Partida Rol por web

Cuando entré en mi habitación me sentía asqueada, si el mismo bicho que estuvo en casa de Ethan revolvió mis cosas, tendría que limpiarlo todo. Me sentía muy triste al ver mis cosas por el suelo y la casa dañada, si de verdad me buscaban a mí había afectado a Aubrey sin querer. Miré la maleta que traje de casa y al baúl que había comprado de segunda mano una vez llegué a Londres. Seguramente la maleta no sería necesaria, compré el baúl para poder llenarlo con libros y, aunque había comprado muchos, no estaría lleno. Decidí que era mejor meterlo todo en el baúl y ahorrarme llevar más de un bulto.-Gracias por ayudarme. Por favor, mete todos los libros de la habitación en el fondo del baúl. Habrá unos treinta, pero afortunadamente es un baúl grande.- Intenté sonreír mientras empezaba a recoger la ropa del suelo y a colocarla sobre la cama, pero solo fui capaz de hacer una mueca. Intenté recoger en silencio pero me resultaba bastante agobiante así que empecé a hablar solo para distraerme. -Espero que Aubrey esté bien y que tengas razón con lo de la nota.- Al principio mi voz debió sonar temblorosa, apenas un susurro. Tuve que respirar hondo para poder continuar. -El rastro de magia que veo es como en casa de Ethan, no es reciente. Aunque puede que sea suyo, si es una bruja y todo eso. A vosotros os veo azules, pero tu espada es roja. ¿Tiene mucha magia?

Milton empezó a recoger tus libros y colocarlos dentro del baúl con cuidado. Al escuchar la preocupación en tu voz levantó la mirada, dedicándote una sonrisa de ánimo. - Aubrey es una bruja, seguro que está bien. Son probablemente los Subterráneos más poderosos -valoró, ladeando un instante la cabeza-. Y los demonios no tendrían por qué querer hacer daño a los Subterráneos... Así que no te preocupes, seguro que en cualquier momento dará señales de vida o irá a buscarte al Instituto. Lo que tenemos que hacer es mantenerte a salvo hasta que eso pase.

El chico continuó metiendo los libros en el baúl entonces y asintió con la cabeza. - Eso dicen, pero si te digo la verdad nunca ha hecho nada fuera de lo normal. - Dijo, refiriéndose a la espada. - Cualquier día me llevaré una sorpresa. - Añadió, bromeando.

- Es normal que la casa esté llena de magia si pertenecía a una bruja, pero estás mejorando muy rápido, ¿no? - Su sonrisa se amplió entonces. - Te dije que se te daría bien ser una Cazadora de Sombras. 

La cocina se abría directamente desde el salón y estaba decorada en los mismos tonos blancos y suaves que el resto de la casa. Allí el destrozo no parecía demasiado importante y salvo algunos platos rotos en el suelo no tenía pinta de que los intrusos hubieran perdido demasiado tiempo allí.

Lo que si pudiste ver fue que la puerta del microondas estaba abierta y dentro una taza de agua parecía esperar a que alguien la recogiese para prepararse un té. Sobre la encimera podías ver un bote abierto de color azul cielo con algún tipo de infusión dentro.

Una vez me quedé a solas tomé la decisión de llevarme aquellos libros. Lo mismo en el Instituto había copia de alguno de ellos, y podíamos ver qué habían querido llevarse. Y si no era en el Instituto, bueno... Habría que investigar un poco, pero seguro que algo se podía hacer. Busqué por el salón algún tipo de bolsa de deporte donde meterlos, pensando ya en buscar en las habitaciones o pedírsela a la porculera si no la encontraba.

En el salón no encontraste nada que pudiera servirte, pero en el pasillo había un armario empotrado donde aparte de abrigos, sombreros y zapatos, encontraste un altillo con un juego de maletas y de bolsas de viaje de distintos tamaños. 

Cogí una de las bolsas de viaje y comencé a llenarla con los libros a los que faltaban páginas y estas no estaban por el suelo. Aproveché la discreción del momento para examinar un poco más el que tenía la runa del ángel, ojeándolo para ver sobre qué versaba. Luego, hice lo mismo con algunos de los otros.

Finalmente eché una mirada más al lugar, valorando si debía llamar a Gareth. Hacerlo podría ser lo mejor, pero también podría dar la impresión de que no sabía actuar de manera independiente. Antes de hacerlo, sin embargo, escribí un mensaje a Amber.

Estamos en casa de Nora y han vuelto a pasar por aquí. El análisis de Alice era una mierda en comparación a esto. ¿Puedes venir con Ivy? No tardéis mucho.

Y después, la dirección. Una vez estuvo enviado marqué el número de Gareth. Siempre podía ser una llamada sólo informativa.

El libro en el que encontraste la runa angelical estaba escrito en un idioma que desconocías, pero en sus páginas viste algunos grabados y no te costó reconocer en uno de ellos Alacante, la ciudad donde creciste y viviste hasta hacía algunos meses.

Gareth tardó un par de tonos en responder la llamada. - ¿Émille? - Preguntó con seriedad, con un tono de voz que parecía dispuesto a alarmarse con rapidez si tu respuesta lo requiriese. - ¿Todo va bien?

- Sí, va todo bien. - Aseguré mientras seguía examinando el libro. - Estamos en la casa de Nora. Ella está recogiendo sus cosas. - Expuse, poniéndole en situación, antes de hablar de que de verdad importaba.

- Alguien ha estado aquí después de Alice y los otros. La nota no está por ninguna parte, y las cosas no encajan con lo que Alice contó. - Resumí, a la espera de su respuesta antes de entrar en detalles.

Llevabas unos minutos en la cocina cuando escuchaste a Émille hablando en voz alta en el salón. Aunque no lo suficiente como para que alcanzases a distinguir lo que decía. 

- ¿Cómo sabes que ha pasado alguien más por allí? Derian puso una pequeña salvaguarda, debería haberlo notado. Quizá Callepsia ha vuelto a su casa, aunque si ha visto el mensaje de Alice sería raro que no hubiera contactado con nosotros. - Al otro lado del teléfono Gareth se quedó callado un instante, como valorando tus palabras. - ¿Estás seguro de que su nota no está ahí? Me dijo que habían dibujado una runa del ángel en un libro determinado. 

Emití un suspiro de decepción al escuchar las palabras de mi mentor. Al parecer me había precipitado en mis conclusiones.

- Vale, acabo de verlo. - Dije entonces, como si aquello fuera un descubrimiento de ese momento. - Como está todo esto no cuadra con que fuera sólo un wendigo. O ha pasado alguien después, o no era sólo lo que ellos vieron. - Aseguré. - Además, de algunos de los libros que hay se han llevado páginas concretas. - Informé. - He dado por hecho que sería posterior a la llegada de Alice porque no dijeron nada, pero puede que no fuera así. ¿Ellos ya lo notaron cuando vinieron?

El hombre hizo una pequeña pausa antes de responder. - Ellos encontraron un wendigo cuando llegaron, pero al parecer vieron más al rastrear la magia. Aunque no sabemos qué fue de los otros. De los libros dijeron que habían sido revueltos y rotos, pero no dijeron nada de que faltaran páginas. - Se detuvo de nuevo un instante antes de seguir. - ¿Por qué no haces algunas fotos de esos libros y de la casa en general? Así podrás enseñárselas a ellos para que puedan decir si el lugar está distinto. Aquel asunto del portal era extraño.

A pesar de que no pudiera verme asentí a las palabras de Gareth.

- Está bien. - Anuncié. - Haré eso.

- Sobre lo del portal... - Empecé entonces. - Peakes podrá decirte algo cuando se digne a responderte, supongo. - Dije antes de pasar una nueva mirada por el lugar, tratando de recordar cómo estaba todo cuando llegamos. - Te dejo trabajar. Voy a encargarme de esto.

- Bien, hablamos cuando volváis. - Dijo, Gareth, despidiéndose. Tras esas palabras colgó el teléfono. Cuando lo separaste de tu oreja pudiste ver un mensaje de Amber:

No puedo ir ahora. No estoy en el Instituto, estoy investigando en el Mordekainen. Llama a Ivy a ver si se puede acercar ella. O si no, ¿podemos ir más tarde o mañana?

Una vez colgué el teléfono comencé a dejarlo todo tal y como estaba. Ya le preguntaría a Milton si veía algo cambiado, para que me echase un cable. Mientras tanto respondía a Amber.

Falsa alarma, es sólo que Alice es idiota, ya te contaré.

Nos vemos en el Instituto.

Ignoré las voces del salón. Seguramente estarían discutiendo una vez más por alguna tontería. A Nora se le daba muy bien discutir, además de forma aburrida. Me acerqué a los polvos azules y, tras fruncir el ceño, decidí hacer la prueba que se me había pasado por la cabeza. Se me hacía raro ver aquello colocado así, casi invitaba a prepararse una infusión. En el peor de los casos no era nada y quedaría como un tonto, pero por suerte estaba solo en la cocina y nadie se iba a enterar.

Con paso decidido avancé hacia el microondas para calentar el agua y prepararme la infusión con la intención de tomármela después. Aquella vieja era un ser sobrenatural, o eso habían dicho. Tal vez era una bruja y había dejado algún mensaje en los posos o a saber. Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo.

Dentro del bote azul podías ver hebras de té de color negro azulado y también una bolita agujereada que rellenaste con el té mientras el agua se calentaba. Cuando el microondas pitó y metiste la bolita dentro del agua, ésta empezó a tomar un color azul oscuro. Tuviste que esperar a que se enfriase antes de probarlo, pero cuando lo hiciste te diste cuenta de que sabía a arándanos y lo cierto es que estaba muy bueno. Aunque tal vez le faltaba un poco de azúcar. Y una nube de leche en el medio.

Te llegaron entonces las voces de Nora y Milton desde el salón, al parecer ya se habían reunido de nuevo con Émille.

Recibiste entonces otro mensaje de Amber:

Ok.

Mientras lo leías escuchaste en la cocina un pitido, como un microondas o algo así. Pero antes de que pudieras acercarte a ver qué pasaba volvieron Milton y Nora, él cargando con un baúl que tenía pinta de pesar bastante y ella con una mochila en la espalda.

- Pues ya está todo. Podemos irnos cuando queráis. - dije, dedicándole una sonrisa de agradecimiento a Milton. Sabía perfectamente lo que pesaba ese baúl lleno de libros. - El rastro de magia que veo es como en casa de Ethan, no es reciente. Aunque puede que sea suyo, si es una bruja y todo eso. A vosotros os veo azules. - Después miré a mi alrededor. Iba a ser raro irse y dejar la casa de Aubrey, pero sabía que era necesario. Entonces vi la mochila que tenía Émille y fruncí el ceño. - ¿Qué te estás llevando? No estarás robando a mi casera, ¿no? 

Milton apoyó el baúl en el suelo al llegar al salón y miró a Émille interrogativo. - ¿Estamos listos? Deberíamos sacar el baúl a la acera y llamar a un taxi para ir a casa de Ethan.