Las noches se tornan cada vez más "entretenidas" con la apertura de la ciudad a la creación de cainitas y extranjeros. Como una piedra arrojada a un estanque las ondas han comenzado a perturbar la superficie, en este caso la sociedad mortal.
Taciturno ,Roldan va y viene, sus noches se han vuelto más cortas y apenas tiene tiempo para dedicar a su chiquilla ,los asuntos de estado son lo primero, y es mucho lo que acontece para mantenerlo ocupado, no solo la política de la ciudad.
Los templarios han caído y Roger de Flor ha sido asesinado, en respuesta los almogáraves se dedican a saquear toda Grecia sin dar ni pedir cuartel. El gran patriarca Miguel está bastante molesto, su creciente mal estar ha sido aplacado con algunas concesiones en forma de posesiones y tratados como muestra de buena fe, de momento el asunto no ha trascendido más y la corona ha añadido los Ducados de Atenas y Neopatria.
Cansada tras un día en la corte, si es que un cainita puede sentir cansancio, te sientas en tu escritorio para comunicar las nuevas de tus pesquisas a Roldan.
Es sabido que el rey ha enviudado hace un año y aún no ha tomado esposa, apenado por la muerte de su mujer Blanca de Anjou, se desentiende de volver a tomar esposa, pero es consciente de sus obligaciones, por lo que la corte comienza a mover sus hilos en pos de los intereses de unos y otros.
De pronto el "toc" "toc" de alguien que llama la puerta interrumpe tu pluma.
Al volver tu cabeza ves a una de tus damas de compañía, esperando en el dintel de la puerta con las manos en su regazo y la cabeza gacha.
-Mis disculpas señora- silencio -una dama ha llegado a las puertas del castillo-.
Nerviosa se aprieta sus manos y se muerde el labio, lleva poco a tu servicio por lo que aún no se ha habituado a tu presencia.
-Dice ser pariente vuestra, pero no ha querido decir su nombre y su cara no es conocida-.
Avergonzada por su timidez se sonroja, a la par que su pecho sube y baja fruto del nerviosismo o de las prisas en comunicar el mensaje.
-La guardia la ha retenido en la entrada en espera de vuestra respuesta-.
Apenas su coche se hubo detenido en el patio cuando Ponç apareció junto a él, abrió la puerta y le ofreció su brazo para que se apoyase en él. Constanza percibió de inmediato que su Ghoul seguía malhumorado porque no le permitió escoltarla aquella noche, pero para ir a aquella fiesta en palacio tampoco necesitaba protección ninguna. Apoyó delicadamente su enguantada mano envuelta en terciopelo carmesí sobre el brazo ofrecido, asomó la cabeza y puso un pié sobre aquellos pequeños e inestables escalones que temblaban ante el menor peso. Luego sonrió a su ghoul y, de forma automática, éste la imitó. Su mal humor desapareció como por ensalmo.
El empedrado suelo estaba mojado y la dama se recogió las faldas para no arruinar los bajos de su nuevo vestido de corte. Sin embargo cuando llegó arriba y una de las doncellas le retiró la capa observó que la parte inferior de ésta si que se había ensuciado y dio las instrucciones pertinentes para que a la noche siguiente se encontrara como nueva. Luego Ponç le dió las novedades de la noche, que eran ninguna, como de costumbre. Incluso empezaba a ser una costumbre que su Sire apenas diera señales de vida, pero Constanza sabía que estaba ocupado. Demasiado ocupado, en verdad, pero en los últimos tiempos siempre era de ese modo.
Se encogió de hombros, ya pasaría. Más le preocupaba lo taciturno que se mostraba, se le acumulaba el trabajo y eran pocas las noches que podía concederse un descanso. Pero entretanto le haría llegar una carta, como solía hacer. Aún faltaban un par de horas para la salida de aquel sol que le estaba vedado contemplar por siempre jamás y que la recluía durante las horas diurnas en sopor.
-Estaré en mi gabinete. Ponç, no te retires todavía... El hombre se acercó, presuroso, a ella. Luego irás a llevar una carta a mi señor. Ponç inclinó la cabeza, se adelantó a ella y le abrió las puertas que conducían al ala más privada del Palau Montcada.
Instantes más tarde y sentada a su escritorio, su pluma se deslizaba veloz sobre el pergamino, resumiendo la fiesta a la que había asistido aquella noche junto con un par de inocentes cotilleos y rumores que había escuchado. Barcelona empezaba a llenarse de cainitas en comparación con los años pasados y Constanza, en más de una ocasión, lo lamentaba, pero suponía que era lo lógico. Aún así algunos de los recién llegados bien podrían haberse instalado en otras ciudades. De todos modos lo que más le interesaba en aquel momento era el posible nuevo matrimonio del Rey. No era la única en preocuparse por semejante asunto de estado.
Casi había terminado la carta cuando oyó abrirse las puertas a su espalda. Volvió la cabeza esperando encontrar a Ponç, pero frunció el ceño al ver a Blanca. Todavía frunciría el ceño un poco más tras escuchar sus palabras.
-¿Una de mis parientes? ¿Desconocida? ¿Y a estas horas de la noche?. Eso es absurdo. Aquellas no eran horas de visita y, además, ninguna dama se presentaría en casa ajena sin haberse anunciado previamente, menos todavía a una hora tan tardía. ¿Y se niega a dar su nombre? Imperdonable.
A punto estuvo la Patricia de ordenar que la echaran con cajas destempladas de allí a menos que se diera a conocer. Mas ¿y si se trataba de alguna urgencia? ¿O de algún asunto delicado? Bien podría ser la criada de otra dama trayendo un recado de su señora. Incluso... ¿Una pariente? ¿Otra hija de Caín? Pero le resultaba inconcebible que no hubiera dado un nombre ficticio, caso de querer preservar su identidad. ¿Y que cainita permitiría que una simple pareja de guardias la retuviese en la entrada, como a una pedigüeña, en lugar de franquearle el paso?
-Que la acompañen al salón de... Mmm. No, no arriba, aquella parte del palau estaba destinada a recibir a visitantes de alcurnia. A la sala de abajo y que un criado se quede con ella. Bajaré pronto. Con un gesto de la mano despidió a Blanca.
Aún se quedó pensando unos momentos antes de terminar la carta para Roldán, pero no mandó llamar a Ponç. Era posible que tras hablar con su visitante tuviera que añadir algo a la misiva. Dejando pues inconclusa la carta, bajó al patio y se dirigió hacia la sala indicada. Otro criado le abrió la puerta y Constanza entró, curiosa por conocer la identidad de aquella... dama.
La muchacha asiente sin decir palabra, tras hacer una reverencia se retira aliviada cerrando la puerta tras de sí.
Dejándote sola con tus cavilaciones. Ciertamente es raro, muy raro recibir visitas en plena noche, más aún argumentando parentesco.
Airada por la ofensa, y a la par intrigada llegas al salón. Acompañada del bueno de Antón, ves a una mujer que oculta su rostro con una capucha, sus ropas son de buena calidad, por lo que no descartas que se trate de alguna dama.
¿Quién será?, ¿traerá un mensaje para ti con tan absurdo pretexto?, tal vez sea una dama de la corte que viene a traer información de importancia, tanto como para aventurarse sola en plena noche, y no querer dar su nombre.
-Señora- saluda Antón agachando la cabeza a tu paso.
-Disculpad las molestias, presentarme así en plena noche sin avisar, pero me temo que así debe de ser de momento ... - silencio -lo que tengo que decir es solo para vos- su cabeza se gira hacia Antón y luego vuelve hacia ti, expectante.
Abierta la puerta y franqueado el paso, Constanza entró en aquel salón que reservaba para recibir a los visitantes comunes, es decir, aquellos que no eran realmente importantes en cualquiera de las dos sociedades que frecuentaba, la humana y la cainita... y ciertamente había de ostentarse una más que buena posición para que la dama le invitase al salón en el piso superior. No obstante era una habitación que no desmerecía en absoluto al Palau y su dueña, vestido con los mejores muebles y cortinajes que podían encontrarse en la ciudad.
Durante unos instantes la de Montcada se quedó observando a su misteriosa visitante, ignorando por completo a Antón, que por supuesto carecía de interés. No iba vestida como una criada, de modo que Blanca la había calificado bien al hacerlo como Dama, aunque cualquiera podía vestirse con finas telas y no por ello ser una dama o un caballero. Aquello se llevaba en la sangre, la nobleza no era algo que pudiera comprarse, aunque algunos lo intentaran, mercaderes y demás ralea, emparentando con nobles cuya situación económica no era demasiado buena.
Luego estudió el tono de voz y la forma de expresarse de la mujer. Tampoco hablaba como una criada o alguien relacionado con la plebe, aunque lo que dijera no le agradara demasiado. ¿Así debía ser de momento? ¿Por la presencia de Antón? ¿O quería indicar que así seguiría siendo durante un tiempo indeterminado? Constanza arqueó delicadamente sus cejas durante unos segundos e inclinó un par de centímetros la cabeza.
-Déjanos a solas dijo Constanza sin volverse siquiera a mirar a Antón. Solo cuando escuchó el sonido de la puerta al cerrarse giró la cabeza para comprobar que, efectivamente, solo aquella desconocida y ella misma quedaban en la habitación.
Dió unos pasos a continuación y se sentó sobre una de las grandes sillas con brazos que habían dispersas por la estancia.
-Bien, como podéis apreciar nadie más puede escuchar lo que tenéis que decirme habló de nuevo Constanza, haciendo un gesto con la mano para invitar a la desconocida a tomar asiento en otra silla frente a la suya. Muy importante ha de ser para que acudáis aquí a horas tan intempestivas. Podéis hablar con total confianza añadió bajando la voz y sonriendo. Y puesto que conocéis mi rostro y mi nombre, sería una muestra de cortesía por vuestra parte descubrír el vuestro, daros a conocer y decirme a quien tengo el honor de recibir esta noche en mi casa.
El criado hace una reverencia y se da media vuelta sin decir palabra, sus pasos se alejan en dirección a la puerta cerrándola tras si.
Complacida la dama sonríe o al menos eso parece, una vez a solas echa hacia atrás su capucha descubriendo su rostro.
Sus cabellos dorados aún conservan el brillo del sol, mientras que sus ojos recuerdan al cielo azul, ahora vedado para ti, su porte es majestuoso más no intimida, nada tiene que ver con el porte de Roldán o Cneo, su naturaleza es distinta más ... sutil.
Al cabo de un largo e incomodo silencio, la desconocida se presenta, su voz es dulce pero no exenta de seguridad no nacida del orgullo si no de una auto-confianza férrea.
-Soy Leonor de Aquitania del clan Toreador, tu ancestro y benefactora de los Montacada durante largos años ... pero me temo que eso ha cambiado- sonríe con tristeza.
Lentamente toma asiento frente a ti, mirándote directamente a los ojos, en sus ojos no encuentras odio o rencor, si no misericordia y pena, el dolor que podría sentir una madre por una hija perdida.
En ella reconoces ciertos rasgos, hasta el punto que podría decirse que es una versión tuya, solo que más madura físicamente, hasta el punto que alguien podría relacionaros como madre e hija.
-He aprovechado la ausencia de vuestro sire para mantener una charla familiar ... íntima- añade en un susurro apenas audible.
El tiempo parece detenerse a vuestro alrededor, todos los detalles de la habitación o vuestra existencia pasan a un segundo plano, simplemente carecen de importancia, solo existe el aquí y ahora.
Algo dentro de ti se desmorona, por momentos no te sientes tan importante, la barrera que interpones entre tú y el resto de mortales y cainitas a excepción de tu sire cae, sintiéndote desnuda, una cosa sabes a ciencia cierta este momento marcará el resto de tu existencia para bien o para mal.
Con sus pequeñas manos colocadas sobre los brazos de su silla, Constanza casi parecía una niña que, aprovechando la ausencia de su padre, se ha sentado en su sillón mientras juega a ser mayor. De hecho, de ser su asiento un poco más alto, sus pies apenas llegarían a rozar el suelo, pero sus ropajes ocultaban esto. Le pareció que su visitante sonreía bajo el embozo pero todavía no había contestado a su invitación para presentarse y aquello la molestaba. A la de Montcada no le gustaba perder su tiempo, pues era escaso y muy valioso. Sin embargo la mujer se descubrió la cabeza.
Lo primero que pensó la Patricia fue que algo en aquella dama, pues por su porte y majestad ya no le cabía duda alguna que lo era, le resultaba vagamente familiar y cercano, aunque no acababa de discernir que podía ser. Era una mujer hermosa, con sus dorados cabellos y ojos azules, tan parecidos a los suyos. Una especie de escalofrío recorrió su espalda pues, de alguna manera, le pareció estar frente a un espejo, y que su visitante era su propio reflejo, o el que debería haber sido si tan solo hubiera sido Abrazada unos años después, una mujer adulta que pasa de la veintena.
El escalofrío volvió a repetirse cuando escuchó su voz y el tono empleado, que de nuevo le recordaba el suyo propio, pero no fue esto lo que más le impresionó sino escuchar su nombre. ¡Leonor de Aquitania! ¡Era ella! ¡La famosa Reina de Francia y más tarde de Inglaterra! Amada por dos reyes e innumerables príncipes y caballeros, todavía cantada por todos los trovadores desde Lisboa a la lejana Jerusalén. Leonor de Aquitania, aquí, en Barcelona. Leonor de Aquitania, naturalmente una Toreador. Una Toreador. Una Toreador, aquí, en su casa. Pero era Leonor de Aquitania. De niña anhelaba ser como ella: hermosa, inteligente, poderosa y reina.
Por primera vez en muchos, muchos años, Constanza quedó sorprendida. Atónita. Sin capacidad de reacción durante unos segundos, quizás incluso uno o dos minutos. Leonor de Aquitania. Toreador. ¡Oh, cielos! ¡Roldán! ¡Tenía que contárselo, tenía que...! Tenía que verle y contarle y... Sus ojos parpadearon un instante, no, todo aquello tendría que esperar, lo primero era lo primero y... Poco a poco recuperó el control de sus sentidos, el habla perdida y su capacidad para razonar. Esbozó una sonrisa, se levantó y su cuerpo pareció empequeñecerse todavía más cuando hizo una reverencia cortesana.
-Honráis mi casa con vuestra presencia Constanza volvió a sonreir al alzarse. Si, es verdad que la Casa de Montcada comparte parentesco con la vuestra, a través de mi madre y de mi abuela y de mi bisabuela, que se casaron con sendos Condes, pero más cercano a vos estaba mi difunto esposo, vuestro bisnieto por línea materna directa. Volvió a tomar asiento, ahora juntando las manos sobre su regazo. Si Dios nos hubiera bendecido con una hija, ésta habría llevado vuestro nombre.
¿Por qué se sentía tan triste la aquitana? ¿Y aquella mirada? No, no tenía que dejarse engañar, los Toreador arruinaron su vida, aunque de no ser por ellos su Sire nunca se habría fijado en ella. ¡Pero que buena actriz era! Eso siempre lo dijeron de ella. Una gran manipuladora, consiguió que el Rey de Francia le concediese el divorcio alegando que no podía darle un hijo varón, y así fue libre para casarse con Enrique Plantagenet, futuro rey de Inglaterra, al que le dio una docena. Su esposo, harto de sus intrigas, la encerró durante veinte años en una torre, que triste destino, y volvió a sus hijos contra su padre. Pero era Leonor de Aquitania. Y una Toreador.
-Todas las personas y las cosas cambian con el devenir de los años contestó dejando caer sus ojos para mirarse las manos, que jugueteaban con uno de sus anillos. ¿Benefactora de los Montcada? ¿Ella, Leonor, del clan Toreador? Y vos sabéis como son estos asuntos, a ningún humano le es dado escoger su clan, como a ninguna doncella se le permite escoger esposo. Si fuísteis benefactora de la Casa de Montcada, entenderéis que yo intente hacer lo mismo, dentro de mis limitadas posibilidades No hablaba voz alta pero tampoco en susurros, sino en un tono normal. Constanza levantó la mirada, inclinó la cabeza a un lado y la sonrisa creció en sus labios. Para alguien de mi edad, resulta difícil olvidar quien se es... o quien se fue. Y ella no olvidaba ni de que familia formaba parte ni a que Clan pertenecía.
-Pero me alegra que hayáis venido y que mi Sire no esté presente. Si el estuviera aquí no podríamos hablar con tanta familiaridad y todo sería mucho más formal. La Ventrue hizo un gesto con la mano, mostrando la vacía habitación. Como os dijera a vuestra llegada aquí podéis hablar con total tranquilidad y franqueza, pues nadie ha de escucharnos y la discreción está garantizada. Podemos pues mantener esa conversación familiar e... íntima que espero solo sea la primera de muchas que vendrán en el futuro. Conservaba la sonrisa en los labios alentando a hablar a la mujer sentada enfrente. Si Leonor estaba allí algo debía querer de ella.
El silencio del salón resulta opresivo, las paredes se comban estrechando el recinto, toda la opulencia es nada, no hay luz, no hay luz que pueda competir con su dorado cabello, no hay majestad que pueda igualarse a la suya.
Insegura, ¿como no estarlo? delante de semejante dama, joven para las cuentas de la estirpe pero muy por encima de otros de mayor antiguedad, ¿pero que hace aquí? ... en Barcelona, ella, tan acostumbrada a las fastuosas cortes de Francia, donde los trovadores cantan a la belleza y el amor.
El mundo para de dar vueltas, al sentir su gentil mano bajo tu barbilla, levantando tu cara, interrumpiendo tu florida reverencia
-No hija mia, no aqui ... no ahora- dice con ternura.
Las paredes vuelven a su lugar, las lamparas iluminan el recinto aullentando a las sombras, el mundo vuelve a girar.
-Teneis razón en cuanto decís- silencio -pero nada de esto debería de haber sucedido, dudo que lo que os diga sea de vuestro agrado, pero debeis de saberlo porque sois una pieza en este intrincado juego-.
Toma aire como si de un mortal se tratará, un suspiro sale de sus finos labios, ya no sonríe ... una lágrima solitaria de color carmesí surca su mejilla, con un rápido ademán saca un pañuelo de encaje blanco para secarla antes de que arruine sus ropas ... el impoluto pañuelo se tiñe de rojo.
-No deseaba esto para vos ... deseaba que tuvieses una larga vida plena y feliz ... deseaba que fueseis reina y gobernaseis con sabiduria y justicia- pausa -he intentado mantener a los mios, mi semilla lejos de las inquinas de la estirpe pero mis esfuerzos han sido en vano ... ahora nada importa ... solo la verdad ...- su respiración es agitada, las palabras salen cargadas de dolor de su frio y muerto corazón
De pronto recupera la compostura, su semblante se vuelve serio y su mirada fria como el invierno.
-No, pequeña ... no, no tendremos más reuniones familiares ... bastante arriesgamos ya- pausa -Alfonso ... - saborea el nombre -dime ¿amabas a Alfonso o era su corona lo buscabas?-.
Constanza, expectante, esperaba la respuesta de Leonor a sus palabras. Mantenía su dulce sonrisa en los labios y los ojos brillantes, mientras trataba de analizar a aquella mujer de la que tanto oyera hablar. ¿Había intentado Leonor usar sus poderes contra ella, en su propia casa? No tenía la certeza absoluta pero todo era posible. Lo que sí tenía por cierto es que se comportaba con ella con una familiaridad que no terminaba de entender en su plenitud. Solo comprendía que por alguna razón que todavía no entendía Leonor pretendía ganarse su simpatía.
La mujer asiente satisfecha a tu respuesta, algo cambia en su mirada, la tristeza es sustituida por otro sentimiento ... ¿orgullo?, tal vez sí, tal vez no, con los Toreador nunca se sabe ... .
-Habéis dicho la verdad, y eso me complace- responde -la verdad tendrás,más dudo que sea de vuestro agrado lo que os diré-pausa -recordad vuestras nupcias Constanza ,recordad la noche de bodas, pensad en ello-.
Tu imaginación vuela,trasciendes los muros de Palau Montacada, retrocediendo a otro tiempo y otro lugar, recuerdas las nupcias, el gesto solemne de tu padre al entregarte a Alfonso.La fiesta, las risas, la comida ... la bebida ... no reparaste entonces en el amargo sabor del vino, no bebiste demasiado, pues no estabas acostumbrada y no querías perder la compostura, tales cosas eran excusables en los varones y en las mujeres de mala vida, pero no en una dama como tú.
Alfonso estaba feliz y algo borracho, tus sospechas fueron confirmadas en el dormitorio, tambaleándose y con olor a vino llego al lecho, apenas podía articular palabra y mucho menos conseguir una erección, como un animal gemía, chocando contra tus mulos sin conseguir penétrate, tras muchas embestidas consiguió su propósito, satisfecho sonrío y tu gritaste al sentir el desgarro, más no gritaste, eras una Montacada, eras una dama, con fuerza clavaste tus uñas rezando por que esa noche se gestará un varón heredero, un futuro heredero, un niño que nunca llego.
Las Blancas sabanas se tornaron carmesíes, con tu preciada sangre ... recuerdas las palabras de doña Violante, preguntándote sobre lo ocurrido ... .
-Alfonso y vos mi querida niña fuisteis envenenados ... vos corristeis mejor suerte, no deseaban que uno de mis descendientes se sentará en el trono y se aseguraron de arrebatarme a otro ... en otros términos se podría decir que sois un rehén ... un rehén eterno- las palabras de Leonor te devuelven a la realidad de golpe.
Comienzas a atar cabos, las piezas del puzzle comienzan a encajar ... Doña Violante ... su pregunta ... Roldán ... el amargo sabor del vino ... la enfermedad de Alfonso.
De nuevo esa expresión triste en Leonor, la expresión de una madre que ha perdido un hijo, triste pero con fuerza y coraje para cobrarse venganza ... .
Constanza esperaba, con mayor ansia que antes, las siguientes palabras de Leonor. La Toreador había asentido a lo que le dijera, si, pero no acababa de comprender la mirada que su inesperado visitante le dirigía. Después de todo no se permitía olvidar a quien tenía delante, ni su clan... ni quien fue y todo lo que hizo a lo largo de su dilatada existencia. No comprendía como era posible que mantuviera su juventud habiendo fallecido casi nonagenaria, pero los poderes que Caín otorgaba eran extraños y ella no los conocía todos y mucho menos sus efectos.
Su cabeza se inclinó levemente tras escuchar lo que la ex-reina de Francia e Inglaterra le dijera y, tal y como le pidió, dejó viajar su mente en el tiempo y en el espacio, regresando medio siglo atrás, a Calatayud. Verdaderamente no recordaba demasiado de aquella intensa y emotiva jornada... La despertaron recién amanecido para que tomase un baño perfumado y luego vestirse para compartir lo que llamaban el desayuno nupcial con la Reina, las Infantas, sus hermanas y bastantes damas. A partir de ahí...
Las sábanas fueron retiradas por dos sirvientas y colgadas de uno de los balcones de palacio para aplauso de la plebe. A Constanza no solo no le importó aquello sino que lo recibió con agrado y no con falsos aspavientos. Para ella era un orgullo que todos supieran que su honra había quedado demostrada, satisfaciendo así el honor de su padre y de su esposo. Luego Doña Violante le preguntó, parecía sorprendida, pero ella nunca le dijo que su esposo a poco no pudo cumplir con sus devociones como recién casado y consumar el matrimonio. Nadie sospechó nada porque durante unos días le costó caminar con normalidad debido a la intensidad de sus esfuerzos intentando entrar en ella. El resto de las noches fueron más... normales.
Por fin regresó la de Montcada de su peregrinaje al pasado y Leonor, que había permanecido en silencio, volvió a hablar. Al escucharla, la Vitae de Constanza se heló en sus venas, más de lo que estaba en su estado vampírico. ¿Cómo sabía ella que fueron envenenados y que...? Ah, por supuesto, era una Toreador. ¡Cómo no iba a estar al corriente!. Pero Leonor fue más allá, explicando que de ese modo se evitaba que uno de sus descendientes se sentara en el trono de Aragón... y que ella era un rehén eterno. ¿Eterno?
Su cabeza empezó a dar vueltas a un ritmo vertiginoso. No entendía... o sí que lo hacía... O... Parpadeó un par de veces, asimilando lo que había escuchado, tomando pieza a pieza para colocarla en el lugar preciso. Pero no, aquello no tenía sentido. Alfonso quería desligarse de Aquitania y buscar otros aliados que defendieran sus intereses si éstos llegaran a ser cuestionados, por eso los Toreador lo envenenaron, y a ella, para que abortase de haber quedado preñada. Roldán... A él no le interesaba aquello, y cuando le propuso deshacerse de lo que guardaba en su vientre fue porque los Toreador querían a la criatura para ellos, y eso si que no le interesaba a los Ventrue.
Todo encajaba ¿no? Y Leonor mentía... o la habían engañado, seguramente los antiguos de su Clan, quien fuera que manejara aquellos hilos. Negó con la cabeza. Además Roldán le ofreció el Abrazo, si hubiera deseado eliminarla lo habría hecho sin vacilar, él mismo se lo dijo.
-No entiendo lo que queréis decir. ¿De quien soy rehén y porqué? preguntó Constanza, al principio con voz débil pero ganando seguridad a medida que continuaba. Ya sé que fuimos envenenados, contadme algo que no sepa. Los cuatro lo fueron: Alfonso y ella y sus hijos no nacidos. ¿Sabría Leonor que perdió dos varones cuando iba a alcanzar el ecuador de su embarazo? Dos infantes de Aragón, uno de ellos el heredero de... Alfonso. Pero repito mi pregunta. ¿De quien se supone que soy rehén y porqué? ¿De mi Sire? Disculpadme, pero no tiene sentido. Lo sencillo hubiera sido matarme.
A duras penas podía mantener la compostura. Su cuerpo estaba tenso como la cuerda de un arco a punto de disparar una flecha, lo notaba rígido desde la punta de los pies hasta el último de los cabellos de su cabeza. Su voz seguía temblando un poco y al notar unos pinchazos en sus manos las miró y las encontró cerradas, sobre su regazo, en dos pequeños puños. Las nacaradas uñas se había clavado en las palmas. No se atrevió a abrirlas por mor de que Leonor no viera las marcas o incluso la Vitae que pudiera salir de las pequeñas heridas.
No, Roldán no le hubiera hecho eso. No la hubiera engañado de ese modo. No a ella. Siempre había sido sincero con su Chiquilla, hasta donde lo permitían los límites, pues había infinidad de temas que guardaba para sí. Pero simplemente le decía que no siguiera preguntándole y cortaba sus preguntas, no le mentía.
No. Su Sire le habría contado la verdad, no habría jugado con ella.
Las manos cerradas en sendos puños, las uñas clavadas en la carne, roja sangre, espesa ensucia tus manos, los dientes apretado y la mirada, fija en tu interlocutora.
Suspira ... mientras ladea a uno y otro lado la cabeza, paciente y compresiva guarda silencio esperando a que seas más receptiva, temiendo que caigas presa de la bestia y las buenas intenciones pasasen a un segundo plano.
Tranquila aguarda los signos, es una experta y sabe interpretar el lenguaje corporal y sus emociones cuando la presión de tus manos cesa, responde a tu preguntas e insinuaciones.
-El vinculo con tu sire es fuerte aun- dice desinteresadamente -de veras cree que habría sido más provechoso eliminarle. No, de haberle eliminado habría tomado cartas en el asunto antes... de haberle eliminado no tendrían acceso a sus bienes ... ¿quién está detrás de esto? ... piense Constanza ... piense, entiendo que tenga en alta estima a su sire ... pero es un simple peón ... como todos-.pausa.
-Roldán tiene muchas virtudes entre ellas la lealtad, pero no destaca por su sutilidad o astucia política ... él vivió y vive por y para la espada ... y por su codigo se rige- añade en última instancia.
-Esto precisa de mucha sutilidad y astucia, sin duda es obra de los magistri y de uno en particular ... Cneo, príncipe de Barcelona y señor del reino de Aragón- su voz está desprovista de todo rastro de emoción que vieras antes, simplemente se limita a enunciar un hecho, una verdad absoluta e irrefutable.
-¿Sabiais que Roldán tenia una dama esperandole en Francia? ...- enarca una ceja -tengo entendido que vuestro abrazo se debe a una prebenda del príncipe para con su senescal ... - no dice más dejando en el aire sus insinuaciones.
Nobleza, Valor y Honor.
Un Montcada siempre está al servicio del Rey y de su Casa.
Un Montcada nunca retrocede, nunca se rinde, nunca se entrega.
Un Montcada nunca permite que los demás conozcan sus pensamientos.
¿Cuántas veces oyó Constanza, de niña, estas palabras de boca de su padre que, a falta de hijos, se las inculcó a sus hijas?
Reguere sanguine reguere in veritatem est.
Y a su Sire recordarle estas palabras, inscritas en el escudo de su Clan.
Las repitió una y otra vez, todas ellas, hasta que poco a poco recobró el control de si misma o gran parte de él, alejando el fantasma de la Bestia que planeaba con apoderarse de ella. No obstante continuó con las manos cerradas, aunque relajó la fuerza con la que apretaba los puños. Sentía su Vitae encerrada en ellas y al levantar los ojos se encontró con los de Leonor. Lo había notado, ella lo había notado, claro. ¡Maldita fuera! ¡Ella y todos!.
-Cierto es que estimo a mi Sire, ha sido bueno conmigo y me... rescató, en cierto modo, de un futuro más que incierto. Constanza no iba a permitir que se cuestionase a Roldán en su presencia, ni a solas con Leonor ni rodeada de una multitud. Además era su deber, siendo de su progenie, defender el nombre de su Sire cuando su honor se ponía en entredicho. Todos somos peones, todos nosotros, y solo nos diferencia cuánto hemos avanzado en el tablero y cuánto más cerca estamos de alcanzar el extremo opuesto Era posible que la Toreador no se atreviese a criticarlo más abiertamente conociendo su lealtad por él ...sea para hacer jaque mate o para mutar en otra pieza de mayor importancia.
-¿De modo que mi Sire me concedió el Abrazo por mis... bienes? No pudo evitar levantar sus cejas. Estos no eran tantos como ahora, yo solo era la segundogénita de mi padre. Distinto habría sido de haber sido yo la primera en nacer. Negó moviendo la cabeza de lado a lado. Le resultaba difícil de creer que por los bienes que poseyera cincuenta años atrás Roldán, y menos el Príncipe, hubieran decidido que tenía que ser Abrazada. ¡Por Dios, resultaba inconcebible! Además Leonor no sabía de... de la oferta de su Sire, de cómo se gestó todo. Aunque si que es cierto que el Príncipe le concedió a su Senescal el derecho de creación como un favor especial, probablemente porque lo merecía.
-No soy quien para juzgar cuan astuto y sutil es aquel que me trajo a la Estirpe y menos todavía el Señor de estas tierras... ¿Por qué tenía la impresión de que menospreciaba las facultades de Roldán y, lo más importante, que tenía algo... personal contra Cneo? Y... no, nunca escuché de ninguna dama que esperara a mi Sire, ni en Francia, ni en ninguno de los reinos de España. ¿Quién es ella?. ¿La tendría, de verdad? Aquel pensamiento la perturbó. ¿Sería por ello que sus intentos por cautivarle siempre habían fracasado?. Pero decidme ¿qué os hizo Cneo en el pasado para que opinéis así sobre él?.
Preguntas ... preguntas y más preguntas ... estará jugando la Ventrue con su fachada de inocencia, pero ... de ser así ¿por que le sigue el juego la Toreador?, sin duda acostumbrada a estos menesteres, ¿por que? ... , tan segura se sentía para hacer tales afirmaciones aunque fuesen ciertas, ¿había alguien detrás de Leonor? ... .
-La historia la llamó Alda la bella, sea cual sea su verdadero nombre ahora no es más que un recuerdo en la memoria de Roldán-. pausa
-Cneo ...- saborea el nombre -nada ... salvo arrebatarme uno de mis tesoros más preciados-
Lentamente se levanta, orgullosa recoge su dignidad malherida -he venido a deciros la verdad no a convenceros ... lo que hagáis con esta información es cosa vuestra, gracias por vuestra hospitalidad-
La capucha vuelve a ocultar el rostro de la dama, el sol de su cabello vuelve a ser eclipsado.
¿Alda la bella? ¿Roldán? Constanza inclinó una de sus cejas mientras trataba de hacer memoria, rebuscando en lo más profundo de su mente. Aquel nombre, aquella unión de nombres, le resultaba vagamente familiar. Al final una historia cantada por trovadores llegó a su mente si bien de una forma vaga, La Chanson de Roland, si, debía ser aquello. El caballero conoció a la hija de un conde y se prometieron amor antes de que él partiera a la guerra, pero ella pensó que lo habían matado y profesó en un convento.
La diferencia de altura te obliga a ponerte de puntillas para intentar ajustarle la capucha a tu recién reencontrada pariente, mas tus manos no llegan a su destino, en un fluido movimiento Leonor las toma entre las suyas, tus manos pequeñas manos quedan cubiertas por las suyas.
Mantiene tus manos entre las suyas apretando con fuerza, pero no te hace daño -tened cuidado hija mía ... si decidís indagar más tomad precauciones no quisiera que algo os pasara por mi culpa-dice mirándote a los ojos.
Entonces la presión se relaja al cabo suelta las manos, deslizándola entre las suyas.
-Gracias por vuestro ofrecimiento, más no será necesario ... , no os entretengo más estoy segura que tendréis asuntos importantes que atender y no quiero abusar de vuestra hospitalidad y tiempo-.
Orgullosa alza ña cabeza, mientras avanza hacia las puertas acompañada por ti, antes de salir se vuelve hacia ti.
-Recordad nunca me habéis visto- susurra -No toméis en cuenta mis palabras y frialdad en la corte es un bien necesario para protegeros haced lo propio-.
Sin volver la vista atrás avanza hacia la salida, un criado abre la puerta antes de mirarte para comprobar que todo está correcto.
Afuera ves un hermoso caballo blanco junto a otro tordo, un hombre también cubierto de negro sostiene ambas riendas, adivinas por las botas que se trata de un caballero, tal vez el custodio de la dama.
Agilmente monta situando primero su pie izquierdo en el estribo para impulsarse con la derecha,situándose en la silla como lo haría un varón.
A una seña de la dama el caballero pica espuelas avanzando hacia la salida al trote junto con su dama.
Constanza quedó sorprendida con el gesto de Leonor, la forma en la que tomó sus manos en las suyas, y todavía más con sus palabras, advirtiéndola que... ¿Había entendido bien? ¿Qué si ella deseara indagar más sobre lo que la aquitana le contara correría peligro?. Arqueó una ceja justo en el momento en que sus manos fueron liberadas.
Felicidades genial tu post, aunque los anteriores no se quedan cortos, es un placer postear para ti :).
Ando un pelin liado intentaré postear esta noche.
Un saludete.
Pero no me digas esas cosas, que me pongo roja yo sola... :))) Muchas gracias, no puedo decir menos de ti, yo estoy encantada, de verdad :)))
No te preocupes si no puedes postear hoy, hazlo tranquilo mañana. ¡Pero si llevamos más turnos de los que tocan!. Ya te comenté que no te estresaras por postear ¿eh? :))) Así que tranquilo :D
Los días pasan sin noticias de Roldán, sin embargo los rumores sobre Leonor de Aquitania no cesan, primero en la corte de Cneo, donde causó un revuelo, altiva se presentó y solicito al príncipe residir en su dominio. Opiniones encontradas entre simpatizantes y detractores de la gran reina, intuyes que dará mucho que hablar durante las siguientes noche.
Más de lo mismo en la corte mortal de Jaime II donde se ha presentado como Margarita de Poiters,una dama de la provenza, que canta al amor cortesano, los hombres alaban el sol de su cabello y el cielo de sus ojos, con gallardía la asaltan, entre tanto ella los rechaza entre risas escudándose en su padre Alfonso, un caballero que ronda los cincuenta.
Tu frustración crece, a pesar de la compañía de tus criados te sientes sola e insegura, Roldán no aparece y la protectora Leonor ha alzado una muralla de frialdad en torno a ella, a veces te gustaría conversar con ella ... carcomida por dudas, pero tu orgullo y prudencia se interponen.
Al cabo de una semana tu criado anuncia la llegada de tu padre en las tinieblas, Roldán, apenas da tiempo al bueno de Ponç de anunciarle como es debido, rápido irrumpe en tus estancias sin solicitar permiso, acaso le hace falta a él, con una fría mirada despide al celoso Ponç mientras se quita la sucia capa, cubierta de polvo debido al azaroso viaje.