Partida Rol por web

Nadie te respondió cuando llamaste a las habitaciones y tampoco te cruzaste con nadie por el camino. El castillo era bastante grande y podían estar en cualquier sitio, así que terminaste por dirigirte al sótano, donde sabías que estaba el taller de Amber.

El taller que había en el sótano era sin lugar a dudas el dominio de la pelirroja. El sitio había estado prácticamente abandonado durante siglos, hasta que ella había llegado al Instituto y había empezado a desempolvar material, herramientas y libros. Prácticamente nadie más solía bajar allí y la chica se había ido acomodando en aquella sala hasta llenarla con su presencia.

Era un lugar amplio, pero completamente abarrotado de cosas. Mesas de trabajo llenas de piezas de metal y engranajes mecánicos, estelas y papeles llenos de runas, un escritorio con un ordenador potente, sillas y mesas llenas de objetos que a ojos ajenos no parecían tener ninguna utilidad o relación entre ellos. En aquel lugar tecnología, química, mecánica y la magia del Ángel se mezclaban formando una sola cosa. Y sin embargo, la joven se movía como pez en el agua.

A pesar de que llevabas poco tiempo en el Instituto, ya sabías que podía ser peligroso bajar sin avisar, pues en ocasiones Amber hacía pruebas químicas y el taller se llenaba de humos tóxicos. En otras ocasiones sus experimentos no terminaban de salir como ella esperaba y objetos salían disparados con potencia en cualquier dirección. Pero eso no era suficiente como para que te echaras atrás en aquel momento.

Sabías que aquel era el lugar más probable para encontrar a Amber. Y así era. La pelirroja estaba delante del ordenador tecleando lo que parecía ser una larga sucesión sin sentido de ceros y unos. Al escuchar tus pasos tardó algunos segundos en apartar la mirada de lo que se traía entre manos para mirar hacia la puerta y al ver de quién se trataba, sonrió. 

- Eh, Ethan. - Saludó, de buen humor. - Tienes una pinta horrible, ¿estás bien?

Carlo frunció el ceño y después enarcó una ceja mientras una sonrisa de medio lado se esbozaba en sus labios con una pizca de malicia, mirando a Émille. - No te debo nada. Apostaste por Ethan pero el combate lo has ganado tú. - Se cruzó de brazos y volvió a mirar a su amigo, esperando que reaccionase.

- Joder, me hace falta entrenar - susurré totalmente aturtido. La cabeza me daba vueltas y tenía unas ganas terribles de vomitar, ojalá el iratze me cerrase la herida pronto. - No te preocupes, no pasa nada supongo... - le comenté con la mirada perdida en la puerta.

- No me puedo levant- otro pinchazo me recorrió la médula y grité de dolor. - ¡Jo-der! - exclamé tratando de canalizarlo. - "Agárralo", ¿sabes? Por un momento creí que estos dos iban a violarme - comenté tratando de quitarle hierro el asunto. - ¿Ya puede dominar ese nivel de invisibilidad?

- Ho comprato un martello per ucciderlo mentre dorme, ¿vuoi partecipare? Sembrerà un incidente, Saranno eseguire il dump dei corpi dopo in il portal. - hice una pausa tratando de flexionar las piernas pero me dolía demasiado para hacer el esfuerzo, esperaría unos minutos más. -Oppure possiamo sciogliere il corpo... Nessuno sospetterà.

- Creo que quería el teléfono por grabar en el rodaje de su serie, ¿lo recuerdas? Aquella escena en la que se restregaba contra el subterraneo aquel, Mitch - hice una pausa tratando de flexionar las piernas pero me dolía demasiado para hacer el esfuerzo, esperaría unos minutos más. - Pero... joder, es absurdo... Si eso va a salir en la televisión de todas formas, ni que fuese un secreto.

- Creo que quería el teléfono por grabar en el rodaje de su serie, ¿lo recuerdas? Aquella escena en la que se restregaba contra el subterraneo aquel, Mitch - hice una pausa tratando de flexionar las piernas pero me dolía demasiado para hacer el esfuerzo, esperaría unos minutos más. - Pero... joder, es absurdo... Si eso va a salir en la televisión de todas formas, ni que fuese un secreto.

Carlo miró a Andrea confuso por un instante cuando le preguntó por la invisibilidad de Ethan y giró un poco sobre sí mismo antes de negar con la cabeza, pensando que su amigo creía que el rubio seguía por allí.

- Ya no está, tío. Se ha marchado corriendo con tu móvil. - Se encogió de hombros. - Supongo que ha mejorado mucho. Con ayuda, probablemente. - Añadió con una pizca de sorna, señalando a Émille con la cabeza. 

- Gatti alberi e hanno raggiunto il soffitto era blu e grigio, bello bel colore. - Dijo en italiano entonces, arrugando el gesto. - ¿Il salice piangente al ciccione? Nascosto agli occhi del nemico, ¿cosi? ¿char casa facciata rossa?

-  Tío, qué puto asco, no me recuerdes esa imagen. Todavía tengo pesadillas. - Dijo en italiano entonces, arrugando el gesto. - ¿Y para qué querría esa mierda? Si no quería que lo tuvieras, con pedirte que lo borraras sería suficiente, ¿no? ¿Tiene entonces también lo de la ragazza?

-  Tío, qué puto asco, no me recuerdes esa imagen. Todavía tengo pesadillas. - Dijo en italiano entonces, arrugando el gesto. - ¿Y para qué querría esa mierda? Si no quería que lo tuvieras, con pedirte que lo borraras sería suficiente, ¿no? ¿Tiene entonces también lo de la ragazza?

- Y tú apostaste por Andrea, y él ha perdido. - Comenté con una sonrisa, consciente de que aquella apuesta estaba anulada por el mal perder de los italianos. Bueno, la vergüenza de haber sido sobrepasado por un novato sería suficiente derrota para ellos.

Luego escuché las palabras del pervertido, tratando de poner atención cuando hablaba en italiano a ver si pillaba algo. Sin embargo acabé por negar con la cabeza.

- Más que entrenar lo que te falta es aprender lo más básico. Puedes empezar con Jo. - Le señalé. - Y de ahí en adelante, mejorar hasta dejar de ser ridículamente incapaz de defenderte. - Expuse mientras me acercaba a la pared y apoyaba la espalda en ella. - Y ya te gustaría que alguien quisiera violarte. Así a lo mejor conseguías que alguien te tocase sin ser con un palo. - Observé.

Cuando vi cómo Carlo me señalaba fue inevitable encogerme de hombros, sonriendo con malicia, aunque no hice ningún comentario al respecto.

- ¿Por qué coño quería tu teléfono? - Pregunté, antes de hacer un gesto, descartando aquella idea con la mano. - Olvídalo. Si son cosas de pervertidos prefiero no saberlo.

- Uccidere il riconciliatore non è una buona idea, lo si deve adorate per essere felici - dije negando lentamente. - C'è troppa invidia nel corso della riunione. 

Estiré mi cabeza hacia arriba y escuché al francés sugerir que debía de entrenar con Jo. No tenía ganas de hablar con él nunca, pero mucho menos ahora que encontraba tan mal.

- Okey - asentí sin darle más importancia a la pregunta y respuesta de Émille. - Lo que tu digas.

- ¿Me echas una mano? - dije a Carlo tratando de flexionar el abdomen para levantarme. - Joder, me preocupa que ese psicópata esté esperando para empujarme escaleras abajo.

- No era mi teléfono el que se ha llevado, era un regalo que iba a hacerte - dije negando lentamente. - Pero después de esto lo de la ragazza ya me estoy encargando de hacerlo desaparecer.

- No era mi teléfono el que se ha llevado, era un regalo que iba a hacerte - dije negando lentamente. -Pero después de esto lo de la ragazza ya me estoy encargando de hacerlo desaparecer.

- Il, conciliatore. ¿È un traditore? Ma nessun problema morirà presto. - Respondió Carlo mientras se acercaba a Andrea y le examinaba la herida. 

- Ya se está cerrando. Venga, vamos a levantarte y te ayudo a llegar a tu cuarto. Allí podemos cerrar con llave para que no entre el rubito cabreado. - Colocó un brazo por debajo de los hombros de Andrea y empezó a contar en voz alta. - Una. Dos. ¡Y tres! - Y en ese momento tiró de él para ponerlo en pie. 

- No creo que se haya quedado a esperarte, salió corriendo como loco. - Explicó, empezando a caminar, sosteniendo a su amigo por el hombro y por la cintura.

- Oh, tío. ¿Era para mí? Eres el mejor amigo del mundo. - Respondió Carlo mientras se acercaba a Andrea y le examinaba la herida. 

- Oh, tío. ¿Era para mí? Eres el mejor amigo del mundo. - Respondió Carlo mientras se acercaba a Andrea y le examinaba la herida. 

Emití un sonido de asentimiento, un "Estaba claro" cuando el pervertido asintió. Ya preveía que eran cosas de enfermos. Al ver que se preparaban para marcharse yo hice lo mismo. Me dirigí a la puerta, y allí les dediqué un gesto de despedida.

- Avisadme si volvéis a liarla así. - Les dije antes de irme. - Siempre es divertido ver perder a un nephilim contra un novato.

Una vez fuera no tardé en decidirme. Corrí hacia el laboratorio de Amber. Tenía que contarle lo que había pasado y, con suerte, que me ayudase a conseguir aquel vídeo antes de que lo borrasen.

Émille salió por la puerta dejando a los dos italianos a solas y entonces Carlo miró a Andrea con ojos suplicantes. 

- Tío, no lo has borrado aún, ¿verdad? - Preguntó en italiano, haciendo una mueca. - Dime que no. Si lo vas a borrar quiero verlo antes por última vez para grabarlo bien en mi memoria. 

Sin embargo, la puerta se abrió de nuevo antes de que Ethan pudiera hablar, cuando el chico todavía estaba recuperándose por haber caminado con esa herida tan fea desde la sala de entrenamiento en lo más alto del castillo, hasta el taller del sótano. 

Por ella entró Émille buscando a Amber. Cerca de la puerta estaba Ethan. La pelirroja estaba delante del ordenador tecleando lo que parecía ser una larga sucesión sin sentido de ceros y unos. Cuando vio entrar a Émille su sonrisa se amplió.

- Ey, ¿os habéis puesto todos de acuerdo para venir a visitarme? - Preguntó, girando sobre su silla para miraros a ambos de frente. - ¿Ha pasado algo?

Me sorprendió un poco ver al rubito ahí, y más aún con la herida aún abierta. ¿Qué coño querría de Amber? Probablemente algo con aquel maldito teléfono.

- Oh, sí, muchas cosas. - Dije con una sonrisa que se ampliaba cada vez más. - Ethan le ha dado al pervertido una paliza de muerte para cogerle el móvil por un vídeo que el muy gilipollas había grabado. - Expliqué. - Según están diciendo el señor aquí presente - Dije con una sonrisa que dejaba claro que aquello era sólo el principio. - se dedica a restregarse con subterráneos varones, y el otro a grabarlo en vídeo.

- Pero el muy bobo ni siquiera ha robado el móvil que era, así que Andrea aún lo tiene, y se dispone a borrar no sé qué cosas incriminatorias de una ragazza. - Terminé de contar, contento de todo lo que había sacado con sólo un poco de astucia. Mientras tanto fui sacando un pequeño cuchillo y cortando la runa que me había hecho un rato antes. Si no iba a seguir utilizándola, mejor reducir el bajón.

- ¿Tú puedes verlo todo desde ahí antes de que lo borren, no? - Pregunté a mi amiga, haciendo un gesto hacia su ordenador. - Cincuenta libras a que es el pervertido aprovechando la mendelin para manosear a alguna.