Partida Rol por web

Carlo se levantó tras terminar de dibujar la runa. Contempló el ataque de su amigo hacia el rubio y guardó la estela en un rápido movimiento mientras miraba a Émille enarcando una ceja. 

- No puedes inventarte reglas a medio combate. - Dijo, con una sonrisa de medio lado esbozándose en sus labios. - ¿O es que de repente tienes miedo de perder?

Se giró hacia Ethan y frunció el ceño. - ¿Por qué no nos dices de qué coño va esto, tío? - Con esta pregunta se cruzó de brazos, dispuesto a seguir mirando.

Antes de que te diera el golpe pudiste notar un bulto que te pareció inconfundiblemente un iPhone en uno de los bolsillos de Andrea. Parecía claro que llevaba el móvil encima.

Me puse de nuevo en guardia esperando el próximo ataque. - Detente de una puta vez cabronazo - farfullé con un tono cargado de rabia. Si lograba escabullirme me levantaría de nuevo.

No quería hacerlo evidente, pero me esforcé todo lo posible en ser certero e ignorar el dolor. No quería morir a manos de ese psicópata.

Apreté los dientes y una mueca de dolor cruzó mi rostro. Al bajar la mirada y ver el tajo abrí los ojos con sorpresa. Cuando me recuperé de la sorpresa miré a los italianos con una mirada cargada de rencor. Sucios rastreros.  Dije, mientras mi mirada se cargaba de determinación. Si quería atacarme, adelante, perderían el poco honor que les quedaba después de lo que habían hecho. Putos inmigrantes

Me dispuse a meter la mano en el bolsillo de Andrea. Lo haría hasta que consiguiese lo que buscaba, después me iría.

Alcé una ceja, sorprendido y escéptico al escuchar la respuesta de Carlo. - Has tenido que ayudarle para que no se desangrara. - Le recordé. - Ya habéis perdido. - Expuse. Sin embargo con aquellas palabras no me quedé conforme. Una cosa era que se preocupase por su amigo, eso lo podía entender. Pero que tratase de estafarme, no. Centré mi mirada en la runa que acababa de hacer a su compañero, dispuesto a dejar las cosas como deberían estar.

Émille fue el primero en moverse. Con el arma por delante se lanzó a por Andrea. El italiano consiguió rodar sobre sí mismo, apartándose un poco, pero no pudo esquivar por completo el ataque de Émille y el filo de su lanza hizo un corte profundo en su hombro, justo en el lugar exacto donde Carlo había dibujado la runa. Ésta empezó a perder su color de inmediato, convirtiéndose en una cicatriz blanquecina y un intenso dolor estalló en aquel lugar.

Ethan acercándose a él fue lo último que vio Andrea antes de perder la consciencia, sumiéndose en una densa oscuridad.

Ethan terminó de acercarse y se agachó para palpar entre la ropa de Andrea. En un primer intento no logró nada y empezó a frustrarse, pero no se dio por vencido y volvió a intentar cachearlo con más ahínco. Fue entonces cuando localizó lo que buscaba y lo sacó de uno de los bolsillos de Andrea: un smartphone negro. 

Con el teléfono en la mano, Ethan se apartó del cuerpo inconsciente del nephilim. 

- ¡Cazzo di manzzo! - Exclamó Carlo sorprendido al ver a Émille lanzarse sobre Andrea con el arma por delante. Fulminó al moreno con la mirada, pero su atención enseguida se dirigió hacia Ethan, que robaba el teléfono del cuerpo inconsciente. 

- ¡¿Qué haces?! ¡Eso es de Andrea, devuélveselo! - Con esta exclamación se acercó a su amigo de nuevo sacando la estela en ese movimiento y se agachó a su lado, dispuesto a dibujar una nueva runa para evitar que se desangrase. 

Una vez con el móvil en la mano miré una última vez a Andrea con cara de asco. Podía verse en mi mirada que me estaba conteniendo las ganas de patearle la cabeza. Me di la vuelta y me dirigí a la puerta de la sala de entrenamientos después de mirar como carlo se dirigía a curar a Andrea. No tenía pensado estar presente cuando Andrea se despertarse. Tenía que buscar a alguien para que me hiciese una runa de curación.

Con tranquilidad vi cómo Ethan echaba a correr y le seguí unos pasos en dirección a la puerta y con expresión curiosa. No entendía nada de lo que había pasado, o por qué el rubito la había laido de aquella manera, pero con un poco de suerte pronto me enteraría.

- ¿De qué coño iba todo esto? - Pregunté una vez el chico se hubo ido, girándome de nuevo hacia los italianos.

Apenas habían pasado algunos segundos desde que Carlo dibujó la nueva runa en la piel de Andrea cuando el italiano abrió los ojos, empezando a recuperarse. 

La situación había cambiado un poco desde que perdió la consciencia. Ethan ya no estaba allí, sólo quedaban Émille y Carlo. El primero de ellos dos parecía confuso y el segundo muy enfadado. 

Carlo fulminó con la mirada a Émille. - Va de que has ayudado a ese pirado a robarle a mi amigo. - Espetó, enfadado, antes de girar la mirada hacia Andrea.  

- Muco volto mangiato formaggio marcio catto. L'asino del piede Emille alito puzza, ma il peggio è la cascora della macchina rossa, Ethan.

Ahora que has dibujado esa runa sobre tu piel comprendes de forma instantánea las palabras de Carlo. 

Ese puto gilipollas te ha robado el teléfono del bolsillo. Y el otro carapene de Émille le ha ayudado y casi te mata, pero ahora tu móvil lo tiene el rubio de mierda, Ethan.

Ese puto gilipollas te ha robado el teléfono del bolsillo. Y el otro carapene de Émille le ha ayudado y casi te mata, pero ahora tu móvil lo tiene el rubio de mierda, Ethan.

Una vez fuera de la sala de entrenamientos me di cuenta de la adrenalina que había descargado. Estaba exhausto, pero había conseguido el móvil. Iría a buscar a alguien que pudiera hacerme una runa para curar las heridas. Pensé en ir corriendo a la enfermería a buscar a Ivy y le pedirle que me hiciese un iratze en las dos heridas. Sin embargo, me di cuenta de que los italianos podrían ir también a la enfermería y no quería encontrármelos. Carlo me quitaría el móvil. Cambié de opinión a medio trayecto.

Iría a las habitaciones a buscar a alguien. Uno de los chicos guapos, probablemente, parecían majos. Probaría en su habitación. Si no estaban ahí buscaría a Amber en su cueva. Una vez curado, volvería a la habitación, me cambiaría la ropa y saldría a buscar a algún informático bueno que pudiera extraer los archivos del móvil. Le pagaría bien.

Se me ocurrió que le pediría a quien fuese que me curase que me hiciese un mendelin también. Así, si las cosas se ponían feas podría escabullirme.

Con las palabras de Carlo te alarmas y con la consciencia recién recuperada compruebas lo que dice. Y es cierto, en parte. Te han robado un teléfono, sí. Pero no el tuyo, sino el que habías comprado para regalarle a tu amigo después de que te insistiese en que quería aprender a usar uno para poder ver el vídeo de Nora cuando quisiera sin tener que pedirte el tuyo. El tuyo todavía puedes notarlo en el bolsillo de los pantalones. Así que te han robado un teléfono recién comprado, con los ajustes de fábrica y completamente vacío de archivos.

- Eh, eh, relájate. - Protesté de inmediato, dejando claro que yo no tenia cada que ver. - Yo sólo dejé el combate como habría estado si no hubieras hecho trampa. - Expuse antes de que en mi rostro se formara una pequeña sonrisa.

- Por el móvil no te preocupes. - Enuncié después. - Le compraré otro con las cincuenta libras que me debes. - Comenté. Luego hice un gesto hacia el pervertido, que ya empezaba a recuperar la consciencia.

- Ey. - Dije a modo de saludo. - ¿Cómo lo haces para acabar siempre igual?