Partida Rol por web

El ángel de las narices empezaba a resultar irritante, a parecer una excusa barata a todo lo que no podían explicar, quizás era cierto que en occidente no combinaban músculos y cerebro.

-Ya. Vale -le desterré del tema de los poderes-.

Sin embargo sonreí con la segunda respuesta de lanzaman e incliné la cabeza con gratitud. - Qué entregado -me hizo feliz al aceptar y ofrecerse todavía más sin necesitar más explicaciones-. Aunque después de escuchar su repertorio de frasea de cerebro lavado aquello podía ser de esperar, y aun así, bonito.

- Gracias -dije a lanzaman y al taxista a la vez para luego fingir colgar al teléfono que guardé en el bolsillo del abrigo-.

Entonces alargué la mano para pagarle y lanzaman demostró no tener ni puta idea de ortografía. Lo anoté en mi cabeza, ya lo trabajaríamos más adelante, lo primero era mi ropa, lo segundo mi técnica y ya después el machote aprendería cómo funciona el mundo mundano.

Cuando el señor se giró mosqueado di dos palmadas solemnes, con las manos pegadas por las palmas acerque los dedos a mi frente y luego estiré la mano para abrir mi puerta -Bendiciones para usted- intenté abrir la puerta y salir-.

En el segundo cuchillo no me había fijado, de llegar a salir sin incidentes, no cerraría la puerta detrás de mi.

El taxista miró de arriba a abajo a Sun-yun cuando la chica le deseó sus bendiciones y durante un instante pareció que iba a decir algo más, probablemente acordándose de todos los ancestros de la chica. Sin embargo, se limitó a resoplar y contemplarla como si fuese un bicho raro.

—Putos chinos... —murmuró para sí mismo, como si hubiese decidido culpar de la colleja a una diferencia cultural. Y sin más, se dio la vuelta, dispuesto a largarse de allí antes de que le dieran otra.

Observé cómo la loca respondía a las maldiciones del tipo con esa naturalidad y desparpajo y liberé una carcajada. Fue una pena que no viera el cuchillo, pero qué se le iba a hacer.

—Deberías aclararle que eres coreana —advertí a la china mientras salía del vehículo, divertido al imaginarlo. Después, en caso de que ella se bajase del vehículo, me bajaría detrás cogiendo el arma del suelo, sin llegar a cerrar la puerta. Luego trataría de ubicarme, en vistas de que ella nos guiase ahora.

La carcajada de Emille sonó a navidad, y algo cálido buscó un rincón en mi interior para acomodarse como un polluelo. Era una sensación agradable pero desconocida y agobiante; seguro que había pillado algún virus.

- Cuanta razón tienes -qué putos llegan a ser los chinos- respondí con medio cuerpo ya fuera del coche, tanto para el conductor como para lanzaman.

Fuera esperé que él también saliera y al verle cargar un cuchillo le hice un gesto con los ojos señalándoselo -esconde eso- metí la mano en el bolso para comprobar si era otro o había molado sin que yo lo viera-.

Tampoco cerré la puerta del taxi, pero una vez inspeccionado mi bolso empecé a andar hacia la residencia.

- ¿Vas a seguir haciéndote el fantasma? -pregunté conociendo únicamente la referencia a que fuera invisible- Es para saber si presentarte a las chicas o no- le sonreí nerviosa por meterle en la resi iba a ser raro pasearse sin Aly-. Si te salta el radar de brujas seguro que son ellas.

En el momento en que la pirada me hizo ese gesto hacia el cuchillo no me lo tomé como si me estuviera diciendo que lo guardase. O, más bien, lo entendí pero decidí que era más divertido si el mensaje era otro, de modo que se lo pasé para que lo cogiera.

Luego, con su pregunta, me encogí de hombros, echando a andar junto a ella.

—Paso de que me vean —le dije—. Luego todo son movidas, y ni siquiera es como si pudiera aportar algo bueno.

Dicho eso fruncí un poco el ceño, sin entender su broma. ¿Era algo malo que su compañeras fueran hijas de Lilith? Bueno, evidentemente sí, pero las cosas no terminaban de encajarme.

—Así que aquí es donde los mundanos vais a la universidad —enuncié entonces incluyéndola y mirando alrededor sin dejar de caminar—. Parece un sitio para perder el tiempo y follar —después de eso emití un suspiro. Esto tenía pinta de ser realmente aburrido—. Hay que joderse. Nosotros arriesgando la vida para que no les pase nada y ellos perdiéndola así. ¿Algo de esto sirve para algo?

Intenté atrapar el cuchillo cuando me lo lanzo para que yo lo guardara. Era lógico, para algo iba cargando un bolso. Y de cogerlo esa sería mi acción, rápida pero con exagerado disimulo, mirando a un lado y a otro.

Sus siguientes palabras me hicieron arrugar la nariz -¿de qué coño habla?- Si tu no puedes aportar nada bueno, que se destruya el mundo -reflexioné sin entender cómo alguien como él podía ningunearse de tal modo, aunque por otro lado si ese cuerpo enmallado era solo para mi, mejor que mejor. Menos muertes dejaría a mi paso.

- Aquí y en otros iguales -aclaré al pisar el campus y reí a su impresión, nerviosa e inmadura- ¿Perder el tiempo y eso? Hay demasiado que estudiar para dedicarse a... otras cosas -volví a reír como un crío con una palabrota bajo la lengua-.

Conducí los pasos hacia la residencia, hacia el peor ejemplo de mis palabras pero al fin y al cabo también hacia la eficiencia del viaje.

- Si sirve, tia -escupí esa última palabra por inercia y sentí el momento incomodo caer dentro de mi pero preferí no señalarlo-. Hay mucho que aprender, mucho que mejorar y mucho que poder aplicar luego, esto es como la sala de entrenamiento mundana, vienen aquí encuentran sus armas y luego luchan por la sociedad o por la comodidad de su propio trasero ¿sabes?

- ¿No has pisado nunca la biblioteca o qué? ¿Es que no tenéis escuelas en Idris?

Dejé  que la pirada guardase el cuchillo. Ya lo invocaría luego si me hacía falta. Un instante más tarde, cuando demostró estar en la parra al no haberme entendido, la miré de miedo lado.

—No hablo de mí —le dije—. No puede aportar nada bueno que me vean.

Un instante más tarde, cuando dijo lo de que había demasiado que estudiar, alcé una ceja. No tenía claro si sus palabras me recordaban más a Amber o a Nora, pero por el cariño que le tenía a la primera y por el asco a la segunda decidí no decidirlo en ese momento. Acto seguido, cuando me llamó tía reacción de inmediato: llevé mi pie contra su tobillo, sin dejar de caminar, intentando obligarla al menos a trastabillar, si no a caerse y hacer el ridículo al quedar como una torpe.

—¿Luchar por la sociedad? —dije poniendo los ojos en blanco—. Sí, seguro que una carrera como esas de Astrocosas o mierdas así sirven mucho para eso. —Entonces volví a mirar hacia adelante—. Pero lo del a comodidad de su mierda de culo, puede ser —dije antes de parafrasearme—. Nosotros arriesgando la vida para que no les pase nada y ellos poniéndose cómodos. Hay que joderse.

Con sus últimas palabras la taladré con la mirada.

—En Idris aprendemos cosas de verdad —le dije—. Cosas de cómo hacer que este mundo sea habitable y no os coman los demonios —expuse con un punto de frialdad, colocándola de nuevo en el grupo de los mundanos tras su pregunta.

Quise rebatir su afirmación una vez más, pero en el fondo, prefería mantenerlo tapadito a los ojos de las Ami-sons así que me encogí de hombros y seguí caminando sin más insistencia - Vale.

Tropecé con mi propio tierra trágame tras llamar "tía" a Emille y al volver a tomar el paso giré la cabeza a un lado en busca de esa piedra que lanzaman había querido apartar de mi camino para evitar justamente el traspiés que destino se había empeñado en que diera. ¡Era tan galán!

—Sin ellos perdería sentido vuestro cometido -intenté consolar su irritación y por el camino me excluí con esa frase de uno y otros completamente perdida en ese limbo previo a la ceremonia de la primera runa-. 

Entonces vi como se me comía con la mirada y aparté la mirada coloreada - Es allí - dije señalando la residencia de las Sigma Omega-.

La mansión de tochos rosados y se alzaba detrás de un jardín de césped inglés y rodeada por bajos setos y vegetación tropical. Junto al camino que llevaba a la entrada habían colocado dos postres gigantes con la foto de Ami-son rodeados por la parte baja con ositos de peluche, ramos de flores, y pompones de las animadoras. Por el resto del jardín aun quedaban restos de haberse celebrado una o dos fiestas, probablemente en honor a Aly.

— Emille, sé que preferirías no hacerlo pero -me quité las gafas y las clavé en mis cabellos como si fueran una diadema- ¿te importa? - me giré hacia él con una fina sonrisa - ya, no sé pegarme a mi misma en el ojo, no me juzgues, no me juzgues, no me juzgues -.

En cuanto ella aceptó al fin lo que yo decía, asumiendo de una vez que —como siempre— tenía razón no volví al tema. En lugar de eso seguí caminando. Con su siguiente comentario sin embargo torcí un poco la boca.

—Sin ellos podríamos tener nuestras propias vidas —comenté sin pensarlo demasiado. Acto seguido, al ver cómo se sonrojaba, me pareció evidente que era por el tropoezón. Por torpe. Joder, vale que estaba loca, pero que hasta se pusiera roja con retraso daba qué pensar. Ojalá no fuera retrasada también en otras cosas, o íbamos a acabar con otra inútil en el equipo. Aunque esta al menos parecía que esta servía de carne de cañón suicida, aunque sólo fuera por pirada.

En cuanto señaló la residencia y vi ese edificio de colores rosa, rosa y rosa mi rostro reflejó al mismo tiempo el asombro y el asco que sentía.

—¿Qué coño...? —empecé—. ¿Por qué vivías ahí? —Luego hice un gesto con la cabeza hacia la cantidad de mierda que había por el césped. —¿Y por qué dejáis eso tirado? Si no os gusta, quemadlo.

Sin embargo mis ganas de cagarme en todo lo presente fueron interrumpidas por su petición. No me podía creer que de verdad me estuviera pidiendo algo así, y tardé un instante en decidirme entre lo del dedo en el ojo o el puñetazo. Bueno, en el peor de los casos teníamos la iratze, así que decidí sorprenderla con un gancho directo al pómulo, con todas mis fuerzas.

—Claro —dije aparentemente relajado antes de lanzar el golpe, como si fuera a ser sólo un toque suave —, ¿lista? —Y sin esperar respuesta descargue contra ella mi mejor puñetazo.

Miré a lanzaman sin comprender su pregunta y mis hombros recorrieron un diminuto camino hacia arriba - Porqué vivía Ami-son Aly -respondí como si la pregunta fuera tan estúpida como obvia la respuesta-. Y eso lo dejan para que lo recojan otros -Como vosotros hicisteis con el cuerpo de Aly-. Quemar todo lo que no te gusta puede ser peligroso y poco cívico -bromeé-.

Luego, cuando aceptó ayudar en mi coartada lo agradecí con una pequeña inclinación de cabeza. Me pareció muy generoso por su parte acceder a tocarme fuera de la sala de entrenamiento pero cuando recibí el golpe y el impacto me llevó a girar el cuello y subir de inmediato una mano a mi mejilla entendí que más que generoso era lo suficientemente noble como para no menospreciarme ni siquiera lejos del instituto. Seguro que le había dolido más a él que a mi. Y dolía.

Le busqué con los ojos antes de recuperar la postura y no pude evitar reírme por la escena que debía verse desde fuera. - Gomawo - le agradecí el intento.

Busqué en mi bolso el carnet de estudiante de Aly y en mi dolor unas lágrimas que mi padre me había secado para siempre. Encontrar el primero fue fácil; deshonrar un padre que podría no serlo imposible.

- Dizculpame - le dije para acercarme a uno de los altares de la animadora para ofrecerle su propio carnet, a mis chacras les vendría bien devolvérselo-.

- ¿Vamoz? - señalé con la cabeza la mansión y empecé a sacar mis lágrimas de cocodrilo de baja intensidad - Vuelvo, zorras -pensé al estar segura que ninguna lloraría mejor que yo con un pómulo hinchado.

En ese momento un torbellino en forma de exhalación rubia saltó directa a los brazos de Sun-yun en un abrazo inesperado. 

—¡¡¡Sun!!! —exclamó la joven, con un sentimiento a todas luces tan fingido como el de la nephilim. Entonces se separó de ella para mirarle con atención la cara—. ¡Ay, tía! Tienes una pinta horrible, pobrecita. ¡Te hemos echado tanto de menos! ¿Dónde has estado? Corey dice que te llevaron a un manicomio porque te has quedado trastornada. Dice que podrías convertirte en una psicópata por el trauma de lo que viste. Y ya sabes, el padre de Corey es psiquiatra, así que sabe de lo que habla. 

Apretó los hombros de Sun-yun con un gesto que quería parecer cariñoso y le dedicó una sonrisa. 

—Ay, menos mal que estás en casa de nuevo con nosotras. Tenemos que permanecer unidas, tía —y con esas palabras llevó su mano al moflete de la chica y se lo cogió mientras ladeaba la cabeza—. ¡Eres tan mona! Venga, vamos dentro a buscar a las demás.

Desvié mis ojos de nuevo hacia el césped regado con peluches y mierdas cuando la loca me explicó a qué se debían. ¿Y qué, si aquí vivía su amiga? ¿De verdad esto era algún tipo de conmemoración, u honor? Había que joderse.

—Quemar todo lo que no te gusta hace del mundo un lugar mejor —respondí a sus palabras como si hablase en serio—. Empezando por las personas. Tenemos una runa para eso.

Al ver cómo se descojonaba después del puñetazo y luego decía una palabra sin sentido la miré impresionado. Sabía que no le había hecho ningún daño en el cerebro, así que sólo podía ser su verdadera locura saliendo a la luz. Y estaba a punto de echar a andar cuando esa... Cosa apareció de repente. Reaccioné de inmediato sacando la lanza, aunque fue evidente que era algo mucho más aburrido que un demonio. Observé la situación enarcando una ceja y no tardé en darle la razón a esa... Cosa.

—Es verdad —dije—. Tienes una pinta horrible. —Luego, al escuchar lo de que podría acabar convertida en una psicópata, reí por lo bajo.

—Dile que la psicopatía no se crea así, que el trauma sólo ha sacado la que ya tenías —enuncié mientras me acercaba a coger uno de los peluches, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Di la espalda a la loca mientras le clavaba un cuchillo al muñeco, y luego me acerqué sin llegar a mostrárselo.

—Eh —la llamé—, pilla.

Y tras esa palabra le di directamente el peluche con el cuchillo clavado en el ojo. Un objeto que por supuesto no demostraría que es una puta psicópata. En caso de que no lo cogiera, bueno.. Lo dejaría caer. Total, el efecto sería el mismo.

El hecho de tener una runa para quemar gente ere genial y espeluznante a la vez; además confirmaba un poco la hipótesis de que eran como la mafia del submundo.

Pero tampoco comenté nada, no fuera a querer enseñármela con la mansión Sigma antes de que sacara mis cosas y, en especial, mi precioso portátil del que no pensaba separame nunca más en la vida.

Entonces llegó eso a invadir mi espacio y acusarme de loca. -¡Otra Aly!- le sonreí cuando me soltó y mi cara de asco tuvo que morir a su espalda -¡Sí, tia! Fue tan tan horrible que vale para fogata ¿sabes?-.

Su comentario sobre mi aspecto me alagó pero no tanto como oír a lanzaman apoyar mi plan. Sí que estaba horrible, horriblemente adorable, seguro. 

Medite sobre su propuesta de asustar a las ami-sons un poco, y no era tan mala idea excusarme con un tratamiento psiquiátrico pero entonces seguro que el decano llamaba a mis padres, y eso, sí sería un problema. Cuando quise darme cuenta tenía el peluche acuchillado en mis manos. Busqué con los ojos a Emille para avisarle de que no era ese mi plan pero agradecerle el gesto - Sí, tia. Vamos dentro porqué mira que he encontrado - le enseñé el peluche que ya debía haber visto -, ¿y si es una amenaza tia?, en plan "se lo que viste", porqué está el ojo acuchillado ¿ves? Osea, el-ojo-tia. -lancé el peluche a un lado, suspiré hastiada por dentro cuando cogió mi moflete y me abracé a su brazo mientras me quería morir por ello- La echo mil de menos - comenté - Así que iré un segundito a mi habitación, ya sabes, en el segundo piso, tras la puerta con la G -di toda la información para que lanzaman pudiera avanzarse si quería-. A buscar algo para regalarle y-y creo que volveré unos días a casa de mi novio.

La rubia miró con horror aquel peluche, rozando apenas sus labios con la punta de los dedos en un gesto decididamente estudiado y practicado mil veces delante del espejo hasta resultar tan horrorizado como adorable. 

—Ay, tía, por la fundadora Sigma, ¿qué es eso? —dijo, asintiendo con la cabeza a la pregunta de Sun-yun—. En el ojo sí, qué poca clase tiene. Tíralo, tíralo. 

Aceptó el enlazamiento de brazos y entró en la casa con la coreana, mirando a ambos lados con cierta altivez, como si la chica fuese un trofeo que ella hubiera conseguido y no encontrado por casualidad en la puerta. Sin embargo, Sun-yun pronunció una palabra que hizo que la copia de Allison rotase su cuello para mirarla con los ojos muy abiertos.

—¿Tu noviooooo? —preguntó, alargando las letras al anticipar un cotilleo jugoso en exclusiva—. Tía, eso no me lo habías contado. ¿Quién es? ¿De dónde lo has sacado? ¿Es así chinito como tú?

Aluciné al oír la excusa de la loca sobre el peluche hasta el punto de la carcajada. Ni siquiera me planteé contenerme ante tal disparate, y más aún cuando ella incidió en que el cuchillo estaba en el ojo. Pero más aún me flipó que la otra se creyese algo con lo evidente que era cómo exageraba. Y al ver cómo las mentiras descabelladas se sucedían una tras otra, mis cejas se alzaron con sorpresa. Esta era una faceta que no conocía de la pirada, aunque quería pensar que no nos había hecho lo mismo a nosotros.

Tomé nota de lo que había dicho de su habitación y estuve a punto de pirarme directamente, pasando de ver más mierda mundana, cuando oí sus últimas palabras, Me giré entonces, observándola tirarse el moco otra vez con un novio imaginario y me crucé de brazos, esperando la respuesta que le diera a la retrasada esa.

—Eso, eso, da detalles —la animé antes de hacer un gesto con la cabeza, mientras una media sonrisa por el tema de su nacionalidad cruzaba mi rostro—. ¿Es así chinito como tú?

Al entrar en la casa, hice un barrido rápido del salón que se abría al lado del recibidor para calcular, en función de los durmientes y de los muebles transformados en camas improvisadas, cuantas personas tendría que sortear por las escaleras y la probabilidad de encontrarme gente en mi cama. En esa universidad solían ser tan amables de ceder las habitaciones a los que no sabían dormir con ropa, y, la verdad, aquello no lo iba a echar nada de menos.

El gorgorito de la otra Ami-son me hizo desear haber traído tapones para el oído, y casi sufrí más que con el golpe de lanzaman. Se notaba dónde había cariño.

Estuve apunto de encogerme de hombros, o quizás llegué a hacerlo, como respuesta a las preguntas de Aly beta; quería aprovechar el aire misterioso de mi moratón, pero al oír a lanzaman intrigado alcé un poco el mentón - Ya tía, no te lo había dicho porqué es como supersecreto, ¿sabes? Secreto nivel el rollo de Dal-ren con la morena -me reí por dentro pensando en que acababa de entregar prácticamente el último mensaje de Ami-son Aly-. ¡Qué va, tía! No es de China, ni de Corea, es de por ahí, de esos sitios que no hablan inglés. Es así, de buenas notas. Le conocí en el poli -me solté poco a poco para poder huir a la habitación-, ya te lo enseñare, pero es secreto de meñique y por la Fundadora.

Luego tendría que darle muchas explicaciones a Emille.

La chica parecía reticente a dejar escapar a Sun-yun con toda aquella jugosa información. No sólo lo de su nuevo novio no-chinito, sino también aquel comentario sobre Darren, con el que había abierto los ojos como platos, tal y como se esperaba de ella.

Se debatía, sin embargo, entre sonsacar más a la coreana o ir directa a compartir aquella información tan secreta con otras chicas, antes de que otra lo hiciera. Y al parecer, esa segunda opción ganó la disputa interna porque despacio fue desligando sus dedos del brazo de Sun-yun mientras sus labios se curvaban en una eterna sonrisa.

—Claro, tía. Ve a tu habitación si quieres y todo eso. Pero no te puedes ir sin contarme más sobre tu novio nuevo... —Y no contuvo una pregunta más. —¿En el poli quieres decir en el polideportivo o en la comisaría? Bueno, mira, tía, yo estaré en el comedor, ¿vale? Cuando bajes pasa a buscarme. ¡No te vayas a ir sin despedirte! —Finalmente bajó un poco la voz, como si fuese a compartir ella también un secreto con la chica. —Creo que voy a pedir que me nombren tu nueva welcome mate, así que puedes contarme lo que sea.

Cuando el brazo de la Aly con cabeza decorativa pero con cabeza me soltó, sonreí desde detrás del moratón con esa monería que pretendía expresar un "te echaré de menos" y decir "cómprate un bosque y pierdete en él" - ¡Claro tía! No me iría jamás sin despedirme, salvo que me secuestren o esté megamuerta -Casi desearía estarlo- pensé y corrí a deshacerme de esos pensamientos por miedo a invocar otro Kuri como la última vez- Pídelo, claro, que genial, tía - ¡Maldita bruja! como si fuera a necesitarte después de tres semanas por aquí... Soy un puto nephilim soperras.

- Chaito -me despido camino a las escaleras para subir al piso de arriba. Es entonces cuando busco en mi bolso una botellita de agua para beber un poco y limpiarme toda esa mierda.

Asistí, alucinado, a la sarta de tonterías que la loca soltaba sobre ese supuesto novio. No sabía si se le ocurrían en el momento o de verdad sucedían en su cabeza: con lo poco que la conocía consideraba posibles ambas cosas. Y tan increíble como eso era que la otra se creyera algo. Me resultó divertido que la otra pidiera más especificaciones acerca de qué significaba «poli», y un poco decepcionante que la china pirada cortase el rollo.

Al ver que se disponían a despedirse emití un suspiro y me giré hacia la entrada de la casa, dispuesto a ir directamente a la habitación de la pirada. Joder, empezaba a imaginar que ahí dentro todas serían como esa que nos habíamos encontrado. ¿Y esto era lo que protegíamos? Vivir en un sitio así tendría que ser peor que estar secuestrado por gente del submundo.

Me apresuré a alejarme de la loca antes de que insistiera en esa mongada de no saber diferenciar un poli de un poli, ¡qué retrasada! Pusé los ojos en blanco cuando ya nadie me veía y mi mejilla tiró debajo del moratón despertando el calor del puñetazo y el recuerdo de lanzaman.

Sonreí con bobería buscándole para unirme a él subiendo esas escaleras. Me hizo gracia volver a verme en la situación del primer día, magullada al pie de unas escaleras. Podría detener el mundo en ese instante.

— Lanzaman... —le llame con timidez y vergüenza ya en el pasillo de las habitaciones— En realidad no...no tengo novio, era solo para que no preguntaran, osea sobre la verdad que no deben saber, ¿sabes? —hablé al suelo y aun así supe cuando señalar la puerta con una G pegada —Es aquí, espero que no haya nadie.