Partida Rol por web

En cuanto la cena terminó supiste que había llegado tu momento. Si querías escapar del Instituto sin que nadie se enterase, cuanto antes lo hicieras mejor. Además ya ibas a llegar tarde a la cita con Mitch... Si es que se podía llamar "cita", teniendo en cuenta que por lo que te había dicho otros miembros del rodaje también estarían allí. 

El vestíbulo estaba vacío, todos los nephilim del castillo estaban ocupados en una cosa o en otra y la puerta no estaba cerrada con llave: nunca lo estaba para los que portaban la sangre del ángel.

No me lo pensé. No lo hice porque, si lo hacía, corría el riesgo de que me lo pensase mejor y me quedase en el Instituto. No, tenía que hacer aquello por mi familia. Mitch tal vez pudiera ayudar, o ser ayudado. Aún no sabía ni lo que era. igual era otro nephilim como yo que no sabía de su condición. O tal vez fuese un subterráneo y pudiera ayudarme. Tenía que averiguarlo.

Tras coger mi florete salí del instituto intentando hacer el menor ruido posible y tratando de no mostrarme receloso. Si alguien me veía sería mejor que me viera seguro y no dubitativo mirando a todas partes. Me había vestido para la ocasión. Suponía el plan que tendría Mitch y probablemente iba a tener que acompañarle para poder sacarle algo, así que sería mejor ir preparado. Todo lo que le había pasado no era excusa para dejarse ver en público como un pordiosero. Tenía que mantener mi imágen.

Salí del instituto y me dirigí hacia el coche. No lo había cogido ni una sola vez desde que lo había dejado allí, esperaba que estuviese ahí. Había decidido traer el monovolumen por ese precisamente. Era menos jugoso que el otro para los ladrones. Aún asín no me fiaba. Había muchos muertos de hambre por ahí sueltos.

Ya salgo, ¿dónde andáis?

 Escribí a Mitch por el whatsapp.

La respuesta de Mitch te llegó mientras estabas sacando el coche del garaje, demostrando que estaba atento al móvil como le habías pedido:

Acabamos de llegar al Jam Tree, te esperamos!

Conocías el sitio, era uno de los locales más in de la ciudad y, por lo tanto, uno de los que frecuentabas. Estaba en Chelsea, muy cerca de tu casa y podías suponer que allí te encontrarías con gente conocida, no sólo del rodaje, sino tal vez incluso tus primos o amigos. Llevabas semanas sin ver a prácticamente a nadie de tu vida anterior y, aunque todos tus amigos parecían haberse tragado la versión oficial*, la idea de que tal vez te encontrases con ellos se te hacía extraña. 

Tardaste casi media hora en llegar a la zona, pero tuviste suerte y encontraste aparcamiento justo enfrente de la puerta, en la acera de enfrente.

El sitio estaba lejos. Demasiado lejos. Si algo llegase a pasar... Negué con la cabeza, tratando de no pensar en eso. Por suerte encontré sitio para aparcar. Tampoco tenía planeado irme por ahí de fiesta, solo tenía que pillar a Mitch por banda y preguntarle lo que sabía, que era, pedirle disculpas...

¿Cómo coño lo voy a hacer? Hola Mitch, ¿que tal? ¿Oye, qué eres exactamente? Por cierto, perdón por lo del rodaje y lo del video... Vaya mierda. Además, que igual ni siquiera sabía nada. Igual él era otro nephilim perdido o un subterráneo que no sabía nada o un humano con vision o a saber.

Entré en el bar y eché un vistazo alrededor para ver quienes estaban y si se posaba alguna mirada en mí. no sería de extraart, claro, pero quería ver si había alguna expresión rara entre la gente. Me estoy volviendo loco. Después, me acerque a Mitch y los demás y saludé con una radiante sonrisa.

¿Qué tal, chicos? Dije, palmeando la espalda de alguno. Ya veo que el frío no ha hecho más que daros más ganas de beber. ¿Me he perdido mucho?

Descubriste a Mitch sentado en uno de los sillones del fondo. Los miembros del equipo ocupaban toda esa zona y allí pudiste ver también a Nicholas, a Mike, que tenía cara de haber bebido ya más de lo que debía y aún así tenía un cóctel naranja en la mano, April, que estaba sentada en un sofá junto a Nicholas, con el rostro escondido en el cuello de él, y a Kaya, que en cuanto te vio te hizo un guiño y un gesto para que te sentaras a su lado. Todos te saludaron efusivamente cuando llegaste y ninguno pareció notar nada raro en ti. Sin embargo, te diste cuenta de que Mitch detenía su mirada durante un instante de más en las runas que adornaban ahora tu piel.

También viste a tu amigo Dallas, en el otro extremo del bar. Estaba rodeado de algunos amigos suyos que tú conocías sólo de vista y con los que tampoco tenías especial relación.

No tardaste en tener un cóctel tú también en la mano, el alcohol corría por esa mesa como si fuese agua y en determinado momento April se levantó para ir al baño y no te cupo duda de que no iba sólo a vaciar su vejiga. La conversación general parecía tratar sobre el viaje a Rusia y cómo había ido el rodaje allí, pero no te cabía duda de que pronto acabaría derivando en el asunto de tu vídeo y todo el revuelo que se había montado.

Me acerqué al grupo en el que se encontraba Mitch e intercambié saludos y abrazos con efusividad. Los había echado muchísimo de menos, ahora me daba cuenta. Los días en aquel maldito instituto se hacían eternos. Estar rodeado de gente tan vulgar y con tan pocas aspiraciones era tedioso. Además, pensar continuamente en el estado de mi familia no ayudaba a agilizar los días.

En cuanto llegué, las risas y los comentarios de mis compañeros me resultaron extrañamente reconfortantes y, después de saludarlos a todos y recibir la copa, me senté junto a Kaya con una sonrisa traviesa. Pese a todo lo que había pasado tenía que seguir aparentando. Probablemente la prensa estaría atenta a cualquier cambio de actitud por mi parte, no podía bajar la guardia. Estuve a punto de sacarme una foto junto con la chica y subirla a las redes sociales, pero decidí que sería mejor esperar. Ser ansioso nunca era bueno.

Escuché los comentarios sobre Rusia y me mostré animado pese a no haber ido. Mi personaje se había quedado por culpa de su padre, los entrenamientos y, sobre todo, para no tener que coincidir con el de Mitch. Sabía que pronto el tema cambiaría, así que me esforcé en alargar un poco aquel.

Asimismo busqué a dallas con la mirada y lo saludé con un gesto de cabeza y una sonrisa desde la distancia. después iría a hablar con él. era una lástima que no estuviesen los demás.

Como no nos inviten al próximo rodaje en el extranjero vamos a tener que enfadarnos. Dije, fingiendo enfado, pero evidentemente en broma mientras le daba un sorbo a la bebida. Había decidido no beber, pero estar de nuevo entre amigos hacía que fuese muy fácil dejarme llevar. Miró a Mike y sonrió de medio lado, travieso. Apuesto a que ni siquiera en Rusia ha podido nadie seguirte el ritmo. Bromeó, mientras se tomaba la que sería ya mínimo su sexta copa.

—Puedes estar seguro, tío —respondió Mike, con los ojos prácticamente cerrados del pedo que llevaba y moviendo la mano en la que tenía la copa—. Esos rusos mucho hacer vídeos de youtube raros, pero a la hora de la verdad, no beben tanto vodka como se dice. 

Mientras él habla, Kaya no se corta un pelo y apoya la mano en tu muslo al acercarse para comentar algo con April. Tal vez ha visto alguna cámara entre la gente a la que regalarle ese gesto que puede incendiar twitter en unas horas. 

Tampoco se te escapó la forma en que Mitch se fijaba en la mano de Kaya y fruncía levemente el ceño. No dijo nada al respecto y apartó la mirada de inmediato, pero no tan rápido como para que no te dieras cuenta. 

El chico entonces rebuscó en sus bolsillos e hizo una mueca, empezando a levantarse.

—Joder. Creo que me he dejado la cartera en el coche. Voy a ver... —Hizo una pausa y te miró, sonriendo ampliamente con naturalidad. —¿Me acompañas, Ethan? Lo tengo aquí al lado y así te cuento un par de cosas que me han dicho los guionistas.

Desde luego no era la mejor forma de disimular, pues de inmediato algunos de los presentes os dedicaron miradas curiosas a ambos y la sonrisa de Nicholas se ladeó con cierta ironía. Pero si querías hablar con él a solas, en algún momento esto iba a tener que suceder.

Di un sorbo mientras escuchaba el comentario de Mike con cierta condescendencia, aunque me habría gustado que fuese otro el que la respondiese. Ese chico nunca había sido mi preferido, pero era parte del rodaje, que se le iba a hacer. Puedo imaginármelo. Respondí, divertido, echando una última mirada al borracho.

Di un sorbo a mi copa y me acomodé en el asiento a tiempo para recibir la mano de Kaya en la pierna. No disimulé una sonrisa y, tras mirar durante un instante la mano y percatarme de la reacción de Mitch, me puse a buscar la posible cámara con disimulo. Seguro que andaba por ahí cerca.

Sin embargo, las palabras de Mitch hicieron que volviese a la realidad. Aquello no era lo que me había esperado, la verdad. Me había imaginado que iba a tener que estar detrás de él toda la noche para intentar sacarle algo, no que me pidiese ir al coche directamente. Técnicamente lo hacía todo más fácil... Salvo por lo que estaría pasando por la mente de los demás. ¿Y tú eres actor? Vaya forma de disimular, macho. Aunque claro, probablemente no le importaría, él estaba fuera del armario.

Fruncí el ceño, fingiendo extrañeza. Sabía perfectamente lo que querría contarme, pero no podía hacer como si todo aquello me pareciera normal. Era muy posible que la atención estuviera centrada en mí y, en este caso en concreto, no era de mi agrado. 

Esto... claro. Dije, manteniendo mi actitud de sospecha. ¿Ya os han adelantado cosas del rodaje? Pregunté, mirando a los demás mientras me levantaba del asiento, dejando tiempo para que Kaya apartase su mano y no ser yo el que tuviera que hacerlo. Ahora volvemos. Añadí, echándole una mirada a todos y dedicándole una más larga a la menor de todos.

La verdad era que estaba bastante ansioso por escuchar lo que Mitch tenía que contarme. Tal vez supiese algo sobre Emilie, sobre mis padres o sobre lo que estaba pasado. Al fin y al cabo para eso había venido. Lo demás solo era una escena.

No te costó encontrar la cámara en un primer barrido, Kaya parecía tener un radar para detectarlas, pero tú también tenías bastante práctica con eso. Al fin y al cabo, era parte del trabajo. A un par de metros de vosotras, dos chicas jovencitas se reían mientras intentaban hacerse un selfie de forma que salierais de fondo en él.

Risitas y encogimientos de hombros fueron toda la respuesta que obtuvo tu pregunta por parte del resto del reparto. Ninguno parecía saber a qué se refería Mitch con eso y a juzgar por sus sonrisas socarronas más bien estaban pensando en su posible segunda lectura. Kaya ni se inmutó. Apartó la mano cuando vio que te ibas a levantar y te dedicó una sonrisa que duró un par de segundos: suficiente para que alguien capturase el momento si quería.

Mitch te guió al exterior y una vez allí miró a su alrededor antes de comenzar a caminar por la calle. Durante los primeros segundos no dijo nada, tan sólo se pasó la mano por los cabellos y resopló entre dientes.

—Bueno, tío —dijo finalmente, girándose para mirarte—. ¿De qué querías que hablásemos? —preguntó, desviando su mirada a tu cuello con una mueca—. ¿Eres uno de esos?

Aquella situación no me gustaba nada y mucho menos con cámaras delante, pero la prioridad era Emilie. Seguí a Mitch al exterior del bar apretando un poco la mandíbula, sin llegar a estar seguro de todo aquello. La foto del beso y la escena con Mitch ya había incendiado las redes, no quería alimentar más esa polémica.

Al salir al exterior llevé la mano al estoque instintivamente. Por alguna razón me sentía más seguro dentro del bar que en la calle a aquellas horas, aunque tenía la sospecha de que ambas eran igual de peligrosas. Seguí a Mitch en silencio y le vi llevarse las manos a la cabeza, sin saber muy bien cómo interpretar aquel gesto. Cuando por fin habló sus palabras no ayudaron a calmarme. Había dicho esos. Esos, como si no fuéramos más que objetos o indeseables.

Vi la forma en la que miraba mi cuello, era evidente que sabía lo que eran los nephilims y que no le gustaban demasiado. Probablemente fuese un subterráneo entonces. Pensar en Mitch de esa forma me hizo sentir incómodo, como si fuese un desconocido peligroso al que acabase de ver por primera vez.

Soy Ethan. Le dije, algo cortante. Me había molestado lo que había dicho y que me tratase de otra forma al conocer lo que era, como si fuera un mendigo o algo así. Sigo siendo Ethan, ¿vale? Le aclaré, mirándole a los ojos fijamente. Nada de lo que ha pasado estas semanas ha cambiado eso.

Respiré, tratando de calmarme antes de seguir. Quería hablar contigo porque eres el único al que conocía que puede saber lo que está pasando. Lo que ha pasado. Eres el único que conozco que sabe lo que... soy. Dije aquella última palabra sintiéndome extraño con ella. 

No conocía nada de esto hasta que me atacaron en un starbucks y me arrastraron al Instituto. Cuando volví a casa todo estaba destrozado y mis padres y Emilie habían desaparecido. Aparté la mirada de él e hice un esfuerzo para que la voz no se me quebrase. Hablar de mi hermana no era fácil. Tengo que encontrarlos, Mitch, pero no tengo ni idea de donde pueden estar y no sé lo que puedo hacer.

Mitch pestañeó sorprendido ante el cambio de tu tono. Con tu siguiente aclaración, asintió con la cabeza pero los ojos se le fueron durante un instante de nuevo a las runas que asomaban por tu cuello. Tomó aire y asintió de nuevo, como si le costase asimilar que eras el de siempre teniendo esas marcas.

Sin embargo, a medida que ibas hablando te ibas dando cuenta de que su expresión era de extrañeza y finalmente hizo un gesto con las manos, como pidiendo un tiempo muerto.

—Espera, Ethan, espera. Yo no sé lo que eres —dijo, negando con la cabeza—. Ni sé qué es eso del Instituto y todo eso... Yo sólo... —Deja flotar la frase sin terminar en el aire y suspira, dejando caer las manos a ambos lados de su cuerpo y bajando la mirada. —Yo sólo veo cosas, ¿vale? Veo monstruos por la calle. Son hombres, pero yo los veo como monstruos. A veces es sólo un color raro en la piel, o cuernos. Otras son monstruos por completo. De pequeño mis padres me hicieron un tour por todos los psiquiatras infantiles del estado y al final aprendí que es mejor no contarlo. Porque daba igual el tratamiento, seguía viéndolo igual.

Toma aire de nuevo antes de seguir hablando. —Y he visto a gente con esas marcas que tienes tú, Ethan. Los he visto muchas veces y siempre con violencia. Los he visto matar monstruos, pero también los he visto matar gente. Yo sólo... Intento que nadie se dé cuenta de que veo cosas. —Se encoge de hombros. —Sé que no me lo imagino, pero no sé nada más. 

Entonces te mira y frunce el ceño, como si algunas de tus palabras hubieran tardado un poco en calar en su mente.

—¿Tu familia ha desaparecido? ¿Secuestrados? ¿Has ido a la policía?

Las palabras de Mitch caen como un jarro de agua fría para mí y ni siquiera me esfuerzo en disimular mi decepción. Había pensado en muchas posibilidades. Había pensado que Mitch podría ser un subterráneo. Un vampiro no, evidentemente, le había visto a la luz del sol, pero tal vez un hombre lobo, un brujo o incluso un hada. También había pensado en la posibilidad de que fuese un nephilim encubierto o algo así. Hasta se me había pasado por la cabeza que estuviese en el otro bando y fuese uno de los que se habían llevado a mi familia. Cualquiera de esas opciones era mejor que la realidad. Era un humano que podía ver cosas. La visión le había llamado Amber.

Joder... Musité entre dientes, decepcionado. Él no tenía la culpa de nada, evidentemente, pero eso no me hacía sentir menos mal. Había tomado muchos riesgos y molestias en salir solo del instituto para poder hablar con Mitch y todo aquello iba a ser para nada. Miré alrededor, nervioso, tratando de ver alguna posible amenaza antes de seguir hablando. Joder, vale. Seguí, sin saber muy lo que decir y hacer.

Esas... cosas que ves son reales, sí. Es... largo de contar. El caso es que hay demonios y criaturas del cielo en una especie de guerra. Empecé, sin saber muy bien cómo explicarle aquello. Yo antes no los veía, hasta hace unas semanas. Salía del rodaje cuando, esperando a mis amigos, vi a un tipo con tez gris azulada cargándose a un bebé. Unos tipos con cicatrices como las mías se cargaron al demonio y me hicieron prisionero.

Me olvidé por completo de mencionar a la española y el pequeño detalle de que me había intentado largar sin salvar al bebé. Miré alrededor una vez más. Estaba en una situación difícil. No podía acercarme al bar para no captar miradas curiosas, pero tampoco quería alejarme demasiado por si pasaba algo. Me explicaron que era uno de ellos, un nephilim. Cuando volví a casa me encontré todo destrozado y mis padres y Emilie no estaban. He intentado buscarles desde entonces, pero no he conseguido nada. Confiaba en que tú, al poder ver a los italianos, pudieras ayudarme. No he podido ir a la policía. ¿Qué podría decirles? ¿Que unos demonios se los han llevado? Seguramente ni siquiera estén en este plano o lo que sea. Para el resto del mundo mi familia está de vacaciones. He tenido que mentir a todos desde entonces.

El caso es que se supone que yo no debo estar aquí. El ataque a mi casa estaba dirigido a mí y creen que pueden volver a atacarme. Volví a mirar una tercera vez. Me temo que me he arriesgado para nada y que te he puesto a ti en peligro por nada también.

Tu colega te escuchó con expresión atenta cuando empezaste confirmando que no estaba loco. En algunos momentos de tu narración se le escapaba la mirada hacia tus runas, pero la mayor parte del tiempo sus ojos estuvieron en los tuyos, como si quisiera beberse a través de ellos cada pequeña brizna de información que pudieras darle. Cuando explicaste lo sucedido en tu casa y con tu familia, sus labios se fruncieron en una mueca y cuando acabaste, negó con la cabeza.

—Joder, tío —dijo entonces—. Siento muchísimo lo de tu familia. Si puedo ayudarte en algo, sólo dímelo. Aunque yo no sé nada de demonios ni planos ni nada de eso. Pero te puedo avisar si veo un monstruo o no sé...

Hizo una pausa y un brillo de determinación bailó en su mirada.

—No. No ha sido para nada. Es la primera vez que alguien que conozco también puede verlo. No sabes lo que eso significa para mí, Ethan. ¿Sabes cuánto tiempo estuve creyendo que estaba mal de la cabeza? —Esbozó entonces una breve sonrisa. —Te agradezco todo lo que me puedas contar porque joder... He escuchado tantas veces que eso era producto de mi imaginación...

Chasqueó la lengua y volvió a mirar hacia tu cuello. Entonces su cabeza se movió otra vez horizontalmente. —Esas marcas no me dan nada de buen rollo. Y menos si te tienen prisionero. ¿Cómo te has escapado de ellos? ¿Por qué las llevas? ¿Te han marcado para que fueras uno de ellos? ¿Y qué es eso de nephilim? ¿Son como una secta o qué?

Con tu vistazo a tu alrededor todo te pareció normal. Algunas personas y coches pasaban por la calle, pero nadie parecía fijarse en vosotros. Un grupo de chicos salían del bar en ese momento, alejándose en dirección contraria la vuestra y una pareja de chicas entró justo después. Entonces llegasteis al coche de Mitch, que estaba a unos pocos metros del local y tu amigo se apoyó en él, al parecer con intención de continuar charlando allí de pie. Junto a la rueda del coche un pequeño gatito negro se lavaba y cuando os detuvisteis junto al vehículo, levantó la cabeza para contemplaros durante un instante con unos ojos totalmente azules. Después se movió hasta que su silueta desapareció detrás de las sombras de la rueda.

No bajé la guardia en ningún momento. Las cazas que había hecho con Emille me habían enseñado a estar alerta en todo momento, con mayor razón en aquel momento, que me encontraba solo con Mitch. Escuché sus palabras y, pese a que me alegraba de que la escapada no hubiese sido inútil para los dos, no conseguía ver cómo aquello iba a ayudar a mi familia.

Eso podría ayudar. Le dije, cuando me dijo que podría avisarme si veía algún demonio. Pero no te expongas, son muy peligrosos. Lo último que necesitaba era tener que cargar con la desaparición de otra persona más. Mantente alejado, bueno, como hasta ahora. La verdad era que si había conseguido sobrevivir hasta entonces probablemente sabría cómo pasar desapercibido.

Cuando me agradeció aquello me di cuenta de lo que debía haber sido todo aquello para él. Yo apenas llevaba dos semanas viendo aquellas cosas, él llevaba toda su vida con preguntas y sin respuestas. Me alegro de haberte convencido de que no estás de la olla. Le dije dedicándole una sonrisa, de broma, antes de ponerme más serio. Te contaré todo lo que quieras saber, pero no aquí ni ahora. Es peligroso. Por ahora tampoco tengo muy claro  la razón de que puedas vernos. Tal vez tengas la visión. La otra explicación sería que no eres un humano. Me encogí de hombros. Puedo tratar de preguntar por ahí para descubrir algo.

Hice una pequeña pausa y pensé en lo que debía hacer a continuación. Ya sabía lo que harían Emille y Alice. Arrastrarían a Mitch al Instituto y, si se resistía, le atravesaría la rodilla con una lanza. También sabía lo que habría hecho Nora, aburrir a Mitch con cuentos de vieja e historias hasta que Mitch accediese a ir al Instituto para que se callase. Amber probablemente trataría de convencerlo por las buenas, aunque no estaba seguro de lo que haría si se negase a ir. Probablemente también acabaría haciéndolo por la fuerza. Y la china se sacaría una foto con él o le pediría un autógrafo. 

En realidad no me tienen prisionero, me tuvieron prisionero el primer día solo. Empecé, después de decidirme. Soy libre de irme cuando quiera, pero creo que el Instituto es el lugar más seguro para mí ahora mismo. Aunque era cierto que me había escabullido en la noche en vez de salir libremente. Aquello significaba algo. Se supone que debería llevarte allí, pero paso, si tú no quieres, claro. Depende de ti. No soy uno de ellos aunque lleve las marcas, así que no seguiré sus normas. Se supone que, si veamos a alguien que puede vernos tenemos que llevarlo al Instituto, algo así como el cuartel general.

Más que una secta, es una raza. Supuestamente tenemos poderes divinos o algo así, aunque yo no me trago esa parte de la historia. Los tatuajes son marcas que nos dan capacidades, nada más. No significan nada. Aunque la palabra secta está bastante bien usada. Dentro de poco va a haber como una ceremonia de iniciación o algo así. Aún no sé si quiero hacerla o no. O si tengo opción.

Mitch te devolvió la sonrisa, con un brillo en ella que te hizo recordar el último rodaje. Por un instante tu memoria recreó el sabor de sus labios y el tacto de su piel en tus dedos. Inevitablemente te preguntaste si él habría estado pensando en aquello también. Fue apenas un brevísimo instante, pues enseguida él se puso serio contigo y toda su atención pareció centrarse entonces en tus palabras.

Te escuchó en completo silencio. Asentía levemente con los ojos muy abiertos, como si quisiera beberse a través de ellos cada pizca de información que le dabas, pero no decía nada, probablemente para no interrumpirte. En algún momento frunció la nariz con disgusto, como cuando dijiste que podría no ser humano, o que deberías llevarlo al Instituto, pero cuando terminaste con la explicación sobre la ceremonia de la Primera Runa, enarcó las cejas sorprendido y te miró con cierta indecisión.

—Tío... ¿Cómo no vas a tener opción? Si no quieres hacer eso no lo hagas. Además... ¿Tú estás seguro de que te han contado la verdad? A lo mejor todo eso son milongas para captar gente para su secta y en realidad sólo son una panda de pirados... Aunque si nadie puede verlos... Algo son, eso está claro. Como los monstruos. 

El chico parecía estar bastante confuso con todo aquello, como si de repente ya no tuviera claro del todo quiénes eran los buenos y quiénes los malos o, más bien, en qué lugar te dejaba todo aquello a ti. 

—Yo no quiero ir allí a ese cuartel general. Eso seguro —dijo entonces, con determinación—. Si tú puedes contarme cosas, te lo agradeceré mucho. O si preguntas por ahí y descubres por qué puedo ver todo esto... Pero con los tíos chungos de las marcas esas raras yo no me quiero ir. Paso de las sectas y las razas y todo eso. Pero si puedo ayudarte con lo de tu familia... —Se puso serio y te miró a los ojos con intensidad. —Ethan, sólo tienes que decírmelo y te ayudaré en lo que sea. 

Valoré las palabras de Mitch. Lo cierto era que yo mismo había pensado en la posibilidades de que aquel ritual de iniciación tuviese consecuencias secundarias. Probablemente así era. A diferencia de él sabía que no eran una panda de locos, pero sí sospechaba que la runa conllevaba un compromiso muy grande que no estaba dispuesto a aceptar. No al menos si comprometería mi carrera. Ni de coña.

Me disponía a contarle a Mitch más cosas que había descubierto durante el mes, cuando mi amigo me miró intensamente a los ojos y se ofreció a lo que sea para ayudarme a rescatar a mi familia. En aquel momento mis ojos brillaron con intensidad, clavados en los suyos y volví a sentir aquel cosquilleo. Tuve que esforzarme para no juntar mis labios con los suyos en aquel momento y, pese a que sabía que no debía, no pude evitar contener aquellas ganas que sentía por acercarme a él. Había estado casi un mes sin poder contarle a nadie nada sobre lo que había pasado, a nadie normal al menos. Contárselo a Mitch y que demostrase aquella comprensión hacía que mis sentimientos hacia él se intensificasen. Eso y que era jodidamente guapo pese a estar en aquel sucio callejón.

No te asustes... Sin pensármelo demasiado me concentré en activar mi habilidad, esperando que afectase a Mitch también. Si funcionaba, me acercaría inmediatamente al chico para besarlo con suavidad en los labios.

Los ojos de Mitch se abrieron un poco más con tu advertencia y pudiste ver cómo sus músculos se tensaban con la expectación de prepararse para lo que fuese que sucedía. Entonces sentiste ese cosquilleo familiar recorrer tu piel y él bajó la mirada para contemplar sus propias manos cuya silueta pareció vibrar por un momento.

El chico alzó la mirada de golpe y frunció el ceño, desvelándote que tan sólo había encontrado el vacío en el lugar que ocupabas tú. Tú podías verlo, pero no te cupo duda en ese momento de que él no podía verte a ti.

El desconcierto dio paso a la sorpresa en sus pupilas cuando tus labios buscaron los suyos que de inmediato respondieron entreabriéndose para recibirlos.

—¿Ethan...? —murmuró en un tono muy tenue, pero las palabras no tardaron en desvanecerse y su aliento se enredó con el tuyo con calidez y suavidad cuando Mitch cerró finalmente los ojos.

Las sensaciones eléctricas que te habían recorrido mientras rodabais aquella escena en los baños volvieron como si el tiempo no hubiera pasado y este beso tan sólo fuese la continuación natural de aquel. Sentiste las manos de Mitch palpando el aire hasta conseguir alcanzar tu piel y entonces sus dedos buscaron tu cuello en una caricia. Una de sus manos se posó en tu rostro delimitando tu mejilla y la otra se deslizó hasta tu nuca al tiempo que su lengua buscaba la tuya haciendo aquel encuentro más profundo.

Noté como la calidez subía lentamente a mi rostro y fui consciente de cómo mi corazón aceleraba el pulso. Aquella vez no estaba borracho. No estábamos de fiesta, pero no me importaba. Me abandoné al momento, disfrutando de aquel beso que el anonimato me regalaba. Desde el rodaje había estado deseando repetirlo y, pese a que aquel era probablemente el peor momento posible, las palabras de apoyo y comprensión de Mitch no me habían dejado demasiada opción.

Coloqué una mano en su cintura y apreté suavemente su cuerpo contra el mío. Cerré los ojos mientras colocaba la otra mano sobre su nuca y dejaba que su lengua encontrase la mía, dejando que aquel agradable cosquilleo me invadiera. Dejé pasar los segundos, sin siquiera pensar en ello y hasta perdí la preocupación de que el efecto de la invisibilidad pudiera haberse disipado.

Pasó un tiempo hasta que separé mi rostro de él, aunque para mí pasó como un instante. Recuperé el aliento y solo entonces fui capaz de pensar con claridad y de volver a la realidad de la que aquel beso me había arrancado. Miré alrededor inmediatamente, buscando alguna mirada posada sobre nosotros o, lo que era peor, alguna cámara enfocándonos.

Joder, lo siento... Le dije, algo avergonzado. No he debido hacer eso. Yo... Con todo lo que me ha pasado... Perdón. Me retiré un segundo de él y retiré la invisibilidad, si es que todavía se mantenía. Debes estar pensando en mil cosas ahora mismo y me he avalanzado. Ni siquiera sé por qué lo he hecho.

Nadie parecía prestaros atención cuando miraste a vuestro alrededor. No había cámaras a la vista y tan sólo un par de personas caminaban a lo lejos en esa calle.

Mitch abrió los ojos despacio, saboreando sus propios labios con una media sonrisa, pero en cuanto comenzaron a llegarle tus disculpas y con ellas tu corporeidad, él empezó a negar con la cabeza y terminó llevando a tus labios las punta de sus dedos, como para silenciarte.

—Shhhh... Ethan —dijo, sin perder la sonrisa—. No hay nada que sentir, de verdad.

Con esas palabras miró a ambos lados rápidamente y al comprobar que nadie os miraba, se acercó a tu rostro despacio, con una evidente intención de besarte de nuevo.