Partida Rol por web

—¡Ey, pafo! —saludó Amber al ver entrar a Émille, acompañando sus palabras de una risita y una mirada divertida a Sun-yun, como si estuviese participando de su juego.

Después escuchó a su amigo y a Melissa y frunció levemente el ceño por un instante antes de negar con la cabeza.

—Ah, no. Nada de caza. Tú te vienes con nosotras —aseguró en un tono que más bien parecía una petición—. No te hagas de rogar. ¡Voy a poder ver un avión por dentro y todo!

Al escuchar la forma en que Amber se dirigió a mí la miré con expresión un poco asqueada. No sabía ni qué significaba, pero no me molaba nada. —¡Ey, gilipollas! —me vino a la mente directamente como respuesta, pero la callé por ser ella y no algún otro. Sin embargo con las otras cosas que dijo torcí el gesto.

—¿Tú también vas a la mierda esa? —pregunté. Joder, parecía que la enfermedad se estaba extendiendo. En cualquier caso cada vez tenía más pinta que el plan se reducía a ser niñera, y los muy perros habían convencido a Amber con lo del avión. Pasando.

—Puedes ver un avión por dentro cuando te dé la gana —aseguré—. No tiene por qué ser cuidando de dos que no saben ni defenderse —señalé, hablando de Melissa como si no estuviera presente. Si no quería escucharme, que no se hubiera metido en el laboratorio de mi amiga.

— Hey —volví a saludar a Emille detrás del suyo pero en cuanto llegó el de Anbel se acabaron todas las palabras para mí a riesgo de descojonarme por la barbaridad que había dicho—.

Apreté los labios forzándolos a no estirarse y a la mirada de Anbel respondí alzando disimuladamente un pulgar.

La invitación de Meri-san a Emille me pareció super de desesperada, con todo ese de "nos serias de gran ayuda" y "mi casa". Solo le faltaba tener tetas y llevarlas a la vista mientras se enroscaba un mechón de pelo al dedo. Ya podría contenerse un poco.

— Por supuesto que sé defenderme —interrumpí con toda la gracia del pafo pasada al verme volando a pelirrojolandia sin mi macho de la lanza—. Nadie tiene que cuidarnos, vamos a investigar y tu se supone que tienes que mandar —le expliqué como iba el asunto cada vez más roja—. Emille... —protesté hinchando mofletes y me quedé mirándole hasta que la incomodidad hiciera su trabajo.

Vale. Que viniera Melissa con el cuento, bueno. Era evidente que necesitaba ayuda si iba a cualquier sitio. Probablemente no supiera ni cruzar la calle sola con seguridad. Lo de Amber... Pues la habían liado, estaba claro. Pero cuando se sumó la loca aquello empezó a sonar a encerrona. Me había metido en la boca del lobo.

—Espera... —dije sin saber muy bien cómo interpretar la cara rara que ponía—. ¿Tú también vas? —pregunté extrañado. No me sonaba raro lo de los otros dos escaqueándose de los entrenamientos, pero lo de ella sí—. ¿En serio? —pregunté incrédulo y con clara decepción. Después me dirigí a Amber.

—¿Quién coño se queda? —A este paso me veía a solas con Alice o cuidando de Jo, y si pasaba mil de ir, de eso más.

Amber asintió a la pregunta sobre si ella también iría y después se rió un poco con las quejas de Émille, sin que pareciese tomarlas demasiado en serio. Cuando llegó su siguiente pregunta hacia ella, se encogió de hombros.

—Sólo vamos nosotras tres, Ethan y tú, creo. Todos los demás se quedan. Pero vamos, Émille —añadió, enarcando las cejas—, a lo mejor hay algo interesante allí para investigar. Melissa vio dos demonios por lo menos antes de escapar, ¿no? Lo del avión es sólo un añadido genial.

Como ya me lo temía, las palabras de Émille no me afectaron demasiado. Como mucho me preocupé porque realmente pensaba que nos sería de gran ayuda que viniera con nosotros, pero yo también "pasaba" de seguir insistiendo a alguien así.

Me sorprendí cuando, de pronto, Amber hacer lo que yo ya daba por perdido. Sonreí y miré a Émille, expectante de su reacción. Seguro que si se lo pedía ella, sería más sencillo que aceptara. Pero me sorprendí cuando parecía, al principio, que ni eso funcionaba.

Me ofendí cuando nos trató de "debiluchos" y agradecí a Sun-yun que saltara. A su manera... Finalmente, las palabras de Amber me llenaron de optimismo. Así es imposible que rechace venir. - Amber tiene razón - la apoyé para hacer todavía más importante lo que acababa de decir. - Seguro que os sirve a vosotros también venir a echar un vistazo...

Que si yo también iba, preguntaba Emille, y se entristecía con la idea de haberse negado ahora que sabía que no estaría con él. Que bobos eramos, yo aceptando porqué él iba y él negándose porqué yo me quedaba.

Sonreí deshaciendo los globos de enfado en los mofletes y me encogí de hombros poniendo en evidencia la tontería que habíamos hecho.

Iba a responderle cuando Anbel respondió a lo contrario de lo que quería saber Emille, y solo por si no le valía, aproveché para ser mejor alumna que la pelirroja.

— A.B. se queda, a ella no le gusta salir, Jo también, es muy pequeña. A Amis la disculpo porqué querrá quedarse con su hermana, y al resto no hemos preguntado pero seguro que vendrían. Pero queremos que vengas tu —agaché la barbilla y le miré con ojos de corderito—. Si no, ¿quién nos va a entrenar?

Al escuchar a Amber puse los ojos en blanco: lo que me faltaba. Por si no fuera suficiente mierda ser niñera en casa, ahora niñera de excursión. Esto cada vez pintaba peor. Nosotros dos solos rodeados de novatos... Y la pirada con lo loca que estaba era capaz de intentar hablar con un demonio y controlarlo en lugar de presentar batalla. Pero lo que más me hizo resoplar fueron las últimas palabras de mi amiga.

—Lo del avión es una mierda —dije zanjando aquella parte del asunto. Lo de los demonios, bueno... Estaría bien darles caza, pero tampoco había que engañarse: estaban por todas partes. Aunque estaría bien averiguar si sabían de la rara antes que nosotros o sólo habían ido a por su tío. Y cómo no, ella misma fue el eco de Amber, como si así fuese a hacerle más caso. Había que joderse.

Un instante más tarde, cuando la pirada habló, hice repaso mental de los que aún podían cargar con aquel muerto. Scott, por ejemplo, solía cuidar —apiadarse a mi parecer— de Jo. A lo mejor no le importaba demasiado echar un ojo a dos bebés y una loca. Sin embargo su última pregunta sí me alucinó un poco. Siendo así, las cosas cambiaban. Miré a la loca durante un par de segundos, intentando adivinar si estaba de broma y sin entender muy bien a qué venía esa cara rara. Luego miré a la rara para comprobar si ella también daba por hecho que entrenaría y por último a Amber.

—No voy a ir en avión —zanjé—. Para algo tenemos el portal. Es más rápido y más seguro. —Miré a la rara—. Algún día vas a tener que aprender a usarlo —dije con el desdén que dedicaba a los cobardes—. No voy a pagar con mi tiempo que no te atrevas.

Observé cómo Sun-yun intentaba también insistir en que Émille viniera. El chico era duro de roer pero supuse que con tanta insistencia al final decidiría venir. Sin embargo, no me esperaba que dijera lo que dijo a continuación.

Lo miré preocupada y con los ojos como platos. - ¿Seguro que quieres que intente eso ahora? - Miré a Amber, parecía que ella era una persona más razonable y estaría de acuerdo con que no era buena idea. - No quiero poner en peligro a nadie - Volví a dirigir mi mirada al chico.

Amber puso ostentosamente los ojos en blanco cuando llegó la respuesta de Émille, pero no se amilanó lo más mínimo y en cuanto el chico terminó de hablar, ella empezó a negar con la cabeza, sin detener ese gesto hasta que Melissa intervino también. Entonces, miró a su amigo y cuando habló ella lo hizo con la seguridad de que iba a tocar la tecla adecuada para terminar con sus reticencias.

—Gareth ha dicho que vayamos en avión. —Se encogió de hombros, como si eso diese el tema por zanjado.

— Gareth ha dicho que ñiñiñi ¡ni que ella hubiese estado delante! —asentí confirmando —Vamos a ver los vuelos al portátil —añadí información solo para quedar dentro de los informadores— así sabemos cuando plantarnos en el aeropuerto más que perder el tiempo ahí.

Me molestó un poco que de repente las tres pasasen de liarme para ir a liarme para ir en avión, como si ya hubiera aceptado lo primero. Cambié el peso de pierna, incómodo, a punto de cerrarme directamente en banda. Había que joderse, la verdad. Y al escuchar a mi amiga la miré por un segundo, como si algo no me cuadrara. No tardé en comprender.

—Ni de coña ha dicho Gareth eso —aseguré, más molesto aún de que pusieran en la boca de mi mentor palabras que no eran suyas. Entonces miré a la rara—. Tú verás si lo intentas ahora, o cuando el Ángel venga a verte, yo ya te he dicho lo que pienso —dije, achacando sus palabras mitad a la parsimonia y mitad al miedo—. Y no te preocupes, hasta que no entres tú sola varias veces de forma segura nadie va a seguirte. Sólo te pones en peligro tú.

Después de eso miré a Amber. Estaba claro que con lo del avión habían sabido convencerla. Pero lo de la pirada...

—¿Y tú por qué quieres? —le pregunté directamente.

Con las palabras de Amber volví a sentir que Émille cedería, pero... ¡no! Émille no cede nunca. Es más tozudo que una mula. Me llevé una mano a la cara. Me estaba rindiendo, y eso que yo tenía mucha paciencia y también era una persona bastante tozuda. Sin embargo, este chico me estaba ganando.

No obstante, sólo faltó que volviera a hablar para hacerme el efecto contrario a rendirme. Volví a armarme de fuerza para insistir y eso hice a pesar de que ya me había girado la cara. - Vamos a ver... Venimos de hablar con Gareth para contarle nuestras intenciones y él nos ha dicho que era buena idea ir en avión porque con el portal ese que "dices que podría hacer" es demasiado pronto - Cogí aire e intenté calmarme un poco antes de seguir. - Si es porque te da miedo subir en avión, dínoslo, conozco a más gente que le pasa. Pero ya te confirmo que ir en avión es mucho más seguro que cualquier otro medio de transporte - Finalicé. Esperaba que Émille reaccionara de dos formas distintas: o que se marchara cabreado (después de un discurso de los suyos) o que se apuntara para demostrar que no tenía miedo a volar.

— Porqué creía que tu también ibas, imbécil —respondí a lanzaman con un parpadeo desorientado como si mi cabeza se hubiese ausentado de esa conversación sin sentido—. Que tu sí, y ella no —puntualicé csgándome en lo convincente que podía llegar a ser—. No me queda otra que disimular y fingir que pretendía ayudar desde el principio —me encogí de hombros—.

—Hay que seguir todas las pistas que tengamos para dar con ese pelirrojo, y en Irlanda hay unos cuantos —respondí sacando el móvil para desentenderme ya de esa historia. Buscar el porcentaje de malasuerte en esas tierras y desear que el piloto no fuera pelirrojo porqué si lo era lo miso daba usar el portal que no—.

Puse los ojos en blanco al escuchar hablar a la rarita. Ella decía «Venimos de hablar con Gareth para contarle nuestras intenciones...» y yo entendía... «Venimos de llorarle a Gareth para darle pena...» y lo peor era que estaba totalmente seguro de no equivocarme. Al oír lo de que era demasiado pronto para el portal mi gesto dejó claro que aquello me parecía una auténtica estupidez. Y lo de después, simplemente, me encendió. ¿Miedo, yo? Si no le di un puñetazo directamente fue sólo porque las otras estaban delante. Y si no me fui fue porque seguro que la muy gilipollas se creía que tenía razón. Había que joderse.

—Vamos a ver, niñata —empecé de inmediato, sin enterarme demasiado de lo que la loca decía. Después de la mierda que había dicho la otra no tenía la cabeza para historias—. Ir en avión será más seguro que cualquier otro medio mundano de transporte, no vengas a comparar con lo que no tienes ni idea. ¿Sabes? Estoy seguro de que Gareth cree que es demasiado pronto porque os portáis como putos críos de parvulario. Ya podríais aprender de ella —dije con un gesto hacia la pirada—. Joder, hablas de miedo y ni siquiera sabes que tenemos una runa para evitarlo.

—Con esa actitud siempre va a ser demasiado pronto. No hay nada que cambie eso. Es ponerse y hacerlo. Haz lo que te dé la puta gana, pero yo no voy a perder mi tiempo en ir en avión sólo porque no sepas estar a la altura. Id sin mí, no vayáis, o aprende a usar el puto portal como la nephilim que eres, en lugar de ser una vergüenza para tu sangre —solté. Me giré entonces para responder a lo que creía que había dicho la loca, pero al verla con el móvil ya pasé. No me extrañaba que se aburriera de esta mierda, lo que no sabía era qué hacía yo discutiendo con aquella tía.

La pelirroja había abierto la boca para responder a Émille cuando éste terminó de hablar, pero al ver que Melissa intervenía, volvió a cerrarla para escucharla. Empezó asintiendo despacio con la cabeza, pero en cuanto la escocesa insinuó que Émille podía tener miedo de volar, Amber contuvo el aliento y se llevo una mano a la frente.

Sus ojos volaron de inmediato hacia su amigo, esperando que saltara, como hizo. No intentó detener el tornado de sus palabras, lo dejó desahogarse hasta que terminó, y entonces tomó aire despacio y miró a las otras dos chicas antes de hablar con tono conciliador.

—Bien. ¿Por qué no vais a mirar los horarios de los vuelos por si acaso y mientras Émille y yo hablamos de cuál es la mejor manera? —propuso, enviándoles un mensaje con la mirada antes de que sus ojos viajasen hacia su amigo—. Y si quieres podemos ir a comentarlo con Gareth.

Abrí los oídos cuando Emille pronunció la palabra "niñata", su tono prometía algo interesante y puesto que mi pantalla solo me mostraba un dinosaurio pixelado avisándome de que no tenía puto internet, lo agradecí.

Aun así no levanté los ojos de la pantalla, fingiendo indiferencia y creyendo que se me daría mejor esconder mi sonrisa bobalicona así. Sí espié en un par de puntos, pero rápidamente volvía a bajar la mirada acalorada y cuando mi corazón empezó a latir bajo la iratrze supe que tenía que largarme de ahí pero mis pies pasaban de atender a lo racional.

Cuando terminó su discurso di medio aplauso, golpeando la palma de mi diestra contra el lateral del teléfono, y si no apaludí más fue por tomar consciencia de que seguía con el móvil entre las manos y parecería retrasada.

Joder, lanzaman sí sabía motivar, era todo un líder, entregado y encantador. Guardé el teléfono y miré a Anbel al oír su voz cargarse el momento de Emille. Y encima la pava quería volver a imponerle mierdas, como dar la vuelta al mundo. ¿Cómo la soportaba?

No quería irme, menos porqué ella lo dijera, pero me había quedado tan impresionada que sabía que si intentaba hablar solo me saldría un hipo, así que toda mi respuesta fue encogerme de hombros y confiar en que mis rodillas supieran comportarse mejor que mi corazón y llevarme fuera del taller a regar el suelo con un largo suspiro.

Observé desde mi posición cómo el rostro de Émille se representaba todo lo que sentía en esos momentos. Aunque me daba mucha rabia su comportamiento, no pude evitar que me hiciera gracia cómo se ponía. No sabía bien por qué me pasaba eso, pero podía imaginarme que me empezaba a acostumbrar a su forma de ser y eso me hacía reaccionar diferente. Me lo tomaba mejor, por decirlo de alguna manera.

No entendí demasiado lo que dijo Sun-yun, a la que miré durante un instante, pero pronto aparté la mirada para dirigirla a Amber y ver cómo se llevaba la mano a la frente y, finalmente, volví a observar a Émille. Se me escapó un ruido extraño al querer aguantar la risa y se me cambió la cara cuando escuché ese "niñata" salir de su basta boca. Escuché sus palabras como siempre, en silencio e intentando ser comprensiva. Pero era muy difícil serlo.

Pensé en decirle algo más pero Amber me cortó y en seguida pensé que era mejor dejarlo ahí. Debería haberme callado o haberle dicho a Émille lo mismo pero de cualquier otra forma que no le ofendiera de esa manera. Sin embargo, era consciente de que no sería tarea fácil hacerle entrar en razón sin llevarse algún mordisco. - Será lo mejor - asentí a Amber, sin dejar de mirar a Émille. No lo miraba ni con rabia ni con desprecio, pero sí con decepción. 
Este chico no tiene remedio.

Finalmente me acerqué a Sun-yun. Necesitaba estar con alguien que me respetara aunque fuera un poco. - ¿Podemos usar tu ordenador? - le pregunté con la educación que me caracterizaba, no como a otros.

Sun-yun salió del taller, seguida de cerca por Melissa, y los pasos de las dos se encaminaron guiados por los de la coreana hacia su dormitorio, dejando atrás a Émille junto a Amber.
 

Al oír como Amber pedía a las novatas asquerosas que se fueran me molesté un poco más. ¿Qué pasaba, que también había que protegerlas de la verdad? No tardé en darme cuenta de que lo que me molestaba en realidad era la actitud de la rarita durante mi discurso, y más aún su comentario posterior. Algún día iba a tener que darle un escarmiento. Como entrenamiento, claro.

—Ni de coña —dije de inmediato cuando se fueron, pasando por completo de lo que había dicho de Gareth. Sabía dónde dolía—. No voy a ir a esa mierda sólo porque quieran hacer una excursión esos idiotas. Esto es un enclave, no instituto mundano.