Partida Rol por web

Al despertar de vuestro sueño diurno os encontraeis con una desagradable sorpresa, alguién ha dejado una nota para vosotros. Algo incredulo y muy posiblemente molestos por la violación de vuestra intimidad, leis la escueta nota que parece haber sido escrita a toda prisa.

"En vistas a los sucesos acontecidos se requiere su presencia hoy mismo a media noche a la entrada en la iglesia de Santa Maria del Pilar"

Firmado,

A

¿Quién puede haber violado vuestro descanso?, ¿cuantos pueden conocer la ubicación de vuestro refugio?. Tengais las respuestas o no, acudís a la cita, ¿acaso teneis otra opción?.

Un aura de santidad emana del templo, uno de los más visitados por los fieles, tanto que eclipsa a la mismisima catedral de Santa Eulalia.

Alli mismo, bajo la arcada del templo , iluminados por la tenue luz de una luna menguante os encontrais los cinco.

Al poco un monje encapuchado sale de una de las puertas, en su mano porta una vela de cebo, con una seña de su mano izquierda os pide que le sigais.

Sus pasos se alejan de la fachada principal del templo hacia una casucha que apenas se sostiene en pie. Oculto en el suelo, llegais a las escaleras de un pasadizo secreto.

Precedidos del monje recorreis los estrechos túneles, dando vueltas y más vueltas por el intrincado pasadizo de catacumbas. Finalmetne llegais a una sala con una mesa en el centro, con seis sillas preparadas.

Sentado en una de ellas, veis un hombre esbozado con una capucha, al entrar en la sala se levanta y hace una seña a vuestro guía, en respuesta el monje da media vuelta y desaparece por donde ha venido.

Ya solos, retira su capucha descubirendo su rostro, no es otro sino Aitor, el alguacil del principe, las piezas comienzan a encagar poco a poco.

-Tomad, asiento- ordena señalando las sillas dispuestas. Tan pronto os sentais, hace lo propio y continua -habeis obrado bien- empieza relamiendose los labios -su alteza os ha tenido en consideración y os ofrece una oportunidad de probar vuestra valia, ¿quereis seguir escuchando más?- sonríe ladino picando vuestra curisosidad.

La noche
comenzó con intriga y sorpresa, desencadenadas por apenas dos líneas en una
nota. La críptica firma no era algo extraño. Acostumbrado a servir de correo a
sus hermanos, bien sabía que eran pocos, por no decir ninguno, quien se atrevía
a firmar con un nombre completo cuando se deseaba contactar con otra persona en
la clandestinidad. Esas formas de aproximación, siempre traían consigo noches
interesantes que su curiosidad felina no podían dejar pasar.

Tras una
breve caza para reponer las energías de la noche anterior, se dirigió hasta la
iglesia indicada. El plazo hasta la medianoche daba margen suficiente para
poner rápidamente en orden dichos asuntos y llegar sin retraso. La puntualidad
era importante; de hecho, llegar unos minutos antes, era importante.

Apoyado en las
sombras que se proyectaban sobre una casa cercana, esperó a ver quien se aproximaba
a su encuentro. No fue excesiva la sorpresa cuando vio aparecer al siguiente de
los convocados. La cosa mejoraba.

Conforme
vio al primero de los demás convocados, se aproximó hasta él (o ella), dejando
ver su rostro bajo la capucha de su hábito de fraile. Saludó cortésmente, tal y
como hizo con el resto a la par que se iban uniendo a la comitiva. A cada uno,
tras el saludo formal, halagó con comentarios positivos sobre su actuación en
la reciente refriega; Aspasia con la demostración de su instinto cazador y de
superviviente al hincar sus dientes con pasión en el enemigo al no tener otra
arma a mano, a Aymar con su fuerza y velocidad tras recibir el primer gran
impacto que casi lo dejaba fuera de juego, a Carles con sus impresionantes
rayos que hicieron caer a cuantos se acercaban a por él, a Fernando con su
sigilo y pragmatismo al acabar con sus enemigos antes de que estos pudieran
saber que o quien acababa con sus vidas.

Luego,
siguió en silencio al monje que les guió hasta Aitor, ante quien descubrió su rostro
y saludo con una breve reverencia; era el Alguacil, y había que mostrarle el
respeto debido.

Como
contestación a su pregunta, probablemente retórica, tomó asiento, mostrando así
su interés en escuchar cuanto más tenía que decirles.

Han pasado tres dias.

Sí, puedes estar a tope en la reserva de sangre si asi lo quieres.

ok.

Ya sabes, gastate un punto de FdV y tiradita de Carisma + Kuldonismo dif 5.

ok.

Ya sabes, gastate un punto de FdV y tiradita de Carisma + Kuldonismo dif 5.

Durante los tres días que habían pasado desde el ataque, Aspasia había ido recuperando poco a poco sus hábitos nocturnos, que de forma aplicada y eficiente le daban calma al espíritu. Los acontecimientos vividos en el Palacia Real habían sido para ella un duro palo, que no solo le había recordado de forma salvaje la bestia que llevaba dentro sino también el peligro al que de repente su persona podía ser sometida. Además, también habían sido un recordatorio de su verdadera misión en la ciudad y sentada tras sus libros había permanecido largas horas mirando la infinito cavilando. Tres años habían pasado desde que había llegado a Barcino y, una vez medianamente asentada su posición en la ciudad, era hora de empezar a moverse. Esos hassassins que nos ataceron, también podrían aprovechar los disturbios para intentar algo contra mí por encargo, tal y como ya lo intentaron en su día. Debo de protegerme...y debo de mover ficha. La pregunta era ¿por donde empezar?

Esos eran sus pensamientos cuando tres noches después sus ojos se abrieron a la oscuridad del lecho en el que dormía el no sueño. Aún medio atontada tardó un rato en darse cuenta de la nota que descansaba a su lado y una vez fuera  de su refugio sucumbió momentáneamente a la furia al leer su contenido. ¿Quién, en nombre de Caín ha osado entrar en mi sacrosanto refugio? rugió interiormente mientras se echaba una bata por encima y con el cabello cayendo en una larga cascada se dirigía hacia el despacho de Michel. Varias prostoitutas, vestidas con elegencia y sensualidad se cruzaron en su camino y al ver su expresión se apresuraron a apartarse, miedosas. Las ignoró a todas y ni una palabra salió de su boca hasta que se halló delante de su fiel sirviente, que como siempre se apresuró a inclinarse ante ella. Sin embargo, la expresión de sus ojos y sus palabras pronto le confirmaron que, al menos que él recordase, no tenía nada que ver con el asunto. UNa fina línea curvó sus labios y Aspasia chasqueó la lengua. No tenía sentido castigar a nadie por algo que no sabían que habían hecho.

- La seguridad del lupanar ha sido burlada a lo largo del día- se limitó a decirle a Michel.- Alguien ha violado mi lugar de descanso, sin mayores consecuencias, pero alguien ha logrado llegar hasta él- su expresión era inflexible y su voz dura como el acero. Michel sabía de sobra lo que ello significaba- Dobla las medidas de seguridad...se acercan malos tiempos para Barcino y después de lo acontecido hace tres días cualquier precaución es poca. Esta noche estás al cargo, debo de salir. Te llamaré si surge algún problema- concluyó mostrándole la mano para que se la besase antes de salir de la estancia e ir a cambiarse.

El alguacil nos convoca...¿por orden del Príncipe o por la suya propia? pensó mientras se dirigía hacia su alcoba.

Aspasia no llegó ni pronto ni tarde al lugar en el que se habían sido citados, sino de forma puntual. Envuelta en una larga y amplia capa de terciopelo, el rostro oculto por las sombras de la capucha, se reunió con el resto de los cainitas convocados antes las puertas de la Iglesia. Los sentidos alerta y la mente completamente centrada en la situación a la que se enfrentaba. Pasado el momento de tensión del combate, su rostro había adquirido la serenidad que la caracterizaba y al ver al resto de los convocados se limitó a inclinar la cabeza en señal de saludo, sin hacer diferencias. Pocas veces había tratado con la mayoría de ellos aunque cierta curiosidad respecto al reciente arribamiento del Brujah le despertaba cierta curiosidad. Por lo demás, lo acontecido durante el combate le había revelado mucho más de lo que en un principio podría haber llegado a imaginar.

Una vez el encapuchado guía se reunió con ellos, asintió ante su gesto y en silencio y con pasos pausados le siguió hasta la sala subterránea donde les esperaba Aitor. Qué sorpresa...pensó con ironía, retirando hacia atrás ella también el embozo. Al contrario que en la fiesta, esta vez, la mujer vestía un vestido sencillo de corte evocador de la grecia clásica y su pelo se hallaba recogido en un sencillo moño adornado con una única joya.

- Buenas noches...- saludó haciendo una elegante reverencia, en señal de deferencia al rango del cainita. Tras tomar asiento inclinó la cabeza en actitud reflexiba escuchando con atención las palabras, el rostro sereno e inexpresivo- Continuad por favor- murmuró haciendo un leve gesto con la mano enguantada, ahorrándose el comentario ácido que cruzó por su mente.

La inquietud de las ratas era un sintoma de malas noticias, y allí estaba en forma de nota. Mi instinto ya me advirtió que la pequeña revuelta me traería consecuencias y solo debía de leerla para confimar mi mala fortuna. Mal despertad para una larga noche, al parecer mi actuación no pasó desapercibida y al leer la nota compruebo que alguien precisa de mi encatadora compañía.

Procedo a tomar un pequeño aperitivo, un par de minias tareas e informo al señor de las bestiezuelas horiundas, aunque ya debe de estar en conocimiento, de mi ausencia por un tiempo, para desvelar el misterio de la A.

Una vez puesto en camino, aun retumba en mi cabeza como nuevamente mi señor se mofó a mi costa, - ¿pero chiquillo mio, aun no sabes quien es A? - sonrió mientras acariaba entre sus manos huesudas una de sus apreciadas mascotas.

Una vez en el sitio acordado, me encuentro a lo que durante breve momentos fueron mis compañeros de juego. Un juego donde sin duda el perdedor fue nuestro bienamado y autolaureado principe.

Nos saludamos, como siempre nos saludamos los de nuestra especie. Saludos cortos, no apasionados y respetuosos. Aunque uno de ellos se salta el protocolo y parece incluso encantado con vernos, le devuelvo su cortesía alavando al mismo tiempo su estilo de lucha, pues creo recordar que durante toda la refriega estuvo siempre en inferioridad numerica, o al menos eso me pareció.

Para mi alivio, no tuvimos que esperar en demasia, pues cinco individuos juntos como nosotros harían removerse los callejones más oscuros de nuestra amada ciudad en el mismo instante en el que fueramos descubiertos.

Un monje aparece, y nos hace la señal para que le sigamos, al cual sigo con celeridad, pues como ya he comentado, me incomoda que alguien nos pueda estar observando.

El monje nos lleva en circulos por estrechos tuneles. Por fin, despues del largo recorrido llegamos a nuestro destino.

Una figura encapuchada hace señas al monje para que se marche y una vez a solas se retira la capucha, la firma cobra ahora sentido, y oigo en mi interior la risa inerte de emociones del viejo. ¿Pero sera A de Aitor o A de Alguacil?, escondo mi leve sonrisa con la palma de mi mano, para rapidamente poner gesto austero.

Nos invita a sentarnos, observo como alguno de mis compañeros toman el mismo con rapidez, yo mismo hago lo propio, aunque me tomo más mi tiempo.

Mis pensamientos se abren en mi mente ante las palabras de Aitor: ¿Su alteza me tiene en consideracion? o ¿tengo que limpiar tu culo de la suciedad que se te ha incrustado hasta el mismo palacio?.

Lo miro fijamente y en mis pensamientos tan solo hay una premisa: Voy a escuchar lo que tienes que proponerme, pero recuerda con quien estas hablando y a quien represento.

Cuando Aymar llegó al punto convenido, ya todos los convocados se habían hecho presentes. Aún le llevaría algún tiempo encontrar su camino entre las interminables callejuelas de aquellas ciudad. Más tiempo aún le tomaría entenderla.

Saludó a los otros con cortesía, pero apenas si soltó unas cuantas palabras, justo lo que exigía el decoro más tradicional. No conocía a ninguno de los presentes, y solo los había visto alguna que otra vez en la Corte. Tenía la certeza de que habían participado de la gresca del otro día, pero sus recuerdos era vagos. Una espesa nube carmesí cubría aquellos hechos, y la mente del Brujah solo guardaba algunos destellos dispersos. Probablemente fuera mejora así.

En cualquiera caso, no hubo mucho tiempo para las presentaciones. Pronto fueron guiados hasta el misterioso promotor de aquel encuentro. Aymar solo descubrió de quien se trataba cuando el sujeto expuso su rostro. En verdad, no le había dado demasiadas vueltas al asunto. Si alguien se tomaba el trabajo de solicitar una entrevista con él, lo menos que podía hacer era acudir. Un encuentro semejante no estaba exento de peligros, por supuesto… pero no mayores a cualquier otra noche en aquel Mar de Sombras.

El cruzado tomó asiento, y se demoró algún tiempo en contestar. Sus ojos no se apartaban del Alguacil, y su gesto no parecía que fuera a augurar buenas noticias para nadie.

Sin embargo, se limitó a asentir levemente con la cabeza, indicándolo al Alguacil que podía continuar. Albergaba serias dudas acerca del carácter “oficial” de aquel encuentro, pero prefirió guardar sus preguntas para más tarde. Ya habría tiempo de ganarse más enemigos.

El alguacil emboza una sonrisa de satifacción conforme ve como os sentais uno a uno, hasta llegar al joven Carles, aun en pie y con muestras de poco interés.

La sonrisa de Aitor se esfuma cambiando a una mueca de desprecio e ira a penas contenido -si no tiene interés alguno o coraje para cumplir con su deber de media vuelta y esfumese de mi vista- añade con ceño fruncido recliminando la pasividad del joven Tremere.

Hombre se supone que estas alli, y no dices nada ... :(. Tu verás. Si el resto de tus compañeros se sienta y tu te quedas de pie ... .

Pasamos de preambulos, sino estamos dos semanas . Si le dices a Xavier que sales que crees que te va a decir, tan poco es tu padre ... .

En definitiva que hay que seguir el hilo.

Al escuchar las palabras del alguacil, se sentó junto a los demás y dijo:

-Muy bien, la verdad es que no estoy exactamente en las mismas condiciones que mis compañeros, pero basta de vacilaciones, veamos lo que tiene que decirnos.

El alguacil no cambia su cara de desprecio manteniendo fija la mirada en el joven tremere, como si estuviese decidiendo que hacer con él.

Finalmente mete su mano en un pliege de su tela y lanza una moneda a la mesa. Luego vuelve a tomar asiento cruzando sus brazos sobre el pecho.

-Esa moneda fue encontrada junto a otras en al menos tres mortales- su voz suena monotona, desapasionada -fijaos bien en esa moneda, ¿veis algo inusual en ella?-.

Aspasia asistió al intercambio tenso entre el tremere y el alguacil con un brillo de interés en sus ojos, que se acrecentó cuando Aitor sacó la moneda y le echó sobre la mesa. Mirando a los allí reunidos esbozó una educada y fría sonrisa.

-Si me permiten...- susurró al tiempo que clavando la mirada en el objeto alargaba la mano y lo cogía con cuidado entre sus dedos enguantados. No le gustaba las formas bruscas del LaSombra ni que la dieran órdenes pero decidió obviarlo. Haciendo girar la moneda ante sus ojos, durante largos minutos se dedicó a examinarla con atención, el peso, la forma, la manufactura, la procedencia...decenas de datos pasaron por su mente mientras ponía en práctica sus concomientos adquiridos durante doscientos años.