Partida Rol por web

 Viernes 25 de Mayo de 2014, 23.30h.

Os reunisteis en el vestíbulo del castillo bastante rato después de cenar. Hacía ya dos días desde que Sun-yun se había trasladado al Instituto y uno desde que se había unido al entrenamiento con Ethan y Émille. 

Allí estaban ya Amber e Ivy, las dos vestidas con el uniforme de combate, negro y ajustado. La pelirroja llevaba el pelo recogido en una coleta y un objeto negro en la mano, parecido a un smartphone, pero en cuya superficie podían verse algunas runas de colores. También llevaba varias dagas pequeñas colgadas del cinturón. Ivy, por su parte, llevaba el pelo suelto y no parecía muy ilusionada con la idea de acompañaros. A su espalda, colgado de una especie de arnés de cuero negro, llevaba un látigo de varias colas, con la empuñadura colgando cerca de su cintura.

Gareth os había hecho llegar esa mañana la respuesta de los brujos, que se habían enrocado en su posición para permitiros el acceso a la casa en la que había vivido Nora sólo a esa hora intempestiva que parecía una especie de burla a su condición: la hora de las brujas. Aunque, por otra parte, los Subterráneos solían moverse más de noche que de día, algunos por imposición, como los vampiros y otros por gusto, como los brujos. Incluso los propios Nephilim centraban sus rondas en las horas nocturnas, sabiendo que había muchos demonios a los que la luz del sol dañaba. 

Así pues, sabíais que un representante de los brujos os esperaría a las doce de la noche en la casa de Aubrey Saint John -o Callepsia- en el 104 de Bromell's Road, en Clapham. 

Había aceptado a regañadientes ponerme esa cosa tan negra, ajustada y horrible como si Venom me estuviera vistiendo. No obstante había encontrado un kimono de playa para ponerme por encima, lo que fuera para sentirme más ancha de ropa.

Llevaba el pelo trenzado en dos partes y una gruesa diadema roja con estampado de diminutas hello kitty.

Cargaba la Kyoketsu Shoge en la mano pero en cuanto vi que todo el mundo llevaba su arma en algún enganche la até a la cintura usando la propia cadena de cinturón y aseguré la daga para que no fuera penduleando.

Me hacía ilusión ir a cotillear casas ajenas, tanta que casi sonreía sin voluntad, y más aún si era con lanzaman y Mike, las otras me daban igual, pero asegurarme de que AB no ponía mi anillo a venta en ebay era un punto añadido.

- Buenas noches.- saludé a las chicas llevando mis brazos a los costados del cuerpo para iniciar un saludo que me reprimí, no solo por el consejo "allí dónde fueras haz lo que vieras" sino por la vergüenza de sacar culo con ese traje.

En el momento en que Gareth me había dado la respuesta de los brujos esta me había molestado, y no lo había disimulado en absoluto. Imponernos esa hora no era más que una forma de llevarnos a su terrreno, eso estaba claro. Y nuestro director en funciones lo había consentido, cosa que racionalmente podía entender pero no me gustaba demasiado.

Al llegar donde los demás iba vestido con el uniforme de combate y una expresión seria en el rostro. Me parecía una buena idea llevar a Ethan, y lo de la china loca había sido sólo pura extensión. Sin embargo echaba de menos que Derian, Stuart o Scott nos acompañasen. Alice no, esa era una petarda.

Cuando me encontré con los otros y vi las pintas que llevaba la loca por un momento pensé que me estaba vacilando. ¿Kimono? ¿El arma atada de cinturón? ¿Qué puta mierda tenía en la cabeza?

—Tienes arneses adecuados para todas las armas en la armería —le dije sin llegar a saludar, recordando el momento en que Andrea se había ilusionado vendándose los cuchillos a la espalda.

Aparecí en el vestíbulo un poco tarde. Estaba acostumbrado a hacer esperar, sobre todo a la gente que no consideraba de mi categoría, y aquel era evidentemente el caso. Vestía el traje negro que llevaban los demás. Al principio me había mostrado reticente a llevarlo, demasiado negro y serio. Sin embargo, al probármelo me había terminado de convencer.

Me quedaba como anillo al dedo. El cuero se ajustaba a mi cuerpo y conseguía remarcarlo de una forma muy sexy. Además, me daba un aire peligroso que me gustaba mucho. Al llegar comprobé con agrado que, pese a ir igual vestidos, a mí me quedaba bastante mejor que a los otros tres. Buenas noches. Saludé con una radiante sonrisa, mientras comprobaba que el florete estaba bien ajustado a la espalda y las dagas debidamente colocadas a las costados.

Pese a que en primera instancia no me había gustado la idea de volver a la aburrida casa donde la española había vivido, decidí que tenía que ir para buscar pruebas. Ya lo había hecho, pero tal vez nos habíamos dejado algo clave que pudiera conducirnos a mi familia. ¿Ha llegado ya el brujo? Pregunté con curiosidad. Nunca había visto uno.

-Buenas noches -saludó Amber, primero a Sun-yun y luego a Émille e Ethan. La chica parecía más seria de lo habitual, pero aún así dedicó una breve sonrisa a los que llegaban. Después, negó con la cabeza.

-El brujo nos espera en la casa de Nora. Nos ha citado allí a las doce, así que vamos bien de tiempo. 

Miró entonces a su amigo y se encogió de hombros.

-Cogemos el portal, ¿no? -Con esa pregunta sus ojos verdes buscaron a Ethan primero y a Sun-yun después. -Así vais aprendiendo cómo funciona. No lo habéis usado todavía, ¿verdad?

- Buenas noches.- volví a saludar a Anbel cuando ella me devolvió el mío y agregué una sonrisa boba como si me riera de mi despiste aunque por dentro me regodeaba de haber tenido la última palabra.

Cuando lanzaman me contó lo de los arneses me fastidió no haberme pasado después de cenar a cotillear y estuve a punto de mirar a Anbel para preguntarle si me iba a dar tiempo a ir y volver pero casi me parecía peor el remedio que la enfermedad. -Vale.

Al saludo de Maik respondí alzando una mano a la altura del hombro y bailoteando los dedos como hacia Ami-son, aunque me sentí incompleta, como si olvidara algo.

- ¿Va a ven...?- me extrañó que el tal brujo viniera al castillo pero la bruja respondió a dos de mis preguntas así que para qué terminar de formularlas, no preguntar es saber más.

- Bien.- respondí a lo del portal con naturalidad aunque tuve que presionar los pies contra el suelo para no dar saltitos de repentina impaciencia ilusionada- ¿Me disculpáis un minuto? ¿Dónde quedaba la armería?- pregunté ya dándome la vuelta para caminar hasta salir del vestíbulo y luego correr a la armería.

-Está en el piso de arriba -explicó Amber, mirando hacia las escaleras-. A la derecha de la sala de entrenamiento, es una puerta pequeña... -Hizo una pausa y sacudió la cabeza haciendo rebotar su coleta-. Espera, te acompaño mejor y así tardamos menos. 

Y con esas palabras se puso a subir las escaleras junto a Sun-yun. 

Me habría gustado responder a Ethan cuando preguntó si había llegado el brujo. Recordarle que nos íbamos a ver allí con él y todas esas cosas. Sin embargo al verle con el traje de combate ajustado por primera vez no me salieron las palabras.

En cuanto me di cuenta de que me había quedado demasiado tiempo transformé mi mirada de impresión en una más fría.

—Llegas tarde —le señalé. Luego me obligué a apartar los ojos de él y respondí a Amber —. Cogemos portal, sí —expuse.

Un instante más tarde, cuando la loca preguntó por la armería, asentí a las palabras de mi amiga. Bueno, al menos ella aceptaba ideas, no como el idiota del italiano.

—Dos prisa —les dije entonces, considerando que iban a tener que subir los siete pisos, buscar un arnés adecuado y volver a bajar. Luego miré a Ethan—. Un día de estos puedes empezar a llevar otras cosas —sugerí—. Hilo de plata, piedras de luz... Esas cosas —enumeré antes de fruncir el ceño—. ¿Estela tienes ya, no?

- ¿Es que tienes que responder siempre a todo?- la odié en el silencio de un "Gracias" cuando me dio las indicaciones que tanto necesitaba pero que me sonaban a chino y recé por no perderme por esos pasillos laberínticos absurdamente iguales.

Cuando se ofreció a acompañarme, no obstante, fuera por el peso que me acaba de quitar de encima, o fuera por esa manía suya de soluciomarme los problemas antes de que empezaran a ser un reto, una sonrisa no maquinada apareció en mis labios. Asentí permitiéndole acompañarme y terminé de subir las escaleras con brío.

La armería era un cuarto pequeño, al menos en comparación con la sala de entrenamiento, situado justo al lado de ésta. Dentro pudiste ver la mayor cantidad de armas juntas que jamás habías visto, o imaginado. Las paredes estaban repletas de todo tipo de armas blancas y de filo, también había látigos, arcos y flechas... En el suelo había baúles cerrados y en el centro de la habitación un par de mesas, sobre las que pudiste ver algunas armas que parecían estar allí para ser reparadas o afiladas. 

En una de las paredes había un armario, hacia el que se dirigió Amber directamente. Y en su interior viste arneses, cinturones y fundas de todos los tipos y tamaños. 

Te dio la sensación de que podrías encontrar cualquier arma que quisieras, por exótica que resultase, y sin embargo, no había ninguna de fuego. Nada de pistolas o escopetas, aquel lugar parecía anclado en un tiempo anterior al descubrimiento de la pólvora. 

La pelirroja cogió uno de ellos y lo sopesó en la mano antes de mirarte, como calculando tus medidas. 

-Creo que este te quedará bien -dijo finalmente, tendiéndotelo con una sonrisa.

Asentí a las primeras palabras de Amber, decepcionado por tener que esperar para ver al brujo. Cuando mencionó el portal me intranquilicé un poco. La idea de desaparecer y aparecer en otro sitio iba en contra de la física y me imaginé que algo salía mal y lo que llegaba era una especie de aberración fruto de un mal reordenamiento de las partículas. Tal vez había visto demasiadas películas.

Decidí guardarme las dudas para mí, no quería quedar como un friki paranoico. Claro, así aprendemos a usarlo. ¿Se puede usar siempre que queramos? Pregunté, por curiosidad. No conocía las normas básicas de uso de portales dimensionales o lo que fuesen. 

Emille, tan seco como siempre, remarcó que llegase tarde, algo que me satisfizo en cierta medida. Las grandes estrellas siempre se hacían esperar un poco en los eventos sociales. Sin embargo, algo en el psícópata se veía distinto, probablemente por verme con el dichoso uniforme. Hasta yo estaba sorprendido de llevar puesta aquella ropa estándar de friki cazador de sombras, pero era lo más cómodo para combatir. Y me quedaba genial. No encontraba mi talla. Dije, a modo de disculpa con tono indiferente. 

No tengo ni idea de lo que es un hilo de plata ni para que sirve. Le dije, encogiéndome de hombros. Y no, ya sabes que no tengo estela, por eso me has tenido que hacer tú todas las runas. Seguí, con cara escéptica. Como sea, ¿vamos yendo? Quería ver ese portal antes para irme mentalizando. Me lo imaginaba redondo y morado pro alguna razón.

Emprendí el camino hacia el sótano en el mismo momento en que aquellas dos se marcharon. Mi caminar era resuelto y mis pasos rápidos.

—Sólo para distancias grandes o cosas urgentes —expuse. En realidad esta no era del todo una de esas cosas, pero pasaba de llegar tarde con el dichoso brujo después de que Ethan nos retrasara. Aproveché entonces para dedicarle una mirada antes de hacer mi advertencia—. Por eso de no acabar en la Luna o desmembrado.

Después seguí caminando. Ante su comentario sobre el uniforme a punto estuve de decirle que aquel le quedaba un poco pequeño, pero decidí callarme, no fuese a pensar que me había fijado de más.

—Tsk —chasqueé la lengua al escuchar su respuesta sobre el Códice—. A estas alturas tendrías que haber leído sobre nuestras herramientas —enuncié a modo de reproche, evitando conscientemente mirarle de nuevo—. Y tendríamos que haberle quitado su estela al puto pervertido, aunque fuera para que practicaras. Total, para el uso que le va a dar él...

Ivy caminaba a vuestro lado, en silencio. Desde que habíais llegado sólo había hecho un gesto con la cabeza para saludaros, pero no había dicho ni una palabra, hasta ese momento.

-Supongo que en la ceremonia de la primera runa te darán tu primera estela también, al reconocerte como cazador de sombras -aportó con timidez, mirando hacia los peldaños que descendían.

Émille guió la marcha hasta llegar al sótano, cerca del lugar donde Amber tenía el taller. En aquella sala tan sólo había un objeto circular en el centro, que parecía un espejo. Estaba tapado con unas puertas que tan sólo tenían un gancho para sujetarlas cerradas y al abrirlas desvelaban una superficie azulada e iridiscente en movimiento, que parecía de agua ondulante. Sólo que en vertical. 

Siete pisos en silencio después, como si la concentración de no caerme por las escaleras hubiese tenido mi lengua atada, suspiré en queja del ejercicio y seguí a Anbel hasta la armería. Me pareció de vagos que estando tan cerca de la sala de entrenamiento luego dejaran las armas tiradas en esta última, pero al menos aquello había llevado a reunirme con mi Kyoketsu Shoge.

Pasé los dedos con suavidad por la cadena hasta dar con el nudo, aparté la daga con cariño y deshice el nudo con la promesa a mi arma de que no la iba a dejar tirada por el mundo. Luego tomé el arnés que ella me entregaba, le di unas cuantas vueltas hasta entender como se ponía y finalmente enganché la daga a mi pierna, casi como si fuera un cuchillo, y la anilla al gancho que quedaba junto a la funda, la cadena colgaba en forma de u, pero no molestaba y era mejor que ir desenredándola en combate.

- Genial. -le sonreí en gratitud y borré la expresión tan pronto como fui consciente de ello. No estábamos destinadas a llevarnos bien precisamente, un poco por los ojos de seres malditos pero nada como para creerme su teatro.

- Eso que llevabas en la mano es un radar, ¿verdad? -pregunté ya de vuelta- ¿Temes una emboscada o algo? Porqué aunque no conozcas la cara del brujo seguro que es el que se acerque diga "llegáis tarde" por pronto que lleguemos, o "A buena hora..." ¿apostamos? - reí a la última palabra para quitarle significado.

-Algo así. Es un sensor -explicó Amber, ofreciéndote el aparato por si querías cogerlo. En su superficie las runas de colores brillaban y algunas parpadeaban-. Sirve para detectar la presencia demoníaca. Las runas cambian según el tipo de demonio y su cercanía, es muy útil... Pero no lo llevo por el brujo -añadió mientras salíais de la armería y empezabais a descender las escaleras-, sino para evitar sorpresas de camino. 

Amber te guió hacia abajo, pero no se detuvo en el vestíbulo, que para ese momento ya estaba vacío. En lugar de eso, continuó descendiendo hasta llegar al sótano y abrir una puerta, cerca del lugar donde tenía el taller. En aquella sala solamente había un objeto circular en el centro, que parecía un espejo. Estaba tapado con unas puertas que tan sólo tenían un gancho para sujetarlas cerradas y al abrirlas desvelaban una superficie azulada e iridiscente en movimiento, que parecía de agua ondulante. Sólo que en vertical. 

Allí estaban Émille, Ethan e Ivy.

En aquel momento Amber y Sun-yun entraron por la puerta, uniéndose a los otros tres que ya estaban delante del portal. La pelirroja miró a Ethan y Sun-yun y les dedicó una sonrisa de ánimo. 

-El portal puede ser peligroso si no se usa bien, pero en cuanto aprendáis veréis que no es nada difícil -empezó a explicar-. Lo más importante es tener muy claro en la mente el sitio donde se quiere ir. -Arrugó la nariz.- Si hay dudas se puede terminar en China o una parte del cuerpo en un sitio y el resto en otra.

Ladeó su sonrisa. -Pero no os preocupéis porque el portal tiene algunos segundos de latencia. Cuando alguien lo usa, otros pueden entrar tras él y llegar al mismo lugar aunque no lo conozcan. Si se dan prisa, claro. Eso es lo que haremos ahora. Entrará Émille, que conoce el sitio y sabe usarlo, y después iremos los demás. ¿Estáis preparados?

Alargué la mano para tomar el radar mal llamado por la pelirroja y echarle un ojo escéptico que procuré vestir de curiosidad. - Lo leí en el códice- la interrumpí sin cortarla, pero dejando de escuchar con atención.

Seguro que lo había montado ella y seguro que no funcionaba bien, pero si aquello le daba seguridad quién eramos yo y mis gafas sin graduar para criticarla.

Se lo devolví al pasar el vestíbulo de largo, y al llegar al portal me llevé una desilusión.

Al llegar al portal me llevé una desilusión, agua, solo agua; sin demonios arañando sus paredes, ni rayos ni centellas. Solo agua ondeando en vertical. - No tendría que estar en un sótano con esta pinta.

Tragué saliva cuando Anbel anunció que la única para que esa cosa siguiera siendo igual de cutre y no mortal era no tener mi debilidad. - ¿cómo coño voy a saber dónde voy?

Pero la bruja respondió de nuevo a mis pensamientos y volví a alzar cabeza. - ¡Claro!- respondí con el entusiasmo que ya no tenía y avancé unos pasos para estar más cerca del portal. - Supongo que nos parecemos.- le dije a al portal autoelogiandome, luego miré a Emille a la espera de que se pusiera en marcha y llevé mis manos a los cascos que deberían colgar de mi cuello y me resultó extraño y horrible no encontrarlos.