Partida Rol por web

Estación de nieblas

Capítulo 4.5: Emosido engañado

Cargando editor
29/11/2017, 20:36
Narradora

Había que caminar unos cuarenta minutos desde Alacante para llegar al cementerio Marble, la necrópolis donde estaban enterrados los nephilim cuyos restos no descansaban en la Ciudad Silenciosa. El lugar se encontraba en una colina un poco elevada y tenía zonas diferenciadas al ir ascendiendo. Había lápidas a nivel de suelo y también algunas edificaciones que daban paso a criptas o panteones familiares. 

Aquella tarde se echaba de menos el buen tiempo que había acompañado desde que llegaron de Londres y el cielo estaba nublado, como anticipando una tormenta. Un silencio ominoso reinaba en el cementerio, roto tan sólo de cuando en cuando por el sonido del viento enredando sus zarcillos en las grietas de las piedras o las ramas de los árboles. 

Y allí, en la parte más alta, se encontraba la cripta de los Morgenstern, adornada en su fachada con runas y relieves con el símbolo familiar: una estrella. La puerta resultó estar un poco encallada, pero tras algunos empellones terminó abriéndose, dando paso a una escalera de piedra que descendía hacia el piso inferior, con un pequeño rellano al torcer hacia la derecha. 

   

Traspasada la verja que separaba la escalera del lugar de descanso, se accedía a una amplia sala redonda, sostenida por columnas que formaban un círculo en cuyo centro había una peana sobre la que tan sólo había una ausencia cubierta de una gruesa capa de polvo. Todo el lugar estaba lleno de polvo y telarañas, delatando que hacía mucho tiempo que nadie se ocupaba de limpiarlo. 

En las paredes había más de esas peanas, algunas con un cofre encima y otras vacías. Los nephilim no enterraban sus cuerpos, sino sus cenizas, y no era difícil adivinar que era precisamente eso lo que contenían aquellas cajas. 

Émille había llegado hacía unos minutos a la cripta de los Morgenstern cuando escuchó los pasos de dos personas descendiendo las escaleras de piedra. Y un instante después pudo ver a Sun-yun primero y a Melissa después, pues la pelirroja se había entretenido algunos segundos cerrando la puerta tras ella. Ni el chico ni la coreana sabían que el otro estaría allí cuando Melissa los había citado, pero ambos habían acudido. Y allí estaban los tres.

Notas de juego

Todo vuestro ;).

Cargando editor
02/12/2017, 06:34
Émille Lalique

Cuando la rarita me había hablado de aquella arma de la cripta de los Morgenstern la verdad es que al principio me había dado un poquito de mal rollo. No por los muertos, estaba acostumbrado a ellos, sino porque aquella familia era algo de lo que para muchos era mejor ni hablar. La idea de llevar un arma de ese linaje al principio me puso los pelos de punta... Pero eso fue sólo al principio, luego la conclusión fue fácil: que les den a todos. Lo importante era que sirviese para matar alimañas, y si de verdad molaba tanto como Melissa decía iba a ponerme las botas. A lo mejor hasta aprendía alguna runa nueva que tuviera inscrita.

De modo que fui al lugar exactamente cuando ella me había citado. Agradecí que nos viéramos directamente allí, porque hacer todo el camino andando con ella habría sido un puto coñazo: seguro que pretendía hablar. Al final, aunque sólo fuera por las prisas, llegué antes de tiempo. Bajé las escaleras, y al sentir que estaba a solas emití un largo suspiro. Habría que esperar.

Comencé a pasear de un lado a otro, mirando cada vez con más detalle las cosas por puro aburrimiento. Y al escuchar pasos en la entrada alcé la voz.

—Tienes esto hecho una mierda —enuncié—. Ahora es la cripta de tu familia: es tu responsabilidad.

Sin embargo al ver que quien aparecía no era ella corté mis palabras. Miré a la china loca que había llegado de manera fría y me tranquilicé un poco al ver que unos segundos más tarde aparecía la que de verdad tenía que llegar.

—¿Dónde está el arma? —pregunté, decidido a ir directo al grano ahora que de repente tenía ganas de marcharme.

Cargando editor
02/12/2017, 15:43
Melissa Campbell

Durante el camino hacia el cementerio fui cuidadosa con lo que decía. Caminé junto con Sun-yun evitando cualquier comentario sobre Émille, directa o indirectamente, procurando que en esos aproximadamente cuarenta minutos de trayecto la coreana se distrajera con cualquier otro tema.

Vestía con unos tejanos gris oscuro, un jersey de lana verde-azulada y una chaqueta no muy gruesa para ese día tan grisáceo. Iba con el pelo suelto porque así sentía mi rostro más cubierto y se me hacía más fácil disimular.

Estaba un poco nerviosa porque, además de que no tenía ni idea de lo que había ocurrido con aquellos dos, no sabía cómo podrían reaccionar, sobre todo por parte de Émille, y ya no sólo entre ellos sino conmigo. Sin embargo, había algo en mí que no quería verles así. Bueno, sabía lo que era, y es que no podía soportar que la gente se peleara.

Una vez llegamos a la cripta de los Morgenstern le indiqué a mi compañera que entrara primero, aunque la ayudé a abrirla. Luego entré tras ella y cerré la puerta de un golpe. Entre la oscuridad, escuché la voz de Émille y me quedé un instante de cara a la puerta mientras la coreana bajaba hasta la sala principal.

—¡Ahora vengo! —grité para que Émille me escuchara. Imaginaba que cuando viera a Sun-yun no le haría ninguna gracia de primeras y quería que supiera que yo también me encontraba allí.

Tras unos segundos largos me reuní con los dos nephilim. Al principio me quedé callada, con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta y alternando mi mirada de uno a otro hasta que cogí fuerzas para hablar.

—Esto... No... No hay ningún arma aquí —dije con la voz temblorosa al principio. En realidad no sabía si había o no armas, pero recé para que aquel lugar no escondiera nada puntiagudo que Émille pudiera usar contra nosotras —. Os he traído aquí porque me gustaría saber qué pasa entre vosotros y... —tragué un poco de saliva antes de continuar— sea lo que sea, solucionarlo de una vez.

Cargando editor
02/12/2017, 16:20
Melissa Campbell

Cuando me quedé en la puerta, saqué mi estela y recé para que mi falta de experiencia no me jugara ahora una mala pasada. Procuré hacer la runa de protección lo mejor posible para que nadie pudiera entrar ni salir, aunque con los nervios... No me salió muy bien.

- Tiradas (1)
Cargando editor
02/12/2017, 17:03
(Gi) Sun-yun Herondale

Volver al cementerio me pareció buena idea, me gustaba ese lugar y haberme sacado de encima lo de Amis me tenía de buen humor. Ni siquiera me cambié el vestido blanco por colores de otoño.

El camino junto a Meri-chan fue raro, la notaba nerviosa, y notaba que intentaba esconderse en ese pelo horrible que tenía. Y puesto que lo llevaba bien a la vista, algo más vergonzoso que ser pelirroja debía cocinarse por ahí dentro de su cabecita.

No tardé mucho en darme cuenta de porqué nos apartábamos de la ciudad solo para pasear y hablar. La tía se había pillado de mí. Había que joderse, y yo sin saber el camino de vuelta. Ahora tendría que aguantar su discurso, mandarla a la mierda y esperar que me guiara de vuelta a casa.

Entré en la cripta, debía reconocer que era una romántica. De momento se lo estaba currando; pobre maricona...

Fui pasando mientras ella cogía aire y valor, esas piedras tenían que tener mil historias interesantes. Piezas que yo necesitaba saber; merecía la pena tener que ducharme cuatro veces con piedra pómez para usar su llave a este trozo de historia, pero entonces: Imil.

Iba a darme la vuelta cuando la tía empezó a hablar. — Qué puta —la aplaudí y por primera vez me cayó un poco bien—.

La miré con desdén pero no abrí la boca para lo que ella quería.

Abre.

Cargando editor
03/12/2017, 13:33
Narradora
Sólo para el director
- Tiradas (1)
Cargando editor
03/12/2017, 15:24
Émille Lalique

En cuanto la asquerosa aquella me dijo que no había ningún arma allí apreté los dientes. A ver, podía ser que se la hubiera llevado a otro sitio y me citase allí para llevarme... Pero por su actitud no lo parecía en absoluto. Más bien parecía que me había engañado, y un instante más tarde ella misma lo reconoció.

—Hay una cosa que se llama respeto —dije con tono directo y mirándola a los ojos, amenazante—. Empieza por no meterte en la puta vida de los demás. Hay que ser muy mierda para traernos engañados para enterarte de algo que no te va ni te viene. Haber preguntado. Y si alguien no te lo quiere contar, te jodes.

—Ahora tira para arriba —ordené sin llegar a mirar a la china, y me maldije en el momento en que me di cuenta de que había coincidido con ella en algo— o vamos a tener problemas.

Para reforzar mis palabras, de hecho, invoqué en ese momento mi lanza y cuando apareció en mi mano hice un gesto con ella señalando la salida.

Cargando editor
03/12/2017, 16:36
Melissa Campbell

Negué con la cabeza cuando Sun-yun me dijo que abriera. Quizás estaba nerviosa. Quizás Émille me daba un poquito de miedo sabiendo lo que le había llegado a hacer a Ethan. Quizás podría haberle comentado algo a Amber antes de hacer aquello.

Pero lo que tenía muy claro es que de allí no me movería hasta que los dos nephilim arreglaran sus problemas. Aunque me tuviera que tragar, las que ya imaginaba que habrían, duras palabras de Émille.

¿Me hablas de respeto? Yo os respeto y por eso os he querido traer aquí —dije con una voz mucho más firme que con la que había empezado a hablar antes —. No es que quiera meterme en vuestra «puta» vida —Decir ese taco no me hizo sentir muy bien pero cuando Émille se ponía así no podía evitarlo—. Lo único que quiero es que os empecéis a respetar entre vosotros. No entiendo cómo podéis luchar contra esos demonios si ni siquiera sois capaces de arreglar vuestras movidas.

—Sun-yun —me dirigí a la coreana, con una expresión de indignación bastante potente en mi rostro, antes de dar pie a que nadie más hablara después de mí —¿Qué pasó realmente para que estéis así?

Cargando editor
03/12/2017, 16:52
(Gi) Sun-yun Herondale

Pusé los ojos en blanco al escuchar a Imbil hablar de respeto. ¡coño ni que él supiera que era eso! Tenía su propia definición ombligocéntrica de ello y era una basura.

Me cabreó cuando dijo que si alguien no quería contarlo se tendría que joder presuponiendo que su voluntad nuevamente quedaba por encima de todo ¡mandaba cojones! Y a punto estuve de aclarar que el problema era que él la tenía muy corta pero Mel-chan me cabreó el doble presionándome a mí para hablar. Era sabido que siempre se empezaba preguntando a la parte más debil ¡y un cojón!

Ya no se trataba de que me importara una mierda la promesa que le había hecho al imbécil, había jurado sobre un apellido que ya no me pertenecía, se trataba de demostrar que yo no cantaba primero, a menos que me diera la gana a mí.

Joder tía, llevas el cotilleo a otro nivel—le dije a Mel-chan sin moderar la lengua pues no había nadie en ese lugar con quien importara mantener las apariencias—.

Retrocedí al ver aparecer la lanza del capullo demostrando la corta mecha una vez más. Me decepcionó. Me gustaba más cuando los celos le habían vuelto loco pero esa vez me venía bien, quería verlo. Ello debería servirle de respuesta a Mel-chan.

Cargando editor
04/12/2017, 09:09
Melissa Campbell

Al ver la reacción de Sun-yun, me quedé patidifusa. No pensé que la coreana fuera a pasar del tema así. Al final, me daba absolutamente igual lo que hubiera pasado entre ellos. Lo único que quería es que hicieran las paces. Pero viendo la reacción de Émille y seguidamente la de Sun-yun, no parecía que aquello fuera a acabar muy bien.

Miré a la coreana con una expresión de mucha, muchísima decepción. Negué con la cabeza y me dirigí esta vez a Émille. Lo miré directamente a los ojos, en silencio, durante unos segundos. Me daba miedo, está claro, que se le fuera la cabeza como en otras ocasiones que ya conocía y me atacara con la lanza. Pero me podía más la fuerza por tratar de resolver aquel conflicto intentando que hubiera la mínima violencia posible.

— Joder Émile... No hace falta que saques la lanza —dije, volviendo a decir tacos que se me clavaban en la espalda— ¿Por qué no podéis hablar las cosas y ya está? Si te quieres ir, vete —hice un gesto hacia mi espalda, donde se encontraba la salida de la cripta—. Pero si os he traído a este lugar no sólo era porque os podría llamar más la atención. Era para que recordéis la historia de Valentine. No creo que ninguno de nosotros quiera acabar como él. Y creo que si no estamos unidos... Se nos puede ir la olla como le pasó a él.

Cargando editor
10/12/2017, 02:00
Émille Lalique

Mi indignación creció cuando la mentirosa esa dijo que nos había traído por respeto. Eso no tenía ni pies ni cabeza, sólo intentaba justificarse y se notaba. Luego lo intentó arreglar diciendo que lo que quería era que nos respetásemos entre nosotros... Y miré a la pirada de Sun-yun de arriba abajo, recordando cuando sólo unos días atrás había hecho lo que había hecho. No, ni de coña iba a perdonarla, ni ahora ni nunca. Había que ser muy rastrera y muy hija de puta. La gota que colmó en vaso con Melissa fue eso de que no entendía cómo podíamos luchar con demonios si no podíamos arreglarnos entre nosotros. ¿Qué coño tendría que ver? Para empezar es que ella no se había enfrentado a un demonio en su puta vida, ni tampoco la pirada esa. Había estado presente con lo del Kuri, pero no había hecho nada. Melissa no tenía ni idea pero venía a decir cómo teníamos que hacer los demás nuestro trabajo. Aquello a lo que habíamos dedicado nuestra vida, y con lo que habíamos visto amigos morir. Había que joderse.

Luego, cuando se dirigió directamente a mí, acabé por apartar la lanza. Pero sólo para caminar hacia la salida en cuanto me dijo que lo hiciera si quería marcharme. Ya estaba tardando. Aún así terminó de cabrearme que un momento más tarde sacase lo de Valentine.

—A lo mejor se te puede ir a ti por una chorrada como esta, que lo tienes en la sangre, Morgenstern —enuncié como si fuera el peor insulto que se podía proferir—. Nos pides que recordemos una historia que sabes... ¿Desde hace cuánto, dos minutos? Y te creerás muy nephilim por poder ponerla de ejemplo. Que te den por culo.

—Así que según tú porque alguien nos caiga mal se nos puede ir la pinza y empezar a matar a quien no debemos. Porque tenemos que «estar unidos». Te recuerdo que vosotras ahora os quedáis aquí, en la Academia, y yo me piro. Vais a estar mínimo un año, y eso si estuvierais listas. A ti te echo mínimo tres. —Hice entonces una pausa—. Pero eh, si no arreglo las mierdas que no quiero arreglar con alguien con quien no voy a ver seguro que me lío a matar gente. Muy lógico, sí.

—Mira, déjate de mierdas. Lo más probable es que ni siquiera nos volvamos a ver, así que haz el favor de abrir la puta puerta y de dejar de inventar excusas de mierda para meterte en la vida de otros.

Cargando editor
10/12/2017, 21:28
(Gi) Sun-yun Herondale

Valentine. Había oído ese nombre mil veces en mi vida, el tipo de los chocolates. Un poco cabrón sí que era, conmigo lo había sido, especialmente con la broma de lanzaman. Luego estaba el otro, el que había enfriado la biblioteca cuando Meri-chan había sacado su anillo.

El Monstergern que Imil pretendía hacer pasar por un mal nombre ahora. Me hizo gracia, y no lo oculté, aunque si tapé mis labios en un gesto inútil.

Conforme Imil seguía hablando, yo solo escuchaba un tema: le había roto el corazón. Yo a él. Le caía mal pero no me echaba más años en la academia. No me repudiaba por "haber estropeado el entrenamiento" seguía muerto de celos. Él, el casado.

¿Pero qué coño...?

No quería disculparse porqué no volvería a verme. Prefería estar cabreado para soportar echarme de menos. Joder... ¿por eso me había hecho odiarle el día antes de llegar a Idris? Quería evitar una despedida demasiado dura.

Qué moñas.

¿Así que a Morgenstern se le fue la pinza? —pregunté con segundas comparándolo a lo que Imil había hecho— ¿Por lo de al saberse superior dedicarse a matar a otros no fueran a hacerle pupa?

Cargando editor
12/12/2017, 08:32
Melissa Campbell

Que Émille apartara la lanza no me tranquilizó. Se notaba en su expresión que esto no le había gustado nada y que no cedería fácilmente a reconciliarse ya no sólo con Sun-yun sino conmigo. Aunque mis intenciones fueran las mejores, empezaba a pensar que esto no había sido una buena idea, a no ser que Sun-yun hiciera algo para apaciguar los humos del chico.

Escuchar a Émille fue duro, pero por suerte ya estaba harta de llorar y de sentirme culpable por algo que hizo un pirado del que ni siquiera sé ciertamente si llevo su sangre o no. Es más, aunque la llevara... Estaba empezando a entender que, aunque a mí me hubiera tocado una gran familia de sangre, los Campbell Harris, de los que sí estaba orgullosa y no tenía por qué ocultarlo, en realidad no es algo que se pueda escoger. Y, en cambio, los amigos sí.

Sin embargo, tras las nuevamente duras palabras de Émille, Sun-yun sólo hizo que chinchar más. Claro que sentí rabia al escuchar todas aquellas palabras afiladas que se me clavaban en la cara. 

Me quedé un rato pensativa y luego intervine, aunque la intención era que, ahora que Sun-yun había hundido el dedo en la llaga, estaría atenta a sus reacciones.

—Pues a mí también me la suda que no nos vayamos a ver durante este año. O dos. O tres. O los que hagan falta. Hasta hace poco entendía que fueras así de borde, pero de verdad que llegas a unos extremos que soy incapaz de asimilar. Hasta el punto en que no sé qué cojones te hizo ella como para que acabarais así —dije dirigiéndome a Émille, visiblemente asqueada por el uso de tacos que no estaba nada acostumbrada a pronunciar. También evité contestarle a todo lo que me había dicho con respecto al apellido Morgenstern. Sólo haría que empeorar las cosas.

Luego me dirigí a Sun-yun. No era justo que sólo me centrara en lo que me había parecido mal del chico.

Y Sun-yun... ¿No podrías poner un poco de tu parte? —pregunté con una expresión seria en el rostro.

Cargando editor
12/12/2017, 08:51
Melissa Campbell

A cada segundo que pasaba me daba más cuenta de que quizás no había sido una gran idea reunir a esos dos sin antes hablar con Sun-yun, por ejemplo, sobre qué había pasado. También podría haberlo comentado con Amber y seguro que me habría contado lo sucedido. Seguro que me hubiera facilitado más las cosas.

Me sentía algo frustrada por no haber pensado en todo eso antes y encontrarme en aquella situación tan tensa ahora pero a la vez, tenía fuerzas para intentar resolver conflictos entre la gente, y era la que me ayudó a seguir intentándolo aunque se mascaba la tragedia.

Es que me revienta la cabeza pensar que alguien como Amber escogió a Émille para ser su parabatai. Y por eso no me entra su actitud. O algo muy muy malo le debe haber hecho Sun-yun, que tengo mis dudas, para que se ponga así... Me da relativamente igual lo que pasó entre ellos, pero ojalá lo supiera para valorar si Émille tiene suficientes razones como para ponerse así.

Cargando editor
14/12/2017, 01:22
Émille Lalique

Miré a Sun-yun perplejo cuando hizo aquella pregunta. Si de verdad a estas alturas no sabía nada de aquello significaba dos cosas. La primera, que no era tan lista como creía. La segunda, que Milton no tenía ni puta idea de qué cosas enseñar.

Decidí no responderle. Pasaba de enzarzarme en una discusión estúpida. Había matado nephilims. Nephilims válidos. Fin de la historia.

—No te enteras de nada —dije a Melissa—. No te hablo de que no nos veamos en un año o los que sean. Te hablo de que con el tiempo que vais a esta aquí lo más probable es que no volvamos a vernos en la puta vida.

—Y sí —dije, haciendo un gesto con la lanza para señalarla. Que dijera que entencía que fuera borde salvo cuando no sabía por qué lo era dejaba claro lo que importaba una vez más—, ya sé que lo único que te jode es no saber qué cojones pasó. Pero a cotillear a tu puta casa.

Y con esas palabras empecé a caminar hacia la salida. Si no quería abrir, como le había pedido, ya echaría la puerta abajo.

Cargando editor
14/12/2017, 09:15
Melissa Campbell

Vi cómo Émille se dirigía a la puerta. Mi ceño se frunció con sus palabras pero cuando él ya no miró mi rostro se calmó, aunque no mi rabia. Era un caso perdido, y eso que yo nunca me rendía, menos en estos temas. Me di cuenta de que probablemente era la primera vez que no conseguía que hubiera paz entre dos personas.

Pero en seguida entendí que no siempre se consigue lo que uno quiere. No sé si fueron las palabras de Émille o la carente intención de arreglarlo por parte de Sun-yun. Pero en ese momento me quedé callada, sintiendo que si no se solucionaba ya, no se solucionaría entonces.

Tampoco sabía si Émille sería capaz salir de allí. Era una puerta bastante... puñetera.

Cargando editor
14/12/2017, 09:26
(Gi) Sun-yun Herondale

Te ha jodido, ¿eh? —pensé a los ojos de Ianzaman pero más me habían jodido a mí las palabras de Meli-chan, tanto que había tenido que esconder mis puños a la espalda para apretarlos — ¿ella? ¡¿Qué ha hecho ella?! ¡Manda cojones!

Empecé a arremangarme, doblando cuidadosamente la manga del vestido con pliegues muy finos.

¿Ella? —pregunté a Meri-chan alargando mi muñeca para plantársela delante de los ojos y mostrarle una de las iratzes que había necesitado después del ataque de celos del capullo casado— ¿De dónde sacas que la culpa de esto sea mía? Machista de mierda —la insulté con algo que estaba de moda aunque yo fuera la primera en echar la culpa siempre a la parte femenina, salvo por lo de Milton hablando con Nola cada día. Ahí había dos zorras—. Puta bruja roja

Me quedé un segundo pensativa, intentando que mis tripas no pasaran por encima de mi cabeza. Si hablaba conseguiría puntos con Meli-san, si callaba solo tal vez Imil recuperara buena opinión de mí. Pero ¿de verdad quería arreglar las cosas con él? ¿de verdad me estaba aferrando a esa posibilidad?

Agaché la cabeza buscando con los ojos mi corazón: quería una explicación. Que me pusiera las cosas claras.

Inspiré una melodía que desapretó mis labios.

Si no te cuento nada es porqué tengo palabra, y le prometí a él llevarme el secreto a la tumba. Qué oportuno que estemos en una... —sabía que no había jurado exactamente eso pero qué más daba, ya no era una Gi— Pero paso de poner de mi parte para que él no sufra por dejar de verme.

Alcé un poco más la voz para llegar a la espalda de Emille.

Vas a tener que vivir con ello, ¿me oyes? sabiendo que has conseguido apartar de tu lado a una persona más, a la única que te soportaba y te quiso desde el principio sin importar qué —los nervios trasladaron el latido frenético de mi corazón a mi garganta. Estaba enfadada pero también acojonada. No se me había olvidado su mirada en el Instituto— No me intentes vender el pulpo con lo de Anbel, ella está obligada a quererte, yo lo hacía sin más. Me has torturado desde el primer día, me has hecho verter más suspiros que sangre pero se acabó, Emil ¡se acabó! Se te fue la pinza, se te fue como a un Morgenstern. Ibas a matarme, lo hubieses hecho, no intentes insultar a mi intelecto ni a ti mismo negándolo. ¡Se te fue la puta pinza! ¿y por qué? ¿por qué entrené con Caratairs? Como si tu no hubieses perdido el culo con esta—señalé con un gesto despreciable y de desprecio a Meli-chan—. Qué te den por culo. No me creo que fuera eso pero volvería a hacerlo. Milton es mil veces mejor que tu.

Miré a Meli-san rápidamente para advertirle con la mirada que aquello no era publicidad, que ni se le ocurriera acercarse a Carstairs.

En ese momento me di cuenta de que en algún punto había empezado a llorar y tenía el estómago completamente revuelto — Joder —giré la cara a algún punto en la que nadie pudiera verla—.

Cargando editor
14/12/2017, 11:17
Melissa Campbell

Después del gesto de Sun-yun, en el que cuando me puso su muñeca pude ver una runa dibujada, me llevé la palma de la mano a la cara, tapándola por completo y durando así unos segundos. En ningún momento le había echado la culpa a ella, pero entre sus dificultades en la comprensión de nuestra forma de hablar y su actual estado de enfado, intenté ser el máximo comprensiva posible, a pesar de todo.

Obvié el insulto que me hizo. Sabía que era por la rabia. Todos allí estábamos bastante encendidos. Yo no pretendía para nada que las cosas fueran así. Pensé que, dentro de lo que cabe, serían personas civilizadas y que hablando arreglarían las cosas, pero me había equivocado de pleno.

Me aparté de la voz que dirigió a continuación la coreana a Émille. No quería estar más en medio de aquella marea de odio e insultos. Pero cuando vi cómo la chica se daba la vuelta, me extrañé. ¿Estaba llorando? Dudé en si acercarme o no, pero dudé muy poco. Otra vez mi empatía hizo que me acercara prudentemente a la chica.

—Sun-yun... Tranquila... Por favor —dije en voz baja, aunque no pudiera evitar que se escuchara desde cualquier punto de la cripta.

Cargando editor
14/12/2017, 11:24
Melissa Campbell

En realidad, las palabras que me dirigió Sun-yun, aunque en menos cantidad que las de Émille, me afectaron. No lo quise exteriorizar, y menos en aquel momento, pero me sintió fatal que me llamara machista. Me podría haber dicho cualquier cosa menos eso.

Sin embargo, después de todo lo que soltó, entendí que no estaba siendo precisamente un momento agradable para ella. Bueno, ni para Émille, ni para mí, ni para nadie.

Sentí que debía apoyarla, aunque tampoco quería intervenir mucho más. Ya me había metido suficiente. Demasiado.

Cargando editor
16/12/2017, 13:08
Émille Lalique

Escuché las palabras de la pirada mientras me iba, justificándose en por qué no contar nada. Lo achacaba al honor, pero yo sabía la verdad: no le convenía. Ni siquiera le di valor a lo que le dijo a Melissa. Aunque cuando levantó la voz para hablarme fue inevitable oírla.

No me creí nada de lo que dijo al principio, eso de los suspiros, de quererme y demás. Ella misma me había avisado desde el principio que era una mentirosa y no hacía más que demostrarlo. Pero lo que me hizo darme la vuelta fue que me comparase con un Morgenstern. La miré. Estaba pasando los límites del enfado y alcanzando los de la frialdad. No entendí lo que dijo de Melissa, pero no me importó. Ni siquiera tenía ya los labios apretados, o los puños: el calor de la discusión se había convertido en hielo. Sus lágrimas sólo incrementaron esa sensación. Lágrimas de cocodrilo.

—Deja de hacer como que lloras. Si fuese a matarte, estarías muerta. El Ángel nos dio las Runas, también las de las armas, pero ni siquiera te has molestado en saber eso.

—Cuando peleábamos invoqué la espada para terminar el combate. Tiene una Runa capaz de herir lo justo para no matar. Y te despertaste en tu puta cama curándote con una iratze porque yo te llevé allí. Así que deja de soltar mierda por esa boca.

Miré entonces a Melissa. Yo no tenía nada más que hacer allí. A partir de ahí, estaba en su mano.

—No creas nada de lo que dice o de lo que hace. Te ha soltado todo eso, pero el enfado no es por eso. Eso sólo es lo que le conviene que sepas.

Y con esas palabras volví a caminar hacia la puerta, dispuesto a marcharme.