Partida Rol por web

Bueno, pues ya está decidido. Dije, zanjando el asunto. Pediremos el taxi en casa de Nora y me quitáis la runa de invisibilidad en mi casa.

Saqué el móvil y me puse a escribir mensajes. Tenía cosas más importante que hacer en aquel momento que ponerme a discutir detalles sin importancia. ¿Vamos?

Mientras ultimábamos los detalles, respondí a todos los mensajes de mis amigos contándoles que estaba bien, pero que se me había alargado el plan con Miércoles. Les pregunté sobre la noche y que me contasen los detalles. Según escribía notaba como si todo aquello fuera algo distante y sin importancia, lo que me preocupó bastante. Todo había cambiado demasiado en muy poco tiempo.

"Ey". Era un mensaje corto, pero claro. Quería hablar. Tomé aire con fuerza, intentando mantener los sentimientos en calma. ¿Qué querría? Le devolvería la llamada, pero no en aquel momento, no delante de ellos tres. Tendría que esperar a estar solo.

Pasé al siguiente mensaje, el de Nicholas. Tras leerlo fruncí el ceño. Tal vez me estuviera volviendo un poco paranoico, pero me preguntaba si tal vez los que se habían llevado a mi familia estaban intentando localizarme y si habían acudido a Nicholas para dar conmigo.

Releíste el mensaje con cuidado varias veces, pero no te parecía que hubiera nada extraño en él. No era raro que Nicholas te preguntase tras ver los horarios de la siguiente semana, tal vez querría comer contigo o que después salierais a dar una vuelta. 

Emití un suspiro al darme cuenta de que no sólo no se daban cuenta de cuál era la mejor manera de hacer las cosas - la mía -, sino que además Milton estaba tan cegado por la novedad que no decía más que chorradas. Por un momento pensé en dejarles claro a los tres cómo era todo, pero la conversación con Gareth volvió a mi mente. Por una vez, haría una excepción.

- Vamos. - Dije torciendo el gesto y caminando hacia la calle, tomando dirección al barrio de Nora.

El camino hasta la casa de Nora era largo y cansado. Durante la hora y media que caminasteis Milton y Émille aprovecharon el paseo para ir explicando a Nora y Ethan lo que eran las runas y el funcionamiento de las más básicas*. Los cuatro jóvenes caminaban con facilidad a pesar de la larga distancia e incluso Nora que había manifestado en alguna ocasión no estar demasiado en forma, parecía más fresca que una rosa, como si caminar más de cuatro millas fuera lo más habitual.

El barrio de Clapham era una zona que había vuelto a ponerse de moda en los últimos tiempos. Muchas casitas unifamiliares llenaban las calles y poseía un gran parque muy frecuentado en verano por los deportistas y jóvenes con ganas de pasar el día haciendo una barbacoa. 

La casa de Nora estaba en una calle tranquila, que debía ser bastante luminosa cuando el cielo no estaba tan encapotado como aquella mañana. Era una vivienda de grandes ventanales, con las paredes rojas y las molduras en blanco y un tejado negro de pizarra. Por fuera no parecía haber nada de extraño en ella.

En algún momento del camino notaste un movimiento bajo los coches aparcados que llamó tu atención. Sin embargo, cuando te fijaste mejor, tan sólo viste un pequeño cachorro de gato negro que se deslizaba detrás de la rueda de uno de los vehículos.

Prácticamente en cuanto nos echamos a andar empecé a aprovechar la hora y media de camino para explicar a los recién llegados cómo funcionaba el mundo de los cazadores de sombras. De dónde proveníamos, lo que eran las runas, quiénes eran nuestros enemigos y qué otros seres habitaban en el mundo. Tuve cuidado de ir poco a poco, para que tuvieran tiempo de recuperarse después de saber de la existencia de los vampiros o de los hombres lobo antes de saltar a lo siguiente. En esta ocasión sí agradecí la compañía de Milton, pues de otro modo probablemente pensasen que les estaba tomando el pelo. Después de todo, sus cabezas estaban tan desamuebladas como las de los mundanos.

No me preocupé por el tiempo, ni por la distancia, pues lo que tenía para contar era largo. Probablemente nadie del Instituto - salvo Amber - me hubiera visto hablar tanto, pero si tenían que entrenarse y ponerse al día pronto, no podíamos desperdiciar este rato.

Una vez hice un repaso rápido a todo miré a ambos, tomando aire. - Turno de preguntas. - Enuncié, sin saber si realmente tendrían algo que decir.

El camino hasta casa de Aubrey era largo de narices, ya lo había advertido. Aunque no estaba muy en forma no me sentía cansada y me sentía satisfecha de aguantar el ritmo, si algo me preocupaba era ser un lastre. Emille utilizó el tiempo del que disponíamos para contar, con bastante detalle, como era el mundo en el que vivían y en el que estaba entrando. Como ellos iban en modo invisible no hice ninguna pregunta, ni comenté nada. No quería ser tomada por loca si me veían hablando sola por la calle. También tuve que disimular mis expresiones de sorpresa y de incredulidad cuando mencionaba algunos puntos especialmente sorprendentes. Los vampiros, hombres lobo y las hadas, aunque no las llamó así, fueron los que más me impactaron. Todo lo que había leído se convertía en realidad y estaba intentando asimilarlo de la mejor forma posible.

En ese momento tenía muchas preguntas y a la vez ninguna. Tenía que aceptar todo lo que decía como cierto sin más. Probablemente las preguntas irían surgiendo y podía preguntar a Milton o mirarlo en el códice. Negué con la cabeza para evitar hablar.

El camino a casa de Nora se me hizo largo. Mucho. Más teniendo en cuenta que Emille no paraba de hablar. Vaya pelma. Nada más salir saqué su móvil y me puse a escribir un mensaje. Según escribía, asentía de vez en cuando al franchute, fingiendo que me interesaba lo que decía, pero sin llegar a prestarle demasiada atención y sin mostrarme demasiado sorprendido. Existían los ángeles y los demonios, no iba a sorprenderme por gente que chupaba la sangre. 

Me dediqué el viaje a actualizarme. Busqué por todas partes posible información sobre lo ocurrido en mi casa. Noticias, periódicos, incluso algún de noticias libres que tanto odiaba. Tras asegurarme de que no había nada, tal y como me habían repetido varias personas ya, pasé a leer mi correo y los whatsapps. Me rezagué un poco para que los demás no pudieran leerlo, pero no lo suficiente como para que pareciese raro. Respondí a todos ellos. Cuando acabé me sentí extrañamente bien, como si hubiera hecho algo importante. Actualicé mi página de facebook, escribí varios tweets y respondí a algunos comentarios de twitter de algunas fans aleatorias con mi habitual encanto para que se sintiesen mejores personas. Yo ganaba seguidores, ellas ganaban autoestima. Todos salíamos ganando.

Todo ello lo hacía mientras intercambiaba alguna mirada de interés con Emille y Milton, o al menos lo intentaba. Si se pensaban que no prestaba atención seguramente me dirían algo. O me romperían en móvil en aquel momento. A saber. Por no hablar de que tenía que fijarme para esquivar a la gente. Eso de ser invisible tenía sus inconvenientes.

No te cabía ninguna duda de que Ethan estaba pasando olímpicamente de tus explicaciones, más entretenido de lo que fuese que hacía con su móvil que de lo que tú estabas contándole. Al menos parecía estar esforzándose en disimular, pero no lo conseguía ni por asomo. 

Durante todo el tiempo que estuve hablando estuve pendiente de los dos novatos. No se me pasó por alto que el rubito estaba pasando de mí como de la mierda, pero las palabras que había tenido con Gareth me hicieron reprimirme. Esperé. Esperé. Seguí esperando, deseando que Milton se encargase de aquello. Y cuando vi que el nephilim no iba a hacer nada terminé por tomar cartas en el asunto.

Tuve que contenerme. El chico se había buscado cualquier cosa que le quisiera hacer, pero sabía que Gareth no lo aprobaría. De modo que simplemente me puse de pie, frente a él, esperando que levantase la vista del teléfono para mirarme directamente a los ojos.

- ¿Te aburres mucho? - Le pregunté, apretando ambos puños a los lados de mi cuerpo para no destrozarle directamente la cara.

Emille estaba claramente molesto por la indiferencia de Ethan. No conseguía entender cómo era posible que no tuviera ni la más mínima curiosidad. Yo misma me quedé con ganas de quitarle el puñetero móvil y tirarlo a tomar por culo. Supuse que, si a mí me molestaba, Emille estaría tentado a volver a herirle. No sabía qué hacer, si intentar calmarle o echar más leña al fuego. Me decidí por la segunda opción.

-Es que atender a sus fans y a sus amigos requiere mucho tiempo, no vaya a ser que se olviden de él y no quiera Dios que eso pase.- Mientras hablaba saqué mi móvil y lo dije como si hablara con alguien para no dar la impresión de que hablaba sola.

Levanté la mirada del móvil extrañado cuando vi que una de las figuras no parecía apartarse de mi camino. Al escuchar la voz y ver el rostro de Emille no tuvo que decirme más parta saber que estaba enfadado. Mucho. Aunque tampoco era decir mucho, aún no había visto sonreír al gabacho, quitando alguna sonrisa sarcástica para burlarse de alguien. Vivía amargado.

Oh, ¡qué va! Lo siento. Respondí, dedicándole una sonrisa de disculpa no sentida. Solo estaba buscando las noticias para ver si encontraba algo sobre lo de anoche. Atravesé a Nora con la mirada. Fans y amigos, algo con lo que tú no podrás llegar a soñar.

Me guardé el móvil y seguí andando, guardándome la rabia. Si el instituto ya se sentía como una prisión, tener a alguien diciéndome lo que hacer y lo que debía interesarme no mejoraba la situación. Daba igual, ya encontraría el momento y no sería demasiado tarde. Tal vez cuando Nora se despidiese del trabajo. 

¿Decías? Dije, como si nada hubiera pasado.

Me dio la risa ante la respuesta de Ethan. Desde que le conocía no dejaba de intentar dar la impresión de que le envidiaba o algo así, nada más lejos de la verdad. Probablemente perdería a todos sus queridos amigos en menos tiempo del que tardaba en mandar un mensaje, si dejaba de ser famoso. La verdad era que me daba un poco de lástima, se daría un batacazo enorme cuando se diera cuenta de eso.

-Sí, claro. Tengo unas ganas terribles de tener amigos que desaparezcan si dejas de ser famoso. Dudo mucho que ninguno de ellos levantara un solo dedo por ayudarte si lo necesitaras. Y qué decir de las fans. No poder salir tranquilo, ni tener vida privada y que te juzguen por lo que haces y por lo que dices. Te envidio tanto.- Nunca había sido especialmente sarcástica, pero cada vez se me daba mejor.

Milton no parecía haberse percatado de la actitud de Ethan durante el camino. Lo había perdido de vista cuando el chico se retrasó un par de pasos y él se había mantenido junto a Nora, más atento a lo que los rodeaba y a las palabras de Émille que a Ethan y su móvil. 

Sin embargo, cuando escuchó la molestia en la voz de Émille se giró y de un rápido vistazo se hizo con la situación. Su ceño se frunció levemente y antes de echar a andar de nuevo, se dirigió a Ethan, con voz suave, pero seria. 

- No somos tus niñeras, si decides perder el tiempo en lugar de aprender es cosa tuya. - Le dijo, mirándolo a los ojos. - Pero espero que la vida de tu familia no dependa de algo que te hayas perdido por estar jugando con tu teléfono. 

Sin añadir más se giró para volver a caminar junto a Nora.

La respuesta que me dio el rubito casi me hizo saltarle los dientes de un puñetazo. Necesité de todo mi autocontrol para no estrellar su telefóno contra la acera y pisarlo o, directamente, partirle una pierna y dejarle ahí tirado. Podía asumir que no fuera consciente de lo que tenía encima. Pero aquello era como reírse no sólo de mí sino de todo lo que éramos. En mi cabeza aún sonaban las palabras de Nora, echando más leña a un fuego que no necesitaba que lo avivaran.

Por una vez Milton reacciono de una manera que me hacía verle como algo más que un afeminado y sensiblero, poniendo en palabras lo que mis puños querían decir, con un matiz. Yo casi deseaba que la vida de su familia sí dependiera de eso. Por gilipollas.

- Eres indigno de tu sangre. - Le dije a Ethan, antes de darme la vuelta y seguir caminando. Lo hice apretando el paso, asegurándome de que tuvieran que darse prisa para seguirme y tratando de evitar así nuevas charlas hasta que me tranquilizase.

- Nora. - La llamé cuando sentí que podía hablar sin escupir bilis. - En el códice que os di no viene todo lo que debéis saber, pero es una buena introducción. Cualquier cosa sobre la que quieras saber más, pregunta. También tienes la biblioteca a tu disposición.

La reacción de Emille y de Milton no me sorprendió demasiado. Lo que hacían no era un trabajo, era su vida y la actitud de Ethan les estaba ofendiendo. Aunque yo disfrutaba aprendiendo, no sentía ningún interés en la lucha pero sí en saber todo lo que pudiera.

Cuando Emille me habló, intenté aliviar un poco la tensión. Emille había demostrado tener muy poca paciencia y no quería que volviera a jugar al tiro al blanco con Ethan.- Oh, no te preocupes, preguntas no me faltan. Lo que pasa es que ahora son tantas, que no sé por dónde empezar. Creo que he asimilado suficiente como para que me suene un poco lo que decís. El resto lo iré asegurando poco a poco, entre el códice y la biblioteca no creo que haya problema. Si me surge algo os preguntaré, no te quepa duda alguna.

El comentario de Nora fue tan absurdo como falso. Estaba claro que se dejaba engañar por las malas lenguas de la prensa y las ideas preconcebidas de la gente que envidiaba nuestro estilo de vida. Creía que te considerabas lista. Respondí, mordaz. Déjame decirte que las amistades no son solo cosa de gente de clase baja. ¡Sorpresa! Los famosos también tenemos amigos y nos preocupamos por ellos. ¿Porqué crees que estoy respondiendo a sus mensajes? Porque, a diferencia de los tuyos, los míos si se preocupan.

¿Sabes? Deberías dejar de creer todo lo que cuenta la prensa rosa y tener un poco de pensamiento crítico. Ahora entiendo porqué en España es tan fácil ser corrupto, no cuesta nada manipular a sus ciudadanos. Sois como un rebaño de ovejas.

Afilé la mirada cuando el chino soso soltó el comentario sobre mi familia. Si hubierais hecho vuestro trabajo no estaría en esta situación en primer lugar. Pensé, mordiéndome la lengua para no decirlo en voz alta. El comentario de Emille no tranquilizó precisamente las cosas. Me importaba una mierda mi sangre, ya tenía una familia y por culpa de ella los había perdido. Firmaría para que me quitasen la sangre y me los devolvieran.

La mirada asesina que le dediqué a Ethan debió hacer que entendiera dónde estaban mis límites, pero lo dudaba.

-En primer lugar, no voy a entrar a discutir contigo de política cuando vives en un país con un sistema más propio de siglo XVIII y donde los títulos nobiliarios siguen siendo importantes. En segundo lugar, no he leído una revista de ese tipo en mi vida. Ya ves, prefiero utilizar mi tiempo en leer o ver cosas que me aporten algo. Quizá por eso no sabía nada de tu serie. En cuanto a tus amigos… no sé hasta qué punto te preocupas por ellos. No parece que entiendas que ahora eres una especie de diana andante y, al no prestar atención, les pones en peligro. La información es poder. ¿Qué harás si te atacan una noche de fiesta? ¿Sabrás a qué te enfrentas? Está visto que crees que estás por encima de esto pero, te guste o no, ahora forma parte de ti, de tu vida y de la de las personas que te rodean.- Estaba hablando casi en susurros y tratando de no expresar lo agitada que estaba. –No sé si te habrás planteado alguna vez el motivo por el que son tus amigos pero, por mucho que te moleste, la gente es interesada,  envidiosa y avariciosa. La mayoría se acercarán por lo que pueden conseguir de ti y lo sé porque me ha pasado. Por ese motivo tengo pocos amigos pero, los que tengo, son totalmente leales igual que lo soy yo con ellos. Unas chicas del colegio pretendieron ser mis amigas y solo lo hacían porque les gustaba mi hermano mayor, cuando las rechazó empezaron a dejarme tirada y a hacerme bullying. Eso me hizo aprender. Si eso me pasó solo por un hermano, no quiero ni imaginar cómo puede ser en tu caso. Seguro que les llevas a lugares a los que no podrían ni soñar entrar por su cuenta. Cuando esto acabe haz la prueba, ciérrales el grifo y los que se queden, serán los que merezcan de verdad la pena. -Me encogí de hombros dudando de que le importara lo más mínimo si eran o no sinceros mientras él fuera el centro de atención.- En cuanto a las fans, hay un montón de estudios sociológicos sobre el tema que hablan de que es cíclico y cambia muy rápido, un solo error y se acabó. Hay cientos de actores que fueron muy famosos y ahora están en el olvido. Ya sé que mi opinión no te importa una mierda y mí la tuya aún menos, pero no estructures tu vida en torno a ello o te arrepentirás. Mira la serie de Héroes, solo necesitó una huelga de guionistas, una mala temporada y se fue al garete. ¿Qué están haciendo ahora sus actores? Excepto dos de ellos, los demás están por ahí haciendo pelis de serie B.

Dejé que los dos mundanos siguieran discutiendo mientras caminábamos. No tenía ganas de hablar con nadie, mucho menos de seguir explicándoles cosas como si nada hubiera pasado. Con los labios apretados y el paso firme y constante seguí avanzando por la ciudad, esperando llegar cuanto antes. Las cosas que decían me parecían idioteces absurdas. No eran nada en comparación a lo que teníamos entre manos. Y ni siquiera parecían darse cuenta.