Partida Rol por web

La niña se quedó mirando con curiosidad a Ethan cuando los chicos entraron y se bajó muy despacio de la camilla, remoloneando. No parecía tener muchas ganas de irse. - Yo lo conozco. - Dijo entonces con voz cantarina, señalando a Ethan. - Sales en la tele, ¿verdad? - Preguntó al rubio, asintiendo convencida. 

Cuando los dos jóvenes salieron de la sala la mujer se giró hacia Nora con la expresión de quien se esfuerza por centrarse en algo. - Dices que tu bisabuela está muerta ya, ¿no? ¿Queda alguien en tu familia con vida que conociese a ese hombre? ¿Tenéis alguna fotografía?

Se giró hacia el hombre de las cicatrices para hablarle a él con aire ausente. - Scott, por favor, ¿podrías ir a la biblioteca y buscar el árbol genealógico de los Cartwright? A ver si aparece ese tal John o puedes averiguar algo sobre él. - El hombre asintió con la cabeza y se levantó para salir de la habitación. Mientras, el resto parecían esperar las respuestas de Nora.

Emití un pequeño suspiro cuando entramos en la enfermería. Sin más saludo que un gesto con la cabeza me acerqué a la camilla en la que Ivy me había pedido que dejase al chico y lo tendí sobre ella. Atendiendo a su petición me dispuse a quitarle los pantalones, pero no contuve un resoplido al escuchar la respuesta de Jo. Más de una vez había escuchado que sólo los más memos salían por la televisión, que eso era algo que los mundanos premiaban. Ahora estaba claro.

Cuando Emille me dejó sobre la camilla suspiré aliviado. No sentir el contacto con el chico era liberador, había estado en tensión todo este tiempo. Cuando se dispuso a quitarme los pantalones me negué. Puedo hacerlo yo. Dije, con voz neutra. Seguro que tanto él como yo lo preferíamos así. Yo, personalmente no iba a dejar que alguien como él lo hiciese, seguro que aprovechaba para volver a hurgar en la herida por placer.

Me dispuse a quitarme los pantalones cuando escuché a la niña. Sus palabras eran música para mis oídos. Me conocía, no estaban tan aislados del mundo como esperaba. Como nadie hasta ahora me había reconocido pensaba que serían alguna clase de secta rara sin tecnología. Si hasta usaban lanzas, por el amor de Dios. ¿Quién usaba lanzas en el siglo XXI a parte de en las películas antiguas o algunos frikis?

Me obligué a sonreír a la niña de forma cercana. Tenía que ir acostumbrándome a ser agradable y dar una buena impresión si quería que me dejasen ir pronto. Sí, salgo en la televisión. Soy uno de los actores de la serie de SKINS. No valía de nada esconderlo, era un personaje público, si querían lo podían adivinar en cuestión de minutos. ¿La ves? Pregunté a la rubia con interés. Me llamo Ethan. Le habría tendido la mano, pero estaba tumbado en la camilla luchando contra el pantalón.

Cuando el chico se ofreció a hacerlo él mismo, me aparté. Había que ser gilipollas. Cualquier persona con dos dedos de frente se daría cuenta de que iba a hacerse más daño en la rodilla intentándolo él que dejando que otro le ayudase. Pero eh, si quería hacerse sufrir a sí mismo no sería yo quien lo impidiese. Esperé con curiosidad el momento en que llegase a la rodilla, escuchando las chorradas que decía.

La pequeña negó con la cabeza mientras se acercaba más a la camilla, echando un vistazo breve a Ivy que preparaba material sobre una bandeja al fondo de la enfermería.

- Qué va. No tenemos tele aquí. Y creo que tampoco me dejarían ver tu serie. - Añadió, soltando una risita y levantando las cejas con una expresión graciosa. - Pero te he visto en algunas revistas. La Cosmogirl del mes pasado tenía un póster tuyo...

Guardó silencio un par de segundos mientras contemplaba a Ethan frunciendo el ceño con curiosidad. - ¿Y qué haces aquí? Nunca pensé que vendría un mundano famoso al Instituto.

Mierda... Es como me lo temía. En esta secta ni siquiera les dejan ver la tele. ¿Dónde me han traído? Aún así no cambié de expresión. No quería que mi desagrado quedara de manifiesto. Tenía que caer bien. Me quité el pantalón despacio, intentando ignorar el dolor que me producía el pantalón al rozar la herida de la rodilla, que no era tarea fácil. Aún así eso era mejor que si lo hiciese el moreno.

Después de unos largos segundos lo conseguí y me tumbé, suspirando. Pues eso me gustaría saber a mí también. Pregúntale a él, que es el que me ha traído. Dije, indicando con la cabeza que se trataba de Emille. Creo que ha sido porque les he visto o algo así. Comenté, un poco resentido. Y me ha regalado esto. Señalo la rodilla herida. El pobre no ha debido de ser capaz de retener a un simple mundano sin tirarle una lanza de dos metros a la pierna. Dije, usando la palabra que había usado ella. Supongo que significaba normal. Vamos, lo que yo era.

Miré al chico. Estaba seguro de que aquello había sido completamente innecesario, hasta la camarera con pocas luces se había dado cuenta. En fin, ¿qué es el Instituto? ¿A qué os dedicáis aquí? Le pregunté a la chica. En realidad no estaba interesado, pero recabar información me vendría bien para saber lo que decir después.

La pequeña escuchó con los ojos bien abiertos todo lo que Ethan dijo, echando de vez en cuando miradas a Émille y a la rodilla del rubio. 

Sin embargo, antes de que pudiera responder, la chica morena se acercó a los dos jóvenes con una bandeja con útiles quirúrgicos, interrumpiendo la conversación. - Jo, voy a coserle la herida a este chico y no va a ser nada bonito de ver. Vete a jugar, anda. Ya podrás hablar con él después. - Dijo hacia la niña, con voz demasiado suave para resultar autoritaria, como si le costase darle órdenes a nadie. 

Después se giró hacia Ethan. - Me llamo Ivy. Bienvenido. - Dijo solamente sin mirarlo directamente, con un leve rubor tímido en las mejillas. - Túmbate boca abajo, por favor. 

La niña había abierto la boca para responder a Ethan y la cerró al escuchar a Ivy, mirándola con respeto. Sin embargo, no se marchó inmediatamente y cuando la morena terminó de hablar, se dirigió a Ethan una vez más. 

- El Instituto es un sitio donde se acogen Nephilims para vivir, o entrenarlos o lo que sea. - Respondió mirándose el dedo estirado en el que tenía la tirita. - Un rollo. - Sentenció antes de darse la vuelta para marcharse.

Caminó hacia la puerta y se giró en el marco. - ¡Luego nos vemos! - Dijo, antes de marcharse. Mientras la puerta terminaba de cerrarse llegó al interior el sonido de sus pasos alejándose y un tarareo.

- No es un mundano. - Aclaré antes de que Jo se fuera. - Podía vernos. No sé qué será, pero la que estaba con él tiene abuelo Carwright. - Dije antes de dedicarle una mirada a Ivy. - Anda, cóselo cuanto antes. - Le pedí. - Nos están esperando.

Pasé por alto las palabras de Emille. Yo no tenía nada que ver con Nora, era algo que tenía que dejar muy claro cuando me preguntasen. Absolutamente nada. Tomé nota mental de ello. No sabía quien ni que sería su abuelo, pero no era el mío.

Le dediqué una sonrisa a la niña cuando se fue, esperando de verdad volver a hablar con ella. Era la primera persona agradable que me había hablado en aquel lugar, junto con la enfermera, que me parecía demasiado joven... ¿Sabría lo que tenía que hacer? Esperaba que sí, no quería dejar el futuro de mi pierna y mi carrera en manos de una inepta.

Necesito un médico, no una enfermera...

Aún así me di la vuelta, despacio, tumbándome boca abajo en la cama. Ella era lo mejor que tenía en esos momentos. Gracias. Dije, agradeciéndole la bienvenida y que me tratase la herida. ¿Está muy mal? Quise saber. Tenía que estar a punto para el rodaje, no podía andar cojeando.

Puedes ir yendo. Le dije a Emille, al ver lo poco que le apetecía perderse tan emocionante reunión. Tanto como a mí tener que aguantarle. Si me dejáis unas muletas podré ir cuando termine de curarme. No es que vaya a intentar escaparme de un sitio que no conozco en estas condiciones. Además, añadí, tengo que ir al baño después.

No mentía.

Mientras conté la historia de la abuela traté de buscar alguna pista sobre la reacción de aquellas personas, pero todo era demasiado extraño y no sabía que pensar. No entendía qué podía tener que ver mi anillo y mi bisabuelo con ellos. Cuando Emille se llevó a Ethan suspiré aliviada, estaba realmente preocupada por su herida, quién sabía cuántas complicaciones podía tener una lesión así, era consciente de que su vida se basaba en la imagen y eso podría causarle muchos problemas.

-Sí, la abuela murió hace años, tuvo una vida bastante dura siendo madre soltera en esa época y le pasó factura a su salud. Todo lo que sé es por su historia, me la contó desde que recuerdo, siempre lo vi como una triste historia pero nada más.- Mes estaba empezando a alterar, tenía demasiadas preguntas y ninguna respuesta.- Claro que no hay fotos, no es como si en los años 30 llevaran una cámara en el bolsillo, además solo fueron unos meses mientras se recuperaba, que yo sepa solo se relacionó con mi abuela y con su padre que acabó pillándoles. ¿Qué tiene eso que ver con ustedes, qué es eso de que tienen el árbol genealógico y sobre todo qué es un nephilim, qué son ustedes?

- Ni de coña. - Respondí inmediatamente, sentándome en la camilla que tenía detrás para esperar a que Ivy terminase. Si las órdenes habían sido volver con él, no iba a arriesgarme a desobedecerlas. Además, seguro que si pasaba cualquier cosa yo sería responsable,

- Y no, no está muy mal. - Dije entonces, torciendo un poco el gesto. - Sólo es una herida de nada. Si fueras uno de nosotros ni siquiera tendrías que coserte. - Afirmé, antes de cerrar los ojos y relajar mi respiración, concentrándome.

Sentiste un cosquilleo familiar recorriendo tu piel mientras te relajabas, sintiéndote de nuevo más fuerte y capaz, mientras tus habilidades se expandían dejándote una sensación cálida en el pecho. Te concentraste después en proyectar ese mismo cosquilleo en Ivy y en Ethan con la idea de que algo en el muchacho fuese revelado, ya fuese por él o por la joven. 

La joven empezó a limpiar la herida de Ethan, tratándolo con cuidado. - No, no está muy mal. Te pondré unos cuantos puntos y una venda y tendrás que andar con muletas unos días. Si fueras un nephilim lo arreglaríamos todo con un iratze y en unos minutos estarías caminando, pero sin saber qué eres... Podría ser peligroso para ti. - Hablaba con voz suave y cierta timidez, tratando de aparentar más seguridad de la que realmente tenía. Guardó silencio durante algunos segundos entonces, en los que empezó a trabajar en la herida del muchacho, que podía sentir los pinchazos, más como una molestia que como algo realmente doloroso. 

Mientras estabas tumbado boca abajo, apretando los dientes cada vez que sentías la aguja introducirse en tu carne, un cosquilleo extraño empezó a recorrer tu cuerpo, por debajo de tu piel. Al principio te asustaste y tu estómago se encogió ante una sensación desconocida, pero enseguida te sentiste mejor. Más fuerte, más capaz. Como si algo dentro de ti se hubiera expandido. 

Cuando terminó la sutura y empezó a vendar la rodilla de Ethan, Ivy habló de nuevo. - Hay un baño de camino al estudio. - Informó antes de dedicarle una mirada de agradecimiento a Émille. - Desde luego no es un mundano, eso seguro. Puedo verlo. - Dijo entonces con voz tímida al joven moreno sin explicar nada más.

Terminó de vendarlo con cuidado y alrededor de un minuto después se incorporó y comenzó a recoger el material. - Ya estás listo. Te daré un calmante ahora para el dolor.

Dejó a los dos muchachos en las camillas y se llevó la bandeja hacia los armarios. Cuando volvió traía un vaso de agua, una pastilla blanca y un par de muletas. Ofreció todo a Ethan dedicándole una mirada tímida. 

Cuando la chica terminó me incorporé lentamente con el ceño fruncido, sintiéndome algo extraño. Evité mirar la herida, no quería marearme y darle otro motivo más del que reírse a mi costa al gabacho.  Iba a darle las gracias a la chica cuando dijo que no era mundano. Tuve que esforzarme para que la sonrisa no se me congelara en el rostro. Me acaba de llamar bicho raro a la cara. Da igual lo que diga, no me va a confundir. Yo no soy un friki como ellos, se está equivocando.

Muchas gracias por tratarme la herida. Le dije a Ivy pese a todo. Había atendido mi herida y se había mostrado educada. Era más de lo que podía decir de cualquiera de los demás. Espero volver a verte en otras circunstancias. 

O no volver a verte más. Eso estaría bastante bien. Me puse el pantalón con cuidado. Fue más fácil que quitárselo, menos doloroso. Cogí la pastilla e hice que la tomaba, aunque me la dujé en la mano. Se piensan estos que me van a volver a drogar. Lo llevan claro.

Sin perder la sonrisa cogí las muletas, asegurándome de que la pastilla quedaba entre la muleta y la palma de la mano, y me incorporé de la cama sin apoyar el peso en la pierna herida. Miré a Emille a los ojos, más animado por no tener que ir en su hombro. No les hagamos esperar. Tenía todo planeado. Avancé hacia la salida.

Un placer, Ivy.

Cuando Ethan cogió la pastilla no te costó darte cuenta, a pesar de que lo hizo con bastante habilidad, de que no se la había metido en la boca. Probablemente la tendría escondida en la mano.