miró y su sonrisa se amplió. - Claro que ella lleva aquí toda la vida, pero nunca sabes por dónde aparecerá. 

Girasteis en ese momento el último recodo y al fondo, delante de la puerta del estudio pudiste ver a Ethan acompañado de Émille, Amber e Ivy. El rubio estaba sentado en un banco junto a la chica que parecía tan tímida y Émille y Amber estaban de pie junto a ellos. Desde lejos no llegabas a ver sus expresiones, pero por su expresión corporal parecía que algo acabase de suceder. - Perfecto. - Dijo Milton, tras echarles un vistazo mientras seguíais caminando. - Tal vez hayan acabado ya con él. 

En ese momento por el fondo del pasillo os llegó la voz de Milton que enseguida giró una esquina acompañado de Nora. No llegabais a escuchar su conversación, pero se acercaban en dirección a vosotros y ya os habían visto. 

Invisibilidad. Lo que me faltaba. ¿Acaso se oían cuando hablaban? Aún notaba las gotas de sudor en la frente, como si hubiera estado corriendo durante una hora por los alrededores de mi casa. No era agradable. Me fui a levantar del asiento cuando vi a Nora acercarse. Casi me olvidé de la pierna. El dolor había desaparecido, era como si se hubiera curado de repente. Miré la marca con incredulidad. Aún me molestaba, pero cada vez menos. Levanté la vista del Iratze, como le habían llamado, y volví a fijarla en el pasillo.

La verdad es que entendía que alguien como ella cayera tan mal. Ya en el bar me había parecido bastante borde. Al menos había una cosa que había quedado bien clara en la reunión: ella por un lado, yo por otro. No teníamos nada que ver. Incluso habían accedido que fuera con ellos a ver a mi hermana. Cuando se demostrase que era humana podría quedarme con ella y todo esto no sería más que un mal sueño.

¿Cómo ha ido todo, Nora? La reunión no ha ido tan mal como pensaba. Me van a dejar ver a mi hermana pronto. Tenía que mantener mi papel, sino no funcionaría.

Observé con expectación la reacción del gilipollas a las palabras de mis dos compañeras. Iba a tener que empezar a aceptarlo. Y sí, era cierto que podía tener problemas fuera de aquí si no aprendía a controlarse... ¿Pero acaso no era eso lo más divertido?

Al ver a la porculera llegar con Milton les hice un gesto para que se acercaran y saber si habían sacado algo en claro. Sin embargo el memo se adelantó, y le dediqué una mirada condescendiente.

- Todos vamos a ir a verla. - Le corregí haciendo un gesto que nos abarcaba a Ivy, a Amcer y a mí, recordándole que había unas condiciones. Que no creyese que todo iban a ser piruletas y gominolas.

 Al girar en el pasillo vi a Ethan, si ya habían acabado de hablar con él tal vez pudiéramos irnos. Miré al reloj nerviosa, el tiempo pasaba y quería salir de allí cuanto antes. Cuando llegamos a su altura Ethan se levantó del banco y comenzó a hablar. Di un paso hacia atrás extrañada, desde el principio había resultado falso, desagradable y mal educado, su repentina actitud agradable mal olía fatal. Uf, menos mal que no veo su dichosa serie, si así es como actúa debe de ser pésima. No pude evitar pensarlo mientras mantenía una sonrisa tan falsa como su comportamiento, estaba claro que no ganaría ningún premio por su actuación.

-Eh Ethan, me alegro de que te haya ido bien. Además parece que tu pierna ha mejorado mucho, deben tener excelentes médicos aquí.

Cuando Ethan y Émille hablaron de su hermana me preocupé, eso significaba más tiempo metida en todo aquello. Jugueteé con el anillo frustrada, por el lado bueno aquello me enseñaría a no meterme donde no me llamaban, y menos por un egocéntrico actorucho de cuarta.

-Eso es estupendo, cuanto antes acabemos con esto, antes podré volver a casa. Mañana madrugo mucho y además tendré que dar muchas explicaciones.

No sabía a quien le importarían las explicaciones de Nora. Seguramente ni ella lo sabría, pero lo decía para intentar disimular su ineptitud social. Pobrecilla. La secuestran y lo único en lo que piensa es en que tiene que servir más cafés. De verdad, que vida más triste.

Sonreí, mientras le enseñaba el tatuaje que me había hecho Amber. En realidad ha sido por esto. Dije. Aún no me lo creía. Ha dolido muchísimo, pero ha valido la pena. La pierna no me duele y ha sido en cuestión de segundos. Iba a poder actuar tranquilamente al día siguiente si me llamaban para rodar. En ese momento me acordé del teléfono. Me iban a enseñar el sitio de residencia para hacer un poco tiempo hasta que vayamos a casa.

Saqué de mi bolsillo el último iPhone del mercado y me dispuse a mirar las notificaciones. Yo sí que iba a tener que dar explicaciones y no aquella amargada imitadora de Miércoles.

- Le hemos hecho un iratze. - Explicó la muchacha morena a Nora, asintiendo a las palabras de Ethan. Tenía el anillo del muchacho en la mano, colgando de la cadenita. - Es un Nephilim. Normalmente la primera runa suele ser la de la Visión, pero le hacía más falta el iratze. 

Cuando miraste el móvil viste algunas notificaciones en el Whatsapp de hace algo menos de una hora, calculas que más o menos el tiempo que hace que saliste del baño:

Dany: Qué haces con la camarera esa? Os lo estáis montando? 

Dany: Bueno tío, al menos estás bien, llámame pronto

Dany: Jane está toda rallada, pero ahora le digo que has ligado con Morticia

- Gareth ha ido a buscar a Deirdre. - Informó Amber entonces, mirando primero a Milton y luego a Nora. - Creo que pronto te dejarán marcharte, aunque nosotros tendremos que ir con Ethan para hablar con su hermana. 

La joven parecía inquieta y cambiaba el peso de una pierna a la otra mientras hablaba. Miró entonces a Ethan y Émille. - ¿Vamos entonces? - Incluyó a Milton y Nora. - ¿Queréis venir con nosotros al área de residencia?

Milton esbozó una sonrisa suave al escuchar lo del iratze y miró a Ethan con curiosidad mientras el muchacho enseñaba el tatuaje. Parecía tener muchas dudas al respecto, pero sin embargo permaneció en silencio, tan sólo escuchando la conversación y echando pequeñas miradas al joven. 

Ante la pregunta de Amber, se volvió para mirar a Nora y le sonrió con calidez. - Lo que tú quieras. Podemos ir con ellos, o esperar en el estudio hasta que Gareth vuelva. 

Observé con curiosidad la marca que le habían hecho a Ethan, ahora comprendía un poco más cómo había podido recuperarse tan rápido de una herida tan fea.

Decidí ignorar a Ethan, su actitud de divo era ridícula, siempre tan pendiente de su móvil. En cierto modo me daba un poco de lástima, tenía un carácter tan insoportable que probablemente las personas que tenía a su alrededor solo estaban allí por interés. Me preguntaba si alguno de todos esos le habría defendido como hice yo, seguro que habrían salido corriendo. Aunque visto el agradecimiento recibido debí hacer exactamente eso, ignorarle. Si no espabilaba seguramente acabaría siendo una versión de Lindsey Lohan o de Macaulay Culkin.

Por otra parte, me parecía muy interesante eso de usar marcas, evidentemente a eso se refería Milton como lo de usar las runas. Era algo muchísimo mejor a lo que prestar atención en lugar de hacerlo a Ethan. Cuando la chica morena, Ivy si no recordaba mal, explicó lo que era sonreí abiertamente entusiasmada por todas las cosas que estaba aprendiendo.

Durante un segundo dudé de si tomaba la decisión oportuna, había tanto que saber entre aquellas paredes que en el fondo deseaba quedarme. Rechacé totalmente todos esos pensamientos. Tenía una vida, tal vez no tuviera la emoción de cazar demonios o el glamour del cine, pero era mi vida y me gustaba.

La explicación de Amber me quitó un peso de encima, si me podía ir pronto tal vez pudiera pasar por la cafetería y quedarme a cerrar. Así compensaría haberme marchado de esa forma con una excusa tan mala, había tenido suerte encontrando aquel trabajo tan rápido, había hecho amigos y no quería perderlo. Si perdía aquel trabajo mi estancia en Londres de acortaría considerablemente.

-Oh, eso es genial.- Sonreí a Amber con sinceridad, no me gustaba nada el arranque que había tenido antes. La chica había sido agradable desde el principio y, por algún motivo que no entendía teniendo en cuenta que después de ese día no volvería a verles, me entristecía haberle causado una impresión equivocada.

Ante la opción de continuar con la visita le devolvía la sonrisa a Milton mientras me encogía de hombros. De verdad que le iba a echar de menos, me hubiera gustado pasar más tiempo con él, me sentía realmente cómoda a su lado. –Si tú quieres, por mi está bien. Al fin y al cabo la idea era venir a ver si ya habían acabado, si todavía hay que esperar mejor hacerlo visitando más el edificio.

Permanecí como mero observador de la escena, poniendo los ojos en blanco cuando el rubito había hablado de lo mucho que había dolido. Nenaza.

Y al ver cómo todo parecía transformarse en una excursión grupal por el Instituto no pude evitar arrepentirme de haber aceptado acompañarles. Estaría mucho mejor entrenando. O en la calle. O en mi cuarto. O haciendo cualquier otra cosa.

Me sorprendió la cercanía con la que Milton y la porculerilla se hablaban. "¿Quieres que vayamos?" "Como tú quieras." "No, decide tú." "No, tonto, decide tú." Puede que no se conocieran de antes, pero estaba claro que congeniaban. Me preguntaba tanto qué podía haber visto ella en él como él en ella.

Sin embargo no dije nada. Y esperando que me siguieran emprendí la marcha hacia una de las salas de entrenamiento. Puede que no fuera la zona de habitaciones, pero molaba mucho más.

Escribí unos mensajes en el móvil y levanté la cabeza para escuchar lo que se decía. No me gustó demasiado.

Genial, ahora tenemos que cargar con esta pareja. La chica, Nora, que me había parecido de lo más extraño, resultó ser una más. "Si tú quieres..." Vamos hombre! Un poco de personalidad, por favor, sobre todo si te ha preguntado. Aunque en el fondo sabía que era pedirle demasiado. Era como una más de aquellas fans locas de mi serie, solo que con sus gustos peculiares. Seguro que se chiflaba con True Blood, Crepúsculo y cosas así. Miré al chico. Era feo, pero aún así le compadecía.

Por supuesto, no dejé que aquellos pensamientos llegasen a mi rostro. Seguí al gabacho. Con un poco de suerte se tomaban aquello como que Emille no quería ir con ellos, algo que resultaba bastante evidente. O tal vez el chico fuese así con todos. No lo sabía y tampoco me importaba.