Partida Rol por web

Escena narrativa para viajes por tierra.

- El Sol se está ocultando ya cuando Mazo, alias Martillo Blanco, sale de la ciudad de Hsien-Wu, antigua capital de Wu-Chia, y se dirige con paso firme hacia el Arrozal número uno.

Mazo avanzaba decidido.

Como era de esperar, con cada paso, la tierra temblaba bajo sus pies. Su mazo repiqueteaba contra los espaldares de su armadura de Jade mientras él se deleitaba mirando la puesta del sol.

Hacía muchos días que no recorría un camino poco transitado, y por un instante, la melancolía de su época de mercenario errante llegó a su mente, sin embargo, rápidamente fue cambiada por decisión, imprimiendo un poco más de velocidad a su paso.

Avanzaba tranquilo, silbando una cancioncilla que había aprendido en alguna posada... o tal vez en su niñez.

- Bajo la mirada curiosa de Luna, Martillo Blanco camina durante toda la noche.

- Tras la noche, el sol se alza y se eleva, cruza la línea del horizonte y continúa su camino.

- El viaje de Mazo, infatigable, prosigue.

- Nada se interpone en su camino, ni siquiera los dioses de los caminos, tal vez atemorizados por la imponente presencia del Exaltado.

- El mediodía deja paso a la tarde antes de que Mazo descubra cambios en el paisaje que le rodea.

- Finalmente, al alcance de su vista, divisa un enorme arrozal y un poblado.

- "Ni hao, honorable viajero. Bienvenido al Arrozal número uno." -

CAMBIO DE ESCENA.

SEGUIMOS EN: Arrozal Número Uno.

HALCON DE SOMBRAS:

- Te parece ver una choza abandonada entre los árboles.

- Puedes refugiarte allí para pasar las horas diurnas, o seguir desgastando tus energías bajo la (ahora cruel) luz del Sol Invicto.

“Tu esencia es ahora la esencia del Inframundo”- Me dijo Halcón Anciano. ¿Era esa esencia la misma de los monstruos que había combatido? Muchas veces había dicho que la oscuridad era su mayor aliada y que el Sol era su mayor enemigo. ¿El Sol era ahora también mi mayor enemigo?

¿Pero cómo era posible que el gran Sol Invicto me hiciese aquello? Siempre le había rendido culto, siempre le había servido con humildad y él me lo había recompensado. En vida su luz me había reconfortado y en el mediodía me había visto aliviado de todo cansancio y pesar. Pero ahora era diferente…

- Estoy muerto- me dije una vez más. No había parado de repetírmelo una y otra vez cada vez que había descubierto que algo había cambiado, como si hubiese olvidado el mayor de todos los cambios. Y a veces lo olvidaba, quería olvidarlo todo. Algo me decía que ya nada importaba, que mi tiempo había pasado. Pero entonces recordaba el ultraje cometido por los Yomas, las mentiras de los Inmaculados, sus abusos y mi cuerpo, mi pobre cuerpo pudriéndose y olvidado.

Al ver la choza corrí a refugiarme del sol. Aunque me quemase yo no le daría la espalda. Vivo o muerto seguiría sirviéndole, le gustara o no le gustara.

HALCON DE SOMBRAS:

- Te refugias en la choza a pasar el día.

- Tu poder actual está completo.

TRANSCURREN LAS HORAS DIURNAS.

Esperé a que el Sol comenzase a ocultarse tras el horizonte antes de salir de la choza. Había estado a solas, y en silencio, aunque poco habría importado que hubiese hablado; nadie podía escucharme y tampoco me había encontrado con quién fuera el dueño de la casa.

Una vez fuera reinicié mi carrera hacia Minas de Jade. Ya había perdido mucho tiempo.

HALCON DE SOMBRAS:

- Prosigues tu viaje hacia el Oeste.

- Pasas muy cerca del Pueblo de la Barriga de la Serpiente. Un extraño instinto te dice que allí no hay Yomas, y que si alguno entrase, no sobreviviría.

- El mismo instinto te indica que no es un lugar seguro para ti. Como de momento no tienes ningún deseo de entrar en Lethe para iniciar una nueva reencarnación, acabas eligiendo pasar de largo.

HALCON DE SOMBRAS:

- Extrañas fuerzas tiran de ti suavemente hacia el Oeste, dejando de lado el Pueblo de la Barriga de la Serpiente.

- ¿Habrá pasado algo con tu cuerpo? ¿Con los Yoma que te mataron? ¿Será otra cosa?

La sensación que empujaba de mí era nueva, había cambiado, y debido a ese cambio me propuse seguir con renovada intensidad mi camino hacia Minas de Jade. No dudaba que la desazón que me había obligado a refugiarme durante el día se repetiría a la mañana siguiente, pero tenía intención de seguir adelante sin importar lo incómodo que me resultase la luz del sol. Como Maestro Garra de Halcón no había habido reto al que no plantase cara, y aunque ya no era más ese hombre, aquella perseverancia no era algo de lo que iba a desprenderme.

Dejé atrás Barriga de la Serpiente, campos, caminos y alguna que otra persona. Siempre corriendo, siempre hacia delante. No paraba de preguntarme por qué lo que me empujaba a seguir era diferente. Estaba mi antiguo cuerpo- “Y los Yomas, esos malditos Yomas”-, los que me habían asesinado, por lo que solo podía significar que algo había pasado con alguno de ellos. Quizá me hubiesen descubierto, o quizá los hubiesen descubierto a ellos.

- No, no puede ser.

 Si lo habían hecho quizá los hubiesen matado; no creía que fuera algo que pudiese soportar. Debía matarlos yo, mi rostro debía ser lo último que viesen cuando les arrancase su despreciable parodia de vida. Solo yo podía cobrarme mi venganza, nadie tenía derecho a tomarla en mi nombre. Solo yo.

No podría confirmarlo hasta llegar a Minas de Jade.