Partida Rol por web

- De nada. - Respondió la joven sonriendo tímidamente a Ethan cuando se dirigió a ella. Y soltó una pequeña risita al escuchar las siguientes palabras del joven. - Ah, pero si yo voy con vosotros. Quiero enterarme de lo que está pasando. - Añadió, dejando el vaso encima de una mesita y disponiéndose a ponerse en marcha con los dos muchachos. - Trata de no apoyar el pie. - Aconsejó en dirección a Ethan mientras se dirigía a la puerta.

La mujer contempló a Nora mientras la muchacha hablaba y ante sus preguntas su expresión se volvió ausente, como si se estuviese evadiendo de una realidad que le resultase sumamente molesta. 

- Creo que debería ir a avisar a la Clave... - Empezó a decir, con la clara intención de dejar que fueran otros los que se encargasen de un asunto que le incomodaba.

El hombre rubio miró a la mujer frunciendo el ceño ligeramente con preocupación. - Deirdre, no puedes ir a avisar a la Clave todavía. Antes tenemos que averiguar qué es el otro chico. Y estaría bien darles algunas respuestas. 

La mujer suspiró y se mantuvo en su asiento. En ese momento el hombre se giró hacia Nora para hablar con voz tranquila. - Los Nephilim somos humanos, por nuestras venas corre la sangre del ángel Raziel. También nos llaman Cazadores de Sombras y dedicamos nuestra vida a eliminar todo rastro demoníaco del mundo. - Hizo una pequeña pausa, mirando a Nora con calma, como si esperase que la joven protestase o mostrase incredulidad. Sin embargo, continuó antes de que ella pudiera decir nada. - No somos muchos, así que hay registros de todos los niños que nacen de nuestra sangre. Si tu bisabuelo era uno de los nuestros, podremos comprobarlo. 

Abrió la boca para seguir hablando, pero antes de que dijese nada más, la puerta de la sala se abrió de nuevo.

Por ella entró en primer lugar un joven, alto y rubio, cuyo atractivo no dependía tanto de su evidentemente trabajado físico, sino del aura de seguridad en sí mismo que parecía envolverlo. Sus cabellos estaban húmedos y caían en descuidados mechones enmarcando un rostro de rasgos suaves pero masculinos. De sus labios colgaba una sonrisa fácil, de las que se contagian con una sola mirada. Y sus ojos, de un límpido azul cielo, parecían irradiar una luz lejana, como de otro mundo. Sin duda parecía un ángel. 

Y si él parecía un ángel lleno de luz, el joven que lo acompañaba y entró detrás de él debía ser un ángel caído. Tan sólo compartía con el primero su cuerpo, evidentemente trabajado y marcado con las mismas cicatrices blancas que todos parecían poseer y el azul de unos ojos que en el caso del segundo eran de un color más profundo. Sus cabellos eran oscuros y llevaba una barba de dos o tres días. Caminaba con un paso en cierta forma lánguido, pero que no dejaba de resultar fluido. Mostraba una sonrisa de medio lado, pícara, pero con un leve aire cínico. Y su ceño se frunció con una clara curiosidad al ver a Nora allí. 

- Vaya, vaya... - Dijo el moreno, con voz grave y profunda, mirando a todos los presentes. - ¿Qué tenemos aquí? ¿Había una fiesta y nadie nos había avisado? - Soltó una risita entre dientes mientras caminaba hacia uno de los sofás y se dejaba caer, estirando las piernas hasta poner los pies sobre una mesita baja. Dedicó entonces una larga mirada a Nora. - ¿Y tú quién eres? - Preguntó con naturalidad.

Asentí con satisfacción cuando Ivy corroboró que no se trataba de un mundano. Era algo que ya sabíamos, teniendo en cuenta que podía vernos, pero desde luego que lo confirmase sería una piedra más.

Al ver cómo el idiota se preparaba y se ponía en pie me levanté también sin dedicarle ningún tipo de gesto. Su sonrisa evidentemente falsa me disgustaba sobremanera, y más aún cuando se debía creer que nos estaba engañando. Con paso decidido me acerqué a él, dispuesto a interceptarle y obligarle a abrir la mano con la que supuestamente se había llevado la pastilla a la boca.

- ¿A qué coño estás jugando? - Le preguntaría después de manera seca, antes de dirigir una mirada a Ivy. Hasta ella tendría que darse cuenta de lo estúpido que era este tío con algo así. Realmente no me importaba la respuesta, pero dejarle en evidencia era lo menos que se merecía después de que tratase de engañarnos.

El gabacho me cortó el paso. Que raro. La sonrisa se me congeló en el rostro y le dediqué una mirada de completo odio cuando terminó de hablar. ¿Quién se creía para hablarme así a mí? Aquel tipo iba a por mí, se lo estaba tomando como algo personal. ¿Porqué? Si no me quiero tomar la pastilla para el dolor es mí problema, no el tuyo. No eres quien para decirme lo que tengo que hacer. Sobre todo teniendo en cuenta que has sido tú el que me ha hecho esto. ¿Te gustaría acabar el trabajo, verdad? Seguro que sí, pero no podía. Que se joda, no me importa para nada. A la mujer es a la que tengo que convencer.

No iba a dejar que me drogasen. Aunque de verdad fuesen pastillas para el dolor no podía arriesgarme. Y ahora, si no te importa, nos están esperando. Puede que a ti no te importe, pero yo quiero aclarar esto cuanto antes. Dicho esto avancé, intentando rodearlo sin apoyar el pie, como me había dicho Ivy.

Me giré hacia ella antes de pasar a Emille y la miré a los ojos, intentando trasmitirle mi disculpa con la mirada. La chica no me había caído mal, pero no dejaba de ser una de ellos. Lo siento, esta gente me acaba de secuestrar en plena calle y ya has visto lo que me han hecho. Puede que para vosotros no sea gran cosa, pero para nosotros es motivo de pasar una temporada en la cárcel. No puedo fiarme de vosotros.

Escuché todo el discurso del niñato con la expresión totalmente inmutable, sin llegar a alzar siquiera una ceja. Estaba claro que aquel estúpido estaba acostumbrado a tener todo lo que quisiera, pero no sería así. Ni aquí, ni conmigo.

- Me la sopla que te duela o no. - Le dije sin apartar mi mirada de él. - Es tu puto problema. Eres tú quien se lo ha buscado, y eres tú quien lo va a sufrir. Pero lo que no voy a consentir es que te creas que nos engañas. Esto no es un juego, niñato. - Afirmé sin apartar mis ojos de los suyos.

- Si quisiera terminar el trabajo, como has dicho, no tendría problemas en hacerlo. Y te estás ganando que a cualquiera de nosotros nos den ganas. ¿Pero sabes qué? Mi trabajo ha sido salvarte la vida. Y lo he hecho, gilipollas desagradecido. Podríamos haber dejado que te mataran y ahora tendríamos un problema menos, pero nos interpusimos. Pueden no gustarte nuestros métodos, pero si no fuese por nosotros ese Shtriga te hubiera matado. - Declaré antes de hacer una pequeña pausa.

- Sí, te he atravesado la rodilla. Y podría no haberlo hecho, pero eres un puto gilipollas que quería escapar y al que los subterráneos o los demonios iban a acabar cargándose si le dejaba ir en cuanto se dieran cuenta de que podías verlos. Te avisé y decidiste joderme. Te lo buscaste.

- No dejas de decir que te hemos secuestrado, pero aún en tu mundo de piruletas, imaginando que de dejarte marchar no estuvieras en peligro, ¿qué explicación darías cuando la policía te preguntase cómo había pasado? Si tanto sales por la tele, ¿cuánto crees que tardaría en enterarse la prensa? ¿En desmontar cualquier historia que te inventases, o joderte la carrera por tarado cuanto contases algo que no se creería nadie, si dijeras la verdad? - Pregunté de manera retórica, antes de dedicarle una mirada que dejaba bien claro lo que pensaba de él. - Ni siquiera te has parado a pensar un minuto en el favor que te hemos hecho antes de empezar a insultarnos.

- ¿No quieres la puta pastilla? - Pregunté una vez más. - No te la tomes. Pero deja de jodernos como si pudieras vacilarnos, poniendo cara de culo y con tu mierda de ideas de secuestrado, porque sólo te sigue latiendo el corazón por nosotros. - Argumenté con expresión seria. - Si tanto te importa estar vivo muestra un poco de agradecimiento y deja de tocar los cojones. - Concluí, antes de hacer un gesto hacia Ivy. - Te ha cosido lo mejor que ha podido. - Continué. - Y más rápido que en un puto hospital. Te ha tratado bien, y te ha dado un calmante cuando no tenía por qué. Dale las gracias de nuevo, esta vez de verdad, - Exigí, señalándola, con un tono claramente intimidatorio. - y pídele disculpas. Y luego, camina.

Escuché a Emille hablar. La verdad, prefería cuando estaba callado, estaba más guapo. No dejaba de decir más que tonterías por esa boca que no había conocido ni conocería el significado de educación. ¿Salvarme de esa cosa? Venga ya, si ya había salido del bar y él seguía con el niño. Los único que me habían jodido, y bien jodido, eran ellos. Y él por encima de todos. Por lo que sabía, bien podían haberse cargado un inocente y secuestrado a dos más. De echo, pensándolo racionalmente, eso tenía más sentido que lo otro que toda la mierda que quería hacerme tragar. Anoté aquello en cosas que no decir delante de la rubia.

Y luego además sacaba a relucir el tema de mi trabajo, como si no hubiera hecho ya suficiente. Claramente no le contaría nada a nadie. La prensa podría decir lo que quisiera, más publicidad. La historia más interesante que podrían inventarse era precisamente lo que había pasado, que alguien me había atacado. Se hablaría de mí y probablemente saldría ganando. 

No iba a permitir que me tomasen por loco. Diría que me la había roto y ya está. ¿Pero si no podía al rodaje? Eso sí que iba a ser el fin de mi carrera. Con una pierna vendada se pueden hacer muchas escenas en las que ni se notaría. Incluso aplaudirían el esfuerzo y se comentaría como curiosidad. Pero sin mí no hay escenas, no hay trabajo. Pero el tío era demasiado tonto como para entender aquello y no era a él al que tenía que explicarle aquellas cosas.

Hacia el final de la charla mi expresión se había vuelto neutra, aunque por dentro era todo ira. ¿Quién se creía que era aquel tío? ¿Acaso se creía que podía hablarme a mí así y exigirme cosas? Lo llevaba claro. El tono que usé era completamente neutro y frío. Ya le he dado las gracias y era de verdad. Pero no creo que seas tú el que debe juzgar si ha sido así. Si ella cree que la he faltado al respeto puede decirlo. Ha sido la única que me ha tratado bien aquí, junto con la niña rubia. No entiendo porque debería faltarle al respeto precisamente a ella. Seguía mirándole a los ojos. Avancé, con la intención de rodearlo, pero me paré junto a él para decirle una última cosa.

Si crees que me tomo esto a broma, entonces eres aún más tonto de lo que pareces. Dicho esto continué mi camino sin apoyar el pie, como Ivy me había indicado, esperando que el  capullo me dejase en paz. No iba a conseguir nada y menos con esos humos. Vamos, no les hagamos esperar más. La mujer rubia parecía tener prisa. Dije, en un tono  sin más relajado. Hasta me permití esbozar una sonrisa despreocupada,como si nada hubiera pasado. Aunque no lo olvidaba. Como tampoco había olvidado de la parada en el baño.

Al escuchar a Émille empezar a increpar a Ethan, Ivy se sobresaltó y miró a los dos jóvenes con expresión asustada. No dijo nada sobre su discusión, ni intervino en ningún momento. Ni siquiera cuando ellos se refirieron a ella, ni cuando Émille la señaló. La joven permaneció tímidamente esperando junto a la puerta, esquivando sus miradas. Parecía sentirse verdaderamente incómoda por el hecho de que los chicos discutiesen y echaba breves vistazos hacia Émille con una mirada entre asustada y sorprendida. No parecía estar acostumbrada a verlo así.

Cuando acabé de explicar lo que sabía sobre mi bisabuelo, me mantuve en silencio esperando las respuestas que tanto necesitaba. La mujer rubia me desconcertó un poco, parecía como si le molestara  lo que contara, me resultó fría y desagradable, casi tanto como Alice. Sin embargo, el hombre rubio me inspiraba más confianza, aun así me estaba arrepintiendo de haber ido allí.

Las explicaciones que me dieron sólo me generaron más dudas, tuve que apelar a todo mi autocontrol para no interrumpirle, al acabar iba a empezar otra ronda de preguntas cuando dos chicos irrumpieron en la sala.

Al verlos me quedé impresionada, ambos podrían ser perfectamente modelos de pasarela. ¿Es que allí no había nadie feo? El rubio no abrió la boca pero el moreno sí, al escucharle torcí el gesto, guapo y chulo, mala combinación. Ignoré totalmente su pregunta y me giré a afrontar de nuevo al hombre que parecía ser el jefe, creía que se habían referido a él como Gareth, respiré hondo un momento tratando de ordenar mis pensamientos.

-Supongo que es usted consciente de que esa explicación es, cuando menos, escasa. Nos han traído aquí a la fuerza, sin posibilidad de negarnos. Me han obligado a dejar mi puesto de trabajo con mentiras, a Ethan le han agujereado la pierna, no es que me agrade pero no pueden ir por ahí atacando a la gente. ¿La clave, un ángel y demonios? Eso es una locura.- Me levanté de la silla y me planté allí mirándole fijamente.- Según lo que dijeron sólo querían saber por qué pude ver lo que vi… bien, ya lo sabe. Investiguen a mi bisabuelo todo lo que quieran, pero ahora me marcho.

El joven que tenía los pies sobre la mesa enarcó una ceja cuando Nora sencillamente lo ignoró, pero no dijo nada más. Tan sólo soltó una risita cuando la chica manifestó su deseo de marcharse. El rubio se dejó caer a su lado, mirando a Nora y Gareth alternativamente con expectación.

El hombre no se levantó cuando Nora lo hizo. Permaneció sentado mirándola y una pequeña sonrisa divertida surgió espontáneamente en sus labios al ver la decisión de la muchacha. - Lo siento mucho, pero no puedes irte todavía. Probablemente la Clave querrá hablar contigo. - Su tono no era exactamente autoritario, pero sí que dejaba claro que estaba acostumbrado a que la gente le hiciera caso. - No creo que hayas pensado en ello, pero podría ser peligroso para ti tener la Visión. ¿Qué crees que pasará si un demonio o un subterráneo se da cuenta de que lo estás viendo? No estás preparada para enfrentarte a nadie y si has despertado la Visión lo más probable es que empieces a darte cuenta de que el mundo no es como piensas. 

Hizo una pausa dejando que Nora asimilase lo que acababa de decirle y después miró a su alrededor. - Comprendo que tienes muchas preguntas y estoy dispuesto a darte las respuestas que necesitas. No deberías tomar ninguna decisión en caliente. - Con un pequeño gesto de la mano abarcó a todos los presentes. - Pero quizá te sentirías más cómoda si hablásemos en privado. Puedo pedirles que se vayan. - Ofreció con naturalidad, ignorando las miradas molestas que se posaron sobre él en ese momento. Sin embargo, nadie protestó a sus palabras.

Amber había permanecido callada todo este tiempo, quedándose junto a Nora. Pero cuando Gareth terminó de hablar se giró hacia la chica para hablarle con tranquilidad. 

- Esto es un refugio, Nora. No una cárcel. Si quieres irte, podrás hacerlo en cuanto terminemos de investigar un poco. - Hizo una pequeña pausa y ladeó un poco la cabeza para mirar a la joven con curiosidad. - Pero... ¿No quieres saber más sobre tu familia, tu sangre? Quizá tengas algún familiar vivo y no lo sepas. 

Giré la cabeza de inmediato y le lancé al chico moreno una mirada furibunda cuando se rio, no veía donde estaba la gracia. Volví mi atención al tal Gareth que decía que no podía irme, empezaba a estar furiosa, estaba asustada y me quería ir a casa, seguro que Aubrey se preocuparía si no iba a dormir.

Me incliné sobre la mesa apoyando las manos y tratando de controlar mi genio, aunque no solía sacarlo estaba a punto de estallar.-Supongo que está usted acostumbrado a esto, pero yo no. Tengo un trabajo, del que por cierto me he visto obligada a marcharme, tengo una casa a la que volver, donde se preocuparán si desaparezco, y tengo una vida que no tiene nada que ver con ustedes ni con sus historias. He venido aquí únicamente porque no me apetecía acabar agujereada como Ethan y porque tenía curiosidad, pero hasta aquí ha llegado. No sé qué es esa clave y me importa poco tirando a nada lo que tengan que decir, porque no tienen ustedes ninguna autoridad sobre mí. – Estaba muy acelerada, aquello tomaba un cariz preocupante porque no me querían dejar ir.

-¿Por qué tendría que estar asustada de algo que no sé qué es? Si es así como hacen ustedes las cosas, deberían replantearse su estrategia en vez de decirle a alguien que van a retenerle en contra de su voluntad. Ese bicho ni me ha notado y estaría tranquilamente sirviendo café con mi amiga, si Emille no hubiera empeñado en convertir a Ethan en una jodida brocheta.- Comencé a mezclar inglés con español, siempre pensé que mi idioma tenía una variedad de tacos mucho más completa que el inglés. Estaba perdiendo las formas y, aunque tenía un carácter fuerte, no acostumbraba a ser maleducada.

-Me da igual quién esté delante, no tengo nada que decir.- Me senté de nuevo crucé las piernas y los brazos, manteniendo a la vez la mirada fija en Gareth, no iba a permitir que me intimidaran. Sin dejar de sostener su  mirada contesté a Amber. –Es posible que para algunos esto pueda ser un refugio pero, de momento, de lo único de lo que siento una irrefrenable necesidad de protegerme es de vosotros. En cuanto a mi supuesta familia perdida, ya tengo una familia, mis padres y mis hermanos.- Miré un momento el reloj y volví de nuevo mi atención a Gareth.- Tiene de plazo hasta que Ethan tenga la pierna vendada para convencerme de todo eso que dice que me puede pasar si me marcho, no veo que pueden tener que yo necesite. En cuanto vuelva nos marcharemos, si realmente esto es un refugio y ustedes son lo que dicen ser, no nos lo impedirán.- Prefería mantener una actitud chulesca, estaba convencida de que si me mostraba sumisa estaba perdida.

Si Ivy no hubiera estado presente probablemente le habría partido al rubito la nariz de un puñetazo después de cómo se dirigió a mí. Sin embargo la chica parecía ya suficientemente cortada, y aunque las palabras del inútil eran una sucesión de idioteces no me alteré. Ya llegaría el momento de que lo pagara.

Sin embargo, lo que estaba claro que no iba a admitir era que fuese él quien tuviera la última palabra. No me aparté para dejarle pasar, ni mucho menos, ni me inmuté cuando trató de rodearme.

- Ivy. - Dije entonces, en un tono un poco seco. - Si te parece bien abre la marcha, y yo voy detrás. Sin saber qué es no debemos quitarle un ojo de encima. - Le pedí, e hice un esfuerzo porque mi voz se volviera un poco más amable según iba hablando. Luego me preparé para que echásemos a andar para reunirnos con los otros.

Tras las palabras de Nora un silencio sepulcral cubrió la sala. Todos la miraban y durante un par de segundos nadie dijo nada. Hasta que una risita proveniente del mismo chico moreno rompió el silencio, haciendo que todos pareciesen despertar. 

La mujer rubia enarcaba una ceja mirando a la joven mientras Alice hacía exactamente el mismo gesto junto a ella, haciendo evidente de dónde lo había aprendido. Parpadeó al escuchar la risa y se levantó, poniendo una mano suavemente en el hombro del hombre. - Voy a avisar a la Clave. - Dijo, ignorando a Nora por completo, con un tono de voz que sólo podría calificarse como lacónico antes de dirigirse hacia la puerta. 

El hombre había escuchando las palabras de Nora con un pequeño gesto de incredulidad en el rostro y cuando la mujer salió por la puerta se echó hacia delante, apoyando los antebrazos en el borde de la mesa y mirando a la joven fijamente, con una seriedad que antes no había manifestado. 

- Te irás cuando hayamos terminado contigo, no antes. - Dijo con un tono más cortante del que había usado anteriormente. - No puedes darnos plazos para nada. Pero puedes llamar para avisar de que llegarás tarde a casa.

Se levantó entonces mirándola ahora desde arriba y todo su aspecto amable pareció desvanecerse un poco, parecía molesto con la actitud de Nora. - Tienes muchas formas de afrontar esto y estás escogiendo la peor. No te he ofrecido hablar a solas para que tú me cuentes nada más, ya me has dicho todo lo que sabes. Estaba dispuesto a responder tus preguntas, pues tienes la sangre del ángel por tus venas y por lo tanto tienes derecho a conocer tus orígenes y a recibir los conocimientos que este Instituto alberga. Pero si no quieres saber de dónde vienes, ni quieres estar preparada para lo que te vas a encontrar ahí fuera, es tu problema. 

Miró todavía a Nora durante un instante antes de darse la vuelta, desentendiéndose de ella. Se giró entonces hacia Alice, que se encontraba junto a él. - Todavía tenemos que averiguar qué pasa con el chico. Y por qué estaban los dos allí, justo donde apareció el Shtriga. No creo que todo esto sea casualidad. Me gustaría hablar contigo a solas, ¿quieres salir fuera conmigo?

Alice asintió con la cabeza y ambos se dirigieron hacia la puerta sin darse la vuelta y cerrándola tras de sí.

En la sala quedaron pues Amber, el chico de rasgos orientales y los dos muchachos que habían entrado los últimos, el rubio y el moreno.

Amber no parecía dispuesta a hablar después de las últimas palabras de Nora y los dos con apariencia de ángeles o modelos de Calvin Klein parecían cómodos con su papel de espectadores. El otro joven se levantó y se acercó a Nora, que seguía sentada junto a Amber, para tenderle la mano en un gesto amistoso. - Me llamo Milton. - Dijo con voz suave y musical, apoyándose levemente en la mesa. - No te preocupes, si quieres irte no creo que tarden más de un par de horas en soltarte. Supongo que todo esto debe parecerte una locura, ¿no? - Preguntó, mirando a la chica con un brillo de curiosidad en los ojos.

La muchacha asintió hacia Émille y salió por la puerta, avanzando en primer lugar y recorriendo a la inversa el camino que unos minutos antes habían caminado los dos jóvenes. Se movían lentamente, siguiendo el ritmo que Ethan podía seguir con las muletas

Sin embargo, al llegar al final del pasillo Ivy se detuvo y señaló una puerta girándose hacia Ethan. - Querías ir al baño, ¿no? - Preguntó con timidez, rompiendo el silencio por primera vez desde que salieron de la enfermería.

Cuando Ivy se detiene escuchas un leve sonido detrás de vosotros, como unos pequeños y sigilosos pasos que se mueven rápidamente. 

Seguí a Ivy sin decir nada. Estaba bastante claro que yo no iba a poder hacer nada para escapar en aquel estado, pero al gabacho se le había cruzado que era peligroso. O tal vez quería seguir jodiéndome, parecía disfrutar con aquello. Como fuera, no iba a seguir discutiendo. Si querían escoltarme adelante, ningún problema por mí, siempre y cuando me dejaran ir al baño, claro.

Cuando llegamos e Ivy me señaló la puerta se lo agradecí inclinando levemente la cabeza. Muchas gracias. Dije, dedicándole una sonrisa de agradecimiento. Tenía que caerles bien, no podía ganarme más enemigos entre los secuestradores. Sin decir nada más entre en los baños.