Partida Rol por web

Paris Capilla Tremere año 1308 de nuestro señor Jesecristo

Viales con líquidos en ebullición … una llama de color azulada … olor a sangre … gritos de dolor … gritos de mucho dolor … , tinta negra , una pluma , un viejo hombre joven que con un negro corazón … la pluma rasga el grueso papel acuchillándolo una y otra vez.

Nota Experimento Día 512 : El sujeto ha mostrado una gran tolerancia al dolor, hemos probado con el poder del rayo a menor intensidad, aumentándolo poco a poco, el sujeto no ha dado muestras de dolor o efecto hasta llegados al final, incluso ha mostrado resistencia al pequeños fuegos, cosa que para nosotros es imposible. Sospecho que la causa de esta resistencia sobrenatural se encuentra en su vitae, es cierto que todos los cainitas podemos resistir hasta cierto punto el daño y el dolor ocasionado por la mayoría de los efectos mundanos, pero no hasta tal grado.

Sonido de cadenas, gemidos … de dolor … al echar un rápido vistazo ves a Pierre, un aprendiz de menor rango que haces las veces de tu asistente, atizándole con un hierro al rojo vivo.

De nuevo vuelves tu vista hacia el cuaderno de notas, mojando la pluma en el tintero

La psique del sujeto permanece intacta pese a nuestros intentos de doblegarla, guardándose sus secretos para sí, hasta ahora tan solo hemos conseguido sacarle nimiedades. Ciertamente es encomiable.

La puerta del laboratorio se abre con un chirrido, un aprendiz entra en ella haciendo una debida reverencia.

-Hermano, el maestro nos convoca al gran salón para comenzar con el gran ritual-.

Paris se ha vuelto cada vez más peligrosa, demasiados miembros han sido abrazados y el príncipe no está contento, en estos dominios se mantiene el silencio de sangre, una antigua ley de los cainitas que dicta el ocultarse de los humanos, en consecuencia la sangre escasea, es menester encontrar un reemplazo … el maestro, cual padre preocupado por sus hijos procura alimento para todos, puede que en esta ocasión consiga tener éxito.

-Pierre, alimentadlo y volved a estacarlo- echas un poco de arena para secar la tinta, soplando después y cerrando el grueso libro con un sonoro pop.

Resignado te levantas, dando por finalizada la sesión de hoy, al salir al pasillo te encuentras con hermanos con túnicas de diferentes colores, para diferenciar su estatus dentro de la casa, en la casa Tremere, el estatus es importante y mucho.

Pasillos … y más pasillos, una escalera , con incontables peldaños y más pasillos tras quince minutos girando esquinas y recorriendo pasillos llegas a una gran sala, las pesadas puertas de roble abiertas de par en par, en el centro de la sala el maestro, viales e ingredientes necesarios para llevar el ritual sobre una gran mesa, a ambos lados sus chiquillos le asisten en cuanto necesita.

Cual padre que oficia una misa levanta sus manos, el coro calla, de sus labios sale un murmullo que aumenta poco a poco, primero se suman sus aprendices y luego el resto de los asistentes, tú incluido.

El éxtasis te recorre, una energía salvaje recorre tu cuerpo, a través de tu voluntad y tu control la canalizas hacia el maestro,uniendote al canto los ojos cerrados, el cuerpo meciéndose a un lado y otro … el poder te embarga, la comunión con tus hermanos, solos no sois nada, juntos lo sois todo.

El tiempo pasa, no sabrías decir cuanto, tu cuerpo comienza a fatigarse si es que eso es posible, el éxtasis comienza a tornarse dolor, algo succiona esa energía salvaje que te recorre, dolor … mucho dolor … más tus labios no formulan queja alguna.

Un sonido estridente rompe tu concentración, la alarma … el centinela … ¿atacan la capilla?, se atreverán a cumplir sus amenazas esos desalmados … .

Tus ojos se abren a la realidad del momento … tus hermanos cansados y desorientados el maestro con los puños crispados, en el centro del vial una neblina roja se dispersa poco a poco.

-Rápido encontrad al intruso- ordena uno de los aprendices del maestro, la muchedumbre se dispersa, echando a correr por los pasillos.

Al llegar a la puerta junto con tres de tus hermanos, ves que esta está abierta de par en par, ¿como puede ser? … el pestillo, una pesada tranca con conjuros de protección ha sido levantada, ¿por quién? … ¿tenéis un desertor entre vuestras filas? … ¿quienes no han asistido al ritual estaban todos? … de pronto caes en Pierre … no, todos no, todos menos Pierre.

Girando sobre tus talones te diriges hacia tu laboratorio, bajando las escaleras a toda prisa, al llegar a la puerta de paras en seco, está abierta, un cuerpo de yace desnudo en el frió y duro piedra, descomponiéndose poco a poco, las cadenas sueltas … ni rastro del prisionero, ha escapado … . Un gota de sudor carmesí recorre tu sien … alguien pagara por esto … posiblemente tú.

Nada … ni rastro del prisionero, los días pasan sumidos en la tensión … esperando lo peor,los días se tornan semanas,temiendo que el sujeto haya acudido al príncipe a denunciar vuestros “experimentos”, sin embargo el fatídico día no llega.

Has sido debidamente amonestado por el incidente, pero tu pena ha sido pospuesta hasta que el maestro de un veredicto, mientras tanto permaneces incomunicado del resto de tus hermanos temiéndote lo peor, por primera vez en mucho tiempo sientes miedo, sabiendo que es lo que podría sucederte.

La puerta se abre, uno aprendiz de mayor rango entra, tras él otros dos.

-El maestro te convoca- “cron” “cron” golpea con su bastón en el suelo, los dos aprendices de menor rango se sitúan a tu diestra y siniestra , escoltándote por los pasillos, al llegar a una gran puerta, llamando y pidiendo permiso para pasar.

De nuevo una gran sala, los aposentos del maestro, viales, estanterías repletas de libros una chimenea, a su lado tras él una pétrea silueta, una gárgola que vela por la seguridad del maestro, la única en todo Paris, so pena de incurrir en la ira del príncipe y sus consejeros.

-Sire, le traemos al aprendiz Vincent tal como pidió- el hombre se levanta acercándose hasta vosotros, sus cabellos castaños, su cuidad barba, ciertamente podría decirse que es … “atractivo”, un aura de poder le rodea … -dejadnos solos- ordena.

Con un gesto de su mano te invita a acercarte, -siéntate- ordena señalando un sillón frente a si, sus manos entrelazadas sobre el escritorio en una muda plegaria.

-Eres responsable de la huida de un prisionero … un prisionero que sabe demasiados- silencio, acerca mirándote directamente a los ojos -debería de despellejaros vivo , torturaros hasta que deseaseis la muerte y luego dejar que un aprendiz aproveche vuestra sangre, pero ...- sonríe con picarda –os voy a dar la oportunidad de enderezar lo que habéis hecho, a fin de cuentas gracias a vos cayo la Alianza de Aguas Claras-.

Si tuvieses corazón … volverías a sentirlo latir , Goratrix despliega un mapa de Francia, y el norte de Iberia, situando un pequeño muñeco sobre Paris, sus rasgos se parecen vagamente al prisionero … tras murmurar unas palabras ves como el muñeco avanza lentamente hasta situarse en Barcelona.

Goratrix arruga el ceño … -¿veis? … la rata está en Barcelona , por suerte tenemos un hermano allí, recientemente ha abierto una capilla, he preparado vuestro traslado a la capilla de Barcelona así … esto- dice tendiéndote un sobre lacrado -es para Xavier de Cinçao, responsable de la capilla .. y esto otro- añade tendiéndote otro lacre con un sello el cual no reconoces - es para el príncipe ... una carta de recomendación … ¿tenéis alguna pregunta al respecto?-.

bueno, pues estoy listo!!

Una leve reverencia es todo cuanto me permito, inclinado, como siempre, y cubriendo mi cabeza con mis manos, cojo los dos sobres, los guardo en mis bolsillos y digo entre tartamudeos:
-NNo... nno, mi señor. Habeis sido claro. Haré mis preparativos y os traeré al fugitivo. No os fallaré.

Continuo inclinado esperando una respuesta de mi señor que tarda en producirse, apenas si soy capaz de mantener la compostura, inundado como estoy por el miedo, pero, aunando fuerzas soy capaz poco a poco de sobreponerme y recobrar la calma. Pese a todo mis manos tiemblan y mis ojos casi desorbitados miran de un sitio a otro rehuyendo la mirada de mi benevolente señor. El recuerdo de mi maestro me invade y miro mis manos, las mismas que lo mataron, y que ahora no me han servido de nada. El hombre que ha escapado no tendrá descanso hasta que lo encuentre.

Los segundos se tornan horas hasta que escucho su respuesta, "Eso espero, por vuestro bien" resuena en mi cabeza casi como si no lo hubiera dicho, sino que su mirada, clavandose en mi mente, lo hubiera grabado a fuego en mi memoria. Acentuo mi reverencia y me retiro.

La luna Menguada, el pifiar de los caballos, las negras aguas del Sena ... el olor de la urbe de París ... quién lo diría ... lo echarás de menos.

¿Qué te espera en Barcelona?, ¿por qué el fugitivo no os ha denunciado? ... a fin de cuentas es un Patricio, miembro del mismo clan que Geoffrey,príncipe de París ... sea como fuere ello te ha salvado de una muerte definitiva más que segura, sustituida por la incertidumbre, el maestro no es gentil ni bondadoso ... si te ha perdonado no ha sido por bondad eso es seguro.

El carruaje avanza con el traqueteo de los caballos, atrás tus posesiones guardados en sendos baúles, los libros y tratados que sacaste de la biblioteca de tu anterior maestro, tu tesoro ... tu particular tesoro.

No hay tiempo que perder, demasiado se ha perdido ya, por lo que tomarás el camino más rápido ... por mar. El carruaje se para, al correr la cortina ves el puerto de parís, con varias de pequeño tamaño embarcaciones amarradas, una de ellas te llevará rió abajo hasta la bahía, luego cambiaras de embarcación hasta Barcelona.

La puerta se abre -señor,hemos llegado- al salir ves como tus posesiones están siendo descargadas por mozos y llevadas al pequeño barco a través de una rampa.

Respiras hondo ...no por necesidad eso seguro, nada queda en París para ti, al menos por ahora ... .Bajo la atenta mirada de estibadores y marineros subes la rampa hasta la embarcación.

-Bienvenidos a mi humilde embarcación- saluda un hombre de mediana edad, rechoncho y desaliñado - cualquier cosa que necesitéis hacedmela saber- dice agachando la cabeza, "chask" chasquea los dedos - Francis, muchacho- un joven delgado de no más de catorce años con remiendos en la ropa aparece asoma la cabeza -guiad al joven señor hasta su camarote- al ver tu equipaje se cae desconsolado, alguien va a quejarse de dolores en la espalda esta noche.

Con entusiasmo, más que con eficacia intenta levantar un baúl, al ver que no puede intenta arrastralo, moviendolo apenas un ápice, los marineros ríen, el capitán no, -dejad eso patán, acompañad al señor-su dedo señala a los ociosos marineros -y vosotros que miráis atajo de vagos, tú y tú, llevad las posesiones del señor, tu quita el cabo ... izad las velas-

La tripulación se pone en marcha bajo las ordenes del capitán, poco a poco el barco avanza, una suave brisa hincha la vela empujando el barco río abajo.

El muchacho te guía bajando unas pequeñas escaleras, no hay demasiado que ver, una camarote para los marineros hacinados duermen donde pueden, una bodega cargada de barriles de vino, los aposentos del capitán y por último el camarote de invitados.

Una rata cruza el pasillo, tranquila ... parándose por unos segundos, mirándote con sus ojillos rojos, asustada chilla y sale corriendo -el gato está viejo- se encoge de hombros el muchacho.

Abajo en un pequeño camarote, molesto para cualquier mortal ... idóneo para ti, pues no tiene ventana, la única iluminación procede de una vela de cebo situada sobre una pequeña mesa con una silla, no hay un lecho mullido, en su lugar una hamaca que cuelga de dos palos.

Sigo al mozo en silencio y levemente encorvado, como siempre, hasta mi camarote, en cierto modo divertido por la escena con mi baul y en cierto modo entristecido porque me recuerda a mi mismo, durante un tiempo al menos. Durante el camino no dejo de frotarme las manos por el puro nerviosismo de lo que puede esperarme. Al llegar al camarote, me detengo ante la puerta y echo un vistazo al interior con curiosidad, recorro toda la sala con la mirada y me vuelvo al muchacho con una mirada de agradecimiento. Hundo la mano bajo mi tosca túnica y saco del saquete una pequeña moneda de plata, una baratija para mi, pero seguro que puede ayudar al chico a comer mejor un dia o dos. Aferro su mano derecha con las mias y se la dejo en la palma mientras le digo:

-Gracias.

Cuando el pequeño mira la moneda, me meto en mi camarote y cierro la puerta. Durante un rato, espero a que me traigan mis cosas, despues, me dedico al estudio. He de preparar cuanto pueda para combatir al Patricio antes de cruzarme con mi presa. Entre tanto, me va torturando la idea de que posiblemente falle, y el sufrimiento que ello conllevaria seguido de la muerte definitiva. En cambio, si lo logro, quizas el maestro Goratrix me tenga algo más de aprecio a mi vuelta, sobre todo si vuelvo como un poderoso magus. Ahora mismo soy un maestro de la senda del rayo, la domino por completo, pero no dejo de ser un aprendiz. Si durante el viaje adquiriese poder, reputación y el favor de algun cainita influyente... mi estatus en el clan podría cambiar...
Decidido, daré mi mejor esfuerzo. Decidido esto, me vuelvo a mi tarea y con ella me entretengo hasta el amanecer.

El muchacho sonríe mostrando una dentadura nefasta más propia de una persona mayor que de un joven, varas llagas afloran cerca de los labios, dientes torcidos y algún que otro podrido, el fruto de una mala nutrición.

Su mano se cierra en torno a la moneda, guardándosela en sus raídos calzones -sois muy amable joven señor-  la puerta se cierra dejándote a solas con tus cavilaciones.

Bajo la tenue luz de la vela comienzas a estudiar, poca cosa más puedes hacer entre estos muros flotantes, llamado navío.

Poco a poco comienzas a sentir el cansancio en tus miembros, adquiriendo la rigidez de los muertos, consciente de tu estado, te diriges hacia la hamaca, simulando tu descanso, con la esperanza de que los marineros respeten tus deseos de no molestar tu descanso diurno y horas de estudio.

El sueño te alcanza... en el reino de Febo, estas indefenso, impotente... las imágenes oníricas te asaltan turbando tu inmortal descanso.

En tus sueños, ves a tu antiguo maestro riendo mientras se deshace en cenizas, su dedo te señala... estamos muertos... muertos... muertos grita.... El tintineo de las cadenas suena, un anciano levanta la mirada, el fuego de la ira arde en ellos, le reconoces... le reconoces, es el fugitivo.... Las imágenes se suceden.

Otro anciano con una túnica raída, mueve sus labios, no escuchas nada... el rumor de sus palabras llega tarde... "cuidado con la bestia ... la bestia despierta ... en las sombras mora sus servidores ... USURPADOR ...." .

La sangre sube poco a poco, negra... viscosa... pronto alcanza tu pecho y luego tu nariz cubriéndote por entero, una carcajada suena, ESTAMOS MUERTOS... reconoces la voz de tu antiguo maestro... MUERE.

Sobresaltado te despiertas... ¿habrá sido un sueño? ... nunca antes has tenido este tipo de sueños.

Me incorporo n mi habitacion de un salto, sobresaltado, sin atreverme muy bien a mirar a ninguna parte. Mis ojos me permiten ver relativamente bien en la oscuridad, pero ahora no me atrevo ni siquiera a mirar. Mis manos tiemblan como jamás habían temblado desde mi niñez, desde que estaba vivo. las imágenes de mi sueño se suceden, la extraña sangre que me cubre y la imagen de mi antiguo maestro me perturban. ¿Acaso su espíritu ha venido a por mi? ¿Ahora? ¿Por qué justo ahora?. Está claro que las desgracias nunca vienen solas. Lentamente le voy dando vueltas.Debe haber anochecido ya. En un par de horas me comunicaré con mi maestra y le contaré cuanto ha ocurrido, a ver si ella puede sacarle algún sentido a mis sueños. Tras mucho pensar, viene a mi cabeza la voz de mi maestro diciendo "MUERE"... se repite en mi cabeza como un eco distante. Sacudo la cabeza y digo con firmeza:

-Ya estoy muerto, anciano, igual que tu. Y si he de destruir tu espíritu para acaba contigo lo haré.

Una leve sonrisa aflora en mis labios. Por un instante, recuerdo la muerte de mi maestro y sonrío. Sus gritos de dolor y agonia deleitan mis oidos y el recuerdo de su cara en el momento de morir espanta de mi todo mal recuerdo dejando un sabor dulce en mis labios que recuerdan el sabor de su sangre. Más relajado, echo un vistazo a mi alrededor.

Me levanto despacio, enciendo la vela de mi habitacion, cojo un trozo de papel y escribo cuanto soy capaz de recordar de mi sueño. Las ropas de las imagenes, las voces, las palabras de cada uno, la sangre cubriendome... Cuando termino, ordeno mis posesiones y salgo a dar una vuelta. Necesito soledad, pero en alguna otra parte donde el espacio no se vuelva tan opresivo.

Paro un instante antes de abrir la puerta, me relajo, respiro profundamente e intento librarme de los restos del sopor que me adormece. Me concentro un instante y abro la puerta. Echo un vistazo a ambos lados y, finalmente, comienzo a deambular por los pasillos en busca de la cubierta y el aire fresco del anochecer.

El crujido de la madera te recibe, tan pronto subes cubierta, arriba los orbes celeste, guiás de marineros en alta mar.

Ambos lado la orilla del ancho Sena, campos de cultivo a la luz de la luna, en quietud ... dentro de unas horas bullirán de actividad. Una suave brisa hincha la vela, arriba en el castillete un hombre sostiene el timón, mirando la lejanía.

Al mirar al frente ves como el rió se ensancha más y más en su recorrido a mar abierto. Con suerte el viaje será tranquilo y durara poco, tal vez incluso puedas prescindir de alimentarte.

Así transcurren un par de días, más ... esta vez sin embargo no te asaltan las pesadillas, llegados a la bahía cambias de embarcación, de nuevo los marineros transportan las mercancías, de nuevo te alojas en un camarote, sin embargo este es algo más espacioso.

Con el quejido de las gaviotas y el olor a salitre navegas costeando el negro mediterráneo, atrás dejas el puerto de Marsella, pueblos de pescadores salpican la costa.

Tres días más pasan antes de que un fornido marinero anuncie tu llegada inminente llegada a Barcelona, ¿estará al corriente de tu llegada Xavier?, ¿te esperará alguien en el puerto?.

Los dias pasan entre los bamboleos del barco y las noches de luna y mar. La impaciencia y el nerviosismo van uniendose en mi interior. A duras penas consigo templar mi mente. Cada noche es una nueva ocasion para contemplar las estrellas y sentir la calida brisa del mar, un clor reconfortante si no fuera por las circunstancias. Las noches en cubierta son placenteras, pero la obligacion es algo que conozco bastante bien, asi que los paseos por cubierta se van alternando con interminables horas de estudio. En mi cabeza, mis pensamientos antaño medrosos se tornan en algo un poco mas osado. Debo buscar algo, algún componente que incremente el efecto del fuego. En uno de los libros de la capilla aparecía una reseña sobre el fuego griego, capaz de arder sobre la piedra o bajo el agua del mar, quizas en la capilla de Barcelona puedan ayudarme a fabricarlo. Sería un poderoso aliado para las presentes y futuras guerras de nuestro clan, y el reconocimiento que ello me aportaria...

Sin pensarlo mas, me dedico al estudio de dicha fórmula. Cuanto más deprisa pueda encontrarla, mejor. Repaso cada libro de mi preciada biblioteca en busca de alguna reseña, de alguno de los ingredientes. Voy buscando en cada página de cada libro, sin dejar una sola. EL secreto de los Bizantinos no puede estar tan celósamente guardado, seguramente algún alquimista de Alejandría o de Constantinopla lo habrá puesto por escrito. En esto pongo mis esperanzas y mi tiempo, esperando que así la espera se atenúe y las noches pase más deprisa.

La última noche llega, mi estudio pirotécnico aún no está completo, pero en mi interior pienso que no voy por el mal camino. A fin de cuentas, el fuego es un ama segura, contra los de nuestra especie, y, cuanto más sepa de él, mejor. El barco llega a puerto y un fornido marinero me anuncia que estamos a punto de llegar. Los nervios vuelven a invadirme, pero tambie lo hace la impaciencia y el deseo de dar mi mejor esfuerzo para la tarea que se me ha encomendado. Nervioso miro el puerto desde la lejanía. Doy instrucciones para la preparación de mi equipaje y su transporte, y, nada más tocar tierra, bajo del barco raudo y veloz.

Tus posesiones son cargadas en una pequeña embarcación, junto con el resto de las mercancias que transporta el navio, vinos franceses, ya famosos desde tiempos de los romanos.

Las olas del mar lamen los maderos de la embarcación, empujandolo hacia la costa con suavidad ... al llegar a la orilla ves la tierra negra, varios hombres inspeccionan la mercancia de las naves, por un modico precio se puede sobornar al inspector para pasar mercancia de contrabando.

Tus queridos libros son descargados en la orilla, un hombre se te acerca, con precaución primero ... más seguro en sus últimos pasos.

-Excuse moi monsier Je m´apelle Carles, ¿vous etes Vincent bani Tremere?- dice con un horrible acento tendiendote la mano.

Veo el puero, nos acercamos, la orilla negrea en contraste on la blanca espuma del mar. Husmeo el aire como si fuera un niño que ve la playa por primera vez. Por el rabillo del ojo veo como descargan mi valiosa biblioteca. Una vez a salvo mis valiosos libros, miro de nuevo a la playa y veo a un hombre que me mira. Con mi encorvamiento natural y mi sempiterna timidez bajo de la nave. Me acerco a el a la vez que el se me acerca con paso lento y timido. Veo que el se me acerca con precaucion, seguramente sabe de mi condición.

Escucho su voz preguntarme con un francés rudimentario, no le miro a los ojos, cabizbajo le escucho y le respondo con un hilo de voz audible pero medroso

-Oui monsieur, je suis Vincent bani Tremere.

hago una pequeña pausa y añado

També parlo catala si li es mes comanera.

Espero su respuesta para saber que idioma le es más cómodo y poder presentarme adecuadamente. Entre tanto, voy buscando en mis bolsillos las cartas de recomendación con un aparente nerviosismo, pero no llego a sacarlas al no saber cual de las dos es la adecuada.

El hombre sonríe aliviado al escucharte hablar en catalán -bienvenido a Barcelona, el maestro espera- estrecha tu mano con fuerza, al tacto resulta fría al igual que la tuya -¿son esas sus pertenencias?, permítame ayudarle- coge uno de los extremos del pesado arcón levantándolo apenas un ápice, con notable esfuerzo comienza a andar calle arriba levantando arena en su camino y dejando pequeños hoyos.

-Tenemos una carroza esperando cerca de aquí, nos llevará hasta la capilla- dice una vez estáis a solas, al poco la arena es sustituida por la piedra de la calzada, vestigio de la ocupación romana, no muy lejos de allí ves una carroza negra -esa es- señala con el dedo.

Al llegar Carles mira a uno y otro lado, sin apenas esfuerzo sube el pesado arcón al carruaje, un hombre esbozado de negro se baja de la parte delantera, arrastrando su pierna se acerca hasta vosotros "aggggggg" es todo cuanto articula, su mano si es que así puede llamarse, agarra el tirador de la puerta abriéndola .... Una voz gutural y silbante surge de su garganta -amo.... sssubir-.

-A la capilla, rápido- ordena Carles antes de subir cerrando la puerta tras de si, el látigo suena, seguido del relincho de caballos, el carruaje se pone en marcha enfilando por las estrellas y retorcidas calles de Barcelona.

-¿Ha tenido un viaje cómodo?- pregunta con fingido interés tu compañero -espero sepa disculpar el recibimiento pero sepa que llega usted en mal momento a la ciudad... oh, que torpe soy... seguramente el maestro de Cinçao tendrá a bien ponerle al corriente y bien dígame, ¿qué le trae a nuestra humilde capilla?-.

Los minutos pasan, parece que os estáis alejando de la ciudad, el carruaje se para un momento, escuchas voces de hombres, el chirrido de un portón, el traqueteo se reanuda a los pocos minutos, al mirar por la cortina ves los campos sembrados, atrás queda la ciudad.

-Debemos de contentarnos con vivir en el extrarradio de la ciudad- dice distraído -lejos de ser una molestia resulta más... "íntimo"- sonríe cómplice.

El carruaje vuelve a pararse una última vez, la puerta se abre bruscamente por el extraño criado, Carles baja tras de tuya, al mirar al frente ves una torre, adosada a ella una casa. Plantas trepadoras cubren la parte baja de la torre, curioso te acercas para tu sorpresa una de estas enredaderas se lanza a tu cuello, Carles golpea la planta con su bastón -¡custodes herbam abductum!- la enredadera libera su presa de inmediato.

-Disculpad... una medida de "prevención"- señala las hierbas que crecen en la base de la torre -no temáis, tan pronto os "conozcan" dejarán de ser hostiles, entre tanto no os alejéis demasiado de mi- se adelanta abriendo camino.

Al llegar a la puerta observas que no tiene cerradura, en su lugar Carles se limita a poner su mano sobre la madera, al poco aparece un par de ojos y una boca en la madera.

-¿Qui flammae?- pronuncia con voz grave la puerta -Ego Carles bani Tremere- luego da un pequeño bocado a su dedo derramando un par de gotas de sangre sobre la boca - la puerta saborea la sangre- satisfecha se abre dándoos paso franco a la capilla, al pasar echas un último vistazo a la puerta, sus facciones han desaparecido, tan pronto pasas vuelve a cerrarse sola.

-Adelante- dice haciendo una seña -por aquí- señala unas escaleras de caracol, luego un largo pasillo, -está será vuestra habitación- abre una puerta para mostrar una austera celda sin ventanas.Un jergón, un baúl y un escritorio  es todo cuanto contiene -poneos cómodo el maestro os recibirá en breve, entre tanto hacedme saber si necesitáis algo-.

Mi paso es lento y temeroso hasta el carruaje. Me aproximo con precaución, miro por la puerta antes de subir y echo un último vistazo a la playa que me ha recibido. Durante todo el camino permanezco callado y con una expresión de temor en el rostro. Cuando me indica que la ciudad se halla revuelta, una chispa de curiosidad salpica mis ojos fijos en el suelo. A mi mente se viene la imagen del fugitivo, el cien veces maldito Patricio por el cual me hallo en esta situación. De todas formas, supongo que el regente de la Capilla tendrá a bien informarme, así que aún es pronto para elucubraciones. Entonces surge la pregunta, aquella que deseaba postergar cuanto me fuera posible. El hombre que ha venido a recibirme me pregunta, con aparente buena intención, sobre los motivos de mi visita. Respondería con plena confianza si no corriera sangre Tremer por sus venas. Es cierto que permanecemos al mismo clan, pero las aspiraciones de los demás a menudo nublan su juicio y la competencia en el seno del clan es feroz. Así que, para evitar ofrecer cualquier muestra de debilidad, mi respuesta, con la misma bondad aparente que vengo mostrando y con mi misma timidez habitual, se limita a un:
-Me envía el maestro Goratrix. Los detalles de mis órdenes quedan entre él y yo; aunque sí puedo decir que me envía a buscar algo a la ciudad para beneficio de todo el clan.
Tras esto, el resto del viaje transcurre con normalidad hasta que llegamos a la Capilla. Mi acompañante abre la puerta y me conduce hasta la que será mi habitación. La examino de un rápido vistazo, casi sin atreverme a alzar la voz ni a parecer curioso, y ne vuelvo hacia él. Como de costumbre, cabizbajo y con las manos entrecruzadas, respondo a su pregunta:
-Está todo bien, gracias. Si fuera tan amable de avisarme cuando el regente tenga a bien recibirme le estaría agradecido. Por lo demás, sólo necesito mis cosas y un poco de tranquilidad, me cuesta bastante adaptarme a sitios nuevos y a gente nueva. Apenas he salido de la capilla de París desde que comenzó mi aprendizaje.
Finalmente le doy una vez más las gracias y me quedo en mi habitación, esperando la llegada de mi equipaje y el aviso de mi audiencia.

Carles se despide con un gesto de su cabeza cerrando la puerta tras de si ... dejándote solo en la intimidad de lo que será tu sancta santorum ... finalmente Barcelona ... no es ni de lejos tan espectacular como la capilla de París, también es cierto que el regente de esta última no es otro sino Goratrix, aprendiz y chiquillo del propio Tremere.

Al poco escuchas un gorgogeo, y algo arrastrandose o siendo arrastrado, la puerta se abre y ves al extraño hombre ... o ser arrastrando tu pesado arcón.

-Gggggggg- es todo cuanto gesticula, una singular manera de saludar. Sin demasiadas cuitas suelta el arcón en una esquina, dandose medía vuelta lentamente.

Ansioso, a la par que preocupado, abres el arcón para comprobar que todo está en orden, gracias a Caín todo está intacto, te dispones a reanudar tus estudios cuando ... de nuevo te interrumpen, curioso alzas la mirada esperando encontrarte a Carles, más no, de nuevo es el extraño sirviente.

El ser estira su brazo, su mano enguantada te tira de la manga, -zzzzzzz zeñorrrrr lla llaaaaa llaaaaamaaa- señala la puerta -gggggggggg zzzeggggir mi-.

Observo al extraño ser entrar en mi habitación y dejar mi equipaje. Tras comprobar que todo se halla en perfecto estado, me dispongo a estudiar cuando me llaman para la audiencia. Me pongo la mejor ropa que soy capaz de reunir en mi equipaje, cojo las cartas y le sigo caminando con una mezcla de calma y miedo. Por el camino voy meditando sobre la reunion que me espera, lo que puede pasar y los detalles que sería o no prudente compartir con el regente de la Capilla. Quizas no sea prudente compartir con él cada uno de los detalles, pero puede que si pueda confiarle alguno.

El extraño ser te guía arrastrando los pies a través del pasillo llegados al final del pasillo se para frente a una puerta de roble de doble hoja, de su garganta surge un gemido lastimero, luego gira talones y se marcha dejándote solo en el pasillo.

La puerta se abre sola de par en par, sentado en un escritorio un hombre que te mira fijamente.

-Adelante, aprendiz- ordena desde su posición.

Una vez pasa, las puertas tal como se han abierto se cierran con un golpe sordo, el sonido se amplifica debido al eco de la sala.

-Tomad asiento- señala una silla frente a si, tranquilo cierra un pesado tomo, su mirada te escudriña evaluándote.

-Goratrix me ha pedido "amablemente" que os acoja en nuestra capilla- dice juntado las manos emulando una plegaría -lo que no me ha dicho es por qué... esperaba que vos pudieseis explicármelo, o portéis más palabras de mi querido hermano- añade con cierta ironía al pronunciar la hermano.