Partida Rol por web

Al entrar en la sala de entrenamiento y ver al otro macarroni haciendo el flipado sólo pude emitir un suspiro y alzar una ceja, hastiado. Con la bronca de Gareth volando sobre mi cabeza y teniendo que hacer de niñera no tenía ni las menores ganas de aguantar otro gilipollas. Sin embargo lo primero que hizo fue alabar nuestra sala, y eso estuvo bien. Al menos sabía hacerse el majo.

- Émille, sí. - Respondí, dejando que mis ojos vagasen por la sala. - Es normal que la sala de allí sea bastante peor. Nosotros dedicamos más tiempo a entrenar y menos a ser unos enfermos depravados. - Aseguré, a pesar de que el asunto de las duchas nada tenía que ver con este italianini. La verdad es que en ese momento tenía emociones contradictorias. Por un lado quería mandarle a paseo, pero por otro... No se había movido mal del todo.

- ¿Qué sabes hacer? - Le preguntó mientras le observaba, evaluándolo.

Carlo dedicó una sonrisa a Ethan al escuchar su halago e hizo una graciosa inclinación con la cabeza. - Gracias. Estaba explorando un poco cuando encontré la sala y no pude contenerme. - Después le dedicó una mirada de admiración. - Los tienes que tener muy bien puestos para venirte a entrenar después de todo lo que te ha pasado esta tarde. 

Y su sonrisa se volvió entre divertida y maliciosa al escuchar a Émille. Soltó una pequeña carcajada y se encogió de hombros. - No sé qué imagen tienes de los italianos, pero ambas cosas no son incompatibles. Te lo puedo asegurar. - Cambió el peso de una pierna a la otra y lo miró con más atención, como evaluándolo. - Sé pelear. ¿Y tú? - Preguntó, con un cierto tono de divertido desafío. - ¿Qué sabes hacer?

Alcé una ceja con escepticismo cuando el chulo este empezó a darle bola al memo. Joder, sólo les faltaba bajarse los pantalones y empezar a chuparse las pollas. Sin llegar a decir nada todavía eché un nuevo vistazo al chico, examinando su piel para ver si tenía alguna runa activa. No era tan idiota como para ponerme a pelear con alguien a quien no conociera que además fuese dopado. Le dediqué una sonrisa que era más un desafío al escuchar su respuesta, y abrí un poco las piernas, colocando los pies a la misma distancia que mis hombros.

- ¿Qué no sé hacer? - Pregunté de manera retórica, planteándome el invocar mi lanza y empezar a jugar de verdad. Lo de Ethan podía esperar. Esta noche parecía que cenaríamos pasta con carne picada.

- Claro. - Respondió Milton, enfundando la espada en su vaina y empezando a moverse él también hacia la puerta. - Supongo que se te ha cortado el sueño de repente con todo esto. Mañana me encargaré de conseguirte un traje de combate para que puedas entrenarte con él. 

Cuando llegasteis a la puerta de tu habitación, él se quedó fuera y apoyó la espalda en la pared, dejando que tú entrases a prepararte. - Te espero. - Dijo, dedicándote una sonrisa y clavando su mirada en otra de las puertas cerradas, la de Andrea. Parecía decidido a vigilar su puerta. - En el cajón del escritorio debería haber una llave para la puerta. Normalmente no cerramos nunca con llave, no nos había hecho falta jamás. Pero si te sientes más segura podrás cerrarla. 

Al entrar en el cuarto viste lo que parecía ser un pijama blanco y marrón, colocado cuidadosamente sobre la almohada. Y encima de una silla viste algo de ropa, unos pantalones negros que parecían bastante cómodos, una camiseta blanca con un estampado de letras en negro, ropa interior blanca y deportiva de algodón, unos calcetines bajos y una sudadera de color negro que parecía hacer juego con los pantalones. La ropa parecía más o menos de tu talla, tal vez las mangas de la sudadera te quedarían un poco cortas y el sujetador te apretaría, pero en general te daba la impresión de que estarías bastante cómoda hasta que pudieras recuperar tu ropa. Sobre el escritorio viste un peine y un bote de crema hidratante.

En el cuello y los brazos de Carlo podías ver asomar runas recientes. Probablemente se hubiera preparado para la misión antes de salir a buscaros a casa de Ethan. Hacía bastante rato de aquello así que la mayoría de ellas ya deberían estar dejando de hacer efecto, pero también podía ser que se las hubiera hecho antes de entrenar y en ese caso estarían a todo rendimiento.

Sonreí, mientras me encogía levemente de hombros. Quedarme en la cama lamentándome tampoco me va a ayudar. Si quiero ayudarles tengo que salir de aquí y para eso tengo que aprender a defenderme. Me parecía increíble que estuviese diciendo aquello. Todo había cambiado demasiado rápido. Mi carrera peligraba, mi familia peligraba, todo lo que había conocido hasta entonces peligraba. Pero para recuperar el control iba a necesitar entrenarme. Entrenarme para mantener alejadas a aquellas cosas y, de esa manera, poder grabar. Entrenar para volverme más fuerte, aprender, y poder encontrar a mi familia. Entrenar para poder llevar una vida normal. Mi vida. Tendría que hablarlo con Gareth, pero no iba a aceptar un no por respuesta.

Al escuchar a los chicos puse los ojos en blanco. Parecía que se avecinaba una pelea para ver quien la tenía más grande de los dos. Bueno, podría ser entretenido, como cuando Jake se enfrentaba a alguno de los más avanzados. Bueno, antes de que empecéis... me alejé de ambos. No quería estar cerca cuando aquello empezase. ¿No vais a jugaros nada? Aquello siempre hacía las cosas más interesantes.

El muchacho volvió a reír al escuchar la respuesta de Émille. Parecía estar divirtiéndose con la idea de medirse con él. Y su sonrisa se volvió pícara al escuchar las últimas palabras de Ethan. Miró al muchacho y asintió con la cabeza.

- Claro. Si vamos a jugar deberíamos apostarnos algo. ¿Qué estás dispuesto a perder? - Preguntó con una fanfarronería divertida, volviendo a mirar a Émille y alzando las cejas. Mientras tanto, su postura había cambiado un poco. Seguía pareciendo descuidada, pero había algo en su forma de colocar los pesos del cuerpo que hacía evidente que estaba preparado para saltar en cualquier momento.

Escuché con desinterés la respuesta que el memo dio al italiano, y no pude evitar sorprenderme positivamente. Sin embargo fue algo que no llegué a demostrar. Observé a ambos tranquilamente mientras daba algunos pasos, observando el entorno. La propuesta del rubito me hizo dibujar una sonrisa y me diré hacia ambos con una idea en la cabeza.

- El que pierda se lo queda. - Propuse, señalando al inútil con un gesto de la cabeza.

El muchacho miró a Émille y entrecerró los ojos, como si no encontrase el truco que había en sus palabras, pero estuviera seguro de que alguno tenía que haber. Después miró a Ethan y luego a Émille de nuevo. 

- No veo en qué me beneficiaría a mí ganarte para que te lo quedaras. Ni por qué quedármelo yo sería un castigo. - Respondió, como si no terminase de gustarle la idea de Émille. Sin embargo, con un gesto de la mano, siguió hablando. - Pero como quieras, si ganas, me lo quedaré yo, signifique eso lo que sea que signifique y siempre que él esté de acuerdo. - Enarcó una ceja y recuperó su sonrisa traviesa al añadir algo más. -  Pero si gano yo, quiero que me consigas una cita con la pelirroja. 

Observé al italiano con expresión indescifrable mientras hablaba. Contado así le quitaba la gracia a todo.

- Ahora yo debería decirte siempre que ella esté de acuerdo, lo cual significaría no jugarnos nada. - Le dije. - Pero eso sería mierda. Aún así, creo que será mejor cambiar. - Comenté, pensando en que lo mejor sería que Ethan se quedase conmigo. Como le pasara algo por culpa de estos gilipollas aún me la cargaría yo.

- Si pierdo tendrás una cita con Amber. Si gano, cuando Gareth llegue irás a hablar con él y Deirdre desnudo. Evidentemente, no le dirás que tu desnudez tenga nada que ver con esto o conmigo. - Propuse, empezando ya a estirar para el combate que parecía que se acercaba.

Mientras iba estirando, fui preparándome para potenciar mis habilidades. No iba a dejar que este chupapollas italiano me ganase, y más habiendo algo en juego.

Puse lo ojos en blanco cuando escuché la propuesta de Emille. Había intentado subastarme como a un objeto. Un castigo, eso era lo que me consideraba. No haberme empalado. Dos veces. Parece que lo busques. Sin embargo, la propuesta no e sostenía. El gabacho solo sabía seguir órdenes, como un perro amaestrado. Seguramente le habían ordenado que me echase un ojo y no tardó en arrepentirse de su apuesta. Una pena, la verdad, habría preferido estar al cargo del chico italiano. Era más normal y seguro que me dejaba más a mi aire.

La propuesta del otro también me disgustó. Mucho. Pero esta vez no dejé que se notase. Pelirrojas. ¿En serio? De todas las posibilidades que hay, vas a por la pelirroja. Otro desperdicio. Como veía que aquello se alargaba decidí apoyarme en la pared más cercana y esperar. No debería tardar demasiado en empezar.

Las últimas palabras del francés llegaron a mis oídos y tardé unos segundos en asimilarlas. No entendía nada. ¿Qué ganaba Emille con eso? Eso solo conseguiría humillar al chico. Tal vez quiere que los dos chicos se vayan por donde han venido. Uno ya la ha liado. Si consigue que el otro la líe, será más probable que desaparezcan.

Bien, yo haré de juez. En caso de disputa decidiré quien es el ganador. Al fin y al cabo soy el único que ni gana ni pierde nada. Dije. Aunque hacer perder a Emille es tentador. Había visto un capítulo de Como Conocí a Vuestra Madre en la que Lilly hacía lo propio.  Cuando queráis.

Estaba impaciente, pero hasta que no recibiésemos información de la casa tampoco podía hacer nada. Aquello me distraería.

- Un momento. - Dije, interrumpiendo al rubito sin dejar de estirar. - No hemos establecido hasta cuándo dura el combate. - Observé antes de echar un ojo al italiano. - ¿Primera sangre? ¿Rendición? - Propuse con toda la calma del mundo mientas cogía mi lanza de la espalda y empezaba a hacer movimientos de calentamiento también con ella.

El brillo en los ojos del chico se acentuó al escuchar la petición de Émille y se encogió de hombros con un gesto de aceptación. - Vaya, así que lo que quieres si ganas es verme desnudo, ¿no? - Preguntó con una risita. - Me parece bien. 

Escuchó después a Ethan y asintió, pero antes de que pudiera decir nada Émille intervino y Carlo valoró durante un breve instante las opciones antes de decidirse. - Primera sangre está bien. No quiero hacerte demasiado daño la primera vez. - Su sonrisa divertida y pícara aumentó y aunque no había variado su postura lo más mínimo, algo en su mirada, más centrada, daba a entender que estaba listo para empezar.

Decidido entonces. Dije, para disimular una sonrisa por el comentario de Carlo. tenía sentimientos encontrados. No me importaría ver a Carlo desnudo, pero quería que Emille se llevase una lección. A mi señal. Miré a ambos, que parecían estar preparados. Me levanté para poder ver mejor. Tal vez pudiera aprender algo útil para luchar contra esas cosas ahí fuera cuando me dejasen salir del instituto. Levanté una mano.

Preparados! Ya! Dije, mientras la bajaba rápidamente. 

En cuanto Ethan pronunció las palabras "A mi señal" ambos chicos parecieron concentrarse durante un instante. Cerraron los ojos casi al unísono y casi al unísono volvieron a abrirlos, listos para que comenzase el combate.

Fue tan sólo un segundo, tan breve y leve que ni siquiera estabas seguro de no haberlo imaginado. Pero cuando Carlo cerró los ojos te pareció ver fluctuar una especie de energía a su alrededor, como si el aire vibrase durante ese instante, más corto que un parpadeo.

No respondí al comentario sobre verle desnudo. Si quería despistarme momentos antes del combate, lo llevaba claro. Sin embargo una pequeña sonrisa de suficiencia apareció en mi boca al escuchar su comentario sobre hacerme daño. Se iba a enterar el chulo de mierda. A ver quién reía cuando tuviese que ira hablar con Deirdre y Gareth desnudo.

Al escuchar al rubito decir A mi señal me preparé. No me molaba nada hacerle caso, pero sabía que si no lo hacía en ese momento perdería oportunidades. Acto seguido, al abrir los ojos y ver a mi rival, me dispuse a recibirle. No se iría de rositas.