Partida Rol por web

Sun-yun estaba estudiando en la biblioteca cuando Melissa abrió la puerta y entró, buscándola, todavía con las palabras de Ethan y Gareth revoloteando en su cabeza. El lugar estaba vacío, con la excepción de la coreana, así que el ambiente era tranquilo y silencioso.
 

Émille estaba entrenando en la sala de entrenamiento cuando Ethan abrió la puerta y entró, buscándolo, todavía con las palabras de Melissa y Gareth revoloteando en su cabeza. La sala estaba vacía, con la excepción del chico, así que el ambiente parecía todo tranquilo y silencioso que podía resultar ese lugar.

Qué predecible, en la sala de entrenamiento. Pensé, nada más entrar. Cerré la puerta tras de mí y esperé a que se percatase de mi presencia antes de hablar. No esperé a que terminase de entrenar, probablemente pasaría de mí si le pedía que parase. Emille, nos vamos de viaje. Empecé, atento por si me lanzaba un cuchillo o algo por interrumpirle. Melissa y yo consideramos que sería interesante investigar su casa, sobre todo teniendo en cuenta que su familia era nephilim. Tal vez allí encontremos algo.

Esperé unos segundos antes de seguir. Gareth está de acuerdo, pero tendríamos que ir en avión. Melissa no quiere arriesgarse a abrir el portal y yo no he estado nunca en Edinburgo. Lo dejé en el aire, sin indicar si era sugerencia o una orden que contaba con la aprobación de Gareth. Así las posibilidades de que Emille se negase se reducirían, o eso pensaba yo. Aquel chico era muy impredecible. Demasiado.

Me sorprendió que Ethan viniese a entrenar cuando no era su hora. A lo mejor al fin había decidido empezar a trabajar más de lo estrictamente necesario. Quizá había esperanza para él. Yo me encontraba practicando con una espada corta y una daga, golpeando a una velocidad de vértigo un muñeco de entrenamiento.

Al oírle llegar seguí a lo mío. A lo mejor si decía algo el corderito se asustaba y salía corriendo en lugar de entrenar. Sin embargo el que habló fue él, y aunque captó mi atención no dejé de hacer lo que estaba haciendo. En resumidas cuentas: que había encontrado la excusa para escaquearse unos días. No había ningún motivo para que él fuera de viaje, ni mucho menos, y la rarita tarde o temprano tendría que aprender a usar el portal. Se mirase como se mirase todo eran excusas para irse unos días fuera. Al final callé parte de lo que pensaba y decidí ser tan educado como a Amber le gustaría, diciendo sólo unas pocas palabras.

—Muy bien, pasadlo bien —enuncié antes de lanzar una nueva serie de ataques.

Salí del despacho de Gareth deprisa, pero cuando cerré la puerta me paré a pensar dónde podría encontrar a Sun-yun, Amber e Ivy. Primero fui a la biblioteca y me sentí afortunada de haber encontrado a Sun-yun tan rápido. Entré poco a poco y sin hacer ruido para no romper demasiado aquella tranquilidad y fui directa hacia la chica coreana.

Cuando imaginé que ya habría notado mi presencia la saludé y me acerqué para hablarle en voz baja. - Hola Sun-yun. ¿Tienes un momento? A Ethan y a mí se nos ha ocurrido algo. Hemos pensado en ir a mi casa, en Edimburgo, para ver si allí encontramos pistas sobre mis padres y demás - Solté, un poco exaltada. Esperé que a Sun-yun procesara la información antes de pedirle si quería venir mientras me sentaba a su lado.

Ver a Meri-san en la biblioteca me sorprendió gratamente. Había sitio de sobras para que se sentara a estudiar pero no me molestó que viniera a mi lado, así podría controlar qué ojeaba.

Sin embargo, la pelirroja demostró ser de esas chicas que se creen que la biblioteca es el nuevo Starbuck's coffe. Mantuve los ojos pegados a las letras un poco más de lo que lo estuvo mi cerebro, solo para darme el placer de dejar de leer cuando yo quería y no cuando esos ojos de cachorrito deseosos por un paseo decidieran interrumpir.

Giré la mirada a ella antes que la cabeza y cuando empezó a hablar terminé de entornar mi cuerpo hacia ella. Me pareció gracioso que decidiera que sí tenía un momento y fue ese morro echado el que hizo que no volviera con mi libro antes de que terminara de hablar.

—¿Tus padres? ¿Pero no había desaparecido tu tío? Y aquí. ¿Es que no sabes quienes son tus padres? ¿Te ha dicho Herondale que eres adoptada? Porqué eso creo que es una novatada.

Al ver que Sun-yun seguía leyendo mientras hablaba, pensé que a lo mejor la había interrumpido demasiado, y antes de responder a su profusión de preguntas pedí perdón educadamente. - Oye... Antes te quiero pedir disculpas. No quería molestarte, pero creo que es importante - Finalicé mis disculpas antes de proseguir.

Mi mirada se tornó algo confusa cuando habló de la adopción pero supuse que se trataba de una broma. Luego me concentré para explicarme mejor. - Son mis padres quienes desaparecieron, o mejor dicho, se los llevó alguien. Pero tampoco sé dónde está mi tío, que fue quien me dijo que huyera de Edimburgo y que se encargaría de encontrarlos - Traté de concretar, esperando que esta vez lo comprendiera. Quizás me había explicado mal...

Luego continué exponiendo el plan. - La idea es infiltrarnos en un avión hacia Edimburgo y dirigirnos hasta mi casa. Habíamos pensado en ti porque creemos que nos puedes ayudar, si a ti te parece bien... - Tampoco quería obligar a nadie.

Parpadeé cuando Meri-san me pidió disculpas. Aquello le quitaba la gracia a interrumpirme como una diva pero acepté que me dejase ganar en esa competición exprés de quién tenía más y más largas pestañas.

Y como toda reina ganadora, esperé a que su discurso de segundona terminara y entonces dibujé un cero digital con los morritos y extendí mis brazos para abrazarla. No solo lo necesitaba para reafirmarme en mi papel de su amiga principal sino para reírme de su idea a su espalda.

Si no aceptaba mi abrazo, bueno, tendría que apretar los labios en un posado pensativo y tragarme la efervescencia de la risa.

— ¿En avión? ¿No te han contado que hay un portal muy desagradable que te lleva dónde quieras? ¿Tienes miedo de usarlo porqué no recuerdas bien el sitio? —porqué por dejar de pensar no será—hice un gesto con la mano para dejar a un lado esas preguntas— ¿Y lo de colarse por qué es? No podemos salir nosotros tres solos, tal vez deberíamos hablar con los franceses esos — busqué sus nombres en mi cabeza— Tuard y De-nada.

— O Amis o, no sé, Emille —me encogí de hombros— Pero por el ángel, pagad el billete.

No me esperaba el abrazo de Sun-yun. De hecho, me pilló tan desprevenida que emití un raquítico sonido cuando se empotró sobre mí. Pero aún y así me dejé y luego me sentí bien. Los abrazos siempre venían bien.

A continuación escuché su nuevo avasallamiento de preguntas. Me empecé a poner nerviosa porque no entendía el por qué de su gran cantidad de dudas, pero eso no afectó a mis respuestas. - Sí, sí, Ethan me lo ha contado - Contesté, refiriéndome a lo de los portales. - Pero luego hemos ido a ver a Gareth y nos ha dicho que era peligroso, precisamente por lo que dices. Así que hemos pensado en ir en avión... - Me paré un instante para no atosigar a la chica antes de proseguir. - Ethan se encarga de avisar a Émille. Yo te lo venía a decir a ti y también tenía pensado decírselo a Ivy y a Amber - De los otros no tenía ni idea de quiénes eran.

— Herondale —la corregí poniendo los ojos en blanco en mi cabeza pero como luego me daba la razón, o mejor dicho, me la reconocía, ni la interrumpí para resoplar a esa confianza que mi yayo regalaba.

Estaba bien que no viniera a pedírmelo cara de Mike, hubiese sido chantaje emocional de fan. Y también estaba bien que viniese a mi antes que ir a ver a Anbel, así que me metí de lleno en su movida. Con un poco de suerte se los habría llevado un Scorpior también.

— A.B. no —dije cerrando el libro sabiendo que ya no volvería a estudiar—. Ella querrá quedarse, no le pongas en ese aprieto.

— A Anbel le puede parecer bien —tuve que tolerarla por ser mi estela aunque no me apetecía que viniera si también estaba Emille—. Amis también sabe muchas cosas —insistí con mi hermana-tía-prima —. ¿Vamos a preguntarle? —me levanté cogiendo el libro para guardarlo en su sitio—.

La respuesta de Emille hizo que entrecerrase los ojos, sorprendido. La verdad era que me había dejado sin palabras. Me esperaba que pudiera decir que no, pero aquella forma de hacerlo había conseguido descolocarme por completo. Abrí la boca para replicar, pero la cerré de nuevo. No pensaba arrastrarme.

Gracias. Le dije, antes de darme la vuelta y volver a salir por la puerta por la que había entrado.

No fue hasta que cerré la puerta que mi rostro se endureció. Estaba cabreado. Si lo que quería era que se lo rogase, lo llevaba claro. En el Instituto había más opciones. Sin pensarlo demasiado me dirigí hacia la habitación de Milton. Él nos ayudaría... O eso pensaba. Ya me aseguraría yo de ello.

¿Milton? Pregunté, sin llegar a entrar en su habitación. Siento molestarte, pero es urgente. ¿Tienes un minuto?

Me extrañé cuando la chica me dijo que no era buena idea proponer a Ivy que viniera con nosotros. Aunque luego recordé lo que le había pasado en casa de Aubrey Saint John y relacioné rápidamente los hechos. Asentí pues al consejo de Sun-yun y seguí escuchando sus palabras.

Al ver que se levantaba decidí seguirla y mientras continuábamos con la conversación. Me alegró saber que posiblemente Amber nos acompañaría. Sin embargo, no sabía quién era "Amis" pero Sun-yun me hablaba como si la conociera. Sabía que debía relacionar ese nombre con el de alguien que hubiera conocido, porque ella los cambiaba, así que me quedé unos segundos pensativa. Jo... No, no puede ser. ¿Deirdre? Imposible... Mmm... Alice... ¡Alice! Y en cuanto caí, puse mala cara.

No me caía nada bien esa chica, y estaba claro que yo a ella tampoco. - Bueno... Yo... - Quise medir bien mis palabras. No quería ofender a nadie. - Voy a hablar con Amber. No creo que sea necesario que venga nadie más - Intenté sutilmente que se olvidara de Alice.

Guardado el libro, miré a Meri-san con la frente un poco arrugada por no comprenderla en absoluto. ¿Voy y no es necesario que venga nadie más? ¿Ahora me daba largas? ¿De qué coño iba?

— Vamos —corregí—. Quizás no sea necesario ir más de uno pero seguro que dos cabezas hacen más que una —sonreí ladeando un poco la cabeza—.

— Seguramente esté en su laboratorio. Es dónde inventa cosas que no funcionan pero insiste e insiste y no se rinde. Mola lo suyo.

No te costó demasiado localizar a Milton. En cuanto pasaste por delante de la puerta de su habitación llegó a tus oídos una tenue música de violín que escapaba por la rendija de la puerta entreabierta. Era un sonido lleno de melancolía el que acarició tus emociones con dedos invisibles llegándote de una forma a la que no estabas acostumbrado. 

La melodía se detuvo en cuanto asomaste la cabeza al interior y allí viste a Milton, con el violín apoyado en el hombro y de pie, de espaldas a la puerta. Se giró para mirarte y te saludó con una cortés inclinación de cabeza. 

—Claro —dijo, separando el violín de su cuerpo y caminando un par de pasos para dejarlo en la funda que reposaba sobre la cama—. Entra. ¿Ha pasado algo?

Al ver que Sun-yun cerraba el libro imaginé que igual se apuntaba a buscar a Amber, y así fue.

Tenía razón, seguramente se encontrara en su taller, así que afirmé asintiendo con la cabeza a su comentario y me dirigí con ella hacia nuestro nuevo destino.

Una vez Ethan se fue seguí entrenando, sin entender muy bien a qué venía todo aquello o por qué se había picado. Joder, para una vez que intentaba ser un poco amable tal y como Amber decía siempre. Pues que le dieran por culo.

Mientras continuaba con mis tareas ya fui haciéndome una idea mental en la cabeza de cómo emplearía mis días sin novatos. Iba a ser un gustazo. No sabía si la pirada también iba, pero al menos ella era decente en combate: a lo mejor podíamos aprovechar para estrenarla en la caza. Era genial pensar que incluso aunque hiciera eso y entrenase el doble con ella aún me seguiría sobrando tiempo. Mirándolo bien, quizá era un poco exagerado desear que el avión se estrellara, pero ojalá pasara cualquier cosa que alargase su viaje.

No tardasteis mucho en descender al sótano, donde se encontraba el taller de Amber. La pelirroja estaba delante de un ordenador tecleando lo que parecía ser una larga sucesión sin sentido de ceros y unos. Al escuchar vuestros pasos tardó algunos segundos en apartar la mirada de lo que se traía entre manos para mirar hacia la puerta y al ver de quién se trataba, sonrió. 

—Eh, chicas —saludó, de buen humor—. ¿Cómo lo lleváis?