Partida Rol por web

Amanece. Los huéspedes de la Viña de Sangre van bajando de las habitaciones con mala cara. Ashlyn. Urik. Irina. Parriwimple. Madame Eva. Ismark el Burgomaestre. Junto a ellos, tres habitantes del pueblo: Gertruda, Elenya y el pequeño Ivalic. El resto de gente en la posada, va a sus asuntos, y se mantienen respetuosamente apartados de sus teóricos salvadores.

Elenya ayuda a Gertruda con los desayunos. Ambas aparecen solo intermitentemente, pero en cuanto terminen con las tareas no tardarán en juntarse con ellos. Elenya, por fidelidad a los hermanos Indirovich. Gertruda, porque ese grupo de aventureros son su última esperanza para volver a ver a Arik.

En ese momento, por la puerta que da a la plaza, Varikov entra desnudo en el establecimiento...

¡Válgame el cielo! ¿Es que no tiene decencia, maldito enano? Ya no está viviendo entre animales, haga el favor de taparse.

Bajo al salón con expresión aturdida y cansada en mi faz.

Agradezco a Gertruda y Elenya el desayuno con una leve sonrisa.

- "Herr Ismark, Frau Irina. Herr Ashlyn y yo debemos de hablar con ustedes en privado. Es un asunto importante, pero delicado." -

Irina tenía el gesto serio, casi ceniciento y unas ojeras gigantes le enmarcaban unos ojos enrojecidos.

-Me temo que yo también tengo que contaros algo. Vayamos a mi habitación, si os place.

Ashlyn contempló a todos con desapasionado interés desde unos ojos enrojecidos. La previsible muerte de sus dos compañeros estaba demasiado reciente. Asintió, dio un trago doloroso a su infusión y se puso en pie.

Subimos a la habitación de Frau Ashlyn. El ascenso me cuesta un poco pues aún me siento débil y mareado por el mordisco del zombi, que duele casi tanto como ayer.

Ivalic se había dormido en un rincón de la posada, sabía que allí estaría seguro, los zombis no podrían entrar y si lo hacían no podía estar mejor acompañado, si había alguien capaz de parar a aquella abovinaciones era ese grupo de aventureros que allí se encontraba. Tardó en despertarse y lo hizo sobresaltado con los gritos de Ismark. Se levantó de inmediato pensando que los zombis atacaban y se apretó contra la pared hasta que se dio cuenta que no había ningún peligro, tan solo un enano desnudo. No pudo evitar reirse con lo que estaba viendo, más por los nervios del momento que porque fuera realmente gracioso.

-¡Ja! ¡Se le ve la pilila! Gritó mientras señalaba a Varikov.

El resto parecía demasiado ocupado para darse cuenta de aquello, parecía que el grupo quería reunirse y claro ¡Él era tan solo un niño! ¿Para qué iban a invitarlo? Pero ahora no era un niño cualquiera, era el portador de la antorcha y el autonombrado analista de aquella aventura.

-¿Puedo acompañarlos? Preguntó a Ashlyn, Irina y Herr Urik. Prometo que no diré nada, casi no notarán que estoy. Puso cara de inocente aunque por detrás de su espalda dos dedos de su mano se cruzaron, ante todo tenía un deber con su público, alguien tenía que contar todo lo que pasara a las generaciones futuras.

Varikov tenía pinta de haber pasado la noche en el río. Su piel no tenía el color de alguien que tenía calor, todo lo contrario. En sus tobillos aún se podían ver unas marcas rojas. Dirigió una mirada asesina a Ismark, de esas que le aseguran a uno que tiene reservada una habitación en el infierno.

Sus “compañeros”, como ya era costumbre, pasaban de él. Podía ponerse encima de la mesa y bailar y lo único que harían sería apartar sus cuencos para que no los pise. Les iba a decir un par de cosas para desearles los buenos días, pero una voz chillona, parecida a aquella que lo había despertado empezó a escucharse desde un rincón, en forma de risa. No había peor ruido sobre la faz de la tierra. Haría vomitar hasta a sus piojos si no se hubieran ahogado todos en los últimos baños que se dio.

Su primer impulso era salir corriendo detrás de ese mocoso, pero tener suelta la tercera pierna le iba a incomodar bastante. Al final se decidió tomarse las cosas con calma, al estilo de los humanos. Se fue hasta donde estaba sentado el burgomaestre y se le dedicó una de sus amarillentas y siniestras sonrisas.  

- Es que haz un día preciosu y había que aprovecharlu pa enseñar a estes mozes, dijo dirigiéndose tanto a las mujeres como a los hombres, que significa tener un buen par de coyones. Se sentó al lado de Ismark y empezó a llenar su plato con comida. Preguntome yo, ¿ye posible sacar a alguien de la planta alta sin que nadie se entere, en tola la puñetera posada?

Mientras comía y esperaba la respuesta, deseaba que el chiquillo se fuera con los otros. No le gustaban los niños, nada de nada de nada.

Estoy tan aturdido que casi no me doy cuenta de que el caótico enano va desnudo, algo que casi parece normal en él.

Cuando el niño portantorchas dice de acompañarlo, no lo veo demasiado claro, pero no tengo fuerzas para oponerme, en su lugar miro interrogativamente a Frau Irina mientras alzo las cejas como diciendo: "¡Vaya niño más extraño!"

Irina se fijó entonces en que el enano no llevaba ropa. En otras circunstancias se hubiera reido pero no le quedaba risa en el cuerpo después de la noche que había pasado. Parpadeó lentamente y soltó un suspiro eterno.

-Podeis subir los dos pero, Varikov, si no te pones pantalones no te sientes en ningún siito.

-Déjalo -dice Ashlyn sin volverse-. Si culturalmente las costumbres de su pueblo le obligan a pasearse desnudo en interiores es cosa suya. Respetémoslo. Entre todo ese pelo hay poco de que escandalizarse, y lo poco que hay es demasiado... enano. Y voto por que Maese Ivalic venga con nosotros: será un niño, pero hay en él más corazón que en la mayor parte de los habitantes de este pueblo. 

- "Bien, entonces quizá sea lo más conveniente que Parriwimple también esté presente con nosotros." -

Parriwimple estaba de buen humor esa mañana. No se había transformado en uno de esos seres que huelen mal y pegan a la gente, y tampoco Gertruda. Al pasar al lado de esta última Parriwimple le sonríe.

- Estamos bien. ¿Verdad? No ha pasado nada malo- le dijo con una sonrisa encantadora- Buscaré a Arik- le prometió refiriéndose a la conversación de anoche y sin darse cuenta de ninguna posible doble interpretación a sus palabras. 

El gigantón pronto se dio cuenta que sus compañeros estaban muy cansados. Las ojeras y la tristeza de los mismos era evidente, incluso para alguien tan corto de entendederas como el gigantón.

Fuera como fuese, antes que pudiera decir nada, se fijó en algo muy divertido. A Varikov se le había olvidado vestirse. Parriwimple se acordó de la vez que a él le había pasado y como su tio se enfadó mucho y le pegó. Pero pareciera que a sus nuevos compañeros tal cosa no les preocupa demasiado, y salvo para decirle que debía vestirse, no se enfadaron ni nada. Cada vez le caían mejor sus nuevos amigos, aun cuando sus conversaciones eran complicadas y no siempre Parriwimple tuviera claro lo que hacer. 

Como ahora.

Porque, ¿debía él subir también? ¿no? Finalmente, con bastante turbación, se atrevió a preguntar.

- ¿Parriwimple también puede subir?

Al preguntar justo en el momento que Ser Urik le invita a subir, Parriwimple rompe a reír por la asombrosa coincidencia temporal.

- A la vez, a la vez- dice con hilaridad, para luego asentir- Parriwimple está de acuerdo. Parriwimple acompañaros.

El pequeño Ivalic sonrió satisfecho ante la respuesta afirmativa, no se perdería la reunión y estaba seguro que allí se hablarían de cosas importantes, tenía mucha curiosidad de lo que podían decir. Además aquel extraño enano desnudo también subiría, también sentía mucha curiosidad por él y le hacía gracia la manera en la que hablaba.

-Gracias. Me portaré bien ya veréis. No pudo evitar sonrojarse ante las halagadoras palabras de Ashlyn. Parriwimple me alegra que estés bien, temíamos que te convirtieras en uno de esos zombis. Se acercó a Her Urik y dio un par de pequeños tirones a su capa para llamar su atención. ¡Si Parriwimpie y Gertruda no se han convertido usted tampoco lo hará, eso es una gran noticia!

No pudo disimular su alegría, había visto lo valientes que eran Herr Urik y Ashlyn y quería tenerlos de su lado, el pueblo estaría más seguro. Además siempre había querido conocer a un paladín, había tantas historias sobre ellos... y ahora tenía dos allí mismo, dos eran mejor que uno y poder comprobar personalmente aquellas historias era extraordinario, se sentía muy afortunado.
Volvió a mirar a Varikov, no quería que su aspecto molestara a la paladina así que pensó en una solución rápida.

-Yo tengo pantalones en casa, seguro que os valen. Aunque tras un vistazo más detallado se lo pensó mejor. Aunque creo que estáis muy gordo para que os sirvan...

- Oh, vaya, mira, Ismark, la tu hermanita invitama a subir al su cuartu. Se levantó y cogió su plato antes de apartarse un poco del burgomaestre. Le seguía dedicando una mirada asesina detrás de otra. Luego se fijó en el niño y casi dejó caer toda la comida al suelo.

Vale, voy con vosotros, pero esti bichu, dijo enseñando a Ivalic con un trozo de queso medio mordido, que se quede en la otra punta de la habitación. ¿Qué pasa con vosotros, ho, ahora os da por luchar contra los vampiros con neños? ¿Qué pensáis faer con él, tiráylo a la cabeza? No esperaba respuesta y probablemente tampoco la recibiría.

Nun te preocupes, guaja, toy asquerosamente limpiu. Por ciertu, guapu collar, le dijo a Irina, pero su mirada se volvió fría y asesina hacia su hermano, ¿te ayudó a dormir bien pensando ónde tuvo guardau antes, ho? Poco le importaba, solo quería ver la cara que iba a poner su amante.

Rapaza, se dirigió ahora a Ashlyn, ya sabemos por qué nun tiens buena puntería con esa espada. Nun ves nada. Otra explicación no había para que la mujer diga que sus partes son enanas. O puede que estaba acostumbrada a cierto tamaño de… Se empezaba a preguntar de dónde habían sacado en realidad a ese niño. Marcharon dos y volvieron tres.

Urik invitó también a Parriwimple y Varikov no pudo evitar una pregunta. Si vamos subir toos al cuartu, ¿por qué nun quedamos aquí? Luego miró al paladín con demasiado interés. No le gustaba como dejaba machacar su cuerpo. Tenía que cuidarse más si no, no iba a servirle para… ¿Pero qué dices, mocosu? ¿Yo? ¿Gordu? Será que tú yes un flacu muertu de fame, repugnante.

-Pues sí -dice Ahslyn-. No tiene mucho sentido subir todos a una habitación diminuta cuando nos encontramos más cómodos aquí y, además, podemos conseguir con toda facilidad la privacidad que necesitemos. 

Mi capa se desliza con suavidad en la mano de Ivalic. Es de un material mágico increíblemente suave, unas diez veces más que la más delicada seda de Khitay.

Pese a mi cansancio y fatiga, me arrebujo con la capa al tiempo que sonrío al mozalbete. Al instante parezco más heroico y gallardo.

- "Es mejor una privacidad completa, Frau Ashlyn." -

Ismark se encogió de hombros y sonrió afable sin enseñar los dientes. Una de esas sonrisas del encanto Indirovich.

Nuestro querido amigo Varikov tiene razón. Hagámoslo aquí-el Burgomaestre se puso en pie y dió dos palmadas para llamar la atención del resto de pueblerinos de la planta baja-. ¡Señores... préstenme atención, por favor! ¡Hace un día espléndido! Dan ganas de darse un chapuzón... o los que hagan falta. Pero ya que los zombis nos impiden ir al río, les sugiero que aprovechen y cojan sus platos para comer al aire libre mientras aún podemos. ¡Veeeenga! ¡Muchísimas gracias! ¡Gracias por vuestra colaboración, queridos conciudadanos!

Los súbditos del noble, algo confusos, empezaron a levantarse a desgana. En pocos minutos, la planta baja quedó limitada al grupo de aventureros, y a Gertruda, que se quedó a recoger platos y limpiar mesas, con un oído pendiente por si mencionaban algo de su estimado Arik.

Cof, cof...

La muchacha se dió por aludida y marchó a las cocinas. Quedaron entonces Ashlyn, Urik, Irina e Ismark, Ivalic, Parriwimple, Varikov y la vieja Eva.

Aprovechando que estamos en intimidad y pasando momentos de confesiones. Yo he de reconocer que hace años también pasé por una fase naturista, como la de Varikov. Me paseaba por el campamento desnuda y con una guirnalda de flores en la cabeza. Si algún vistani varón osaba levantar la mirada y ver mi cuerpo arrugado y con pústulas, lo maldecía y quedaba ciego hasta la luna llena. Por algún extraño motivo, nunca tuve que cumplir mi amenaza. Y eso que me conservo bastante bien para la edad que tengo.

Lo peor era el invierno Baroviano. Al enano le encogerá el rabo con el frío, pero a mí los pezones me sobresalían como pitones. Ah, qué porras, por los viejos tiempos...

Hizo amago de quitarse la camisa, pero Ismark le sujetó del antebrazo a tiempo.

Sí... mejor esperamos a primavera...