Partida Rol por web

- El sampan de Riqueza Efímera se va aproximando a los muelles de Arrozal Número Quince, seguido de cerca por la barcaza nobiliaria.

RIQUEZA EFIMERA:

- Pese a la distorsión causada por la presencia cercana de Ojos Rojos, estás convencido de que hay Yomas en esta zona. En el pueblo o las inmediaciones. No estás seguro de cuántos ni de su grado de poder. Aunque el hecho de que puedas captar tan fácilmente la presencia Yoma indica que debe ser de un nivel preocupante.

DULCE LOTO:

- Al llegar a Quince, no puedes evitar acordarte de tu hermano, sin saber por qué.

PATAN SABIO:

Te viene a la mente un recuerdo del pasado remoto, la Emperatriz Celeste diciéndote:

- "Cuidado." -

- "Ah, hijo mío, estos Yoma no nos muestran sumisión, pero podrían hacerlo si les muestras quién eres. Ofréceles el corazón de Dulce Loto y te servirán fielmente durante toda la eternidad." -

MAZO:

- El Dragón de la Tierra no le teme absolutamente a nada.

- "Bienvenidos a Quince, viajeros. Debéis saber que nuestro pueblo es peligroso, especialmente con la caída de la noche. Aunque pueda parecer impertinente por mi parte, aconsejaría fondear en el río y con la llegada del Alba pasar de largo en busca de tierras más seguras." -

Riqueza mostró un semblante serio ante la advertencia dada a su llegada al muelle, pero ante la irrupción del alguacil, su aspecto varió a severo. Frunció levemente el ceño, pues como mercader de río nunca había tenido una bienvenida igual. No obstante, y ante la situación pintada por los nobles de Quince, comprendía aquel comportamiento tan inusitado.

-Soy Riqueza Efímera, mercader, conocido a lo largo del Hu. Me acompañan el Sangre de Dragón Martillo Blanco, la doncella Dulce Loto y... Pero quizás prefiráis hablar con vuestros nobles, pues nuestra presencia aquí responde a sus deseos y que arriban a nuestra popa. 

Con un grandilocuente gesto, el lord Carroñero señaló en la dirección del sampang de los nobles que enfilaba hacia los muelles.

-Saludos, Alguacil Lisiador -respondió con amabilidad después de que hablara Riqueza, comprensivo con las razones que tendrían en el pueblo para desconfiar de los recién llegados y advertirles de los peligros del pueblo.

-Riqueza -dijo en voz baja-, estoy preocupado. He tenido un mal presentimiento.

- "Riqueza-san, Patán Sabio, sois vosotros. Os reconozco y os doy la bienvenida a Quince, como siempre. Podéis atracar y entrar en el pueblo, vosotros y vuestros invitados." -

Luego se vuelve a la mujer que ha hablado en primer lugar.

- "Wang Ti, deberías de volver a tu casa con tus hermanas. Ya sabes que las calles no son seguras por la noche y ya se está poniendo el sol." -

- "Naturalmente, Lisiador-sama. ¡Ah, aquí está mi torpe hermana pequeña! Me la llevaré a casa de inmediato. ¡Wang Lin Lin, corre para casa! ¿No ves que ya anochece? ¡Vamos, vamos!" -

- "¡Yo quería ver los sampanes, Ti-chan! ¡Mira que mujer más hermosa! ¡Y ese grandullón vendado! Y el chico misterioso con la capucha y el sombrero... Vale, vale, ya nos vamos, hermana." -

Las dos hermanas se retiran apresuradamente hacia su casa.

La conversación con Riqueza Efímera se ve interrumpida por la visión de nuestro destino. No sé de eso que él me habla y no tengo idea de como llegué al mundo, a excepción de saber que estoy aquí producto de violencia y el oscuro poder de mi padre. Jamás me han llamado la atención los detalles.

Veo el pueblo al que estamos llegando y me parece fascinante entrar en un lugar sin tener que esconderme, aunque podría decir que estas ropas es como ocultarme, pero no es lo mismo para mí. Me agito un momento mientras me sostengo la cabeza y comienzo a murmurar palabras que el resto no puede oír. Parezco agitado y molesto, casi furibundo. Claramente algo no está bien, pero pronto vuelvo a la normalidad, como si nada hubiera pasado.

El lugar es un arrozal más y una joven nos recibe, pero luego el alguacil nos grita con desconfianza hasta que Riqueza Efímera habla junto con Patán Sabio, lo que genera un cambio en el hombre, para mejor. Es impresionante ver como respetan y quieren al viejo Lord Carroñero, aunque es duro saber que a mí jamás me tratarán así.

Cuando escucho a las mujeres, intento verlas un poco, por lo que inclino la cabeza para mirarlas con el rabillo del ojo, pero pienso que es tonto de mi parte, por lo que vuelvo a bajar la vista:

"Debo concentrarme en hacer un trabajo digno. No debo distraerme en tonteras."

Me absolutamente quieto mientras no me diga Riqueza Efímera qué hacer. Este es un lugar que no entiendo y no quiero causarle problemas a nadie, especialmente a mí mismo.

La conversación con Riqueza Efímera se ve interrumpida por la visión de nuestro destino. No sé de eso que él me habla y no tengo idea de como llegué al mundo, a excepción de saber que estoy aquí producto de violencia y el oscuro poder de mi padre. Jamás me han llamado la atención los detalles.

Veo el pueblo al que estamos llegando y me parece fascinante entrar en un lugar sin tener que esconderme, aunque podría decir que estas ropas es como ocultarme, pero no es lo mismo para mí. Me agito un momento mientras me sostengo la cabeza y comienzo a murmurar palabras que el resto no puede oír. Son las palabras que respondo a mi padre, quien envía sus sucios mensajes a mi mente, atormentándome:

"Jamás haría algo así. Dulce Loto es... muy bella y tierna. Jamás haría algo así. Además, ¿Para qué quiero que los sucios Yomas me obedezcan? Los mataré a todos. Te demostraré que soy capaz de acabar con todos los sucios demonios sin necesitar tus oscuras manos detrás mio."

Parezco agitado y molesto, casi furibundo. Claramente algo no está bien, pero pronto vuelvo a la normalidad, como si nada hubiera pasado.

El lugar es un arrozal más y una joven nos recibe, pero luego el alguacil nos grita con desconfianza hasta que Riqueza Efímera habla junto con Patán Sabio, lo que genera un cambio en el hombre, para mejor. Es impresionante ver como respetan y quieren al viejo Lord Carroñero, aunque es duro saber que a mí jamás me tratarán así.

Cuando escucho a las mujeres, intento verlas un poco, por lo que inclino la cabeza para mirarlas con el rabillo del ojo, pero pienso que es tonto de mi parte, por lo que vuelvo a bajar la vista:

"Debo concentrarme en hacer un trabajo digno. No debo distraerme en tonteras."

Me absolutamente quieto mientras no me diga Riqueza Efímera qué hacer. Este es un lugar que no entiendo y no quiero causarle problemas a nadie, especialmente a mí mismo. Pienso que debo concentrarme en nuestra misión y no perder más tiempo, por lo que decido a actuar de inmediato. Mientras me quedo quieto, concentro el poder demoníaco en mi interior, haciendo que ebulla y que salga hacía mis sentidos. Siento como el poder se agita y nutre mis células, alineándome con las corrientes del Malfeas y la energía proveniente de los Yozis, permitiéndome sentir a quienes provienen del infierno, como ellos pueden sentirme a mí.

Mazo sintió como atracaban y se revolvió en su catre.

Las heridas aún le dolían, aunque algo menos. Poco a poco, se iba curando, pero aún no podía hacer ningún ejercicio ni intentar luchar, por que sino estas se volverían imposibles de curar.

Era extraño como se sentía... sólo sabía luchar, era lo único que se le daba bien y no podía hacerlo.

Se levantó y salió despacio a la cubierta, y saludó a los que allí estaban con la mano. También vio a los de Quince, que parecían algo nervioso. ¿Podrían ser ellos los Yoma? Su experiencia le decía que no debía confiar en nadie, pero también que tenía que tener cuidado y no matar gente inocente...

Aunque fuera un Sangre de Dragón.

-Se lo agradezco, alguacil Lisiador -dijo Riqueza con una leve inclinación a modo de respuesta-. Ya has oido Patán, a atracar -señaló efectuando en los siguientes minutos las maniobras oportunas para que el sampang se detuviera en el muelle y atracarlo. El comentario de Patán le había resultado poco tranquilizador. Confiaba en sus palabras y el hecho de ver a Ojos Rojos revolverse nervioso, a sabiendas de sus capacidades de percepción ya vistas en Arrozal Dos, no hacía sino confirmar el mal presentimiento del automatón-. Patán, la rampa y ata la embarcación al muelle.

Aflojó la respiración contenida durante la maniobra cuando el sampang acarició suavemente la orilla. Era obvio que los miedos de los nobles no eran infundados.

-Alguacil Lisiador, ¿qué está ocurriendo en Quince? -preguntó preocupado.

-Muy bien, Riqueza.

Como le había pedido, Patán amarró y dejó el sampang en posición segura junto al muelle.

-Alguacil Lisiador, quizá si sus deberes se lo permiten nos honraría acompañándonos al sampang para contarnos lo ocurrido. En tal caso, iré preparando té -se inclinó con una reverencia antes de volver al interior del sampang llevándose a Ojos Rojos con él.

-Vamos, jovencito, será mejor que pasemos.