Partida Rol por web

Tras la pequeña charla la reunión se disolvió y cada uno de los chicos volvió a sus propios asuntos, citándose para el miércoles en la puerta de entrada del Instituto.

Después de varios días en los que el cielo no había dejado de estar gris y nublado con lluvias frecuentes, ese día había amanecido con un tímido sol apareciendo entre las nubes, dando más luz y color a las calles. 

Carlo se había levantado pronto para prepararse. Aquel día podía ser un gran día. Se encontraba esperando con impaciencia en el recibidor a que llegasen Ethan y Andrea, vestido con unos vaqueros negros y un jersey gris que realzaba el color de sus ojos, casual pero casi elegante. Llevaba colgada del hombro una mochila negra. Su pelo estaba colocado en un estudiado peinado despeinado y quizá se había pasado un poco con la colonia. Sus ojos se dirigían a las escaleras a cada momento, esperando a que alguno de los dos aparecierais.

Aquella mañana me había puesto el despertador bien pronto, desde el incidente en la ducha procuraba ser el primero en acudir al cuarto de baño. Sabía lo extraño que podría resultar para alguien toparse conmigo entre duchas, seguramente llegarían a pensar que estoy espiándoles o algo mucho peor. Después de todo aquellos ingleses eran muy desconfiados.

El tiempo restante lo pasé cuidando mi estilo, me puse un sueter verde sin ningún motivo y unos tejanos azul oscuros. Tuve que ingeniármelas para ocultar mis cuchillos serafín bajo la ropa. No me quedó más remedio que atármelos a la espalda con algunas vendas elásticas.

Al marchar pasé por la habitación de Carlo pero este ya había desaparecido así que decidí bajar hasta la puerta del instituto donde me topé con él. Levanté la mano a modo de saludo y le brindé una sonrisa.

-Buongiorno - dije a medida que bajaba las escaleras. ¿Todavía no ha bajado Ethan? Miré a mi alrededor y al ver que no estaba terminé encogiéndome de hombros. Paso por la cocina un momento a por un poco de chocolate que todavía no he desayunado...

Aquel día era importante. Mucho. Llevaba poco tiempo entrenando, pero tendría que valer. Si algo pasaba quería estar preparado para protegerme, así que me dirigí a la armería antes de bajar a encontrarme con mis dos guardaespaldas y cogí un estoque.

Una vez me hice con el arma, me preparé en el espejo del baño para estar lo mejor posible y ensayé varias frases para aparentar normalidad. No quería que notasen que pasaba algo raro. Ni siquiera hay un espejo en la habitación....

Volví al cuarto y cogí la funda. reemplacé el estoque romo que usaba para las clases con el que había cogido de la armería y bajé, dispuesto a afrontar el día. Me encontré con que era el último. Siempre es mejor que te esperen a que te hagan esperar.

Buenas, chicos. Saludé, dedicándoles una sonrisa. ¿Todo listo? Veo que vais a por todas. Dije, en tono jocoso al ver a Carlo. Miré a Andrea y tuve que reprimir un gesto de desagrado, era una suerte que fuese un buen actor. Me iban a ver acompañado de semejante tipo. Iba a tener que hacer algo para arreglar eso. Me encargaría de ello al llegar al rodaje. Ojalá estuviera la maquilladora maja.

Por cierto, he cogido un arma de la armería. Me han dicho que se le pueden poner sellos para que haga cosas chulas. ¿Sabeís hacerlo? ?Se tarda mucho? Señalé la funda. Si no se tarda demasiado podríais hacerme los sellos, solo por si acaso.

No tenía ni idea de como usar los sellos, pero bueno, estaría mejor con ellos que sin ellos, ¿no?

Carlo sonrió ampliamente al ver aparecer a Andrea primero y a Ethan después. - Venga tío, ya desayunaremos por el camino o allí en el sitio del rodaje ese. - Dijo, cambiando el peso de una pierna a la otra, evidentemente impaciente por salir cuanto antes. Entonces miró a Ethan. - ¿Tú has desayunado? 

Una sonrisa de medio lado, entre pícara y traviesa, brotó en sus labios con sus palabras. - ¡Por supuesto! Uno no puede acercarse a una bambina con inseguridad. Seguro que tú lo sabes bien, Ethan. - Dijo, asintiendo convencido. 

Después hizo una pequeña mueca. - Son runas, como las que nos ponemos en el cuerpo, pero para las armas. Yo puedo hacerlo cuando me potencian, pero ahora mismo no, lo siento. - Respondió, encogiéndose de hombros. - Si no me equivoco, Émille también debería poder hacerlo. 

Sí, ya he desayunado. Dije, al recordar como, una vez más, tuve que comer un desayuno sin bacon ni huevos.

Esbocé una sonrisa de suficiencia cuando Carlo hizo el comentario sobre mis capacidades para ligar. No lo sabía él bien. Cuando comentó que no podía ponerles sellos a las armas hice una mueca de disgusto. Vaya... Pensaba que todos podíais hacerlo. Tal vez debería hacerle más caso a Emille.

Había que pensar aquello con cuidado. Emille iba a sospechar si le decía que me hiciera las runas en el arma. No le costaría mucho averiguar que tramaba algo y tal vez intentase impedirlo o, peor aún, insistiese en venir con nosotros porque no se fiaba de los italianos. No, aquella no era una opción. Solo había una posibilidad.

Carlo, ¿puedes pedirle a Emille que te potencie? Le pedí. Si le digo que me ponga las runas en el arma va a sospechar y tal vez quiera venir... Podría aguarnos la fiesta, no es que sea muy animado el chico. Dile que es para entrenar o algo para probar unas runas nuevas.

Carlo asintió lentamente. - Venga, iré a pedírselo. El otro día fue muy amable conmigo cuando me dejó la ropa. Esperadme aquí, no tardaré. - Miró entonces a Andrea. - O bueno, podéis ir mientras a la cocina a por desayuno y nos lo comemos por el camino. 

Sin más, dejó su mochila en el suelo apoyada en una pared y se alejó en dirección a la escalinata.

Habían pasado varios días desde que los dos novatos habían llegado al Instituto y se te estaba haciendo eterno. Todavía era miércoles, pero parecía que hubieran pasado siglos. Después de varios días en los que el cielo no había dejado de estar gris y nublado con lluvias frecuentes, ese día había amanecido con un tímido sol apareciendo entre las nubes, dando más luz y color a las calles, aunque eso desde la sala de entrenamiento no podías notarlo. 

Eran las nueve de la mañana y estabas entrenando con Nora cuando Carlo asomó la cabeza por la puerta y te hizo un gesto para que te acercaras a él. El chico iba vestido con unos vaqueros negros y un jersey gris que realzaba el color de sus ojos, casual pero casi elegante. Su pelo estaba colocado en un estudiado peinado despeinado y quizá se había pasado un poco con la colonia. En sus labios se dibujaba una sonrisa nerviosa que hacía juego con el brillo travieso de sus ojos.

Al ver llegar a Carlo disfrazado de mundano me costó no reírme. Joder, qué mierda tendrían en la cabeza los jodidos italianos. Ni se me pasó por la cabeza que viniese a entrenar. Y al ver que parecía querer hablar conmigo hice un gesto a Nora para que continuase practicando y me acerqué, frunciendo el ceño. Esto no podía traer nada bueno.

- Buongiorno. - Saludó Carlo con la misma sonrisa en los labios. Lo cierto era que ese brillo en su mirada lo hacía especialmente atractivo esa mañana. 

- Quería pedirte un favor. - Dijo con naturalidad, cuando estuviste ya en el pasillo. - Necesito potenciarme y si no me equivoco tú puedes hacerlo, ¿no es así?

En ese momento recordaste que hacía unos días Ethan te había comentado muy de pasada que el miércoles por la mañana tendría rodaje y no estaría para su entrenamiento.

Cuando iba a dejar solo a Carlo para ir a la cocina, Ethan bajó por las escaleras. Debía de estar de buen humor para señalar lo bien arreglado que íbamos, claro que no era de extrañar, gracias al ángel era una de esas personas a la que le quedaba bien cualquier cosa.

Le brindé la mejor mis sonrisas y levanté la mano en un gesto efusivo. -¡Buenos días Ethan! ¿Cómo te encuentras? Justo hablábamos de ti - dije deteniéndome para hablar con él.

Ladeé un poco la cabeza cuando dijo aquello de ponerle sellos y entonces caí en que hablaba de runas, pero más importante aún era que aquello me recordó su capacidad para el glamour. Esperé a que Carlo acabase de hablar y asentí cuando se ofreció a hablar con Emille para potenciar las armas. 

- Hablando de runas, me has recordado que te manejas bien con el glamour y la invisibilidad, ¿verdad? ¿Podrías ocultarme las arma? Ahora mismo las llevo vendadas a la espalda y no es muy cómodo que digamos... 

Me quedé durante un instante mirando a Carlo con los ojos entrecerrados, suspicaces. Que se arreglase tanto tenía que tener un motivo. Y que interrumpiese el entrenamiento de Nora sólo para pedir un hype, también.

- Sólo te va a durar un par de minutos, como mucho. - Le recordé, sin entender todavía qué podía estar tramando. Sin embargo algunas cosas empezaban a encajar en mi mente. Hoy era aquel jodido rodaje. Y por culpa de Gareth tendría que dejarle ir. Eso tenía su lado bueno: tener al fin unas horas de más para mí no estaría mal, pero por otra parte... Si Carlo estaba aquí era muy probable que su otro escolta fuese Andrea, y no me fiaba ni un pelo. Aunque quizá todo eso era elucubrar demasiado. Ni siquiera había confirmado que todo esto y el rodaje tuvieran algo que ver.

- ¿Salís ya para el rodaje? - Pregunté, fingiendo que sabía de qué iba el asunto. - ¿Está muy lejos?

Carlo asintió a tu advertencia. - Lo sé, pero no necesito mucho más, es para hacer unas runas a unas armas. - Explicó, todavía con la misma sonrisa de medio lado. 

Pestañeó confundido por un instante ante tus últimas preguntas, pero enseguida su sonrisa se amplió y asintió de nuevo. - Sí, precisamente es para eso que lo necesitamos. Los chicos me están esperando abajo. - Dijo, antes de encogerse de hombros. - Pero no tengo ni idea de dónde está el sitio ese. Todavía no conozco mucho la ciudad. Creo que vamos a ir en un taxi de mundanos. - Finalizó, poniendo los ojos en blanco como si esa idea le pareciese absurda.

Escuché la respuesta de Carlo, y una media sonrisa apareció en mi rostro. Qué bobo, le he engañado como a un niño. - Hacemos una cosa. - Le dije. - Te acompaño abajo por si no te da tiempo y les hago yo las runas que queráis. - Me ofrecí, encontrando una excusa perfecta para comprobar quiénes iban a acompañar al memo.

- Y oye, ¿por qué vas así de arreglado? - Pregunté mientras echaba a andar. - ¿No vais a haceros unas mendelin?

- Perfecto. - Respondió Carlo, encantado con tu idea. Empezó a descender por la escalinata a tu lado. - Qué va. Ethan ha pensado una tapadera para poder llevarnos a la vista. Yo soy un estudiante de arquitectura de erasmos y Andrea será mi primo, hijo de un productor italiano. Se supone que su familia y la nuestra son amigas y por eso él nos lleva de paseo. 

Carlo rodó los ojos mientras su sonrisa pícara se ampliaba. - Y no te imaginas las bambinas que tiene como compañeras en la cosa esa del rodaje. Hay una morena preciosa.