Partida Rol por web

Estación de nieblas

Capítulo 4: Ciudad de cristal

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11/09/2017, 17:22
Narradora

Al otro lado te esperaba un hombre cuya sola presencia erizaba el vello de tu nuca. Era alto y vestía con una gruesa túnica gris, que le cubría de pies a cabeza. La capucha estaba alzada, ocultando su rostro. La túnica misma era del color del pergamino, y los intrincados diseños rúnicos a los largo del repulgo y las mangas parecían haber sido pintadas allí con sangre que empezaba a secarse. Sin embargo, no era su presencia lo más inquietante, sino el silencio: no hacía el menor ruido al andar, no se oía ni la más leve pisada. Incluso la capa, que debería haber susurrado, se movía silenciosa.

Antes de empezar a caminar, alzó sus manos y se echó la capucha hacia atrás, descubriendo su rostro. La cabeza del hombre era calva, lisa y blanca como un huevo, con oscuras muescas donde habían estado los ojos en el pasado. Ya no los tenía. Los labios estaban entrecruzados con un dibujo de líneas oscuras que recordaban puntos de sutura.

[color=#848484]«Sígueme, Melissa Morgenstern»[/color]

Esa voz no se escuchó en voz alta. Las palabras te habían resonado dentro de la cabeza, como si las hubieras pensado tú misma; pero no lo habías hecho. Con un gesto de su mano te indicó que debías caminar hacia el centro de la sala y pudiste ver que la piel de sus dedos era fina como pergamino, pintada toda ella con runas. 

El murmullo que llenaba el lugar por lo bajo, disminuyó cuando apareciste y no te costó notar la atención de los presentes, siguiéndote hacia el pequeño podio al que te guiaba aquella especie de hombre.

Tus ojos recorrieron el graderío y pudiste contar más de ciento cincuenta personas. Llegaste a ver a Émille y Amber, sentados junto a Gareth y Deirdre. 

Más allá llegaste a ver a Milton, sentado junto a un grupo de gente oriental. Alice, por su parte, estaba sentada en la primera fila, entre lo que parecía un grupo de miembros destacados de La Clave. 

En el suelo, más allá de la fuente central, pudiste ver a un hombre hablando con la mujer que os había recibido al llegar a Alacante. Detrás de ellos había dos sillas vacías, una más centrada y más grande que la otra. Sentados alrededor de la silla del Cónsul llegaste a ver a cuatro personas más, entre ellas alguien a quien ya conocías: el brujo Verbius Lamond. 

 

   

Salvo el hombre que te guiaba sin que sus pasos emitiesen sonido alguno, todos los que se encontraban en el suelo, como presidiendo aquella reunión, vestían túnicas negras, con runas bordadas en plata en el caso de algunos y el símbolo de la Clave en el caso de otros.

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11/09/2017, 17:28
Amber Blackwell

Gareth no pareció percibir tu mirada, pues en ese momento se encontraba cuchicheando algo en el oído de su mujer. Amber, sin embargo, había contemplado la escena con los ojos entrecerrados y, cuando llegó tu pregunta, hizo un gesto con la barbilla hacia abajo.

—Le ha hurgado en la mente —dijo, frunciendo el ceño—. Para leer sus emociones profundas o ver sus recuerdos, o algo así. Eso es superpeligroso, joder. Algunos nephilim han perdido totalmente la cabeza después de eso.

En ese momento un hombre cogía a la chica en brazos como si pesara menos que una pluma y se la llevaba, al mismo tiempo que Ella se ponía en pie y abandonaba las gradas para seguirlos. 

Pasaron algunos segundos en los que la Inquisidora se acercó a hablar en voz baja con el Cónsul y, tras ellos, el mismo Hermano Silencioso que había escoltado a Sun-yun se acercó a la puerta por la que apareció Melissa. Después, con la misma solemnidad anterior, la guió hacia el podio. 

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11/09/2017, 17:59
Hermano Jeremiah

Los pasos de la figura vestida de gris guiaron a Melissa hasta un podio que se encontraba al otro lado de la sala, pasando cerca de la fuente central y sintiendo las miradas de todos los presentes clavadas en ella. Cuando estuvo subida a ese lugar elevado y circular las estrellas que rodeaban el perímetro del podio tomaron un brillo plateado que parecía separar el interior del exterior. 

El Hermano Silencioso cogió entonces una espada de gran tamaño con una gruesa hoja de plata y su empuñadura tenía la forma de dos alas extendidas. Con la espada posada sobre ambas manos, ofreció la empuñadura a Melissa y, sólo cuando ella la hubo cogido, caminó hacia atrás hasta descender del podio. 

[color=#848484]«La Espada Alma obtendrá ahora la verdad»[/color]

Las palabras resonaron directamente en las cabezas de todos los presentes mientras la Inquisidora Herondale avanzaba hacia el podio con decisión. 

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11/09/2017, 18:01
Imogen Herondale

La Inquisidora se colocó frente al podio, dando la espalda al graderío y desde esa postura alzó la voz, dirigiéndose a Melisssa, cuyas mejillas parecían cada vez más pálidas desde que había cogido la espada entre sus manos.

—Melissa Campbell —llamó, con voz firme y seca—. La Clave necesita respuestas en este juicio por la Espada. Necesitamos la verdad y la verdad obtendremos. Responde ahora. 

Empezó entonces a lanzar preguntas a la chica, esperando por su respuesta antes de continuar con la siguiente. 

—¿Quiénes son tus padres? ¿Eres adoptada o te criaron tus padres verdaderos? ¿Quién es ese tío tuyo del que hemos oído hablar? 

Melissa no tardó en caer de rodillas, antes de haber llegado a terminar su primera respuesta. 

—¿Cómo llegaste a Londres? ¿Quién o qué te animó a ello? ¿Qué sabes sobre la verdadera naturaleza de tu tío? ¿Sabías que él era un nephilim? ¿Hay algo que no hayas contado sobre él?

—¿Cuál fue tu primer contacto con el mundo de las sombras? ¿Habías oído o visto algo relacionado antes? ¿Alguien te había hablado de ello? ¿Tu tío? 

—¿Alguna vez has tenido tratos con Subterráneos? ¿Y con nephilim fuera de La Clave?

—¿Cómo y cuándo conseguiste el anillo de los Morgenstern? ¿Quién te lo dio o dónde lo encontraste? 

Notas de juego

En principio hacemos el interrogatorio entero así en un solo post de cada para que no se haga muy pesado, pero dad por hecho que tras cada pregunta la Inquisidora espera por la respuesta antes de seguir.

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11/09/2017, 18:09
Narradora

Fue en el mismo instante en que sujetaste la espada cuando sentiste su empuñadura pegándose a tu piel, casi como si la misma plata de la hoja se introdujese en tu interior a través de tus poros y se extendiese por tu sangre. El dolor no tardó en aparecer, al mismo tiempo que las preguntas de esa mujer llegaban a tus oídos. No tardaste en caer de rodillas, incapaz de mantenerte en pie. 

Era como si tuvieras cientos de pequeños anzuelos clavados en la piel que le arrancaban la verdad por la fuerza y tu lengua fue incapaz de mentir, ni siquiera podías concebir la idea de esconderte en subterfugios o dobles sentidos. Toda tu voluntad parecía supeditada al poder de esa espada y tan sólo la verdad más sincera podía salir de tus labios.

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11/09/2017, 18:10
Narradora

Lo primero en atravesar esa oscuridad que se había adueñado de tu mente fue un suave tarareo entre dientes de algo similar en melodía a una nana, pero que no habías escuchado nunca. Notaste, aún antes de abrir los ojos, que estabas tendida sobre una superficie blanda y suave, probablemente una cama, y algo fresco y húmedo aliviaba tu frente. Tu piel temblaba, todavía algo aterida por el dolor que había recorrido tu cuerpo y te sentías agotada, mental y físicamente.

De abrir los ojos alcanzarías a ver que la cancioncilla salía de los labios de Ella que, sentada en el borde de la cama que ocupabas, empapaba en una palangana un trozo de tela, con intención evidente de cambiarlo por el que tenías en la frente. 

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12/09/2017, 10:07
(Gi) Sun-yun Herondale

La canción fue lo primero que me agitó, tan dulce en apariencia como yo, y, sin embargo, se sentía como una bofetada al recordarme que volvía a la conciencia y mostraba así que también se parecía a mí en su amargor.

Me negaba a abrir los ojos, no quería despertar pasaba de seguir viva en el deshonor. Pero mi curiosidad pataleaba en las comisuras de mis ojos creando tirantez en mis párpados. Necesitaba saber dónde estaba, qué me rodeaba, aquello era lo inteligente, lo que mandaba la supervivencia aunque no quisiera saber nada de ella.

Pasa... No abras los ojos Sun... Pasa —me dije y una fina línea de luz se abrió paso al bajo de mis ojos. Ni a mí misma me hacia caso, había quedado claro al hablar de Jesamain—.

Poco a poco aparté la línea negra de pestañas de la blanca de luz y desdibuje el pentagrama para esa nana dulce y cabrona.

¿quién eres? —pensé ante la imagen borrosa de quien se sentaba a mi cadera— ¿Es esto el cielo? —valoré haber muerto. Estas cosas pasaban y morir en una tortura quedaba bien.

Pero entonces se me hizo clara la imagen y mis párpados se cerraron más rápidos que la boca de una pirañaconda.

Ella. En el puto infierno he ido a caer.

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16/09/2017, 09:42
Melissa Campbell

La espera fue corta y larga a la vez. El ambiente que se respiraba era tenso. De tanto en tanto miraba a Nora, queriendo ver en ella algo de luz sabiendo su opinión sobre todo esto. La verdad es que estaba pasando todo muy rápido, pero lo que había dicho antes no me lo había llegado a plantear y me parecía que tenía mucha razón. Sin embargo, ahora no me podía permitir echarme atrás. Era la única vía para seguir con mi búsqueda y si me desviaba era muy probable que nunca más pudiera volver a recuperar a mi familia.

Cuando la puerta se abrió miré si venía Sun-yun tras ella. Pero no. Eso no me inspiró mucha confianza y menos cuando el señor Silencioso me dijo con esa voz tan arisca que me tocaba. Tragué saliva literalmente y tras una última mirada a Nora pasé por el umbral de la puerta.

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16/09/2017, 09:46
Melissa Campbell

Nada más entrar el hombre encapuchado que se presentaba ante mí me dejó descolocada. Su siniestra túnica me provocó un escalofrío en la espalda. Pero no fue hasta que se echó la capucha hacia atrás que sentí algo más parecido al miedo.

Su cabeza desprovista de pelo me llamaba la atención a la vez que me repelía pero procuré mantenerme discreta a pesar del temblor que sentía en el interior de mi cuerpo.

Cuando sentí esa voz en mi cabeza, que claramente no había pensado yo, me llevé una mano a la oreja y miré hacia los lados, intentando comprender de donde provenía. Sin embargo, finalmente me di cuenta de que había sido él, por su gesto y su consiguiente acción de caminar hacia la sala.

Seguí a la altísima figura que se alzaba ante de mí y respiré profundamente, intentando, aunque no fuera fácil, tranquilizarme un poco. El lugar se componía de unas gradas y una zona que parecía como un estrado para testificar o confesar. Mi mirada recorrió la parte que se elevaba hasta que mis ojos se toparon con los de Émille y Amber al principio y Gareth y Deirdre a continuación. Al principio sentí un poco de alivio y seguridad en mí misma al ver a mis compañeros. Sobre todo cuando vi a Amber, quien desde que la había conocido me había demostrado que era una gran persona... nephilim.

Ver a Gareth también me alivió, pero también sentí vergüenza porque me viera en esa situación. Fue algo fugaz y extraño, relacionado con otras sensaciones que había tenido anteriormente, que la propia situación actual hicieron que se esfumaran por el momento.

Vi a más conocidos pero ya no me desconcentraron de lo que realmente me inquietó. Un grupo de personas, algunas desconocidas, se encontraban mirándome fijamente. La que más me desconcertó fue la del brujo. ¿Qué se supone que hace ese ahí? Pensé para mí. Al pasar cerca de la fuente intenté no mirarlos fijamente hasta que la figura de la túnica gris me guió hasta el podio.

Me sentí muy cohibida y extraña en ese pedestal en el que todo el mundo podía verme todavía mejor y clavar sus miradas en mi, sintiéndolas como agujas en esos momentos.

Cuando el ser se acercó a mí con la enorme espada mis ojos se abrieron como platos y casi no tuve tiempo a pensar antes de que me diera cuenta de que la tenía en las manos. Fueron las palabras de la criatura resonando por mi cabeza las que me hicieron volver a presar atención. Fue entonces cuando noté cómo la empuñadura de la espada se me había adherido con mi piel, sintiendo como si se fusionara con mis manos.

La mujer que nos había recibido al llegar a aquella hermosa ciudad que camuflaba la siniestra realidad de lo que hacían los nephilims se acercó al podio y me empezó a avasallar a preguntas.

Al principio tardé un poco en responder pero sentía que no podía hacer otra cosa que contestarlas. Así como empecé a sentirme algo dolorida al principio, respondiendo a las preguntas un poco a regañadientes, acabé encontrándome fatal, sin poderme mantener de pie, cayendo de rodillas y apoyándome en el podio como podía, en esa incómoda posición que me obligaba a estar la espada. En ese momento sentí que era incapaz de decir mentiras, ni siquiera cambiar matices de la verdad. Tenía que hablar con total sinceridad y, aunque obligada, así lo hice.

—Mi padre... Se llama Jon Campbell... Mi madre Joan Harris —respondí a la primera pregunta sin sentir la necesidad de mentir—.

—Mi tio... Es... Ralph Campbell... —contesté. Ésta vez debía reconocer que había tenido que hacer un gran esfuerzo para decir la verdad—. Fue él quien me dijo que me dirigiera a Londres. Estaba luchando contra un... rapiñador —tuve que hacer memoria para recordar cómo lo había llamado —. Me dijo que se habían llevado a mis padres... Y que se encargaría de encontrarlos.

—Lo último que vi antes de separarme de él fue una criatura oscura que parecía hecha de humo que se acercó a mi tío. Escuché a duras penas como susurraba la palabra «nephilim»... —dije aunque cada vez tenía más dificultades para mantenerme en pie.

Finalmente tuve que apoyar mis rodillas contra el suelo. A duras penas podía seguir alzando la espada, pero mientras pude mantuve mi espalda erguida para dirigirme a la mujer.

Para mí nunca antes había existido nada de lo que sé ahora. Sigo intentando comprender... Comprender cómo me lo han podido ocultar todo este tiempo. Mi primer contacto fue la situación que os acabo de contar... No... No sabía que era... Un nephilim... —continué, esta vez dejándome caer un poco, sentándome encima de mis piernas, con la mirada caída. Era la primera vez que realmente creía que tío Ralph era un nephilim y que me sentía decepcionada por no haberlo sabido antes.

No... —dije de forma escueta, respondiendo a las dos preguntas que me habían lanzado sobre si había tratado con Subterráneos o nephilims anteriormente.

Estaba cansada de la presión que sentía con todas esas preguntas. Sin embargo llevaba un rato que ya ni recordaba que había más individuos en la sala a parte de la interrogadora y yo.

—Me lo dio... Mi tío... Antes de separarnos... —finalicé mis respuestas, sin poder evitar que una lágrima se empezara a crear en mi lagrimal y acabara cayendo por mi mejilla dejando un rastro cálido en mi piel. Mi espalda ya no estaba recta, sino más bien curvada y mis manos sostenían la espada que reposaba ya en el suelo del podio, incapaz de soportar su peso.

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17/09/2017, 19:48
Émille Lalique

Me sorprendieron un poco las palabras de Amber. Miré hacia adelante mientras se llevaban a la pirada y no tardé en negar con la cabeza.

—Bueno —le dije—, no creo que sea mucha la diferencia.

Sin embargo sí me había impresionado lo que había dicho. Tanto que cuando entró la rarita me quedé mirando al Hermano Silencioso de una forma diferente, sin perder detalle de lo que hacía.

Al empezar el interrogatorio, sin embargo, mi atención se fue hacia la hacia la interrogadora y la chica a partes iguales, al menos al principio. Sin embargo conforme avanzaba yo iba aburriéndome ya un poco. Esperaba que, al menos, le hicieran más preguntas sobre su ascendencia, pero ni eso. Ni siquiera sobre el demonio con el que luchaba su supuesto tío, aunque debía ser un Iblis.

Ver a la chica soltar unas lagrimitas, bueno... No me incomodó, ni nada parecido. Para mí que se pasaba un poco, pero bueno. Cuando acabó de hablar emití un suspiro un poco cansado de todo aquello. Ni siquiera había dicho cosas absurdas, como la pirada de Sun-yun, así que ahora sólo podía esperar a ver si continuaban preguntándole. Pero este interrogatorio no había supuesto, para mí, nada nuevo. Lo cual supongo que era algo bueno.

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17/09/2017, 21:13
Imogen Herondale

La Inquisidora escuchó las respuestas de Melissa con rostro severo y los labios dibujando una fina línea. Cuando ella terminó de hablar la mujer se giró para encarar al Hermano Silencioso. No parecía del todo satisfecha, pero por su mirada no parecía creer que fuese a sacar nada más, por el momento. 

Hazlo ahora —pidió, cediendo su posición frente al podio al hombre de la túnica gris. 

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17/09/2017, 21:55
Hermano Jeremiah

El hombre ocupó el lugar que la Inquisidora le había cedido y sentiste el impulso de mirarlo, a pesar de que tus ojos tan sólo encontrarían ese oscuro vacío para recibirlos. De nuevo esa voz resonó en el interior de tu cabeza, intrusa pero capaz de amoldarse a tu cráneo, como si llevase allí toda la vida.

[color=#848484]«Abre ahora tu mente, Melissa Morgenstern. Déjame entrar.»[/color]

Tus fuerzas para resistirte habían mermado considerablemente después de que la espada te exprimiera como una naranja y no llegaste a poder evitarlo antes de que la sensación que había comenzado en tus dedos se extendiese hasta tu cabeza. 

Empezaste entonces a ver flashes en tu mente. Recuerdos lejanos, de tu infancia. Una preciosa niña, tan blanca como la luna, te miraba con unos ojos enormes y completamente negros. Te sonreía, pero eran sus orejas puntiagudas lo que llamaba tu atención. En otra imagen tu tío te llevaba de la mano a un lugar marcado con runas, donde un joven con cabellos malva te acariciaba la cabeza y susurraba palabras que no llegabas a comprender. La niña, de nuevo, parecía crecer contigo, espiándote, vigilándote.... ¿O protegiéndote? «¿Una niña albina?», había preguntado tu madre cuando hablaste de ella. Pero después habías olvidado incluso haberlo comentado en casa. ¿Cómo podías haberlo olvidado? Y las palabras del chico de pelo morado se repetían una y otra vez en tu memoria, lejanas y continuas. 

En algún momento habías alzado el rostro sin darte cuenta, al menos hasta que el Hermano Silencioso se retiró, devolviéndote tu mente. Te sentiste vacía, exhausta, y te diste cuenta en ese momento de que un reguero cálido abandonaba tu nariz y llegaba hasta tus labios. La espada cayó al suelo con un repiqueteo y las estrellas que te rodeaban perdieron su fulgor. Todo parecía haber terminado, pero estabas demasiado cansada y tus párpados se cerraron sumergiéndote en una oscuridad llena de alivio.

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17/09/2017, 22:53
Narradora

Como en una coreografía perfectamente sincronizada, la escena que había tenido lugar con Sun-yun un rato atrás se repitió, esta vez con la pelirroja como protagonista. Pasaron minutos en los que Melissa miraba al techo, sumergida en ese trance en el que, al parecer, el Hermano Silencioso invadía su mente. Toda la sala permanecía en un silencio respetuoso y cuando el momento terminó y Melissa soltó la espada, la chica sangraba por la nariz y no tardó en desplomarse desmayada. 

Alguien se la llevó en brazos y poco después la figura vestida de gris volvió a acercarse a la puerta para dejar pasar a Nora. La española tenía el labio partido, pero caminaba con la cabeza alta y porte digno, aunque manteniendo con el Hermano Silencioso una distancia prudencial, seguramente por ese miedo irracional que su misma presencia provocaba. 

El interrogatorio se repitió con Nora, la chica contó lo mismo que había dicho una y mil veces desde aquella mañana en el Starbucks, nada nuevo ni sorprendente. Y, cuando la Inquisidora terminó con ella, de nuevo fue el turno del Hermano Silencioso, hasta que ella también cayó al suelo, aunque no parecía completamente inconsciente, sólo agotada y desubicada. 

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18/09/2017, 21:53
Malachi Dieudonne

El Cónsul, la Inquisidora y el Hermano Silencioso formaron un pequeño corro durante algunos instantes, hasta que el primero asintió con la cabeza y se adelantó al centro de la sala una vez se llevaron también a Nora, dirigiéndose a todos los nephilim presentes. 

—El Hermano Jeremiah ha podido acceder a los recuerdos bloqueados de las chicas. Las tres tenían una parte de su mente cerrada, recuerdos alterados e incluso borrados. Es evidente que sus mentes han sido manipuladas y en esos recuerdos que han podido ser recuperados aparecían distintos subterráneos vigilándolas. El Consejo ha escuchado los testimonios y ahora La Clave debe decidir. ¿Alguien desea tomar la palabra?

Ante esa pregunta una de las nephilim del Instituto de Río de Janeiro se puso en pie y alzó su voz. Hizo un alegato en contra de mantener a las chicas en La Clave, asegurando que lo mejor para todos sería eliminarlas o, como mínimo, sellar sus poderes y borrar el mundo de las sombras de sus mentes. 

No tardó en ponerse en pie un hombre oriental del grupo que estaba junto a Milton, asegurando que eso era una salvajada. Que ellas habían demostrado ser ignorantes de lo que habían hecho con ellas y que era más conveniente tenerlas cerca y bien vigiladas, darles una oportunidad.

Uno a uno varios de los asistentes al Consejo fueron dando distintas opiniones, unos a favor y otros en contra. Hablaron también los representantes de los Subterráneos en el Consejo, asegurando que se encargarían personalmente de investigar las implicaciones de lo sucedido en la parte que les tocaba. 

Finalmente, el Cónsul tomó de nuevo la palabra. 

—Tras escucharos a todos tengo una propuesta para someter a votación. Propongo que a Nora Carwright se le permita abandonar La Clave, que sus poderes sean sellados y su mente borrada, ya que esa es su decisión como nephilim. Y que a Melissa Morgenstern y Sun-yun Herondale se les permita entrenarse en la Academia de Alacante durante un año, junto a los niños nephilim y los mundanos que desean Ascender. Hasta ahora se han encargado Émille Ravenscar y Milton Carstairs de impartirles las primeras nociones de su entrenamiento y todos se lo agradecemos. Pero aquí las tendríamos vigiladas y dentro de un año podremos evaluar si están listas para ser cazadoras de sombras o, si debemos recular y aplicarles el mismo procedimiento que a la señorita Carwright. ¿A favor? —pidió entonces, esperando que los que estuvieran de acuerdo con su propuesta elevasen sus manos. 

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18/09/2017, 22:17
Narradora

Con los ojos cerrados sentiste cómo te cambiaban la tela de la frente por una más fresca y el alivio se extendió desde el lugar donde tocaba tu piel por toda tu cabeza. Escuchaste entonces una puerta que se abría silenciando la melodía de Ella y pasos que entraban en esa habitación.

De abrir los ojos podrías ver a un nephilim cargando en brazos a Melissa y dejándola sobre una cama junto a la tuya en lo que parecía ser una especie de enfermería. Después se marchó por donde había venido y Ella se alejó de tu lado para atender también a la pelirroja inconsciente mientras recuperaba el tarareo. 

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18/09/2017, 22:38
(Gi) Sun-yun Herondale

Cuando la nana dejó de sonar me sentí tentada de abrir los ojos, tenía curiosidad por saber quién era capaz de callar a la prifisiri di historia con solo entrar en la habitación pero no lo hice. Estaba mejor manteniéndome muerta. Además, ¿y si era Carstairs? Me iba a rematar la vergüenza así que casi mejor me quedaba en mi palmo de tierra.

Sentí a Ella apartarse de mí y la puerta cerrarse. Me habían dejado. ¡Gracias al cielo! ¡o al kuri! lo mismo me daba. En ese momento entreabrí los ojos, con cautela, creyéndome una especie de ninja del infierno, o la protagonista de una película de tarantino. Entorné la cabeza hacia dónde había oído el ruido de la puerta y de no ver a nadie en mi camino me intentaría incorporar girando sobre mi misma para que la gravedad colaborara y me escaparia.

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20/09/2017, 13:54
Ella Blackthorn

Parecía un plan cojonudo. Aprovechar que Ella se había alejado para salir corriendo y escapar de esa cama. Fácil y rápido. Pero no habías contado con que tu cuerpo podía no querer colaborar contigo. Tus pies se posaron en el suelo, pero tu cabeza daba vueltas y en cuanto te incorporaste las rodillas comenzaron a temblar. Sentiste un vahído mientras te fallaban y no habías llegado a dar ni un paso cuando caíste al suelo, al lado de la cama. 

Ella voló junto a ti, o quizás era tu cabeza que mientras hacía girar el mundo a tu alrededor funcionaba más despacio de lo normal. Una punzada atravesó tu frente mientras la chica se agachaba para ayudarte a sentarte de nuevo en la cama. 

—Calma, Sun-yun, calma —susurraba como quien habla con un pajarito herido—. Tienes que descansar un poco y coger fuerzas. Has pasado por una experiencia agotadora, pero ya pasó. Venga, túmbate un ratito hasta que te sientas mejor —dijo, tumbándote desde los hombros—. ¿Cómo te encuentras?

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20/09/2017, 14:22
(Gi) Sun-yun Herondale

¡Ja! Pies en el suelo, puerta en línea, Ella desaparecida. Todo iba rodado. Hasta que todo empezó a rodar.

No sé quien coño había pensado en poner paredes escurridizas, pero el mareo que esa sala provocaba hizo que el peso de mi cabeza superara al que estaba acostumbrada a sostener sobre los hombros. Era como si mis órganos se hubiesen mudado a ella y ahora mandara como la de un pulpo.

Sentí el temblor de mis rodillas y antes de poder mandar mis manos a ponerlas firmes ya estaba en el suelo con la harpía sobre mí.

Si al final resultará que sí sois carroñeras —pensé manoteando en lo que yo me creía una gran y digna lucha su cara. Intentando apartarla de mí mientras ella me echaba la zarpa al hombro—.

Me indigne cuando dijo que ya había pasado, cómo si aquello no fuera a acompañarme el resto de mi vida. Coño, como se notaba que la tía no había tocado en su puta vida esa espada.

Quiero irme —respondí evitando responder que estaba como katy después de discutir con Effy en el bosque—.

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22/09/2017, 21:20
Ella Blackthorn

Ella estiró una mano para tomar la tuya con calidez, como si creyese que tus gestos lo que pedían era apoyo y no que se largase. 

—¿Irte adónde? —preguntó con cierta sorpresa y tono aún susurrado—. No puedes irte aún, el Consejo no ha terminado y no han decidido todavía sobre vosotras. Es mejor que descanses, el día puede ser muy largo.

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23/09/2017, 18:17
(Gi) Sun-yun Herondale

Quise mirarla mal, matarla con la frialdad de mis ojos detrás de toda esa ternura que me vestía pero me costaba atinar cuando no paraba de mover la cabeza.

Con mi musica —prefería estar echada en un sitio más rosa, con kitty a mi lado y las idols en mis oídos que esperar junto a una pelirroja en ese antro rodante—. A casa, al cementerio, con el Ángel, que más da... —respondí aunque Ella no lo esperara.

No necesito descansar, necesito leer, ¿puedo pedirte un libro?