Partida Rol por web

Estación de nieblas

Capítulo 4: Ciudad de cristal

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07/11/2017, 00:27
Émille Lalique

No tardé en darme cuenta de cómo la gente miraba a la china loca. ¿Podría haberme sumado al carro? Quizá. Pero mi cabreo por lo del día anterior era más grande que toda la piel que pudiera enseñar, así que no iba a ceder tan fácilmente.

Por otra parte, no me moló que Amber aplazase aquello. Sin embargo podía entenderlo. Yo mismo estaba de mejor humor del que normalmente estaría con todo lo de mis padres y demás, meter ahora más mierda sólo iba a servir para ensuciar el día. Al menos eso podía parecer, porque decirle cuatro cosas a la asquerosa esta bien que habría servido para desahogarnos todos. O, al menos, yo.

Antes de que pudiera responder, pasando más o menos de lo de Amber, una voz me interrumpió. Alice. Y teniendo en cuenta cómo empezó la verdad es que me cortó las palabras de inmediato. Mis ojos se abrieron con sorpresa genuina, y poco a poco la sonrisa fue inevitable. No solía estar de acuerdo con lo que decía, ni mostrarlo aún en las raras veces en que lo estaba, pero aquel día había dado en el clavo. Luego, cuando habló de las dos de esa manera, decidí que ya no era necesario que yo dijese nada.

Aún más por sorpresa me pilló el comentario que hizo después sobre nosotros. ¿Alice diciéndonos algo positivo? Sería más fácil creer que un demonio la había suplantado. La observé irse, tentado de responderle de manera recíproca...

—Gracias —fue todo lo agradable que alcancé a decir. Lo había intentado pero era superior a mí, no podía ser majo con ella, y menos sólo por lo que hubiera dicho. Después miré de nuevo a la loca, pasando de la que se había quedado sólo cotilleando.

—Algunos al principio nos equivocamos y te tomamos en serio. Supongo que ahora —dije en referencia a su traje— ya intentas que nadie cometa ese error. Está bien eso.

Luego sí me dirigí a la cotilla, ignorando lo que la china pudiera contestar.

—¿Te has hecho algo en el pelo? Estás como distinta.

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07/11/2017, 18:16
(Gi) Sun-yun Herondale

Le guiñé un ojo a Anbel dejando acordado que entre ella y yo no había más que hablar.

Me había parecido una respuesta estúpida e ignorante pero casándose con quien se casaba podía imaginar que no sabría ni la mitad de lo que le hablaba.

Sí, que tengas un magnifico hoy —la felicité con deportividad—.

Luego, atendí a mi hermana Herondale. Me quedé perpleja al escuchar una palabra tan sucia de su boca y en público. No podía creerme que estuviera confesando que conocía esos lugares como para ir en automático y todo. No entendía nada de lo que había venido a decirme pero presuponía que no era agradable así que arrugue los morros hasta que hizo referencia a nuestra hermana pequeña, en ese momento no pude evitar sonreír. Casi me daba pena. Casi sentía que debía tenersela y casi creía que tras la ceremonia sería oficialmente una hermana mayor a la que llevar honra, como los gemelos nunca me habían dado.

Contemplé la cascada de su coleta mientras se alejaba, Amis era realmente hermosa y su pelo era como una corona dorada de excelencia que me moría por fundir.

Cuando Imil volvió a hablarme mis ojos estuvieron a punto de hacerle caso pero me forcé a ignorarlo y llevé vista y rostro a otro lado, girándome para enfrentar a Carstairs por primera vez desde que me había puesto El traje.

No es que quisiera darle explicaciones pero lo haría, no porqué me hubiese molestado que Imil se fijara en Meri-san, no, eso no tenía nada que ver.

Parece que he corrido para nada — fingí que había puesto el turbo por la prisa—.

Notas de juego

Meme

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08/11/2017, 17:00
Melissa Campbell

La mirada que hice a Amber no pareció ser respondida, pero poco a poco comprendí que no debía meterme donde no me llamaban. No entendía qué ocurría ni qué había hecho Sun-yun para que la pelirroja y Émille estuvieran enfadados con ella.

Me acerqué un poco más, sin querer entrometerme en la conversación por el momento, hasta que Alice se acercó a nosotros para lanzarnos sus ataques de niña pija repelente. No la odiaba, no podía. Me costaba mucho odiar a la gente. Pero como siguiera así siempre se acabaría ganando mi enemistad total en poco tiempo.

En el instante en que terminó de meterse, primero con Sun-yun, y luego conmigo, emití una risa que se solapó con la de Sun-yun. Quien creía que había reaccionado por la misma causa que yo. Alice no me había ofendido nada. A mí me gustaba lo que llevaba puesto y esa creída no iba a herir mis sentimientos ni una pizca con su palabrería.

Luego, cuando la coreana se apartó del grupo y la incomodidad se esfumó con ella, me acerqué a Amber y Émille, demostrando con mi actitud que lo que me acababan de decir no me había afectado en absoluto. Al menos Alice había conseguido que dejara de pensar tanto en mis problemas y dejara de estar tan seria.

Al escuchar las palabras de Émille me sorprendí que se dirigiera a mí pero sólo se notó en mi forma de pestañear.

—Ah, es que me lo he dejado suelto —expliqué sin darle demasiada importancia. Tenía ganas de desear a la pareja que les fuera bien la ceremonia. Se les veía diferentes, como ilusionados. Si a mí me daban igual los comentarios de según quién —me fijé entonces en Alice desde mi posición— imaginé que tanto Amber como Émille estarían como en otro mundo. Un mundo sin preocupaciones, por el momento—. Espero que os vaya muy bien la ceremonia. Disfrutadlo —les dije mostrando una sonrisa amable.

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08/11/2017, 20:56
Ella Blackthorn

Ella y Milton se habían detenido un par de pasos detrás de Sun-yun y Melissa cuando ellas se acercaron a Amber y Émille. La mirada de Ella no era muy distinta de la de Melissa, intentando comprender qué estaba sucediendo entre los otros tres. Sin embargo la intervención de Alice la dejó con las cejas alzadas. 

Se acercó para susurrar algo en dirección a Milton mientras la rubia se alejaba y después sonrió a Sun-yun cuando se giró hacia ellos. 

—Venid —dijo, incluyendo a Melissa en esa petición—. Os ayudaré a poneros las capas ceremoniales. Creo que esto va a empezar enseguida. 

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08/11/2017, 21:18
Milton Carstairs

Desde que Sun-yun había aparecido con su traje Milton hacía un esfuerzo consciente y evidente por mirarla a la cara, devolviendo sus ojos rápidamente hacia arriba cada vez que se le escapaban por la piel de la coreana. 

Cuando la chica se giró para hablarles él le dedicó una pequeña sonrisa, centrándose una vez más en su mirada y evitando el resto de su cuerpo. 

—No te preocupes por Alice. Ella es así —dijo, con un pequeño encogimiento de hombros—. A mí me parece que estás muy bien. 

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08/11/2017, 21:23
Malachi Dieudonne

Las capas a las que Ella se refería estaban sobre una mesa, detrás de la tarima. Eran de terciopelo suave y un color rojo profundo, forradas de negro y atadas con un par de cintas gruesas. 

Mientras las dos nephilim se las ponían por encima de su ropa algunas personas subieron a la tarima: el Cónsul y dos Hermanos Silenciosos. Los murmullos se fueron apagando por sí mismos sin que nadie tuviera que pedir silencio y fue Dieudonne el que tomó la palabra en primer lugar. 

—Estamos aquí para dar la bienvenida a nuestro lado a dos nephilim perdidas —anunció con solemnidad—. Dos jóvenes que a pesar de haber crecido como mundanas desean abrazar su sangre y formar parte de La Clave. Hoy es el día en que recibirán la Primera Runa y, con ella, la bendición del ángel.

Hizo una breve pausa en la que buscó con la mirada a las dos chicas hasta encontrarlas, junto a la escalera que las llevaría a la tarima.

—Melissa Morgenstern y Sun-yun Herondale, por favor, subid junto a nosotros.

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08/11/2017, 21:46
Hermano Jeremiah

El salón estaba tan silencioso que parecía suspendido en el tiempo, contemplando expectante cómo las dos chicas subían hasta colocarse en el centro de la tarima, que les cedió el Cónsul. Una vez anunciadas era momento para que los Hermanos Silenciosos tomasen el control, así que Malachi Dieudonne dio un par de pasos hacia atrás, hasta quedar en un segundo plano, mientras que los dos Hermanos se adelantaban y cada uno se acercaba a una de las chicas. 

[color=#848484]«Melissa Morgenstern.»[/color]

[color=#585858]«Sun-yun Herondale»[/color]

Las voces de ambos se entremezclaron en las mentes del público, como si ambas formasen parte de un mismo coro que repetía las mismas palabras, diferenciándose tan sólo por el nombre. Sin embargo, ellas sólo escuchaban la voz del Hermano que se dirigía a cada una.

 

[color=#848484]Ya tienes la edad.
Es el momento de que recibas en ti la primera de las Marcas del Ángel.
¿Conoces el honor que se te otorga
y harás todo lo que esté en tu poder para ser merecedora de él?
[/color]

[color=#585858]Ya tienes la edad.
Es el momento de que recibas en ti la primera de las Marcas del Ángel.
¿Conoces el honor que se te otorga
y harás todo lo que esté en tu poder para ser merecedora de él?
[/color]

 

Ambos hicieron una pausa al unísono, dando tiempo a que las dos muchachas hicieran algún gesto de asentimiento antes de continuar con la ceremonia. 

 

[color=#848484]¿Y aceptas esas Marcas del Ángel,
que estarán para siempre sobre tu cuerpo,
un recordatorio de todo lo que le debes al Ángel
y de tu sagrado deber con el mundo?
[/color]

[color=#585858]¿Y aceptas esas Marcas del Ángel,
que estarán para siempre sobre tu cuerpo,
un recordatorio de todo lo que le debes al Ángel
y de tu sagrado deber con el mundo?
[/color]

 

Sus rostros de ojos ausentes permanecieron inmóviles y el silencio que reinaba en el lugar se hizo todavía más presente mientras esperaban la respuesta a la pregunta que cambiaría la vida de las dos muchachas junto a sus destinos.

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10/11/2017, 08:09
Melissa Campbell

Cuando Ella nos llamó me acerqué a ella y de camino observé a mi alrededor. Aquella reunión ya no me intimidaba tanto como el juicio que había sufrido anteriormente, pero aún y así me sentía un poco nerviosa.

Cogí una de las capas de terciopelo con delicadeza y me la puse por encima. Noté el peso de la ropa en el momento en que se posó sobre mis hombros y me sentí a gusto en ella. La verdad es que era preciosa, aunque no fuera algo que llevaría siempre puesto. Sólo para Halloween o algo por el estilo.

Esperé a que Sun-yun se pusiera su capa observándola pero mi mirada se distrajo en cuanto aquellos seres tenebrosos subieron a la tarima. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, recordando el juicio anterior. No parecía que ahora fueran a hacernos daño, pero esos seres me ponían los pelos de punta.

Aguanté la compostura como pude aunque en mi rostro se observaba que en esos momentos no me sentía demasiado cómoda. Escuché a Dieudonne y me concentré en su voz todo lo que pude. Cuando nos pidió que subiéramos me costó dar un paso hacia delante, pero finalmente lo hice y la criatura que tenía delante me impuso todavía más.

El silencio no ayudaba pero estaba tan absorta intentando que no se me notara demasiado que esas cosas me daban pánico que aunque hubiera alguien hablando no me enteraría. De lo que sí me enteré fue de la voz que se metió en mi mente de nuevo.

Al nombrarme me exalté. Mis ojos se atrevieron a mirar a las cuencas vacías de la criatura y eché en falta verme reflejada en algo. Se me habría notado mucho que, en ese instante, no me sentía representada por ese apellido. Y menos sabiendo lo que conllevaba para al menos algunos de los nephilim presentes. Y no quería sufrir más las consecuencias.

Luego escuché su discurso y al ver que necesitaban mi aprobación, asentí, un poco insegura de lo que estaba haciendo. La voz retumbaba en mi mente como en el juicio y me imponía. No me acostumbraría a aquello nunca.

Sin embargo, en su última pregunta, no asentí tan rápido. Me tomé mi tiempo después de escuchar ese "para siempre". Pensé en mis padres, para variar. En Claire. En Alan. Nada parecía ser para siempre. También pensé en tío Ralph, por supuesto. Y eso fue lo que me hizo responder afirmativamente. Sería mucha casualidad haber llegado hasta donde me encontraba sin más. Que tío Ralph no se tratara de un nephilim y que todavía siguiera encontrándome en un sueño infinito. Que todo lo que había visto desde que me marché de Edimburgo fuera un engaño.

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10/11/2017, 14:55
(Gi) Sun-yun Herondale

Con una y otra cosa no pude explicar lo que no se me pedía pero si me ayudó el comentario de Carstairs a seguir siendo Frost.

El inicio de la ceremonia hizo que los nervios despertaran de pronto, y las dudas de cuanto sabía y de cuanto cambiaría mi vida con una hermana nueva pesaban como arena en los pies. Pero la capa roja era tan molona... Que todo merecía la pena.

¿Me la podría quedar? Presupuse que sí, sino era una guarrada, por muy lavada que estuviera. Y otra guarrada a la molonidad.

Me costó identificarme en mi nombre separado de mi apellido de crianza y desordenado pero era un paso que ya había decidido dar desde que me prometieron hadas, más o menos. Y joder, tenía unas ganas locas de largarme de la nueva generación de Gi, cuando los gemelos estropearan el apellido, quería estar bien lejos.

Asentí en trámite y acepte no el honor del Angel, el deber de mi sangre.

Acepto —dije hinchando pecho preparada para recibir la marca en cuanto fuera mi turno. En la piel más próxima al corazón que para algo les dejaba ver a esos pobres ciegos—.

Notas de juego

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11/11/2017, 18:18
Émille Lalique

Al ver que la pirada pasaba de mí di por hecho que había dado en el clavo. Eso, sin embargo, no me produjo la satisfacción que acostumbraba, ni nada de eso. Lo de convertirme en parabatai de Amber molaba tanto que creo que esas cosas las decía más por costumbre que por inquina. ¿Estaba enfadado? Sí, claro, pero ese enfado no llegaba a penetrar en la capa de alegría y expectación que tenía por dentro, así como tampoco el desaire idiota de la china esa. Meterme con ella era, quizá, más un juego para demostrar que no había olvidado que otra cosa.

Cuando me respondió Melissa la miré un momento. Supe de lo que hablaba porque le acababa de preguntar, pero vamos, la verdad es que ya tenía la cabeza en otras cosas. Hice un gesto asintiendo, que ganó fuerza cuando un momento más tarde nos deseó suerte.

—Para ti también —dije, y pensándolo bien quizá fuera lo más agradable que le había dicho en las últimas semanas a la rara esa. O casi a cualquiera, lo que es un poco gracioso.

Ya mientras empezaban con todo el rollo de las túnicas me alejé un poco de allí, yendo adonde estaban algunos de los otros espectadores, y observé desde lejos el ritual.

Aquel no era el primer día que un Hermano Silencioso me hablaba dentro de la cabeza, pero eso no hacía más fácil acostumbrarme. La verdad es que daba bastante yuyu. Escuché las cosas que les decían y la verdad es que pensé un poco en cuando años atrás yo había pasado por lo mismo. Miré entonces a Robert sólo un instante. Joder, parece que fuera otra vida cuando nos lo hicieron a nosotros. Y aunque pareciese mentira ni siquiera estaba seguro de si a Amber se lo habían hecho el mismo día que a nosotros, antes o después, pero ni siquiera me importaba mucho: lo que importaba era lo que sí íbamos a hacer hoy.

La verdad es que escuchar lo que estaban jurando aquellas dos me hizo pensar que no estaban preparadas. No sabían una mierda. Y de verdad me creía que Melissa lo estuviera haciendo de buena fe. Era una ignorante, pero se esforzaba. Sin embargo Sun-yun no había hecho más que demostrar que no tenía ni idea de lo que era ser nephilim. Pero bueno, también había demostrado su temeridad. Probablemente no viviera lo suficiente como para deshonrarnos.

Me quedé mirando, aún así, esperando a que la ceremonia acabase. La verdad es que tenía ganas de que fuera rápido por notar cuanto antes cómo era eso de unirnos Amber y yo, y sólo pensarlo mejoraba mi humor. Hasta dejé de darle importancia a la solemnidad para darle un empujón amistoso mientras terminaban con las chicas, esperando que todo fuese como debía. Era un poco raro que la porculera hubiera pasado pero demostraba una vez más que no tenía ni puta idea de nada. Como fuera, estaba claro que Milton no tenía ni idea de elegir a las tías.

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11/11/2017, 19:13
Narradora

Una vez las dos chicas hubieron mostrado su conformidad, los dos Hermanos Silenciosos sacaron una estela cada uno de entre los pliegues de su túnica y dieron un paso más hacia ellas. 

El que se encontraba junto a Melissa tomó su brazo y lo giró, para acercar la punta a su muñeca, pero cuando el que estaba con Sun-yun hizo el mismo movimiento, ella ofreció la piel de su pecho para recibir su runa cerca del corazón. 

Las estelas se pusieron en movimiento y la runa del Ángel fue tomando forma sobre las dos muchachas, con ese escozor que ambas conocían y que siempre acompañaba a los dibujos de la estela. 

Apenas duró algunos segundos y las dos se sintieron más fuertes, más capaces, como si algo que hubiese permanecido dormido en su interior despertase en el instante en que el metal celestial abandonó su piel. 

Los Hermanos Silenciosos se apartaron una vez su trabajo estuvo hecho y el Cónsul fue el primero en acercarse a las dos chicas para estrechar su mano y felicitarlas. 

Notas de juego

Sun-yun y Melissa, ahora tenéis que elegir un atributo de cada columna para potenciarlo por la runa del Ángel, es decir, uno físico, uno social y uno mental. Decídmelo en vuestras privadas ;).

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11/11/2017, 19:33
Malachi Dieudonne

—Bienvenida, Sun-yun Herondale. Bienvenida Melissa Morgenstern. Es un honor para La Clave contar con vosotras en su seno. 

Tras esas palabras Dieudonne acompañó a las dos chicas hacia las escaleras y mientras ellas descendían, regresó al centro de la tarima. 

—Pero no es esta la única ceremonia que tendrá lugar hoy. Un día en que dos nephilim deciden unir sus vidas y sus destinos con el vínculo de amistad de los guerreros es un día alegre. Así pues, alegrémonos por Émille Lalique y Amber Blackwell, que van a convertirse en parabatai. 

Hizo un gesto con la mano señalando el centro del salón.

—Os ruego que despejéis la zona para los círculos. Quienes deseen asistir a su unión que se coloquen en los extremos de la sala. 

La gente empezó a hacer caso a su petición y un pequeño revuelo se formó en el lugar, mientras que algunos aprovechaban la oportunidad para acercarse a las dos que acababan de recibir su Primera Runa. 

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11/11/2017, 19:43
Milton Carstairs

Milton fue el primero en alcanzar a Sun-yun, con una sonrisa en los labios y la melancolía prendida de sus pupilas. Dobló su espalda en una ligera inclinación antes de decir nada. Parecía resultarle más sencillo centrarse en la mirada de ella ahora que llevaba la capa. 

—Me alegro muchísimo de que hayas dado este paso. Estoy seguro de que vas a ser una nephilim espectacular.

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11/11/2017, 20:03
Josephine Herondale

Unos pasos por detrás de Milton llegaron junto a las chicas Gareth y Jo, cada uno con un paquete en la mano. 

—¡Felicidades! —dijo la cría, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Tenemos un regalo para vosotras! Ha sido muy difícil conseguirlo a tiempo, ¿verdad, papi? ¡Pero aquí está!

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11/11/2017, 20:10
Gareth Herondale

Gareth puso una mano sobre el hombro de su hija mientras tendía su paquete a Sun-yun. 

—Sólo es un detalle para celebrar vuestro nacimiento como nephilim —dijo con buen humor. 

La niña le dio a Melissa el paquete que llevaba ella y al abrir cada una el suyo las chicas pudieron ver una caja de madera oscura con un cierre dorado. Al accionar el cierre la caja se abrió, dejando a la vista un forro granate y suave, sobre el que descansaba una estela. 

La de Sun-yun era plateada, con un mango que se torcía sobre sí mismo con algunas runas inscritas, mientras que la de Melissa parecía una sola pieza de cristal rojo alrededor del cual se enroscaba una serpiente plateada. 

 

Alrededor del pequeño grupo que estaban formando, la gente se iba colocando junto a las paredes, despejando el espacio que el Cónsul había pedido. 

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11/11/2017, 21:03
Émille Lalique

Mi atención se multiplicó cuando llegó el momento en que les dibujarían la Runa del Ángel. La verdad es que más de una vez me había planteado qué pasaría si alguien que no fuera un Hermano Silencioso la trazase, pero respetaba la ceremonia lo suficiente como para no probarlo. Y temía aún más el enfado de Gareth, la verdad.

Al ver que la china prefería otro lugar que no era en el que todos llevábamos la runa negué con la cabeza. Lo que hacía por llamar la atención. E incluso intercambié una mirada con Amber al ver el sitio que ofrecía. Eso ya no era sólo llamar la atención, era, bueno... Buscar que toda la puta Idris hablase de ti y para siempre, como mínimo.

En cuanto el Cónsul se acercó a agradecérslo con aquellas palabras emití un suspiro. Más que un honor para la Clave contar con ellas era un honor para ellas pertenecer a la Clave, pero claro, él aún no las conocía.

Sin embargo dejé todos esos pensamientos cuando el hombre habló de nosotros. Miré a mi amiga con los ojos brillantes y tomé su mano un instante antes de empezar a caminar hacia el centro de la sala. Por mi parte no tenía ninguna duda: no iba a echarme atrás. Y desde luego ni me planteaba la opción de que Amber lo hiciera. La miré un segundo sin poder contener la sonrisa.

—Estás a tiempo de echarte atrás —le dije bromeando.

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11/11/2017, 21:15
Amber Blackwell

Amber buscó la mirada de Melissa cuando bajó de la tarima y le hizo un gesto en la distancia alzando el pulgar. No se acercó al grupo que las rodeaba y en cambio su mirada se dirigió hacia Émille, al que dedicó unas cejas alzadas y una sonrisa entre divertida y emocionada.

—Ya te gustaría —le dijo, siguiéndole la broma. Sus ojos brillaban con la amalgama de emociones que recorrían su cuerpo—. Ten cuidado no te quemes los pies. 

Con un guiño travieso empezó a caminar junto a él, acercándose al espacio que se estaba vaciando. Desde allí hizo un gesto de saludo a sus padres, que se lo devolvieron desde una buena posición junto a una mesa. 

Por el rabillo del ojo Émille pudo distinguir en ese momento a dos figuras vestidas enteramente de negro que entraban en el Salón y que se quedaban cerca de la puerta, pero ponían sus miradas sobre él: los Ravenscar habían decidido finalmente asistir al evento. 

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13/11/2017, 08:48
Melissa Campbell

Sabía que no estaba ni la mitad de emocionada que Sun-yun. Y por supuesto, ni una cuarta parte que Émille y Amber. Además, me sentía intimidada por todo el mundo, y temía que en cualquier momento a esas criaturas se le cruzaran los cables y sacaran la guadaña para degollarnos, a mí de las primeras.

El miedo no había formado parte de mi durante mucho tiempo. Siempre había sido muy valiente. Pero también hay que tener en cuenta que en mis diecisiete años no había visto nunca algo similar.

Cuando tomaron mi brazo para hacerme la runa, me quedé paralizada y sólo pude mirar hacia mi muñeca, justo en la zona donde la punta de la estela estaba a punto de rozar mi piel. A pesar del dolor, que ya conocía, me mantuve quieta, casi sin respirar. Y en cuanto esa oleada de energía me invadió, incluso el temor que sentía se marchó. Me encontraba mejor que antes. Más que mejor. Sentía que podía hacer, de un momento para otro, cosas que antes no era capaz de hacer.

En cuanto varios individuos empezaron a acercarse, yo permanecía con la parte de la muñeca en la que me habían hecho la runa hacia arriba. Miré el símbolo que me habían dibujado y me quedé un rato mirándolo, hasta que alguien me ofreció su mano para estrechársela.

A continuación, tras las palabras de Dieudonne, me aparté como sugirió y observé cómo Jo y Gareth se acercaban rápidamente hacia donde nos encontrábamos Sun-yun y yo. La voz de la pequeña me hizo estar más presente en el lugar y el momento, así como lo que me estaban ofreciendo me llamó la atención.

Antes de abrir la caja miré a Gareth unos segundos. Mis mejillas se sonrojaron inevitablemente aunque mi expresión seguía siendo de sorpresa, como si todavía no llegara a comprender demasiado la situación. Pero al abrirla y encontrar la estela de cristal con la serpiente plateada enroscada, mis ojos se llenaron de brillo.

Esto... ¿Es una estela? ¿Para mí? —pregunté, dirigiendo mi mirada a Jo y luego, de nuevo a Gareth, dándome cuenta al cabo de pocos segundos que había quedado como una boba con esa pregunta —. Yo... Muchas gracias.

No fui capaz de decir nada más. Tampoco pensé que fuera necesario. Pero ya estaba imaginando alguna visita que otra al taller de Amber para preguntarle cómo usar ese... utensilio. Aunque ahora empezaba su ceremonia, así que tras una sonrisa cerré la caja y me preparé para observar todos los detalles de la unión entre Amber y Émille.

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13/11/2017, 22:46
Narradora

Cuando las personas que querían presenciar la ceremonia dejaron libre el centro de la sala, los dos Hermanos Silenciosos que habían dibujado las runas a Sun-yun y Melissa se acercaron a esa zona. Se separaron y  mientras que uno se acercaba a Émille, el otro separó a Amber de él diez pasos. Entonces ambos empezaron a caminar simultáneamente alrededor de los chicos.

Sus túnicas grises ondeaban en silencio y de sus pasos empezaron a nacer llamas titilantes, tímidas al principio pero más fuertes a medida que se acercaban al final.

Después de dibujar un círculo alrededor de cada uno, empezaron a caminar desde el borde de esos círculos, en direcciones enfrentadas, hasta que llegaron al lugar donde el otro había iniciado, dejando a su espalda tres círculos. En el mismo instante en que el dibujo estuvo acabado, la luz del exterior pareció opacarse y el interior del Salón de los Acuerdos quedó en una semipenumbra alterada sólo por la danza de las llamas.

Dos de ellos eran más pequeños y estaban enfrentados, con Amber en el centro de uno y Émille en el del otro. El tercero, más grande, estaba en el medio de ambos. 

Cuando el fuego ya crepitaba los dos Hermanos Silenciosos se apartaron, haciendo uno de ellos un gesto a los dos que celebrarían la ceremonia, dándoles pie a comenzar cuando se sintiesen preparados.

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16/11/2017, 02:57
Émille Lalique

Al escuchar la respuesta de mi amiga no contesté más que con una sonrisa. Ladeada y esquiva, pero una sonrisa al fin y al cabo. Y probablemente una de las más sinceras que había portado desde los diez años.

Caminé junto a Amber hasta el centro de la sala, y una vez que estuve allí me preparé para separarme de ella. Le dediqué una última mirada, una que tenía la promesa más seria que había hecho en mi vida. No había esa mezcla de infantilismo y deseo de esconderme que tenía cuando creía que iba a dar estos pasos con Robert, ni mucho menos. Esta vez era una decisión adulta y de la que estaba tan convencido como de que quería vivir tantos años como pudiera matando demonios.

Sin embargo en lugar de separarnos Amber y yo llegaron los hermanos silenciosos y se la llevaron. No me preocupé: estaba claro que con los nervios había estado a punto de liarla. Volví a sonreír a mi amiga desde lejos antes de darme la vuelta para caminar un par de pasos yo también... Y entonces vi a mis padres.

No sé por qué, pero eso lo cambió todo. Sostuve su mirada unos segundos, dudando sobre qué hacer, y al final alcé una mano para dedicarles un discreto gesto de saludo. Empecé a a ver entonces el fuego cerca de mí y supe que estaba sucediendo, que el momento de la verdad se acercaba. Y cuando me di la vuelta para mirar a mi amiga lo hice con un orgullo diferente en la mirada. Sabía que probablemente me esperaban problemas cuando volviera a casa, si es que volvía, pero la presencia de mis padres allí me había dado unas fuerzas difíciles de explicar.

Tomé aire y exhalé con los ojos fijos en los de Amber. Sabía que podía empezar a caminar cuando quisiera pero aún así me quedé allí varios segundos, dejando que el aire entrase y saliese de mis pulmones. ¿Habíamos ensayado aquello? Claro. Y si he de ser sincero diré que en mi cabeza lo habíamos ensayado cien veces más. Una semana antes me sentía un poco ridículo haciéndolo más que un par de veces en la sala de entrenamiento, a solas. En ese momento en cambio todas esas veces —las que sólo habían sucedido en mi cabeza también— se solaparon y supe exactamente lo que tenía que hacer.

Comencé a caminar cuando mi respiración me lo pidió. Lo hice despacio, adelantando el pie derecho y dejando que cada paso se tomase su tiempo. Me acerqué al final del círculo de fuego en el que me hallaba y no me preocupé por las llamas. Pasé por encima de ellas para pasar al círculo central al mismo tiempo que mi amiga, la que dentro de poco sería algo así como mi mitad. Avancé sin miedo, mirándola con una gravedad con la que no la había mirado nunca.

La verdad es que desde que lo habíamos hablado por primera vez me habían pasado muchas cosas por la cabeza. Incluso en algún momento lo vi como una especie de salvación para no tener que tener citas con ella, ni nada así, lo que ahora parece un poco ridículo. Pero llegados a ese punto, y más tras la pelea —y sobre todo la reconciliación— de la noche anterior, sabía que no había nadie mejor con quien dar aquel paso.

Así avancé hasta que los dos quedamos enfrentados en el centro del círculo del medio a sólo un paso de distancia. Con una sincronía que hacía pensar que ya estábamos enlazados alcé mi mano izquierda, poniendo el dorso frente a la de ella: runa de visión contra runa de visión. Entonces mis labios se despegaron, pronunciando unas palabras aprendidas tan de memoria que no tenía ni que recordarlas.

—No me ruegues que te deje, o que vuelva después hacia ti, o que me aparte de ti —comencé. Aquello la verdad es que entonces me parecía en parte una moñada sin sentido y en parte sólo un elemento más del ritual. Era lo de después lo que de verdad significaba algo—. Adonde vayas, yo iré. Y donde tú vivas yo viviré.

Hice una brevísima pausa, lo justo para tomar aire.

—Tu gente será mi gente, y tu Dios será mi Dios.

—Donde tú mueras, yo moriré. Y allí seré enterrado. El Ángel será mi testigo y aún más hasta que la muerte nos separe a ti, Amber Blackwell y a mí, Émille —tomé aire, consciente de lo que estaba a punto de hacer— Ravenscar.

No me costó no mirar a mis padres, aunque creía que sería así. Y la verdad es que no había decidido de antes hacer aquello, pero fue prácticamente necesario. En un momento como aquel no quería ocultarme ni tampoco renunciar a parte de lo que era. No me avergonzaba... En realidad nunca había sido eso. Pero es verdad que creo que sólo yo había entendido el por qué de aquello. Yo y, como no podía ser de otra forma, Amber.

Apenas me detuve un par de segundos entonces antes de quitarme la camiseta. Lo hice con naturalidad, sin pensármelo demasiado. Dejé entonces que Amber me grabase con su estela mientras sentía ese escozor conocido en una zona aún virgen, reservada para un momento como aquel. Me llenaba la expectación pero, sobre todo, una mezcla desconocida de solemnidad y alegría. Una vez ella hubo terminado tomé mi estela mientras ella dejaba espacio libre y me dispuse a dibujar la misma runa sobre su corazón. Creo que ese fue el único momento en que me puse un poco nervioso. La miré a los ojos, recordando las bromas sobre qué pasaría si uno de los dos fallaba al dibujarla. Sabía que a ella eso no podía pasarle, pero en ese momento casi dudé de mí mismo. Al menos hasta que la estela rozó su piel. No digo que fuese la mano del Ángel la que me guiase, ni mucho menos... Pero juro que hice los trazos con una seguridad mayor que cuando me hacía a mí mismo una iratze, con la práctica que tenía.

En cuanto terminé aparté la estela. Me sentía raro, como si parte de mis sentimientos ni siquiera me pertenecieran, pero en el buen sentido. Me sentía cálido, me sentía... Me sentía bien. Y supongo que a Amber le pasaba lo mismo, porque al mirarla de nuevo a los ojos fue como si nunca nos hubiéramos mirado de esa manera. Probablemente ella nunca me hubiera visto sonreír así. Y quizá fuese su emoción contagiándoseme, pero te juro que estuve a punto de que se me cayera una lágrima y todo. No llegó a pasarme, claro que no, ¿por quién me tomas? Antes de que fuera un riesgo de verdad ya estaba abrazando a Amber allí, delante de todos, como si nada más importase. Y es que en ese momento eso es lo que sentía.